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La política de defensa, así se reconoce en nuestra estrategia de seguridad, es una política de Estado que, como tal, necesita estabilidad, estudio, reflexión, voluntad política y decisiones ágiles que permitan su adaptación a los cambios estratégicos y al impacto tecnológico agresivo y veloz del siglo XXI. En este libro sobre la defensa de Europa en un cambio de época, se hablará de medidas que den confianza a nuestra sociedad europea hoy y aseguren su pervivencia como elemento nuclear de la civilización occidental mañana. Y, a la vez, se tratarán temas como la idea de que las operaciones militares son hoy y lo serán mañana multidominio y que deben sincronizarse con el resto de las capacidades del estado para influir, entendiendo la influencia como un concepto que abarca desde el apoyo y la disuasión hasta la reacción mediante la fuerza militar.
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Seitenzahl: 272
Veröffentlichungsjahr: 2025
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La política de defensa, así se reconoce en nuestra estrategia de seguridad, es una política de Estado que, como tal, necesita estabilidad, estudio, reflexión, voluntad política y decisiones ágiles que permitan su adaptación a los cambios estratégicos y al impacto tecnológico agresivo y veloz del siglo xxi.
En este libro sobre la defensa de Europa en un cambio de época, se hablará de medidas que den confianza a nuestra sociedad europea hoy y aseguren su pervivencia como elemento nuclear de la civilización occidental mañana. Y, a la vez, se tratarán temas como la idea de que las operaciones militares son hoy y lo serán mañana multidominio y que deben sincronizarse con el resto de las capacidades del estado para influir, entendiendo la influencia como un concepto que abarca desde el apoyo y la disuasión hasta la reacción mediante la fuerza militar
Colección
Centro para el Bien Común Global
Director
Ignacio Cosidó Gutiérrez
Comité Científico Asesor
Vicente Garrido Rebolledo
Eva Ramón Reyero
© 2025 Ignacio Cosidó Gutiérrez de la edición. Los autores de sus textos
© 2025 Editorial UFV
Universidad Francisco de Vitoria
Crta. Pozuelo-Majadahonda, km 1,800
28223 Pozuelo de Alarcón (Madrid)
editorialufv.es
www.editorialufv.es
Primera edición: enero de 2025
ISBN edición impresa: 978-84-10083-71-4
ISBN edición digital: 978-84-10083-72-1
ISBN edición EPUB: 978-84-18746-00-0
Depósito legal: M-2639-2025
Preimpresión e impresión: MCF Textos, S. A.
Este texto ha sido sometido a una revisión ciega por pares.
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Impreso en España - Printed in Spain
Introducción
Fernando García Sánchez
1. Dominio terrestre
Miguel Martín Bernardi
2. Dominio marítimo
Juan Rodríguez Garat
3. Dominio aéreo
Rubén García Servet
4. Dominio del espacio ultraterrestre
Ignacio Bengoechea Martí
5. Uso militar del ciberespacio
Enrique Cubeiro Cabello
6. Operaciones militares en el ámbito cognitivo, las operaciones multidominio por excelencia
Jesús Gutiérrez Gallego
7. Inteligencia militar
Juan Bautista Sánchez Gamboa
8. Reserva y movilización
José Miguel Quesada
9. El presupuesto necesario
Jesús de Salvador
10. Política personal
Fausto Escrigas Rodríguez
11. Formación y enseñanza de las Fuerzas Armadas
Carlos Frías Sánchez
12. Conclusión: La defensa que España necesita
Ignacio Cosidó y Wenceslado Sánchez
FERNANDO GARCÍA SÁNCHEZ
Almirante general (retirado)
LA POLÍTICA DE DEFENSA, así se reconoce en nuestra estrategia de seguridad, es una política de Estado que, como tal, necesita estabilidad, estudio, reflexión, voluntad política y decisiones ágiles que permitan su adaptación a los cambios estratégicos y al impacto tecnológico agresivo y veloz del siglo XXI.
En este segundo cuarto del siglo en el que nos adentramos con sus incertidumbres, con una situación política y estratégica quebradiza, con riesgos y amenazas globales, con una tecnología disruptiva a nuestro alcance que ofrece enormes posibilidades de integración y explotación de nuevas capacidades militares, con la necesaria y exigente sostenibilidad y autonomía estratégica, es obligado profundizar en un debate sobre defensa, la defensa de Europa en un cambio de época, que permita tomar decisiones que den confianza a nuestra sociedad europea hoy y aseguren su pervivencia como elemento nuclear de la civilización occidental mañana. Las políticas de «avestruz» o wait and see son suicidas y tremendamente peligrosas.
