La cuestión de la política - José F. Horni - E-Book

La cuestión de la política E-Book

José F. Horni

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Beschreibung

Es tan difícil desentrañar la política como sintetizar a los pueblos, a las sociedades. Pero bien puede hacerse una definición aproximada diciendo que es una manera de ejercer el poder "humanizadamente", con la intención de minimizar el choque entre intereses antagónicos que se encuentran dentro de una sociedad, respetando las alícuotas que surgen de la representatividad de los sectores en pugna. La confrontación de intereses no se resuelve nunca total­mente, por lo menos no lo ha logrado hacer ninguna sociedad en la historia de la humanidad hasta el presente. Pero la política coloca las capacidades de las mayorías para pugnar por los intereses propios, desdeñando otras cuotas de poder, como lo son los bienes materiales, las armas, etc. La política que es inmanente al ser humano, ha nacido con él otorgándole unidad a cada persona, no le quita ni le resta nada a individuo alguno, por lo que es objeto constante de maniobras distorsionantes para que prevalezcan cuotas de poder ajenas al propio peso de ser un humano más.

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José F. Horni

La cuestión de la política

Horni, José FranciscoLa cuestión de la política / José Francisco Horni. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-4994-5

1. Ensayo. I. Título.CDD A864

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO I

CAPÍTULO II

CAPÍTULO III

CAPÍTULO IV

CAPÍTULO V

CAPÍTULO VI

CAPÍTULO VII

CAPÍTULO VIII

CAPÍTULO IX

EPÍLOGO

Al Pueblo Argentino y su lucha colectiva

expresada en toda su dimensión por los 30.000 desaparecidos.

Si tuviera la posibilidad de decidir sobre

aquellos componentes que creo son imprescindibles

para el éxito de un Pueblo,

los señalaría por pares:

la esperanza y la utopía,

la lealtad y también la rebeldía,

la organización, con acceso libre a la improvisación,

e infaltablemente la búsqueda incesante

de la paz social y la lucha.

INTRODUCCIÓN

Es honesto no exigir al otro más esfuerzo

del que soy capaz de hacer.

Ni condenarlo por una bajeza

que sería yo capaz de consumar.

La política es la actividad humana cotidiana y universal, que tiene que ver con la toma de decisiones conjuntas cuya síntesis emana del acuerdo conceptual hacia objetivos comunes de todos los subconjuntos comprendidos por cada Pueblo - Sociedad, los que posteriormente se tratarán de poner en práctica, de llevarlos a la acción,como fiel consecuencia de la expresiones vertidas por cada una de aquellas partes e intentando que el resultado sea el favorecimiento repentino o paulatino para la Sociedad (toda) en cuestión y consecuentemente el de aquellos subconjuntos. Aun a sabiendas que siempre cada nueva búsqueda, implica una nueva etapa que redundará en caso de éxito en el mejoramiento progresivo y mancomunado de todos los miembros del Pueblo, generando un círculo virtuoso, hasta para aquellos escépticos que desdeñan esta actividad colectiva, continua, infinita e insoslayable para el ser humano.

Por esto es que ese mismo Pueblo, o sus mayorías populares, cuando logran transformarse en militantes pasan a conformar la parte activa de la mismísima maquinaria social con organización y concomitantemente adquisición de conciencia de su poderío legítimo: con capacidad de reconstrucción cuando han sido avasallados, de reinclusión cuando han sido disgregados, de toma de decisiones conjuntas cuando han logrado recuperar plenamente sus mayorías la capacidad política libre para reiniciar un nuevo avance, para afianzarse como entretejido social indivisible y acceder a ampliar sus derechos, y de festejo ante los poderes concentrados cuando logran asumirse como masa poderosa.

Se puede sintetizar entonces que la actividad política está tan cercana al ser humano como aquel prójimo que puede lograr tenderle una mano.

Cuando se toma conciencia colectiva de esta capacidad, es ahí mismo cuando las mayorías se asumen como patronos de una sociedad cuya base, a la que pertenecen, es la única que tiene la posibilidad de generar sus propios estamentos superiores, es decir de ungir a los que proclamarán como su propia conducción política. Esta es la única manera de que exista coherencia entre la percepción de las dificultades de la realidad y la síntesis para acceder a una concepción y acción de enfrentamiento conjunto y organizado de las mismas con el fin de vencer estas adversidades colectivas, pero también para lograr mantener la linealidad necesaria en lo táctico y estratégico para que los objetivos logrados sean sostenibles en el tiempo.

Por estas características es que la permanente transformación y profundización del accionar político se inicia en el Pueblo y es desde donde se logran e incorporan los cuadros para su conducción. Siempre manda el Pueblo y marca los tiempos de desarrollo y del avance colectivo, tanto como sus pausas (Soberanía política).

