Juego de polvos - Alejandra Hernández - E-Book

Juego de polvos E-Book

Alejandra Hernández

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Beschreibung

¿Puede un buen polvo influir en el futuro de un país? La historia universal está plagada de fascinantes romances, ardientes pasiones, amores no correspondidos, traiciones insospechadas, amantes secretos y cuernos muy reales que han dejado para la posteridad salseo histórico del bueno. Desde luego, nuestros antepasados de sangre azul no renegaron en ningún momento de participar en un exclusivo juego de polvos. Ni tampoco se privaron de amar. En tiempos de guerra o de paz, de crisis o de bonanza. Pero el sexo…, eso sí, por encima de todo. Alejandra Hernández @tcuentounahistoria, la exitosa autora de Esta historia apesta, nos adentra en los grandes empotramientos reales a través de un viaje lleno de humor, anécdotas y curiosidades que van a subir la temperatura de estas páginas. Prepárate para descubrir cómo el amor, el sexo y el deseo reescribieron la historia.

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Seitenzahl: 240

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Portadilla

Créditos

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.

www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47

 

 

Editado por HarperCollins Ibérica, S. A.

Avenida de Burgos, 8B - Planta 18

28036 Madrid

www.harpercollinsiberica.com

 

Juego de Polvos. Historia de los grandes empotramientos reales

© 2025, Alejandra Hernández Plaza

© 2025, para esta edición HarperCollins Ibérica, S. A.

 

Todos los derechos están reservados, incluidos los de reproducción total o parcial en cualquier formato o soporte.

Sin limitar los derechos exclusivos del autor y del editor, queda expresamente prohibido cualquier uso no autorizado de esta edición para entrenar a tecnologías de inteligencia artificial (IA) generativa.

 

Arte de cubierta: CalderónStudio®

Imagen de cubierta: Alamy

Ilustraciones de interiores: Isabel Plaza Vivancos

 

ISBN: 9788410642546

 

Conversión a ebook: MT Color & Diseño, S.L.

Índice

 

Portadilla

Créditos

Dedicatoria

Introducción. Salseo histórico activado

1. Un influencer marcial y del colectivo LGTBIQ+

ALEJANDRO MAGNO:EL CONQUISTA-LOVER

UNAS POCAS MUJERES POR AQUÍ…

OCHENTA DAMISELAS PERSAS PARA OCHENTA MACHOTES GRIEGOS

UNOS CUANTOS HOMBRES POR ALLÁ…

LAS HERMANÍSIMAS DEL MAGNO

EL CAOS TRAS SU MUERTE

2. Prostituta, santa y emperatriz de Bizancio

TEODORA,JUSTINIANO Y UNA HISTORIA DE AMOR INESPERADA

AMOR SIN LEY Y SIN FILTROS

AZULES Y VERDES: LOS GROUPIES DEL MOMENTO

¿UNA EMPERATRIZ DESCARRIADA Y UN EMPERADOR MALCRIADO?

¿PERO HUBO CUERNOS O NO?

EL PARTIDAZO CONTRA EL PATRIARCADO LO GANÓ TEODORA

3. Católicos de día, latin lovers de noche

ISABEL Y FERNANDO.UNA MONTA MUY REAL

CADA LOCO CON SU TEMA

LO DE LA BELTRANEJA O BELTRANICA

¿BODA REAL O FIESTA DE DISFRACES?

¡LEGA-LEGALIZACIÓN!

