Hijas del futuro - Cristina Jurado - E-Book

Hijas del futuro E-Book

Cristina Jurado

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Hijas del futuro: literatura de ciencia ficción, fantástica y de lo maravilloso desde la mirada feminista es un libro coordinado por las escritoras Cristina Jurado y Lola Robles que reúne diez ensayos que abordan, desde una perspectiva de género, cuestiones relacionadas con las escritoras, lectoras y estudiosas de la ficción no realista. En las páginas de esta antología, Layla Martínez profundiza en la trayectoria de autoras pioneras, mientras Carmen Romero Lorenzo se centra en una voz contemporánea; Andrea Vega y Maielis González analizan las propuestas y sensibilidades de narradoras latinoamericanas y C. B. Estruch nos habla del afrofuturismo; Enerio Dima reflexiona sobre el tratamiento y recepción de los personajes femeninos y Elisa McCausland hace lo propio centrada en el cómic; por su parte, Inés Arias de Reyna explora el uso del lenguaje inclusivo y Loli Muñoz Molina se concentra en la cuestión de la identidad de género. Como apuntan Jurado y Robles, «somos hijas de aquellas mujeres que antes que nosotras han luchado por alcanzar la igualdad de derechos y oportunidades, y somos Hijas del futuro porque reclamamos el tiempo venidero como un espacio propio en el que las voces de todas se oigan». Es esta voz colectiva, aplicada a la literatura de ciencia ficción, fantasía y terror en todos sus formatos y subgéneros, la que quiere mantener una conversación enriquecedora y, en la medida de lo posible, transformadora. La intención de esta recopilación es iniciar líneas de reflexión de las que, con el tiempo, se ramifiquen muchas más.

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Cristina Jurado (@dnazproject) es escritora bilingüe de ciencia ficción, fantasía y subgéneros híbridos. Editora y traductora, es la primera mujer en obtener el Premio Ignotus a la Mejor Novela en 2019 por Bionautas.

Lola Robles (Madrid, 1963) es licenciada en Filología Hispánica, escritora y activista feminista, pacifista y queer. Se ha especializado en la investigación sobre autoras españolas de ciencia ficción y en la relación de este género y la literatura fantástica con el feminismo y la teoría queer. También escribe narrativa.

Layla Martínez es traductora de inglés y editora en el sello independiente Antipersona. Ha publicado recientemente el libro Utopía no es una isla (Episkaia, 2020).

Inés Arias de Reyna es profesora de escritura creativa desde 2006. En la actualidad, imparte el Itinerario de Literatura fantástica, ciencia ficción y terror, de la Escuela de Escritores, que es la síntesis de toda una vida dedicada a pensar y a enseñar fantasía. También corrige, maqueta y edita libros. Diplomada en Biblioteconomía y Documentación, cuenta con estudios en Filología Hispánica. Es autora del libro de relatos Deja que el viento se lleve mis cenizas (Orciny Press, 2021).

Loli Molina Muñoz es profesora de español en Carolina del Sur. Su poesía y relatos han aparecido en diversas antologías españolas y norteamericanas, así como en dos poemarios.

Andrea Vega, originaria del Estado de México, ingeniera en Sistemas Computacionales por el IPN. Mediadora de lectura y coordinadora de círculos de lectura. Parte de la colectiva Librosb4tipos.

C. B. Estruch es une traductore, editore y activista no binarie. Ha traducido obras como Binti, de Nnedi Okorafor; Las mareas negras del cielo, de Neon Yang, y En las profundidades, de Rivers Solomon.

Carmen Romero Lorenzo se dedica a la traducción, además de a tejer sus propias historias que pueden encontrarse en diversas editoriales y en su web: carmenromerolorenzo.es

Elisa McCausland es periodista, crítica e investigadora enfocada en el análisis de la cultura popular desde una perspectiva feminista. Autora de los ensayos críticos Wonder Woman: El feminismo como superpoder (errata naturae, 2017) y Supernovas: Una historia feminista de la ciencia ficción audiovisual (errata naturae, 2019), este último junto al crítico Diego Salgado, con quien también explora las intersecciones entre sociedad, política y cultura pop en el proyecto crítico, producido por consonni, Trincheras de la cultura pop.

Enerio Dima es el pseudónimo de una autora con nombre y apellidos demasiado comunes como para ser recordados. Licenciada en Derecho, compagina la docencia con su vocación de escritora.

