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¿Crees que invertir es solo para millonarios? ¿Sabías que con tan solo 1 euro puedes empezar a ganar dinero? No necesitas grandes ahorros para empezar a construir tu futuro, mejorar tus ingresos e incluso adelantar tu jubilación. Este libro te enseña el apasionante mundo de las finanzas personales y te ofrece las herramientas precisas para planificar y aumentar tu patrimonio desde hoy mismo. Descubre cómo gestionar tus ingresos y ahorrar de manera inteligente con trucos muy sencillos y al alcance de tu mano. Aprenderás también a entender los productos financieros, negociar condiciones con bancos y aprovechar todas tus oportunidades para crear el efecto bola de nieve perfecto. No importa cuánto dinero tengas, este libro te mostrará cómo dar el primer paso hacia tu libertad financiera. «Ganar mucho dinero en muy poco tiempo y sin apenas correr riesgo. ¿Quién lo va a rechazar? Es la fórmula mágica que cualquier familiar cercano, amigo de toda la vida o compañero de trabajo te habrá transmitido en multitud de ocasiones para engancharte, convenciéndote de que lo han conseguido. Ellos han encontrado la fórmula perfecta, la que nadie conoce; la del rey Midas. Ellos han hallado el santo grial. Pero no te fíes: es solo un señuelo para aparentar que son los mejores gallos del corral. Te relatarán que han escuchado que un conocido les indicó que alguien próximo había logrado que sus finanzas crecieran como la espuma casi sin hacer prácticamente nada».
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Seitenzahl: 219
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Editado por HarperCollins Ibérica, S. A.
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Gana dinero invirtiendo desde 1 euro. Claves para gestionar tus ahorros con éxito
© 2025, José María Camarero Vecino
© 2025, para esta edición HarperCollins Ibérica, S. A.
Todos los derechos están reservados, incluidos los de reproducción total o parcial en cualquier formato o soporte.
Sin limitar los derechos exclusivos del autor y del editor, queda expresamente prohibido cualquier uso no autorizado de esta edición para entrenar a tecnologías de inteligencia artificial (IA) generativa.
Diseño de cubierta: José David Morales - Illustrator
ISBN: 9788419809810
Conversión a ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Portadilla
Créditos
Dedicatoria
1. Evita el cuñadismo
2. Ahorrar no es solo para ricos
3. Domina tus ingresos para que no se te vayan de las manos
4. Gestiona tu dinero como un auténtico banquero
5. Aprende a manejar las deudas: evita la bola de nieve
6. Cómo hacer crecer tu dinero desde mil euros
7. Deja que el piso trabaje por sí solo
8. Ganar dinero pagando impuestos, ¡aleluya!
9. La herencia, la jubilación
¡Conseguido! De pequeño ahorrador a gran inversor
Si te ha gustado este libro…
La imagen sigue en mi retina: mi abuelo Ángel, Pachá, ayudándome todas las tardes, como buenamente podía, con los deberes de Matemáticas para el colegio.
Pero llegó un año, un momento, en el que quien le tenía que enseñar a hacer cuentas era yo a él.
Mientras, mi abuela Isabel observaba en silencio este giro de la vida.
Ambos, sin formación, realizaron un esfuerzo titánico conmigo.
Hoy estarían más que orgullosos, sin saberlo, de cómo su nieto llegaría a explicar a todo el mundo los conceptos básicos de la economía.
Ganar mucho dinero en muy poco tiempo y sin apenas correr riesgo. ¿Quién lo va a rechazar? Es la fórmula mágica que cualquier familiar cercano, amigo de toda la vida o compañero de trabajo te habrá transmitido en multitud de ocasiones para engancharte, convenciéndote de que lo ha conseguido. Ellos han encontrado la fórmula perfecta, la que nadie conoce; la del rey Midas. Ellos han hallado el santo grial. Pero no te fíes: es solo un señuelo para aparentar que son los mejores gallos del corral. Te relatarán que han escuchado que un conocido les indicó que alguien próximo había logrado que sus finanzas crecieran como la espuma casi sin hacer prácticamente nada.