Entonces es claro que el Pueblo plenamente conciente es el verdadero sujeto social, el dueño de su autonomía y consecuentemente quien goza de total libertad de autodeterminación y en consecuencia quien decide su futuro hasta con la potestad de saber cuáles son las herramientas políticas convenientes para ir variándolas según la etapa por la que se atraviesa y el Poder acumulado lo requiera.

El objetivo estratégico de la política de los Pueblos no es ni su forma de gobierno ni su posicionamiento respecto de historias extrañas a su entorno y que se vivencian como ajenas a su devenir. En verdad los Pueblos se inmiscuyen en la actividad política para modificar favorablemente su calidad de vida y disminuir las agresiones externas a las que son sometidos constantemente y que, de persistir en el tiempo, culminan en el deterioro de su bienestar y el de su progenie. Por esto es que la duración del sometimiento se correlaciona con la magnitud de la indiferencia y dispersión de la masividad, cualidades que llevan a la Sociedad a la incapacidad para continuar siendo la dueña de su destino.

El cual también está ligado al compromiso bilateral con sus vecinos, la Unidad Regional social – política y económica es verdaderamente imprescindible para el crecimiento y desarrollo de cada uno de los Pueblos comprometidos. Y por el contrario es altamente desfavorable la aceptación sin sobresaltos de los términos políticamente coincidentes con el avasallamiento de la globalización asimétrica planteado por los países centrales en su estrategia de dominación y exterminio. Siempre a éstas demostraciones de omnipotencia se las contrarresta y se las expone hacia las gentes del mundo cuando actúa la Unidad Regional. Es por esto que al desdeñar la importancia del fortalecimiento de los lazos fraternales con nuestros vecinos contrarrestamos el tabicamiento, el aislamiento persistente que nos llevará en algún momento de nuestro futuro a ser un Pueblo paria.

En América Latina se avanzó mucho más en 10 ó 15 años de reafirmación de la Unidad Regional, que en los casi doscientos años previos de aislamiento y dependencia directa de países que se han desarrollado con el robo despiadado de nuestras materias primas y utilizando como mano de obra para extraerlas, a nuestra gente en condiciones de explotación infrahumana.

Por todo lo antedicho es que sin la participación del Pueblo la política siempre estará siendo bastardeada o avasallada. Los popes que se avienen al quehacer político y que son coreados por algunos sectores del pueblo, suelen intervenir para acrecentar sus bienes materiales ajenos a los intereses de las masas. Entonces, omitir al Pueblo del quehacer político siempre será amoral: sea por omnipotencia, por totalitarismo, por pertenencia a la aristocracia o por soberbia.

Y si en verdad queremos plantear correctamente una disyuntiva acerca del Pueblo y la política, la misma debiera ser: El Pueblo existe porque se hace política o la política existe porque hay Pueblo.

CAPÍTULO I

El Poder del Pueblo se encuentra

en correlación con la capacidad organizativa del mismo:

en su actividad política mancomunada

y en la identificación de sus asechanzas.

Para adentrarme en el tema del accionar político e ir develando de que se trata lo primero que quiero dejar manifestado es que será un intento para que su contenido, lo que expresaré en las próximas páginas, se pueda comprender fácilmente. Por lo mismo seré cuidadoso en llevarlas a cabo desde la mayor simplicidad con que pueda concretarlas, para que su lectura sea posible, accesible para las grandes mayorías que se interesen en el tema, comprensibles hasta para aquella persona que se considerase totalmente lega en la materia y desinteresada por la misma. Entonces considero que la actual escritura tiene utilidad solamente al ofrecerse desde la llanura de un lenguaje común, facilitada por la reflexión profunda, sincera vertida desde un semejante a otro, sin retaceos ni altanería, lo que permite expresarme desde los objetivos, compartidos o a compartir, para avanzar en el esclarecimiento de cada pensamiento vertido con total humildad y aún con el defecto de la reiteración de conceptos. Porque además todo lo expresado no debe caer en la más negativa complejización de una actividad que es tan universal como la existencia misma y la realidad. Teniendo en cuenta que a la actividad política, característicamente se la puede desvirtuar, desprestigiar, minimizar y hasta ocultar desde sectores de Poder económico concentrado, y solamente porque su comportamiento es tan mezquino y con una capacidad de daño tan importante que llega por insistencia y hasta por deleite a lo inhumano.

Negar el quehacer político como una actividad natural del hombre y que existe para resolver los problemas colectivamente, cuyo objetivo estratégico es el bien común, suele ser más por un interés mezquinamente adverso a ese común citado que por torpeza, aunque la torpeza sea inherente de quien se instala por sobre la humanidad y el afán societario propio e inevitable del individuo común.

El quehacer político popular, es cotidiano, es universal, requiere ser organizado, debiera ser comprometido, tanto como solidario y creciente, es aquella herramienta fundamental de la Sociedad y a la cual le sirve de sostén para no dejar de existir como tal, como también para no permitir ser fagocitada.