Maielis González es narradora, ensayista, traductora e investigadora literaria cubana. Produce junto a Sofía Barker el podcast Las Escritoras de Urras y es reseñista para la web Libros Prohibidos.

Autoras VV. AA.

Editoras de la antología: Lola Roblesy Cristina JuradoCorrección Sonia BergerDiseño de colección Rosa LlopImagen de cubierta Otobong NkangaProducción ePub Bookwire

Edición consonni

C/ Conde Mirasol 13-LJ1D48003 Bilbaowww.consonni.org

Primera edición en español:julio de 2021, Bilbao

eISBN: 978-84-16205-74-5

Esta obra está sujeta a la licencia Creative Commons CC Reconocimiento-NoComercial-SinObra-Derivada 4.0 Internacional CC BY-NC-ND 4.0. Los textos, edición, traducciones e imágenes pertenecen a sus autoras/es

Autoría de los textos por orden de aparición: Cristina Jurado, Lola Robles, Layla Martínez, Inés Arias de Reyna, Loli Molina Muñoz, Andrea Vega, C. B. Estruch, Carmen Romero Lorenzo, Elisa McCausland, Enerio Dima, Maielis González

Imagen de cubierta: Otobong Nkanga,Shift and Wait (15), 2003, 15 x 20 cm

Forma parte de la serie de 16 impresiones litográficas producidas con la casa editora “Le petit Jaunais”, París, Nantes, Francia

consonni es una editorial con un espacio cultural independiente en el barrio bilbaíno de San Francisco. Desde 1996 producimos cultura crítica y en la actualidad apostamos por la palabra escrita y también susurrada, oída, silenciada, declamada; la palabra hecha acción, hecha cuerpo. Desde el campo expandido del arte, la literatura, la radio y la educación, ambicionamos afectar el mundo que habitamos y afectarnos por él.

Hijas del futuro

Literatura de ciencia ficción, fantástica y de lo maravilloso desde la mirada feminista

Cristina JuradoLola Robles[eds.]

Introducción

Cristina Jurado

En 2017 la autora canadiense Amal El-Mohtar se convirtió en una de las invitadas de honor de Wiscon, la convención de ciencia ficción feminista más longeva que existe. Como tal se le pidió que ofreciera un discurso durante el evento central en el que se concede el Otherwise Award, el otrora James Tiptree Jr. Award, galardón anual literario que premia aquellos trabajos de ciencia ficción y fantasía que exploran nuestro entendimiento sobre el género. He aquí un extracto de sus palabras:

Las mujeres hablamos demasiado, nos dicen, si hablamos lo mismo que los hombres. […] Durante cientos de años la literatura nos ha dicho que la mujer virtuosa es la que calla. Pero por mucho que el mundo haya tratado de acallar a las mujeres durante siglos, de restringir y mitigar nuestras voces en el orden social, en democracias, en la sociedad civil, lo que me parece, con mucho, más perturbador es hasta qué punto está todo organizado para evitar que hablemos entre nosotras1.

En esa misma intervención, la canadiense señalaba la necesidad de potenciar la conversación entre las mujeres en cuanto agentes de pleno derecho en la esfera pública y, específicamente, en el ámbito de la literatura de ciencia ficción, fantasía y terror. Esa necesidad es lo que impulsa proyectos como el libro que tienes entre manos. En estas páginas encontrarás una colección de diez ensayos escritos por otras tantas autoras que tiene como objetivo iniciar líneas de reflexión de las que se ramifiquen muchas más. Se trata de crear un tapiz de conversaciones, siguiendo el ejemplo de la Ariadna mitológica, mediante el cual se estimule la investigación y el debate sobre aquellas cuestiones que atañen a las mujeres que escriben literatura en español dentro de los géneros no realistas.

Como obra que se proyecta hacia delante, partiendo de una intención divulgativa, el título escogido ha sido Hijas del futuro: literatura de ciencia ficción, fantástica y de lo maravilloso desde la mirada feminista. Porque somos hijas de aquellas mujeres que antes que nosotras han luchado por alcanzar la igualdad de derechos y oportunidades, y somos hijas del futuro porque reclamamos el tiempo venidero como un espacio propio en el que las voces de todas se oigan. Es esta voz colectiva, aplicada a la literatura de ciencia ficción, fantasía y terror en todos sus formatos y subgéneros, la que quiere mantener una conversación enriquecedora y, en la medida de lo posible, transformadora.

