Guía actual para entender las profecías de Daniel - Mark Finley - E-Book

Guía actual para entender las profecías de Daniel E-Book

Mark Finley

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Beschreibung

El mundo está enfrentando algunos problemas extremadamente serios. Millones de personas se preguntan: "¿Qué nos depara el futuro?" Las profecías de Daniel y del Apocalipsis contienen respuestas para las personas de corazón sincero que buscan comprender las incertidumbres de nuestro tiempo. Aunque el mundo parezca fuera de control, la profecía revela a un Dios que todavía gobierna en la historia. Y este libro de Mark Finley contiene los secretos para desbloquear estas antiguas predicciones.

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Guía actual para entender las profecías de Daniel

Mark Finley

Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.

Tabla de contenidos
Tapa
Dedicatoria
Introducción
1. El Dios que convierte la derrota en victoria
2. El Dios que revela el futuro
3. El Dios que libera a su pueblo
4. El Dios que gobierna sobre todo
5. El Dios de la justicia y el juicio
6. El Dios que premia la fidelidad
7. Reinos en colisión
8. La purificación del Santuario
9. El calendario de Dios
10. El Dios que escucha la oración
11. El clímax profético
12. Cerrando el libro

Guía actual para entender las profecías de Daniel

Mark Finley

Título del original: Understanding Daniel and Revelation.

Dirección: Walter Steger

Traducción: Claudia Blath

Diseño: Giannina Osorio

IMPRESO EN LA ARGENTINA

Printed in Argentina

Primera edición, e - Book

MMXXIII

Es propiedad. © Pacific Press Publishing Association, (2020). © Asociación Casa Editora Sudamericana, 2022.

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

ISBN 978-987-798-782-9

Finley, Mark

Guía actual para entender las profecías de Daniel / Mark Finley / Dirigido por Walter Steger. - 1ª ed. - Florida: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: online

Traducción de: Claudia Blath.

ISBN 978-987-798-782-9

1. Profecías Bíblicas. I. Steger, Walter, dir. II. Blath, Claudia, trad. III. Título.

CDD 220

Publicado el 23 de febrero de 2023 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).

Tel. (54-11) 5544-4848 (opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)

E-mail: [email protected]

Website: editorialaces.com

Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.

Dedicatoria

Este libro está dedicado a aquellos fieles, comprometidos e incansables evangelistas adventistas que, noche tras noche, predican la Palabra profética. A veces, sus audiencias son grandes, y otras veces son pequeñas. Predican en auditorios cívicos, iglesias, carpas, escuelas o cualquier otro lugar donde puedan reunir una audiencia. A veces, predican en grandes centros de ciudades metropolitanas; y otras tantas, en pequeños pueblos rurales. Son intrépidos predicadores de la Palabra de Dios. Sus mensajes son moldeados por las profecías de Daniel y Apocalipsis, no por la cultura popular. Su único objetivo es proclamar al Cristo de la profecía a un mundo al borde de la Eternidad. No están allí para ganar un concurso de popularidad; están para predicar la Palabra.

Saludo a estos predicadores incondicionales cuya mente está cautiva de la Palabra, que proclaman la Palabra todas las noches y que, sin temor, llaman a la gente a tomar decisiones eternas. A estos, mis colegas en el ministerio de la evangelización, está dedicado este libro.

Introducción

El siglo XXI podría llamarse “La era de la incertidumbre”. Al mirar a través del horizonte de la historia, vemos solo unos pocos períodos que han sido tan inciertos como el presente. Este mundo se enfrenta a algunos problemas extremadamente graves. La inestabilidad del Cercano Oriente; las crecientes amenazas nucleares de Irán y Corea del Norte; las tensiones entre Estados Unidos, Rusia y China; la inestable economía mundial; el calentamiento global; la rápida propagación de las pandemias y la escasez internacional de alimentos; y una serie de otros problemas regionales y mundiales llevan a millones de personas a preguntarse con nerviosismo: “¿Qué nos depara el futuro? ¿Hacia dónde se dirige este mundo? ¿Cómo podemos enfrentar el futuro con mayor confianza?”