Seamos claros desde el primer minuto. Si todo el mundo te dice que le cuentan que le han transmitido que han ganado mucho dinero por este camino, posiblemente la mejor opción que debamos tomar ante ese contexto es la de activar la máxima alerta. Haz lo contrario a lo que te aconsejan estos gurús tan cercanos. Recorre una vía distinta. O al menos pregúntate si es correcta esa opción de la que te están hablando. Es más que necesario partir de esta base económica —clara, transparente y simple— para evitar una auténtica burbuja financiera a la que podemos llevar todo nuestro dinero, dejándonos arrastrar por expectativas que no se van a cumplir. Aléjate de recomendaciones que te pueden llegar en tu día a día y que son, aunque sea sin quererlo, verdaderos dardos envenenados de nuestros «cuñados».
CONSEJO
Ninguno de los gurús que tienes cerca de ti puede aconsejarte sobre cómo moverte con tu dinero. Solo tú conoces tus posibilidades. Y ellos solo te recomendarán lo que les ha venido bien, sin saber realmente si es verdad o mentira lo que te están diciendo. Hay demasiados expertos para tan pocas posibilidades de éxito.
El cuñadismo financiero es el peor de los males que cualquier ahorrador puede tener entre sus manos para acometer una buena decisión con sus finanzas. Hay que desterrarlo. Aunque realmente y socialmente sea difícil. Porque esa opinión fácil, útil y simple aterriza en los ambientes más distendidos de la vida, cuando menos nos lo esperamos: en una cena, en un encuentro festivo, después de horas de trabajo… Y para colmo ahora también nos invade a través de internet.
El algoritmo de las redes sociales —esa máquina que sabe captar nuestros gustos e intereses, aunque no lo creamos ni queramos— llega a bombardear con todo tipo de magos de las finanzas que no ofrecen otra cosa más que el ilusionismo de cualquier prestidigitador. ¿Por qué no voy a creer en lo que me está contando un emprendedor desde su garaje, con una conexión perfectamente cuidada, unos subtítulos que encandilan a cualquiera y un vídeo perfectamente editado para que nos quedemos obnubilados con lo que nos está diciendo, aunque no tenga razón?
Este es un alegato contra la realidad. Incluso podríamos decir un escudo contra quienes nos rodean. Una fórmula de protección para evitar que seamos contaminados por quienes nos hacen creer que la gestión del dinero es tan simple como dejarse llevar por lo que otros, en quienes confiamos, han hecho o dicen haber hecho. Cuando no sabemos si en realidad ha sido así, es decir, si han triunfado con esas maravillosas inversiones que nos cuentan. Y ni siquiera tenemos constancia de que ese sea el camino correcto. Al adentrarnos en esa magnífica inversión corremos el riesgo de quedarnos prácticamente sin un euro. O lo que es peor, acabamos debiendo dinero a alguna entidad que nos lo haya prestado.
Cuando se trata de responder por las consecuencias catastróficas a las que esos consejos prácticos suelen derivar, todos esos familiares, amigos y compañeros… ¡desaparecerán! Con razón. ¿Quién va a asumir la responsabilidad de una inversión que no se ha comportado tan magníficamente como el ideario colectivo nos había hecho creer? Nadie. Por eso, más allá de dónde decidamos destinar nuestro ahorro o del producto que lleguemos a contratar para obtener una buena rentabilidad, el primer paso implica —por duro que resulte— abstraerse de los conocidos. Alejarnos de ese círculo financiero tan tóxico. Y cuanto más cercanos, más lejos. Porque esa vinculación sentimental es la que nos hace confiar instintivamente en sus recomendaciones por buenas o malas que puedan resultar.
CONSEJO
Cuando alguno de los cuñados que te hayan recomendado una inversión compruebe que ese consejo ha sido catastrófico, ninguno de ellos responderá por ti. Huirán. No tienen ninguna responsabilidad y no les podrás pedir explicaciones de tu ruina.