MEDIO LEMA CON MUCHA HISTORIA

4. Cómo pasarse el pecado capital de la lujuria por el forro

LOS BORGIA.UNA DINASTÍA PICANTONA A LAS PUERTAS DE SAN PEDRO

EL PATRIARCA:RODRIGO BORGIA

EL FIESTORRO DE LAS CASTAÑAS

UN PAPA ALGO INTERESADO POR LA IGLESIA

AUT CESAR, AUT NIHIL

REYES CATÓLICOS… SI CONVENIT

LA NIÑA DE LOS OJOS DE DEMASIADOS HOMBRES

CANTARELLA PARA MATAR LAS PENAS

5. La mala fama de un amor ¿cortés?

MALDITA MALINCHE.LA AMANTE TRILINGÜE

LA MUJER DE LOS MIL NOMBRES

DE LA POLÍTICA AL AMOR

EL CHISME QUE CASI ACABA CON LA CARRERA DE CORTÉS

MARINA NO FUE LA ÚNICA

EL MALINCHISMO

6. La virginidad como cuestión de Estado

ISABEL I DE INGLATERRA:REINA DIFAMADA, REINA EXALTADA

TRES MUJERES Y UNA CORONA

CUESTIÓN DE SEXO

ISABEL I SÍ QUE ESTABA MÁS BLANCA QUE EL PAPEL

UNA REINA CASADA CON INGLATERRA

MARIONETA DEL SISTEMA

POR SI LE FALTABA ALGO, TAMBIÉN ASESINA EN CELO…

7. La no duquesa de Goya. La influencer más castiza

CAYETANA DE SILVA Y ÁLVAREZ DE TOLEDO, UN MITO ERÓTICO VENIDO A MÁS

LIBERALISMO CONTENIDO

LA MUJER QUE POSEÍA MÁS TÍTULOS NOBILIARIOS QUE CUALQUIER OTRO NOBLE DEL MUNDO

ENEMIGA EN POTENCIA

DEL MITO A LA DUQUESA

CAYETANA ¿LA MAJA?

8.Una Grande de la política, el erotismo y la traición

LAS 50 SOMBRAS DE CATALINA

SEGUNDONES, PERO MATONES

«DE TENER ALAS, YA ESTARÍA VOLANDO HACIA RUSIA»

PREDICAR CON EL EJEMPLO

LOS AMANTES LOCOS

EL INSTITUTO SMOLNY DE SEÑORITAS

CAMPANAS DE BODA SECRETA PARA CATALINA

LA HABITACIÓN DEL PLACER

LA MUERTE SIEMPRE ES TRAIDORA: NO DICE EL DÍA NI LA HORA

9. Un cuento de hadas de mierda

SISI, UNA #DRAMAEMPERATRIZ

¿Y QUIÉN ES ÉL?

CASAMIENTOS DE PARIENTES… TIENEN MIL INCONVENIENTES

¿SISSI,SISSY,SISI O LISI?VAYA LÍO…

INCLUSO LLORANDO ESTABA BONITA…

EL MISTERIO DEL TRAJE DE NOVIA PERDIDO

LA DRAMA EMPERATRIZ

10. Manual borbónico de infidelidad

ISABEL II…¡DE ESPAÑA!

ALOCADA EN EL AMOR Y LA CORRUPCIÓN

LOS AMANTES DE ISABEL (Y ALGUNO DE FRANCISCO TAMBIÉN)

TODO LO QUE SE HA DICHO DE NUESTRA REINA CASTIZA…

LA ARANEJA Y EL PUIGMOLTEÑO

EL PORNO FINO Y SATÍRICO DE LOS HERMANOS BÉCQUER

11. La boda que enloqueció a todo Madrid

ALFONSO XII,MARÍA DE LAS MERCEDES Y LA RESTAURACIÓN DEL AMOR

EL LAVADO DE IMAGEN BORBÓNICO

EMBARAZADA A TODA COSTA

REY POR EL DÍA,BORBÓN POR LA NOCHE

LOS NENES

Y, MIENTRAS TANTO, LA BODA DEL AÑO

UN MATRIMONIO FUGAZ

Bibliografía básica para cotillear un poquito más

Agradecimientos

Dedicatoria

 

 

 

 

 

A mi criatura, porque amor más puro que el que siento por ti no se encontrará en este libro.