Las profecías de Daniel y del Apocalipsis proveen respuestas para las personas de corazón honesto que buscan entender las incertidumbres de nuestro tiempo. Estas revelaciones proféticas están llenas de esperanza para hoy, mañana y siempre. Aunque este mundo pueda parecer descontrolado, la profecía revela a un Dios que todavía gobierna en la historia. Mientras lees estas páginas, descubrirás el secreto para desbloquear estas antiguas predicciones. Tu fe será fortalecida. Tu comprensión será ampliada. Tu relación con Dios se profundizará.

Estas profecías no son meramente símbolos místicos, bestias extrañas e imágenes crípticas. Cada capítulo se enfoca en el Cristo viviente y su capacidad para cambiar vidas. El libro de Daniel cobrará vida a medida que estudies cuidadosamente cada capítulo. El Espíritu Santo te permitirá ver la verdad desde una nueva perspectiva y de una manera fresca. Comprenderás los profundos principios espirituales que están detrás de cada profecía y descubrirás tu lugar en el conflicto de los siglos.

Pronto estallará en nuestro planeta una crisis de enormes proporciones. Puedes estar listo para esos eventos que sacudirán la Tierra y que alcanzarán al mundo con una abrumadora sorpresa. El mismo Dios que inspiró a Daniel a escribir sus mensajes proféticos y visitó a Juan en la Isla de Patmos con revelaciones angélicas elevará tu visión, inspirará tu corazón y te preparará para lo que viene. Ruego que, al leer Guía actual para entender las profecías de Daniel, te acerques a Jesucristo, el Autor y el Centro de toda profecía.

Capítulo 1

El Dios que convierte la derrota en victoria

Daniel 1

Aunque fue escrito hace siglos, el libro de Daniel no es solo un documento histórico lleno de fechas y acontecimientos. Cuanto más estudiemos este libro, más aparecerá Cristo en sus páginas, acercándose a nosotros para ayudarnos en los problemas y los desafíos que enfrentamos en nuestra propia vida, cada día. Cuanto más comprendamos las profecías de Daniel, mejor entenderemos nuestro lugar en la historia de la Tierra, y cómo desempeñar el papel que Jesús tiene para nosotros en estos últimos días.

El libro de Daniel tiene un mensaje que nos habla a nuestra generación, pero no somos los únicos que hemos encontrado significado en sus profecías. En el siglo XV, Cristóbal Colón (1451–1506), el primer descubridor de las Américas, fue un estudioso diligente del libro de Daniel. Una de las cosas que obligó a Colón a partir en su descubrimiento del Nuevo Mundo fue su estudio de las profecías de Daniel. Colón creía que Daniel había predicho los eventos del tiempo del fin. Él creía que, a medida que el mundo llegara a su fin, Dios abriría nuevos continentes para la predicación del evangelio. Su comprensión de Daniel fue uno de los factores que llevaron a Colón a encontrar el Nuevo Mundo, donde se podía predicar el evangelio a aquellos que nunca habían oído hablar de Jesús.

Sir Isaac Newton (1643–1727), el famoso matemático y erudito británico, fue también un estudioso del libro de Daniel. Mientras estudiaba las profecías de Daniel, su precisión matemática confirmó su creencia en que la Biblia era verdaderamente la Palabra inspirada de Dios.

Timothy Dwight (1752–1817) fue el octavo presidente de Yale College (más tarde, la Universidad de Yale). Durante el tiempo de la Revolución Francesa, varios estudiantes de Yale comenzaron a aceptar los argumentos de los eruditos europeos que cuestionaban la existencia de Dios y dudaban de la veracidad de la Biblia. Estos estudiantes ateos desafiaron a los profesores con su incredulidad, dentro del campus.

Timothy Dwight anunció: “Me gustaría reunirme con todos los estudiantes en la capilla”.

Los estudiantes entraron a la capilla, incluidos aquellos que habían sido francos acerca de su incredulidad. Timothy Dwight entró en el auditorio llevando una gran carga de libros de historia. Los puso sobre una mesa, y luego les pidió a estos estudiantes que presentaran todos sus argumentos en contra de la Biblia. Así que, los estudiantes incrédulos presentaron sus argumentos. Después de haber dado sus razones más persuasivas para fundamentar su incredulidad, el profesor Dwight abrió su Biblia en el libro de Daniel y comenzó a leer sus profecías, algunas de las mismas profecías que estudiaremos mientras exploramos este libro. Mientras el profesor Dwight leía las profecías de Daniel, se volvió hacia la pila de libros de historia que estaban sobre la mesa, en la parte delantera de la sala. Leía el libro de Daniel, y luego comparaba las palabras de Daniel con los libros de historia. Al presentar los hechos de la historia en comparación con la profecía bíblica, los estudiantes quedaron asombrados. La historia confirmaba las profecías de este antiguo libro bíblico.

