La cueva de Salamanca - Miguel de Cervantes - E-Book

La cueva de Salamanca E-Book

Miguel de Cervantes

0,0
2,99 €

oder
-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

El argumento de esta obra se desarrolla en la famosa cueva de Salamanca, enclave legendario en el que, según la tradición del imaginario popular de Castilla, impartía clase el Diablo. Muchos escritores españoles, principalmente en el Renacimiento y el Barroco, trataron el tema, pero la que más fama obtuvo fue el entremés La cueva de Salamanca, de Miguel de Cervantes.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB

Veröffentlichungsjahr: 2017

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



La CuevadeSalamanca

Miguel de Cervantes

1

Salen

PANCRACIO

LEONARDA

CRISTINA.

PANCRACIO.- Enjugad, señora, esas lágri-mas, y poned pausa a vuestros suspiros, con-siderando que cuatro días de ausencia no son siglos. Yo volveré, a lo más largo, a los cinco, si Dios no me quita la vida; aunque será mejor, por no turbar la vuestra, romper mi palabra, y dejar esta jornada; que sin mi presencia se podrá casar mi hermana.

LEONARDA.- No quiero yo, mi Pancracio y mi señor, que por respeto mío vos parezcáis descortés; id en hora buena, y cumplid con vuestras obligaciones, pues las que os llevan son precisas; que yo me apretaré con mi lla-ga y pasaré mi soledad lo menos mal que pudiere. Sólo os encargo la vuelta, y que no paséis del término que habéis puesto.

Tenme, Cristina, que se me aprieta el corazón.

(Desmáyase LEONARDA.)

CRISTINA.- ¡OH, que bien hayan las bodas y las fiestas! En verdad, señor, que, si yo fuera que vuesa merced, que nunca allá fuera.

PANCRACIO.- Entra, hija, por un vidro de agua para echársela en el rostro. Mas espera; diréle unas palabras que sé al oído, que tienen virtud para hacer volver de los desma-yos.

(Dícele las palabras; vuelve LEONARDA diciendo:)

LEONARDA.- ¡Basta!, ello ha de ser forzoso; no hay sino tener paciencia, bien mío; cuanto más os detuviéredes, más dilatáis mi contento. Vuestro compadre Loniso os debe de aguardar ya en el coche. Andad don Dios; que Él os vuelva tan presto y tan bueno PANCRACIO.- Mi ángel, si gustas que me quede, no me moveré de aquí más que una estatua.

LEONARDA.- No, no, descanso mío; que mi gusto está en el vuestro; y, por agora, más que os vais que no os quedéis, pues es vuestra honra la mía.

CRISTINA.- ¡Oh, espejo del matrimonio! A fe que si todas las casadas quisiesen tanto a sus maridos como mi señora Leonarda quiere al suyo, que otro gallo les cantase.

LEONARDA.- Entra, Cristinica, y saca mi manto, que quiero acompañar a tu señor hasta dejarle en el coche.

PANCRACIO.- No, por mi amor; abrazadme y quedaos, por vida mía.

Cristinica, ten cuenta de regalar a tu señora, que yo te mando un calzado cuando vuelva, como tú le quisieres.