Fermina Gómez y la casa olvidada de Olokun - Armando Ferrer Castro - E-Book

Fermina Gómez y la casa olvidada de Olokun E-Book

Armando Ferrer Castro

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Beschreibung

Un libro de extraordinario contenido testimonial en cuyas líneas se entrelazan la sabiduría y los mitos de los ancestros africanos que pertenecieron a los cabildos de nación y donde se aquilata su presencia actual como institución viva. Tales son los casos de los pertenecientes al cabildo egbado, estudiados con sumo interés por la etimología y etnografía cubanas. La presencia de los tambores egbado y de los atributos y ceremonias para Olokun son parte esencial de las vivencias que narran los entrevistados y estudiosos como dignos herederos de Fermina Gómez iyalosha mística de Matanzas

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Seitenzahl: 101

Veröffentlichungsjahr: 2022

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Edición y corrección:Bertha Hernández López.

Diseño interior, de cubierta

y emplane: Yadyra Rodríguez Gómez.

Primera edición:Ediciones Cubanas, 2012.

©Armando Ferrer Castro y Mayda Acosta Alegre,2015.

© Sobre la presente Edición: Ediciones Cubanas Artex, 2015.

ISBN: 9789597230397

Sin la autorización de la Editorial

queda prohibido todo tipo de reproducción

o distribución del contenido.

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Telef (53-7) 204-5492, 204-3585, 204-4132.

Dedicamos este libro a nuestros ancestros africanos, traídos en contra de su voluntad hasta tierras de América y de otros continentes, brutalmente arrancados de su natal África, familias, costumbres y religiones. A los españoles, mestizos y criollos que se unieron a ellos en desacuerdo total con la esclavitud, para juntos lograr lo que ahora tenemos, nuestra cultura, de raíces mezcladas que han entretejido la belleza y el valor de la identidad cubana.

Dedicamos este libro a nuestros ancestros africanos, traídos en contra de su voluntad hasta tierras de América y de otros continentes, brutalmente arrancados de su natal África, familias, costumbres y religiones. A los españoles, mestizos y criollos que se unieron a ellos en desacuerdo total con la esclavitud, para juntos lograr lo que ahora tenemos, nuestra cultura, de raíces mezcladas que han entretejido la belleza y el valor de la identidad cubana.

Al pueblo de Matanzas, en especial al babalosha matancero Alfredo Calvo (Oba Tolá), por su fidelidad y perseverancia en la vida religiosa, a El Chino, por cuidadosa custodia a la casa de la desaparecida iyalosha Fermina Gómez (Oshabí), para mantener viva una tradición, y a todos los que han hecho que la herencia cultural perdure, sea conocida y transmitida por diferentes vías a las nuevas generaciones y al mundo.

Agradecemos la colaboración del investigador Andrés Rodríguez Reyes, a todos los compañeros del museo de la Ruta del Esclavo en Cuba ubicado en el castillo de San Severino, al investigador Rogelio Martínez Furé, al doctor Tomás Toledo, a la amiga Marisela Sánchez, a la iyalosha matancera Bertha por sus sabios consejos y a la gran amiga Sinikka Tarvainen Kahl, que desde España nos envió datos importantes.

A Nilda Alegre (madre de la autora), por su incondicional apoyo y a Marcos Antonio Fragas Acosta (hijo de la autora), por su importante ayuda en el diseño del mapa de la bahía de Matanzas con la ruta del sacrificio.

Introducción1

1Los cabildos afrocubanos en Matanzas: Israel Moliner Castañeda.

La provincia de Matanzas, ubicada al este de La Habana, es un lugar privilegiado por la naturaleza. Entre sus bondades notables se pueden destacar: el valle de Yumurí, la playa de Varadero, las cuevas de Bellamar, la Ciénaga de Zapata y la bahía de Matanzas, lugar muy relacionado con todo lo que vamos a narrar en esta libro.

La provincia y su capital homónima, han sido también destacadas en la cultura cubana. Cuna de importantes poetas, músicos, hombres de letras y científicos, razón por la cual a la ciudad se le conoce como La Atenas de Cuba.

Esta zona del país que comienza en la denominada llanura roja Habana-Matanzas, fue unos de los lugares donde más se desarrolló en los siglos xviii y xixla plantación azucarera, la que requirió gran cantidad de mano de obra esclava.De ahí que Matanzas se convirtiera en un complicado mosaico de culturas africanas que han vivido durante más de dos siglos, las unas junto a las otras, aunque sus lugares de procedencia en África estén a miles de kilómetros de distancia entre sí.