Al final, los estudiantes se pusieron de pie y aplaudieron al profesor Dwight. Esa reunión en la capilla llevó a un magnífico reavivamiento espiritual en el Yale College.

No estás solo en tu deseo de estudiar el libro de Daniel. Los estudiosos de la Biblia, a lo largo de los siglos, han encontrado sentido y consuelo en sus páginas, para su vida y sus días. Y mientras nosotros, aquí en el siglo XXI, estudiamos el libro de Daniel juntos, Dios mismo nos revelará verdades asombrosas.

El libro de Daniel se divide en dos segmentos: profecías y relatos. Los primeros seis capítulos son en su mayoría relatos, mientras que los últimos seis son en general profecías. Las profecías abordan toda la línea histórica a lo largo de las edades. Revelan períodos de tiempo que nos conducen desde los días de Daniel, unos seiscientos años antes de que Jesús naciera en Belén, hasta el tiempo del fin y la segunda venida de Jesús. Las historias ilustran cómo debemos prepararnos para el tiempo del fin. Hablan de fe, coraje y esperanza. Las profecías nos dicen cuándo; las historias nos dicen cómo.

La importancia del libro

De todos los libros de la Biblia, Daniel es el único que Jesús mismo nos aconseja específicamente que estudiemos. En Mateo 24, Jesús describe cómo será el mundo justo antes de que él regrese. Habla del aumento de la delincuencia y la violencia, terremotos, hambrunas y conflictos sociales. Él presenta un mundo en el que se levantarían nación contra nación y reino contra reino. Luego, dice: “Cuando vean en el lugar santo la abominación desoladora, predicha por el profeta Daniel —el que lee, entienda— […]” (Mat. 24:15).

Jesús nos señala el libro de Daniel en el contexto de un mundo en agitación, justo antes de que él regrese. Y él, indirectamente, nos sugiere dos cosas que debemos hacer. Nos dice que debemos (1) leer las profecías de Daniel, y (2) entenderlas. Si Jesús te sugiere que leas las profecías de Daniel, y si Jesús te dice que las entiendas, debe ser importante dedicar tiempo al estudio de este libro.

¿Alguna vez te has preguntado por qué Dios le dio a Daniel las profecías que aparecen en su libro? Y ¿te has preguntado alguna vez por qué Daniel nos las escribió para que las leyéramos y estudiáramos cientos de años después? ¿Cuál es el objetivo de la profecía? ¿Es solo para demostrar que Dios conoce el futuro? ¿Es solo para satisfacer nuestra curiosidad? En Mateo 24, Jesús nos advierte acerca de los falsos profetas que se levantarían en los días antes de su venida. Ellos tratarán de engañar a aquellos que están esperando su regreso.

Entonces, Jesús dice:

“Miren, se lo he dicho de antemano”.

“Así […] no crean [sus mentiras engañosas]” (vers. 25, 26).

Uno de los propósitos de las profecías, como las que encontramos en Daniel, es permitirnos saber lo que se viene para no ser engañados por las estratagemas de Satanás. Saber lo que nos espera nos ayuda a ver claramente cuando estamos rodeados de confusión y engaño. Cuanto más estudiamos las profecías y vemos su cumplimiento, más se construye nuestra confianza en la Biblia. La profecía nos permite entender que la Biblia no es solo un mito, una alegoría o un drama histórico. La profecía y su cumplimiento nos muestran que la Biblia es, con certeza, verdadera, y que realmente es la Palabra de Dios.

