Guillermo Manuel Eduardo Tomás Bouffartigue - Alegna Jacomino Ruiz - E-Book

Guillermo Manuel Eduardo Tomás Bouffartigue E-Book

Alegna Jacomino Ruiz

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Beschreibung

La presente obra "Guillermo Manuel Eduardo Tomás Bouffartigue: un músico en pro de la cultura patria", devela, a partir de diferentes períodos históricos, la extensa labor del clarinetista, flautista y director de bandas Guillermo Tomás. Su magistral obra no solo alcanza relevancia por anticiparse a su época, trasciende por su espíritu y afán de conquistar una Cuba más culta. La creación de múltiples proyectos de divulgación musical como la fundación de la primera banda oficial de Cuba y la primera escuela de música para los niños pobres de la capital, lo hicieron marcar una época ávida de formación cultural. Su recia crítica musical lo hace ser reconocido como un iniciador del pensamiento musicológico cubano. Mostró como casi ningún músico su sentido del patriotismo cuando en la emigración, -en los finales del siglo XIX-, realizó innumerables conciertos para enviar fondos a Cuba, en medio de las luchas por la definitiva liberación nacional. Su vínculo con José Martí lo hizo acercarse al pensamiento de José de la Luz y Caballero, y consolidar a partir de la concepción de pueblo nuevo su proyección de vida. Si bien esta investigación no se considera un estudio biográfico, sí contribuye al descubrimiento del condicionamiento social e histórico que, desde la creación misma, revelan al músico y a su creación artística en épocas y sociedades diversas. Guillermo M. Tomás trabajó sin descanso no sólo en pro de la cultura patria, sino en pos de la misma.

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Veröffentlichungsjahr: 2023

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Edición, corrección y maquetación: Luis A. Rodríguez Ramírez

Diseño de cubierta y Conversión a e-book: Jadier I. Martínez Rodríguez

Todos los derechos reservados

©Alegna Jacomino Ruiz, 2023

Sobre la presente edición:

Ruth Casa Editorial,

Primera edición e-book, 2023

ISBN:9789962740155

Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio, sin la autorización de Ruth Casa Editorial.Todos los derechos de autor reservados en todos los idiomas. Derechos reservados conforme a la ley.

Ruth Casa Editorial

Calle 38 y Ave.Cuba,

Edif.Los Cristales,

Oficina no.6

Apdo. 2235,

Zona 9A,Panamá

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www.ruthcasaeditorial.com

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Sinopsis

La presente obra “Guillermo Manuel Eduardo Tomás Bouffartigue: un músico en pro de la cultura patria”, devela, a partir de diferentes períodos históricos, la extensa labor del clarinetista, flautista y director de bandas Guillermo Tomás. Su magistral obra no solo alcanza relevancia por anticiparse a su época, trasciende por su espíritu y afán de conquistar una Cuba más culta. La creación de múltiples proyectos de divulgación musical como la fundación de la primera banda oficial de Cuba y la primera escuela de música para los niños pobres de la capital, lo hicieron marcar una época ávida de formación cultural. Su recia crítica musical lo hace ser reconocido como un iniciador del pensamiento musicológico cubano. Mostró como casi ningún músico su sentido del patriotismo cuando en la emigración, -en los finales del siglo XIX-, realizó innumerables conciertos para enviar fondos a Cuba, en medio de las luchas por la definitiva liberación nacional. Su vínculo con José Martí lo hizo acercarse al pensamiento de José de la Luz y Caballero, y consolidar a partir de la concepción de pueblo nuevo su proyección de vida. Si bien esta investigación no se considera un estudio biográfico, sí contribuye al descubrimiento del condicionamiento social e histórico que, desde la creación misma, revelan al músico y a su creación artística en épocas y sociedades diversas. Guillermo M. Tomás trabajó sin descanso no sólo en pro de la cultura patria, sino en pos de la misma.

Datos de la autora

Alegna Jacomino Ruiz (1987)

Doctora en Ciencias Históricas, Profesora Titular y Vicerrectora de la Universidad de las Artes, ISA. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), de la Red de Estudios Portuarios de Cádiz, España, de la Asociación Internacional de Estudios sobre Música Popular, rama Latinoamericana (IASPM-AL), de la Latin American Studies Association (LASA), de la Asociación de Estudios Internacionales de Beijing y del Grupo de Investigación: Cultura, música y juventud de México. Ha realizado intercambios académicos en Ecuador, México y China. Dentro de sus últimas publicaciones se encuentran: Multimedia “Orquesta Aragón”, en coautoría con Eduardo Torres-Cuevas, “¿África en la Aragón o la Aragón en África?” en Revista Cubana de Antropología Sociocultural Batey, “El sentimiento patriótico: núcleo del nacionalismo musical cubano en las guerras de independencia (1868-1898)” en el libro La Revolución de 1868. Estudios Históricos. Coordinador Oscar Zanetti, y “Una rectificación histórica necesaria: El nacimiento de Guillermo Manuel Eduardo Tomás Bouffartigue” en Revista de Cultura Cubana La Jiribilla. Ha obtenido entre otros reconocimientos la Bandera Cubana por el Ministro de Cultura de Cuba, el Premio Nacional Pedagogo Novel, el Premio Nacional del CITMA a Joven Investigador en Ciencias Sociales y Humanísticas, el Primer Premio de Musicología Argeliers León que otorga la UNEAC, y la Distinción Especial del Ministro de Educación Superior, por el mérito en la Investigación Científica y Tecnológica y la Innovación.

