Falso movimiento - Franco Moretti - E-Book

Falso movimiento E-Book

Franco Moretti

0,0

Beschreibung

Falso movimiento reúne los artículos de Franco Moretti escritos en los últimos años y traducidos ahora por primera vez al castellano. En estos ensayos, el crítico italiano revisa algunos aspectos fundamentales del "giro cuantitativo" en los estudios literarios, que ha producido algunas contribuciones ya clásicas para la comparatística contemporánea y las humanidades digitales. Moretti propone un balance crítico de los alcances y las limitaciones del análisis cuantitativo y explora las posibilidades de una aproximación a los fenómenos literarios que, en un único gesto, comprenda tanto a las dimensiones más cuantificables que implica el trabajo con grandes masas textuales como la especificidad que surge de la atención a las formas que, en última instancia, no pueden reducirse a un conjunto de datos.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 147

Veröffentlichungsjahr: 2025

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Colección Pequeña Biblioteca de Teoría

Franco Moretti

Falso movimiento

El giro cuantitativo en el estudio de la literatura

Traducción de Diego Bentivegna

Pequeña Biblioteca de Teoría

Colección dirigida por Daniel Link y Diego Bentivegna

Rector Emérito

Aníbal Y. Jozami

Rector

Martín Kaufmann

Vicerrectora

Diana B.Wechsler

Secretario General

Dr. Horacio Russo

Secretario Académico

Ing. Agr. Carlos Mundt

Secretario de Investigación y Desarrollo

Dr. Pablo Miguel Jacovkis

Secretario de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil

Dr. Gabriel Asprella

Director editorial

Alejandro Archain

Editora

María Inés Linares

Corrección

Licia López de Casenave

Directora de diseño editorial y gráfico

Marina Rainis

Edición digital

Valeria Torres

Índice

Prefacio: Falso movimiento

El camino hacia Roma

Hermenéutica y cuantificación

1. Frases preposicionales

2. Type token ratio

3. “Un imaginario centro conceptual”

4. Dialéctica de la normalidad

5. Día y noche

Excepciones, normas, casos límite, Carlo Ginzburg

1. Singularidad

2. Normas

3. Casos límite

4. Una pasión por la anomalía

Simulaciones, formas, historias

1. Realidades alternativas

2. Parámetros

3. Redes

4. “La mayor o menor distancia”

5. “Todas las formas que es posible imaginar”

Ver y no ver

Sobre la visualización de los datos en las disciplinas humanísticas (con Oleg Sobchuk)

1. La forma del tiempo

2. Trend

3. Escalera de la Razón

4. “Interacciones de elementos estructurales”

5. Tiempo sin historia

6. Morfología histórica

Ensayos mencionados en el texto, ordenados según su año de publicación

Lo cuantitativo como promesa y como fenómeno

1. Great Expectations

2. Zukunftsphilologie

3. Illusions perdues

Sobre el autor

Prefacio: Falso movimiento

Falso movimiento, una película de Wim Wenders de 1975, con guion de Peter Handke, inspirada en el Meister de Goethe. Wilhelm, aspirante a escritor, deja la pequeña ciudad de Glückstadt por Bonn, que era por entonces la capital de la República Federal Alemana. Después interviene el azar; desde el tren, Wilhelm ve una mujer que lo observa; un hombre y una joven acróbata muda entran en su compartimento y lo siguen hasta el hotel; más tarde, se les reúne la mujer del tren, Therese, y un aspirante a poeta, que los invita a todos a pasar la noche en la casa de su tío. Llegan, pero a la casa equivocada. El propietario los acoge igualmente, pero al día siguiente –mientras los cinco hacen un interminable, inolvidable paseo– se mata. El grupo huye, se instala en el departamento de Therese en Frankfurt; luego, poco a poco, se disgrega, y Wilhelm termina solo, en la cima de la Zugspitze.