Por supuesto, hay estudiosos de la Biblia que afirman que Daniel no era en absoluto un profeta. Algunos han dicho que simplemente inventó las visiones que registró y que fueron solo el producto de su imaginación. Pero muchos de estos eruditos permanecen, en gran parte, en silencio hoy, porque las profecías de Daniel han sido confirmadas históricamente. Anuncian la historia con exactitud. Algunos estudiosos críticos de la Biblia han cambiado sus argumentos en contra de las profecías de Daniel. Antes, solían decir que las profecías eran solo mitos y alegorías, que no hay evidencia arqueológica o histórica de que se hayan cumplido. Pero hoy, hay tal abundancia de evidencia histórica y arqueológica que apoya la exactitud de las profecías de Daniel que estos eruditos han presentado una nueva objeción. Dicen: “Las profecías de Daniel son tan precisas que él debió haberlas escrito después de que ocurrieron los eventos. No era en verdad un profeta; simplemente escribió lo que ya había sucedido, como si lo estuviera prediciendo de antemano”.

Pero ¿qué dice Jesús? Jesús llamó a Daniel “profeta” (Mat. 24:15). Jesús dijo que debemos leer y entender sus profecías.

Antes de entrar en el libro de Daniel y comenzar a estudiar el primer capítulo, tenemos que preguntarnos: ¿A qué período de tiempo específico se aplican las profecías de Daniel? Si vamos a leerlas y entenderlas, necesitamos saber a qué período de la historia de este mundo están señalando. En el último capítulo de Daniel, Dios mismo responde esta pregunta. Él dice: “Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin” (Dan. 12:4; énfasis añadido). Y el versículo 9 dice: “Estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin”.

Las profecías de Daniel se aplican al “tiempo del fin”. A los días en que vivimos. A los días de inestabilidad social, naciones en guerra, aumento del crimen y la violencia, y los terremotos y hambrunas que Jesús describió en Mateo 24 como una descripción de cómo se encontraría el mundo justo antes de su regreso.

El tema del libro

El título del libro es simplemente Daniel, llamado así por el profeta que lo escribió, y registra sus experiencias y las profecías que Dios le dio. Los nombres, en la Biblia, generalmente tienen significado. ¿Qué significa el nombre Daniel? Proviene de dos palabras hebreas. Dan era una de las doce tribus de Israel, la tribu de los jueces. La palabra corta: “el”, adjunta a Dan, se refiere al nombre de Dios, Elohim. Interpretado literalmente, el nombre de Daniel significa “el Dios del juicio”.

Hoy, cuando pensamos en un juez, a menudo pensamos en alguien que dicta sentencia, alguien que nos condena. Pero ese no era el concepto de juicio del Antiguo Testamento. En el Antiguo Testamento, un juez es el que pone todas las cosas en orden, el que pronuncia el juicio justo. Un juez es el que vindica y exonera. Un tema importante del libro de Daniel es “el Dios de juicio y justicia”. El libro de Daniel presenta al Dios del Universo, quien finalmente pondrá en orden todas las cosas. Los reinos se levantan y caen, pero Dios se sienta en su trono, sosteniendo el destino de las naciones en su mano. En el conflicto entre el bien y el mal, en el panorama entre lo correcto y lo incorrecto, en la batalla por el trono del Universo, el Dios de justicia, el Dios del juicio, el Dios de la rectitud, corregirá todas las cosas. Ese es el tema general del libro de Daniel.

El conflicto entre el bien y el mal

“En el tercer año del reinado de Joacim, rey de Judá, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, a Jerusalén y la sitió” (Dan. 1:1). El libro comienza con dos ciudades y dos reyes: Babilonia y Jerusalén; Nabucodonosor y Joacim. Babilonia era el centro de la rebelión contra Dios, el centro de la confusión, el centro del error, el centro de la apostasía. Babilonia, esa ciudad poderosa, atacó Jerusalén, la ciudad de Dios, la ciudad de la verdad, la ciudad de la obediencia. Inmediatamente, se nos presenta el conflicto entre el bien y el mal. Lo equivocado ataca lo correcto.

Y, en este caso, triunfa lo incorrecto. Nabucodonosor, rey de Babilonia, ataca Jerusalén y sale victorioso. A veces, escuchamos que la gente pregunta: “Si Dios es bueno, ¿por qué el mal parece triunfar tan a menudo?” “Si Dios es bueno, ¿por qué mi esposo se enfermó de cáncer?” “Si Dios es tan bueno, ¿por qué mis padres se divorciaron?” “Si Dios es tan bueno, ¿por qué mi hija murió por causa de un conductor borracho que huyó ileso del accidente?” “Si Dios es tan bueno, ¿por qué el mal parece triunfar con tanta frecuencia?”

