José Antonio Aponte - Heriberto Espino Feraudy - E-Book

José Antonio Aponte E-Book

Heriberto Espino Feraudy

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Beschreibung

Este libro es una compilación de textos sobre José Antonio Aponte Ulabarra, negro libre, carpintero de profesión, quien organizara y dirigiera la primera conspiración de carácter nacional, abolicionista e independentista en 1812, en Cuba. Sirve esta consecución de obras para reivindicar una figura menospreciada por la historiografía hasta 1959.

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Seitenzahl: 334

Veröffentlichungsjahr: 2022

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Heriberto Feraudy Espino

Escritor e investigador. Graduado en Administración Pública y en Licenciatura en Ciencias Políticas (Universidad de La Habana). Ha realizado varias tutorías y cursos de postgrado e impartido cursos, seminarios y conferencias en Cuba, África, Europa, Estados Unidos y América Latina.

Entre sus obras publicadas se encuentran: Yoruba. Un acercamiento a nuestras raíces (ensayo); Macua (ensayo); Irna (testimonio); Fabulosas Fábulas (libro de cuento infantil); Fábulas del Señor Tortuga (libro de cuento infantil); De la Africanía en Cuba. El Ifaismo (ensayo); LaVenus Lukumi (relato); Sencillamente Nisia (testimonio); Yo vi la música. (Acerca de la vida de Harold Gramatges.) Premio Biografías y Memoria 2009; Africa en la memoria (ensayo); ¿Racismo en Cuba? (ensayo).

Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac); de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (Unhic) de la Asociación Cubana de las Naciones Unidas (ACNU); Fundador de la Comisión José Antonio Aponte Contra el Racismo y la Discriminación Racial, Uneac; Vice presidente de la Asociación de Amistad Cubano Africana y Asesor del Consejo Científico de la Casa de África en Cuba.

Ha sido Director de África y Medio Oriente en el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos; Vice director de África Subsahariana en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba; Embajador de la República de Cuba en la República de Zambia; República de Botswana; República Federal de Nigeria; República Popular de Mozambique y en el Reino de Lesotho. También se ha desempeñado como Consultor de la Convención para la lucha contra la Desertificación y la Sequía de Naciones Unidas.

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

Edición, composición interior, diseño de cubierta y Conversión a e-book: Jadier I. Martínez Rodríguez

Todos los derechos reservados

© Sobre la presente edición:

Ruth Casa Editorial,

Primera edición e-book, 2022

ISBN: 9789962740025

Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio, sin la autorización de Ruth Casa Editorial. Todos los derechos de autor reservados en todos los idiomas. Derechos reservados conforme a la ley.

Ruth Casa Editorial Calle 38 y Ave. Cuba,

Edif. Los Cristales, Oficina no. 6

Apdo. 2235, Zona 9A, Panamá

Índice de contenido

Datos del autor

Página legal

Prólogo sobre José Antonio Aponte

Una nota necesaria.

África política en la conspiración de aponte de 1812Importancia de lo ideo político africano en el Caribe.Armando Entralgo.

1. La revolución haitiana. (referencias de la obra de J. L. Luciano Franco.)

La conspiración

José Antonio Aponte, icono de la subalternada. Dra. María del Carmen Barcia

Un conspirador de ébano en tiempos de tormentas. Eduardo Torres-Cuevas

Revolución en el Caribe

En el epicentro de las tormentas

Un conspirador de ébano.

La rebelión de Aponte de 1812 en Cuba y la lucha contra la esclavitud atlántica, de Matt D. Childs. Fernando Martínez Heredia

José Antonio Aponte en la historiografía y la literatura cubana. Félix Julio Alfonso López

Aponte: Primer intelectual orgánico del movimiento revolucionario popular. Felipe de J. Pérez Cruz

El primer intelectual orgánico del movimiento popular

Joaquín Aponte y la resistencia a la invasión inglesa

Aponte, el líder revolucionario

La conmemoración bicentenaria

Entorno del monumento a Aponte

José Antonio Aponte y Ulabarra, precursor. Silvio Castro Fernández

José Antonio Aponte en la obra de José Luciano Franco. Bárbara Danzie

Aponte en la obra de Franco

Asignatura pendiente

José Antonio Aponte: precursor de la independencia nacional cubana. Ernesto Limia Díaz

Bibliografía

José Antonio Aponte, el San Lorenzo y la Soledad. Ada Ferrer

El libro

La rebelión

José Antonio Aponte: memoria y legado. Zuleica Romay

José Antonio Aponte en los libros utilizados para la enseñanza de la Historia de Cuba. Dr. C. José Antonio Rodríguez Ben

Bibliografía:

Recuento de una conspiración. Marcos A. Rodríguez Villamil

Contexto en que ocurre la sublevación en La Habana

Los hechos de Peñas Altas

Reacción oficial

El proceso judicial

El proceso judicial y la moral esclavista

Posibles causas del fracaso de la conspiración

Prólogo sobre José Antonio Aponte

Las etapas de los pueblos no se

Cuentan por sus épocas de

Sometimiento infructuoso, sino

Por sus instantes de rebelión.