Guillermo Manuel Eduardo Tomás Bouffartigue Un músico en pro de la cultura patria

Alegna Jacomino Ruiz

Índice de contenido
Página legal
Sinopsis
Datos de la autora
Primer período: Cimientos de una sólida formación (1868-1889)
Una rectificación histórica necesaria: El nacimiento de Guillermo Manuel Eduardo Tomás Bouffartigue
La perla afrancesada de Cuba al calor del movimiento independentista del 68
Tomás Atanasio Emilio Tomás De Clouet, el padre y la génesis musical
Primera etapa del primer período (1868-1878). Los primeros años de Guillermo Tomás
Segunda etapa del primer período (1879-1889). La preparación musical de Guillermo Tomás
Hasta que la muerte nos separe: el noviazgo de Ana Aguado y Guillermo Tomás
Segundo Período: Nueva York suena por Cuba. (1890-1898)
El peligroso Imperio
El exilio, inspiración de obras patrióticas
Tercer Período: La Habana: en pro de la cultura patria (1899-1933)
Primera etapa del tercer período: Creación de proyectos musicales (1899-1922)
Creación del Instituto Vocal Aguado-Tomás
Orígenes de la Banda del Cuerpo de Policías de La Habana
La Bayamesa, hoy Himno Nacional en Guillermo Tomás
Primer debut internacional de la Banda del Cuerpo de Policías de La Habana: a su regreso Banda Municipal de La Habana
La Banda Municipal de La Habana junto a nuevos proyectos: Escuela de Música, Orfeón y Sinfónica
Éxito de la banda en la más intelectual de las ciudades norteamericanas
Consolidación de la obra del maestro Guillermo Tomás
Vigésimo aniversario de la fundación de la Banda Municipal de La Habana (1919)
El dolor de una pérdida irreparable: el fallecimiento de Ana Aguado
Segunda etapa del tercer período: Una parada necesaria (1923-1930)
¿Laureano Fuentes es el Schubert cubano?
El lied en la obra de Guillermo Tomás
Tercera etapa del tercer período: El regreso del maestro (1931-1933)
El legado del maestro Guillermo Tomás
Guillermo Tomás en la musicología cubana
Obras que marcan una impronta
El Conservatorio de Música Guillermo Tomás Bouffartigue
Apéndices
Referencias bibliográfícas

A Cuba, a La Habana y a Cienfuegos, por haber parido un músico para todos los tiempos.

Al doctor Eduardo Torres-Cuevas por su perspicaz sugerencia del tema.

A María Isabel Ruiz Villa (mi madre), mi fiel conspiradora.

A mi alumna, María Isabel Pérez y mi secretaria Kellys Mary Rodríguez por la ayuda.

Al personal que apoyó siempre la investigación en la Iglesia Catedral de Cienfuegos, el Obispado de Cienfuegos, el Museo Provincial, el Museo Nacional de la Música y la Sala de Música de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí.

Introducción

Los estudios referidos a acercamientos biográficos, en la mayoría de los casos, han direccionado su objeto de estudio hacia el análisis diacrónico, a partir de la concatenación de hechos o acontecimientos relevantes, que dictaminan o configuran el quehacer teórico-metodológico para este tipo de investigaciones.

En este sentido los avances en la literatura biográfica musical, han contribuido al descubrimiento del condicionamiento social e histórico que, desde la creación misma, revelan al músico y a su creación artística en épocas y sociedades diversas.

Esta complicidad subyacente a la anterior combinación deviene en resultante a partir del receptor y queda respaldado en las tesis que sostiene T. Kneif (1971), cuando plantea la existencia de relaciones entre la música y la sociedad, la cual puede interpretarse de tres maneras diferentes: en primer lugar, señala que la música está simplemente condicionada por la sociedad, luego que la música es la expresión de la sociedad y en último lugar considera que la música refleja las condiciones sociales en las que nace.

Nutrirse de cada una de estas formas, determinó la concepción de creación del músico Guillermo Manuel Eduardo Tomás Bouffartigue, maestro que trascendió en el tiempo por ser capaz, ante todo, de aglutinar una obra en favor de la cultura cubana. A Guillermo Tomás lo distingue una versatilidad sin precedentes, marcada por un espíritu inquieto de sólida formación, que no solo estuvo determinado por la música como máxima de creación, sino por su impronta pedagógica, su labor musicológica y de divulgación de obras no escuchadas con antelación en Cuba.

Deviene así la importancia de la reconstrucción de fuentes musicales inherentes al repertorio internacional de las primeras décadas del siglo XX. La valoración estética del sonido, de sus instrumentos y prácticas performativas asociadas, llevará a valorar la música en sí misma, no como una mera etapa en el camino al reino de la tonalidad y de la música clásico-romántica, tendencia que surge de la paulatina historización de la vida de conciertos desarrollada en Europa, alimentada por la investigación musicológica temprana. Esta restauración de repertorio del pasado, encontró su máxima expresión a mediados del siglo XX con el rescate de la performance histórica.

El estudioso Paul H. Lang, ha afirmado que “(...) las grandes obras lo son a causa de su novedad inmortal, no a causa de su edad, no porque hayan existido hace cientos de años, sino porque existen desde hace cientos de años”. (Lang, 1985, p. 192)

La manera en la que el público recibía el repertorio de la Banda de Música fundada por Guillermo Tomás, lo afirma el teórico Alphons Silbermann, cuando plantea que:

La música puede ser efectivamente aprehendida solo en el momento de contacto entre el artista y el oyente, ya que, por así decirlo, la obra musical se exterioriza, contribuye no solo a la evolución de la vida o a crear nuevos valores, sino que produce un momento sensible: un momento que constituye una experiencia para la sociedad. (Silbermann, 1963, p. 74)

Esa nueva sociedad, más culta y a la vez más cubana, constituía el más gran deseo de Guillermo Tomás, ya que la especificidad de la música no reside en su aislamiento, sino por el contrario, se percibe en un todo cultural del que forma parte y en el que ocupa un lugar propio, distinguiéndose del resto. Gilbert Chase, por su parte describe este proceso vinculado a la historia, cuando señala que “(...) el objeto de la historia de la música debería ser la totalidad de la experiencia musical, con todo su abanico de valores sociales y humano”. (Chase, 1958, p. 3)

Por ello se plantea que la historia social de la música, disciplina a la cual se adscribe este estudio, es portadora y mensajera de los valores propios de la música. Los manifiesta, de modo implícito o indirecto, pero no menos real; y con sus propios métodos, los cuales conducen al descubrimiento de las funciones y los valores sociales de la música.