Introducción. Salseo histórico activado

 

 

 

 

 

Ignorar el papel que ha jugado en el devenir histórico un buen polvo entre dos personajes de sangre azul o un apaño matrimonial de esos que unen reinos es menospreciar el juego del amor como hilo conductor de la propia historia de la realeza. La cual está marcada por un sinfín de complejas intrigas, alianzas estratégicas y sacrificios de todo tipo. Pues, más allá de los acuerdos diplomáticos, las guerras y las coronas que han definido el destino de naciones enteras, hay una faceta de nuestros royals que, aunque a menudo oculta entre leyendas y mitos, ha tenido un impacto profundo en el curso de los acontecimientos históricos: las relaciones sexuales, los amores prohibidos, las infidelidades y, solo de vez en cuando, el amor verdadero.

Las monarquías europeas han sido durante siglos, además del centro de poder político, el núcleo de una serie de historias de deseo, pasión y traición. En un contexto de rigidez protocolaria, donde las apariencias y los deberes dinásticos pesaban más que los sentimientos personales, las relaciones extramaritales, los amantes secretos y las disputas por la fidelidad se convirtieron en elementos fundamentales para entender la dinámica interna de los reinos. La realeza no solo gobernaba; también, como cualquier ser humano, deseaba, amaba y sufría por las complicaciones del corazón.

En el caso de España, un país cuya historia está profundamente entrelazada con las vicisitudes de la monarquía, la sexualidad de sus reyes y reinas tuvo repercusiones que trascendieron lo privado e inundaron las calles. La monarquía española, famosa por sus alianzas matrimoniales, fue escenario de conflictos internos derivados de los deseos no correspondidos, los amores clandestinos y las traiciones amorosas, que, lejos de ser simples escarceos sentimentales, fueron factores determinantes en el destino de las dinastías. Las infidelidades no solo cuestionaban la moral de la realeza, sino que podían desestabilizar gobiernos y alterar el equilibrio político de una nación entera.

En Europa, la historia de los amores reales está igualmente tejida con hilos de poder y control. Grandes imperios, como el francés, el inglés y el austrohúngaro, fueron testigos de cómo el amor —o la falta de él— influía en los matrimonios reales y determinaba la política internacional. En Inglaterra, por ejemplo, las pasiones desenfrenadas de los monarcas y sus amantes no solo desataron escándalos públicos: cambiaron el curso de la historia, como en el caso del matrimonio de Enrique viii con Catalina de Aragón, que dio pie a la ruptura con Roma y al establecimiento de la Iglesia anglicana. O su peculiar estirpe…

Lo que a menudo se obvia en los relatos históricos es cómo estos romances, pasiones y traiciones tenían un componente humano que no podía ser contenido por las estrictas normas de la realeza. Las historias de amor entre los reyes y el populacho, los amores no correspondidos o las aventuras con cortesanos serviles son la expresión de una lucha constante entre el deber y el deseo. Y, aunque las monarquías eran en su mayoría instituciones construidas sobre el compromiso con el linaje y la estabilidad, los sentimientos personales y los intereses amorosos influyeron poderosamente en las decisiones de los soberanos, desde la asignación de tierras hasta las batallas que marcarían el destino de naciones enteras. La realeza, en su aparente inaccesibilidad, también era vulnerable a los mismos impulsos humanos que afectan a cualquier persona. Sin embargo, las implicaciones políticas de estos vínculos fueron mucho más profundas. Los matrimonios, las infidelidades y los amores no solo eran asuntos de corazón, sino también de Estado, y se entrelazaban con el destino de los pueblos.

Bienvenidos y bienvenidas a la historia privada de nuestros royals de confianza.

1. Un influencer marcial y del colectivo LGTBIQ+

 

ALEJANDRO MAGNO:EL CONQUISTA-LOVER

 

 

 

 

 

 

 

Busca, hijo mío, un reino igual a ti, porque en la Macedonia no cabes.