José Martí

Cuando Heriberto Feraudy me llamó para pedirme que escribiera este prólogo, de la obra José Antonio Aponte: El precursor. Dossier, me sentí muy feliz, porque este es un libro necesario, el que todos los cubanos debemos estudiar, pues ayuda a romper los muros de silencio sobre un hito en la historia de Cuba. Este libro permite conocer de dónde venimos, sin otra pasión que la búsqueda de la verdad sobre los hechos históricos. Por otra parte, creo que este libro hace una inaplazable justicia histórica.

Solo la Revolución se ha ocupado realmente de José Antonio Aponte Ulabarra1. ¿Por qué? Traigo a colación, como respuesta, lo dicho por el comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, en el documental hecho por Estela Bravo: “Fidel, en su trato nunca me hizo sentir negro”. Eso dice mucho en un hombre de la estirpe de Almeida, todo rigor, honestidad revolucionaria e intelectual y quien conociera cómo era la discriminación racial antes de 1959. Esa actitud del Jefe de la Revolución, dio alas a los espíritus para avanzar en la lucha contra prejuicios implantados, por el colonizador primero, y los interventores yanquis más tarde, como consecuencia de la Enmienda Platt, dogal para impedir el desarrollo de la Cuba libre y soberana que soñaron José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo.

1 Criollo de tercera generación, nacido en Guadalupe, habanero barrio de extramuros

En un tiempo histórico relativamente corto, la Isla de Cuba sería impactada por telúricos procesos internacionales. El primero de ellos, la guerra de independencia de las Trece Colonias Inglesas de Norteamérica (1776-1783), que darían lugar al surgimiento de los Estados Unidos. En esta contienda participaron los batallones de milicias de pardos y morenos (negros y mulatos) de La Habana, y su puerto sería base de operaciones contra los ingleses, y de apoyo a los independentistas norteamericanos. La impactante Revolución francesa de 1789 y la Revolución Haitiana (1791-1805), faro y ejemplo a seguir por negros y mulatos en Cuba. En 1795, 1798 y 1799 habrá insurrecciones de esclavos en varios puntos de Cuba.

José Antonio Aponte era un hombre libre, inteligente, astuto, ilustrado y de voluntad acendrada. Tenía el oficio de carpintero y esculpía tallas de madera con singular arte. Al igual que sus antepasados, formó parte del batallón de Morenos de la Habana; su tío Nicolás y su abuelo Joaquín, criollos y capitanes de ese cuerpo, habían luchado contra los ingleses durante el sitio a la capital, en Bacuranao el primero y en la Chorrera y Puentes Grandes el segundo, éste fue condecorado más tarde con la medalla de oro de la Real Efigie. José Antonio continúo esa tradición miliciana familiar y se desempeñó como cabo primero, cuestión que, además de conferirle cierto prestigio social, le proporcionaba algunos conocimientos militares, enseñanzas que aprovecho en sus futuras actividades conspirativas.

En ese contexto surge José Antonio Aponte Ulabarra, quien se había hecho de una pequeña biblioteca con libros, tales como: Descripción de historia natural, Arte de Nebrija, con Estado militar de España, Maravillas de la ciudad de Roma y Sucesos memorables del mundo. Y un libro de imágenes confeccionado por el propio Aponte,2 donde hay otros elementos destinados a reforzar el prestigio de la raza negra, que se relacionaban con las aspiraciones de movilidad social de los negros y mulatos, pues estaban destinadas a recrear y a reforzar un imaginario de tradiciones y acciones que posiblemente formaban parte de una historia transmitida oralmente de generación en generación. Aponte percibe ya el valor de la imagen en la educación de los seres humanos. Había peleado como miliciano de las tropas negras de La Habana en la guerra de independencia de Estados Unidos. Aponte dirigía el cabildo habanero Shango-Tedum. Por su origen era un egboni…Miembro de la más poderosa de las sociedades secretas de Nigeria, y también en el orden religioso lucumí.

2 Senos revela como la primera obra cubana que reivindica el papel y el lugar de los negros en la historia, señala el historiador Felipe de J. Pérez Cruz. Con una imagen en particular que parecía mostrar un ejército de negros derrotando a uno de blancos, y las autoridades decidieron que era un libro subversivo.

Muchos calificativos y epítetos se arrojaron sobre Aponte, tales como: Juan Arnao le presenta como el primer cubano que trató de rebelarse contra la dominación española “de un modo práctico”. El historiador español Justo Zaragoza aprecia en Aponte, con marcado tinte racista: “capacidad no común en los de su raza”. “Es más malo que Aponte”, frase utilizada por las autoridades españolas para tratar de denigrarlo, y que en definitiva lo proyecta a la posteridad. El profesor Elías Entralgo calificó a Aponte "(...) como una figura histórica semejante a Espartaco (...)".

En aquel contexto, es evidente la marcada influencia de Jean François y Toussaint L’Ouverture;luego, los dos lugartenientes de L’Ouverture que culminaron la obra: Jean Jacques Dessalines y Henry Christophe, además de otros líderes negros haitianos y del general negro dominicano Gil Narciso, en la conspiración liderada por Aponte.

