La claridad soñada - Arturo Cabrera Calvo - E-Book

La claridad soñada E-Book

Arturo Cabrera Calvo

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Beschreibung

La claridad soñada parte del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952. De forma resumida, habla de la situación deplorable en que se encontraba Cuba en aquellos momentos y explica cómo, a partir de la toma de conciencia de Fidel Castro de que solo una insurrección armada salvaría al país, comienza a agruparse y organizarse la que después se conocería como Generación del Centenario.

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Seitenzahl: 115

Veröffentlichungsjahr: 2023

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Cuidado de la edición: Tte. Cor. Ana Dayamín Montero Díaz

Edición: Heriberto Rosabal Espinosa

Diseño de cubierta: Yasser Gamoneda Montero

Diseño de interior: Jorge Víctor Izquierdo Alarcón

Realización: Javier A. Gutierrez Blanco, Sarai Rodríguez Liranza

Corrección: Catalina Díaz Martínez

Fotos y fotocopias: Cortesía del autor

© Arturo Cabrera Calvo, 2022.

© Sobre la presente edición:

Casa Editorial Verde Olivo, 2022

ISBN 9789592245099

Nota: El contenido de la presente obra fue valorado por la Oficina del Historiador de las FAR.

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, en ningún soporte sin la autorización por escrito de la editorial. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

Casa Editorial Verde Olivo

Avenida de Independencia y San Pedro

Apartado 6916. CP 10600

Plaza de la Revolución, La Habana

[email protected]

Tabla de Contenidos
Prólogo
Nota a la segunda edición
Introducción
Santa Elena. Antesala del Moncada
Génesis histórica
Surge la Generación del Centenario
Finca Santa Elena
Entrenamientos
Luego del Moncada
Trascendencia de las prácticas
Santa Elena
Anexo
Supervivencia de un ejemplo
Antecedentes familiares y nacimiento
Infancia y juventud
Nacimiento de una nueva época
Regreso al camino de la historia
Viaje a la posteridad
Prisión y muerte
Relación de entrevistados
Bibliografía
Testimonio gráfico
Anexo
Acta del puesto de la Guardia Rural de El Caney, la cual ubica un carné de Manuel Isla en ese lugar.

A Mario Hidalgo-Gato González, quien hizo posibles estos entrenamientos y además

tuvo un papel de gran importancia

en los acontecimientos

narrados.

 

A Rolando Guerrero Bello, por su significativo rol en esta historia, así como la colaboración brindada para la realización de este libro.

 

Al general de división José Antonio Carrillo Gómez, quien rescató del anonimato esta investigación e hizo posible su publicación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Prólogo

 

No es una apertura literaria, son unas palabras, las que puedo ofrecer, cargadas de emoción por las reminiscencias que me produce el regreso a un tiempo lleno de emociones tan fuertes. Son mis compañeros los que veo, son los trajines de los entrenamientos los que siento, es la voz de la patria la que escucho y otra vez Fidel, llenando, abarcando todo el espacio, dando órdenes, fiscalizando, responsabilizando a este o aquel.

Fueron tiempos difíciles, pero maravillosos, los niños crecieron aprisa, los jóvenes maduramos y sembramos nuestras semillas en las ideas y los principios para formar aquella heroica generación que no permitió que el Apóstol muriera en el año de su centenario. Todo vuelve a estar presente, las voces y los olores de la cañada; había alegría, aunque sabíamosque los entrenamientos no eran para jugar a la guerra. Sentíamos el llamado irresistible de la libertadycada día que nos preparábamos comprendíamos quenos acercábamos más al decisivo momento y debíamos estar fuertes.

Al principio los conocidos éramos pocos, después nos familiarizamos, pero sin detalles personales, solo los miembros de cada célula mantenían determinadasrelaciones. Todo fue rápido, hoy me parece que fueronminutos, sin embargo, aquellos entrenamientos en la finca Santa Elena valieron para toda una vida, de ahí saltamos a la altura de la historia. Hoy veo de nuevo a los jóvenes saliendo de las profundidades de la cañada para elevarse hasta alcanzar el beso de la patria agradecida. Veo, escucho nuevamente a Fidel, pidiéndome con fuerza irresistible un himno para la Generación del Centenario. Cuántos nombres, cuántos mártires, cuánta gloria viven en esta histórica finca,dondealgo más que la casualidad logró la coincidencia de que fuéramos nosotros los continuadores de la gesta libertadora de 1895, enraizada en este lugar por el combate donde cayera el patriota local y jefe de la caballería del Regimiento Palos, teniente coronel del Ejército Libertador Herminio Rivera Núñez. Fuimos nosotros los que extendimos la mano al oficial mambí y de nuevo lo hicimos cabalgar para juntos iniciar la carga definitiva contra la seudorrepública, el hambre,la corrupción, la tiranía batistiana. Para dar vida yacción a la carga para matar bribones que pidió Rubén Martínez Villena en sus históricos versos, merecedora de que años después Fidel expresara en un discurso: “Desde aquí te decimos, Rubén: el 26 de julio fue la carga que tú pedías”.