Hay un poema bien conocido de James Russell Lowell que contiene estas líneas: “La verdad, para siempre en el cadalso; el mal, para siempre en el trono. Pero ese cadalso influye en el futuro, y detrás del empañado futuro se encuentra Dios entre las sombras, guardando a los que son suyos”.

El capítulo 1 de Daniel comienza con una gran derrota para el Dios verdadero. La ciudad de Dios, Jerusalén, está en ruinas. El pueblo de Dios se encuentra en cautiverio y esclavitud. El primer versículo de Daniel 1 introduce el tema del Gran Conflicto: la lucha entre Cristo y Satanás, el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto. Ese conflicto se desarrolla a lo largo de todo este primer capítulo. Después de sitiar y tomar Jerusalén, el rey Nabucodonosor pasó revista a los jóvenes judíos y escogió a algunos de los mejores para llevarlos cautivos a Babilonia. Allí serían educados en la universidad de Babilonia, para lavarles el cerebro y luego enviarlos de regreso a su tierra natal como gobernantes títeres. Esa era la práctica estándar en el mundo antiguo, y las naciones todavía siguen esa práctica hoy en día.

Cuando los rusos invadieron Afganistán, tomaron a jóvenes afganos y los colocaron en escuelas especiales en Rusia, donde se les enseñó las filosofías del marxismo y el comunismo. La idea era enviarlos de regreso a Afganistán para ser gobernantes títeres del Kremlin. Hitler a menudo hizo lo mismo con los jóvenes de las naciones que invadió en la Segunda Guerra Mundial. Después de inculcarles las filosofías de la Alemania nazi, debían regresar a sus propios países y propagar lo que habían aprendido en Alemania. Y eso es lo que el rey Nabucodonosor hizo también.

El primer capítulo de Daniel nos habla de los jóvenes que Nabucodonosor trajo de regreso a Babilonia después de conquistar Jerusalén.

Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos (vers. 3, 4, RVR 1960).

La palabra traducida como “hijos” es una palabra hebrea especial que podría traducirse mejor como “adolescentes”, o “adultos jóvenes”. Daniel, probablemente, tenía 17 o 18 años cuando fue llevado cautivo junto con Ananías, Misael y Azarías (vers. 6). Observa las características de estos jóvenes:

“Sin defecto, de buen parecer”. Físicamente, eran bien parecidos, musculosos y en buen estado.“Entendidos en toda sabiduría, cultos e inteligentes”. Eran inteligentes, educados y aprendían con rapidez.“Y aptos para servir en el palacio del rey”. Estos eran hombres jóvenes capaces de asumir la responsabilidad, que sabían cómo manejarse y encajar con aquellos en posiciones de poder.“Y que les enseñara las letras y la lengua de los caldeos”. El plan era adoctrinarlos en el idioma y las costumbres de Babilonia.

Estos jóvenes debían ser inscritos en un programa de entrenamiento de tres años, y al final serían evaluados ante el rey. Nabucodonosor les asignó una provisión diaria de la misma comida que él comía, y del vino que él bebía bebía. Debían ser educados en la cultura y la religión de Babilonia (vers. 5).

Por qué los nombres son importantes

Para completar este proceso de lavado de cerebro de Daniel y sus tres amigos, el rey cambió sus nombres hebreos por otros babilónicos. Les dio nombres que hacían referencia a dioses paganos de Babilonia. El nombre de Daniel se convirtió en Beltsasar; Hananías ahora se llamaba Sadrac; Misael fue renombrado Mesac; y Azarías se convirtió en Abed-nego (vers. 7).

