GuíaBurros El Republicanismo en España - Eduardo Montagut - E-Book

GuíaBurros El Republicanismo en España E-Book

Eduardo Montagut

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Beschreibung

La Primera República, 1873-1874, que acabó con el pronunciamiento de Martínez Campos y la restauración borbónica, y la Segunda  República, de abril de 1931 hasta el inicio de la dictadura franquista, son dos épocas históricas vinculadas entre sí que guardan muchas de las claves para entender e interpretar nuestro presente ya que fundamentos ideológicos de la política actual tienen muchas de sus raíces en aquellos sucesos que marcaron definitivamente unos profundos cambios sociales. El autor, con su característico estilo claro, didáctico y riguroso, nos muestra las causas y origen de todos aquellos acontecimientos convulsos que trastocaron definitivamente la historia de España.

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EL REPUBLICANISMO EN ESPAÑA

Desde sus albores al Frente Popular

Eduardo Montagut

www.republicanismo.guiaburros.es

© 2022 Eduardo Montagut

© 2022 Editatum S.L.

Título: GuíaBurros El Republicanismo en España

ISBN: 9788419129529

DL: M-13682-2022

Printed in Spain

Sobre el autor

Eduardo Montagut nació en Madrid en 1965, licenciándose en Historia Moderna y Contemporánea por la UAM en el año 1988, con premio extraordinario. En la misma Universidad alcanzaría el doctorado en 1996 con una tesis sobre “Los alguaciles de Casa y Corte en el Madrid del Antiguo Régimen, un estudio social del poder”. Por otro lado, el autor emprende estudios de la época ilustrada a través de la Real Sociedad Económica Matritense y la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País sobre cuestiones de enseñanza, agricultura, montes y plantíos. En 1996 comienza su carrera de docente en Educación Secundaria en la Comunidad de Madrid.

Con el nuevo siglo, Eduardo Montagut inicia una intensa actividad en medios digitales y escritos con publicaciones de divulgación e investigación históricas, política y de memoria histórica, siendo autor de libros como GuíaBurros: Del Abrazo de Vergara al bando de guerra de Franco; GuíaBurros: Episodios que cambiaron la Historia de España; GuíaBurros: La España del siglo XVIII;GuíaBurros: Historia del socialismo español; GuíaBurros: El tiempo de las revoluciones y GuíaBurros: El Antiguo Régimen. Asimismo imparte conferencias y participa en diferentes charlas y debates.

Agradecimientos

A Rosa, Alicia y Esteban por su amistad incondicional

Introducción

Este libro pretende ofrecer una visión general del republicanismo en España desde sus orígenes en los albores del siglo XIX hasta la formación del Frente Popular. Estudiaremos las principales ideas que los republicanos desarrollaron, que fueron diversas en relación con el modelo republicano a implantar, además de elaborar planteamientos distintos a la hora de defender el método para llegar al establecimiento de un régimen republicano. Precisamente, estas diferencias se vertebraron a través de distintas formaciones políticas, una cuestión a la que tendremos que dedicarle una evidente atención, comprobando que los republicanos se movieron siempre en una dialéctica de dispersión con enfrentamientos entre sí y de convergencia de esfuerzos.

Abordaremos el estudio tanto de las épocas en las que el republicanismo se encontró al margen o en abierta oposición a los regímenes monárquicos existentes, y que, como bien sabemos, ocuparon la mayor parte del espacio temporal de la contemporaneidad española hasta la Guerra Civil, como también tendremos que detenernos en los dos períodos en los que hubo Repúblicas en España, breves en el tiempo, aunque muy intensos. Pero no hemos pretendido realizar un relato de ambas Repúblicas, sino, siguiendo las líneas trazadas anteriormente, profundizar en el conocimiento de las fuerzas republicanas en esos dos momentos, pero, sobre todo, estudiar las políticas que se intentaron llevar a cabo como claras alternativas, más estructuradas para el caso de la Segunda República que para la Primera, de lo existente en las Españas de las dos épocas. En este sentido, el capítulo de reformas de la Segunda República tiene un desarrollo mayor que otros, y con especial detenimiento en aspectos, que creemos, menos conocidos.

En este manual sobre republicanismo no se podía dejar de lado la posición del socialismo español por su particular concepción de lo que debía ser una República, y porque generó una compleja relación con los partidos republicanos, entre el rechazo absoluto por considerar que representaban a la burguesía, aunque fuera, en teoría, progresista, y la colaboración ante la necesidad de aunar fuerzas contra la potencia de los adversarios políticos monárquicos, eso sí, siempre con ciertos recelos y no pocos debates internos.

Hemos dedicado un capítulo específico al papel de las mujeres en el republicanismo español.

Y terminamos con el principio del libro en sí. Antes de empezar hemos creído conveniente referirnos a lo que se entiende por República, un término de la ciencia política lleno matices, y a los orígenes generales del republicanismo.

Los orígenes del republicanismo

El republicanismo en Occidente

República es un concepto político, pero también jurídico. Procede del latín, res publica, opuesto a la res privata, es decir, la comunidad política o “cosa pública”, frente al ámbito privado, una diferencia que era muy evidente entre los romanos. En este sentido, se trataría de un término genérico equivalente al bien común. Pero también tiene que ver, lógicamente, con una forma de gobierno en la que el jefe del Estado es una persona elegida por distintos procedimientos, ya sea directamente por el pueblo, ya por el legislativo, confrontándose al modelo monárquico de jefe de Estado, cuyo cargo es heredado en el seno de una dinastía. Los tipos de Repúblicas son diversas, como es sabido, siendo la división más tradicional la que establece entre Repúblicas presidencialistas y parlamentarias. Por fin, en España las Repúblicas dentro de su Historia han sido asimiladas, aun siendo distintas entre sí, por parte de las izquierdas, a modelos plenamente democráticos, siendo derribadas por sus enemigos políticos internos y externos, mientras que para las derechas, en cambio, han sido consideradas, con distintos matices, como regímenes caóticos y fallidos por responsabilidad directa de sus protagonistas.