Plutarco, Vidas paralelas

 

 

 

 

 

Palabras que se grabaron a fuego en la mente de mi tocayo, Alejandro iii de Macedonia, el Magno, el Grande (356-323 a.C.), elpana quedejó una huella imborrable en la historia. Una estela polifacética que lo convirtió en referente no solo de la política, sino también del mundo militar, intelectual y religioso y, por supuesto, de la diversidad sexual. Cualquiera de sus logros y actuaciones fue motivo de radio patio en una sociedad de expresión libre y poca intimidad que puede llegar a impresionarnos por ser de la Antigüedad. De ahí que muchos se sorprendiesen de que un chaval con una infancia disfuncional y un tanto tóxica, aunque de noble cuna, llegase a montar tal emporio en las tierras del Mediterráneo más oriental y grandes y prósperas áreas del Próximo Oriente. Eso sí que fue un acto divino.

Como si de un superhéroe sensacionalista de película norteamericana se tratase, Alejandro fue el primogénito de un matrimonio con poco amor y mucha conveniencia. Para el rey de aquel angosto territorio del noreste de Grecia, Filipo ii (382-336 a.C.) y la guapa de Olimpia de Epiro (357-316 a.C.), el matrimonio fue un trámite más en la vida de dos personas que pertenecían a familias de la realeza y emparentadas con el mismísimo Zeus. Si bien Filipo fichó a Olimpia y se encaprichó insistentemente de ella, para la joven huérfana descendiente de Aquiles fue un trámite más por el que debía pasar cualquier mujer de aquel entonces. Si hubo amor entre ellos tampoco lo sabremos. Pero lo cierto es que, tras el nacimiento de su segundo churumbel, una niña de nombre Cleopatra, ya no hay constancia de que la relación siguiese adelante. En este contexto de ruptura y falta de amor parental creció Alejandro, sobreprotegido por su madre, quien le aportaba un amor casi obsesivo, educado a través de los mejores intelectuales del momento, previamente seleccionados por su padre (Aristóteles entre ellos) e instruido hasta el hartazgo en la batalla.

Así, cuando su padre fue asesinado en el año 336 a.C., un cultivado Alejandro, de ojos grises, baja estatura para la media macedonia, facciones poco griegas en cuanto a perfil y un gusto exquisito por la música y la literatura, heredaba un reino con algún problema social de más. Las revueltas por la muerte de Filipo ii y sus ganas locas por dominar toda Grecia, a pesar de la resistencia de ciudades como Tebas, marcaron el comienzo de un liderazgo breve pero intenso, que pronto rebasaría las fronteras helenas y daría a luz un imperio casi tan grande como el persa. Casi.

 

 

UNAS POCAS MUJERES POR AQUÍ…

 

Parece mentira que con lo atareado que tuvo que estar con tanta conquista, batalla, viaje y fundación de ciudades, sacase tiempo para el amor. Y siento que os voy a decepcionar cuando descubráis que el amor que Alejandro experimentó por las siguientes mujeres no fue para nada pasional o sexual, sino familiar y entrañable. Al menos es lo que las fuentes se empeñan en mostrarnos, sobre todo teniendo en cuenta que muchas de las féminas que lo acompañaron en vida eran bastante mayores que mi tocayo y a ellas denominó «madres». La más importante, la madre que lo parió, Olimpia. Una mujer en torno a la que la historiografía ha creado una leyenda negra que no debe sorprendernos. Pues, teniendo en cuenta la situación social en la que se encontraban las mujeres de la Antigüedad, que una dama de su rango aprovechase su posición para tomarse ciertas libertades personales no es de extrañar ni debe ser juzgado. Porque a su hijo del alma lo mimó y consintió todo lo que pudo y más. Pero a su marido, Filipo, lo repudió en cuanto pudo. Primero, yaciendo y jugueteando con una serpiente de manera habitual, lo que fue interpretado por el ingenuo rey de Macedonia como el mismísimo Zeus haciendo el delicioso con su bella Olimpia (de ahí el mito del origen semidivino de Alejandro). Y segundo, echándole en cara que se hubiese casado hasta seis veces más. Cinco matrimonios por motivos político-territoriales y un último por amor verdadero. Una noble macedonia de nombre Cleopatra que fue la excusa perfecta para que Olimpia hiciese bomba de humo en su matrimonio y se cargase a la chica y su recién nacido vástago en cuanto Filipo ii la espichó. Los quemó vivos, para ser más exactos. Alejandro, por su parte, sentía tal devoción por su madre que el nacimiento de un hermanastro le cayó encima como una jarra de agua helada y provocó un brutal enfrentamiento con su padre, que no hizo sino empeorar la poca relación que había entre ambos.