No hay duda, hubo un movimiento. Es más, se hizo desde una punta a la otra de Alemania. Pero también es verdadero el adjetivo y la disonancia que este implica. En las palabras de Wilhelm, con las que la película termina: “Tenía la impresión de haber perdido algo, y de seguir perdiendo algo, en cada nuevo movimiento”.

*

Hace veinte años, trabajando en La literatura vista desde lejos, me planteé una suerte de apuesta: sobre la base de investigaciones empíricas todavía en estado inicial, arriesgué la hipótesis de que la estadística, la geografía y la teoría de la evolución –los “modelos abstractos” mencionados en el subtítulo de la edición inglesa–[1] habrían podido transformar desde sus fundamentos la historia de la literatura. A lo largo de unos diez años, a ese breve libro le siguieron dos recopilaciones de investigaciones individuales y grupales; paralelamente, otros estudiosos contribuían, cada uno a su modo, a desarrollar el nuevo campo de investigación. De hipótesis inicial, el estudio cuantitativo de la literatura se había vuelto realidad. Pero los modelos abstractos habían desaparecido, y la historia de la literatura no había cambiado demasiado.

Falso movimiento. Se había partido, y luego, como en cualquier road movie que se respete, la meta fue perdiendo importancia progresivamente respecto a aquello que se dejaba entrever a los costados del camino. Ahora es tiempo de mirar hacia atrás e intentar un balance del camino recorrido, para entender si –en las razones que habían conducido el giro cuantitativo– había algo importante que hemos perdido. No se trata de tener nostalgia, y menos aún de lanzar recriminaciones. Se trata de entender.

*

En los siguientes ensayos, la distinción entre la fase inicial y la situación actual asume, a veces, la forma de una contraposición entre el “estudio cuantitativo de la literatura” y las digital humanities. Inútil decir que entre los dos existe una amplia zona en común. Pero hay también una diferencia importante. Las digital humanities han llevado el lado estadístico del trabajo a un nivel de competencia profesional que va mucho más allá de lo que se sabía hacer incluso hace poco años; entonces, todavía, se conservaba una relación con la teoría literaria del siglo XX que hoy se ha visto interrumpida. Ese trade-off entre las dos caras del trabajo no era inevitable. Pero las cosas se dieron de ese modo. Y quien pagó el costo fue el concepto de forma.

Ahora bien, “forma” no es un concepto entre otros: es lo que caracteriza la esfera estética en tanto trabajo, producción, intervención sobre la realidad. Si se pierde la forma, se pierde la dimensión social de la literatura, y se la reduce a un reflejo inane. Es lo que sucedió justamente con la irrupción de técnicas como el text mining, el topic modelling, el content analysis, el sentiment analysis y otras: todos instrumentos de trabajo que, en vez de desafiar las categorías formales, sencillamente se olvidaron de ellas.[2] Y las formas, a su vez, se olvidaron de nosotros.

*

Data-driven: pocas cosas caracterizan tan correctamente el campo de estudios como esa expresión. Si se la busca en Google Books, no hay nada prácticamente hasta 1980; luego, se la encuentra un poco en todos lados: de la ingeniería a las finanzas, del storytelling al marketing, a la ley, a la urbanística, la publicidad, las oficinas de personal, la instrucción elemental. Data driven quiere decir dos cosas: que una gran cantidad de datos puede actuar como un estímulo potente para la investigación, algo que es verdadero; y que la investigación misma puede ser literalmente guiada por los datos, algo que es falso. Los instrumentos con los que se trabaja sobre los datos dependen siempre de una teoría:[3] si no hay ninguna teoría, los que ocuparán ese espacio son, fatalmente, lugares comunes que flotan en el aire. Y con ellos no se va muy lejos.