No es casualidad que el libro se inicie con el texto de Lola Robles «La mirada violeta: qué es la perspectiva de género sobre la literatura de género». Este texto sienta las bases de lo que son los géneros no realistas, sus características específicas y particularidades, y qué supone aplicarles una mirada feminista. Porque, para iniciar una conversación, hay que empezar por establecer sobre qué hablamos. Seguidamente, y con el objeto de extender el diálogo a escritoras de tiempos y geografías diferentes, aparece el primero de los textos que analizan la importancia y aportación de las autoras desde el comienzo de la literatura de ciencia ficción, fantasía y terror, y hasta nuestros días. Es en «Hermanas del futuro. Ciencia ficción escrita por mujeres entre los siglos XVII y XIX» donde Layla Martínez ofrece una semblanza introductoria a algunas de las primeras autoras de la literatura no realista como las inglesas Margaret Cavendish y Mary Shelley o la estadounidense Mary Griffith, entre otras.

En una antología como esta cimentada sobre el poder de la palabra, Inés Arias de Reyna reivindica el papel del lenguaje inclusivo como herramienta para visibilizar la labor de las mujeres en cuanto creadoras de historias y personajes en su ensayo «El lenguaje inclusivo en la literatura de género». A continuación, Loli Molina Muñoz realiza en «Identidad de género en la ciencia ficción en español escrita por mujeres. Una mirada con perspectiva de género a las obras de Elia Barceló, Lola Robles, Nieves Delgado y Teresa P. Mira de Echeverría» un análisis de las identidades de género desde las obras de las tres autoras españolas mencionadas.

No tendría sentido mantener una conversación global sobre el tema que nos ocupa sin dirigir nuestra mirada a otras tradiciones literarias, como la latinoamericana o africana, donde existen autoras que han desarrollado trabajos de gran calidad. La mexicana Andrea Vega proporciona en «La literatura de género como reflejo de la experiencia de la mujer» el recuento de la violencia sufrida por las mujeres en Latinoamérica, reflejada en tres obras de las argentinas Liliana Bodoc y Mariana Enríquez y de la mexicana Martha Riva Palacio Obón. Por su parte, C.B. Estruch arroja luz sobre el afrofuturismo en su artículo «Diáspora a las estrellas: el viaje de las protagonistas afrofuturistas», en el que hace un repaso a la carrera de Octavia Butler, Nnedi Okorafor y Karen Lord.

En este punto de la conversación profundiza en la figura del personaje femenino como sujeto sobre el que recae el peso de las convenciones machistas tradicionales y de qué manera ciertas obras intentan subvertir esta dinámica. En «Análisis de clase y género en la obra de Margaret Atwood Penélope y las doce criadas», Carmen Romero analiza la reinterpretación de la autora canadiense sobre el mito de la esposa de Ulises, referencia universal de la esposa abnegada y fiel. Mientras en «Viñetas de otros mundos: autoras de cómic en la ciencia ficción y géneros afines en el cómic del siglo XXI», Elisa McCausland examina algunas de las propuestas narrativas más interesantes de autoras actuales de novela gráfica y cómic en el ámbito de la literatura no realista. Finalmente, Enerio Dima en «Tu princesa está en otro castillo, pero ahora se llama Mary Sue» se centra en un fenómeno surgido en la comunidad de fans ante la necesidad de construir personajes femeninos protagonistas con los que las lectoras puedan sentirse identificadas.

Cierra la antología el artículo «Borderliners: tres escritoras en los límites de la ciencia ficción» de la cubana Maielis González. En él se exploran las novelas de las latinoamericanas Ana María Shua, Pola Oloixarac y Agustina Bazterrica como ejemplos de obras fronterizas entre la ciencia ficción y el realismo desde las que se realizan profundas reflexiones humanistas. Porque las autoras de los géneros no realistas han sido consideradas hasta no hace mucho sujetos marginales o borderliners, que operan en zonas limítrofes, en la periferia, lejos del centro desde el que el hombre cis heterosexual blanco ejerce el poder y establece qué debe ser considerado parte del canon literario.