Guillermo Tomás fue portador de valores musicales, se desarrolló además en el ámbito de la crítica musicológica, constancia de ello fueron los innumerables artículos que publicó en revistas, periódicos y libros dedicados a esta temática. La importancia que reviste esta faceta de Guillermo en los inicios del siglo XX para la actividad científica de la época, estuvo en lo esencial determinada por una caracterizada y fuerte tendencia hacia la objetividad, y por una actitud más analítica que sistemática o sintética. Los esfuerzos de la ciencia de su tiempo reflejaron un conocimiento objetivo a partir de las realidades que debían concernir no solo a la ciencia musical, sino a las indagaciones sobre la música.

Por lo que, el desarrollo de la historia de la música como ciencia, profundiza en los estudios sobre múltiples aspectos de dicho arte, lo que ha llevado a una revelación más explícita del fenómeno que, de acuerdo a la realidad, se integra, a lo largo de toda su trayectoria conocida, en la vida social.

Para esta investigación, resultaron imprescindibles las obras de Alejo Carpentier, Serafín Ramírez, Zoila Lapique, Radamés Giro, las cuales aportaron desde cada uno de sus puntos de vista, el acontecer cultural y musical de Cuba en las primeras décadas del siglo XX. Con respecto al contexto histórico se utilizó de Eduardo Torres-Cuevas, el compendio Cuba: el sueño de lo posible, el cual facilitó la comprensión del momento que vivía Cuba al producirse el nacimiento de Guillermo Tomás, en 1868. La obra Las metáforas del cambio en la vida cotidiana, del autor Marial Iglesias Utset, resultó imprescindible para a un acercamiento del mundo cultural habanero.

Como antecedente de esta investigación, se puede citar el artículo de Raúl Martínez Rodríguez: “Apuntes sobre la vida y obra del músico cubano Guillermo M. Tomás: 1868-1933”, publicado en la Revista de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, texto cuyo mérito es ser de los primeros y más serios trabajos realizados sobre Guillermo; sin embargo, como bien se explicita en el título del mismo, aborda más apuntes biográficos que valoraciones profundas.

Se conoce que 31 años después se publica el libro Guillermo Tomás de Yarelis Domínguez, por Ediciones Museo de la Música (2016), lo que llama la atención es el silencio imperante por más de tres décadas en todo el gremio de la música y la musicología cubana, si nos encontramos ante uno de los iniciadores del pensamiento musicológico en Cuba, de la pedagogía musical, el primer doctor cubano en música por la Universidad de Nueva York y uno de los de la avanzada en la creación de proyectos, que en su momento no solo fueron de los mejores de la isla, sino que sirvieron de antecedente a otros tantos de los que hoy dan vida a la historia de la música cubana.

El libro de Domínguez, con un marcado perfil musicológico, aborda la trascendencia de la obra de Guillermo Tomás a partir de un estudio académico previo, lo que le aporta cientificidad al mismo.

De una parte, este texto se propone en primer lugar, develar en toda su dimensión la obra de un músico tan polifacético como lo fue Guillermo Manuel Eduardo Tomás Bouffartigue, a partir del desconocimiento existente sobre esta figura y que comienza desde una deflación hacia su persona visiblemente apreciada en la literatura musicógrafa cubana, lo que conlleva a un peligro mayor: la reducción de la historia social de la música de las primeras décadas del siglo XX. Por otra parte, uno de los objetivos que persigue esta obra es la rectificación de su fecha de nacimiento, unido a su impronta como uno de los iniciadores del nacionalismo musical, y su vínculo con figuras del movimiento independentista cubano.

Para desentrañar, contrastar y validar la información que sobre este músico se hallaba, fue necesario clasificar la misma por períodos históricos que responden a los distintos momentos que marcaron su vida y obra. Un primer período denominado: Cimientos de una sólida formación (1868-1889), que consta de dos etapas: Los primeros años de Guillermo Tomás (1868-1878) y. La preparación musical de Guillermo Tomás (1879-1889).

Un segundo período nombrado: Nueva York suena por Cuba (1890-1898), y el tercero, La Habana: en pro de la cultura patria (1899-1933), con tres etapas: Creación de proyectos musicales (1899-1922), Una parada necesaria (1923-1930) y El regreso del maestro (1931-1933).

Aunque resultó escasa la existencia de información primaria, el estudio de las fuentes periodísticas, implicó la revisión de numerosas revistas y periódicos, tanto nacionales como extranjeros, recopiladas en lo fundamental por el Museo Nacional de la Música y por la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí. Las fuentes documentales compuestas por fotos, carteles, anuncios promocionales y otras maneras en las que se presentó la gran diversidad de proyectos creados por Guillermo Tomás, arrojaron valiosa información.

