La casa mágica - Harold Kremer - E-Book

La casa mágica E-Book

Harold Kremer

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Beschreibung

¿Por qué no pasará el tiempo en La casa mágica? ¿Cómo hará un gato, un niño, una silla (con una pata dañada) y un reloj para pasar el rato? Esta historia maravillosa nos muestra que todo puede pasar en el mundo de los libros y la imaginación.

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Este libro pertenece a:

Kremer, Harold, 1955-

La casa mágica / Harold Kremer ; ilustración Daniel Alberto Fajardo. -- Segunda edición. -- Bogotá : Panamericana Editorial, 2020.

56 páginas : ilustraciones ; 21 cm.

ISBN 978-958-30-6117-2

1. Cuentos infantiles colombianos 2. Fantasía - Cuentos infantiles 3. Tiempo - Cuentos infantiles 4. Empatía - Cuentos infantiles I. Fajardo, Daniel Alberto, ilustrador II. Tít.

I863.6 cd 22 ed.

A1661275

CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango

Segunda edición,agosto de 2020

Primera edición en Panamericana Editorial,

marzo de 2019

© Panamericana Editorial Ltda.

Calle 12 No. 34-30. Tel.: (57 601) 3649000

www.panamericanaeditorial.com.co

Tienda virtual: www.panamericana.com.co

Bogotá D. C., Colombia

Editor

Panamericana Editorial Ltda.

IlustracionesDaniel Alberto FajardoDiagramaciónOnce Creativo S.A.S.

ISBN DIGITAL: 978-958-30-6326-8

Prohibida su reproducción total o parcial

por cualquier medio sin permiso del Editor.

La casa

mágica

Harold Kremer

Ilustraciones

Daniel Alberto Fajardo

Para

Sofía y Samantha

La historia que vamos a contar tiene un asiento, un gato, un reloj, el eco y un niño.

El asiento y el reloj vivían en una casa grande en una ciudad llamada Guadalajara de Buga. La casa estaba abandonada porque María un día empezó a vender todas las cosas: vendió las camas, luego los muebles, las ollas y la estufa, la nevera, el televisor, los cuadros, los libros, las puertas de las habitaciones, las cortinas, el sanitario, los bombillos, la mesa del comedor, el lavamanos y un escritorio, hasta que solo quedaron el asiento, que estaba cojo, y el reloj, que ya no daba la hora.

5

Una noche, María empacó su ropa en una maleta, luego cerró la puerta con doble llave y se marchó de la ciudad. Y así, el asiento y el reloj se quedaron en la casa vacía.

Un día, a la hora del almuerzo, entró un gato color salmón, miró el reloj que estaba en el suelo, se acercó, lo olió y luego fue donde el asiento y se frotó el lomo en la pata coja. Después se subió. El asiento trastabilló un poco, pero no se cayó porque, aunque era cojo, no era tan cojo como para irse al suelo.

6

Como la casa estaba vacía y el gato no sintió ningún peligro, se echó una siesta. Durmió con los dos ojos cerrados y no como, a veces, duermen los gatos: con un ojo abierto para vigilar quién se les acerca.

De pronto, despertó al escuchar voces.

Abrió los ojos azules lentamente, sin moverse, no vio a nadie y los volvió a cerrar. Pero las voces volvieron y el gato pensó que estaba soñando.

7

—¿Qué te pasa?

—Estoy cansado