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Dr. Paul G. Caram

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Beschreibung

El Dr. Paul Caram escribe un comentario inspirador acerca del libro de los Hechos, mostrándonos como este es un informe divino de un nuevo mover de Dios. El Señor había venido a dar vida a aquellos que eran odres nuevos y construyó Su iglesia sobre el fundamento de los apóstoles del Cordero. El Dr. Caram también describe cómo nosotros como creyentes somos llamados a formar parte del mover de Dios para establecer Su Reino sobre esta tierra y como es la iglesia de Cristo la que hará “mayores obras” ya que Él ha ido al Padre y nos ha mandado Su Santo Espíritu.

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HECHOS

 

Un enfoque al centro del fuego de Dios

 

 

Dr. Paul G. Caram

Título original:

“Acts: a focus on the center of God´s fire”

Copyright © Paul G. Caram, Ph.D., junio 2002

Título en español:

“Hechos: un enfoque al centro del fuego de Dios”

Registrado © por Dr. Paul G. Caram, abril 2004.

Libro de texto de Zion Christian University.

Usado con permiso. Todos los derechos reservados.

 

Traducción al español: Paula Alejandra De Monte

Edición: Raimundo J. Ericson, Argentina 2002.

Revisión: IBJ-Guatemala, 2007.

 

A menos que se indique lo contrario, todas las citas son tomadas de: La Santa Biblia, versión Reina-Valera © 1960, propiedad de Sociedades Bíblicas Unidas.

 

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico o mecánico, sin permiso por escrito del editor, excepto en el caso de citas breves en artículos o reseñas.

 

 

Publicado en formato e-book en 2019

En los Estados Unidos de América.

 

ISBN versión electrónica (E-book)  1-59665-613-1

 

Para obtener más información comuníquese a:

Zion Christian Publishers

Un ministerio de Zion Fellowship, Inc

P.O. Box 70

Waverly, NY 14892

Tel: (607) 565-2801

Llamada sin costo: 1-877-768-7466

Fax: (607) 565-3329

www.zcpublishers.com

www.zionfellowship.org

Hechos

INTRODUCCIÓN

El comienzo de la Iglesia

Hechos es un relato histórico del comienzo de la Iglesia. Cuando Cristo proclamó: “Edificaré mi Iglesia” (Mt.16:18), Su manera de comenzar a hacerlo fue preparar a doce piedras fundamentales durante Su ministerio de tres años y medio. Jesús volcó Su vida y Su mensaje en los doce apóstoles. Estos hombres se convertirían en los modelos de conducta y en los autores del Nuevo Testamento. Nuestra fe y nuestras propias vidas están basadas en las Escrituras eternas que ellos y los profetas dejaron registradas. El apóstol Pablo confirmó esta verdad cuando dijo que somos “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Ef. 2:20).

Remoción de las piedras fundamentales indignas

Cristo no edifica Su Iglesia sobre nada que sea imperfecto. Sus piedras fundamentales son piedras “probadas”. En Hechos, antes del nuevo mover del Espíritu, Dios descartó a todos aquellos que tenían un espíritu traicionero. Prácticamente la mitad del capítulo uno trata sobre la sustitución del traidor: Judas. En Hechos 1:15-26 hay un cambio de puestos y cargos. En la actualidad vemos que el mismo proceso continúa en la Iglesia. Dios está a punto de moverse nuevamente. Por lo tanto, está revelando quién es quién. Todos los que son traidores como Judas, usurpadores como Absalón, Coré y Adonías, e impenitentes como Caín están siendo expuestos y removidos del liderazgo. Todos están siendo probados en estos días para ver si serán dignos de ser partícipes del próximo mover de Dios.

Un tiempo de transición

Hechos es un relato divino de un nuevo mover de Dios. Los hermanos nunca antes habían andado por este camino. No se parecía a nada que hubieran experimentado en el pasado. Por consiguiente, en el día de Pentecostés, todos estaban atónitos y confusos. El énfasis del Espíritu Santo había cambiado. Los vientos de Dios estaban soplando en otra dirección. Para Israel, era un tiempo de transición del antiguo pacto al nuevo. Había un nuevo mensaje y un orden totalmente diferente. En el antiguo sistema, muchas personas se negaron a fluir con el nuevo mover porque eran odres viejos que querían conservar sus antiguas tradiciones. Sobre todo, les molestaba ver que Dios bendecía a los gentiles, a quienes ellos consideraban muy inferiores. Los israelitas estaban llenos de envidia y se convirtieron en los principales opositores de lo que Dios estaba haciendo en su generación.

Durante la transición, los doce apóstoles también sufrieron en carne propia los impedimentos. Hasta los líderes principales del avivamiento seguían siendo prejuiciosos e intolerantes en sus corazones. Aunque habían pasado diez años desde Pentecostés, habían predicado a Cristo únicamente a sus compatriotas israelitas y a los prosélitos gentiles que concurrían a sus sinagogas. Debido a los prejuicios, la evangelización del mundo gentil se había visto obstaculizada en gran medida. Después de recibir una admirable visión de los cielos (Hch. 10:1-11:18), Pedro y los apóstoles comprendieron claramente que Dios había aceptado en Su reino a todos los gentiles, sin reservas. Más adelante, en el capítulo 15, se hizo una declaración pública en el Concilio de Jerusalén, que definió claramente las leyes que los gentiles debían cumplir y las que eran innecesarias. Esto sucedió después de “una discusión no pequeña”. Podemos ver, entonces, que la Iglesia recién nacida era imperfecta en su etapa de infancia, debido a que estaba aprendiendo a transitar por los caminos desconocidos del Nuevo Pacto.

Un enfoque al centro del fuego

Hechos se concentra en el centro del fuego, el centro de lo que Dios estaba haciendo. Cuando los bomberos intentan determinar la causa de un incendio, buscan el lugar más caliente. En Hechos, el fuego comenzó en el Aposento Alto con los 120, especialmente con Pedro y los once apóstoles. En los capítulos 1–12, Pedro y los once fueron el centro del fuego. En los capítulos 13–28, el fuego se extendió a Pablo y a la iglesia de Antioquía. Muchos fueron añadidos al centro de lo que Dios estaba haciendo, mientras que otros se fueron.

Cuando Bernabé se ofendió y se separó de Pablo, desapareció por completo del relato de Hechos. Había dejado el centro del mover de Dios para trabajar en la parte perimetral de Su viña. Silas, al igual que Timoteo y Lucas, ingresó al centro del fuego. Debemos vigilar cuidadosamente que nuestros corazones permanezcan en el medio de lo que Dios está haciendo. Todos seremos probados por las ofensas. ¿Nos iremos también cuando nos sintamos ofendidos? Recordemos que siempre hay una piedra de tropiezo y una roca de ofensa en Sion. Sion es el lugar más caliente (Is. 4:4; 33:14). Es el Lugar del Santo Fuego Devorador, la habitación de la presencia de Dios (Sal. 132:13, 14). ¿Quién es capaz de habitar en medio de las llamas eternas?

Los dos líderes principales

En los capítulos 1–12, Pedro estuvo en la primera línea del nuevo mover de Dios. Ministró principalmente a los judíos (la circuncisión). En los capítulos 13–28, Pablo surgió como líder principal. Llevó el Evangelio a los gentiles (la incircuncisión). Es interesante observar que los dos líderes del nuevo mover de Dios tuvieron grandes fracasos en su pasado. Esto debe servirnos de consuelo.