Siempre hay necesidad de una teoría. Pero no todas surgieron del mismo modo. Algunas explican más bien la realidad, pero otras no lo hacen. En lo que a mí respecta, desde hace ya mucho tiempo, la principal inspiración me llega desde las ciencias naturales. Al principio, fue sobre todo la teoría de la evolución, que lanzaba una luz nueva sobre cómo pensar los géneros literarios y las transformaciones morfológicas; más tarde, al reflexionar sobre los resultados alcanzados, fueron pasando a primer plano la epistemología y la historia de la ciencia. De este modo, los nombres de Georges Canguilhem y Alexandre Koyré, Ernst Mayr y Thomas Kuhn se encontrarán en estas páginas más a menudo que los de muchos críticos literarios.

En tiempos en que la teoría literaria es vista con antipatía, e incluso con sospecha, proponer como modelo las ciencias naturales puede parecer una provocación. Lo es.

Si estudiamos una máquina –ha escrito un físico del siglo pasado, Jean Baptiste Perrin– no nos limitamos a razonar sobre sus elementos visibles, que incluso, hasta cuando no podamos desmontarla, son los únicos que tienen para nosotros una realidad efectiva. Ciertamente, los observamos como mejor podemos, pero intentaremos también imaginar qué engranajes, qué organismos escondidos pueden explicar los movimientos que estamos observando. Imaginar de tal modo la existencia o las propiedades de objetos que están todavía más allá de nuestro conocimiento, explicar aquello que es complejo y está bien a la vista con aquello que es simple e invisible, esa es la forma de inteligencia intuitiva […] que este libro intenta presentar.[4]

Explicar lo que es complejo y está a la visa a través de lo que es simple e invisible. Es un buen lema para el trabajo que sigue.

*

No es que las cosas simples sean siempre tan simples. Tres ensayos recientes incluidos en este libro –“Simulaciones, formas, historias”, “El camino hacia Roma” y “Excepciones, normas, casos límites, Carlo Ginzburg”– van en una misma dirección: la imposibilidad de poner en el eje dos dimensiones que son, ambas, esenciales para el conocimiento literario: morfología e historia en “Simulaciones”; análisis cuantitativo y hermenéutica en “El camino hacia Roma”; estudio de las normas y estudio de las anomalías en “Excepciones”.

Que quede en claro: estas conclusiones, en cada uno de los casos, me tomaron por sorpresa. No se trataba de un experimento repetido sobre terrenos diferentes con el fin de verificar una hipótesis, sino de trabajos completamente independientes unos de otros, cuyas similitudes surgieron solo en el momento de escribir este prefacio. Por una parte, fue como encontrarse frente a una versión muy elemental de aquello que Heisenberg llamó “principio de indeterminación”. Lo que no significa que haya indeterminación en todo aquello que intentamos analizar, pero sí que, cuando buscamos retener juntos dos aspectos que son, ambos, esenciales –y que en general son vistos en conexión, como la historia y la morfología–, la cosa no se sostiene. Al determinar uno de ellos, el otro se nos escapa. Y viceversa.

Si esto es verdad, entonces tenemos que intentar ser al mismo tiempo cautos y audaces. Cautos, porque al razonar sobre cuestiones fundamentales es fácil deslizarse desde lo que es hacia lo que debería ser: un error que hay que evitar manteniéndonos unidos a lo que hemos establecido efectiva, empíricamente. Podrá parecer ocioso recordar un principio tan elemental, especialmente en temas de estudio cuantitativos. Pero en el ensayo “Ver y no ver”, escrito junto con Oleg Sobchuk, sugiero que ocioso precisamente no es.

Y luego, audacia. Porque si la indeterminación será luego confirmada, entonces para el trabajo teórico se abre una estación feliz, en la que cada nueva investigación se transformará en “a fine subject for betting”, una gran y hermosa apuesta, como escribe George Eliot –irónica y melancólica como solo ella sabía serlo– a propósito del joven científico de Middlemarch. Y esta vez no estaría mal ganar la apuesta.