El cuñadismo financiero se ha convertido en un quebradero de cabeza para muchos inversores. Por fortuna, no existen registros que muestren esta realidad. Porque si una institución cuantificara en una estadística los consejos de los amigos que han acabado en fracasos financieros, más de una amistad de toda la vida, más de una familia y más de una plantilla laboral se verían abocadas al abismo en todas sus dimensiones.
Lo que sí existen son numerosas referencias y estudios vinculados a los efectos que esos consejos útiles y demasiado populares están provocando en la población. Y el más importante no es precisamente baladí: las estafas. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) lanzó en el año 2022 su primera alerta sobre las recomendaciones que algunos influencers financieros estaban ya lanzando a través de sus canales en distintas redes sociales donde acumulan miles de seguidores. Cualquiera de esos perfiles puede permear con un simple guiño mucho más fácilmente en un pequeño ahorrador que un asesor con sus correspondientes acreditaciones y certificados de formación.
Nuestro cuñado no solo sabe de todo, sino que, además, nos lo expone con unos argumentos técnicos y económicos sobre los que nunca hubiéramos imaginado que controlaba en tal dimensión. De hecho, en ninguna cena de Navidad, en ningún cumpleaños ni en ningún evento nos habíamos percatado de la inteligencia financiera que desprende. Pero ahora sí lo hace. Y nos fiamos de él. No porque sus ideas sean excelentes, que también, sino porque es nuestro cuñado y… ¿cómo nos va a fallar? Lo que probablemente no sepa ese familiar es que se está engañando y autodestruyendo a él mismo y a todo lo que se mueva a su alrededor. El efecto manada que provocan esos consejos es más que desbastador para cualquier estrategia de inversión.
Además, los problemas del cuñadismo llegan por edades. Quienes rondan los cuarenta y cinco años o más se dejan fiar por el boca a boca de su vida diaria. Como ha ocurrido siempre. Sin embargo, entre los menores de cuarenta lo que triunfa es el finfluencer. Es decir, el recomendador de las redes sociales al que incluso se venera en mucha mayor medida que al amigo, al familiar o al compañero de trabajo.
Quienes superan los cuarenta años se dejan llevar por el boca a boca de sus más allegados, mientras que los más jóvenes tienen sus vistas puestas en los finfluencers. ¡Estamos todos perdidos! Actúa por iniciativa propia, con tu criterio, sabiendo tus posibilidades y, si hace falta, con un asesor real.
Ante la peligrosidad —porque sí, pueden llegar a ser consejos peligrosos— que acarrean algunos magos financieros de internet, las autoridades financieras han llegado a emitir informes para aclarar su situación. Incluso han detectado varias decenas de influencers a los que les han exigido que cumplan con la regulación. Porque no todo vale a través de las redes. Y mucho menos con el dinero. Si exigimos al banco todo un arsenal de regulaciones para que nuestros ahorros estén protegidos y tengamos la tranquilidad de que si vamos a una sucursal podemos retirarlos, ¿por qué no presionamos en la misma medida a quienes habilitan un canal en Facebook, Instagram, YouTube y sobre todo en TikTok para asegurarnos de que lo que nos están relatando es cierto y cuenta con algún tipo de respaldo?
También aquí la legislación es muy clara. La normativa europea tiene como principales objetivos que las recomendaciones de los influencers sean presentadas de forma clara, exacta y objetiva, y que se informe de las pretensiones y conflictos de intereses que tenga la persona que emite la recomendación sobre los instrumentos financieros a los que se refiera. En el caso de los expertos, la normativa contempla que deben seguirse requisitos adicionales. Es decir, que quienes ofrezcan esos consejos llamativos de inversión se identifiquen adecuadamente; que presenten sus propuestas de manera objetiva y también que revelen todas las relaciones o circunstancias que pudieran afectar a su objetividad. ¿Tienen una empresa de asesoramiento? ¿A qué se dedican? ¿Obtienen algún tipo de beneficio indirecto ahora o en el futuro al realizar esa recomendación? Son las preguntas que la ley exige al comercial de nuestro banco y las que también debemos hacer con un influencer en internet. Además, la norma obliga a establecer una igualdad de trato con las personas y entidades supervisadas que emiten sus recomendaciones respetando los requisitos legales.