Anteriormente, Pablo había perseguido a la Iglesia. Durante ese tiempo se consideraba “irreprensible” con respecto a la ley [ceremonial] (Fil. 3:6). Pablo se creía intachable debido a su perfecto cumplimiento de la letra de la ley. Nunca profanó un día de reposo ni se perdió un día festivo. No obstante, su corazón estaba lleno de dureza y controversia. Pablo había confiado en su propia justicia, pero había fracasado por completo. Pedro también confiaba en la carne. Se jactó: “Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré”. En realidad, Dios protege de la tentación solamente a los hombres y mujeres dependientes de Él. Las declaraciones soberbias y jactanciosas no hacen más que rechazar la protección de Dios. Pedro no fue protegido debido a sus afirmaciones altaneras y se convirtió en un objetivo expuesto para el enemigo. ¿Cuál fue el resultado de su soberbia? Además de negar al Señor, el temor se apoderó de él y terminó insultando y maldiciendo. Sin embargo, Dios extendió Su gracia a estos dos hombres y los rescató de sus fracasos. Ambos se convirtieron en los líderes principales del avivamiento.

Las dos bases misioneras principales

Jerusalén fue la sede principal de la Iglesia judía. Jacobo el hermano del Señor fue el anciano principal de la iglesia de Jerusalén. Cuando era joven, Jacobo mismo había dudado de su fe y era de doble ánimo (Jn. 7:5: Stg. 1:6-8). No creyó que su hermano mayor era el Mesías hasta después de la resurrección. Jesús se le apareció en persona para que se convirtiera (1 Co.15:7).

Antioquía de Siria fue la sede de la Iglesia gentil. En ese entonces, había quince lugares que respondían al nombre de Antioquía en el mundo. Fue aquí, en Antioquía de Siria, donde por primera vez se llamó cristianos a los creyentes (Hch. 11:26). Antes de eso se los llamaba “discípulos”. Antioquía se convirtió en el lugar de residencia de Pablo, quien fue enviado a todos sus viajes misioneros desde allí y siempre regresó a ese lugar.

Resumen del libro de Hechos:

• En Hechos se registra los comienzos de la Iglesia (su nacimiento e infancia).

• Jesús comenzó a edificar Su Iglesia al preparar las piedras fundamentales durante Su ministerio.

• Las piedras fundamentales fueron Sus doce apóstoles. Cristo mismo es la principal piedra del ángulo.

• Los apóstoles nos dejaron el Nuevo Testamento, sobre el cual basamos nuestras vidas y nuestra fe.

• Dios quitó las piedras fundamentales indignas como Judas, antes de edificar Su Iglesia.

• El Señor no iba a permitir que hombres traicioneros participaran del nuevo mover. Lo mismo ocurre en nuestros días.

• Hechos es el relato de un mover nuevo y fresco de Dios. Fue distinto de cualquier otra cosa que hubiera sucedido en el pasado.

• Cada nuevo mover de Dios es imprevisible. Deja a todos atónitos… como en el día de Pentecostés.

• Muchas personas no fluyeron con el nuevo mover debido a su amor a las tradiciones.

• Lo relatado en Hechos fue un tiempo de transición desde el Antiguo Pacto hasta el Nuevo Pacto. Fueron necesarios muchos ajustes.

• Muchos israelitas odiaban el nuevo mensaje y les molestaba ver que Dios bendecía a los que lo recibían.

• La envidia es la maldición que contamina a los que rechazan a Dios y a lo que Él dice.

• Los principales opositores de todo nuevo mover son los que estuvieron en el centro de un mover anterior.

• Los doce apóstoles seguían siendo prejuiciosos e intolerantes en sus corazones.

• El evangelismo a los gentiles se vio obstaculizado por los prejuicios.

• La visión que tuvo Pedro (Hech.10:1–11:19) convenció a los judíos de que Dios había aceptado a los gentiles.

• Los judíos tuvieron varias disputas acerca de cuáles eran las normas con las que los gentiles tenían que cumplir.

• A medida que comenzaba a transitar por el Nuevo Pacto, la Iglesia necesitaba aprender en su etapa de infancia.

• Llevó varios años después de Pentecostés, comprender bien los verdaderos principios de la fe.

• Hechos se concentra en el centro del fuego; los apóstoles estaban en el centro, en el lugar caliente.

• Algunos permanecieron en el centro del fuego, mientras que otros (como por ejemplo Bernabé) se alejaron.

• Otros fueron traídos al centro del fuego (como por ejemplo Silas, Timoteo y Lucas).

• Sion es el centro del fuego devorador. Hubo muchas piedras de tropiezo en Sion.

• Si estamos cerca o en el centro mismo del fuego, recibiremos todas las excusas posibles para que nos ofendamos y nos vayamos.

• En los capítulos 1–12 Pedro fue el líder principal del nuevo mover de Dios para los judíos.

• En los capítulos 13–28 Pablo fue el líder principal del nuevo mover de Dios para los gentiles.

• La base misionera principal para la Iglesia judía fue Jerusalén.

• La base misionera principal para la Iglesia gentil fue Antioquía.

• Hechos es un libro de lluvia: el derramamiento del Espíritu.

• En Hechos vemos la lluvia temprana: una lluvia liviana para ablandar el suelo y plantar. (La Iglesia fue plantada y germinó en el siglo primero.)

• En los últimos días llegará la lluvia tardía: una lluvia intensa para llevar a la Iglesia de Dios a la madurez.

• Los milagros que vemos en Hechos se harán mucho más intensos en nuestros días.

• Como en Hechos 13:1-2, los ministerios apostólico, profético y de enseñanza serán muy destacados.

• El juicio comenzará en la casa del Señor, como sucedió con Ananías y Safira.

• Habrá personas que serán transportadas de la misma manera en que lo fue Felipe. Serán llevados en masa de un lugar a otro.

• La mayor oposición para el nuevo mover vendrá de creyentes conocedores de la Biblia que no han avanzado con Dios. Los celos serán el mayor problema, así como lo fueron en el siglo primero.

Lucas: el autor de Hechos

Lucas fue compañero de viajes del apóstol Pablo, quien se refirió a él como “el médico amado”, lo cual indica la dulzura de su carácter (Col. 4:14). Fue un amigo fiel hasta el fin (2 Ti. 4:11). Lucas tenía una gran capacidad para la investigación. Era un historiador preciso y capaz y poseía un habla refinada que ningún autor del Nuevo Testamento pudo superar. Además de sus conocimientos médicos, le interesaban los barcos y tenía experiencia en el mar. Esto se demuestra en sus relatos en el libro de Hechos. En Hechos 16:10 se unió a Pablo en sus viajes misioneros, y siguió en contacto cercano con él hasta que éste murió. En ningún momento revela su nombre en el relato de Hechos, pero se incluye discretamente al hablar en plural (16:10-17; 20:5; 21:18; 27:l-28:16). Esto expresa su humildad.

