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Este libro es una recopilación de momentos históricos en Artemisa, la villa roja de vueltabajo. Las diferentes etapas de la Revolución, desde el propio 1959 y antes, con la evolución de la región. Homenaje al comandante en Jefe Fidel Castro
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Seitenzahl: 133
Veröffentlichungsjahr: 2022
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Editor digital: Luis Amaury Rodríguez Ramírez
Adriana Fernández Sánchez
Edición y Diagramación: Luis Amaury Rodríguez Ramírez
Ilustración de Cubierta: Daussel Valdés
Diseño de Cubierta: Michel G.M.G
Corrección: Osmany Echevarría Velazquez
© José Antonio Villar Valdés y Daniel Suárez Rodríguez, 2017
© Sobre la presente edición:
Ediciones Loynaz, 2016
ISBN 9789592194830
ISBN_2 9789592196964
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Ediciones Loynaz
Calle Maceo no. 211, esq. a Alameda; Pinar del Río, Cuba.
E-mail: [email protected]
ePub r1.2
FIDEL
EN LA VILLA ROJA DE VUELTABAJO
José Antonio Villar Valdés (Artemisa, 1966). Licenciado en Historia y Marxismo, Master en Ciencias de la Educación, Ha publicado varios artículos en revistas nacionales e internacionales y en el libro, Colectivo de Autores. Dos Titanes en la Historia y la Cultura Cubana, ediciones Santiago, Santiago de Cuba, 2016; ha participado en múltiples eventos nacionales e internacionales, pertenece al ejecutivo de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba y la Sociedad Cultural José Martí.
Daniel Suárez Rodríguez (Artemisa, 1968). Licenciado en Educación, Presidente de la filial de la Unión de Historiadores de Cuba en la provincia de Artemisa. Ha dado a conocer más de 20 artículos sobre temas de la historiografía local y nacional en revistas especializadas nacionales e internacionales. Ha publicado los siguientes libros: en Colectivo de Autores, Frank en la Memoria, Editorial Historia, La Habana, 2012; Cuba y España Migratorios e impronta perdurable (Siglo XIXy XX), Editorial Dykinson, Madrid, España y en Dos Titanes en la Historia y la Cultura Cubanas, ediciones Santiago, Santiago de Cuba, 2016. Como autor, Un cubano en Normandía, Editorial Unicornio, Artemisa, 2014. Miembro del Consejo de las Ciencias Sociales de Artemisa y de la Cátedra de Pensamiento Cubano “José Martí” del Instituto de Filosofía y de la Sociedad Cultural José Martí. Ha participado en más de 50 de eventos nacionales e internacionales, actual director de la Biblioteca Provincial “Ciro Redondo García” de Artemisa.
En el 2016 con motivo de los 90 años del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el director de la Editorial Loynaz, Luis Enrique Rodríguez Ortega, convocó a los historiadores de la porción más occidental de Cuba a escribir la historia de la presencia del Comandante en Jefe en la región histórica de Vueltabajo. Así vio la luz el libro Fidel en Vueltabajo, que fue premiado por la Universidad Hermanos Saíz, como mejor libro científico 2016, de la provincia de Pinar del Río.
El mismo día en tuvo lugar la presentación de dicho título en el portal del teatro Milanés, al mediodía se trasladaron un grupo de escritores a la hermana ciudad de Artemisa y a las 3.00 pm se presentó, en los altos de la librería Ciro Redondo, ante un auditorio que llenó la sala azul de ese recinto, lamentablemente los ejemplares que se llevaron fueron escasos para el público presente que rebasó cualquier estimación previa.
Durante esas horas se acercó el historiador de la provincia artemiseña, Daniel Suárez Rodríguez y comentó que ellos también habían escrito un libro sobre la presencia de Fidel en la Villa Roja de Vueltabajo, cuyos autores eran él y José Antonio Villar Valdés, al momento, el director de la editorial Loynaz, entusiasmado lo recogió y le dijo a Daniel: “no te preocupes, lo publicaremos”. Hoy se ha cumplido esa promesa, lejos estaban los presentes de pensar que apenas 3 meses después, Fidel fallecería y la tristeza invadiría al pueblo cubano.