Esta importante obra, José Antonio Aponte: El precursor. Dossier, que reúne una serie de ensayos de prestigiosos investigadores patrios, y que pacientemente fue recopilando el escritor Heriberto Feraudy Espino, nos revela la extraordinaria historia del primer cubano en urdir un entramado para luchar por la abolición de la esclavitud y la independencia de Cuba. Aquí se evidencia a un Aponte informado e inteligente, a un grupo de hombres que concibió un proyecto muy amplio. Pero tambien abordan, con mucho rigor histórico, el contexto en que se produce el hecho. Los autores nos brindan diferentes miradas de un hecho de gran trascendencia en el devenir de Cuba. “¿Qué se sabía del negro conspirador Aponte, muerto en 1812, con ocho de sus compañeros? Vivía en la Calle de Jesús Peregrino…”, se preguntó José Martí en su época y hoy todavía hay que hacerse esa misma interrogante.

La llamada Conspiración de Aponte, ocurrida en Cuba en 1812, encabezada por un negro libre, carpintero, que dirigía el cabildo Shango-Tedum, base de sus actividades, según apunta el profesor Armando Entralgo.

Reuniendo no solo a lucumíes, sino también a mandingas, ararás, congos, carabalíes, macuás, bibis y a otros oriundos de diferentes pueblos africanos, en un proyecto embrionariamente supra tribal y “panafricano”, de intención abolicionista y libertaria; reunió asimismo a negros y mulatos libres, así como a algunos blancos en torno al proyecto basado en los principios de abolición de la esclavitud, de la independencia política y de la igualdad social, algo inusitado por aquel entonces. Para estos luchadores, los cabildos de nación, lejos de ser espacios para fomentar divisiones ancestrales, se convirtieron en instrumentos de concientización y unidad. Era un movimiento que buscaba integrar a diversos sectores sociales, con independencia de la raza y de la condición social.

Fueron descubiertas dos de las figuras claves del movimiento sedicioso: José Antonio Aponte (definirlo como el ideólogo de ese movimiento) y Francisco Javier Pacheco, quienes habían redactado, divulgado e incluso emplazado en uno de los muros del Palacio de los Capitanes Generales, un pasquín llamando “con tambores y trompetas” a la revuelta de los negros. Fue al negro liberto Francisco Javier Pacheco, carpintero y miliciano, al que Aponte le dictó el vibrante manifiesto que llamaba a los habaneros a derrocar a los tiranos, lo que indica hasta donde llegaron en la planificación del hecho.3El Día de Reyes de 1812, cuando ya se confiaba tener 300 fusiles de Haití y la ayuda de blancos y pobres de la región, sucedió que los principales conspiradores fueron detenidos, víctimas de una delación, y procesados.

3 Matt Childs, el historiador, en su obra, La rebelión de Aponte de 1812 en Cuba y la lucha contra la esclavitud atlántica, dice que tal vez esa fue la primera proclama por la independencia de Cuba.

Tres testimonios del proceso resultan reveladores de las ideas religiosas de los esclavos: Además de las insurrecciones y conspiraciones de Puerto Príncipe y Bayamo, ocurrieron procesos similares en Jiguaní y Holguín; y,directamente comandado por hombres de Aponte, el asalto al ingenio Peñas Altas en Guanabo,4 provincia de La Habana. Todo ello, testimonia el grado de organización que llegó a alcanzar la conspiración.

4 El ingenio nombrado Nuestra Señora del Carmen y Señor San José, alias Peñas Altas o Matoso se encontraba ubicado aproximadamente a siete leguas de La Habana de 1812. Esa distancia es equivalente a 30,6 kilómetros, si se trata de leguas cubanas, y a 39,0 kilómetros si se trata de leguas españolas. Actualmente el lugar aún lleva el nombre de Peñas Altas, y a él puede accederse por un camino que parte de lo que se conoce por Guanabo Viejo, según plantea Marcos A. Rodríguez Villamil en el ensayo Recuento de una Conspiración.

Muy impresionado por los informes de delatores y el miedo al negro, enarbolado por los racistas después de la Revolución Haitiana, el Gobernador español ordenó finalmente la detención de Aponte y sus compañeros Salvador Ternero, Clemente Chacón y Juan de Dios Mesa, que efectivamente preparaban un levantamiento, al que incluso querían vincular a comerciantes blancos de La Habana. ¡Qué gran valor tuvieron esos luchadores y que impecable lección de nobleza y grandeza espiritual nos legaron! Y decían que eran incultos, cuando la lucha de liberación nacional es un acto de cultura, planteó Amílcar Cabral. La historia la hacen los hombres, nos recuerda Fernando Martínez Heredia en su ensayo.

Todos los investigadores concuerdan que, cuando los soldados españoles registran la casa-taller de Aponte, encuentran un libro de imágenes, hecho por él, lo que atestigua que era un hombre de pensamiento. El libro de Aponte estaba concluido en 1806, seis años antes de que la conspiración fuese descubierta, constituía una apología de la subversión. Pero la trama toma un curso aún más histórico, con la inclusión en una imagen del libro, del buque de guerra “San Lorenzo”, acerca del cual Aponte no se pronunció. El “San Lorenzo” era un buque de guerra real, con un largo historial en el Caribe, plantea la investigadora Ada Ferrer, barco que tiene una significativa historia5. El estudio de esa obra, nos muestra que el creador de la misma, trasmite un mensaje subliminal muy significativo. Pero ella tambien señala: los insurgentes anti-esclavistas habían atacado una plantación que era propiedad de quien quizás fuera en La Habana el mayor defensor vocal de la esclavitud en aquel momento, Andrés de Jáuregui,6 un rico hacendado criollo. Pero la reflexión que hace Zuleica Romay es muy importante: la obra se dedica enteramente a argumentar una filosofía de la igualdad.