Hechos: la continuación del Evangelio de Lucas

Las dos obras maestras literarias de Lucas (el Evangelio de Lucas y el libro de Hechos) podrían ser consideradas el primer y el segundo volumen de una misma obra. El libro de Hechos continúa en donde terminó el Evangelio (comparar Lc. 24:47-53 y Hch.1:1-14). Es probable que Hechos haya sido escrito poco tiempo después del Evangelio. (El Evangelio quizás en el año 62 d.C. y Hechos en el año 63.) Ambos libros fueron escritos para un noble griego de alto rango llamado Teófilo y para aquellos que lo rodeaban. Lucas lo llama “Oh Excelentísimo Teófilo” (Lc.1:3; Hch.1:1). En consecuencia, Lucas escribió para una sociedad griega culta. Su presentación del Evangelio era para los educados, para los pensadores y para los que apreciaban el bello discurso y los detalles complejos. El libro de Hechos parece seguir un orden cronológico de principio a fin.

Fecha

El libro de Hechos comienza con la resurrección y la ascensión de Cristo (abril / mayo, 30 d.C.). La resurrección se produjo en abril, la ascensión a fines de mayo y el día de Pentecostés fue diez días después, a principios de junio. El último capítulo concluye con la liberación de Pablo de la cárcel de Roma en la primera parte del año 63 d.C. Pablo había estado bajo arresto domiciliario durante dos años enteros (61-63). Compareció ante el emperador Nerón a principios del año 63 d.C. y fue absuelto. El libro de Hechos abarca un total de 33 años (desde la resurrección en abril, año 30 d.C. hasta la liberación de Pablo a principios de la primavera del año 63 d.C.).

Es evidente que el médico amado no podría haber terminado de escribir el libro de Hechos antes de la primavera del año 63. Nuestras fechas parecen ser correctas, pues el Evangelio de Lucas y Hechos fueron escritos consecutivamente y probablemente con poco tiempo de diferencia, (el Evangelio de Lucas en el año 62 y Hechos en el año 63). Mientras Pablo estaba en la cárcel, es probable que su fiel compañero de viajes haya tenido tiempo para recopilar su material y terminar con su Evangelio, y también para tener bien encaminados los materiales necesarios para su relato de Hechos.

Fuentes utilizadas por Lucas

Durante muchos años, Lucas estuvo en contacto cercano con Pablo y con varios líderes cristianos como Felipe, Timoteo, Silas, Marcos, Bernabé, Jacobo el hermano del Señor, los doce apóstoles y muchos de los quinientos hermanos que habían sido testigos de la resurrección de Cristo (1 Co.15:6). Al haber estado en Jerusalén (Hch. 21:17), Cesarea y otros lugares en los que Cristo y Sus apóstoles ministraron, Lucas tuvo oportunidades magníficas para obtener conocimiento de primera mano con respecto a nuestro Señor, Sus enseñanzas, Sus milagros y los comienzos de la Iglesia.

 

 

Capítulo uno

LOS DIEZ DÍAS

El primer tratado: el Evangelio de Lucas

1:1-3 - “En el primer tratado [o relato], oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; a quienes también, después de haber [muerto], se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.”

“El primer tratado” se refiere al Evangelio de Lucas. Poco tiempo antes, Lucas había escrito un relato detallado para Teófilo acerca de “todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba”. Hechos continúa donde terminó el Evangelio de Lucas. Lucas 24:49-53 concluyó con la ascensión de Cristo de vuelta al cielo después de la solemne recomendación: “Quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”.

Muchas pruebas indubitables: numerosas apariciones después de Su resurrección

“A quienes también, después de haber padecido [muerto], se presentó vivo con muchas pruebas indubitables”. Cristo hizo numerosas apariciones después de Su resurrección. En una ocasión se apareció a más de quinientos hermanos a la vez (1 Co.15:6). En la Biblia se registran diez o más apariciones:

• A María Magdalena (Jn. 20:14-18; Mr.16:9-11).

• A las otras mujeres (Mt. 28:8-10).

• A Pedro (Lc. 24:34; 1 Co.15:5).

• A los dos discípulos de Emaús (Lc. 24:13-33; Mr.16:12-13).

• A los apóstoles, con la ausencia de Tomás (Mr.16:14; Lc. 24:34-43; Jn. 20:19-25).

• A los apóstoles, con la presencia de Tomás (Jn. 20:26-31).

• A siete discípulos junto al Mar de Tiberias (Jn. 21:1-23). Aquí, Pedro fue comisionado nuevamente.

• A más de quinientos hermanos y a los apóstoles (1 Co.15:6).

• A Jacobo el hermano del Señor (1 Co.15:7). Después de esto, Jacobo nunca dudó.

• A los discípulos para que comprendieran las Escrituras (Lc. 24:44-49).

• Para hacer Su última aparición y Su ascensión (Hechos 1:9-12; Mr.16:19-20; Lc. 24:50-53).

“Apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios”. El Cristo resucitado se mostró vivo durante cuarenta días, en los cuales hizo comprender las Escrituras a los apóstoles (Lc. 24:44-45) y les explicó Sus propósitos para la Iglesia. Ya estaba edificando Su Iglesia, pero se estaba concentrando en las piedras fundamentales: los apóstoles.

La promesa del Padre: el bautismo en el Espíritu Santo

1:4 - “Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre...” ¿Cuál era esta “promesa del Padre” que se mandó a los discípulos que esperaran en Jerusalén? Era y es el bautismo en el Espíritu Santo, una experiencia que recibieron diez días más tarde, en el día de Pentecostés. Esto es algo totalmente aparte del nuevo nacimiento. Varias semanas antes, los discípulos ya habían recibido el nuevo nacimiento de Cristo cuando Él “sopló” sobre ellos, (Jn. 20:22). El bautismo en el Espíritu Santo es diferente. Es otra experiencia y es totalmente fundamental para nuestro crecimiento y perfección espiritual. Es una parte integral de nuestra redención. Consideremos lo siguiente.

El bautismo en el Espíritu Santo:

• Da mayor fortaleza al hombre interior para ayudarnos a soportar las presiones.

• Otorga poder adicional para superar los pecados, hábitos y otras ataduras.

• Ayuda a conquistar la autocompasión y los complejos de persecución, gracias al gozo y la fortaleza.

• Agudiza nuestra visión de lo que Dios está haciendo en nuestros días.

• Nos hace más sensibles a las cosas espirituales y a la esfera espiritual.

• Abre nuestro entendimiento de la Palabra de Dios.

• Nos ayuda a orar de manera más eficaz.

• Nos da mayor poder sobre Satanás.

• Realza el fruto del Espíritu en nuestras vidas.

• Nos confiere los nueve dones del Espíritu.

• Trae muchas otras bendiciones.

Personas del Antiguo Testamento como Elías, y Juan el Bautista en el Nuevo, sucumbieron a las presiones porque no tuvieron fortaleza en el hombre interior. Otros, como David y Sansón, no pudieron dominar sus pasiones debido a la falta de fortaleza interior. En nuestros días, este poder de fortaleza interior está a nuestro alcance. Muchas personas no pueden vencer el poder del alcohol o las drogas sin ser bautizados en el Espíritu Santo. Es muy raro que alguien tenga una visión del avivamiento aplicada a los últimos tiempos sin ser bautizado en el Espíritu Santo. Para muchos, la amplitud de su visión es solamente que el mundo empeorará cada vez más hasta el arrebatamiento de la iglesia. En realidad, es trágico rechazar el bautismo en el Espíritu Santo, porque al hacerlo se retrasa el crecimiento espiritual de la persona en todos los aspectos. Resulta verdaderamente trágico ignorar o rechazar el medio que Dios ha provisto para la victoria.