Hijas del futuro: literatura de ciencia ficción, fantástica y de lo maravilloso desde la mirada feminista no habría sido posible sin Infiltradas, la antología publicada por Palabaristas en enero de 2019 mediante un esfuerzo colaborativo a nivel autoral y de financiación. Diecinueve ensayos componían aquella obra, ganadora del premio Ignotus al Mejor Libro de Ensayo, otorgado en 2020 por Pórtico, la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (AEFCFT), así como del Premio Guillermo de Baskerville 2019 al Mejor Libro de No Ficción. De ellos en la presente publicación se han seleccionado diez por su carácter divulgativo y relevancia a la hora de profundizar en aspectos poco conocidos y nuevos enfoques relacionados con el punto de vista de la mujer y con sus universos simbólicos y narrativos dentro de los géneros mencionados. En este nuevo compendio las autoras han tenido la oportunidad de revisar sus textos para ofrecer una selección más actualizada que dé cabida a las novedades aparecidas en los más de dos años transcurridos desde su aparición original. Es necesario, por tanto, recordar al resto de autoras que participaron en el proyecto original y sin las cuales no habría sido posible: María Alea, Amal El-Mohtar, Eleanor Arnason, Eleazar Herrera, Kameron Hurley, Logan R. Kyle, Elena Lozano, Alicia Pérez Gil, Carlos Plaza, Teresa P. Mira de Echeverría, Josué Ramos, M. J. Sánchez, Giny Valrís; así como las traductoras Blanca Rodríguez y Arrate Hidalgo.

Como decía Joanna Russ en Cómo acabar con la escritura de las mujeres, la experiencia de las mujeres ha sido sistemáticamente invisibilizada por un entramado social que, en lo que respecta a la literatura, ha empleado diversas estrategias para deslegitimar, desacreditar, infantilizar y borrar sus obras. Es esa experiencia la que alimenta la antología que estás a punto de leer, la de diez mujeres, todas ellas autoras y/o investigadoras de los géneros no realistas, que participan en una conversación necesaria para desmontar el andamiaje patriarcal que las ha silenciado históricamente. Porque, como afirma la norteamericana Kameron Hurley en la introducción de su libro La revolución femenista geek refiriéndose a las mujeres que escriben: «Tu voz es poderosa. Tu voz tiene significado. Si no lo tuviera, no se esforzarían tanto para silenciarte. […] No estás sola».

Ahora solo falta que tú, que lees estas palabras, decidas unirte a esta conversación.

Cristina Jurado

Dubai, mayo de 2021

1Amal El-Mohtar, «Discurso como Invitada de Honor en Wiscon 2017», en Infiltradas, Gijón, Palabristas Press, 2019.

La mirada violeta: qué es la perspectiva de género sobre la literatura de género

Lola Robles

El género literario y la literatura de género

Por «género literario» se entiende aquel conjunto de obras que tienen unas características temáticas, formales y estructurales en común. Una de las primeras divisiones que se hizo en literatura fue en tres grandes géneros: épico, lírico y dramático. El género épico, al principio en verso, era narrativo: epopeyas, cantares de gesta, romances… Desde hace ya siglos, el género narrativo ha pasado a utilizar la prosa en la novela y el cuento. La lírica, que sirve para expresar sentimientos más que para relatar hechos, emplea el verso, aunque también hay prosa poética. El género dramático es aquel que se encauza a través de la puesta en escena de una acción con personajes que utilizan el diálogo y se vincula al teatro.

El concepto de género literario ha estado sujeto a continuo debate dentro de la Teoría de la Literatura. Sin embargo, todavía puede servir para que el público lector sepa, de antemano, qué tipo de obra va a leer. E incluso, en ocasiones, implica un modo de mirar la realidad, como veremos más adelante. Los géneros no deben entenderse como categorías cerradas e inamovibles, ya que, muy por el contrario, son abiertas, flexibles y cambiantes históricamente. De ahí la existencia de obras híbridas, con elementos de más de un género.

Se denomina «literatura de género» a determinadas ficciones literarias que tienen unos rasgos muy específicos y, con frecuencia, repetidos, hasta el punto de que el público lector espera encontrarlos en esas obras: la novela histórica, negra y policíaca, romántica, del Oeste y los géneros no realistas o no miméticos, es decir, la ciencia ficción, lo fantástico y lo maravilloso.

Poniendo como ejemplo la novela romántica, se puede ver claramente cómo el público lector busca en ella ciertas situaciones, personajes y un final feliz para la historia, y no solo los espera, sino que puede exigirlos y sentirse defraudado en el caso de no encontrarlos: hay un «horizonte de expectativas» muy concreto por parte de los lectores.