Es preciso señalar lo que aportó la papelería inédita del historiador cienfueguero Florentino Morales, localizada en el Museo Provincial de Cienfuegos, que, con una certera y profunda mirada, avizoró determinados elementos que se debían esclarecer sobre la vida y obra del autor referido. Asimismo, no se puede dejar de mencionar la búsqueda realizada en los archivos de la Parroquia La Purísima Concepción, de la Iglesia Catedral de Cienfuegos, que tuvo como objetivo de dilucidar el gran dilema de la fecha de nacimiento de Guillermo Tomás.

Sirva esta obra para ubicar, aunque lejana en el tiempo, a la figura de Guillermo Tomás en el lugar que le corresponde por derecho propio en las más excelsas páginas de la historia de la música cubana. Como dijera un día mi tutor –doctor Eduardo Torres-Cuevas–: “(...) ninguna obra está totalmente concluida” (Eduardo Torres-Cuevas, comunicación personal, 10 de diciembre de 2012). Por ello se exhorta a una profundización mayor a todos los que sienten la música como alma de la cultura de la nación. Vestirse de cultura implica conocer cada uno de los elementos que la han distinguido: en ella va el digno aporte de esta autora que, por encima de todo, se enorgullece de vivir en una patria de músicos que forjaron, desde su pedacito, a la nación cubana.

Primer período: Cimientos de una sólida formación (1868-1889)

Una rectificación histórica necesaria: El nacimiento de Guillermo Manuel Eduardo Tomás Bouffartigue

La figura de Guillermo Manuel Eduardo Tomás Bouffartigue, aunque no lo suficientemente investigada y profundizada en el mundo de la música, es de extrema importancia para todos los estudios referidos a la musicología cubana, la didáctica en el aprendizaje de la música, así como a la minuciosa exquisitez que caracterizó siempre la manera de desempeñarse en la dirección de orquestas, bandas, coros u otro tipo de formato instrumental.

Aunque en la Revista de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, Año 109, N. 2, julio-diciembre 2018, esta autora aclara el tema de la fecha del nacimiento del músico Guillermo Tomás, como él mismo firmaba y como más suele conocerse, se hace necesario volver a este asunto, en más de un artículo y textos consultados, ya que prevalece el error sobre dicho acontecimiento.

Tomar la fecha del 10 de octubre de 1868 como el día del nacimiento de este eminente músico, podría tener en la literatura musical cubana un impacto mayor si se considerara que ese mismo día y año, iniciaba uno de los sucesos que marcarían para siempre a la nación cubana: la gesta independentista de 1868; intencionalidad que suele ser atribuida siempre al nacimiento de este músico, que no por realmente coincidir en fecha, dejó de ser un ferviente devoto de la causa cubana. Sin embargo, ocho días más tarde –el 18 de octubre de 1868, fecha real del nacimiento de Guillermo Tomás–, se vivía en el país la misma efervescencia patriótica de aquel histórico 10 de octubre.

Es válido aclarar que el primero en avizorar la confusión existente en cuanto a la fecha del nacimiento de Guillermo Tomás, es desde el pasado siglo XX, el historiador cienfueguero Florentino Morales, y así lo deja explícito en su papelería aún inédita. Para ese entonces no contaba este investigador con una fuente original que demostrara a la comunidad científica tal problema. Ante esta situación y teniendo como pretexto que se avecinaba el 150 aniversario de su nacimiento (2018), se decidió indagar sobre todo lo referido a la develación real de tal fecha.

A ello se agregaba otra problemática: pocos de sus biógrafos consignaban su tercer nombre (Eduardo), lo que para él debe haber tenido una significación especial, debido a que fue el nombre que le puso al único hijo de su primer matrimonio: Eduardo Tomás Aguado.

Luego de una detallada búsqueda de su partida de bautismo, se halló el original en los archivos de la Parroquia La Purísima Concepción, de la Iglesia Catedral de Cienfuegos, en el Libro de Bautismo de Blancos N. 13 al Folio 63 Vuelta y número 232 Vuelta (Ver Apéndice I a), en el que conforme a su original a que me remito, dice lo siguiente:

Día primero de noviembre de mil ochocientos sesenta y ocho y el Pbro. D. Joaquín Cuervo Arango, teniente de Cura Por S. E. Y de la Iglesia de ascenso de la Purísima Concepción de esta villa de Cienfuegos á ella y su Jurisdicción Vicario Juez Ecco interino; bauticé solemnemente y puse los santos óleos á un niño que nació el dia diez y ocho del mes próximo pasado, hijo legítimo de D Tomas Tomas y de Da Antonia Bouffartigue naturales y vecinos de esta villa, abuelos paternos D José Antonio y Da Josefa Clonch naturales el primero de Cataluña y la segunda de Panzacola en la Florida: maternos D Guillermo natural de Francia y Da Juliana Dupalainque lo es de los Estados Unidos: en cuyo niño ejercí las sacras ceremonias y preces y le puse por nombre Guillermo Manuel Eduardo: fueron padrinos D José Antonio Tomas y Da Julia Tomas Bouffartigue a quienes advertí el parentesco espiritual y obligatorio Contraídas y lo firmo.

Joaquín Cuervo Arango (Sic).

Certificada la partida, en esta ocasión, por el Cura Párroco de La Purísima Concepción, S. I Catedral de Cienfuegos Rafael Muñoz Mateo, el 10 de abril de 2018, con número de Registro de Salida en Cancillería: 0015.

Hoy los motivos de tal develación, no solo se encuentran asociados a la rectificación de un error que ha estado configurando el quehacer historiográfico de la musicología cubana, sino en ubicar en el lugar que merece a un hombre que vistió de largo por sus conocimientos e impronta, a la cultura de la nación.