5 Durante la revolución de Haití, éste había sido parte del escuadrón español que condujo el asedio naval a Santo Domingo, permitiendo a las fuerzas españolas tomar el control del importante puerto de Fort Dauphin en 1794. Tras el asedio, el “San Lorenzo” transportó prisioneros franceses de todas las razas en su éxodo a la Habana. En diciembre de 1795, también llevó los restos de Cristóbal Colón hacia la capital habanera. Y en ese mismo viaje llevó, tras la derrota de España en Santo Domingo, al antiguo esclavo luego devenido general, George Biassou, y a otros soldados de las tropas auxiliares negras que habían luchado bajo el mando de Jean-François.

6 En el momento del ataque se encontraba en Cádiz, España, sirviendo como diputado de La Habana en las Cortes de Cádiz, la nueva legislatura liberal que, durante la crisis desatada por la incautación por parte de Napoleón del trono español, gobernó España y su imperio (o al menos aquellas partes que no habían establecido sus respectivos órganos de gobernación autónomos o independientes). Fundadas en 1810, las Cortes proclamaron el principio de soberanía nacional; la igualdad de representación y de derechos entre todos los españoles; la libertad de prensa; la prohibición de la tortura, la abolición de las jurisdicciones señoriales, los diezmos, los monopolios comerciales y los sistemas de trabajo coloniales de mita y repartimiento. Entre las propuestas que se consideraban había dos que implicaban la abolición de la esclavitud y la trata de esclavos. En ambos casos, Jaúregui intervino no sólo para oponerse a estas mociones, sino también para pedir que todas las deliberaciones relacionadas con el fin de la esclavitud se discutieran en sesión privada y su contenido no fuera publicado en el boletín [diario] de las Cortes. Su empeño fue exitoso en lo que respecta al primer punto (la esclavitud y la trata de esclavos continuaron en los territorios españoles), pero falló en el segundo propósito, y las noticias de las mociones contra la esclavitud se reprodujeron y circularon abiertamente en las Américas

El 9 de abril de 1812, Aponte y ocho compañeros más fueron ahorcados sin juicio previo. El Capitán General, Salvador Muro y Salazar, marqués de Someruelos, tomó esa criminal decisión. Las cabezas de Aponte, Juan Bautista Lisundia, Clemente Chacón y Juan Barbier7 serían colocadas en “los sitios públicos más convenientes para escarmiento de sus semejantes…”, procedimiento que en tiempo de los Cesares constituía la más palmaria prueba de la derrota enemiga, plantea la investigadora Zuleica Romay, en su vibrante ensayo, José Antonio Aponte: memoria y legado. La de Aponte fue colocada en el cruce de las actuales calles de Salvador Allende y Belascoaín, lugar cercano a su vivienda, con el propósito de aterrorizar a todos los que pretendieran subvertir el orden establecido. Se torturó y azotó en la plaza pública, a las mujeres negras que participaron en la conspiración.

7 Todos eran libres, miembros de los batallones de pardos y morenos, capataces de cabildos de nación, artesanos y pequeños comerciantes.

En Holguín se arrestó a medio centenar de personas, y ejecutaron al que fue considerado cabecilla, el esclavo congo Juan Nepomuceno.

El interesantísimo caso Aponte, cuya significación podría llegar al rango de primer movimiento a la par abolicionista e independentista de Cuba. La primera conspiración de transformación social cubana. La historiadora Mildred de la Torre corrobora lo anterior al señalar: “El gran mérito de Aponte consistió en incorporar a la rebeldía popular la lucha por la independencia y la abolición de la esclavitud. No estuvo lejos de ello cuando se apoyó en el movimiento sublevacionista de esclavos, bien fuera utilizando la explosión de las dotaciones o bien propugnándolas. No olvidemos lo distante que estaban las dotaciones de esclavos, por sí mismas, de perseguir objetivos políticos separatistas o independentistas”. La horca, el garrote, la prisión y el destierro fueron las penas aplicadas a todos los implicados capturados.

Maria del Carmen Barcia, en su impresionante ensayo señala con meridiana claridad que: En la Isla, el poder político y económico era detentado por una oligarquía criolla en pleno despegue económico, estrechamente vinculada a las instancias monárquicas, muy alejadas de cualquier intento abolicionista, en tanto las intenciones liberales y subversivas circulaban vinculadas a los masones y a las capas populares, sobre todo las formadas por algunos negros y mulatos que tenían conocimiento de las discusiones en las Cortes y de los procesos juntistas de México y Nueva Granada.

La imagen de un despiadado negro, sediento de sangre e inspirado en el odio, fue la proyectada para ocultar sus verdaderas ideas y el proyecto social que él representaba y que estaba expandido por todo el Caribe, apunta el Dr. Eduardo Torres Cuevas. Pero, finalmente, la solución más eficaz no era satanizar a Aponte y sus compañeros: era ocultarlos, borrarlos de la historia, someterlos al olvido, plantea Fernando Martínez Heredia. Una imagen justa la encontramos en Aponte: Primer intelectual orgánico del movimiento revolucionario popular, del investigador Felipe de J. Pérez Cruz. Y el fraterno Silvio Castro del habla de Aponte, Precursor.