A casi todos estos tipos de novelas se los ha considerado inferiores en calidad literaria, estilo, psicología de los personajes, etc., respecto a otros de la llamada «literatura general». No obstante, ya desde hace tiempo, géneros como la novela histórica, negra y policíaca han «subido» de nivel en la valoración por parte de crítica y público.

Nos interesan especialmente, en este caso, los géneros no realistas o no miméticos: la ciencia ficción, lo fantástico y lo maravilloso o fantasía. El terror es un género transversal, puede ser realista o estar unido a lo maravilloso, aunque, con mucha frecuencia, se vincula a lo fantástico. En cuanto a lo real maravilloso y al realismo mágico, es posible incluirlos dentro de lo maravilloso, a pesar de que tienen también elementos propios de lo fantástico.

Resulta muy curioso que, entre los lectores aficionados a los géneros no realistas, e incluso entre sus escritores y críticos, haya tanta disparidad de opiniones sobre lo que son o no son esos tipos de literatura. Cierto, como ya he dicho, que la categoría «género» es discutible, precisamente porque los géneros interaccionan entre sí, se mezclan y evolucionan. Cosa muy diferente es que no existan unos criterios mínimamente rigurosos para definirlos o que las posibles definiciones se basen en opiniones de cada cual. Esto no sucede en otros ámbitos de la literatura. Y más aún, no parece haber demasiado interés en basar esas opiniones, con frecuencia meramente intuitivas, en estudios teóricos ya realizados.

También se hace cómodo pensar y decir que los géneros son simples etiquetas para bibliotecas y librerías. Pero si profundizamos en el tipo de literatura que escribimos o que nos gusta como lectores, estudiando acerca de ella, descubriremos que las diferencias entre géneros y sus características peculiares tienen una razón de ser, pues reflejan una identidad, además de una manera de enfrentarse y plasmar la realidad y el mundo.

Vamos a ver, muy brevemente, las diferencias principales entre lo maravilloso, lo fantástico y la ciencia ficción.

En lo maravilloso o «fantasía» (nombre, este último, que se utiliza más comercialmente) aparecen entidades de ficción sobrenaturales e imposibles, que son aceptadas con normalidad por los personajes, quienes viven en un ámbito fabuloso o acceden a él, de manera temporal o definitiva, normalmente a través de un paso o umbral. También los lectores admiten lo sobrenatural sin el menor problema y sin que eso cuestione sus certidumbres acerca de la realidad, mediante el pacto de ficción característico de este género.

Ejemplos son El señor de los anillos de J. R. R. Tolkien, la serie Harry Potter de J. K. Rowling o la saga de Mundodisco de Terry Pratchett. La fantasía, donde predomina lo mágico y lo imposible, se asocia a la literatura infantil y juvenil, a los cuentos de hadas, pero también hay una fantasía para personas adultas, como la que escribe el autor británico China Miéville en su trilogía ubicada en el universo ficticio Bas-Lag. Otro ejemplo es la magistral novela de Ana María Matute Olvidado Rey Gudú, en la que recupera el ámbito de lo maravilloso para un público maduro, que, y ese es uno de los principales temas de la obra, no debería (no deberíamos) perder la capacidad de ir más allá de la realidad empírica.

En la ciencia ficción, sin embargo, los elementos sobrenaturales (precisamente en el sentido de que van más allá de las leyes de la física que conocemos) son presentados como posibles en otra realidad espacio-temporal, donde la ciencia, la técnica o cualquier otro campo de la vida humana han evolucionado lo suficiente para que esos elementos existan. El género parte, pues, de un novum o novedad no existente en la realidad espacio-temporal (presente y pasado históricos) del/la autor/a y especula a partir de él. Cierto que hay obras de ciencia ficción con elementos por completo inverosímiles, pero ahí se trata de una hibridación con la fantasía.

Un buen ejemplo de ciencia ficción es la novela corta 36, de Nieves Delgado, que especula sobre la existencia de una primera IA (Inteligencia Artificial) capaz de tomar decisiones y pensar por sí misma. Se nos muestra así cómo la ciencia ficción se basa en un «¿qué sucedería si…?» que intenta parecernos plausible y racional.