Recuerda que una recomendación de inversión consiste en una información en la que se te sugiere una estrategia de inversión, de forma explícita o implícita, en relación con algún tipo de inversión en la que se debe incluir toda opinión sobre el valor o precios actuales o futuros de esos productos destinada a los canales de distribución o al público. Explícita o implícita… ¿Qué revela esto? Que en muchas ocasiones los magos de internet nos están vendiendo un producto con nombre y apellidos; pero en otros muchos casos nos hablan de las bondades de su vida diaria, o de un viaje que han realizado, o de una experiencia por la que han pasado… Nos engatusan… Nos atrapan… y, de repente, nos están inyectando un producto o inversión en la cabeza casi sin que nos percatemos de ello.
CONSEJO
No te fíes de las experiencias personales de los magos de internet. Te atrapan, te convencen y en verdad te están vendiendo un producto.
Para aclarar si se emite una recomendación correcta por parte de un asesor, la ley determina que es necesario analizar la sustancia de lo que se comunica, es decir, si se recomienda una estrategia de inversión —comprar, mantener o vender instrumentos financieros—, con independencia del nombre que se dé a la comunicación, su formato o el medio a través del que se difunde —puede ser por vía electrónica o verbal, por ejemplo—. Así, para que una información constituya una recomendación no es necesario que se presente por escrito o que se denomine como tal.
Además, los reguladores advierten de que cuando estas personas se dan a conocer al público como poseedores de la verdad, con experiencia o conocimientos sobre instrumentos financieros y los mercados, o son percibidos como tales por los participantes del mercado, la regulación les califica como «expertos» y les sujeta a requisitos adicionales. También se da la circunstancia de que estos expertos pueden pensar que al comunicar por internet experiencias vitales bajo las que disfrazan consejos de inversión no se les aplica la ley y no tienen ningún tipo de responsabilidad. Nada más lejos de la realidad. Es decir, que porque expongan en un vídeo un consejo para invertir en un producto no tienen menos responsabilidad que quienes lo hacen a través de un formulario oficial como el que nos ofrece una entidad financiera cuando contratamos un fondo de inversión, por poner un simple ejemplo.
Preguntémonos si los magos financieros están cobrando o no por sus consejos. Es lo primero que hay que saber para que nosotros, como pequeños ahorradores, seamos conscientes de con quién estamos negociando o en manos de quién estamos dejando nuestro dinero, guiados por estos gurús de las redes sociales. Porque, si esos supuestos expertos cobran dinero, lo pueden estar haciendo por parte de alguna entidad, empresa o grupo corporativo que tenga verdaderos intereses en utilizar la imagen de estos famosos virtuales para recomendar y aplicar uno de sus mensajes que nos harán millonarios.
Ya no hace falta que un anuncio publicitario nos aconseje qué estrategia debemos seguir en caso de una inversión. Ahora, una parte de las empresas utilizan estos perfiles de TikTok o de cualquier otra red para que actúen como asesores financieros, pero sin que aparenten serlo. Es decir, contando su vida diaria para, de paso, inyectarnos una dosis de economía perfectamente trazada.
Al mismo tiempo, preguntémonos también si ese mismo contenido que estamos visualizando continuamente y del que nos hemos quedado prendados se encuentra patrocinado. Porque solo entonces conoceremos la realidad de lo que nos están explicando a través de los móviles, la vía por la que ahora llegan la mayor parte de las estafas, frente a la televisión o cualquier otro medio de comunicación social.
CONSEJO
Pregúntate si un consejo económico que estás viendo en internet puede estar patrocinado por alguien interesado en que lo compres.