La investigadora Bárbara Danzie hace justicia a la obra del gran José Luciano Franco sobre esa etapa histórica de Cuba, como lo testimonia, “Esquema de los movimientos populares de Liberación Nacional (1511-1868)8” La ensayista señala, que en el artículo titulado “Africanos y sus descendientes criollos en las luchas libertadoras, 1533-1895”, (1990), Franco también hace referencia a la tradición rebelde de estos sectores, su aporte a las luchas revolucionarias, en la que distingue la comunidad de acción de las masas populares con la integración de criollos negros y blancos, libres y esclavos, contra el régimen colonial, desde el siglo XVI hasta las guerras de independencia a finales del siglo XIX. En todos hace alusión a la figura de José Antonio Aponte y su “gloriosa insurgencia”, como la califica en Política Continental Americana: “heroica intentona de Aponte, que no fue un movimiento racista, como trataron de hacer parecer los pro cónsules españoles, al tener como inspiradores a Román de la Luz y Luis Francisco Bassave, blancos de la mejor sociedad habanera. Allí comenzaban a fundirse mutuas aspiraciones en una sola, que comprendía la de los blancos y la de los negros: el cese de la esclavitud y del oprobioso régimen de excepción a que sometía España a los cubanos…”.9

8 Franco, José Luciano: “Esquema de los movimientos populares de liberación nacional (1511-1868)”. En Ensayos Históricos. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1974, pp. 14-20.

9 Prólogo de Autobiografía, cartas y versos de Juan Francisco Manzano escrita en el año 1937, la primera obra de Franco en que encontramos referencias a Aponte.

De las reflexiones de los mencionados investigadores se puede colegir que:

La contradicción de la época es entre los esclavistas y los esclavos, una clase que era al mismo tiempo una raza, que además provenía de distintas regiones, cuyas culturas tenían diferencias entre sí. Y la otra contradicción era entre los hacendados criollos y la metrópoli.El crecimiento de la población negra en proporción a la blanca, fue visto como un signo de peligro.El triunfo de la Revolución haitiana fue percibido como un grito de alarma por los hacendados criollos y por la población blanca en general. El cambio del contenido conceptual de las revoluciones europeas y la profunda revolución social, más allá de la política que implicó, como señala Eduardo Torres Cuevas.La vida económica de los hacendados cañeros y cafetaleros estaba basada en el trabajo esclavo, fuente de todas sus riquezas. El esclavo era, según apunta Torres Cuevas, el esclavo real, el que existía en Haití, en Cuba y, en general, en América, era, en lo filosófico, un objeto no un sujeto; en lo económico, una mercancía que se compra y se vende; y en lo jurídico, una propiedad; por esas razones, carecían de la "condición humana".

En esas circunstancias, el movimiento abolicionista sería patrimonio exclusivo de las masas más desposeídas en la sociedad colonial. La liberación del esclavo era la primera condición de la libertad individual y nacional, sin su liberación no podía haber independencia. No olvidemos la protesta de Baraguá y la insistencia en la abolición de la esclavitud y la independencia de Cuba. De todas esas gestas se fue nutriendo y desarrollando la cultura de resistencia consustancial del cubano. Durante la etapa colonial, los historiadores trataron de minimizar el gesto de Aponte y sus compañeros, como convenía a los intereses coloniales, o se dirigieron a la defensa de la sociedad colonial impuesta en la Isla y a justificarla históricamente, al considerar los “beneficios” que para Cuba tuvo, en los diferentes momentos, la política metropolitana y sin embargo, a partir de la tercera década del siglo XX, intelectuales como Fernando Ortiz, Emilio Roig y José Luciano Franco, asumen el camino de develar la historia y la cultura de los oprimidos, como apunta el Dr. C. José Antonio Rodríguez Ben en su ensayo “José Antonio Aponte en los libros utilizados para la enseñanza de la Historia de Cuba”.

Rodriguez Ben precisa que en el Manual de Historia de Cuba, (1938), escrito por Ramiro Guerra Sánchez, fue muy breve el tratamiento dado a la conspiración de José Antonio Aponte y su significación, salvo como un elemento retardador de las luchas por la independencia. Incluso, en el libro Historia de Cuba, de Fernando Portuondo, destinado para el bachillerato durante los años 50 y considerado el mejor libro de texto escrito durante el período republicano, se plantea:

La sublevación de Aponte. Entre las clases de color iba incubándose el propósito de imitar a los haitianos. Las sediciones de las negradas de los ingenios eran cada vez más frecuentes, pero carecían de unidad y dirección. Para darles la fuerza de una revolución capaz de cambiar el régimen de servidumbre vigente les faltaba un jefe. Este jefe estuvo a punto de lograrse en la persona de José Antonio Aponte. Aponte era un negro libre habanero, carpintero tallador. Como muchos de su clase residente en la capital y en otras poblaciones de la Isla, había recibido alguna instrucción y estaba al tanto del curso de los grandes sucesos políticos de la época.

La historiografía cubana, durante la etapa de la Revolución en el poder, ha profundizado en los temas relacionados con la trata, la esclavitud, las luchas emancipadoras de los esclavos, la decisiva impronta sociocultural africana en la conformación de lo cubano y en el racismo.