Este es un libro necesario para el presente y futuras generaciones, porque la vida y la obra del Comandante no puede morir, su ejemplo y grandeza será recordada por siempre en la historia, no solo de Cuba, sino por todos los hombres buenos de la tierra.
Texto lleno de ternura y reconocimiento a la labor del legendario combatiente y al de sus jóvenes compañeros de lucha, que le siguieron por los tortuosos caminos de la libertad de Cuba. Como reconoció el líder máximo de la revolución, ningún artemiseño lo traicionó jamás.
Él vivió orgulloso siempre de no haberse equivocado cuando seleccionó, entre cientos de combatientes, a una buena parte de esos hijos de la tierras rojas de occidente, quienes representaron dignamente a la Generación que tanto aportó a la Patria y no dejó morir al Apóstol, en el año de su centenario.
Por ello, ha sido muy acertada la iniciativa de ambos historiadores, al recoger la huella que Fidel ha dejado a su paso por Artemisa, porque este territorio junto con Guanajay, son la puerta de la Vueltabajo, lo que demuestra que una vez más la región histórica vive y está unida, como dijera Fidel Castro el 20 de febrero de 1990 en la Asamblea Nacional del Poder Popular: […] La unidad del pueblo, ¡eso es lo más sagrado y el arma número uno de la Revolución!
Pedro Luis Hernández Pérez
Pinar del Río, noviembre 2017
Me falta tiempo y papel para pintar las perspectivas ensoñadoras que a cada momento se presentan a mí vista […], no sería más primoroso el paraíso terrenal. Cada vez doy más gracias a Dios por sus bondades, y me alegro más de haberme trasladado a un clima tan suave y a una tierra tan llena de novedades para mí.[1]
Así describe el Reverendo Abiel Abbot la tierra artemiseña cuando en 1828 llegó a la Isla de Cuba para restablecer su salud, y no fue una novedad, muchos de los viajeros que visitaron Cuba, se vincularon de alguna forma con la que Abbot bautizó “vasto jardín de la Isla”.[2] Espacio visitado por significativas personalidades y figuras de la cultura en general, quienes de forma lírica o en prosa, acogieron con amor los encantos de la geografía artemiseña.
A San Marcos[3] acudieron personas de toda la Isla y no pasó extranjero por Cuba que no dejara escrito en diarios y trabajos publicados, admiración y sorpresa por lo natural y lo social, porque famosas fueron las festividades y célebres más de un centenar de cafetales que ocupaban llanuras y montañas colindantes, con especial destaque para el cafetal Angerona, considerado el segundo más importante de Cuba en su época.
Cirilo Villaverde, el brigadier Fernando Cacho, el famoso médico John George F. Wuderman, Julia Pérez Montes de Oca, Desiderio Herrera, así como José de la Luz y Caballero se destacan entre algunas de las más trascendentales personalidades del patio o visitantes foráneos que tuvieron a bien prestigiar la naturaleza, las viviendas, los cafetales o la sociedad de este maravilloso paraje del occidente cubano.
La presencia del Generalísimo Máximo Gómez y del lugarteniente general Antonio Maceo muy cerca de la comarca, y la participación heroica de esta región en las gestas libertadoras, así como la historia durante los años finales del período colonial, y el inicio de la República, engalanaron con pinceladas épicas el territorio, momento decisivo para la futura vida republicana.
La impronta de figuras como Francisco Robainas Arquimbau, Magdalena Peñarredonda, el padre Guillermo González Arocha y Manuel Isidro Méndez, artemiseños todos por adopción, engrandecieron y prepararon el camino para que en tiempos nuevos, otras personalidades admiraran el primor y singularidad de la “Villa Roja”, constituyéndose todos, promotores en favor de su adelanto político social, intelectual y cultural.