Estos ensayos han sido presentados en los últimos dos años en lugares diferentes: el Wissenschaftskolleg de Berlín, la Biblioteca Real de Copenhague, la École normale supérieure de París, la Fundación Malatesta de Santarcangelo de Romaña, el IULM, el congreso “Forms, History, Narration, Big Data” del Centro de Estudios de Artes de la Modernidad de Turín, el congreso de Compalit de Siena. A todos quienes los han discutido les estoy profundamente agradecido.

Aunque las páginas que siguen han sido revisadas, en ocasiones incluso de manera profunda, para la edición de este volumen, algunos ensayos fueron publicados en una versión preliminar en otros lugares: “El camino hacia Roma” apareció en Critica sperimentale. Franco Moretti e la letteratura, curado por Francesco de Cristofaro y Stefano Ercolino, Roma, Carocci, 2021; “Ver y no ver”, en Ácoma, Nº 18, primavera-enero de 2020; “Simulaciones, formas, historia”, en AA.VV., Le costanti e le varianti, Actas del Congreso Compalit 2019, Roma, Del Vecchio, 2021; “Lo cuantitativo como promesa y como problema”, en Intersezioni, Nº 3, 2021.

[1]La letteratura vista da lontano, Turín, Einaudi, 2005; ed. ingl.: Graphs, Maps, Trees. Abstract Models for Literary History, Nueva York, Verso, 2005. [Hay trad. cast.: La literatura vista desde lejos, Barcelona, Marbot, 2007, trad. de Marta Pino Moreno.]

[2] Un artículo reciente (Ted Underwood y Richard Jean So, “Can We Map Culture?”, en Journal of Cultural Analytics, June 2021) discute, por ejemplo, de modo admirable los pro y los contra de la “Kullbach-Leibler divergence”, de la “cosine distance” y de los “predictive models” para el análisis de la cultura; pero en la base de todo permanece, indiscutido, el topic modeling, que es completamente extraño a toda noción formal (y que tiene muchos otros problemas, de ninguna manera secundarios).

[3] Un ejemplo pirotécnico de la concatenación conceptos-instrumentos-datos es el artículo de Bruno Latour, “The ‘Pédofil’ of Boa Vista. A Photo-Philosophical Montage”, en Common Knowledge, 1995.

[4] Jean Baptiste Perrin, Les Atomes (1913), París, Flammarion, 2014, pp. 24-25.

El camino hacia Roma

Hermenéutica y cuantificación

¿Qué relación hay entre el nuevo estudio cuantitativo de la literatura y la precedente tradición hermenéutico-interpretativa? En general, se ha respondido a esta pregunta de dos maneras diametralmente opuestas: para el sector interpretativo, la idea es que las dos cosas son incompatibles entre sí, y que las investigaciones cuantitativas carecen de valor crítico; para estas últimas, en cambio, los dos métodos son perfectamente compatibles, es más, son complementarios. Aquí propongo una tercera posibilidad, que emergerá lentamente en el contraste entre el modo de trabajar de las dos estrategias de investigación. El modo de trabajar, literalmente: en la convicción de que, como he escrito junto con Oleg Sobchuk, lapráctica –aquello que aprendemos a hacer haciéndolo, desarrollando lentamente un hábito profesional tácito, y normalmente del todo inconsciente, que encontramos completamente “natural”, tiene fortísimas implicancias teóricas, que a veces contradicen incluso las declaraciones teóricas explícitas.[1] En este artículo, “práctica” se refería a la típica visualización de los datos de las digital humanities; aquí, indica las cadenas de decisiones que diferencian las dos estrategias de investigación. Pero el fin es el mismo: comprender aquello que una metodología concretamente hace, y no aquello que dice que quiere hacer.