El investigador Walterio Carbonell, escribió el ensayo, “Cómo Surgió la Cultura Nacional” señala y cito: La república burguesa sólo tenía memoria para recordar sus “sufrimientos” del pasado, pero no para recordar los sufrimientos de los esclavos…Todo lo que pudiera dañar su moral burguesa fue callado, y todo lo que pudiera beneficiarla fue invocado en la tribuna, en el parlamento, en la universidad y en los libros de historia…Su moral era muy frágil, porque su moral del pasado, su moral colonial, tenía por fundamento la esclavitud de los negros… silencian el nombre de José Antonio Aponte, el primer gran batallador por la nacionalidad sin esclavitud ni coloniaje y de José María Heredia…Aponte, que preparó una conspiración para barrer con el sistema esclavista y la dominación y sus consejeros letrados, conspiración que de haber triunfado nos hubiera ahorrado casi un siglo de colonialismo y de incultura, su nombre es silenciado; es silenciado en tanto que los maestros y forjadores del sistema esclavista que se esforzaron por todos los medios de apuntar la dominación colonial, son glorificados…Aponte no creo ninguna organización especial, su instrumento revolucionario más eficaz para luchar contra el colonialismo español y el régimen de propiedad esclavista no era otra que las organizaciones religiosas.

Tan tempranamente como en 1961, “Año de la Educación”, Sergio Aguirre en su texto de Lecciones de Historia de Cuba, dirigido a la superación de los docentes y a la educación histórica en general, al tratar la Lección 5, titulada “El independentismo y el abolicionismo antes de 1868”, ubica la conspiración de Aponte como uno de los ejemplos de las luchas abolicionistas y ofrece una considerable información.

En 1968 la Dirección Política de las FAR publica en segunda edición el manual Historia de Cuba, (la primera edición fue en 1964) al cuidado de la serie Pueblo y Educación del Instituto Cubano del Libro, que a partir de ese momento, por sus novedades al abordar la historia, además de ser utilizado para la preparación política del personal de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, sería usado para la superación de la cultura histórica de los docentes y como libro de consulta en las bibliotecas escolares. En la redacción de ese texto, tuvo una participación decisiva el brillante historiador Jorge Ibarra Cuesta.

La conspiración de Aponte se trata en el cuarto capítulo, entre los contenidos que abordan el abolicionismo y con una hondura superior a las versiones anteriores.

En el año 1970 se publica por el Ministerio de Educación una separata para la superación de los maestros, que en la parte dedicada a la asignatura historia de Cuba, al abordarse el tema de la conspiración de José Antonio Aponte, se planteaba con más hondura:

Con posterioridad a la presentación en las Cortes del famoso proyecto de abolición de la esclavitud, que fue repudiado por igual por hacendados cubanos y comerciantes peninsulares, se produjo (1812) la conspiración del negro libre José Antonio Aponte.

En 1974 se edita por el ministerio de Educación, la serie en seis tomos de Historia de Cuba, que, escritos por Julio Le Riverend y otros autores, se dirigen a la formación de maestros. En el libro Historia de Cuba, tomo 2, sobre la conspiración de Aponte se plantea, entre otros:

El hecho de que Aponte y sus seguidores comprendieran que el problema de la esclavitud estaba íntimamente ligado a la existencia de un poder colonial opresor en Cuba, y que por tanto, para el logro de la abolición era necesario luchar por la independencia, nos demuestra el carácter avanzado y revolucionario que tuvo esta conspiración.

En el libro Historia de Cuba. La colonia. Evolución socioeconómica y formación nacional. De los orígenes hasta 1867, de la serie de tres tomos que elaboró el Instituto de Historia y que se utiliza actualmente como texto en la formación y superación de los profesores de nivel medio, se aborda la conspiración de José Antonio Aponte de la siguiente forma:

Los objetivos eran la abolición de la esclavitud, la supresión de la trata, el derrocamiento de la tiranía colonial y la creación de una sociedad sin discriminaciones. El 7 de abril de 1812, fueron ahorcados Aponte y sus más cercanos colaboradores… la de Aponte era, ante todo, una insurrección de carácter social.

Heriberto Feraudy ha desempeñado un papel singular y muy meritorio, dedicando años ininterrumpidos a desentrañar la vida a Aponte, a nombrar así a la Comisión nacional que, desde la Uneac ha luchado, sin descanso, por concientizar a tirios y troyanos, en preservar la memoria histórica del primer patriota que intentó organizar un movimiento nacional para romper las cadenas de la esclavitud y luchar por la independencia. Su ensayo final sobre ¨El monumento ausente¨, nos recuerda que los dos proyectos preparados deben materializarse, para hacerle justicia a la historia patria ¿Cómo no reconocer el sostenido y firme aliento del Presidente Miguel Diaz-Canel, en la construcción de dos monumentos a Aponte? Uno en la capital, donde los colonialistas exhibieron su cabeza y otro en Mayabeque, a cargo del escultor Alberto Lescay Merencio.

¿Cómo cuesta comprender, interiorizar, asimilar que tenemos una cultura hibrida, mestiza, que nos singulariza y que es una poderosa fuerza?