Lo fantástico funciona de manera distinta. Supone la intrusión de lo sobrenatural en nuestra realidad conocida, en nuestra vida cotidiana. Una irrupción que desestabiliza y socava nuestra seguridad sobre el mundo e incluso sobre nosotros mismos. De ahí que los personajes sientan inquietud, temor o pánico, y que su salud psíquica y física peligre hasta el punto de poder volverse locos o morir. El efecto de inquietud y miedo se produce también en el público lector (aunque por supuesto puede haber personas que no lo sientan).

Un ejemplo de lo fantástico es la novela La lógica del vampiro de Adelaida García Morales. En ella, la protagonista se enfrenta a un extraño personaje cuyo comportamiento va más allá de lo natural. Al final de la novela, la narradora nos dice: «En definitiva, todo giraba en torno a la fortuita y aleatoria distinción entre lo que ya estaba establecido que podía ser real y lo otro, aquello para lo que no existían nombres ni medidas, aquello que constituía solo un escándalo para el sentido común» (García Morales, 1990: 189).

Feminismo, género sexual y perspectiva de género

Paso ahora a explicar qué es la «perspectiva de género». Se trata de una forma de analizar diferentes ámbitos de la vida humana, entre ellos la literatura, y se incluye dentro de los «estudios de género». Dentro de ellos estaría la perspectiva feminista, la LGTB-QIA (lesbiana, gay, trans, bisexual, queer, intersexual y asexual), la investigación sobre las masculinidades y la intersección de estas condiciones con la raza o etnia, clase social y religión.

El concepto de «género sexual» comienza a generalizarse en la segunda mitad del siglo XX, frente al uso anterior de «sexo». Se plantea que el género sexual es una construcción cultural y social, referida a lo masculino/femenino, varones/mujeres, y no una realidad «natural», esencial e inmutable, como ha podido entenderse la noción de «sexo», también hoy muy discutida; de la misma manera que la pretendida superioridad «natural» del varón sobre la mujer y de unas etnias sobre otras, construcciones consideradas ya falaces. Somos productos de la cultura, la historia, la economía y la sociedad, aunque pueda haber, desde luego, componentes biológicos. Hablar de «construcción» no quiere decir algo totalmente inventado, una entelequia artificial, sino que se trata de una interpretación de la realidad. Los seres humanos conformamos nuestro pensamiento y esa realidad a través del lenguaje. Este supone una categorización de lo real: lo «prediscursivo» es un continuum o materia que podría estructurarse de muy distintas maneras. En el caso de los cuerpos humanos, en toda su diversidad, hemos elegido la dicotomía macho/hembra, varón/mujer, o la división en razas (concepto este último, profundamente cuestionado también). No trato de negar la presencia de la realidad biológica, sino que planteo que esa realidad se interpreta (y se utiliza), pero no es la causa «natural» de la desigualdad, pues de serlo estaríamos ante un determinismo biológico muy difícil de cambiar (y que, sin embargo, hemos superado en muchos otros aspectos).

Hablo de «varones» y no de «hombres», aunque ambos términos han pasado a ser equivalentes, porque, «hombre» viene del latín homo, -inis, que significa «ser humano». En castellano, la oposición correcta sería varón/mujer, macho/hembra.

El feminismo nace en el siglo XVIII, en la Ilustración, aunque, por supuesto, hubo antecedentes. Su objetivo ha sido, desde el principio, la liberación de las mujeres del patriarcado. Es importante aclarar que «mujeres» no es lo mismo que «mujer», ya que este último término, en su singularidad, connota una condición esencial y única para todas nosotras, una identidad común que es rechazada por muchos feminismos. De ahí que estos prefieran hablar de «mujeres» en plural, para aludir a toda nuestra diversidad. De igual manera se habla de «feminismos» en vez de «feminismo» para dejar claro que existen diversas tendencias en este movimiento, aunque se puede utilizar la segunda forma para referirse al pensamiento feminista en general. Lamentablemente, la extensión de este artículo no me permite exponer las diversas corrientes feministas que se han dado a lo largo de la historia y que continúan existiendo hoy.

Como ya he señalado, el/los feminismo/s busca/n la liberación de las mujeres del patriarcado y la equiparación en derechos. El «patriarcado» es un sistema o estructura muy antigua, en la cual los varones detentan el poder económico, político, social, cultural y legal, del mismo modo que las personas blancas han oprimido en muchos lugares a otras etnias. A veces, se ha asegurado que el poder que han mantenido los varones sobre las mujeres se debe a causas como la supuesta superioridad natural por su mayor inteligencia, fuerza física y capacidades. El tema es mucho más complejo, sobre todo a partir del momento histórico en que la fuerza física deja de ser un factor determinante para alcanzar y controlar el poder.