Este amor, en cierto modo platónico, aunque también devocional, hacia su madre se verá reflejado en otras importantes mujeres de las que Alejandro se rodeará a lo largo de su juventud y primera adultez. Damas bastante mayores que él y que actuarán como madres adoptivas allá donde el macedonio se encontrase faenando. Como su nodriza, Lanice, con cuyo hijo compartió infancia; la reina Ada de Caria o la madre del rey persa Darío iii, de nombre Sisigambis. Con esta última su relación fue tan estrecha que, según la leyenda, no pudo soportar la muerte de Alejandro a edad tan temprana y se suicidó por la pena. Por lo que no queráis ver erotismo o fetichismo donde no lo hay, sino que nos debemos inclinar más bien hacia un miedo irracional a las mujeres desde el punto de vista sexual. De hecho, se sabe que ya tenía cierta intimidad con hombres, estos sí, de edad similar a la suya.

Sin prisa pero sin pausa por llegar al meollo sexual de nuestro protagonista, algo de juego golosón tenemos también con las féminas, no sabemos si forzado por el contexto que lo rodeaba o porque verdaderamente sintió el deseo de contraer matrimonio con una mujer y experimentar el amor con el sexo opuesto de una manera diferente a la que estaba familiarizado. Fuera como fuere, Alejandro alcanzó la bisexualidad imperante en la Antigua Grecia al casarse hasta tres veces. Cuatro si tenemos en cuenta a Barsine, quien, en el año 333 a.C., aparece al lado del conquistador, para unos autores como esposa y para otros como concubina. Con ella no perdió la costumbre de fijarse en mujeres mayores que él. Ella, descendiente de reyes persas, le sacaría al pana Magno diez años de sabiduría y experiencia en el matrimonio, pues era dos veces viuda. Juntos pondrían solución a la virginidad de un hombre hecho y derecho de veintitrés (ya estaba bien de tanta mojigatería), juntos superaron el miedo a unas tetas y juntos tendrían un hijo, de nombre Alejandro Heracles. Sin olvidar los derechos dinásticos que le ofrecía esta relación. Es Alejandro Magno, no iba a perder de vista ni un segundo la política. Y menos por echar un par de polvos.

Una experiencia completa que tuvo que venirle estupendamente cuando tomó como esposa, en el año 327 a.C., a Roxana, una princesa de Bactria (actual Afganistán) que había sido hecha prisionera junto a otras damas en una fortaleza de nombre fílmico, la Roca Sogdiana (Uzbekistán, para que no os perdáis). Todo muy hollywoodiense si tenemos en cuenta que, cuando llegó Alejandro a aquel lugar de modo heroico, no pudo aguantar el flechazo hacia el bellezón que las fuentes describen como Roxana y, saltándose todas las normas, la hizo su esposa. ¿Amor verdadero por fin? Admiración de la buena, con suerte, ya que no se aclaran los escritos del momento en transmitirnos si fue un matrimonio deseado y felizmente compartido o un acuerdo meramente conveniente para ambas partes. Tampoco se ponen los historiadores de acuerdo en si Roxana acompañó a Alejandro por la expedición india. Si bien en algún periodo tuvieron que compartir lecho, pues se tiene constancia de un primer aborto de la princesa al poco de la boda y de un hijo póstumo cuatro años más tarde: el denominado Alejandro iv.