El Espíritu Santo fue prometido:

• Al Hijo por el Padre: “Mi Espíritu derramaré sobre tu generación” (Is. 44:3).

• Por Joel: “…derramaré mi Espíritu sobre toda carne” (Jl. 2:28; Hch. 2:16-17).

• Por Isaías: “En lengua de tartamudos, y en extraña lengua... mas no quisieron oir” (Is. 28:11-12).

• Por Juan el Bautista: “Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Mt. 3:11-12).

• Por Cristo en repetidas ocasiones: “Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador” (Jn. 14:16).

• “Mora con vosotros, y estará en vosotros” (Jn. 14:17).

• “Yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros” (Lc. 24:49) (Jn.14:26; 15:26; 16:7; 16:12-15).

• “Vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos 1:4, 5, 8).

• Cuando la promesa finalmente llegó, en el día de Pentecostés, todos hablaron en lenguas.

1:5 - “Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.” Cristo no les dijo exactamente cuántos días tendrían que esperar, sino que solamente les dijo que sería “dentro de no muchos días”. Por lo tanto, era una prueba. Si esta orden de permanecer en Jerusalén se hizo extensiva a los 500 hermanos (1 Co.15:6), entonces sólo 120 obedecieron por completo. Únicamente uno de cada cuatro esperaron hasta que llegara el Espíritu. La promesa llegó diez días más tarde, en el día de Pentecostés. Diez días significa “un período de prueba” (comp. Dn.1:12; Ap. 2:10; Jer. 42:7). Todos estaban siendo probados. Los que esperaron hasta el final recibieron bautismos más poderosos. En la actualidad, Dios también está probando nuestros corazones. ¿Estamos preparando nuestros corazones para un nuevo derramamiento? Muchos creen que en este momento nos encontramos en ese período de espera de diez días.

Diez días

¿Cómo podemos saber con certeza si los discípulos esperaron diez días? En ningún lugar lo dice explícitamente. La única manera en que podemos determinar la cantidad de días es por las fiestas. Consideremos el siguiente gráfico:

 

• En la fiesta de Pascua: Cristo fue crucificado. Él era el perfecto Cordero de Dios.

• En la fiesta de las Primicias: Cristo se levantó de entre los muertos. Él era las primicias de los que durmieron.

• En la fiesta de Pentecostés: Cristo envió al Espíritu Santo prometido. Otro fue enviado en Su lugar.

• Cristo ascendió a los cielos 40 días después de la fiesta de las Primicias, cuando faltaban 10 días para Pentecostés.

• De esta manera, los discípulos permanecieron en Jerusalén durante diez días hasta que les fue dado el Espíritu Santo prometido.

¿Cuándo, Señor?

1:6 - “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” Todo Israel anhelaba la restauración de un reino físico. Aun en las mentes de los discípulos había todavía una restauración para Israel que faltaba llevarse a cabo. El Señor no reprendió a los discípulos por preguntar. Simplemente dijo que el tiempo de la restauración para Israel era conocido sólo por el Padre. (Sucederá en el Milenio, en la Segunda Venida de Cristo.)

1:7 - “Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad.” Dios no quería que supieran cuándo sucedería. El aspecto del “cuándo” es un problema para muchos cristianos. Las fechas y los detalles son información que muchas veces Dios no quiere divulgar. Es algo muy humano desear saber todo de antemano. Sin embargo, Dios es sumamente sabio cuando no nos revela las fechas futuras. Nuestra fe no podría desarrollarse si supiéramos el resultado de todo. Si supiéramos la fecha exacta de la venida de Cristo, nuestras vidas podrían verse totalmente perturbadas e inmovilizadas. ¿Qué efecto habría tenido sobre los discípulos si Cristo les hubiera dicho que la restauración de Israel sería dos mil años más tarde? Ellos pensaban en que Israel volvería a ser una gran potencia mundial. En vez de eso, por el momento, Cristo pensaba en un reino espiritual e interior. El versículo 8 dice: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos...”

1:8 - “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Esta promesa de poder fue hecha a los hombres y mujeres devotos. Algunos bautismos de nuestros días son muy superficiales y contienen muy poco poder. Si nuestra vasija está llena en un noventa por ciento con cosas triviales, solo el diez por ciento de su capacidad puede recibir una impartición de Dios. A veces Dios espera hasta que las personas se despojen de mucha carnalidad antes de llenarlas. Sólo entonces pueden recibir más.

“Y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” El avivamiento comenzaría en Jerusalén. Se extendería por toda Judea, luego por Samaria y hasta las partes más lejanas del mundo. El versículo 8 nos ayuda a examinar detenidamente el libro.

• Capítulos 1–7: Jerusalén / Judea (éste era el centro, la base de operaciones.)

• Capítulos 8–10: Samaria (la parte cercana a Samaria era una mezcla de devoción y paganismo.)

• Capítulos 11–28: Lo último de la tierra (los paganos que no conocían a Dios.)

1:9 - “Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.” Después de Sus palabras de despedida, Cristo volvió a ascender a los cielos desde el monte de los Olivos (1:12). Este hecho es importante porque Cristo no sólo ascendió a los cielos desde el monte de los Olivos, sino que también regresará a ese lugar (Zac.14:4). Esto se confirma en los versículos 10,11. Descenderá sobre el monte de los Olivos en la misma manera en que ascendió a los cielos.

1:10-11 - “Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.”

Dos hombres vestidos de blanco se aparecieron a los discípulos cuando Cristo volvió a ascender a los cielos. Por la descripción de sus vestiduras, podemos fácilmente llegar a la conclusión de que eran mensajeros celestiales. Es posible que se tratara de Moisés y de Elías, los dos que acompañaron a Cristo en el Monte de la Transfiguración. Debido a que son “los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra” (Zac. 4:14; Ap.11:4), parecería creíble que lo acompañaran en ocasiones como esa. También podrían haber sido los mismos mensajeros que aparecieron en la tumba vacía de Cristo (Lc. 24:4-7).

“Varones galileos”. Los discípulos de Cristo no eran de Judea, sino de Galilea (2:7). Estaban a unos 130 kilómetros (80 millas) de su casa. Galilea estaba al norte, mientras que Judea estaba al sur (ver mapa - pág. 7). Dios dejó de lado a muchas personas nacidas y criadas en Judea, probablemente porque estaban demasiado afianzadas en la tradición. Cristo venía a proclamar un nuevo mensaje y un nuevo orden. Únicamente elegiría a hombres dóciles para representarlo. Por consiguiente, escogió a galileos, que eran conocidos por ser innovadores. Los galileos eran muy abiertos de espíritu, una cualidad que es siempre necesaria para un nuevo mover de Dios. Es lamentable que Dios tenga que dejar de lado a tantas personas en nuestros días, porque prefieren permanecer en sus tradiciones. Seamos odres nuevos.

1:12 - “Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo”. Cristo ascendió a los cielos desde el monte de los Olivos, frente a Betania (Lc. 24:50). Después de la ascensión, los discípulos regresaron a la cercana Jerusalén, que estaba a lo que podía caminarse en “un día de reposo”. El camino de un día de reposo era, según la tradición judía, aproximadamente 1 kilómetro (5/8 de milla).