La condesa de Merlín, Alfonso Hernández Catá también tuvieron oportunidad de amar, dar prestigio y extasiarse en el otrora “Jardín de Cuba”, que en su devenir histórico creció, y se convirtió en el centro de labor promocional de Fernando G. Campoamor y el grupo “proa”, movimiento intelectual y cultural inspirado en los postulados del Grupo Minorista liderado por Rubén Martínez Villena, que surge en 1933, en la ciudad de Artemisa, por iniciativa de Fernando González Campoamor. Su objetivo fue promover los mejores valores políticos e intelectuales de la juventud del occidente cubano.
El accionar de Campoamor atrajo a no pocas figuras de la cultura cubana y universal, creó lazos fuertes de amistad que permitieron extenderle a los más disímiles personajes de la época, una sencilla invitación para visitar Artemisa, difundiéndose el grupo “Proa” en el contexto nacional y en el mundo, como alternativa cultural novedosa en una etapa compleja, signada por los vaivenes económicos y políticos que experimentaba el país.
La revista “proa”, fundada por Campoamor logró conquistar un lugar en las letras cubanas, al ser reconocida como publicación en la que dejaron su impronta las mejores plumas de América. Su proyección latinoamericanista y compromiso sociopolítico la ratificaron como una revista de vanguardia. La labor promocional que desarrolló este periodista en Artemisa estuvo unida al hotel Campoamor, erigido por su padre en 1911 en el corazón del pueblo, justo frente al parque principal, escenario de merecido lugar en la historia de la cultura de Artemisa. Fernando G. Campoamor llegó a reconocerlo como la más calificada casa de la cultura en el historial de los paisanos.
Desde 1911 se hospedaron en él, entre otros: el italiano Adolfo Dollero, famoso escritor; los arqueólogos M. R. Harrington, Cornelius Osgood e Irving Rouse; los botánicos Hermanos León y Alain, Juan Tomás Roig y Julián Acuña; los zoólogos Carlos de la Torre, Mario Sánchez Roig, Stephen Cole Bruner, Patricio Cardín, Carlos G. Aguayo. Fueron huéspedes también los premios Nobel de Literatura: Gabriela Mistral, Miguel Ángel Asturias, Pablo Neruda y Ernest Hemingway. Otros visitantes fueron Eloy Blanco, Carleton Beals, Juan Bosh, Ramón Menéndez Pidal y Rómulo Gallegos, además de Fernando Ortiz, quien al igual que Emilio Roig de Leuchsenring, fueron asiduos visitantes, además de otras personalidades de la cultura nacional.
Artemisa ha sido realmente privilegiada por su naturaleza e historia, pero si se pretendiera marcar una figura y un momento relevante en su historia y su cultura, no se puede pasar por alto a alguien que llegó, no solo para marcar la vida de los artemiseños, sino la de todos los cubanos: Fidel Castro Ruz, quien supo extraer de lo mejor de su pueblo, una juventud noble y virtuosa.
Fidel encontró en Artemisa, jóvenes patriotas y con fuertes motivaciones, además de su clara decisión de unirse con un único propósito: liberar a Cuba de la situación imperante. Su firme respuesta y el grado de rebeldía personal frente al atropello, las influencias del acervo revolucionario del siglo xix, del ideario martiano y maceista, así como los ejemplos de Julio Antonio Mella, de los combatientes de los años del treinta, y de otros héroes y mártires cubanos, empeñados en reivindicar, la honestidad y decoro promovido por Eduardo Chibás.
El repudio a las posiciones quietistas de la dirigencia de partidos tradicionales, y la disposición a combatir la situación existente al precio que fuera necesario, marcaron desde los primeros instantes los valores y tradiciones juveniles artemiseños, rasgos apreciados por Fidel Castro, de ahí la decisión de seleccionar un gran número de aquellos jóvenes que conformarían parte del grupo de combatientes de Moncada.
Artemisa tuvo nuevamente la oportunidad de hacer historia, de ese encuentro tan cercano quedó para siempre un vínculo con Fidel y la Patria, es por ello que adquiere singular relevancia, en el contexto del primer aniversario de su desaparición física, abordar los diferentes momentos en que fue explícito ese vínculo y cómo, aquella juventud, heredera de las más puras tradiciones patrióticas y de lucha del territorio, se unió para siempre con Fidel en la historia y en la gloria.