Entender un contexto para entender un pensamiento

Guillermo Manuel Eduardo Tomás Bouffartigue, nace en Cienfuegos, el 18 de octubre de 1868. Desde pequeño sintió una gran afición por la música. Se desempeñó como flautista, director de bandas, orquestador, crítico, publicista, con convicciones asociadas a los acontecimientos que conformaban el contexto de la Cuba independentista del 68.

La manera en la que se proyectaría Guillermo formaba parte de su cosmovisión factual, ello estaría por siempre reflejado en su obra musical y cultural. Su amigo César Pérez Sentenat, en entrevista concedida para la revista Bohemia afirma: “(...) era un revolucionario tanto política como artísticamente (...) Mostraba su gran amor por la causa libertadora y su gran preocupación por la cultura musical de Cuba” (Sand, 1968, p. 78). Además, comenta sobre su emigración hacia Nueva York, donde contacta con la Junta Revolucionaria Cubana para poner su arte y persona al servicio de la lucha por la independencia.

Ofrece en la mencionada ciudad, conciertos que multiplican las recaudaciones, cuyos fondos entrega para contribuir al sostén de la guerra. Estos momentos, marcados por una inacabable etapa de ebullición nacional, caló en arraigados sentimientos libertarios, de causas justas, y engendró el ser de un Guillermo que fraguaría su vida en pro de la cultura patria.

Los años cercanos a su nacimiento, se caracterizaron por un afanado interés en propiciar y encontrar el camino de la revolución independentista. Entender el ambiente, de esencia patriótica, y acontecer que rodearon sus primeros años de vida, serán el punto de partida para entender no solo su obra musical, sino su proyección de vida.

La etapa estuvo marcada por el distanciamiento de los reformistas del proceso real que se estaba operando en las bases de la sociedad y a su vez fracasaba la corriente antinacional anexionista, con el alejamiento de una parte importante de sus promotores y participantes. Se trataba de desarrollar una conciencia colectiva que aspirara a crear en el estado independiente, la nación realizada.

Llegaba a su límite el aumento de impuestos, la represión y la segregación de los cubanos de los cargos públicos, todo ello a través de un gobierno despótico personificado en el capitán general y gobernador superior político, con plenos poderes y todas las facultades dentro de la arbitrariedad del poder colonial. El historiador Eduardo Torres-Cuevas apuntaba:

Es también la época de hombres como Félix Varela, José de la Luz y Caballero, Juan Bautista Segarra, entre otros, que sembraron un pensamiento propio para comprender a Cuba y liberarla de sus males tanto internos –la sociedad colonial (con todas las formas de esclavitud y de disminución de la dignidad humana)– como externos –el poder colonial (con el rebajamiento de lo propio por lo foráneo)–. El trabajo consciente de crear una conciencia cubana se extendió por toda la isla, ya sea a través de los maestros de escuelas, ya de los cabildos negros, ya de los liceos, ya de las actividades sociales y, en lo fundamental, de las logias del Gran Oriente de Cuba y Las Antillas. Todo ello fue el resultado de la obra de los hombres que pensaron a Cuba y sembraron la idea patriótica, que también definían como la idea cubana. Esta idea nació y evolucionó con la realidad. Tenía sentido, en tanto expresaba un sentimiento común, resultado de la vivencia y experiencia colectivas. La idea patriótica, tal y como se manifiesta ya en 1868, implicaba algo más que la visión que, en las décadas anteriores, tenía el criollismo de sí mismo. En esa concepción inicial, el sentimiento del criollo definía la diferencia entre los que se habían criado aquí, incluso, aunque no hubiesen nacido en Cuba. La idea cubana, para los hombres del 68, significaba, además, la conciencia de crear un hogar común y propio para la felicidad de sus miembros (Torres-Cuevas, 2010, p. 4).

Ese sentir del criollo, no era otro que el amor patrio por todo lo que significara libertad. La música, como una de las más eruditas y excelsas manifestaciones de la cultura y el pueblo cubanos, aglutinaría las esencias mismas de la identidad, la tradición y el folclorismo que se gestaba en aquel ajiaco, –en plena cocción–, al cual Fernando Ortiz se refería siempre. Armonías, melodías, patrones rítmicos en contrapunto, asociados en síncopa o no, constituían el eje de enganche con el alma del cubano. Fue la música, el pretexto que utilizó Guillermo Tomás para expresar su sentimiento patrio, para aportar desde su conocimiento, al desarrollo en primer lugar independentista y luego cultural de Cuba.

Era una etapa en la que circulaban algunas propuestas musicales que expresaban en este período de luchas por la independencia, un estado de amor sublime por la patria. Brotó por encima de todas las pasiones o emociones, el más diáfano sentimiento patriótico. Llamaba la atención, la repetición de un mismo título en varios autores, así lo demuestran, entre otros, Hubert de Blanck (nacionalizado cubano desde 1903) con su obra Patria, Mi patria del poeta José Fornaris, la zarzuela en dos actos denominada ¡Cuba Libre!, de Manuel Fernández Caballero que, aunque nacido en tierra española se afilió a la causa cubana; las piezas de José Marín Varona La Independencia y Mi patria, entre otras que conforman el catálogo de obras musicales que se originaron en esta etapa.

Otro aspecto significativo es la cantidad de músicos, poetas, y compositores foráneos que se trasladaron a Cuba para contribuir, a través de lo que mejor sabían hacer, con la soberanía de este país. En 1868, año crucial para el proceso independentista cubano, lo mismo se podía encontrar a un Pedro (Perucho) Figueredo con su inmortal La Bayamesa, en medio del enardecido pueblo bayamés festejando la toma patriótica de la villa, que un Ignacio Cervantes obteniendo el Primer Premio de Armonía en el Conservatorio de París. Figueredo constituía la más genuina expresión del sentir de un pueblo, de una patria aguerrida.