1:13-14 - “Y entrados, subieron al Aposento Alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos”.

Una vez que Cristo ascendió a los cielos, los discípulos partieron del Olivar, llenos de gran gozo (Lc. 24:51-52), y caminaron una corta distancia hacia Jerusalén. Aquí los once apóstoles entraron en el Aposento Alto. Se cree que el Aposento Alto está en el monte Sion, en el mismo edificio en que Cristo sirvió la última cena. Durante las horas indicadas para la oración (9 de la mañana, 12 del mediodía y 3 de la tarde), los apóstoles y los discípulos adoraban en el templo (Lc. 24:53; Hch. 3:1).

Los once apóstoles vivieron en el Aposento Alto durante esos días. Además, se unieron a ellos en oración María la madre de Jesús, los hermanos de Jesús y ciertas mujeres devotas. Hubo algunas mujeres piadosas, mencionadas en el Aposento Alto, que fueron figuras importantes en el establecimiento de la Iglesia de los primeros tiempos. Entre los hermanos del Señor seguramente se encontraban Jacobo y Judas.

Pedro se levanta nuevamente

1:15 - “En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos… y dijo”. Desde el principio, Pedro siempre había sido el vocero natural de los doce apóstoles. Luego, Pedro sufrió un serio contratiempo. Había negado al Señor insultando y maldiciendo. Fue un amargo fracaso para Pedro, pero Cristo había orado para que la fe de Su discípulo no decayera (Lc. 22:32). Pedro necesitaba convertirse. Las verdades que había aprendido mientras estaba con Cristo tenían que ser más que conocimiento intelectual e información. Por lo general, requiere mucho llanto y dolor llegar a ser nuestro propio mensaje. Después que Cristo lo restauró públicamente en presencia de sus hermanos (Jn. 21:14-17), Pedro tomó coraje y comenzó a recuperarse de la vergüenza de su fracaso. Al decirle tres veces “Pastorea mis ovejas”, Cristo le estaba dando la tranquilidad de que el llamado de Dios seguramente se cumpliría en su vida. Por lo tanto, Pedro se levantó nuevamente en medio de sus hermanos en el Aposento Alto tan sólo siete semanas después de su fracaso, y dio instrucciones y consejos proféticos a los 120.

El reemplazo de Judas

Prácticamente la mitad del capítulo 1 está dedicado al reemplazo de Judas (1:15-26). Antes de que se produzca un nuevo mover del Espíritu, Dios debe separar a hombres traicioneros como Judas de los grupos que utilizará en el avivamiento. Dios trata de decirnos algo en la introducción al libro de Hechos. Durante los diez días en el Aposento Alto, todos estuvieron puestos a prueba antes de que se produjera un nuevo derramamiento del Espíritu Santo. Era necesario hacer una limpieza. Más de 500 hermanos sabían que el Espíritu Santo prometido estaba a punto de ser enviado desde los cielos. Sin embargo, en la Biblia dice que solamente 120 estuvieron presentes y esperando ansiosamente Su llegada.

Antes de moverse, Dios no sólo separa lo mediocre de lo diligente, sino que también separa lo traicionero de lo leal. No puede haber unidad mientras Judas se encuentre en el grupo. Judas causó muchos problemas entre los hermanos. Cuando los discípulos expresaron su indignación en contra de María de Betania por haber derramado un ungüento costoso sobre Jesús, fue Judas el que contagió a los demás (ver Mr. 14:4, 5; Jn. 12:3-6). Se quejó de que el perfume podría haberse vendido por trescientos denarios y dado a los pobres. Entonces los demás también comenzaron a murmurar en contra de esta buena mujer. Judas fue como una célula cancerosa que se extendió por todo el cuerpo. Cristo no predicó sobre la unidad y el amor entre los hermanos hasta que Judas abandonó el grupo. Más tarde, Judas traicionó tanto al Señor como a sus once hermanos (Jn.18:1-8).

Judas fue predicho en las Escrituras

1:15-17 - “En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio”.

Muchos versículos de los Salmos de David predicen la vida de Judas. Durante la última cena, Jesús citó Salmos 41:9: “El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar” (Jn. 13:18). Aunque esto fue dicho en referencia a la traición de Ahitofel, un confidente de David anticipó el acto traicionero de Judas en contra del Salvador. David fue un profundo tipo de Cristo. Muchas de sus experiencias fueron similares a las de Cristo. Salmos 69:25 es aplicado por el Espíritu Santo a Judas: “Sea su palacio asolado”. Salmos 109:1-19 también es atribuido a la vida de Judas. Pedro cita el versículo 109:8 de este Salmo: “Sean sus días pocos; tome otro su oficio”. Judas fue un apóstol importante. Fue uno de los doce. Podría haberse sentado junto con los once para juzgar a las doce tribus de Israel (Mt.19:28; Lc. 22:30). ¡Qué llamado supremo! En vez de eso, fue guía de los que apresaron a Jesús y tuvo el descaro de aparecer al frente de la muchedumbre que lo capturó (Mt. 26:47; Lc. 22:47; Jn.18:2-3).

El suicidio de Judas

1:18-19 - “Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre”.

Judas había negociado con los líderes religiosos para entregarles a Jesús en un momento oportuno lejos de la multitud (Mt. 26:14-16; Lc. 22:3-6). Judas aceptó su oferta de treinta piezas de plata, para que se cumpliera la profecía de Zacarías 11:12,13. Luego Judas se arrepintió y devolvió el dinero, pero ya era demasiado tarde. Había cruzado una línea y no había retorno. Desesperado, arrojó las monedas en el templo, salió y se suicidó (Mt. 27:3-10). Judas murió ahorcado o de asfixia, lo cual lo hizo hincharse hasta reventar. Todas sus entrañas se derramaron, según lo describió el doctor Lucas. El destino de Judas fue conocido en toda Jerusalén. Fue noticia de primera plana, como un notable juicio de Dios sobre el que había traicionado a su Señor. Las treinta piezas de plata (a las que Pedro llama “el salario de su iniquidad”) fueron usadas para comprar un cementerio de pobres que se hizo conocido como “campo de sangre”.

Requisitos para el reemplazante de Judas

1:20-23 - “Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitación, y no haya quien more en ella; y: tome otro su oficio [comp. Sal. 69:25; Sal. 109:8]. Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección. Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías”.

Según se lo indicó el Espíritu Santo, Pedro hizo una moción para que se exigieran tres condiciones necesarias al hombre que reemplazaría al fracasado Judas. Esa persona tendría que haber:

• Estado junto con los doce todo el tiempo que Jesús entraba y salía entre ellos.

• Comenzado desde el bautismo de Juan (o sea, desde el principio del ministerio de Cristo).

• Estado hasta el día en que de entre ellos fue recibido arriba (o sea, haber sido testigo ocular de la resurrección).

Por consiguiente, no podría haber sido el apóstol Pablo, porque él no cumplía con ninguna de estas descripciones.

¿Quién podía cumplir con estos requisitos? Indudablemente, el hombre que ocupó el lugar de Judas era uno de los setenta, un grupo destacado de hombres que eran fieles oyentes de la doctrina de Cristo y testigos de Sus milagros (Lc. 10:1, 17). El candidato tenía que haber participado activamente con ellos desde el momento del bautismo de Juan hasta la ascensión. Tenía que haber sido testigo ocular del Cristo resucitado. Escogieron y apartaron a dos hombres que cumplían con estas condiciones: José (Barsabás) y Matías.

La elección de Matías

1:24-26 - “Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. [Ese lugar era el infierno] Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles”.

Esta es una oración sumamente importante: “Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido”. Sólo Dios conoce el corazón de las personas (1 R. 8:39). Podemos aparentar ser una cosa hoy, ¿pero cómo seremos dentro de cinco, diez o veinte años? Dios es el único que conoce lo que hay realmente en los corazones. Cuando tenga que elegir a su compañero o compañera para toda la vida, pida a Dios que le ayude. Solamente Él comprende las motivaciones de los hombres (1 Cr. 28:9) y cómo terminarán a la larga.

Por fe, los apóstoles pidieron al Altísimo que les revelara a cuál de los dos candidatos había escogido. Por consiguiente echaron suertes, una costumbre practicada con frecuencia en tiempos del Antiguo Testamento. Todo fue hecho en oración y en forma sagrada delante del Señor, y Matías fue el escogido. Prov.16:33 indica que aun en situaciones de azar tales como echar suertes, Dios tiene la última palabra. No obstante, quisiera advertir que el participar demasiado en tales cosas puede llevar a la adivinación.

Resumen de la vida Judas

Judas fue un apóstol importante. Había estado con el Señor durante tres años, escuchando las mejores enseñanzas y observando al mejor modelo de conducta de todos los tiempos. Judas fue ungido con el poderoso Espíritu del Señor. Había hecho muchos milagros, como por ejemplo sanar enfermos y limpiar leprosos. Había predicado el reino de Dios, de la misma manera en que sus once hermanos lo habían hecho. Judas ayudó a alimentar a los cinco mil y vio cómo el pan se multiplicó en sus manos mientras lo entregaba a la multitud. Estuvo en la barca cuando el Señor ordenó a los vientos y a las olas violentas que se calmaran. Vio a Pedro caminar sobre el agua. Judas hasta vio resucitar a los muertos. Sin embargo, a pesar de todas estas cosas, no fue al cielo. Vendió su alma por dinero. Nunca permitió que Dios limpiara su corazón. Judas conocía la verdad pero permaneció en la iniquidad. Hizo muchas obras maravillosas, pero el día del juicio el Señor dirá con tristeza: “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mt. 7:22-23). Recordemos que un gran ministerio y unción no nos salvan. Debemos vivir con rectitud. En realidad, demostramos que no amamos al Señor cuando infringimos Sus mandamientos (Jn. 14:15, 21-24).

Judas:

• Fue un apóstol importante, un ministro.

• Tuvo el poderoso Espíritu de Dios sobre él.

• Hizo muchos milagros.

• Expulsó demonios, sanó enfermos y limpió leprosos.

• Predicó el reino de Dios y el arrepentimiento.

• Alimentó a cinco mil personas y el pan se multiplicó en sus manos mientras lo entregaba.

• Oyó las mejores enseñanzas del mejor Maestro.

• Tuvo el privilegio de caminar e interactuar con el mismísimo Mesías.

• Vio a Pedro caminar sobre el agua.

• Oyó a Cristo ordenar al mar y al viento que se calmaran.

• Vio a Cristo resucitar a los muertos.

• Parecía ser justo como sus once hermanos.

• Vio la majestad y la gloria del Señor.

• Nunca dejó que su verdadero corazón quedara al descubierto. (Disimuló muy bien lo que era.)

• Fue un hipócrita, un simulador.

• Estaba lleno de codicia; era un ladrón. (Nunca permitió que las palabras de Cristo lo limpiaran y lo cambiaran.)

• Fue un sutil sembrador de discordia entre sus hermanos.

• Amó la maldición (Sal. 109:17).

• No quiso la bendición (Sal.109:17). Consideró las cosas sagradas de Dios como algo sin importancia.

• Tenía la conciencia endurecida, como resultado de oír pero no hacer la Palabra (Stg. 1:22).

• No se avergonzó de su atrevimiento de liderar una muchedumbre para traicionar a Cristo y a sus once hermanos.

• Fue un traidor, un demonio. Habría sido mejor que no hubiera nacido.

• Hizo todo lo que hacían exteriormente los demás y aparentó ser igual que ellos, pero no era sincero.

• Conocía la verdad pero permaneció en la iniquidad. Conoció bien la verdad y la predicó, pero no quiso vivirla.

• Estará en la categoría de Mateo 7:21-23. Fue usado por Dios, pero no aprobado por Él.

• Era esclavo del pecado y no quedó en la casa, sino que fue expulsado (Jn. 8:34-35).

• Fue un pámpano que no permaneció en la Vid. Se secó, fue cortado y echado al fuego (Jn. 15:6).

Habrá muchos creyentes en el infierno. Judas era creyente; era un ministro. Tener un gran ministerio, ser ungidos y tener dones poco comunes no nos salva. Lo único que nos salva es la sangre y la justicia de Cristo. ¡El solo hecho de creer en Jesús no nos salva! Satanás es el más grande creyente que existe, pero él no va a ir al cielo. El reemplazo de Judas ocupa la mitad del primer capítulo de Hechos. Es necesario que las personas como Judas sean quitadas del grupo para que Dios se mueva de una nueva manera.

El hecho de ser creyentes, ¿garantiza que vamos a ir al cielo? ¡Para nada! Satanás también cree, al igual que todos los demonios y los ángeles caídos (Stg. 2:19-20). Caín fue creyente. Conoció la voz de Dios pero no tuvo reparo en mentirle. El malvado Acab con seguridad era creyente. Creía en el Dios de Abraham. Cuando quiso ser guiado, recurrió al espíritu de profecía en busca de ayuda. Su vida representa la de un pastor pentecostal que se apartó. El rey Saúl fue ungido por Dios, pero aun así terminó atacando a David y dando muerte a ochenta sacerdotes del Señor. Cuando Saúl tuvo la extrema necesidad de ser guiado, (aun en su condición apartada) consultó al Señor, pero Dios no quiso responderle. Entonces acudió a una hechicera. Dios había apartado Su misericordia de él (2 S. 7:15). No resulta suficiente con creer en Jesús y luego llevar una vida de apostasía y rebelión. Si estamos confiando en poder llegar al cielo, debemos seguir caminando con Dios y obedeciendo Su voz.

Capítulo dos

EL DÍA DE PENTECOSTÉS

Cristo se presentó varias veces a Sus discípulos durante los cuarenta días posteriores a la resurrección. Inmediatamente antes de Su ascensión a los cielos les encargó que permanecieran en Jerusalén hasta la llegada del Espíritu Santo prometido. Cristo dijo, “Vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hch. 1:5). No les dijo exactamente cuántos días tendrían que esperar. Para ellos podrían haber sido treinta días, o tal vez setenta. Por lo tanto, era una prueba. Los discípulos eran galileos y estaban muy lejos de su hogar. Probablemente no les resultara práctico quedarse en Jerusalén.

Durante esos diez días entre la ascensión y Pentecostés, Dios estaba probando la consagración de Sus seguidores. Dios los pasó por el tamiz para apartar a los que no eran fieles. Judas fue reemplazado por Matías. Otros, como Pedro, se levantaron como líderes. Todo se centró en 120 hombres y mujeres devotos que esperaron ansiosamente en el Aposento Alto. Ya eran las 6 de la mañana. El día de Pentecostés había llegado.

El tiempo establecido de Dios

2:1 - “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos”. Dios ha establecido un tiempo en el cual moverse. El día de Pentecostés había “llegado” [otra variante de traducción podría ser “se había cumplido plenamente”]. Ya habían pasado cincuenta días desde la resurrección. Cincuenta es el número del jubileo, la restauración y la libertad. Todas estas son bendiciones relacionadas con el bautismo en el Espíritu Santo. El Espíritu Santo mismo se menciona más de cincuenta veces en el libro de Hechos.

Unánimes

“Estaban todos unánimes juntos”. El ver a los hermanos en unidad ya era un milagro en sí. Sólo cincuenta y cuatro días atrás, los discípulos discutieron alrededor de la mesa del Señor acerca de quién sería el mayor (Lc. 22:24). Había envidia, ambición y jactancia entre ellos, aun después de tres años de enseñanzas. ¿Qué fue lo que llevó a los discípulos a un quebrantamiento de espíritu, a la humildad y unidad? ¡El fracaso! Cada uno de los apóstoles sufrió la humillación del fracaso. Todos habían huido cuando su Señor fue apresado en el huerto (comp. Mt. 26:31, 56). Además, sus corazones estaban desgarrados por haber visto cómo su Salvador había sido brutalmente golpeado y muerto en la cruz. Después de eso, a nadie más le importó quién era el mayor. Como si esto fuera poco, Judas, el sembrador de discordia, ya no estaba.

Lenguas de fuego

2:2-4 - “Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”. El tiempo se había cumplido; la promesa del Padre había llegado. El Espíritu Santo vino de repente como un viento recio y llenó la habitación donde los 120 estaban sentados. El viento se convirtió en fuego. Hubo fuego, y cuando éste se dividió y reposó sobre cada uno de ellos, sus lenguas se volvieron como de fuego (Sal. 29:7). Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

Hablar en lenguas: la manera bíblica de ser bautizado en el Espíritu Santo

Después de todas las promesas de la llegada del Espíritu Santo (Is. 28:11-12; 44:3; Joel 2:28; Mt. 3:11-12; Lc. 24:49; Jn.14:17, 26), cuando finalmente llegó esa mañana de Pentecostés, todos hablaron en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Esta es la manera bíblica de ser bautizado en el Espíritu Santo. Es la forma en que los apóstoles, Pablo y todos los cristianos de los comienzos de la Iglesia recibieron al Espíritu Santo.

El Espíritu Santo no ha cambiado desde el primer siglo. La manera bíblica de ser bautizado en el Espíritu Santo es una experiencia evidenciada por el hablar en otras lenguas. Hablar en lenguas es literalmente hablar en otro idioma. No se trata simplemente de sonidos, ruidos o farfullas. Los apóstoles tuvieron lenguas de fuego y todos hablaron en muchas lenguas extranjeras.

Mi vida fue transformada por completo después que fui bautizado en el Espíritu Santo el 12 de octubre de 1966. Fue una experiencia decisiva. Me sentí incómodo durante un año entero mientras el fuego de Dios consumía la basura de mi vida. Mi experiencia con el Espíritu Santo estuvo basada en la Biblia. Recibí al Espíritu Santo de la manera en que lo recibieron ellos el día de Pentecostés. Me alegra no estar a merced de una teoría. Cuando alguien dice estar lleno del Espíritu pero no según Hechos 2:4, está basándose en una teoría.

Los judíos nacidos en el extranjero oyen acerca del fenómeno

2:5 - “Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo”. ¿Qué estaban haciendo estos piadosos judíos extranjeros en Jerusalén en ese momento en particular? Habían llegado de países lejanos para celebrar la fiesta de Pentecostés. Estaban obedeciendo el mandamiento de Deuteronomio 16:16 de cumplir con las tres fiestas principales de la Pascua, de Pentecostés y de los Tabernáculos en Jerusalén. El hacer este viaje era un gran sacrificio de tiempo y dinero. Tenían que dejar sus ocupaciones durante un largo tiempo e incurrir en altos gastos. Eran hombres piadosos con hambre espiritual, que habían llegado a Jerusalén para honrar al Señor en Pentecostés.

Los 120 acababan de ser bautizados en el Espíritu Santo, probablemente poco después de las 6 de la mañana. A las 9 (la tercera hora de la mañana), el entusiasmo y la acción se habían difundido y causado gran revuelo en la ciudad. Por consiguiente, muchos de estos piadosos judíos extranjeros se reunieron en el lugar. Estaban espantados al ver que estos “galileos” hablaban cada uno en la lengua nativa de ellos. No sólo hablaban los idiomas nativos de los diferentes visitantes, sino que además, hablaban “las maravillas de Dios”. Esos galileos hablaban de los misterios de Dios. Profetizaban y revelaban los caminos y los propósitos de Dios, todo en lenguas que los mismos galileos no comprendían. El episodio fue totalmente sobrenatural y confundió a todos.

2:6-11 - “Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios”.

¿Qué estaban diciendo en otras lenguas? Estaban declarando “las maravillas de Dios”, los misterios de Dios, y hablaban todo esto en lenguas extranjeras. Por este motivo no debemos tomar el “hablar en lenguas” a la ligera. Los espectadores curiosos estaban escuchando, en su propia lengua, palabras proféticas y revelaciones maravillosas de los caminos y los planes de Dios. Sin embargo, lo más asombroso de todo era que los 120 discípulos galileos no comprendían ni una sola palabra.

Todos estaban confusos

2:12-13 - “Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto”. El nuevo mover desconcertó a todos. Algunos estaban atónitos y otros se burlaban. Lo mismo sucede en cada nuevo mover de Dios. Es distinto de todo lo que se haya conocido con anterioridad pero provoca las mismas reacciones. Algunos se asombran atemorizados, mientras que otros se burlan. Todas las batallas mencionadas en la Biblia tuvieron una estratagema diferente. De igual modo, cada avivamiento tiene un énfasis y una manifestación diferentes. Cada uno llega con una señal bien definida. Es difícil predecir la manera exacta en que Dios se moverá nuevamente. Él tiene un tiempo designado para moverse, y a menudo lo hace de manera muy repentina.

No obstante, Dios siempre tiene hombres preparados para el próximo mover. Él necesita hombres y mujeres que puedan explicar de qué se trata el nuevo mover. Esta explicación es necesaria, no solamente en el mundo sino también en la Iglesia. En este punto vemos levantarse a Pedro y a los once. Estaban encabezando el nuevo mover, y Pedro en particular, iba a explicar a la multitud desconcertada lo que Dios estaba haciendo. ¡Imagínese! Apenas cincuenta y cuatro días antes, Pedro había insultado y maldecido, y había negado al Señor. Cristo lo restauró y ahora se había convertido en el vocero principal del nuevo avivamiento. ¡Qué admirable es la gracia de nuestro Señor y Salvador!

Pedro explica el nuevo mover de Dios

2:14-16 – “Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día [las 9 de la mañana]. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel”.