Los Autores
Artemisa, noviembre 2017
En los últimos años de la década del 30, se cerraba un ciclo revolucionario en Cuba, diversas figuras engrosaron el martirologio de la Patria y nuevas frustraciones caracterizaron la ya carcomida y dependiente República; época signada por una “Nueva Vecindad”, la cual sellaba las relaciones neocoloniales entre Estados Unidos y Cuba, que tras el período de aperturas democráticas. Iniciado en 1937, había redactado su Constitución, y donde las fuerzas progresistas alcanzaban un espacio importante, comenzaba entonces la que muchos han denominado la “segunda República”.
El 10 de octubre de 1940 Fulgencio Batista y Zaldívar inicia su primer mandato como presidente legítimo (única vez que lo fue de forma legal), inaugurando una etapa de gobiernos constitucionales que dejaban atrás la inestabilidad política precedente en el país, entraba en vigor a su vez en esa fecha, la nueva Constitución de la República, que pasó a la historia como La Constitución del 40.
Este gobierno tuvo como fuerte oposición al Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), liderado por la figura de Ramón Grau San Martín, quien fustigó con fuerza a Batista y mantuvo una posición anticomunista. Grau, ocuparía la presidencia de la República al frente de este Partido en 1944.
La llegada al poder de los auténticos estuvo precedida por el entusiasmo popular, porque representaba una esperanza para amplios sectores de la población, dichos gobiernos, defraudaron en sus dos etapas de mandato al pueblo cubano. Carlos Prío Socarras, también auténtico, sucedió en 1948 al presidente Grau, en cuyo período se agravarían considerablemente los males republicanos.
Los incesantes escándalos de corrupción, malversación, el robo del tesoro público, los continuos asesinatos a dirigentes de todo tipo, la inseguridad ciudadana a partir del compromiso gubernamental con los grupos pandilleros, además de la feroz política antiobrera y anticomunista desatada, mellaron la imagen del autenticismo en el seno de los seguidores.
La guerra fría de la cual estas administraciones en Cuba fueron sus más genuinos exponentes, matizó el entorno político social. En todo el proceso de luchas de esta etapa contra los gobiernos auténticos tuvo protagonismo el movimiento estudiantil, que cada vez más se politizó adquiriendo posiciones de carácter progresista, como queda evidenciado en los hechos que se producen durante el año 1945 en el Instituto de Segunda Enseñanza (ISE) de Artemisa, que entonces formaba parte de la provincia de Pinar del Río. En ese contexto, los estudiantes se declaran en huelga, recorren las calles en manifestación contra la corrupción política educacional y toman el local ubicado en Maceo No. 44, entre General Díaz y Martí (hoy Dirección Municipal Educación), siendo reprimidos por la policía y desalojados del instituto, sin que se lograran alcanzar las demandas enarboladas.
La Asociación de Estudiantes de Artemisa, representaba lo mejor del estudiantado del momento, a tono con las realidades locales, por ello convoca, mediante el periódicoEl Vocero Estudiantil, su órgano oficial, en el número del 25 de noviembre de 1947, al pueblo, para que asista a una velada conmemorativa por el fusilamiento de los estudiantes de medicina, en la Sociedad Luz y Caballero del municipio.
Esta rememoración tiene para los artemiseños un significado muy especial, pues en esa oportunidad tendría lugar la que ha pasado a la historia como la primera visita de Fidel Castro a Artemisa, ya que antes en 1943 había estado físicamente por breves minutos en esta ciudad a su paso hacia el campamento de los Jesuitas en San Cristóbal, como campamento base, para luego marchar en busca de ascender al Pan de Guajaibón, muy cerca de en San Juan de Sagua,[4]en el macizo montañoso que comparten los municipio Bahía Honda (Provincia Artemisa) y La Palma (Provincia Pinar del Río).