Al meditar en esta gesta protagonizada por José Aponte Ulabarra y sus compañeros, en ese legado que aporta luz a la patria, pienso en José Martí, cuando dijera: “quien se alzara en Cuba lo hacía por la humanidad toda y para todos los tiempos”.

Oscar Oramas Oliva

Una nota necesaria.

Durante años, José Antonio Aponte y Ulabarra, precursor de nuestras luchas independentistas, ha permanecido silenciado por la historiografía, los medios informativos y parte de la población cubana, ¿las causas? Pudiera atribuírsele al desconocimiento, a los prejuicios o a los azares por los que ha atravesado la memoria histórica cubana.

Fue con motivo de la conmemoración del 200 aniversario de Conspiración de Aponte cuando, organizada por la Dirección Provincial de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba, UNHIC, fuimos invitados a impartir una conferencia en la antigua Escuela de Artes y Oficios de La Habana.

Asistieron más de una centena de estudiantes de dicha escuela y al comenzar pregunté quién conocía a José Antonio Aponte y solo una joven levantó la mano para decirnos que había muerto en el Morrillo. Hablaba del venezolano Carlos Aponte, caído en combate junto a Antonio Guiteras, el 8 de mayo de 1935.

Algo similar me ocurrió junto al inolvidable Fernando Martínez Heredia, cuando asistimos a un encuentro con estudiantes de una escuela formadora de maestros en La Habana. Lo mismo sucedió en la Escuela de Medicina de la Universidad de Guantánamo, cuando en compañía del historiador Silvio Castro, fuimos a ese centro a impartir una conferencia. Desconocían quién fue José Antonio Aponte y Ulabarra.

Y así, sucesivamente, en diferentes colectivos de intelectuales, estudiantiles y de trabajo a lo largo de toda la Isla durante los talleres promovidos por la Comisión Aponte de la Uneac.

El bicentenario sirvió para que un puñado de escritores, académicos e historiadores, escribieran valiosos y significativos artículos y ensayos sobre José Antonio Aponte y lo que ha sido calificado como conspiración, conjura, movimiento, insurrección, rebelión, revolución. Esos textos, sumados a otros de gran importancia para la historiografía cubana, son los que fueron seleccionados por el autor para la composición del presente Dossier.

África política en la conspiración de aponte de 1812” (*)

Importancia de lo ideo político africano en el Caribe.

Armando Entralgo. CEAMO.1987

Si aceptamos que la cultura incluye lo político, y sabiendo que las culturas africanas yacen en la mismísima raíz de los productos nacionales y culturales caribeños, entonces cabe afirmar la importancia del estudio sistemático, riguroso y desapasionado, lúcido y trascendente de la influencia de las ideas, instituciones, organizaciones y tendencias políticas africanas en las caribeñas. Históricamente considerada dicha influencia, o sea, vista como un proceso. Avancemos ahora ciertos postulados básicos:

Como ha escrito el profesor Manuel Moreno Fraginals, la cultura urbana de las sociedades del Caribe fue creada, recreada y actualizada en estrecha dependencia de las contradicciones y posibilidades emergentes de la situación económica, política y social de las plantaciones. Añade Moreno que son, desde sus orígenes, sociedades americanas en proceso de recreación de sus componentes euroafricanos1

1(*)Texto que forma parte de un libro inédito y en posesión de la viuda del autor

Manuel Moreno Fraginals: “Aportes culturales y deculturación”, En África en América Latina, Siglo XXI, UNESCO, Francia, 1977, página 31

Los portadores de esas ideas políticas africanas, por lo general e inevitablemente asociadas a la ideología religiosa, eran esclavos obtenidos en sociedades no siempre estatales, no siempre caracterizadas por la agudeza de los conflictos internos entre grupos antagónicos. Sin embargo, es conveniente recordar que casos tan fundamentales como los reinos fula, mande, ashanti, dahomeyano, haussa, yoruba y bacongo sí eran “sociedades protoestatales” que experimentaban en su seno violentos procesos de lucha por el poder. Además, aunque la mayoría de esos esclavos eran hombres jóvenes que provenían de culturas africanas cimentadas en la tradición oral, en las cuales usualmente ser viejo es ser sabio, nos parece que a veces se subestima la real posibilidad de conocimientos en jóvenes educados —y subráyese el adjetivo— institucionalmente en el marco tribal de su etnia.El grado de individualización y “occidentalización” que una vez resaltó el norteamericano Sydney Mintz, es otro factor que debe tenerse en cuenta todo el tiempo; primero en el plano económico, pero también en todos los demás, incluido el político.

Tomadas todas las precauciones y partiendo de un buen eje teórico, el estudio propuesto sería no solo apasionante —aunque difícil— sino de gran importancia. Las influencias de lo político africano en lo recreado caribeño hay que desentrañarlas, no como un mero ejercicio académico ni por nostalgia de “los orígenes”, sino porque resulta evidente que un investigador sólo podrá saber el grado de recreación alcanzado, una vez que conozca previa y objetivamente aquello que habría de entrar en dicho proceso de recreación en nuevas condiciones histórico—concretas. Es decir, una vez que sepa lo político africano.