No fue suficiente con dos esposas (o una esposa y una concubina) para Alejandro Magno, quien, siguiendo con la poligamia tradicional del momento y que su padre bien le enseñó, hubo de casarse en un par de ocasiones más. Poco antes de morir, Barsine-Estatira y Parisátide, dos princesas aqueménidas, se desposarían con el guaperas macedonio en las conocidas como Bodas de Susa. Lo que le faltaba a Roxana, que ya había experimentado cómo su amado salvador prefería pasar las horas junto a Hefestión antes que en su compañía. Os podéis imaginar que la venganza no tardó en llegar. Pero no adelantemos.

 

 

OCHENTA DAMISELAS PERSAS PARA OCHENTA MACHOTES GRIEGOS

 

A lo largo de este libro podréis comprobar que eso de compartir día, hora y lugar de boda fue costumbre bastante común entre nuestros pijos de la realeza favoritos. Y que ya en la Antigua Grecia lo pusieron en práctica. Las llamadas Bodas de Susa no fueron otra cosa que un apaño de Alejandro Magno para escenificar la unión de Europa y Asia en forma de matrimonio entre ochenta de sus hombres y ochenta mujeres de la nobleza persa. Celebradas en la ciudad de Susa de manera simultánea, siguieron la tradición persa, por la que cada novia era sentada en un imponente sillón desde el que recibía al que iba a tomar como esposo, quien le besaba la mano y la dirigía hacia el nuevo hogar, donde consumarían el matrimonio. Nuestro prota no se perdió tal acontecimiento y, durante el mismo, tomó dos nuevas esposas, Barsine-Estatira y Parisátide. Además, siendo el impulsor de tan simbólico acontecimiento, no dudó en otorgar a cada una de las jóvenes persas una dote que las hiciera más atractivas a sus electos maridos. Un estudiado acto que no dejaba la política a un lado, pues, si sus hombres casaban con mujeres persas, sería más fácil legitimar sus conquistas y evitar revueltas de los líderes de aquel importante territorio. Además, el rumor de la fertilidad excesiva de aquellas mujeres orientales estaba más que asentado entre los griegos, por lo que el acto se transformaba también en una forma de unir al demos, a los pueblos, en una sola estirpe. Estaba todo pensado.

 

 

UNOS CUANTOS HOMBRES POR ALLÁ…

 

Muchos de ellos, amigos íntimos y generales a sus órdenes, con los que pasaba Alejandro la mayor parte del tiempo. No solo por la importancia de sus empresas militares y conquistas, sino porque gustaban de una buena fiesta y borrachera cada vez que había excusa para ello. Por lo tanto, compañeros en la vida, en la contienda y algunos de ellos también en la cama. Esta última afirmación, algo atrevida si tenemos en cuenta la dicotomía en las biografías clásicas del macedonio. Pues, mientras que algunos autores se lanzan a la piscina con la aparente bisexualidad de Alejandro Magno, otros apuestan por un temor hacia lo sexual justificado por las enseñanzas de su coach, Aristóteles, quien consideraba que sustentar las relaciones personales en el sexo era de blandengues. De hecho, desde la aparición del término queer, se ha querido ver en nuestro protagonista un buen ejemplo del mismo, esto es, una identidad sexual increíblemente amplia, fluida y en constante evolución que considera que ser gay o bisexual es demasiado restrictivo. Teniendo en cuenta todo lo que se ha afirmado sobre las relaciones amorosas de Alejandro Magno, no nos debería sorprender.

