La crisis y su manejo - Roberto Puertas Ruiz - E-Book

La crisis y su manejo E-Book

Roberto Puertas Ruiz

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El término "crisis" viene del griego "krenein", que significa "decisión" y ante una crisis es fundamental decidir para enfrentar las situaciones que afectan la normalidad. Hacer frente a las crisis es inherente a la existencia humana, pero hay que destacar la importancia de entender cada una, subrayando que estas corresponden a un estado temporal de desorganización ocasionado por factores externos. Autores como Heráclito, Erick Erickson, Gerard Caplan y Karl Slaikeu, entre otros, proporcionan perspectivas diversas sobre el concepto y manejo de crisis.

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Veröffentlichungsjahr: 2025

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CAPÍTULO 1 ¿Qué es la crisis?

CAPÍTULO 2 Los axiomas de la comunicación y su aplicación en tiempos de crisis

CAPÍTULO 3 La educación en tiempos de crisis

CAPÍTULO 4 Crisis global, empatía y liderazgo espiritual

CAPÍTULO 5 Crisis y adolescencia tardía La intervención en crisis en espacios universitarios

CAPÍTULO 6 Narrativas sobre comunidad y liderazgo en la vivienda social La vida pública y privada en la reconstrucción social pos desastre en Bahía de Caráquez, Manabí, Ecuador

CAPÍTULO 7 Crisis y Espacios Mediadores ¿Toda crisis llama a un Espacio de Mediación?

CAPÍTULO 1 ¿Qué es la crisis?

Paulina Barahona Cruz1Pontificia Universidad Católica del Ecuador

Resumen

El presente capítulo ofrece una exploración integral del concepto de crisis, abarcando su definición, clasificación y enfoque en el manejo de crisis desde una perspectiva psicosocial.

El término “crisis” viene del griego “krenein”, que significa “decisión” y ante una crisis es fundamental decidir para enfrentar las situaciones que afectan la normalidad. Hacer frente a las crisis es inherente a la existencia humana, pero hay que destacar la importancia de entender cada una, subrayando que estas corresponden a un estado temporal de desorganización ocasionado por factores externos. Autores como Heráclito, Erick Erickson, Gerard Caplan y Karl Slaikeu, entre otros, proporcionan perspectivas diversas sobre el concepto y manejo de crisis.

Las crisis se clasifican siguiendo diversos criterios y en esta obra se han clasificado según la naturaleza del evento precipitante, como consta a continuación:

1. Crisis naturales, las cuales se dividen en crisis que pueden ser anticipadas y aquellas que no.

2. Crisis inducidas por los seres humanos, las cuales a su vez se dividen en sociales e individuales

El proceso de manejo de crisis incluye varias fases:

1. Fase precipitante

2. Fase aguda y de desorganización

3. Fase de estabilización

4. Fase de comprensión

5. Fase de acompañamiento

Cada fase requiere enfoques específicos para gestionar efectivamente los impactos emocionales y físicos de la crisis.

Los primeros auxilios psicológicos (PAP) se presentan como una técnica clave para manejar crisis, enfocándose en reducir los efectos negativos en el ser humano.

Finalmente, aunque las crisis son inevitables e impredecibles, ofrecen oportunidades de aprendizaje, mejora y fortalecimiento de la resiliencia y solidaridad humana. Con esto se subraya la importancia de estar preparados para intervenir adecuadamente y aprovecharlas como oportunidades para el cambio y crecimiento personal y comunitario.

Introducción

El presente capítulo tiene por objetivo explicar lo que es la crisis, distinguir los tipos de crisis que existen y conocer algunos recursos para su manejo adecuado. El interés por el tema surge de la necesidad de comprender la crisis desde diferentes aristas, así como su clasificación, la primera intervención y el manejo adecuado de la misma.

El presente capítulo aborda el concepto, el proceso de una crisis, los tipos de crisis y la intervención a partir de los primeros auxilios psicológicos (PAP), esta última definida como la técnica que tiene por objetivo disminuir los efectos que la crisis tiene en el ser humano.

1. Definición de Crisis

La palabra “crisis” viene del griego “krenein”, que significa “tomar decisión”, y del sustantivo “krísis”, que significa “juicio para tomar una decisión”. Esta raíz, entonces, hace referencia a un estado generado por una situación que no puede sostenerse y que requiere un análisis para implementar cambios.

La crisis es un concepto que, por la importancia que tiene, se encuentra en varios campos del conocimiento; sin embargo, todos coinciden en la visión de que la crisis es un estado temporal de desorganización ocasionado por situaciones externas que están fuera de control.

Enfrentar las crisis es parte de la vida del ser humano, por eso es fundamental entender los procesos que surgen asociados a ella. Hay que reconocerlos y saber cómo actuar, estando conscientes de que muchas de las reacciones no dependen del control de los individuos, sino que evidencian desbordes emocionales asociados a la necesidad de enfrentar los cambios en aspectos fundamentales de la vida que nacen a raíz de situaciones externas que acaban de ocurrir.

Para comprender la crisis, es necesario realizar un recorrido por algunos de los principales exponentes del concepto, definición y clasificación, es así que, desde la filosofía, encontramos a Heráclito, filósofo presocrático, quien conceptualizó el cambio como una constante en la vida de los seres humanos, dejando claro que los cambios son cíclicos y que la realidad se compone de un flujo constante que nunca se detiene, ya que nada permanece igual. También aborda la llamada unidad de los opuestos donde expone que el cambio está asociado a la tensión existente entre la lucha de opuestos y que la armonía y el equilibrio vienen de lograr la interacción de los elementos contrapuestos (Archivo Digital de Humanidades “Ervin Said”, 2020). Heráclito aborda el tema de las tensiones asociadas a los cambios y pone énfasis en que toda la realidad es cambiante, por lo tanto, requiere una constante adaptación.

Existen, desde la psicología, varios autores que han abordado también la temática de la crisis, así, Erick Erickson, en sus textos Identidad, Juventud y Crisis (1971) e Infancia y Sociedad (1987), aborda el tema de la crisis psicosocial y la analiza como esos momentos fundamentales asociados al desarrollo del ser humano que exigen cambio y nuevas decisiones para enfrentar preguntas de su identidad y de su propósito. Aquí las crisis corresponden a los momentos de cambio profundo de la vida y a las decisiones que el ser humano debe asumir en determinados momentos.

Gerard Caplan es uno de los primeros teóricos en abordar la teoría de la crisis en su libro Principios de Psiquiatría preventiva (1980). El autor trabaja la temática y dice que una crisis es una situación que supera la capacidad de afrontamiento del individuo. En el mismo texto, concibe la crisis como asociada a situaciones y eventos disruptivos que pueden desencadenar respuestas emocionales intensas y que, si no se gestionan adecuadamente, pueden tener efectos negativos a largo plazo.

Para Karl Slaikeu, la crisis implica la presencia de un estado temporal de desorganización, caracterizado por la incapacidad del individuo de tomar decisiones y resolver conflictos; demanda asumir respuestas inmediatas y estructuradas para volver a la estabilidad emocional y física. Dependiendo del impacto de lo vivido, el autor anota que la capacidad de afrontamiento puede verse rebasada debido a factores como eventos traumáticos, situaciones de conflicto o presiones significativas, así, la intervención adecuada es esencial para gestionar y superar la crisis de manera efectiva (Slaikeu, 1996).

Para Inés Sotelo (2007), la crisis es un estado de desequilibrio temporal ocasionado por situaciones estresantes que superan su capacidad de manejo habitual. Este desequilibrio se manifiesta con la presencia de un sentimiento de vulnerabilidad y de desorganización emocional que demanda de una intervención inmediata para evitar consecuencias más graves y ayudar a la persona a recuperar su funcionamiento adecuado. La crisis, según Sotelo, no es solo un momento de peligro, sino también una oportunidad para el cambio y crecimiento personal, siempre y cuando se aborde de manera efectiva y oportuna.

A partir de los conceptos presentados se puede ver que la crisis es un estado de emergencia psicosocial que demanda atención y acción, donde la capacidad de afrontamiento se ve superada y donde es necesario restaurar la estabilidad, promover el desarrollo y prevenir la recurrencia de situaciones similares. Inicia por un evento inesperado que irrumpe e invade la vida del ser humano y exige respuestas y decisiones inmediatas ocasionadas por los cambios de la vida asociados al evento desencadenante.

Siendo tan diversos los eventos que desencadenan una crisis, es necesario agruparlos para conocer las características de cada uno de estos grupos. Clasificar la crisis permite profundizar en sus tipos y en la forma de intervenir en cada grupo. A continuación, se presenta una clasificación de acuerdo con el factor precipitante.

2. Tipos de crisis

La importancia de clasificar los diferentes tipos de crisis radica en que al agruparlos podemos conocerlos más a profundidad y establecer planes de acción para mejorar la preparación, la respuesta y la intervención frente a eventos adversos. Asimismo, dividir la crisis en grupos proporciona un enfoque estructurado que facilita la comprensión y el abordaje de situaciones de emergencia de manera más efectiva.

Aunque es necesario entender las crisis a partir de los grupos que comparten características propias y diferentes de las de otros grupos, también es fundamental reconocer que existen características comunes a todos los tipos de crisis, independientemente de su naturaleza específica, particularidades que definen la naturaleza disruptiva y desafiante de la crisis. A continuación, se presentan las características comunes a todos los tipos de crisis:

1. Son parte de la existencia del ser humano, por tanto, aprender a lidiar con cambios es algo que debemos hacer durante toda la vida.

2. Obedecen a desencadenantes inesperados.

3. Generan desequilibrio, ya que irrumpen en la normalidad de las personas.

4. Su intervención es urgente y se requiere de acciones inmediatas.

5. Involucran una percepción de amenaza.

6. Generan impacto psicológico y emocional.

7. Tienen una temporalidad limitada.

8. Son una oportunidad para el cambio.

Conocer las características comunes a todo tipo de crisis permite que comprendamos el fuerte impacto que estas tienen en los seres humanos, sin embargo, hay que recordar que también cada grupo tiene características propias que son importantes de conocer. A continuación, se presenta una clasificación atendiendo la naturaleza del evento precipitante:

1. Crisis naturales

a. Crisis que pueden ser anticipadas

b. Crisis que no pueden ser anticipadas

2. Crisis inducidas por los seres humanos

a. Sociales

b. Individuales

2.1 Crisis naturales

Las crisis naturales son eventos catastróficos, por eso se llaman desastres, cuyo origen son los fenómenos naturales. El impacto de este tipo de crisis es amplio ya que tiene un potencial de afectar grandes extensiones y afectan significativamente la vida cotidiana. Los eventos naturales pueden tener consecuencias devastadoras en términos de vidas humanas, extensión del área de afectación, medio ambiente y la capacidad de las comunidades para volver a funcionar normalmente.

En este grupo, los eventos precipitantes se pueden clasificar en aquellas crisis que pueden ser anticipadas, gracias a monitoreo, y aquellas que son impredecibles para el ser humano.

2.1.1 Crisis naturales que pueden ser anticipadas

Son aquellas que tienen relación con los riesgos que se pueden identificar en cierta medida y que, por tanto, se puede tener un nivel de anticipación para aplicar medidas de prevención que mitiguen los daños, por ejemplo, una de estas medidas es la evacuación de zonas que pueden verse mayormente afectadas por el fenómeno natural y así evitar pérdidas humanas; sin embargo, de este tipo de crisis tampoco se conoce el momento exacto en el que van a aparecer ni el impacto final de la misma.

Entre las crisis naturales están los eventos que se pueden anticipar gracias al monitoreo, existen a modo de ejemplos y entre otros: los huracanes, los ciclones tropicales, las inundaciones, los incendios forestales, las erupciones volcánicas, los temblores, etc.; sin embargo, aunque se esté monitoreando a un huracán, este siempre puede cambiar el rumbo debido a variaciones en el viento, o si se prevé una tormenta tropical, siempre puede complejizarse y pasar a ser un huracán. Así también se pueden establecer zonas con mayor actividad sísmica, pero el lugar del temblor y la intensidad, solo se pueden reconocer a segundos de que suceda.

2.1.2 Crisis naturales que no pueden ser anticipadas

Son aquellas que no podemos anticipar, a continuación, se presentan algunos ejemplos: deslizamientos de tierra, avalanchas, terremotos, caída de rayos, caída de meteoritos, etc.

En estas crisis el factor de anticipación es nulo, por tanto, el impacto en el ser humano es mayor. Para estos casos, es necesario tener presente que la atención médica, el apoyo psicológico y la solidaridad comunitaria son elementos cruciales en la recuperación después de eventos naturales impredecibles.

2.2 Crisis inducidas por los seres humanos

Son eventos o situaciones de emergencia que resultan principalmente de las acciones, decisiones o actividades humanas. Estas crisis pueden tener amplios impactos en la sociedad, el medio ambiente y la estabilidad de las comunidades. En este grupo podemos encontrar crisis sociales e individuales, a continuación, se explica cada una.

2.2.1 Crisis sociales

Estas crisis se desencadenan por eventos que afectan de manera significativa y negativa la estructura social de las comunidades y sociedades. Estas crisis afectan las relaciones, las instituciones y los valores fundamentales de una sociedad.

Sus principales características son:

a. Su impacto es colectivo y las acciones para atenderla también son grupales.

b. Desafía a las instituciones sociales como el sistema de educación o el sistema de salud, que deben responder a la crisis, y esto requiere interpelar las normas existentes.

c. Afectan la dinámica social por presencia de protestas, movimientos sociales, lo que incide en debilitar la cohesión de la sociedad.

Como se puede ver, las crisis sociales van más allá de los aspectos individuales y afectan al tejido social en su conjunto, planteando desafíos importantes que requieren respuestas colectivas y estratégicas. En este grupo de las denominadas crisis sociales se incluyen las crisis económicas, políticas, de salud pública, humanitarias, ambientales, etc. En este tipo de crisis, aunque inciden las decisiones humanas, tampoco se puede anticipar el punto máximo al que llegarán ni los principales impactos que tendrán para los afectados. Pero no hay que olvidar que este tipo de crisis pueden tener una amplia gama de efectos, ya que inciden en diversos aspectos de la sociedad, el medio ambiente y la salud.

A continuación, se presentan tres ejemplos de este tipo de crisis para visualizar las características de ellas:

a. Crisis económica: este tipo de crisis se evidencia en una inestabilidad en aspectos de la economía, tales como cierre de empresas, pérdida de empleo y disminución de la actividad económica. Puede ser tan grave que genere la quiebra de empresas y el desplome de los mercados financieros.

b. Crisis de salud pública: esta crisis está asociada a la presencia de brotes de enfermedades infecciosas como la crisis del Covid-19, vivida por la humanidad en el 2020. El alto número de afectados hace que se genere un acceso limitado a servicios de salud y desgaste y afectación emocional en los sistemas de atención médica.

c. Conflicto y desplazamiento humano: en este tipo de crisis asociada al aumento de tensiones entre países, se generan desplazamiento de poblaciones afectadas por conflictos y también se asocian a la presencia de crisis humanitarias.

A partir de estos tres ejemplos de crisis, se puede observar el amplio impacto de estas y la importancia de las intervenciones adecuadas para disminuir efectos a largo plazo.

2.2.2 Crisis individuales

Como su nombre lo dice, son aquellas crisis de origen individual y que son el resultado de factores personales o circunstancias específicas y propias de cada individuo. Este grupo de crisis están en relación con situaciones o eventos que generan un desequilibrio significativo en la vida de alguien a nivel personal y emocional o psicológico. Estas situaciones pueden variar ampliamente en su naturaleza y pueden surgir de diferentes ámbitos de la vida. Las principales características de estas crisis son:

a. Se relacionan con eventos precipitantes de tipo personal asociados a la vida cotidiana, eventos emocionales, laborales o de salud.

b. Desafían la capacidad de afrontamiento de cada ser humano.

c. Generan un impacto emocional intenso.

d. Requieren una urgente toma de decisiones asociadas a los cambios que se presentan.

e. La duración es variable.

f. Requieren de una red de apoyo social.

De las características mencionadas se puede comprender que las crisis individuales son experiencias que afectan profundamente a un sujeto a nivel personal y emocional, desafiando su capacidad de afrontamiento y requiriendo estrategias específicas para su superación y crecimiento.

Las crisis individuales se dividen a su vez en dos grupos que constan a continuación:

a. Crisis individuales circunstanciales

b. Crisis individuales asociadas al desarrollo

a. Crisis individuales circunstanciales

Son aquellas que surgen como resultado de una circunstancia específica y propia de la vida de cada ser humano. Estas circunstancias, de acuerdo con Slaikeu (1996), son situaciones accidentales o inesperadas que suelen generar un desequilibrio en la capacidad de afrontamiento de una persona.

Para Slaikeu (1996), existen cinco principales circunstancias que generan crisis en los seres humanos: la muerte del cónyuge, el divorcio, la separación marital, término de una condena, y la muerte de un familiar cercano.

b. Las crisis individuales del desarrollo

Son aquellas asociadas al periodo de desarrollo desde el momento del nacimiento hasta la senectud, por tanto, son predecibles, están relacionadas con los momentos de transición, y suelen generar un desequilibrio en la capacidad de afrontamiento de una persona, llevándola a sentirse abrumada y a buscar formas de manejar la situación. Un ejemplo es la crisis del nido vacío, donde el hecho de que los hijos hayan crecido y se vayan de la casa de sus padres hace que los segundos sientan un vacío en sus vidas. Este tipo de crisis requiere que la vida de los padres deba ajustarse a las nuevas circunstancias, a que cada uno deba reencontrarse con su pareja, a generar nuevos espacios para ellos y a reorganizar sus vidas teniendo en cuenta la nueva realidad.

3. Proceso de una crisis

En toda crisis se pueden reconocer las siguientes fases que se explican a continuación.

1. Fase precipitante

2. Fase aguda y de desorganización

3. Fase de estabilización

4. Fase de compresión

5. Fase de acompañamiento

3.1 Fase precipitante

Es la etapa donde aparece el suceso desencadenante de la crisis, el cual puede ser un evento repentino e inesperado como un accidente o la pérdida de un familiar querido o fruto de la acumulación de tensiones no resueltas, como tensiones en el entorno laboral o familiar.

Una vez que el evento desencadenante aparece, exige respuestas que muchas veces exceden la capacidad de afrontamiento del individuo o del grupo. Por lo general, muchos eventos tienen una magnitud que superan la capacidad habitual de manejarlos por quienes los experimentan.

Ante una situación que desborda la capacidad de afrontamiento, aparecen varias reacciones iniciales como el shock, la inmovilidad, la negación, la ansiedad o el miedo. Estas reacciones dan cuenta de la magnitud del evento que escapa del control del sujeto y para el cual no está preparado. Reflejan la sorpresa y la incredulidad ante la rápida alteración de la realidad. La primera reacción que allí aparece es la negación que, al ser un mecanismo defensivo, se instaura para bajar la angustia, negando la realidad; su presencia da cuenta de la necesidad de protección emocional ante el dolor que vive la persona y también evidencia el nivel de angustia que acompañan al evento que acaba de suceder. Este mecanismo defensivo es de corta duración y estará presente hasta que la realidad se imponga y muestre que sí sucedió aquello que duele tanto. La inmovilidad inicial ante la crisis se explica por la presencia de la negación ya que si el psiquismo niega que algo pasó, sería innecesario actuar ni hacer nada.

Respuestas como la angustia, la ansiedad, el miedo y el llanto, son normales y esperadas y surgen como consecuencia de la caída de la negación. Son una evidencia de que lo sucedido se percibe como avasallador y se reconoce la falta de control que cada uno tiene sobre lo que acaba de suceder. Estas respuestas también permiten iniciar el procesamiento de la crisis. Aceptar que existe miedo frente al futuro implica una percepción de lo que se vive actualmente e implica empezar a pensar en formas de afrontar la situación desencadenante de la crisis.

Esta fase también trae riesgos para el sujeto y es necesario tenerlos en cuenta para una correcta intervención. El shock inicial puede dejar al sujeto en un estado de desorientación que no le permite el procesamiento de la información recibida inicialmente, pero la presencia de la negación por periodos prolongados exige que quienes son cercanos a la persona afectada le ayuden a ver la realidad de la situación, ya que es necesario volver a la normalidad.

Es fundamental iniciar la contención de quien vive una crisis ya que los estados emocionales desbordados pueden afectar la toma de decisiones y la salud física de quien enfrenta la situación. Las principales afectaciones físicas en este periodo son insomnio, problemas gastrointestinales, afectación de conductas como la alimentación y la pérdida de interés por el futuro. Hay que tener presente que la crisis puede evidenciar problemas de salud mental preexistentes tales como depresión, crisis de ansiedad, esquizofrenia, etc.

La identificación temprana de estos riesgos permite una intervención más precisa y adaptada a las necesidades específicas del sujeto durante la fase precipitante de la crisis. La consideración de estos riesgos es esencial para desarrollar estrategias de apoyo y gestión que aborden de manera integral la complejidad de la situación y el impacto personal que toda crisis tiene.

3.2 Fase aguda y de desorganización

Es un período crítico en el que los individuos y las comunidades experimentan la máxima intensidad de la crisis. Durante esta fase, se observan reacciones emocionales y cognitivas intensas debido a la percepción inmediata de amenaza o daño; por lo tanto, esta fase inicia con la caída de la negación que es el momento cuando el sujeto puede ver la realidad de su afectación. Las emociones se desbordan debido a las situaciones de cambio que muchas veces son percibidas como de riesgo vital para la persona.

Las crisis, al no ser esperadas y al ser imposibles de evitar, irrumpen, arremeten, destrozan e instalan el horror de lo sucedido y, por tanto, los eventos centro de la crisis no generan palabras; las imágenes son imposibles de soportar, , no pueden simbolizarse, se inscriben como inherentes a un evento traumático al que no se puede responder. Frente a estas circunstancias, vemos a un sujeto con características de desorganización y desequilibrio.

Esta situación hace que el sujeto intente dar respuestas a lo sucedido, las cuales, en un momento de crisis, suelen ser parciales o fallidas, esto aumenta el sentimiento de ineficacia y de impotencia frente a lo que vive. La persona entonces muestra desbordes de ansiedad y de angustia, ira por lo sucedido, depresión, desamparo, confusión, estados psíquicos que generan una incapacidad de resolver problemas y de tomar decisiones adecuadas.

Unido a este estado psíquico y como consecuencia de este se instaura una desorganización de rutinas tales como las familiares, laborales y sociales y se evidencia desorganización de hábitos como comer, dormir, etc., lo que a su vez incrementa la sensación de caos y de falta de control. Todo este estado vivido por el sujeto y caracterizado por los desbordes emocionales también nos muestra la caída de las defensas y dado que estas son las encargadas de disminuir la angustia frente a acontecimientos importantes, su caída vuelve al sujeto influenciable e inseguro en su actuar.

El nivel de impacto emocional en esta fase depende de la historia de cada persona, de la edad, de la salud y de sus recursos para enfrentar situaciones difíciles. Este es un momento en el que se requiere apoyo social y que exige información precisa, actualizada y fiable, de una fuente confiable, ya que solo con apoyo y con información adecuada se podrá estabilizar al sujeto en ese momento.

En esta etapa es esencial reconocer la diversidad de respuestas individuales y ayudar a las personas a manejar sus emociones de manera saludable. Además, la intervención temprana y el apoyo psicológico adecuado pueden marcar una gran diferencia en la capacidad de recuperación de los individuos durante la fase aguda de una crisis

3.3 Fase de estabilización

Esta fase tiene como objetivo controlar la situación y prevenir que empeore, se trabaja para minimizar los impactos negativos, para reducir la gravedad de la crisis y estabilizar las condiciones. Para esto es fundamental que se realice una evaluación y una priorización de necesidades, esto permitirá establecer acciones que respondan a las amenazas inmediatas y a los factores críticos. Aquí la atención se centra en la recuperación de la funcionalidad de los sistemas afectados. La fase de estabilización busca restablecer el orden y minimizar los daños continuos.

Esta fase está estrechamente interconectada con la fase aguda, ya que la estabilización exitosa sienta las bases para las fases posteriores de respuesta y recuperación.

La integración efectiva de la fase de estabilización dentro de la fase aguda es esencial para gestionar la crisis de manera eficiente y reducir el impacto negativo en las personas y comunidades afectadas. La rapidez y eficacia de la estabilización contribuyen significativamente en la capacidad de recuperación a largo plazo, en esta fase se requiere información para que cada sujeto pueda aceptar la situación y actúe en consecuencia.

3.4 Fase de comprensión

En esta etapa será necesario analizar las causas y consecuencias de lo vivido, los factores desencadenantes y aquellos que contribuyeron a su instauración. Es fundamental escribir las lecciones aprendidas e identificar los riesgos para el futuro; a partir de esta reflexión habrá que implementar medidas preventivas para que no se repita. La comprensión profunda de la crisis puede llevar a la reconstrucción no solo de infraestructuras físicas, sino también de sistemas sociales y culturales. La fase de comprensión es crucial para garantizar que la experiencia de la crisis no se pierda y que las lecciones aprendidas se traduzcan en mejoras significativas. La implementación efectiva de los conocimientos adquiridos durante esta fase puede contribuir a una preparación más sólida y a una respuesta más eficaz en el futuro.

3.5 Fase de acompañamiento

Esta fase tiene por objetivo apoyar a quienes viven una crisis. El acompañamiento implica estar allí, preguntar y conocer los avances en todas las áreas afectadas, por tanto, se centra en proporcionar apoyo continuo a las personas y comunidades que enfrentan los efectos de una crisis; puede requerir un tiempo de acompañamientos hasta que el proceso de recuperación se consolide a largo plazo. Durante esta fase, se busca brindar apoyo emocional, psicosocial y práctico para ayudar a los individuos a reconstruir sus vidas y comunidades.

Implica una participación sustancial en la reconstrucción de comunidades. Según el tipo de crisis, se trabaja con el individuo o con la comunidad para lograr la adaptación a la nueva realidad que surge luego de la crisis.

Se analizan oportunidades de cambios positivos, se busca que los propios actores se empoderen de su vida, de sus decisiones y sobre todo, de su futuro dentro de las nuevas condiciones existentes.

4. Intervención en crisis

Toda crisis implica cambio y como ya se dijo anteriormente, el cambio es parte de la vida. Sin embargo, no toda crisis es un peligro, sino que tiene imbricada en sí misma la oportunidad de cambio que dependerá del manejo y de las características personales que impulse al ser humano hacia el mejoramiento y no hacia el empeoramiento.

Preparar a los profesionales para una adecuada intervención en una crisis es fundamental ya que esta acción disminuirá los efectos negativos y las consecuencias graves asociadas a la salud mental, así también incidirá en aceptar el apoyo social y facilitará la recuperación.

Al iniciar el capítulo se planteó que la crisis es peligro y oportunidad que ocurren al mismo tiempo. Para que el resultado sea la oportunidad de cambio y así mejorar, es necesaria una intervención adecuada que permita generar autonomía en la persona afectada, que podrá apropiarse de sus decisiones. No hay que olvidar que el nivel de afectación de una crisis depende tanto de las características de cada sujeto como del tipo de evento que generó dicha crisis.

Entre las características que inciden para que un evento afecte más que otros están:

a. Eventos inesperados o repentinos: mientras más inesperado sea el suceso mayor será el impacto que se experimente. Cuando la persona puede prepararse para un desenlace doloroso o un cambio, el impacto será menor que si no puede hacerlo.

b. El nivel de la pérdida vivida: mientras más importante sea la pérdida mayor el nivel de impacto, la pérdida de un familiar cercano tiende a ser de mayor efecto que la pérdida del trabajo.

c. Las áreas que afectó el evento precipitante: mientras un mayor número de áreas están afectadas, mayor será el impacto. Las áreas que pueden afectarse por los sucesos inesperados pueden ser:

•Área cognitiva: donde vemos dificultad para tomar decisiones, sensación de extrañeza y de inestabilidad, confusión, dificultades en los procesos que requieren atención, concentración y memoria.

•Área emocional: a esta área pertenecen los desbordes emocionales, la labilidad emocional, el enfado, la rabia, la tristeza, la desesperación, etc.

•Área de comportamientos: área donde se observan comportamientos diferentes a los habituales que tenía la persona antes de la crisis, por ejemplo, insomnio o dormir mucho, dejar de ir al trabajo o por, el contrario, querer trabajar más horas de las esperadas, comer mucho o dejar de comer.

•Área fisiológica: las afectaciones en esta área corresponden a síntomas como cefaleas, vértigo, taquicardia, hiperventilación, sensación de ahogo, etc. Mientras más áreas tenemos afectadas, mayor será el impacto vivido.

d. Presencia de apoyo social: cuando existe una red de apoyo, el impacto es menor que si la víctima se encuentra aislada socialmente.

5. Primeros auxilios psicológicos

Frente a una crisis es fundamental conocer y estar entrenado para el manejo de la técnica de apoyo llamada primeros auxilios psicológico (PAP), la cual permite trabajar con personas que viven una situación de crisis. Esta intervención tiene como objetivos, según Slaikeu (1996):

•Dar apoyo frente a lo sucedido y en la toma de decisiones.

•Reducir la mortalidad.

•Enlazar con recursos de ayuda para enfrentar las necesidades urgentes.

Para lograr estos objetivos es necesario conocer los pasos de la intervención y estar dispuesto a acompañar a quien vive una crisis. Los pasos, a partir de Slaikeu (1996), para esta primera intervención son:

1. Hacer contacto psicológico.

2. Examinar las dimensiones del problema.

3. Explorar las soluciones posibles.

4. Ayudar a tomar una acción concreta.

5. Realizar seguimiento.

5.1 Hacer contacto psicológico