El rey quería cambiar el nombre de ellos porque quería cambiar su identidad. Como ya hemos señalado, los nombres tenían un significado específico en los tiempos bíblicos; no eran solo nombres. En Génesis, Jacob, cuyo nombre significa “engañador”, engañó a su padre con respecto a la primogenitura (Gén. 27). Pero cuando Jacob se encontró con Dios y luchó con él en busca de bendición, su nombre fue cambiado de “Jacob” a “Israel” (Gén. 32). El nombre Israel significa “el que ha prevalecido”. Un cambio de nombre implica un cambio de carácter. Jacob, el engañador, se había convertido en Israel, el que prevalece ante Dios. Al cambiar los nombres de estos cautivos hebreos, Nabucodonosor daba a entender que su carácter iba a ser cambiado. Iban a convertirse en “babilonios”, en actitud y lealtades. Ya hemos señalado que el nombre de Daniel significa “el Dios que juzga” o “Dios es mi juez”. Durante todo su cautiverio en Babilonia, durante todo este proceso de lavado de cerebro, durante todo el tiempo en que Nabucodonosor estuvo tratando de influir en su mente, Daniel se decía a sí mismo: “Mi nombre es Daniel. Dios es mi juez. Dios está en el Trono. Dios va a arreglar todas las cosas, no el rey Nabucodonosor”.

¿Qué significaba el nuevo nombre de Daniel? El nombre Beltsasar significa “el guardián de los tesoros ocultos de Bel”. Hay algo muy interesante en relación con el nuevo nombre dado a Daniel. Al describir la victoria de Nabucodonosor sobre Jerusalén, Daniel 1:2 dice: “Y el Señor entregó en su mano [Nabucodonosor] a Joacim, rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios. Los llevó a la tierra de Sinar, a la casa de su dios, y guardó los utensilios en la casa del tesoro de su dios”.

Nabucodonosor ordenó a sus soldados tomar algunos de los objetos sagrados del Templo de Jerusalén y colocarlos en el templo pagano del dios babilónico Bel. Esto quería dar a entender que el dios de Babilonia era superior al Dios de los hebreos. Bel, a veces también conocido como Marduk, era la deidad principal de los trece dioses de Babilonia. El nuevo nombre de Daniel, Beltsasar, significa “el guardián de los tesoros ocultos de Bel”. Con este cambio de nombre, el rey estaba diciendo: “Daniel, Dios no es tu juez. Jerusalén está en ruinas. Tenemos los vasos sagrados del templo de tu Dios, que ustedes los hebreos usan en su adoración a él. Nuestro dios, Bel, está a cargo de esos vasos sagrados ahora. Y ya no eres ‘Daniel’, sino ‘Beltsasar’, el que coopera con Bel, el guardián de los tesoros sagrados y ocultos que he tomado de Jerusalén”.

El rey hizo lo mismo con los tres amigos de Daniel. El nombre de Hananías significa “el Señor es misericordioso conmigo”. Al crecer, cada vez que el niño decía: “Mi nombre es Hananías”, se le recordaba: “El Señor es misericordioso conmigo”. Cada vez que su madre lo llamaba, se le recordaba: “El Señor es misericordioso conmigo”. Nabucodonosor declaró: “Tu nombre será ‘Sadrac’, que significa ‘inspiración del Sol’. Es el dios del Sol el que brilla misericordiosamente sobre ti”.

El nombre Misael significa “uno que es como Dios”. Tenemos un nombre similar en español: Miguel. El nombre de Misael denotaba a alguien que tiene paciencia, bondad y amor de una manera divina. Nabucodonosor cambió el nombre de Misael a Mesac, que significa “el siervo de la diosa de Sabá”. Cada cambio de nombre que hizo Nabucodonosor representó un cambio de enfoque, del Dios del cielo a un dios pagano de Babilonia. Cambió el nombre de Azarías a Abed-nego, que significa “el siervo del dios Nebo”. Azarías significa “el Señor es mi ayudante”. Nabucodonosor estaba diciendo: “El Señor ya no es tu ayudador. Eres un cautivo en Babilonia; nunca volverás a ver a tu madre o a tu padre. Tu Dios no puede ayudarte. Ahora vas a servir a los dioses babilónicos”.

Resistir la presión a conformarse

¿Puedes imaginar cómo era la vida de Daniel, Ananías, Misael y Azarías durante esos primeros días en Babilonia? Arrancados de sus hogares en Judá, estaban confundidos y perplejos con respecto a por qué Dios había permitido que los babilonios paganos derrotaran su ciudad y los llevaran a una tierra extraña y extranjera. Eran solo adolescentes, que enfrentaban presiones increíbles para adaptarse a la sociedad materialista, centrada en el sexo, moralmente insensible y que buscaba emociones a su alrededor. Todo lo que tenían que hacer era seguir el programa del rey, y un futuro rico y seguro se avecinaba. Sería tan fácil. Resistirse sería muy difícil.