El problema es que, además, los más vulnerables ante todo esto no son solo los mayores, sino también los más jóvenes. Fíjate: uno de cada tres jóvenes estadounidenses de entre dieciocho y treinta y cuatro años afirma que usan las redes para decidir posibles inversiones. ¡Uno de cada tres! Esta vía puede aportar información válida y beneficiosa para inversores, pero también crea grandes oportunidades para estafas y fraudes.
En los últimos años se viene observando cómo chiringuitos financieros o entidades piratas aprovechan la mayor exposición de los particulares a las redes sociales para tratar de encontrar a sus víctimas. Además, el uso de nuevas tecnologías permite a estos estafadores la posibilidad de contactar con cientos de miles de personas de forma rápida y sin apenas esfuerzo económico. Se crean perfiles falsos, se suplantan identidades legítimas y se publican consejos de forma anónima.
¿Y qué hacer ante los magos financieros?
— No dejarse llevar por el efecto manada. A veces los inversores tienden a experimentar un sesgo cognitivo que los incita a actuar de una forma simplemente porque lo hacen los demás. La multitud, o lo que creemos que es la multitud, no tiene por qué estar invirtiendo adecuadamente. Este sesgo se ha evidenciado con los criptoactivos.
— Verificar la fuente de cualquier información sobre inversiones que se encuentre en internet. Hay que acudir a las fuentes originales de la información para contrastar lo que ha podido ver por las redes sociales.
— Tener cuidado con los influencers financieros. El hecho de que un influencer cuente con millones de seguidores no significa que tenga la capacidad para brindar asesoramiento financiero. Se les contrata porque tienen muchos seguidores, no por sus conocimientos, y reciben una compensación económica. Su opinión, además de no ser cualificada, no es independiente.
— Desconfiar de ofertas de inversión no solicitadas que llegan a través de redes sociales. Estas ofertas suelen ser el gancho para persuadir a realizar inversiones en determinados activos.
Las redes sociales han supuesto tal proliferación de ladrones financieros que detrás de algún influencer o mago económico puede esconderse una verdadera estafa. La facilidad a la hora de ofrecer esos consejos rápidos y la mera aceptación de los mismos, con un clic, puede llevarnos a la ruina. Y en muchas ocasiones no hay nada que hacer cuando hemos autorizado todo tipo de intromisiones, cuando aceptamos los conocidos pero a la vez detestados «términos y condiciones de privacidad», así como los «avisos legales» que tanto nos aburren, pero que pueden suponer un problema en el futuro.
Para no dejarse llevar por cualquier cuñado virtual de turno es necesario saber a qué nos estamos enfrentando, aunque sea en un perfil con buena presencia, como pueden ser los de TikTok.
Nos metemos en la cama, nos ponemos a ojear las redes sociales. Nos quedamos un rato mirando un vídeo atractivo sobre qué hacer con nuestro dinero. Y ya nos han enganchado. El cansancio nos va venciendo y seguimos viendo una ruleta de vídeos que nos penetra en el cerebro casi sin saberlo. Ese es el peor momento para tomar cualquier decisión con el dinero. Y estas son las formas que tienen de engañarnos mientras sucumbimos al sueño:
— Existen las empresas clonadas, esto es, chiringuitos financieros. Se trata de plataformas que usan elementos identificativos idénticos o muy similares a los de empresas que sí están autorizadas e inscritas, o sus mismas direcciones web, con cambios mínimos y casi imperceptibles. Es decir, se hacen pasar por un gran banco o una casa bursátil conocida. Por eso, antes de cerrar cualquier contrato es necesario conocer los datos de la empresa con la que vamos a firmar: denominación social, marca comercial, dominio y dirección web, sede y dirección postal y número de registro en el organismo supervisor.