Lo anterior fue la causa que proliferaran en ese territorio, los llamados cabildos de nación, asociaciones de esclavos africanos formadas con fines benéficos desde finales del sigloxvien Cuba y cuyo antecedente inmediato se encuentra en instituciones similares, mucho más antiguas, en Sevilla, España. A los cabildos podían pertenecer también los africanos libres. El historiador matancero Israel Moliner Castañeda, ha identificado un total de treinta y cuatro cabildos en la provincia2. Con la desaparición de la esclavitud en 1886 y la constitución de la República neocolonial en 1902,la función de los cabildos desapareció y muchos se transformaron en centros religiosos de la santería y de otros cultos de antecedentes africanos.

2Todas las notas son del autor, salvo señalamiento.(N. del E.)

Muchos miembros de los cabildos de la región se involucraron, de alguna forma, con las acciones de rebeldía durante la etapa colonial. En noviembre del año 1843 la resistencia de los esclavos se convirtió en un alzamiento que alcanzó la zona. La rebelión fue cruelmente reprimida por las autoridades coloniales españolas. Aunque nunca se ha sabido con certeza si aquellas sublevaciones respondían a un plan único y organizado, los represores las apreciaron como el resultado de una conspiración única, y en enero de 1844, el año que nació Fermina Gómez en Matanzas, se inició la conspiración de La Escalera, la cual recibió ese nombre por la forma inhumana en que torturaron a los supuestamente involucrados, amarrándolos a una escalera para darles de latigazos hasta que fallecieran3.

3«Según las sentencias dictadas por la comisión militar de Matanzas, fueron involucradas 3076 personas, de estas el 71,09% eran negros y mulatos libres, el 25,45% esclavos y solo el 31,12% blancos. De los esclavos, únicamente el 10,5% procedía de las plantaciones». Ver: Eduardo Torres - Cuevas y Oscar Loyola Vega: Historia de Cuba 1492-1898. Formación y liberación de la nación, p. 187. (N. del E.)

El 22 de octubre de 1895, Máximo Gómez y Antonio Maceo acordaron iniciar la invasión hacia Occidente, muchos esclavos de la provincia de Matanzas se sumaron a su paso por esa región a las filas del ejército mambí.

Uno de los escenarios de nuestra investigación es justamente el barrio Simpson, lugar en el que Miguel Faílde compuso en 1878 el primer danzón de nuestra historia,Las alturas de Simpson, precisamente el año en que concluyó la primera de las guerras cubanas por independizarnos de España, conocida como la Guerra de los Diez Años. En esta localidad y en el barrio de La Marina, debido a la gran concentración de descendientes africanos, fue donde se desarrollaron la mayor parte de los cabildos, de los cuales algunos todavía se conservan.

El objetivo de este libro es destacar la presencia actual de un cabildo de nación: el cabildo egbadó, donde se atesoran piezas de incalculable valor para la etnología y etnografía cubanas; se trata de una institución viva a pesar del deterioro de su inmueble. Hemos querido indagar sobre algunas cuestiones folklóricas y etnográficas que hasta el presente han sido poco tratadas y divulgadas oralmente, como las ceremonias al orisha Olokun que fue traído desde África por el grupo yorubá egbadó.

Cuando, por curiosidad llegamos a la casa sita en Salamanca núm. 104, sabíamos que allí se conservaban los tambores egbadó y también que estos habían sido fotografiados por un investigador afro-norteamericano4.Pero allí nos enteramos de muchas más cosas y poco a poco fuimos separando la leyenda de la realidad, para poderle ofrecer nuestro modesto aporte al pueblo de Matanzas y, por supuesto, a los lectores de Cuba yde otros países.

4John Mason:Olokun:Owner of Rivers and Seas.

La importancia de Matanzas para los estudios etnográficos y socioculturales en Cuba aún no ha sido explotada en su totalidad. Contactar con aquellas personas que todavía conservan de los portadores iniciales recuerdos vivos de las culturas africanas traídas a nuestro suelo es una labor urgente, como lo es conservar y reconstruir sitios como locales de los cabildos de nación, antes de que con ellos se pierda el patrimonio cultural africano y toda la riqueza que esto representa.