¿Por qué crees que Dios comenzó el libro de Daniel con una historia y no con una profecía? Dios sabe que, en el tiempo del fin, los días en que vivimos, la sociedad intentará lavar el cerebro de su pueblo, así como el rey de Babilonia trató de lavar el cerebro de Daniel y sus amigos. Dios no comienza este libro con alguna profecía espectacular que predice eventos en el futuro. Comienza contando la historia de un joven y sus amigos que están lejos de casa. Cuatro jóvenes, cuyos corazones no están en la sociedad en la que se encuentran físicamente. Cuatro jóvenes en un país extranjero. Cuatro jóvenes que están bajo una presión increíble para acomodarse al mal. Algunos jóvenes de hoy dicen: “Sabes, es imposible ser realmente un cristiano y servir a Dios, porque todos en mi colegio secundario están teniendo sexo prematrimonial. Todo el mundo en mi escuela está metido en drogas. Todo el mundo en mi colegio asiste a fiestas y bebe alcohol. Es imposible servir a Dios en este tipo de ambiente”. Daniel y sus amigos podrían haber dicho lo mismo. Pero no lo hicieron. Algunos hombres dicen: “Trabajo en una fábrica con un ambiente muy áspero, donde todo el mundo maldice y jura, y todo el mundo cuenta chistes de mal gusto. En el ambiente en el que trabajo, es imposible servir a Dios”. Algunos hombres de negocios dicen: “Mira, no puedes servir a Dios y ser completamente honesto. Si vas a salir adelante en los negocios, tienes que tomar atajos aquí y allá”. Daniel y sus amigos podrían haber dicho lo mismo. Pero no lo hicieron.

La batalla por tu mente

Dios comienza el libro de Daniel con la historia de un joven en una sociedad corrupta y alejada de Dios, cuya mente podría haber sido moldeada fácilmente por esa sociedad. De hecho, este joven estaba bajo una presión casi incomprensible para adaptarse a las presiones de Babilonia. Pero Daniel 1:8 dice: “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la comida ni con el vino del rey; por eso pidió al jefe de los eunucos permiso para no contaminarse”.

“Daniel se propuso en su corazón”. ¿Qué significa eso? Significa que Daniel tomó una decisión. Significa que él resolvió. Significa que él eligió. Daniel decidió en su corazón. Él resolvió en su corazón. Eligió en los rincones internos de su corazón. En la Biblia, particularmente en el Antiguo Testamento, el “corazón” se usa de una manera especial para referirse a la sede tanto del intelecto como de las emociones. Es el centro de los procesos de pensamiento. Proverbios 4:23 dice: “Por encima de todo guarda tu corazón”. Proverbios 23:7 dice: “Porque tal como piensa en su corazón, así es él”.

El libro de Daniel comienza con la historia de un joven que toma la clara decisión, en las profundidades de su mente y sus emociones, de que no se contaminará al amoldarse al mal que lo rodea. Y lo hace porque la verdadera batalla en el momento del fin, en los últimos días de la historia de la Tierra, no es una batalla en el Medio Oriente. La verdadera batalla justo antes de que Jesús regrese es la batalla por tu mente. El diablo hará todo lo que pueda por medio de esta sociedad secular y alejada de Dios para influir en tus procesos de pensamiento, porque la mente es el asiento de tus pensamientos y emociones. Satanás estaba allí en Babilonia, haciendo todo lo posible para influir en la mente y las emociones de Daniel, mediante las tentaciones de la cultura pagana que lo rodeaba. Pero “Daniel propuso en su corazón no contaminarse”. La historia de Daniel capítulo 1 ilustra cómo Dios quiere que reaccionemos a la cultura en la que vivimos. Al igual que Daniel, necesitamos proponernos firmemente, en nuestro corazón, seguir el camino de Dios, no el camino del mundo. En estos días restantes de la historia de la Tierra, antes de que Jesús regrese, es importante que determinemos que, por su gracia, permaneceremos fieles a él y a su voluntad para nuestra vida.