Hay, sin embargo, una complicación: tanto la aproximación cuantitativa como (más aun) la hermenéutica consisten en realidad de muchas aproximaciones diferentes, a menudo ferozmente en lucha entre sí –una interpretación de tipo lacaniano no tiene nada en común con otra historicista, o eco-crítica, para dar dos ejemplos–; con el fin de limitar el número de las variables en juego me limitaré a dos trabajos de los que formé parte personalmente. Es una decisión discutible (y opuesta a la de “Ver y no ver”, donde se discuten sesenta o más artículos de un centenar de autores diferentes); pero la adopto por dos razones que me parecen, ambas, muy importantes: porque mucho de lo que sigue será crítico y prefiero criticarme a mí mismo y no a los otros; y porque, en los últimos veinte años, a menudo he quedado pasmado por la diferencia en los resultados a los que llegaba según el método elegido. En cierta medida, los resultados debían ser diferentes, naturalmente (es por ello que se usa más de un método); pero había algo de inquietante en esta divergencia con mi propio trabajo. Tal vez es solo una incoherencia personal; tal vez el indicio de algo más amplio, con una consistencia objetiva propia.

1. Frases preposicionales

Comienzo con la hermenéutica. Nick Adams, el protagonista de “Gran río de dos corazones” de Hemingway (1926), se está preparando para ir a pescar:

Nick lo prese dal libretto degli ami, stando seduto con la canna sulle ginocchia. Tirando la lenza provò il nodo e l’elasticità della canna. Era una sensazione piacevole. Nick badò a non farsi tagliare il dito dall’amo.

Si avviò lungo il fiume con la canna in mano e la bottiglia di cavallette appesa al collo con una cinghia legata con una serie di nodi intorno al collo della bottiglia. Il guadino era appeso con un gancio alla cintura. Sopra la spalla aveva un lungo sacco da farina legato agli angoli con una funicella che gli passava sopra la spalla. Il sacco gli batteva sulle gambe.

Nick si sentiva goffo, ma felice, per la sua professionalità, con addosso tutto quell’armamentario. La bottiglia delle cavallette gli dondolava sul petto. Il pranzo e il libretto degli ami gli gonfiavano le tasche della camicia.[2]

Antes que nada, ¿existe aquí realmente necesidad de una interpretación? No, si interpretar significa disipar la “oscuridad” de un texto: aquí todo se entiende. Pero… ¿realmente se entiende todo? Pensar “que la comprensión sea el estado normal de las cosas”, ha escrito el fundador de la hermenéutica moderna, es típico de la forma “menos rigurosa” de la interpretación; para la versión rigurosa, en cambio, es “la incomprensión [la que constituye] el estado normal de las cosas, y el acto de comprender debe por lo tanto ser querido y buscado en cada punto”.[3]

Querido en cada punto… Empecemos entonces por aquí: estas pocas líneas contienen veinticinco frases preposicionales (aquellas introducidas por una preposición: desde el librito, con la caña, etc.).[4] Veinticinco, en un fragmento de 149 palabras: muchísimas. ¿Por qué tantas? Porque hacen algo que es esencial para el sentido del relato: ligan entre sí todo tipo de elementos diferentes –“la botella con soportes colgada del cuello con una cinta atada con una serie de nudos alrededor del cuello de la botella”– en un único complejo. Un cuchillito suizo: un mundo comprimido y perfectamente organizado; “profesionalidad”; objetividad. Un mundo de cosas:

Con l’accetta staccò da un ceppo una scheggia di pino chiaro e la spaccò per fare i picchetti per la tenda. Li voleva lunghi e robusti perché tenessero bene nel terreno. […] Tirò bene la tela e conficcò profondamente i picchetti, piantandoli nel terreno con la testa dell’accetta finché gli anelli di corda non furono interrati e la tela tesa come un tamburo.[5]

Un mundo de cosas, pero no únicamente. Nick quiebra el pedazo de madera “para hacer las estacas” [“per fare i picchetti”]; quiere que sean robustos “para que se sujetaran bien” [“perché tenessero bene”], y los clava “hasta que las presillas estuvieron enterradas” [“finché gli anelli di corda non furono interrati”]. Todo está calculado: todo está hecho para hacer a su vez otra cosa. Know how