Cervantes se destacaba como uno de los más notables compositores y pianistas que trabajaba el acento nacional, la defensa de la identidad cubana en la música. Caracterizó la época, la evolución, surgimiento y recreaciones de estilos musicales diferentes conformadores de lo cubano. Procesos paralelos confluyeron al calor del momento histórico que vivía el país. Hombres tan imprescindibles en la gesta libertadora como Martí, Céspedes, Maceo se involucraron con gran parte de la música naciente en este contexto de lucha por la soberanía nacional.

La música no fue externa a la fragua de la nación deseada desde el sentimiento patriótico. Era uno de sus componentes expresivos y, a la vez, sonoridad identiraria de Cuba y de su gente; cimientos y fundamento del sentimiento patriótico que recorrió toda la evolución de la música cubana. El caso de Guillermo Tomás no fue diferente.

La perla afrancesada de Cuba al calor del movimiento independentista del 68

A Cienfuegos, –originalmente nombrada Fernandina de Jagua y ubicada en el centro sur de la isla–, solían apodarle la perla afrancesada de Cuba, debido a su fundación en 1819 por un grupo de franceses o criollos de ascendencia francesa encabezados por Don Luis De Clouet,1 por su suntuosa bahía y por sus indiscutibles valores arquitectónicos.

Es importante recordar que los primeros asentamientos de franceses se localizaron en Cuba desde el siglo XVIII. Pero no es hasta la segunda oleada migratoria que se produce en 1812, que se asientan de forma permanente en las costas cubanas y en la que se vio implicado el territorio cienfueguero, específicamente, entre los años 1812 y 1820.

En un período de aproximadamente 30 años (1789-1820); según los historiadores Julio Le Riverend y Ramiro Guerra, calcularon que cerca de 30 000, queda impreciso si familias o franceses, se asentaron en Cuba para una población que excedía un poco más de medio millón de habitantes. “Demasiados franceses trayendo sus costumbres hacia una colonia que no era francesa, era realmente española” (Olavo Alén, comunicación personal, 1 de agosto de 2017).

Para 1834, se crea el viceconsulado de Francia en Cienfuegos, lo que denota la importancia que se les concedía a los pobladores de origen francés en la colonia. Y en 1880, la Corona española, atendiendo al aumento de la población, y a su progreso, desarrollo agrícola e industrial y a la importancia de su puerto marítimo le otorga a la villa de Cienfuegos el ansiado título de Ciudad.

El central Constancia fue considerado el mayor del mundo por la Sucrerie Indigène et Coloniale. Por su parte la aduana de Cienfuegos ocupaba el segundo lugar del país después de La Habana en recaudación por conceptos de recepción de productos, y diez años después de creado el ferrocarril en Cuba y treinta y dos la ciudad, se inauguraba el de Cienfuegos-Santa Clara. La región se enriquecía a través de una red productiva enlazada a pueblos y villas tributarias de la ciudad y puerto de Cienfuegos.

Sin embargo, luego de estallar la revolución independentista, la situación se tornó convulsa. La fuerza de trabajo empleada en los ingenios cienfuegueros sufrió cambios sustanciales derivados de toda una serie de factores que de forma muy particular incidían en el inevitable desmoronamiento de la sociedad esclavista (Diario de Cienfuegos, 1871, p. 5). Uno de ellos lo fue el gradual proceso abolicionista en sus diversas manifestaciones.

Posiciones radicales fueron manifestadas por los hermanos Cavada, Juan Díaz de Villegas, Luis de la Masa Arredondo y Antonio Hurtado del Valle en los diarios locales. Ejemplo de ello, se evidencia en esta cita expuesta por Enrique Edo: “El Fomento, bajo la dirección de Antonio Hurtado del Valle, sin tener carácter político oficialmente empezó a inclinarse al más exaltado radicalismo en sus ideales de libertad (…)” (Edo, 1861, p. 44).

El independentismo como tendencia ideológica comenzaba a manifestarse plenamente en la región, y tuvo la particularidad de contar con un grupo de la burguesía con avanzados ideales independentistas, entre sus miembros se encontraban, incluso, algunos de los que habían participado en las guerras emancipadoras como la de Secesión en Estados Unidos de Norteamérica. Los hermanos Cavada, fueron parte de los veteranos que participaron en dicha epopeya, y contribuyeron al fortalecimiento de ideas libertadoras.

El sentido y fervor patriótico marca la época. En la literatura se puede mencionar la activa participación de Clotilde del Carmen Rodríguez López, La Hija del Damují, quien colaboró de forma anónima en el periódico Diario de Cienfuegos, creadora además de la bandera de Cienfuegos que usaron las guerrillas de la región en la Guerra de los Diez Años y que después quedaría como bandera de la ciudad. Se suma Antonio Hurtado del Valle, denominado El Poeta de la Guerra, por ser uno de los que dio mayor esplendor a la poesía revolucionaria en la Guerra de los Diez años.

Las publicaciones periódicas locales respondieron al pensamiento político y sociocultural de la época, alcanzaron un auge notable: La Hoja Económica de Cienfuegos, que en 1860 continuó con el nombre de El Telégrafo, El Fomento, El Chismoso, El Comercio. En enero de 1869, Jacobo Domínguez Sauto fundó el semanario El Negro Bueno, periódico de inclinaciones independentistas y, nueve años después se funda el periódico La Aurora, primer diario liberal autonomista que existió en Cienfuegos después del Pacto del Zanjón.