No es lo mismo «patriarcado» que «machismo». El machismo es una forma de pensar por la cual determinados varones y determinadas mujeres consideran que ellos son superiores en muchos aspectos a nosotras: pueden creer que son mejores cocineros, modistos, escritores o gobernantes, o que realizan las tareas más duras y difíciles. El patriarcado es un sistema o estructura de poder que tiene más componentes que una simple ideología. En ese sistema se tienen unos privilegios, igual que ocurre con la esclavitud o la precariedad laboral de nuestra época. El patriarcado funciona y subsiste porque hay una parte de la población que se beneficia de él.

El feminismo explica que el sistema patriarcal se fundamenta en la realización por parte de las mujeres de manera gratuita (en el sentido de que no hay un salario legalizado, sino que el pago es la subsistencia, que solo en el caso de una minoría de mujeres conlleva un bienestar notable) de estos cuatro trabajos:

•Trabajo doméstico (en muchas zonas rurales a este trabajo en el interior del hogar se han añadido otras labores relacionadas con la agricultura, ganadería y acarreo de víveres y agua; en las clases sociales más precarias después de la industrialización podía sumarse un trabajo asalariado imprescindible para subsistir).

•Trabajo de cuidado de las criaturas, personas enfermas, ancianas, incapacitadas y discapacitadas, además del propio esposo e incluso de la familia del esposo.

•Trabajo sexual: en el matrimonio, dar satisfacción al esposo de manera voluntaria o forzada (esto no quiere decir que las mujeres no obtengan satisfacción con el sexo ni que se vean coaccionadas siempre, sino que en el patriarcado, la legislación matrimonial ha obligado durante mucho tiempo al «débito conyugal»); mediante la prostitución; añádase que la violación y el abuso sexual supone un tomar por la fuerza por parte de los varones aquello que desean o a lo que creen tener derecho.

•Trabajo reproductivo: es uno de los trabajos principales, pues biológicamente solo lo pueden realizar las mujeres en edad fértil (y algunas otras personas con diferente identidad de género). El patriarcado intenta controlar este trabajo reproductivo que asegura la continuidad de la especie, la propia paternidad y provee de fuerza de trabajo a los sistemas económicos ligados a la estructura patriarcal, desde el feudalismo al capitalismo, sin olvidarnos de los regímenes comunistas. Casi todas las teóricas feministas han dado la máxima importancia a la cuestión reproductiva, ya que es algo que los varones, mayoritariamente, no pueden realizar.

Se suele decir que el feminismo busca la igualdad entre mujeres y varones. Pero, para muchas feministas, ese no es el objetivo principal, por mucho que sorprenda. Por supuesto, deseamos la igualdad de derechos y oportunidades, pero no solamente o como final último. Es más importante para nosotras la transformación del sistema patriarcal en otro más justo tanto para mujeres como para varones. Por ejemplo, puedo considerar que las mujeres tienen derecho a ser toreras, verdugos o militares. Pero si estoy en contra de la tauromaquia, la pena de muerte o la existencia de un ejército para la guerra, no lucharé por esa igualdad ni me parecerá en absoluto prioritaria, sino que intentaré que esas tareas dejen de existir. Buena parte del movimiento feminista es de izquierdas, anticapitalista y antimilitarista (esto último quizás no en un porcentaje tan elevado como lo anterior). Eso quiere decir que no solo lucha por la igualdad, sino por un cambio del sistema económico, político y social en el que vivimos, ya que considera que ese sistema va unido intrínsecamente al patriarcado y que ambos se necesitan. Bien es cierto que hay mujeres dentro de un feminismo más institucional o de partidos más moderados, o incluso conservadores, que solo buscan la igualdad, porque no están disconformes con el sistema global; no se puede negar la existencia de este tipo de feminismo, pero no es el mayoritario; ha de tenerse en cuenta que en los últimos años incluso los partidos más conservadores han asumido algunas de las reivindicaciones feministas, sobre todo por el empuje de sus propias mujeres y porque se trataba de una cuestión de derechos humanos que era imposible seguir negando, aunque se muestran muy reticentes a los planteamientos del feminismo más revolucionario y, en ocasiones, pueden llegar a tergiversar algunos de los planteamientos básicos de la teoría feminista.

A lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX, las sucesivas olas y corrientes feministas han logrado, al menos en una parte del mundo, una serie de importantes avances. En la actualidad, en Occidente y en nuestro país, nos encontramos con una clara mejora, pero también con retrocesos e involuciones. Nos seguimos enfrentando a problemas como la violencia machista contra las mujeres (asesinatos, violaciones y abusos sexuales) y la falta de un cuestionamiento de la construcción de la masculinidad por parte de muchos varones.

También nos enfrentamos a nuevas formas de machismo, como el negacionismo y el neomachismo, que usan la estrategia de afirmar que la opresión y discriminación de las mujeres es cosa ya del pasado o niegan la existencia misma del patriarcado, argumentando que los hombres también pueden ser víctimas (las consabidas «denuncias falsas» contra ellos en materia de violencia de género o los presuntos varones asesinados por mujeres), o que si estas no se liberan es porque no quieren. La postura negacionista es muy habitual en otros campos de la vida humana, por ejemplo, tras una guerra, cuando los vencedores silencian y falsean sus crímenes y genocidios. Algunos varones neomachistas aseguran ser feministas, pero pretenden un feminismo que les resulte complaciente y cómodo, y para ello tergiversan los postulados feministas o califican a estos de fanáticos. Se utiliza por ejemplo el argumento de la libertad de decisión de las mujeres sobre su propio cuerpo, aunque sea para beneficio, como siempre, de los varones.

Para conocer mejor el feminismo es muy bueno escuchar a mujeres activistas. También resulta muy conveniente leer libros de ensayo. En el momento actual, las redes proporcionan muchas ventajas, pero también fomentan la tendencia a basar nuestra información en artículos, a veces, con poco o ningún rigor. En las redes cualquiera puede opinar sobre cualquier tema, aunque no tenga apenas idea sobre el asunto, y la violencia verbal es muy frecuente, lo que dificulta los debates y diálogos de aprendizaje.

¿Pueden los varones participar en el feminismo? Por supuesto que sí, ya que el patriarcado, pese a que los beneficia en gran parte, también perjudica a los que se salen de la normatividad y los limita desde que son niños a roles muy rígidos. No obstante, el mejor modo de entrar en el feminismo no es decirles a las mujeres cómo deben liberarse y cómo hacer un feminismo más agradable para ellos. Quizás les toque cuestionar la construcción de su masculinidad y buscar posibles alternativas.

¿Son todos los hombres culpables, responsables del patriarcado y se benefician de él? Sería como preguntar lo mismo respecto de las personas blancas y el racismo. Quienes no creemos en causas biológicas ni identidades naturales, esenciales ni fijas, preferimos hablar de posiciones sociales. Todas las personas estamos atravesadas por esas posiciones que, en ocasiones, pueden ser de privilegio y en otras, de discriminación. Lo triste y también muy cansado es que, a principios del siglo XXI, tengamos que seguir explicando todo esto porque tanta gente ni siquiera lo sabe o desea saberlo.

Crítica literaria feminista y desde la perspectiva de género

A la hora de interpretar, analizar y valorar un texto literario, hay diversos métodos y escuelas de crítica: formalismo, estructuralismo, semiología, New Criticism, deconstrucción, estética de la recepción… entre otras; y hay también análisis desde una perspectiva psicológica, social e ideológica: crítica literaria desde la psicología y el psicoanálisis, sociohistórica, marxista y feminista, por ejemplo. Es importante dejar bien claro que ninguna de estas últimas perspectivas es excluyente con respecto a un análisis formal.

Tampoco deben entenderse estos tipos de crítica ideológica como formas de censura, proscripción ni prescripción, aunque pueda haber personas, instituciones e incluso países que, en determinadas épocas, lo hayan hecho. Así, desde la crítica literaria feminista, no se trata de decir lo que es «correcto» o «incorrecto», sino de analizar y mostrar el contenido desde la perspectiva de género.

Para conocer mejor la crítica literaria feminista aconsejo empezar con Una habitación propia (1929) y Tres guineas (1938) de Virginia Woolf, obras clásicas del tema. Ya en nuestro siglo, Teoría literaria feminista (1985), de Toril Moi y, en España, es muy recomendable conocer los ensayos de Laura Freixas, como Literatura y mujeres. Más adelante añado otros libros en la bibliografía.