— También existe la posibilidad de que una página web nos ofrezca un servicio que se denomina genéricamente cuentas de trading financiadas. Aparentemente, se nos ofrece la posibilidad de acceder a una inversión muy suculenta a través de una cuenta de valores para realizar operaciones como comprar y vender acciones. El gancho de esta alternativa es que el usuario no arriesgaría capital propio, sino que operaría aparentemente con el que le aportara la propia página y a cambio obtendría supuestamente un porcentaje de las ganancias obtenidas. Ante este caso, es necesario ¡un curso! Una formación, pagada evidentemente, con la que, entre otras materias, se explican las reglas de trading que se han de seguir y además hay que superar unas pruebas operativas en un entorno simulado y dentro de unos parámetros operativos.
— Para rizar el rizo, existen los recovery room, es decir, plataformas que contactan con personas que han sido víctimas de chiringuitos financieros o de estafas económicas supuestamente para gestionarles la recuperación de las pérdidas o para recomprar acciones o valores adquiridos a través de empresas no autorizadas. Nada más lejos de la realidad. Se trata de una estafa sobre otra estafa que convierte una pequeña pérdida en una auténtica bola de nieve que arrasará nuestras finanzas.
— Quienes sean un poco más ávidos en el mundo de las finanzas sabrán que también existen los esquemas Ponzi como forma de estafa. Es un típico engaño estafa piramidal, un modelo de negocio insostenible en el que unos pocos estafadores reclutan a nuevos adeptos para formar parte de su negocio, creando una jerarquía en forma de pirámide. Así, el estafador convence a nuevos inversores a aportar fondos para ser invertidos, ofreciéndoles altas rentabilidades. En verdad, el dinero no se invierte o se invierte solo en parte; los chiringuitos pagan «beneficios» —a veces muy grandes, aunque no siempre son los prometidos— a los primeros clientes, utilizando para ello el de los nuevos inversores. ¿No te suena esta realidad a un desgraciado acontecimiento financiero que ocurrió en España en 2006? ¿Recuerdas los sellos y la estafa que se generó en torno a una empresa que los vendía con la promesa de una revalorización continua, y de que quienes se adentraran ganarían más y más dinero sin problemas y con toda seguridad?
Pero si algo puede asustar más que todas esas técnicas hoy en día son las estafas de las redes sociales. No ya porque recomienden un producto que llegue a ser financieramente cancerígeno, que también, sino porque muchos actores de esas plataformas pueden llegar a arrastrar a un conjunto considerable de inversores, según sus designios, moviendo una parte del mercado como en una especie de efecto manada que después no servirá para nada.
Por ejemplo, un rumor positivo sobre una empresa impulsa a muchos inversores a comprar acciones de la misma. De esta forma, se genera una demanda descontrolada y eleva el precio de la compañía en bolsa en poco tiempo, a medida que se propaga el rumor viral.
Cuando la cotización de las acciones de una compañía —pongamos el caso del bitcóin— supera un nivel determinado, los estafadores empiezan a diseminar en su perfil el rumor de que venden las acciones que han adquirido con anterioridad a bajo precio a un precio artificialmente alto, obteniendo ganancias. El mercado acabará corrigiéndose y la mayoría de inversores que compraron las acciones a precios altos sufrirán pérdidas. Lo mismo puede ocurrir a la inversa: rumores falsos negativos sobre una empresa que llegan a convencer a los inversores a vender sus acciones, lo que permite a los estafadores comprarlas a precios artificialmente bajos.
El peligro de los influencers financieros es que ya son reconocidos como finfluencers, expertos en todo tipo de estrategias que nos quieren convencer de que nos pueden explicar cómo ganar mucho dinero sin arriesgar en apenas un minuto que dura su vídeo en internet. Y eso ya es una señal de alarma que nos debería prevenir sobre que algo raro está gestándose detrás:
— El entretenimiento/humor, con contenidos divertidos y útiles.
— La divulgación, que enseña bases y conceptos.
— Y los consejos de inversión, que en muchas ocasiones provienen de supuestos expertos que no tienen ningún tipo de certificación y que no tendrían que estar dando esos consejos. Una cosa es informarse y otra, tomar decisiones financieras.