Es la etapa del surgimiento de las más significativas instituciones culturales de la ciudad, en las que años más tarde, Guillermo sería uno de sus protagonistas. En 1840, se inauguró el teatro Isabel I, veinte años más tarde el Avellaneda y el 12 de febrero de 1890, el Tomás Terry. Surgieron también numerosas sociedades que propiciaron en las barriadas esparcimiento, desarrollo artístico y confrontación de ideas. Algunas de ellas fueron: Sociedad de Beneficencia Asturiana, Colonia Canaria, Sociedad Gallega, Sociedad Catalana, Sociedad Islas Baleares, Sociedad de Dependientesy otras para la raza negra como: El Progreso, Círculo Popular, La Amistad, entre otras.

El Liceo Artístico y Literario, fundado en 1847, constituyó un centro de gran importancia, una de sus finalidades era propiciar el desarrollo de la cultura, por lo que “establecía clases gratuitas a sus socios, así como se impartían clases a los niños pobres” (Edo, 1861, p. 44). Es de destacar que, en la programación de clases semanales, solo se repiten dos materias, la de música instrumental y la de idioma francés. Lo cual reafirma el carácter y refinamiento fundacional en la ciudad.

La música, sin lugar a dudas constituiría un eje transversal en la cultura cienfueguera, a partir de la sensibilidad que desarrolló su pueblo por este arte. El refinamiento musical de la ciudad se concibe como un proceso en el cual intervinieron disímiles factores, desde el origen de sus primeros fundadores, hasta la forma de aprehender y forjar un pensamiento musical no propuesto, pero sí supuesto desde el siglo XIX.

Según el historiador Florentino Morales, “(...) en el censo realizado en la ciudad en febrero de 1830, aparecen relacionados dos músicos: Sacramento Izquierdo y José Francisco Ramos. Ambos eran pardos libres” (Morales, Manuscrito sin publicar s/f).

Para 1846, se tiene constancia de la existencia en Cienfuegos de una Academia de Música fundada por Félix Varona, “(…) la que ofrecía dar clases dos veces por semana (…) a la vez se hacía cargo de hacer tocar toda clase de funciones en la Villa, como en los pueblos y campos de la Jurisdicción” (Morales, Manuscrito sin publicar s/f). Esta academia sería la segunda si se toma en cuenta la que probablemente tuvo Tomás desde el año anterior, según afirmara Morales.

Esa conclusión debe haber estado asociada a que Tomás fue de las personas que se ofrecieron para gratuitamente impartir clases en el Liceo, específicamente de música instrumental en la sección de los martes, donde además se acordó por parte de la dirección, la admisión de un niño pobre por cada diez asociados. Por su parte Rousseau continuó planteando sobre la Academia de Música de Félix: “Esta fue la mejor escuela o academia de música que hubo en Cienfuegos por aquella época (...)”, por lo que se infiere que hubo otras(Morales, Manuscrito sin publicar s/f).

En 1865, residió en la villa el profesor de música Agustín Cotada. Daba clases de solfeo, piano y flauta en el Colegio Colón, del que fue regente, e impartía lecciones a domicilio. Con Cotada comenzó la formación musical en esta ciudad, según criterios del musicólogo Olavo Alén Rodríguez, quien agrega: “(...) la música en esta ciudad es fruto de su marcado origen francés, vinculada a la cultura del piano, del violín y de la flauta. Cienfuegos no genera tradiciones, pero sí procesa para refinar” (Olavo Alén, comunicación personal, 1 de agosto de 2017).

Lo que cuentan los anales sobre la familia Tomás Bouffartigue

El primer músico notable que existió en Cienfuegos fue Tomás Atanasio Emilio Tomás De Clouet,2 –o Tomás Tomás como muchos le llamaban– nieto de José Agustín De Clouet, hermano del fundador de la ciudad Luis de Clouet, ambos de ascendencia francesa, aunque hayan llegado de Nueva Orleans. Tomás Tomás es el padre de Guillermo Tomás, de quien recibirá sus primeras influencias musicales.

Cuentan los anales cienfuegueros, que el origen del apellido Tomás, se remonta al español municipio de Montblanch, territorio ubicado en la provincia de Tarragona, Cataluña. La llegada de este apellido a la isla y a la villa Fernandina de Jagua, se produjo a través de la emigración hacia América por dos razones fundamentales: los vínculos entre parientes o vecinos de la misma comarca, o los establecidos por profesionales del negocio.

Esa última razón, fue la solución para los más pobres. Por sus carencias, no contaban con los recursos suficientes como para costearse el pasaje. Los colonos previstos para emprender viaje, traían un objetivo que para algunos constituía la posibilidad de garantizarse una vida segura; para otros con algunos recursos económicos, una vía de incrementarlos en un país que en esos momentos atraía por su riqueza.

Ejemplo de ello fue el padre de Tomás Tomás y abuelo de Guillermo Tomás, o sea, José Antonio de Tomás Voltés natural de Cataluña, España, cuyos padres fueron Manuel Tomás e Inés Voltés, ambos de Montblanch, según se constató en el libro 1 de matrimonios, folio 4 vto., partida 14, de la Iglesia Catedral de Cienfuegos.

Es importante señalar que el uso de la partícula de antes del apellido Tomás, era popularmente considerado, aunque sin razón, un signo de nobleza. Esta preposición desaparece en Tomás Tomás el padre de Guillermo, y no se ha vuelto a ver usada en la familia hasta el folleto con el prospecto y reglamento del Conservatorio de La Habana, dirigido por Hubert de Blanck, que fue publicado en 1899. Al referirse en él a los profesores del Departamento Vocal y su fisiología, se dice G.M. de Tomás en la fotocopia que aparece en el libro de Juan Beltrán: Biografía de Ana Aguado de Tomás (p. 95). José Antonio de Tomás Voltés, se deduce que nació en 1798, porque aparece en el censo realizado por Pedro Antonio Aragonés en 1830, con 32 años de edad.