Este libro no es una joya literaria, es parte de la historia de nuestra lucha revolucionaria, la que con su aliento y su ejemplo acompañará siempre a nuestro pueblo. Aquí, perpetuados en estas páginas, están pasajes de momentos que viven y vivirán por generaciones, develados por una acuciosa investigación, la cual involucra a muchos de los que fuimos partícipes de aquella epopeya.

Cada entrenamiento nos trajo conocimientos, alegrías, seguridad y el 26 de julio de 1953 marchamos con la frente alta y el pecho descubierto a conquistar La claridad soñada.

 

Agustín Díaz Cartaya

Nota a la segunda edición

 

La claridad soñada es una obra puesta a disposición de los lectores por primera vez en el año 2009 bajo el sello de la Casa Editorial Verde Olivo, atendiendo a la necesidad de que hechos tan importantes como los entrenamientos militares realizados en la etapa previa al asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes fueran publicados, como aquí se hace, recreando la información de lo acontecido en la finca Santa Elena, ubicada en el municipio de Nueva Paz, uno de los principales lugares donde se prepararon los que después se convertirían en asaltantes.

Esta segunda edición pretende dar una imagen más acabada de algunos asuntos ya abordados y exponer nuevos elementos que no aparecen en la presentación anterior.

Como aspecto fundamental, resumimos la situación que existía en nuestro país al producirse el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, la reacción del pueblo ante tan abominable hecho y el inicio de la lucha contra la tiranía batistiana.

Se mencionan los lugares más importantes donde se hicieron prácticas militares y se explica, en síntesis, lo acontecido en Santa Elena, lugar que enlaza nuestras dos grandes gestas libertadoras. Detalles de cómo se realizaban los entrenamientos aparecen aquí, así como aclaraciones y testimonios que renuevan la anterior publicación y enriquecen también la biografía del neopacino y mártir del Moncada Manuel Isla Pérez.

El libro recoge pasajes poco divulgados de este momento trascendental de nuestra historia, en cuyo estudio deben adentrarse las actuales y futuras generaciones para que ese conocimiento siga constituyendo base sólida del pensamiento de este pueblo constantemente asediado por el imperialismo norteamericano, ante el cual hay que asumir con claridad y responsabilidad las decisiones necesarias para continuar la obra por la que lucharon y murieron muchos de los asaltantes de aquellos cuarteles.

Sea esta publicación mensajera del legado de una generación imperecedera y eternamente revolucionaria, que nos habla y nos guía con su ejemplo.

 

El autor

Introducción

 

En sus más de dos siglos de existencia, el municipio de Nueva Paz ha sido escenario de numerosos ­hechos que han ido tejiendo su identidad de pueblo. En algunos momentos, desafiando la pequeñez de su extensión, desempeñó un papel protagónico. Tal es el caso de los entrenamientos realizados en la finca Santa Elena por un grupo numeroso de los futuros asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, y por otros compañeros que se prepararon con ese fin, aunque no tomaron parte en los hechos. Varios de aquellos jóvenes eran vecinos de la localidad, incluidos los seis seleccionados para participar en el asalto a la segunda fortaleza del país, entre estos, dos mártires de la gesta: Manuel Isla Pérez y Manuel Rojo Pérez.

La biografía de Manuel Isla y los hechos acontecidos en Santa Elena integran el presente volumen, cuyo propósito es contribuir al conocimiento de la pujanza patriótica de este municipio, ubicado hoy en la provincia de Mayabeque y su presencia en los albores de la lucha que condujo a nuestro pueblo al triunfo revolucionario.

A partir del 10 de marzo de 1952, la patria se llenó de dolor y luto, pero también de héroes y mártires; la batalla continuó, primero en la preparación de los asaltos y la ejecución de estos, después en la prisión y el exilio, en las montañas y el llano, en el triunfo y la consolidación de la Revolución.

Hijos de Nueva Paz combatieron en la Sierra Maestra y el Escambray; otros se unieron al movimiento insurreccional en el llano, bajo la dirección del Movimiento 26 de Julio, el Directorio Revolucionario 13 de Marzo o el Partido Socialista Popular. Fueron continuadores del teniente coronel Herminio Rivera y del capitán Jorge Bravo, combatientes del Ejército Libertador; de Cándido Allende y Carlos Manuel Perdomo, luchadores antimachadistas, así como Manuel Isla y Manuel Rojo, entre otros destacados revolucionarios.

La historia no lleva ropajes de oro, es la verdad parida por los pueblos, que deben hacerse eco de la virtud de ayer, y asumir el esfuerzo de hoy y la responsabilidad del mañana.

En nuestras raíces hay un legado de patriotismo que debemos continuar recogiendo y dejar escrito para todos los tiempos, más que en los archivos de nuestra memoria, en las páginas de libros que ayudarán a educar a las generaciones venideras. Ello representa la verdadera identidad, la que conserva y trasmite el espíritu de abnegación y de lucha que ha caracterizado a Cuba durante siglos y, en especial, durante las últimas seis décadas. Esta labor garantiza que todo lo vivido sea también parte del futuro.

Que hable la patria por la voz de la historia y que la retrospectiva, más que incitar a la reflexión, sea el mayor acicate para continuar, sin retroceso, ­adicionando páginas al canto de nuestra historia revolucionaria.

Santa Elena

Antesala del Moncada

 

 

La patria, aunque es de todos,

debemos defenderla como propia.

 

 

Génesis histórica

 

En el año 1802, don Joaquín de Santa Cruz y Cárdenas, conde de Mompox, fundó el pueblo de Nueva Paz. Como consecuencia de la extensión del ferro-carril, en el año 1848 nacieron los poblados de Los Palos y Vegas, y quedó formada la trilogía que dio origen al término municipal de Nueva Paz, en el extremo sureste de la provincia de La Habana, a unos ochenta kilómetros de la capital del país.

Por el norte limita con el municipio de Madruga, por el sur con la ensenada de la Broa, por el este con los pueblos de Alacranes y Cabezas y por el oeste con el municipio de San Nicolás de Bari.

Desde sus orígenes, Nueva Paz fundamentó su economía en la agricultura y específicamente en el cultivo de la caña de azúcar. Este llevó a la zona gran cantidad de esclavos negros y algunos colonos chinos, quienes junto a los fundadores españoles­ constituyen los antecedentes étnicos de la población del territorio, que llegó a tener una decena de ingenios en la década iniciada en 1870.

La economía neopacina mantuvo su paso ascendente hasta bien entrada la Guerra de Independencia, ya que la Revolución de 1868 no provocó modificaciones sustanciales en el occidente de Cuba, aunque el ambiente político y social sí recibió la poderosa influencia de aquella cruenta lucha.

En 1875 comenzó la historia revolucionaria de Nueva Paz. Ese año, el maestro Teófilo Hurueta se instaló en el territorio de Los Palos, donde realizó un activo trabajo entre sus alumnos, cuya conciencia patriótica y revolucionaria cultivó. Un año más tarde fue asesinado en represalia por sus ideas separatistas y se convirtió en el primer mártir del municipio.

A finales de 1894 se organizó en Los Palos una Junta Revolucionaria, dependiente de la de Matanzas, que dirigía el doctor Pedro Betancourt. A partir de entonces se llevó a cabo una intensa labor conspirativa.

El 24 de febrero de 1895, las cornetas tocaron de nuevo a degüello en Cuba; los fieles servidores de la patria tornaban a la carga. Pocos días más tarde, gracias al trabajo realizado por la mencionada Junta Revolucionaria, un grupo de habitantes del municipio de Nueva Paz y sus alrededores, reunidos en la finca La Luz, se pronunciaron contra España. Después de librar algunas escaramuzas, el asedio español y la falta de recursos los obligaron a dispersarse. No obstante, el levantamiento de La Luz quedó como prueba de la pujanza patriótica en la localidad.

El 1.º de enero de 1896, tras un combate en las cercanías de Alacranes, provincia de Matanzas, la columna ­invasora, al mando de los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo, acampó en la finca Bagáez, a unos dos kilómetros del pueblo de Nueva Paz. Al día siguiente prosiguieron hacia Vegas, que se convirtió en el primer pueblo de La Habana liberado bajo el empuje de las fuerzas patrióticas.

Al influjo de la guerra se produjo un alza en el movimiento insurreccional del municipio de Nueva Paz. El 8 de febrero de 1896, en las proximidades de San José de las Lajas, más de doscientos hombres, muchos de ellos del municipio neopacino, se incorporaron a las fuerzas invasoras y quedó formado el cuerpo militar al que Máximo Gómez nombró ­Regimiento Palo.

 Esta tropa mambisa integró la vanguardia de la columna invasora mandada por Maceo cuando este regresó a Pinar del Río y operó, además, en el municipio, donde combatió en las zonas de Guanamón de Herrero, Filomeno, Biajaca y la finca La Teresa, entre otras. En esta última cayó mortalmente herido, el 7 de septiembre de 1896, el oficial que más alta graduación alcanzó entre los patriotas locales, el teniente coronel Herminio Rivera.