Las ideas republicanas se han vinculado tradicionalmente con los valores que se asocian a la importancia de la ciudadanía y de la política, así como al ejercicio de una vida adecuada y a la moralidad social. Esos valores eran propios de la Atenas clásica y de Roma, pero su abandono habría provocado, según los clásicos, la crisis de la República romana. En todo caso, los valores republicanos no murieron con la llegada del Principado y el Imperio. En Europa se mantuvieron en el Renacimiento, especialmente con Maquiavelo, y pasaron en el siglo XVII al mundo anglosajón. James Harrington fue un teórico fundamental en la revitalización del republicanismo clásico. En 1656 escribió La República de Oceana, dedicada a Cromwell. Harrington defendió la rotación de los cargos, la separación de poderes, el bicameralismo, etc. Su influencia fue evidente para conformar el ideario posterior de los whigs, y también para la propia Revolución americana. Por su parte, Algernon Sidney también aparece como una figura muy importante en el republicanismo anglosajón por su protagonismo en la época de la primera Revolución inglesa y por sus teorías. Sidney planteó que la Monarquía absoluta como la ejercía Luis XIV era una mala forma de gobierno. Su obra fundamental fueron los Discursos relativos al Gobierno, y que tuvieron mucho que ver para que fuera ejecutado en 1683. También es importante destacar al poeta John Milton. Como vemos, todo este republicanismo se enmarcaba en el contexto de las agitaciones políticas inglesas en el siglo XVII, especialmente con la ejecución de Carlos I y el Gobierno de Cromwell.

El republicanismo pasó al siglo XVIII como una ideología y un conjunto de valores contra los sistemas políticos absolutistas. Nutrieron a los críticos e insatisfechos con la situación política europea. Se vertieron en muchos escritos como en las historias de la Antigüedad de Charles Rollin, o en las innumerables traducciones de Salustio y Tácito. En realidad, estas obras presentaban una imagen idílica de la República romana formada por labradores, como ciudadanos que defendían la libertad, la sobriedad, y una forma de vida arcádica. Ese mundo era visto por los críticos del XVIII como una alternativa a las Monarquías absolutas basadas en las jerarquías estamentales, el lujo, la corrupción y la sofisticación de rituales y protocolos.

Ese mundo rural arcádico conectaba claramente con los habitantes europeos de las Trece Colonias. Los norteamericanos aparecían como un pueblo sencillo, igualitario, amante de la libertad y muy vinculado a la tierra. Permitía superar la visión despectiva sobre la rusticidad de sus vidas, y que se habría podido dar hasta entonces. Ahora esa forma de vida se contemplaba, al vincularse con la Roma republicana, como una ventaja para levantar un nuevo sistema político, para el triunfo del republicanismo frente a las sofisticadas y artificiosas Monarquías absolutas. Los labradores norteamericanos, esforzados en su trabajo, iguales e independientes, no eran ya primitivos frente a los sofisticados europeos, sino modernos romanos, ciudadanos que estaban en condiciones de construir un sistema político republicano, y una sociedad nueva.

Por su parte, en Europa, era evidente que los intelectuales del Siglo de las Luces conocían los regímenes republicanos del Antiguo Régimen, como las Repúblicas de Venecia y Génova, la Confederación suiza, las ciudades libres alemanas, y el caso especial de las Provincias Unidas. Estos ejemplos hicieron considerar a Montesquieu y Rousseau que las Repúblicas solamente podían florecer en Estados de pequeña extensión. Por otro lado, Rousseau exaltó la soberanía del pueblo, base del régimen republicano. Pero era evidente que esas Repúblicas de la Edad Moderna eran regímenes políticos oligárquicos porque el poder estaba reservado a una minoría de ciudadanos. Pero también es cierto cómo en los años ochenta, antes de la Revolución Francesa, estallaron sublevaciones en Ginebra y, sobre todo, en las Provincias Unidas para exigir un cambio profundo de sus regímenes respectivos, para que los derechos políticos se extendiesen a todos los ciudadanos. La sublevación de Ginebra de 1782 fue abortada por las tropas francesas y piamontesas. Por su parte, los ingleses y prusianos se encargaron de reprimir la de los Países Bajos en 1788. Las Monarquías no estaban dispuestas a tolerar estos profundos cambios en el corazón de Europa. Los sublevados encontrarían en Francia su refugio, los conocidos en la época como los patriotas.

Al estallar la Revolución en Francia el espíritu republicano no era tan fuerte como a primera vista se podría suponer. Se pretendía un profundo cambio político, pero salvaguardando el principio monárquico. Serían las maniobras políticas de Luis XVI las que acelerarían el deseo de implantar una República. La huida de Varennes en junio de 1791 provocó la primera jornada republicana, y que acabaría con la matanza del 17 de julio de 1791. La política adoptada por el rey en relación con la Asamblea, empleando el veto con profusión, provocó que se organicen las jornadas de 20 de junio y de 10 de agosto de 1792. El rey fue detenido, y los revolucionarios decidieron que había que cambiar el régimen político, que la Constitución de 1791 ya no era válida, por lo que se disolvió la Asamblea y se convocaron elecciones para un nuevo legislativo constituyente.