Con todo, parece que hay acuerdo en torno a dos varones por los que pudo sentir algo más que amistad. El más conocido de ellos es Hefestión, del que hablaré enseguida (que sé que lo estáis deseando), pero también hay que meter en la ecuación a Bagoas, nada más y nada menos que ¡un eunuco! Un rollete pasajero que para muchos autores evidencia la predilección del rey macedonio por los hombres, cuanto más jóvenes, mejor. El morreo público que, al parecer, se pegaron estos dos en pleno éxtasis y celebración por las victorias en la India (325 a.C.) tuvo lugar tras una competición de baile que Bagoas habría ganado. Alejandro, movido por el alcohol y la excitación, se habría abalanzado sobre él, plantándole un beso en los morros. Esto nos lo cuenta Plutarco en sus Vidas paralelas, y, si bien no es el único, la aparición del eunuco en las fuentes clásicas sobre Alejandro no es demasiado común. Lo que extraemos de su persona es escaso: que había sido el favorito del gran rey persa Darío, que no debía de ser más que un recién estrenado adolescente y que era parte del botín que había sido entregado por los generales persas para ser perdonados tras su derrocamiento en las conquistas del macedonio. El caso es que acabaron enrollados y con Alejandro totalmente coladito por Bagoas. Aunque fue un amor fugaz que nos ayuda a comprender un poco más la personalidad del Magno: impulsivo, un tanto alcohólico, ambicioso y con facilidad para caer en los placeres orientales, como los bellos e infantiles eunucos. En fin, que si estuviéramos contando esto en la Antigua Grecia no nos sorprendería que un señor de treinta años se encaprichase de un niño en transición a la adolescencia. Hoy en día, y con buenísimo criterio, nos echamos las manos a la cabeza.

Menos mal que con Hefestión no solo compartió vida, guerras, enseñanzas y cama alguna que otra noche, sino también edad. Nacieron hasta en la misma ciudad, Pella, capital de Macedonia, en torno al año 354 a.C. (aunque no está claro), por lo que la diferencia de edad era de tan solo dos años. Salvable. No hay unanimidad sobre la razón o el contexto por el que se conocieron estos dos chicarrones, pero todo parece apuntar a que ambos compartieron enseñanzas de Aristóteles. El hecho es que forjaron una amistad que no los separó nunca en vida y Hefestión se convirtió en la sombra de Alejandro, a la par que en uno de sus principales generales. Pero esto no nos importa, vayamos al salseo. Porque todo apunta hacia algo más que compañerismo y simpatía entre ambos. Sobre todo si analizamos bien lo que montó el macedonio cuando, en el 324 a.C., Hefestión pasó a mejor vida.

Además de los tradicionales sacrificios, incluso humanos, para los que Alejandro Magno no atrancaba, historiadores como Arriano aseguran que se dejó caer sin consuelo encima del cuerpo inerte de su amado amigo. No fue el único momento en el que Alejandro lloró cual Magdalena por tan trágico acontecimiento, sino que pasó tres días completos sin comer ni beber (raro) y con lágrimas continuas en los ojos. De la rabia, mató al médico que había atendido a Hefestión y que se había equivocado con la dosis del medicamento que debía suministrarle. Vamos, que sacó lo mejorcito de sí mismo en una situación tan delicada. No dudó en financiar la construcción de un imponente monumento fúnebre y otras edificaciones en su honor por ciudades tan destacadas como Babilonia y Alejandría. Hasta hizo consultar al oráculo de Anión si era conveniente realizar más sacrificios en honor a Hefestión, como si de un dios se tratase. El oráculo le dijo que se relajase, que se estaba viniendo muy arriba. A pesar del consejo, el luto fue declarado en todo el imperio. ¿No son estos actos suficientemente intensos como para pensar que sí hubo amor entre estos dos y no una simple amistad?

Su relación, por cierto, ha sido comparada con el mítico romance entre Aquiles y Patroclo, dándose incluso un suceso muy curioso sobre la tumba de estos dos personajes, pues Alejandro, en compañía de Hefestión y otros hombres de confianza, visitaron sendos enterramientos, sobre los que ungieron óleos, depositaron coronas y bailaron desnudos rodeándolos. Ya sabéis, cualquier excusa era buena para despelotarse.