El nacimiento de tal actividad se remonta a cualquier parte del territorio, puede crecer desde cualquier mesa barrial y desde rincones tan remotos hasta la vecindad misma de las centrales de poder, pero siempre cercanos a la conciencia de las masas, y por lo mismo siendo parte de aquellas muchedumbres de personas que privilegian la confluencia hacia la mancomunidad para observar y resolver objetivos comunes inmediatos y mediatos, e intrínsecamente ir desdeñando aquellas contradicciones propias que emanan de cada individualidad pero que son secundarias y entorpecen el accionar conjunto.

Es en ese colectivo donde se inicia el debate para lograr entrelazar las ideas confluyendo en la conformación de las alianzas mínimas comunes, y que nos llevan a emprender las acciones concretas que entonces servirán a objetivos tácticos y luego estratégicos para incorporarnos como pares. Y recién posteriormente, con nuestro compromiso y consecuencia política, ir posicionándonos en estamentos de decisión dentro de la maquinaria del Estado. Aquí es donde jamás se permiten espacios vacíos, por lo que muchas veces es nuestra deserción la que ha permitido que el mismo se haya nutrido de apátridas contranaturales a la esencia del Pueblo.

Siendo que el Estado es siempre la referencia de Poder de toda Sociedad plena, y es de tal magnitud ese Poder societal que siempre para actuar, ya sea a favor o en contra del Pueblo, el éxito únicamente es posible si se consigue la toma del Estado.

Por eso es que para ser arrebatado al Pueblo depende de cuán débil se encuentre el mismo, y luego su recuperación, la devolución a manos de la Sociedad es siempre una variable dependiente sólo de la capacidad de reorganización y lucha de ese pueblo expoliado. Además a mayor tiempo de saqueo y opresión de la Sociedad, sea externa o interna, queda menos capacidad de reacción, por la mayor dispersión y menor apego al sentido de pertenencia popular, para recuperar el Poder del Estado. La explicación está en que cualquier forma de opresión exitosa de la Sociedad deviene en desorganización, de divisiones por falsas contradicciones y de búsqueda de objetivos individuales o sectoriales que culminan con la diáspora, buscada y conseguida por el enemigo, del campo popular.

En síntesis: o están las mayorías debatiendo, participando como corresponde en la toma de decisión de quienes deben conducir las acciones de la Sociedad – Estado y decidiendo cuáles son los objetivos inmediatos y prioritarios por lograr, o están las fuerzas de la reacción para arrebatarnos, para despojarnos de nuestros derechos y generarnos necesidades que de otro modo, de aquel legítimo, del participativo, del popular, del masivo, lo hubiésemos podido cubrir y transformar en nuestros derechos. Y esto se consigue tan sólo por ser parte comprometida del conjunto, haciendo valer el peso de ser mayoría mancomunada, de pertenecer, lo que redunda en la preeminencia del merecido respeto en cuanto somos miembros fundamentales de una construcción conjunta que nos arroja hacia un destino común.

La verdadera disyuntiva que se plantean las organizaciones consecuentes con el movimiento popular es la que existe y es tangible entre una política popular, propia de nuestras masas o una política de grupos, corporativa, excluyente, para pocos con privilegios.

Por eso es que del encuentro de las mayorías surge la necesidad y capacidad de buscar y lograr objetivos colectivos, es desde el reconocimiento de aquellos intereses comunes, de esa Patria inclusiva que nace la concepción política para avanzar socialmente hacia una actividad social conjunta: democráticamente estructurada para facilitar los fines de defensa y paridad colectiva con el consecuente acrecentamiento del Poder de las masas por el sentimiento de mancomunidad que las unen y fortalecen, reconociéndose en su terruño como su lugar en el mundo, ideal para eternizarse en la progenie dejando que con el transcurrir del tiempo se avance hacia un mayor sentido de pertenencia, de equidad, de libertad y consecuentemente de soberanía.

Por todo este conjunto de elementos dinámicos, sociales, mancomunados es que para la militancia popular, el objetivo político primario y esencial es organizar a las masas, conduciéndolas para que paulatinamente se logre la puesta creciente en actividad, llevando a la práctica los contenidos ideológicos que rezuman del encuentro de esa Sociedad (cuyo éxito la lleva a distintas fases de reorganización permanente) y de la cual forman parte. Es insoslayable para la actividad militante popular que su presente y futuro estén ligados a la suerte del Campo del Pueblo desde su encuentro, su mancomunidad, su organización, y un compromiso imperecedero en pos de la concreción progresiva del desarrollo y crecimiento del conjunto del Pueblo que marchan en forma paralela a la distribución equitativa de los frutos de cualquiera de los logros obtenidos.