De hecho, la mayoría de los contenidos de los finfluencers es entretenimiento que está pensado para ofrecer una falsa sensación de conocimiento. Nadie va a resolver nuestros problemas financieros en un vídeo de TikTok de treinta segundos. Si realmente tenemos una necesidad financiera, consultemos a un profesional o al menos optemos por influencers financieros que sabemos que son sólidos.
Antes de aceptar cualquier consejo, pregúntate cuáles son las certificaciones y la experiencia que tiene esa persona que no deja de aparecer en las redes y que cada día tiene más seguidores, más «me gusta» y más comentarios positivos. Posiblemente, sean verdaderos expertos en marketing digital, pero no tanto en finanzas.
En este contexto, la figura de un asesor, con su correspondiente certificación y formación, es mucho más aconsejable. Aunque cueste algo de dinero. Porque sí, todo profesional tiene derecho a generar ingresos. Y más aún si va a responder por sus recomendaciones, vayan bien o mal.
Duda también cuando la única y gran alternativa que te ofrecen para ganar dinero es la gestión pasiva. Es decir, realizar una inversión y a partir de ahí ver crecer tu capital. En este libro, trataremos en un capítulo extenso y completo cómo gestionar de forma pasiva. Pero no puede ser una opción exclusiva al invertir. Ni mucho menos.
Y, por último, huye de quienes muestren continuamente sus alhajas. De quienes se vanaglorian de todo el dinero que han acumulado y los bienes generados en poco tiempo, casi haciendo ostentación de su patrimonio. De los que alardean en redes de sus estatutos. Los consejos motivacionales acompañados de selfis apoyados en vehículos de alta gama, en algún hotel de lujo del extranjero o en la última terraza de moda —por supuesto, con su correspondiente skyline y su infinity pool— hacen las delicias de cualquier ahorrador medio ávido de rentabilidad. Esa posición aspiracional que nunca se podrá conseguir, aunque todos la deseemos a través del móvil, en unos pocos segundos de inversión.
Las cenas navideñas constituyen el momento más peligroso para la propagación de todo tipo de bulos económicos que nos llegan en un contexto marcado por la distensión de un encuentro plagado de comida y bebida y del que muy pocos comensales pueden desprenderse. Son el culmen del cuñadismo financiero. Y el peor momento para atragantarse con algunas de las ideas o consejos que nos lanza un familiar o amigo al que no vemos desde hace bastante tiempo, pero que ha logrado hacerse verdaderamente rico con unos pocos movimientos desconocidos para el resto de la mesa que comparte las fiestas.
Podemos perpetrar una buena estrategia de defensa. Y acudir a esos eventos, o de cualquier otro tipo, con todo un argumentario perfectamente preparado con el que asombrar a propios y extraños para dejar con la boca abierta a quienes intentan convencernos de verdades económicas que, en realidad, no son tan reales, y sí el germen de lo que puede ser una mala decisión con nuestro dinero. Vayamos a ello. Simulemos una conversación —de Navidad o de cualquier otra época del año— para rebatir argumentos con racionalidad.
—Hay que invertir en vivienda, nunca baja —dice tu cuñado.
Tu respuesta:
—El mercado inmobiliario, como cualquier otro activo, también puede caer. Lo vimos en la crisis de 2008 y la gran recesión posterior. Nada está escrito. Nadie duda de que hay potencial en la vivienda, porque la demanda de casas es muy superior al número de inmuebles disponibles. Eso nadie lo puede negar. Pero para invertir en vivienda hay que hilar muy fino y aclarar varios aspectos: ¿para qué la queremos? No es lo mismo una primera vivienda que una casa para alquilarla. En el primer caso, debe adaptarse a nuestras necesidades vitales; en el segundo, podemos prescindir de elementos que elevan el precio —piscina, terraza, ascensor, etc.— para poder arrendarla más ágilmente.
—El bitcóin es ya muy seguro —tu cuñado ha cambiado de tercio.
Tu respuesta:
