9,49 €
Pretendo que "Hermano o anatema" sea tomado como una primera aproximación a la doctrina católica y sus dogmas, en base a lo que la propia Iglesia romana enseña, dejando que sean las propias citas de la documentación oficial vaticana, las que expliquen esos dogmas. He realizado esta aproximación desde el punto de vista de las diferencias sustanciales entre lo que la Iglesia Católica sostiene como doctrina, y lo que las Escrituras, la Palabra de Dios, reveló. Procuro ayudar a los hermanos en Cristo a discernir lo que la Iglesia romana dice, hace y es.
Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:
Seitenzahl: 549
Veröffentlichungsjahr: 2024
FRANCISCO SOLANO FRETES
Solano Fretes, Francisco ¿Hermanos o anatema? / Francisco Solano Fretes. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-5383-6
1. Filosofía General. I. Título. CDD 190
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO 1 - ADVERTENCIAS PRELIMINARES
I. EL DOGMATISMO
II. ¡ALERTA!
III. LO QUE SIGUE
CAPÍTULO 2 - CONCEPTOS BÁSICOS
I. DOCTRINA CATÓLICA
II. DOGMA
III. LA REVELACIÓN
CAPÍTULO 3 - CONCEPTOS BÁSICOS(CONTINUACIÓN)
IV. EL MAGISTERIO DE LA ICAR
V. LA AUTORIDAD
VI. LA IGLESIA
CAPÍTULO 4 - SALVACIÓN
I. SALVACIÓN ¿QUE DICE LA BIBLIA?
II. SALVACIÓN. ¿QUE DICE LA IGLESIA ROMANA?
III. EL PROCESO DE LA SALVACIÓN CATÓLICA
IV. DESMENUZANDO CADA ÍTEM del cuadro.
V. LOS SALVOS y LOS CONDENADOS
CAPÍTULO 5 - JUSTIFICACIÓN
I. ¿QUÉ DICE LA BIBLIA?
II. JUSTIFICACIÓN
III. CONCEPTOS CATÓLICOS
IV. CAUSAS DE LA JUSTIFICACIÓN (10)
V. COOPERACIÓN HUMANA
VI. LA PRIMERA JUSTIFICACIÓN
VII. JUSTIFICACIÓN EN EL CONCILIO DE TRENTO
VIII. MOJONES DE SÍNTESIS
IX. LA JUSTIFICACIÓN EN EL CATECISMO
X. DESARROLLO SEGÚN ORR
XI. EN EL CONCILIO VATICANO II
XII. DECLARACIÓN CONJUNTA
CAPÍTULO 6 - LOS SACRAMENTOS EN GENERAL
I. ALGUNAS CONSIDERACIONES
II. SACRAMENTALISMO
III. LOS SACRAMENTOS EN GENERAL
IV. NATURALEZA DE LOS SACRAMENTOS
CAPÍTULO 7 - LOS SACRAMENTOS DE MUERTOS
I. EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO
II. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA Y DE LA RECONCILIACION
III. IMPORTANCIA PARA LA IGLESIA CATÓLICA
CAPÍTULO 8 - SACRAMENTOS DE VIVOS INTRODUCCIÓN
I. SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN
II. EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTIA
III. MATRIMONIO
IV. EL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
V. EL SACRAMENTO DEL ORDEN SACERDOTAL
CAPÍTULO 9 - ESCATOLOGíA
I. MUERTE Y DESPUÉS
CAPÍTULO 10 - EL FIN DE LOS TIEMPOS
I. DIFICULTADES Y LIMITACIONES
II. DOGMAS CATÓLICOS BÁSICOS
CAPÍTULO 11 - ¿BIBLIA O TRADICIÓN?
I. LA TRADICIÓN
II. LA BIBLIA. ¿CUÁL BIBLIA?
III. EL CANON
IV. AUTORIDAD Y MAGISTERIO
CAPÍTULO 12 - CREO EN…
I. LA FE DE LA IGLESIA
II. EL CREDO
III. EL CATECISMO
IV. EL COMPENDIO DEL CATECISMO
V. EL CATECISMO INICIAL (LOCAL)
VI. HEREJÍAS
CAPÍTULO 13 - MARIOLOGíA
I. INTRODUCCIÓN
II. ES REINA Y SEÑORA
III. MARÍA MADRE DE DIOS
IV. MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA Y MADRE DE LOS CREYENTES
V. LA PERPETUA VIRGINIDAD DE MARÍA.
VI. INMUNIDAD AL PECADO
VII. LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA
VIII. SU ASUNCIÓN A LOS CIELOS
IX. MARIA CORREDENTORA
X. LA MEDIACIÓN DE MARÍA
XI. LAS APARICIONES
XII. LA VENERACIÓN DE MARÍA
CAPÍTULO 14 - LOS SANTOS y OTROS CULTOS
I. CULTOS DE LATRÍA Y DULÍAS
II. LA IGLESIA DE ROMA Y LA IDOLATRÍA
III. LOS MANDAMIENTOS SABES: …
IV. SANTOS CANONIZADOS
V. EL CULTO DE LAS IMÁGENES
VI. SEÑALES DE ALERTA
VII. EL CULTO A LAS RELIQUIAS
VIII. RELIGIOSIDAD POPULAR
CAPÍTULO 15 - LA IGLESIA ROMANA (1RA. PARTE)
I. INTRODUCCIÓN
II. LA DOCTRINA ICAR SIGUE INTACTA
III. ESTRUCTURA DOCTRINAL PETRIFICADA
IV. EL VATICANO
V. LA IGLESIA
VI. ECUMENISMO
VII. LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA
CAPÍTULO 16 - LA IGLESIA ROMANA SIGLO XXI (2DA. PARTE)
VIII. EL PAPADO. ALGO DE HISTORIA
IX. EL PAPA
X. EL PAPA FRANCISCOINTRODUCCION
CAPÍTULO 17 - ¿HERMANOS O ANATEMA?
I. ¿LLEGASTE A UNA RESPUESTA?
II. MIS CONCLUSIONES PERSONALES
III. ¿QUÉ HACEMOS?
ABREVIATURAS
CITAS Y NOTAS
A Dios,
en la certeza que un día, yo y toda mi casa,
lo veremos cara a cara.
(Ro. 8:16)
A mi Princess
amada esposa Mabel, por su amor y aguante aquí,
y en los cuarenta años compartidos
A principios del año 2015 me propuse ordenar el abundante material que había recopilado, investigado y organizado sobre la Iglesia Católica, para el dictado de Religiones Comparadas II, del 7° año del I.B.E. Nº 43 “Maranatha” de Leandro N. Alem (Mnes.).
Pretendía “algo” que sirviera como un complemento documental de fuentes directas católicas para estudiantes bíblicos.
Desde entonces, debí afrontar una serie de padecimientos que fueron lentificando mis esfuerzos.
Pero, Romanos 8:28 es palabra viva. Simultáneamente, fui sostenido e impulsado como solo el Espíritu Santo puede hacer, para transformar el sencillo propósito inicial, y madurarlo hasta que llegó a ser lo que entrego en esta obra, con el corazón docente
“¿Hermanos o anatema?” no es una obra de “lectura veloz”, ni motivacional. No es un tratado, ni manual, ni tesis, ni libro de texto.
Pretendo que se lo tome como una primera aproximación a la doctrina católica y sus dogmas, en base a lo que la propia Iglesia romana explica y enseña. Toda esta obra está resumida en el subtítulo.
He realizado esta aproximación desde el punto de vista de las diferencias sustanciales entre lo que la Iglesia Católica Apostólica Romana (ICAR) sostiene como doctrina, y lo que las Escrituras, la Palabra de Dios, reveló.
En general, dejo que sean las propias citas de la documentación oficial vaticana, las que expliquen sus dogmas. Son decisiones conciliares y ex cathedra, definiciones y enseñanzas del Magisterio, el Cathechismus, La Biblia en versión católica, y lo que lleva imprimátur.
Me dirijo a los hermanos en Cristo, especialmente a los que conocen las Escrituras, las escudriñan y gustan del alimento sólido.
Procuro ayudarlos a discernir lo que la Iglesia romana dice, hace y es. Trataré que puedan diferenciar tajantemente entre la doctrina católica y los que la enseñan, por un lado, y “los enseñados” por el otro.
Jesús es nuestro modelo. Él tuvo compasión de las multitudes desamparadas (Mt. 9:36-38) y ayes para escribas y fariseos sentados “en la cátedra de Moisés” (Mt. 23: 1-33).
He tenido especial cuidado en apuntar a lo extra o anti bíblico de lo institucional, eclesial, magisterial y doctrinal de la ICAR, y no a las personas que creen en lo que la ICAR les enseña.
Jesucristo vino a salvar lo que estaba perdido. Murió por los pecados de toda la humanidad, no por una iglesia ni por una doctrina.
Por lo que son enseñados, creen y practican respecto a la justificación, la salvación, la santificación y su doctrina, los católicos ¿han entrado por la puerta estrecha y andan por el angosto camino que lleva a la vida?
No te apresures a contestar antes de leer este libro. Aún su título puede ser –deliberadamente– una falsa disyuntiva.
Amado lector, hermano en Cristo:
¡Que el Espíritu de Verdad nos ayude a discernir, y nos guie en el laberíntico entretejido de los dogmas que vamos a exa- minar! Hoy el Señor me guio a Proverbios 30:5-7.
¡Que seamos transformados en obreros diligentes a quien el “Señor de la mies” pueda emplear en este campo! ¡Sé bendecido!
Nota personal:
Soy Ministro Ordenado de la Unión de las Asambleas de Dios, pastor de la Iglesia que fundamos con mi esposa Mabel, “Cristo es Salvación” de San José, Misiones, Argentina. Integro el Ministerio “Maranatha” de mis pastores Rosalía y Carlos G. Silveira. Profesor de I.B.E en varias materias. Comparto las doctrinas fundamentales de la U.A.D. (Assemblies of God). No obstante, ni la Unión ni el Ministerio tienen algo que ver con este libro, de cuyo texto y opiniones soy único responsable.
Francisco Solano FRETESAgosto 21, 2017
Los primeros tres capítulos de “¿Hermanos o anatema?” son una introducción a la dogmática católica, algo así como para empezar a descubrir los árboles dentro del bosque, sin que las hojas lo tapen.
Permitirán al lector enfocarse en lo sustancial de la doctrina romana dejando de lado su ropaje exterior. Desde allí, Biblia abierta y Espíritu Santo en el corazón, examinar las discrepancias con lo que la ICAR entiende por dogma, revelación, magisterio, autoridad e iglesia.
Lo siguiente y trascendental para diferenciar, se halla en los capítulos “Salvación” y “Justificación”.
Continúo con capítulos descriptivos de su doctrina: dogmas propios sobre los sacramentos, su escatología, la Tradición, sus creencias. Los capítulos 13 y 14 se refieren a María, cultos, idolatría y religiosidad popular. Por último, dos capítulos sobre la Iglesia Católica hoy, su doctrina y estructura, el estado vaticano, la iglesia, ecumenismo, carismáticos, el papado. Por supuesto cierro con el Papa Francisco.
Presento “¿Hermanos o anatema?” con “animus docenti”. Es producto de un elaborado esfuerzo para entender primero y luego ordenar cada tema, elegir las citas relevantes, la sistematización de datos.
He leído declaraciones conciliares y ex cathedra, el Catecismo y otros documentos, directamente de las fuentes vaticanas, y así lo transmito. He leído cientos de artículos y capítulos.
Eso sí, el producto final, cada párrafo descriptivo y cada opinión dada, es algo “muy mío”, algo asimilado, elaborado y que les comparto.
Al no estar obligado a seguir pautas académicas, he tenido libertad para determinar la forma de presentación, extensión, y profundidad de los temas. Así también en las citas, sin menoscabo de la posibilidad de individualizar el origen.
En general utilicé “trazo bien grueso”, procurando que no se perdiera la visión del conjunto, es decir el entretejido de los dogmas que subyacen en las prácticas y exteriorizaciones de la Iglesia católica. Esto me llevó, por momentos, a ser repetitivo.
Ahondé unos pocos temas por lo que implicarían si prosigue su “desarrollo de consolidación eclesial”.
La fuente del texto es calibri, de estilo normal, tamaño 12. Las citas breves van entrecomilladas en cursiva con el mismo tamaño.
Las citas más extensas van con texto sangrado en párrafo aparte sin comillas con letras de tamaño 11 en cursiva.
Mis comentarios u opiniones personales van así:
*F* en párrafo aparte con borde izquierdo, en fuente Times New Roman tamaño 14 en cursiva, que empieza con el logo: *F*
Destaco palabras en negrita, sea en el texto o en las citas, para llamar especialmente la atención sobre lo que denotan o implican. Suplen mi hábito de subrayar, en libros o escritos, las palabras que considero relevantes.
Suelo abusar de las comillas o sustituirlas por palabras en cursiva.
Les presento “¿Hermanos o anatema?” en acción de gracias, ¡Ebenezer!
Recibe este libro hermano lector como nos enseña 1ra.
Tesalonicenses 5:21, y con discernimiento espiritual.
San José, Mnes. Agosto 21 de 2017
No es sencillo adentrarse en lo que la Iglesia de Roma cree. En casi veinte siglos de desarrollo eclesial y doctrinal, han estructurado un formidable sistema dogmático de fórmulas irreformables pero perfectibles cuyo contenido es inmutable. Por siglos la ICAR ha acomodado lo externo – prácticas, costumbres, palabras, formas –, sin variar un ápice su rigidez estructural como intermediaria necesaria y excluyente entre la Revelación y los hombres, como el único acceso a la salvación y el único camino para permanecer en ella, con el monopolio del depósito de la fe y la gracia divina.
La Escritura ha sido sepultada bajo el peso de la Tradición católica que la absorbió, degradándola a ser tan solo “una” de las fuentes de la Revelación, completada, interpretada y subordinada a la “tradición oral”.
La Iglesia católica define e impone como dogmas lo que debe ser creído y practicado, dogmas que deben ser obedecidos sin reservas ni cuestionamientos, aun cuando estos cuestionamientos provinieran de textos bíblicos en contrario.
¡Y a cumplirlos! Pues tan solo “Ella” tiene las llaves del Reino.
Para evitar que el camino hacia lo básico de la Iglesia Católica sea como resbaladeros en oscuridad (Jer. 23:12) se debe tener presente:
No debe asumirse que la misma palabra tenga igual significado en el dogma católico que en el uso evangélico. En este libro encontrarán muchos ejemplos.
Muchas declaraciones “categóricas”, o de principios generales no siempre son tales. Es imprescindible leer también las cláusulas “en letra chica” que tantas veces las desnaturalizan. Por eso, los catecismos breves o simplificados o los “ejemplos ilustrativos” no pueden tomarse como pauta. Se diluyen al consultar directamente a las fuentes vaticanas.
Tanto la estructura como la doctrina de la ICAR, tienen diferentes niveles, categorías, jerarquías y gradaciones. Esto se aplica, entre otros aspectos, a las personas, a las funciones, a los documentos y a las definiciones. «… existe un orden o “jerarquía” de las verdades de la doctrina católica, puesto que es diversa su conexión con el fundamento de la fe cristiana” (U.R.11)” (1).
Todas las manifestaciones del Magisterio de la Iglesia romana son obligatorias, pero algunas son más obligatorias que otras.
Hallamos dogmas “inmutables”, cuyos rígidos límites parecen desdibujarse en las excepciones o dispensas, en su praxis, la casuística, o la desuetudo.
Hay altisonantes documentos que circulan tolerados, por- que a nadie obligan, u opiniones de la Jerarquía que hacen ruido y nada más.
A fines del 2014 el papa Francisco le dijo a un niño “los perros también van al cielo”, pero su dicho, como tantos otros, no configura dogma ni obligación de creerlo.
Somos todos iguales ante Dios, pero para los católicos hay algunos más iguales que otros. Así, se escinden dos clases o categorías de personas”: Unos, los de la jerarquía eclesiástica y otros los laicos. “Luego pastores y fieles no son todos iguales” (2).
No es lo mismo el sacerdote que ministra que el laico ministrado. Es tajante la desigualdad entre el clero, “o sea los que enseñan la doctrina de Cristo… y los simples fieles que reciben estas enseñanzas (3).
Se atenuó la concepción gregoriana de Iglesia dividida en gobernantes y gobernados (praelati et subjecti).
Pero hasta hoy el laico debe someterse y obedecer al Vicario de Cristo, al obispo local, dar asentimiento a toda la doctrina que el Magisterio enseña, estar intermediado ante Dios y Su gracia por el puente sacerdotal, y depender de esa iglesia para salvación eterna.
Desconcierta que en algunas diócesis se tolera lo que en otras se prohíbe, que algunos obispos o curas enseñen más sus propias opiniones que las oficiales. O la variabilidad en las aplicaciones doctrinales según las exigencias o tradiciones de cada comunidad, diócesis o país.
Desconcierta la versátil distinción entre el fondo inmutable de la fe y sus expresiones según tiempos y lugares. También que los documentos oficiales se adecuen y apliquen con matices diferentes en cada diócesis según su obispo. Aún en las parroquias, dentro del molde de hierro del dogma y la liturgia monocorde, hay énfasis y dejadeces.
Son evidentes los conflictos dentro de la jerarquía eclesiástica entre conservadores y progresistas. Sea por la aplicación o aggiornamento de dogmas y costumbres, por la relación Iglesia-Estado, por la cruda lucha por el poder. ¿Serán los únicos grupos o temas?
La mayoría de quienes se confiesan católicos tienen poca o ninguna idea sobre el contenido doctrinal de la ICAR, (4) o del sentido espiritual de lo que dicen creer. Esto no es ofensivo, pues al feligrés poco le preocupa esa ignorancia; no le importa ni necesita superarla.
“Las verdaderas fuentes de la vida religiosa no brotan, para las masas católicas romanas, de la doctrina” (5). Es que a la masa le basta con creer lo que la Iglesia ICR crea.
Y debe aceptar, obligadamente, esas creencias. Tomas de Aquino decía que el laico cree implícitamente los distintos artículos contenidos en la fe de la iglesia.
Al fiel no le es necesario ir más allá del catecismo de la catequesis parroquial. Su preocupación no es tanto conocer el contenido de su fides implícita, sino la de realizar buenas obras (lo que hacen) y lo que “cumplen” con su iglesia.
Como ocurría con la Vulgata en latín, pocos se animan a los 2865 párrafos numerados del texto oficial de edición típica latina del Catecismo de la Iglesia Católica (CIC).
En Latinoamérica es notable el sincretismo católico. Escudado en la “religiosidad popular”, la ICAR oportunamente adopta, comparte o tolera muchas expresiones de fe popular. En Argentina, son ejemplo –entre otros– San Expedito, el Gauchito Gil, o la Desatanudos.
Hay obispos que expresaron preocupación por el porcentaje de católicos que conviven con prácticas non sanctas como la de ir al curandero, comprar favores del ocultismo, o incluir- se en rituales aún más extremos (v. gr. sacrificios umbanda, cultos satánicos o San La Muerte).
A otros niveles les llega el yoga “católico”, el Reiki o esoterismos.
Algunas fiestas populares-católicas incluyen creencias precolombinas con párroco y procesión incluidos. Ej. la chaya (= pago), ofrenda de comida y libación a la Pachamama, la Madre Tierra, que en lugares llega a identificarse con la Virgen María.
Otras festividades tienen neto corte pagano como el caminar descalzo sobre brasas la noche de San Juan en el patio de la parroquia, acto “de fe” que “perdona los pecados” de los valientes que cruzan el fuego sin quemarse.
Es preciso distinguir entre la envoltura y el meollo doctrinal de la Iglesia romana, porque esto último es lo que sella la diferencia entre la vida y la muerte del católico.
Este libro muestra lo que un fiel católico debe obligatoriamente creer y asentir irrestrictamente para no quedar fuera de la salvación.
Sin importar lo que las Escrituras dijeran al respecto, el fiel no puede rechazar lo que la Iglesia de Roma enseña, ni oponerse, ni negarlo, ni desobedecer, porque sería, pecado o herejía anatemizada, perdería la comunión o …, en fin, va al infierno.
Los teólogos católicos no tienen libertad científica.
el objeto y resultado de la investigación teológica está establecido por adelantado por una autoridad que se atribuye la infalibilidad y no permitirá la contradicción… el teólogo no debe considerar los artículos de fe como incómodas barreras, sino como faros que advierten al marinero, le muestran el verdadero camino y le salvan del naufragio. (6)
Lo que queda al margen de lo autoritativo, es materia opinable, de aplicación o prácticas variables, mientras no lo defina el Magisterio.
Al adentrarnos en la doctrina católica-romana nos encontraremos ante un modo de razonar absolutamente distinto al que estamos habituados.
Los que reposamos en la infalibilidad de la Palabra de Dios y su sencillez, debemos estar prevenidos ante el uso constante de la falacia circular (7), la petición de principios, los sofismas, la polisemia, los enunciados ambiguos, los argumentos ad populum (8), las construcciones autoportantes.
Utilizo la noción vulgar de “razonamiento circular” para que grafique la idea del entrelazamiento de conceptos que se sostienen, convalidan y justifican unos a otros, y donde un dogma justifica al siguiente, el que, a su vez, como axioma pasa a dar fundamento al precedente.
Lo que entiende la ICAR por dogma, revelación, tradición, magisterio, autoridad, fe, mediación, sacerdocio, sacramento, iglesia, entreteje un embrollo en red, autosostenido, enmarañado, que determina sus creencias en cuanto a la justificación, la salvación, la santificación y la gracia que Jesucristo trajo y ofrece.
Con estas prevenciones, desarrollaré en los capítulos 2 y 3 los conceptos básicos de la doctrina católica. Son los que fundamentan, sostienen, impregnan y ensamblan con sus dogmas, todo el sistema doctrinal de la ICAR.
αφ
Utilizo el término “básicos”, en el sentido que sobre ellos se sostiene y entreteje la totalidad de la estructura, contenido y prácticas de la doctrina católica.
La doctrina católica es el conjunto de dogmas que la Iglesia Católica enseña como creencia obligatoria e incontrovertible. Como los dogmas de fe en conjunto, constituyen la doctrina, cualquier católico está obligado a adherir, aceptar y creer en cada uno de ellos de una manera irrevocable.
La religión cristiana es una religión dogmática, en el sentido de que los misterios revelados son expresados por la Iglesia en unas fórmulas de fe que traducen las verdades divinas en lenguaje humano.
La dogmática teológico-eclesial constituye a su vez una mediación necesaria entre el mensaje revelado y la vida del creyente.
El dogma cristiano se presenta básicamente como un pronunciamiento eclesial acerca de la verdad. Se mueve por tanto en las coordenadas de la verdad y de la autoridad.
“Dogma”, en versión breve, es una verdad revelada, definida por la Iglesia. Es una Verdad revelada por Dios y propuesta como tal por el Magisterio de la Iglesia y los fieles con la obligación de creer en ella. (2)
Desgranando sus elementos constitutivos, un dogma católico es:
1. Una verdad absoluta, inmutable e infalible,
2. revelada por Dios en Cristo y transmitida (lat. traditio) a los Apóstoles,
3. que la ICAR ha recibido de los Apóstoles por Tradición oral o escrita,
4. como depositum fidei (depósito de la fe),
5. que fue propuesta (proclamada o definida) solemnemente como principio doctrinal por un Concilio ecuménico o el Papa ex cathedra,
6. verdad definitiva, irrevocable, irreformable, e incuestionable,
7. cuya formulación dogmática debe ser creída como verdad de fe, pues obliga en conciencia a todo creyente,
8. que ha sido mantenida en la fe unánime y constante por el pueblo de Dios en el curso de la historia (sensus fidelium).
9. Con la imprescindible intermediación del Magisterio infalible de la Iglesia y del Papa entre la revelación divina y el fiel católico.
En la Iglesia Católica un dogma es una verdad de fe, la cual es absoluta, definitiva, inmutable, infalible, incuestionable y segura, sobre la cual no puede flotar ninguna duda. (3)
Por tanto, deben ser creídas con fe divina y católica todas aquellas cosas que están contenidas en la Palabra de Dios, escrita o transmitida, y que son propuestas por la Iglesia para ser creídas como materia divinamente revelada, sea por juicio solemne, sea por su magisterio ordinario y universal. (4)
… es una doctrina, en la que la Iglesia proclama de tal modo una ver- dad revelada de forma definitiva y obligatoria para la totalidad del pueblo cristiano, que su negación es rechazada como herejía y estigmatizada con anatema. En el dogma en sentido estricto concurren, por tanto, un elemento doctrinal y un elemento jurídico, incluso disciplinar (Comisión Teológica Internacional. Doc. La Interpretación de los dogmas. B.III.3)
Cuando un Papa define un dogma desde la Cátedra de Pedro, él no hace que el dogma sea verdadero, sino más bien, él proclama lo que ya es verdadero, lo que ya ha sido revelado por Cristo y entregado a los Apóstoles. Por consiguiente, los dogmas son inmutables. (Concilio de Florencia, 1441).
Para ejemplificar lo que es un dogma, utilizaré el expresado por el aforismo latino “extra Ecclesiam nulla salus” que se traduce “fuera de la Iglesia no hay salvación”.
Este dogma fue precisado en Cantate Domino (Florencia,1441).
Uno de estos dogmas en el depósito de la fe es que fuera de la Iglesia católica no hay salvación.
Puesto que esta es la enseñanza de Jesucristo, no está permitido disputar este dogma o cuestionarlo; uno simplemente debe aceptarlo.
No importa si a uno no le gusta el dogma, no entiende el dogma, o no ve justicia en el dogma. Si uno no lo acepta como verdad infalible, entonces simplemente uno no acepta a Jesucristo, porque el dogma nos viene de Jesucristo. (5)
¿Queda claro? El católico solo puede decir ¡amén! al dogma.
No creer en un dogma como verdad infalible, implica rechazar a Jesucristo, porque el dogma formulado por la Iglesia “viene de Él”.
Sencillamente, el dogma es el aglutinante que da cohesión monocorde a la institución eclesial católica y su sistema doctrinal.
Es el adhesivo forzoso para el mantenimiento de la unidad de la fe. Nadie puede “creer” sino lo que le es dado por el dogma. Y si no le da “asentimiento” a lo dogmático, queda fuera de la iglesia.
Así ésta mantiene la unidad de la fe.
Tomas de Aquino dijo que “…Si se toma lo que es objeto de la fe…de la unidad de la cosa, la fe recibe su unidad (De Veritate, q.14,ar.12)”. El problema radica en que la propia Iglesia de Roma es la que determina y transmite dogmática- mente “lo que es objeto de la fe”
Ningún dogma puede ser negado, derogado o abolido ni por el mismísimo Papa, ni por decisión conciliar. “De hecho un Papa se convierte en Antipapa si contradice un dogma.” (6) La Constitución Filius Dei (Concilio Vaticano I, 1870) distingue entre la revelación divina y la presentación que hace la Iglesia de Roma de esa revelación.
De ahí que también hay que mantener perpetuamente aquel sentido de los sagrado dogmas que una vez declaró la santa madre Iglesia y jamás hay que apartarse de ese sentido so pretexto y nombre de una comprensión más profunda”. (7)
¿No serían contradictorios estos dos conceptos? Explicarlo es necesario para la Iglesia Católica, pues afecta la unidad del dogma y su infalibilidad.
“Pero junto a la irreformabilidad de la revelación es posible la perfectibilidad de las formulaciones dogmáticas (8)
Se compaginan inmutabilidad y desarrollo del dogma en base a la distinción entre el contenido, la materia inmutable revelada, y la forma, es decir la formulación del dogma.
Las formulaciones dogmáticas mantienen siempre el mismo sentido que tenían al tiempo de ser definidas por la Iglesia…. El transcurso de la historia, los cambios culturales y teológicos y la evolución del pensamiento humano no modifican el núcleo de las afirmaciones dogmáticas. … (9)
La fórmula es inmutable por su contenido, “el trasfondo inmutable de la fe”, pero como expresión de lo revelado –ver- dades de la fe– es perfeccionable para mejorar la inteligibilidad de su modo de expresión, para hacerlo vivo y correspondiente a las necesidades de su tiempo (10)
También se distingue “por un lado, dogma como declaración auténtica del sentido de la revelación y, por otro lado, “depósito de la fe” (depositum fidei) como totalidad del contenido de la revelación.” (11)
Es definido en lenguaje aggiornado por el concilio Vaticano II:
La universalidad de los fieles, que tienen la unción del Santo … no puede equivocarse en su fe, y manifiesta esta peculiar propiedad suya con el sobrenatural sentido de la fe (sensus fidei) de todo el pueblo, cuando desde los obispos hasta los últimos fieles laicos muestra su consenso universal sobre cosas de fe y de costumbres.
Así, pues, … el pueblo de Dios, bajo la conducción del sagrado magisterio, obedeciendo fielmente al cual acepta no ya la palabra de los hombres, sino realmente la palabra de Dios (cf. 1 Tes. 2, 13), transmitida de una vez para siempre a los santos, por la fe (Jud. 3), adhiere in- defectiblemente, con recto juicio penetra en ella más profundamente y la aplica más plenamente en la vida (Lumen Gentium.12)” (12)
El sensus fidelium es así entendido como una unción especial que posee la universalidad de los fieles para no fallar en su creencia. Es infalible.
Soslayo los matices entre sensus fidei (Lumen Gentium 12), el sensus fidelium y el consenso de los fieles (consensus fidelium) que refiere a una fe compartida por todos los fieles que es la creencia de la fe. (13)
La realidad histórica es que muy rara vez se dio la universalidad del “consenso” en la formación de los dogmas. Los primeros sínodos o concilios prueban los disensos.
Cuando existían dudas o posturas heterodoxas sobre “las verdades divinas”, se las reafirmaba mediante un dogma.
1. Algunos dogmas fueron sancionados en Concilios con controvertida mayoría o cerrada oposición.
2. Hay dogmas que costaron mucha sangre antes y después de la proclamación. Otros fueron impuestos o sostenidos imperialmente.
3. Numerosas formulaciones dogmáticas fueron la “solución a un conflicto” precisamente por no existir consenso sobre la cuestión, o requirieron “el empleo de las artes diplomáticas más refinadas para mantener la unidad exterior” (14). La cita refiere al Concilio de Trento.
4. El ámbito del consenso pre-Trento estuvo restringido por más de un milenio al clero ilustrado. No puede soslayarse la literal ignorancia de las masas iletradas sobre temas generalmente debatidos en latín y sin acceso a las Escrituras.
5. Un ejemplo práctico
… sólo unos pocos años antes de la predicación de Gregorio [Nacianceno] (380 d.C.), posiblemente el número de obispos verdaderamente católicos en posesión de sus sedes, en comparación a la posesión de los arrianos, no era mayor de entre 1% y 3% del total. Si la doctrina hubiera sido determinada por la popularidad, hoy todos seríamos negadores de Cristo y contrarios al Espíritu” (15)
*F* El “consenso” no es previo a la proclamación. A posteriori de la imposición del dogma, su consenso pasa a ser, en algún sentido, universal, pues:
A. Es imperativo creerlo;
B. por la fe implícita de quienes no lo conocen; y
C. porque quien no lo aceptó quedó fuera de la Iglesia pues rechazar un dogma es rechazar a Jesucristo.
En el más alto rango de autoridad se hallan los dogmas proclamados solemnemente. Los principales son 44. (16)
El dogma inmutable constriñe absolutamente. Es una horma de hierro, pero …
Cuando alguna situación o cuestión desborda el molde, la ICAR recurre a alguna de las siguientes soluciones católicas que preservan incólume al principio dogmático:
“Un dogma es una verdad que está contenida, implícita o explícita- mente, en la inmutable Revelación divina o que tiene con ella una “conexión necesaria” (17)
Es diluir el tema con clasificaciones, subcategorizaciones o interpretaciones que obran a modo de excepción.
La definición de los dogmas a lo largo de la historia de la iglesia no quiere decir que tales verdades solamente habían sido reveladas, sino que se tornaron más claras y útiles para la Iglesia en su progresión en la fe”. Por eso la definición gradual de los dogmas no es contradictoria con la creencia católica de que la Revelación divina es inalterable, definitiva e inmutable desde la ascensión de Jesús (18)
Siendo la Iglesia romana la única mediadora de la revelación divina, ella es también quien la define.
Cuando la Iglesia define un dogma de fe, en realidad no está imponiendo nada. (sic) Lo que hace es testificar, constatar con certeza que una verdad está contenida en la revelación cristiana. El acto de fe en un dogma definido no es fe a la Iglesia, sino fe a la Palabra de Dios, que nos llega por medio del testimonio de la Iglesia. (20)
*F* Puedo sintetizar la cita con su propia terminología: “El testimonio define lo constatado”. Y así lo impone.
Cuando se lee “Este carácter irreversible e irreformable [del dogma] se halla implícito en la infalibilidad de la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo”, se evidencia el uso de la falacia circular.
Uno de los dogmas principales de la ICAR es el que expresa “La Iglesia es infalible cuando hace definición en materia de fe y costumbres”
El católico debe creer en la infalibilidad porque el dogma infalible lo decretó; y pudo decretarlo, porque…la Iglesia es infalible.
En definitiva, el fundamento objetivo del dogma – la ver- dad revelada–, dependerá de aquello que la Iglesia sostenga como verdad revelada.
Es interesante comparar la siguiente conclusión a la que arriba un profesor de la Pontificia Universidad de Chile (21),
me parece que se puede concluir que: solo tiene sentido hablar de credibilidad en materia religiosa _más todavía si se trata del dogma cristiano_ cuando el recurso a una instancia de trascendencia propia de toda religión no se articula arbitrariamente y disociada de la dimensión inmanente que inevitablemente supone.
con esta cita del Código de Derecho Canónico,
Se ha de creer con fe divina y católica todo aquello que se contiene en la palabra de Dios escrita o transmitida por tradición, es decir, en el único depósito de la fe encomendado a la Iglesia, y que además es propuesto como revelado por Dios, ya sea por el magisterio solemne de la Iglesia, ya por su magisterio ordinario y universal, que se manifiesta en la común adhesión de los fieles bajo la guía del sagrado magisterio; por tanto, todos están obligados a evitar cualquier doctrina contraria. (CDC Canon 750, libro III)
Para la Iglesia de Roma hay dos fuentes de la Revelación: La primera es la Tradición católica y en segundo lugar –en el tiempo y en importancia– viene La Escritura.
La ICAR enseña que a fin de que el cúmulo de la verdad revelada por Cristo ‘se conservara por siempre íntegro y fuera transmitido a todas las edades el Señor mandó a los apóstoles que transmitieran la revelación a otros’. “Primero, los apóstoles transmitieron la fe en forma no escrita, oralmente, es decir, ‘con su predicación, sus ejemplos, sus instituciones’... La segunda forma fue por escrito: ‘los mismos apóstoles y otros de su generación pusieron por escrito el mensaje de la salvación inspirados por el Espíritu Santo.’ Estos escritos llegaron a ser las Sagradas Escrituras del N T (22)
Este dogma de los “dos ríos” de la revelación se declaró formalmente primero en el Concilio de Trento (1545-1563), después ratificado en los concilios Vaticano I (1869-1870) y Vaticano II (1962-1965) pero rotulándolos como ríos confluentes. Este último Concilio declaró que
la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma fuente, se funden en un mismo caudal y tienden a un mismo fin (23)
Así que, cuando la ICAR dice “Palabra de Dios”, se refiere a: “La Tradición y la Escritura constituyen, pues, un solo depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia.” (24)
La Iglesia de Roma sostiene que la Revelación fue concluida y fijada en la época apostólica, primero en la Tradición oral y luego, en base a esa Tradición, fue determinado el contenido de las Escrituras.
La Tradición de que hablamos aquí es la que viene de los apóstoles y transmite lo que éstos recibieron de las enseñanzas y del ejemplo de Jesús y lo que aprendieron por el Espíritu Santo. En efecto, la primera generación de cristianos no tenía aún un Nuevo Testamento escrito [… el cual] atestigua el proceso de la Tradición viva. (CIC 83)
Pero allí no se cerró la tradición. Ejemplifico:
La Tradición apostólica hizo discernir a la Iglesia qué escritos constituyen la lista de los Libros Santos (cf. Constitución Dei Verbum 8,3). Esta lista integral es llamada «canon» de las Escrituras. … Concilio de Trento: ibid. 1501-1504) (CIC 120).
Como explica el autor Reinhold Seeberg, hasta el siglo V, la fe católica se basaba en la autoridad de las Escrituras siendo utilizada la tradición para una “correcta comprensión de las Escrituras”. [v.gr. Ireneo]
Desde entonces, la tradición que podía aducir en su favor “universitas, antiquitas y consensio”, va tomando autonomía. Es la Tradición eclesial.
“La doctrina de los Padres antiguos es, pues, la verdad y la autoridad de las escrituras es relegada. … la tradición católica corre desde entonces al lado de la Escritura y de hecho, por encima de ésta” (25)
*F* Muchas veces resulta una experiencia frustrante tratar de señalar a algún católico practicante, Biblia en mano, su doble vertiente de Revelación.
Dije “frustrante” (para el interlocutor y para mí) por- que no reconocen la supremacía bíblica como lo que realmente es: la Palabra de Dios. Ellos deben recibirla desde la Tradición eclesial.
Invocando ambas fuentes, la Tradición católica termina siendo decisoria por sobre las Escrituras.
El Concilio Vaticano II definió, entre otros temas, que la Iglesia “... no saca exclusivamente de las Escrituras la certeza de todo lo revelado” (CIC 82 DV.9)
Respecto a las Sagradas Escrituras estatuyó, que la Iglesia “siempre la ha considerado y considera, juntamente con la Tradición, como la regla suprema de su fe”. (26)
Y remachó, que las Tradiciones orales y escritas “deben ser recibidas y veneradas con igual espíritu de piedad y reverencia”. (27)
*F* Al afirmarse que la Revelación nos es comunica- da a través de una doble vertiente, se genera el error sustancial de equiparar toda la Escritura inspirada por Dios, con la Tradición eclesiástica, humana.
Peor aún. El concepto de doble vertiente implica que la Escritura no es en sí misma toda la Palabra de Dios ni la Revelación completa, aunque el Espíritu Santo diga lo contrario. (2. Ti 3:16-17).
El Catecismo me valida.
El cristianismo no es una «religión del Libro». Es la religión de la Palabra de Dios. (CIC 108).
[se debe] leer la Escritura en «la Tradición viva de toda la Iglesia». Según un adagio de los Padres… («La sagrada Escritura está más en el corazón de la Iglesia que en la materialidad de los libros escritos»). (CIC 113).
En efecto, la iglesia encierra en su Tradición la memoria viva de la Palabra de Dios y el Espíritu Santo da la interpretación espiritual de la escritura (28)
La Revelación posee tres elementos principales e interrelacionados: La Sagrada Escritura: […]que permite establecer la Revelación tanto histórica como mística del Mensaje Divino. La Tradición Apostólica: contenida en la experiencia directa y personal de los apóstoles que convivieron con Cristo [¿Y Pablo?], y cuya continuidad se ve representada por la Jerarquía eclesiástica. La Tradición Eclesial: contenida en los usos, costumbres y comprensión del pueblo de Dios que va construyendo interpretaciones y estableciendo normas […] para lograr la correcta interpretación de la Revelación Divina. (Dei Verbum, 8 - 10)
¿Qué autoridad determina la revelación? ¿La del Autor divino per se o la ICAR? Así lo explicita un autor católico:
El acto de fe del creyente es una respuesta a la revelación divina que es posible gracias a la proposición por parte de la iglesia de lo que puede llegar a ser objeto de la fe. … Si esta proposición no lo hiciera la iglesia, el creyente potencial no sabría si tiene que otorgar confianza a esta proposición que se le hace como venida de Dios (29)
*F* Algo así como que las hojas sostienen las ramas y éstas al tronco.
Como decía San Agustín, “Yo no creería al Evangelio si la autoridad de la Iglesia Católica no me moviera” (30)
*F* Si la revelación de Dios debe llegar al ser humano indirectamente, mediante la proposición que de esa re- velación haga la Iglesia de Roma, entonces, sin retórica, el objeto de la fe no es la Palabra revelada sino la proposición del Magisterio eclesial.
Consideran tres. Las verdades reveladas formal y explícitamente, las verdades reveladas, pero sólo implícitamente, y las verdades reveladas sólo virtualmente. (31)
Las primeras son dogmas en sentido estricto solo cuando se proponen o son definidas por la Iglesia. Ej. Los artículos del Credo de los Apóstoles.
En segundo lugar, son también dogmas las verdades reveladas de modo implícito, una vez que son propuestas o son definidas por la Iglesia. Ej. La transubstanciación, la infalibilidad papal, la Inmaculada Concepción, los sacramentos.
La Iglesia es infalible en la definición de ambas clases de verdades; la negación deliberada de uno de estos dogmas implica el pecado de herejía y amerita excomunión e infierno.
¿Y las virtuales? Dejémoslas a los teólogos católicos.
El carácter objetivo de la verdad dogmática que pretenden, depende en definitiva de la aceptación de la doctrina católica y específicamente del dogma del magisterio infalible de la Iglesia.
Tienen el supremo grado de certeza las verdades reveladas inmediatamente. El asentimiento de fe a ellas radica en la autoridad misma del Dios revelador (fides divina). Pero…
A. Cuando la Iglesia garantiza la revelación, proclamándola en la autoridad del magisterio infalible es fides católica. Si es proclamada por una definición solemne del Papa o de un concilio universal con Papa es fide definita.
B. Las verdades “de fe” o doctrinas eclesiásticas, sobre las que ha fallado de forma definitiva el magisterio infalible de la Iglesia, hay que admitirlas con un asentimiento de fe que se apoya únicamente en la autoridad de la Iglesia (fe eclesiástica) y son infalibles.
C. No todas las manifestaciones del Magisterio en materia de fe y costumbres son infalibles. No lo son las aseveraciones del Papa en su forma ordinaria y habitual ni las decisiones de los colegios o congregaciones romanas. No son irrevocables. No obstante, a todas ellas hay que acatarlas con interno asentimiento (assensus religiosus) motivado por la obediencia ante la autoridad del magisterio eclesiástico.
*F* Una y otra vez la Iglesia católica se coloca entre Dios Altísimo y la humanidad.
Ese papel de único conector, determinante, necesario y excluyente para la relación Dios-hombre que pretende la ICAR, es la intermediación excluida en el Nuevo Pacto por el único mediador, Jesucristo hombre (1ra. de Timoteo 2:5).
Según la ICAR, la Revelación infalible e inmutable – o depósito de la fe– es transmitida (lat. traditio) ininterrumpida e íntegramente por esa Iglesia de una doble Tradición indisociable:
A. La Tradición oral, o simplemente “la Tradición”, que conserva todas las enseñanzas de Cristo a los Apóstoles. A su vez, éstos transmitieron en todas estas enseñanzas a sus sucesores es decir a los obispos unidos con el Papa, para conservarlas y difundirlas.
B. La Tradición escrita, la Biblia, es el producto del registro escrito de la Tradición oral por los apóstoles y otros escritores inspirados.
La Iglesia romana sostiene que “a pesar de que la Revelación ya está completa, todavía no está plenamente explicitada. Y está reservado a la fe cristiana aprender gradualmente todo su alcance, en el transcurso de los siglos.” (CIC 66)
Este dogma convalida el criterio de desarrollo progresivo de la doctrina a lo largo de siglos, “siendo enriquecida por nuevas clarificaciones, nuevas definiciones de dogmas y nue- vos pronunciamientos papales o conciliares”. (26)
El desarrollo comprende temas de fe, moral, costumbres y las expresiones de la fe de sus fieles.
El Magisterio de la ICR, al estudiar la materia inmutable de la Revelación, “se da cuenta de manera gradual” de ciertas realidades que antes no tenía comprendida explícita y total- mente. No son verdades tardíamente reveladas, sino que se vuelven más claras y útiles para la Iglesia en su progresión en la fe.” (33).
El hecho de que un dogma definido por la Iglesia pueda parecer una novedad, si lo comparamos con expresiones de la misma verdad en los primeros siglos de la Iglesia, no significa que esta verdad se haya alterado en el curso del tiempo. Significa sencillamente que la verdad en cuestión se ha desarrollado hasta recibir la formulación que ahora tiene. (34)”
La Revelación posee tres elementos…
A. La Sagrada Escritura, […] Revelación tanto histórica como mística del Mensaje Divino.
B. La Tradición Apostólica: […] cuya continuidad se ve representada por la Jerarquía eclesiástica.
C. La Tradición Eclesial: contenida en los usos, costumbres y comprensión del pueblo de Dios que va construyendo interpretaciones y estableciendo normas […]como pilar para lograr la correcta interpretación de la Revelación Divina. (Dei Verbum, 8 - 10). (35)
*F* La doctrina enseñada y predicada por Jesucristo (Juan 7:16-17), el Evangelio eterno, las verdades que trajo, (He. 1:1-2), pueden ser –y de hecho lo han sido– reformuladas y desarrolladas por la Iglesia de Roma como dogmas junto a las enseñanzas de Jesús (¡o sobre ellas!).
¿Mi corolario? Ni el dogma como tal, ni su formulación eclesial, ni lo que impone la doctrina católica como Revelación intermediada, son compatibles con las Escrituras neotestamentarias.
¿Le agradará al Señor que se mejore Su Revelación (He.1:2), quitando, añadiendo, apartándose a diestra o a siniestra, más allá de lo que “¡Escrito está!”?
αφ