Poseía para ese entonces, un establecimiento mercantil en la calle Gacel y un año después también contaba con dotaciones de esclavos y terrenos. José Antonio se establece en la colonia en las primeras décadas del siglo XIX y se casa con Josefa Remigia Joaquina De Clouet y Rolá,3 el 10 de febrero 1827 en sus segundas nupcias, pues para ese entonces estaba viuda de José Lorenzo de Irizar y Mendiola, este último natural de Zumárraga, Guipúzcoa, (España) quien muere en Cienfuegos con solo 34 años el 27 de marzo de 1826.

De los 6 hijos que tuvo Josefa con Irizar, los 4 últimos nacieron en Cienfuegos: Juan Ignacio, el 30 de junio de 1821; María de los Ángeles Josefa, el 16 de diciembre de 1822; Agustín María Buenaventura, el 14 de julio de 1824 y Luis Francisco, el 7 de octubre de 1825. Por consiguiente, ella vivía en la Fernandina desde antes del 30 de junio de 1821.

Con Tomás tuvo 8 hijos, todos cienfuegueros: Tomás Atanasio Emilio, que nació el 29 de diciembre de 1829; Luis Canuto, el 19 de enero de 1830; José Antonio Francisco, el 17 de septiembre de 1831; José Santiago, el 5 de febrero de 1833; Alejandro Juan Mamerto, el 11 de mayo de 1834; Victoria Josefa, el 9 de julio de 1836; Alejandro Pedro, el 18 de agosto de 1837 y Juan Ricardo Leandro, el 13 de marzo de 1839.

La otra parte de la historia, se encuentra asociada al apellido Bouffartigue. Se tiene constancia de la existencia del apellido desde el primer censo realizado en 1821 con Martina Bouffartigue, ya que el solar número 156 se consignó a su nombre, y se ubicaba en la calle San Fernando; por lo que se considera como una de las familias fundadoras de la villa (Rovira, 1975, p. 18).

Desde entonces el apellido Bouffartigue comenzó a pulular y a formar parte de la cotidianidad de aquella sureña colonia. Tal fue la connotación que fueron adquiriendo determinados elementos culturales –vinculados a costumbres de origen francés–, que trece años más tarde el 14 de diciembre de 1834 se instaura el Viceconsulado de Francia en la Fernandina de Jagua.

El parentesco de Martina con Guillermo, aún queda por definir. Se conoce que Guillermo Bouffartigue y Martín,4 abuelo materno de Guillermo Tomás, nació en Burdeos, Francia, y era hijo de Fernando Bouffartigue de Tolosa y de María Martín de Tolosa y Burdeos, ambos de Francia.

El señor Bouffartigue arriba a la colonia Fernandina, luego de haber transcurrido sus primeros años de fundación. Contrae matrimonio el 20 de noviembre de 1832, en la Iglesia Nuestra Señora de la Candelaria, de San Fernando de Camarones, con Juliana Dupalais Miñot, natural de Filadelfia. Era hija de Andrés Dupalais y de María Miñot, que vivían en la Fernandina desde mediados de la década del 20 del siglo XIX. Ambos nativos de los Estados Unidos, pero de ascendencia francesa. Bouffartigue fue poseedor del Ingenio Caledonia, situado en el Partido Judicial San Felipe de Cumanayagua, el cual, aunque había sido fundado en 1836, su compra data del año anterior.

De la unión de Guillermo y Juliana nacieron 10 hijos: Eugenia María que nació en Cienfuegos el 20 de junio de 1825; Dolores Elena, el 18 de agosto de 1826; Carolina Andrea, el 30 de noviembre de 1827; Antonia Juliana, el 13 de junio de 1830; Agustina Eloísa, el 15 de mayo de 1834; Josefa Gabriela, el 18 de marzo de 1836; Patrona Pascuala Armantina, el 23 de octubre de 1837; Carlos Sixto, el 23 de marzo de 1840, Evarista Adela, el 26 de octubre de 1841 y Avelina Andrea María, el 10 de noviembre de 1845.

Los anales aún muestran más datos sobre los antecedentes de esta familia. Tomás Atanasio Emilio Tomás De Clouet, el primero de los hijos de José Antonio de Tomás y Voltés y Josefa Remigia Joaquina De Clouet y Rola, nació en Cienfuegos, el 29 de diciembre de 1827, y contrajo matrimonio, el 14 de agosto de 1852 –según consta en el 2do Libro de Matrimonios Folio 64 vuelto, en la Iglesia Catedral de Cienfuegos–, con la cuarta hija de Guillermo Bouffartigue y Martín y Juliana Dupalais Miñot; Antonia Juliana Bouffartigue y Dupalais, nacida también en Cienfuegos el 13 de junio de 1830.

Del matrimonio de Tomás Atanasio y Antonia Juliana nacieron 5 hijos: Julia María Ladisláa, que nació en Cienfuegos el 27 de junio de 1853; Ricardo Desiderio Tomás el 21 de mayo de 1855; José Eulogio el 13 de septiembre de 1857; Guillermo Benigno el 12 de marzo de 1860 y Guillermo Manuel Eduardo, nuestro biografiado, nacido el 18 de octubre de 1868.

Tomás Atanasio Emilio Tomás De Clouet, el padre y la génesis musical

Por el relieve de sus actividades en el ámbito de la música, ya el nombre de Tomás Atanasio Emilio Tomás de Clouet, el padre de Guillermo Manuel Eduardo cuando este nació, había ocupado frecuentemente la pluma de los cronistas y hasta de los historiadores cienfuegueros, aunque sintetizado en un simple Tomás Tomás.