El poder de escoger

Verás, no somos simplemente animales altamente evolucionados. Podemos elegir. Podemos ejercer nuestro poder para tomar decisiones sobre cómo viviremos. Y si le pedimos, Dios nos ayudará a poner en práctica esas decisiones. La voluntad es el poder gobernante de nuestra naturaleza humana, que pone a todas las demás facultades bajo su influencia. Los seres humanos son diferentes de la Creación animal.

Por ejemplo, hace algunos años, científicos de una de las grandes universidades de la Costa Este de los Estados Unidos estaban llevando a cabo experimentos con monos. Señalaron que había un área en el cerebro de estos animales que controlaba el placer. Así que, estos científicos conectaron un electrodo a este “centro de placer” en lo profundo del cerebro del mono. Los monos operan en un nivel físico, biológico, no en el nivel humano de la razón o la decisión. Los científicos prepararon un botón que se podía presionar, y cada vez que se presionaba ese botón, una estimulación eléctrica entraba en el área del cerebro del mono que controla el placer. El mono experimentaba la sensación de sentirse realmente feliz. Pusieron al mono en una jaula con el botón para ver qué tan fuerte sentiría la necesidad de experimentar placer. No pasó mucho tiempo hasta que el mono descubrió la relación del botón con esa sensación de felicidad. Comenzó a presionar el botón repetidamente.

Pusieron un mono hembra en la jaula con él. Ni siquiera la miró; simplemente, siguió presionando el botón. Pusieron comida en la jaula, pero él estaba más interesado en el botón. Nada de lo que hicieran pudo distraerlo del botón y del placer que proporcionaba.

Eso es lo que el diablo trata de hacer con nosotros. Él trata de mantenernos tan enfocados en los placeres y las atracciones de este mundo que tendremos poco interés en el mundo por venir. Pero los seres humanos no son monos. Tampoco somos monos evolucionados. Sin embargo, hay algunas personas que actúan como lo hizo ese mono. Vuelven una y otra vez a las cosas que les traen placeres temporales y fugaces. Estas cosas pueden estar destruyendo su vida, incluso aquí en la Tierra, pero continúan presionando el botón del placer una y otra vez.

Dios bendice la fidelidad de Daniel

Todos los placeres del reino más poderoso de la Tierra en ese momento estaban al alcance de Daniel, pero el versículo 8 dice que tomó una decisión: resolvió no contaminarse con la comida y la bebida del rey. Además, decidió darle a Dios la oportunidad de mostrar su poder. Daniel propuso una prueba.

Entonces Daniel dijo al guarda que el jefe había puesto sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías: “Prueba, te ruego, a tus siervos durante diez días. Danos legumbres a comer y agua a beber. Después compara nuestro rostro con el de los jóvenes que comen la comida del rey. Y según veas, haz después con tus siervos” (vers. 11–13).

Una razón por la que Daniel decidió que no se alimentaría con la comida del rey ni bebería su vino fue que era una comida pesada y poco saludable, gran parte de la cual era “impura”, de acuerdo con las regulaciones que Dios había establecido para Israel. Pero, aún más importante, Daniel sabía que este alimento había sido ofrecido a los ídolos de los dioses babilónicos antes de ser servida en la casa real. Consumir esta comida era participar en la ceremonia de idolatría. Daniel no consumiría alimentos que habían sido ofrecidos a los ídolos. Hacerlo sería reconocer la deidad de estos dioses paganos. Sería repudiar al Dios del cielo.

Cuando Daniel se propuso en su corazón servir a Dios, Dios se propuso en su corazón bendecir a Daniel. ¿Cuál fue el resultado de esta prueba de diez días?

Al cabo de los diez días el rostro de ellos se veía mejor y más nutrido que el de los otros jóvenes que comían de la comida del rey. Desde entonces el guarda quitaba la ración y el vino de ellos, y les daba legumbres.

A estos cuatro jóvenes Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias. Además, Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños. Al fin del tiempo fijado para llevarlos al rey, el oficial jefe los presentó ante Nabucodonosor. El rey habló con ellos, y entre todos no fueron hallados otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Así quedaron al servicio del rey. En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey los consultó, los encontró diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino (vers. 15-20).