La casa olvidada de Olokun

El agua primordial. El agua de los océanos que cubre las tres cuartas partes de nuestro planeta. El agua que ocupa las cuatro quintas partes de los cuerpos humano. El agua en la que vivimos nueve meses antes de nacer. El agua hecha de oxígeno e hi- drógeno. El agua madre, de donde nació la vida toda. El agua indispensable para la conservación de las especies. Esa es Yemayá, adorada en varios continentes. La que viste de azul y es madre amantísima, madre universal.

Yemayá o Yemaya, la madre de los peces, con ese nombre los yorubá que fueron esclavizados y traídos a América, nos dieron a conocer uno de sus ancestrales orisha. En Nigeria Yemayá es un río, pero al trasladarse su culto a otras latitudes geográficas se le identificó con el mar.

Sus mitos, cargados de poesía, son diversos y variados, pues dependen del avatar o el camino con que se trate. El mar tiene características muy peculiares. Hay en él mareas bajas y altas, corrientes con temperaturas diversas. Es un espacio en el que se originan tormentas y ciclones, que posee remolinos, en sus fondos hay montañas y volcanes, riquezas minerales, ciudades sumergidas, barcos hundidos con innumerables tesoros. El mar es además un lugar donde florece la vida vegetal y animal.En su superficie sobreviven aves y es también utilizado por el hombre para la navegación. De acuerdo con estas peculiaridades se identifican los caminos de la orisha de las aguas.

Para algunos, los caminos, avatares o advocaciones de Yemayá son siete, otros sostienen que son veintiuno. Entre los más importantes se encuentran: Awoyó, la poseedora de todo el dinero de los fondos oceánicos; Asesú, dueña de la espuma de las orillas, la que ama a los cisnes, una de las hijas preferidas de Olokun y que también se localiza en caños y letrinas; Oro, la que dirige a los que han muerto en el mar; Ashabá, la dueña del ancla y la cadena de hierro; Okuté, la que fue mujer de Oggún y usa una cadena de cobre con las herramientas que este le regaló; Mayalewo, que vive en el medio de los océanos, en el lugar donde se cruzan siete corrientes; Aganá, mujer furiosa a la que se le atribuye el hundimiento de ciudades enteras y que estuvo casada con Orisha Oko; Ataramawá, la que cubre con la vegetación marina los tesoros sumergidos; Ibú Gunlé, la que vive en los sedimentos de las orillas marinas; Ibú Thimbu, el remolino; Ibú Konlá, la que diseña navíos; Ibú Iña, la dueña del fuego y los volcanes marinos; Ibú Ayipo, la de senos grandes que vive en las arenas de los ríos; Oggún Asomí, la superficie del mar; Yamasé, la madre de Shangó e Ibú Odo, la dueña del añil.

Algunos mitopoemas sostienen que Yemayá es la misma Yemú, madre de todos los orishas y esposa de Olofi. Pero como quiera que sea, todos los religiosos afirman que Yemayá es una de las más importantes orishas en el panteón yorubá. En Cuba se ha hecho una identificación muy fuerte entre Yemayá y la virgen de Regla. El origen de la virgen de Regla se remonta a los primeros siglos de nuestra era, cuando el cristianismo se extendió por la costa norte de África. Agustín, el obispo de Hipona, también conocido como El Africano, que vivió entre los años 350 y 436, tuvo la revelación de que debía hacer una imagen de la virgen María en cedro, para que su color fuera semejante al de los habitantes del lugar en el cual él había nacido. El obispo, que sería canonizado y considerado como uno de los cuatro padres de la Iglesia, mandó construir esa imagen sobre la cual se tejerían, posteriormente, múltiples leyendas. Cuentan que en el año 453, uno de los seguidores de las enseñanzas del santo llamado Cipriano, huyendo de la invasión de los vándalos embarcó hacia España con la imagen de la virgen y que en el camino por el mar, tuvo que enfrentar una tormenta de la cual salió milagrosamente ileso, lo que se le atribuyó a la virgen, razón por la que se le conocería como la patrona de los marineros. En el convento de seguidores de San Agustín, en la ciudad de Chipiona, a la imagen se le puso en las manos un manuscrito con las reglas de la orden y su nombre se convirtió en virgen de la Regla o virgen de Regla.

En el antiguo poblado indio de Guaicanamar, que se ubicó en una de las márgenes de la bahía de La Habana, desde 1687 se adoraba a la virgen de Regla