Mientras algunos se burlaban de la nueva manifestación del Espíritu Santo, Pedro se levantó para hablar. Lamentablemente, la oposición a lo que Dios está haciendo no viene solamente del mundo. Aun dentro de la Iglesia, hay mentes humanísticas que también se burlan. Por ejemplo, algunos dicen que el bautismo del Espíritu Santo y el hablar en otras lenguas proviene de la carne o del diablo.

El nuevo mover de Dios a partir de Pentecostés fue resistido y desafiado principalmente por las personas que estaban más cerca de la verdad. Probablemente pensemos que debería ser lo contrario. La principal oposición no vino de los romanos ni de los paganos, sino de los israelitas que creían en la Biblia y la citaban. Estaban furiosos y llenos de envidia. Sentían que poseían el monopolio en asuntos espirituales y les molestaba en gran manera que cualquier otra persona fuera bendecida además de ellos. La mayor oposición a cualquier nuevo mover de Dios siempre viene de aquellos que han sido tocados por Dios en una visita anterior pero no han avanzado con Él. La historia confirma esto repetidas veces. Eso fue lo que pasó a lo largo del libro de Hechos.

En el discurso de Pedro (versículos 15-36), diez de los versículos son citas del Antiguo Testamento. Pedro va a explicar ahora (en los versículos 16-21) que el mover del Espíritu Santo que se producía en ese momento fue prometido por el profeta Joel.

El derramamiento de lluvia

2:16-21 - “Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo; el sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto; y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. Los versículos 17-21 son citas de Joel 2:28-32.

En este pasaje Pedro cita Joel 2:28-32. Se habla de lluvia: “Derramaré mi Espíritu”. La lluvia se entendía claramente como un símbolo del Espíritu Santo. ¿Cuál sería el resultado de este derramamiento de lluvia sobre “toda carne?” El espíritu de profecía vendría sobre hombres y mujeres por igual y todos profetizarían. El Espíritu Santo no se vería restringido por límites sociales. No sólo iban a profetizar los hijos y las hijas, sino también los siervos y las siervas. Los jóvenes verían visiones y los ancianos soñarían sueños. Hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, siervos y siervas por igual, todos serían tocados por el derramamiento de esta lluvia. Esto sucedió en Pentecostés.

Por la forma en que Pedro predicaba, cualquiera podía pensar que la venida de Cristo era inminente en el primer siglo. Obviamente, Cristo no regresó en el primer siglo. De esta manera, la profecía de Joel solamente tuvo un cumplimiento parcial en la Iglesia de los primeros tiempos. Es cierto, también hubo señales y maravillas en la tierra en ese tiempo, pero el cumplimiento más grande y verdadero se producirá en nuestros días. Lo que sucedió en Pentecostés fue sólo una pequeña muestra, un tipo de lo que Dios hará en los últimos días, inmediatamente antes de Su venida.

Joel 2:28-32 es más para nuestros días porque incluye la venida de Cristo. Si bien Pedro citó a Joel en Pentecostés, en ese entonces la profecía sólo tuvo un cumplimiento parcial. En Pentecostés sólo experimentaron “la lluvia temprana”.

Dos lluvias: la lluvia temprana y la lluvia tardía

El libro de Hechos es un libro de lluvia: un derramamiento del Espíritu Santo. Había dos lluvias en Israel, la lluvia temprana y la lluvia tardía. Debemos comprender la geografía de Israel para poder apreciar estas verdades. En noviembre y diciembre caía la lluvia temprana. Este tipo de lluvia era leve, ablandaba la tierra y preparaba el suelo para la siembra. Luego, en abril y mayo, llegaba la lluvia tardía, que era intensa. Cuando el pueblo de Israel intentó cruzar el río Jordán en el primer mes (abril), el río se había desbordado por todas sus orillas debido a la lluvia tardía (Jos. 3:15; 4:19). Esta era la lluvia que llevaba a los cultivos (trigo, cebada) a la madurez y los preparaba para la cosecha.

En realidad, la lluvia espiritual que cayó el día de Pentecostés fue sólo la lluvia temprana. Este derramamiento fue una llovizna que preparó el suelo para la siembra. La Iglesia fue plantada y germinó en el momento de Pentecostés. En los últimos días, una lluvia mucho más intensa (la lluvia tardía) llevará a la Iglesia a la madurez. Entonces la cosecha estará lista. Cuando Santiago 5:7 habla del “precioso fruto de la tierra”, hace referencia al pueblo de Dios. La Iglesia no llegará a la madurez hasta que haya experimentado la lluvia temprana y la tardía. Ver Santiago 5:7. Cristo el labrador ha demostrado mucha paciencia al esperar que Su pueblo (Su esposa) llegue a la madurez. Será necesaria la lluvia tardía (un gran derramamiento del Espíritu en los últimos días) para que la Iglesia llegue a su completa madurez.

Por lo tanto, el libro de Hechos es solamente un registro de la lluvia temprana. Es una pequeña muestra, un anticipo, una “fianza” de algo mucho mejor que vendrá en los últimos días. Joel 2:28-32 tendrá su cumplimiento completo en nuestros tiempos. Sólo se cumplió en parte en tiempos de Pedro en el día de Pentecostés. Esta verdad se ilustra en el siguiente gráfico:

 

• Estas dos lluvias tienen un significado natural y un significado espiritual.

• En noviembre y diciembre caía una lluvia leve para permitir la siembra.

• En abril y mayo caía una lluvia intensa para hacer que los cultivos maduraran y estuvieran  listos para la cosecha.

• El Jordán se desbordó por todas sus orillas en el tiempo de la lluvia tardía (Jos. 3:15; 4:19).

• Rut espigó cebada después de la lluvia tardía.

• En el primer siglo cayó la lluvia temprana. Fue para plantar la Iglesia.

• En los últimos tiempos, la intensa lluvia tardía llevará a la Iglesia a la madurez.

• Cristo no podrá venir a buscar una cosecha perfeccionada hasta que la Iglesia haya pasado por  ambas lluvias (Stg. 5:7).

• El Señor es un labrador. Él espera ansiosamente a que llegue “el precioso fruto de la tierra”.

• Recordemos que somos “plantío de Jehová” (Is. 61:3). Somos el huerto de Dios (1 Co. 3:6-9).

• La cita de Pedro de Joel 2:28-32 se cumplió solo en forma parcial en el primer siglo.

• Joel 2:28-32 tendrá su cumplimiento final en nuestro tiempo, y luego el Señor vendrá.

• Lo que sucedió en Pentecostés fue solamente una muestra de algo mucho mejor y más importante  que ha de venir.

• La lluvia tardía estará caracterizada por el espíritu de profecía que vendrá sobre toda la Iglesia.

Continuemos ahora con el discurso de Pedro. La señal de que el Espíritu Santo había llegado fue el hablar en otras lenguas. Fue algo que vieron y oyeron. “Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís” (2:33). ¿Qué fue lo que vieron y oyeron? Los vieron y oyeron hablar en otras lenguas. Esto era evidencia del Cristo resucitado. En lo que resta del discurso de Pedro (vv. 22-36), él explica cuatro principios importantes de la fe cristiana a su desconcertada audiencia:

 • Que el Mesías estaba predestinado a morir, en los propósitos de Dios (v. 23).