Nos parece una señal de inconsistencia intelectual, el conocer al dedillo los conflictos políticos de las metrópolis europeas del XVII, XVIII o XIX, y su obvia repercusión en América y en el Caribe, y, sin embargo, ignorar, subestimar o idealizar la innegablemente enconada lucha entre grupos sociales antagónicos en sitios como los reinos ashanti, dahomeyano, ahúsas o yorubas, cuya clara significación americana podrá encontrarse, por lo menos, en ejemplos como la Revolución Haitiana, las revueltas de esclavos de Bahía entre 1807 y 1835, y la llamada Conspiración de Aponte ocurrida en Cuba en 1812, encabezada por un negro libre, carpintero, que dirigía el cabildo Shango—Tedum, base de sus actividades.

Por supuesto: estudios del tipo propuesto han sido ya realizados con variedad de alcance y propósito, sobre todo en países de colonización inglesa del Caribe.

El período a investigar no debe limitarse a la etapa premonopolista del capitalismo; también consideramos de gran utilidad el análisis histórico de los vínculos protonacionalistas y nacionalistas entre nuestros países y los pueblos coloniales y semicoloniales del África Negra en pleno siglo XX; sobre lo que tanto se ha escrito en Europa occidental, Estados Unidos e incluso en la propia África, en las últimas tres décadas. Insistimos: Es necesario encontrar en los distintos contextos históricos la influencia real de Aquello en Esto, cuando ESTO comenzó a formarse: la de ESTO en AQUELLO, por ejemplo, durante el auge abolicionista; la de AQUELLO en ESTO y viceversa en la primera mitad del siglo XX, en esos años que dieron al mundo no sólo “jacobinos y negros” sino parece que también alguno que otro “girondino”; incluso la influencia del radicalismo afro—asiático nacional liberador, en mayor o menor grado de vocación socialista y no alineada, en las que José Martí llamó “islas dolorosas del mar”2 después de la Segunda Guerra Mundial.

2 José Martí. “Nuestra América”, Periódico “El Partido Liberal”, México, enero 30, 1891.

Derivaríamos interesantes resultados de investigación y algunas ventajas prácticas de ese estudio sobre la influencia de la cultura política africana en las culturas del Caribe. Creemos que el ulterior desarrollo de las culturas caribeñas y africanas necesita de una lectura crítica del legado político-literario del período abolicionista. Además, el estudio científico del problema apresuraría el entierro de esa corriente paternalista que sigue intentando una explicación de lo político caribeño sin sopesar el factor de lo político africano, cualquiera que haya sido la magnitud de su influencia; y la desalienación de quienes, por variadas razones histórico—ideológicas, se aferran a interpretaciones carentes de valor.

El presente trabajo, que resulta de un pequeño rastreo bibliográfico, lejos de “dictaminar” al respecto, busca únicamente delimitar los problemas que afrontaría cualquier investigador que quisiera escapar a los varios esquemas tradicionales; y, paralelamente, ofrecer algunas conclusiones provisionales y nuevas hipótesis de futuro desarrollo.

Aportes y “lagunas” de un caso cubano de principios del siglo XIX: la conspiración de Aponte.

Esclavitud hubo en Cuba desde la conquista. Contradicción interna de la sociedad cubana, a partir de 1790 constituye un motivo también de contradicción con la metrópoli.

La lucha de los esclavos tuvo distintas formas por los propios cambios que se iban operando en la sociedad que los explotaba: evasiones, suicidios, guerras y apalencamientos indígenas; cimarronería, palenques, sublevaciones de dotaciones, y por último, conspiraciones abolicionistas protagonizadas por los negros de origen africano. Era la rebeldía, opaca a veces, espontánea y desorganizada casi siempre, pero inevitable, de la clase más oprimida de la sociedad colonial. Una clase que era al mismo tiempo una raza, que además provenía de distintas regiones cuyas culturas tenían diferencias entre sí, pero en esencia todas ellas diferentes a la de los amos; y que por esa triple condición de clase esclava, raza negra, cultura africana, era triplemente humillada3.

3 Roberto Rozsa y José Antonio Fidalgo. “Colonia y lucha de clases hasta 1868. En Revista Casa de las Américas, La Habana no. 50, 1968.

Con la revolución haitiana, los esclavos liberados de la isla vecina se solidarizaron con los de Cuba, y más de una vez, forzaron la generalización de la revuelta. Ese nuevo peligro, la presión haitiana, se unió a la ejercida dentro de la sociedad por su clase esclava, en la última década del siglo XVIII.

Los hacendados criollos, durante el auge de la introducción de esclavos, empezarían a sentir las contradicciones que ese “esclavismo” implicaba para ellos, en un mundo cada vez más capitalista. El crecimiento de la población negra en proporción a la blanca fue visto como un signo de peligro. La “guerra” que las potencias en revolución industrial hacían de la trata, movidas por razones económicas y algunas ideológicas, los situaba en una complicada situación política y comercial.

España sufría más directamente esas presiones, ante la necesidad de conjugar sus intereses diplomáticos con los coloniales. Y esta diferencia entre los “esclavistas” criollos y la metrópoli española sería agudizada y convertida en oposición por el monopolio del comercio: la contradicción libre concurrencia—monopolio del comercio, expresaba el choque entre los intereses de los hacendados (criollos) y los de los comerciantes (españoles), y también entre las aspiraciones de libertad comercial de los productores de Cuba y el monopolio secularmente establecido por España sobre el comercio de las Indias4

4 Ídem.