 

 

LAS HERMANÍSIMAS DEL MAGNO

 

Está claro que las mujeres jugaron un papel fundamental en la vida del rey macedonio, y hay una a la que todavía no he referenciado como se merece, Cleopatra. La hermanísima, porque era también hija de Olimpia y no de otra de las seis esposas que tuvo Filipo ii. Al igual que con su madre, con ella tuvo una relación fraternal de lo más especial. Incluso cuando Alejandro partió a sus conquistas, se siguieron enviando cartas y ambas recibían importantes riquezas de los territorios sometidos. Pero Cleopatra era mujer, y, aunque princesa, su destino iba a ser muy diferente al de su hermano. Estaba destinada al matrimonio, si podía ser con un familiar y más que apañado, mejor. Por lo que el elegido fue su tío, Alejandro de Epiro. Y mientras se celebraba el bodorrio, aconteció el asesinato del invitado más importante, el padrino, Filipo.

Aunque la más conocida de las hermanas de Alejandro sea Cleopatra, tuvo también otras dos hermanastras, de nombres Tesalónica y Cinane. La primera es protagonista de una leyenda muy extendida que asegura que se convirtió en sirena al intentar suicidarse tirándose al mar cuando se enteró de la muerte de su hermanastro. Esto ocurrió porque el Magno había lavado en una ocasión los cabellos de Tesalónica con agua de la Fuente de la Inmortalidad, burlando así su muerte. Afincada en el Egeo, cuando los marineros se acercaban a ella, eran preguntados sobre la existencia de Alejandro; debían contestar que todavía vivía y reinaba, pues, si no lo hacían así, Tesalónica se convertía en una gorgona y hundía el barco en el que viajaban.

 

 

EL CAOS TRAS SU MUERTE

 

Una muerte a edad temprana y en pleno high de sus conquistas no hizo más que alimentar el mito en torno a nuestro protagonista. Si a esto sumamos que la palmó tras varios días de sexo, drogas y rock and roll por tierras babilonias, la historia de película está servida. Además, tenemos teorías por doquier respecto a los motivos que lo llevaron a la otra vida. Desde las simplistas fiebres, fruto de demasiados excesos, a la intervención divina para frenar a un conquistador sin control cuyo objetivo era dominar el mundo entero conocido. Sin olvidar el envenenamiento, una hipótesis que se extendió como la espuma durante el Medievo. Con todo, una de las últimas teorías apunta a que el macedonio sufrió el síndrome de Guillain-Barré, un trastorno autoinmune que tendría como principal síntoma la parálisis de las extremidades y, posteriormente, del cuerpo. Una idea nada alocada teniendo en cuenta que las fuentes aseguran que Alejandro siguió dando órdenes en su lecho de muerte, a pesar de no poder moverse, y que su cuerpo se conservó excepcionalmente bien durante días y semanas tras su muerte. Es decir, que lo dieron por muerto y enterraron cuando todavía estaba vivo, pero totalmente paralizado por la enfermedad.

De una manera o de otra, Alejandro Magno murió en junio del año 323 a.C., dejando a sus espaldas un panorama dantesco. El percal que había montado, nadie era capaz de continuarlo. Las luchas de poder se normalizaron entre sus generales. Sus descendientes y herederos fueron perseguidos y asesinados para quitarlos lo antes posible de en medio. Incluso Roxana, que seguía vivita y coleando, entró en la ecuación sucesoria cuando tuvo un ataque de pánico que la llevó a cargarse a todo aquel que supusiera una amenaza para ella y el hijo que estaba por nacer, heredero del más grande. Así, en sus manos cayeron muertas Estatira y Dripetis, otra de las esposas de Alejandro y la mujer de Hefestión, respectivamente. Por si les daba por anunciar un embarazo póstumo y quitarle los derechos al que ella llevaba en el vientre. Tampoco le salió demasiado bien la jugada cuando ella fue asesinada junto a Alejandro iv por uno de los denominados diádocos, los lugartenientes que se enfrentaron durante más de veinte años por el control del imperio del mítico Alejandro Magno y que no consiguieron más que echarlo a perder.

Tanto trabajar, tanto conquistar, tanto beber y tanto fornicar para que nadie sea capaz de continuar tu legado…