La defensa de España en la era de la incertidumbre, desde una óptica nacional, abre la puerta a este debate necesario y constituye un elemento, una herramienta magnífica, para ayudar a militares y políticos en el necesario proceso de transformación de las Fuerzas Armadas1 ajustándolo y sincronizándolo con la vertiginosa «reglobalización» (globalización más autonomía estratégica) a la que estamos sometidos y asegurando su participación en las cada vez más necesarias acciones «integradas para influir» (i+i).
La debilidad del proceso de transformación está en el enlace o conexión de la cadena «política-estrategia-plan-programa-presupuesto» y en su dirección con un rumbo de futuro, eficiente, integrado y sostenible, donde el principal problema no es invertir (gastar) más, sino asegurar su coherencia e invertir (gastar) mejor.2
Una política comprometida —y una estrategia apropiada— puede ser estéril y meramente retórica si no provoca e incluye los correspondientes planes, programas y presupuestos. Sería una política o estrategia de ruido y humo, salvas de saludo u honores, solo útil a efectos propagandísticos o laudatorios, pero realmente peligrosa cuando la necesidad obligue a poner la estrategia en práctica y sea necesario pasar de las palabras a los hechos (facta, non verba) o de las musas al teatro.
El desafío es conseguir un compromiso «de Estado» para la programación y financiación3 de las Fuerzas Armadas a medio y largo plazo4 sincronizado con los equivalentes procesos de transformación de nuestras dos alianzas básicas, la Unión Europea y la Alianza Atlántica.
Las dificultades residen, a nivel Estado, en las políticas de financiación públicas y a nivel Fuerzas Armadas y defensa, en la política de «suma cero», donde los intereses específicos de los Ejércitos de Tierra, Aire y de la Armada ganan prioridad frente a los intereses conjuntos, y la postura política de asegurar la «paz inter ejércitos y armada» recomienda una política de distribución proporcional de recursos, ineficiente al no adaptarse a las exigencias estratégicas y operativas.
Estas dificultades obligan a reforzar el proceso de integración y sostenibilidad, y a impulsar un compromiso (ley5) a medio y largo plazo de programación y financiación que, a partir de los desafíos y objetivos estratégicos, incluya los planes y programas previstos en los campos de personal y material, así como su financiación, que se trata en el capítulo 9 y que adquiere una relevante importancia, pues constituye el punto de apoyo de la practicabilidad de la política de defensa y un importante indicador de rendimiento en el seno de nuestras alianzas.
Un compromiso de programación y financiación a medio y largo plazo es, además, un elemento de integración, en la red de seguridad y defensa, de la industria de defensa,6 la tradicional y la constituida por las nuevas compañías tecnológicas y energéticas cada vez más vinculadas en las políticas de seguridad y defensa, y un marco colaborativo imprescindible con la comunidad «I+D+i» en el ámbito de la universidad y de la empresa, de forma que se reduzcan las limitaciones de carácter administrativo7 y logístico, y que se asegure la sostenibilidad de la fuerza, la razón de ser de las Fuerzas Armadas.
La inseguridad global obliga a reforzar las alianzas, potenciar y regenerar la Organización de las Naciones Unidas y profundizar en el concepto de acciones «integradas para influir» (i+i), donde el empleo de las fuerzas armadas tiene ya, y previsiblemente tendrá en el futuro, no solo las características de la acción conjunta, sino la acción multidominio8 sincronizada en los campos: diplomático, informativo-psicológico9 cognitivo10, militar-seguridad interna y económico-seguridad energética-industria.11 Acciones «i+i» que se desarrollan por tierra, mar, aire, espacio exterior, ciberespacio y en el espacio electromagnético.
Los seis primeros capítulos refuerzan la idea de que las operaciones militares son hoy, y lo serán mañana, multidominio,12 y que deben sincronizarse con el resto de las capacidades del Estado para influir, entendiendo la influencia como un concepto que abarca desde el apoyo y la disuasión hasta la reacción mediante la fuerza militar. Influencia que actúa de una forma continua en el tiempo y, de manera simultánea, en los diferentes teatros de operaciones o dominios de actuación.13
Tenemos que ser conscientes del impacto de la revolución tecnológica en la naturaleza de la guerra que, si en su concepto sigue siendo un enfrentamiento entre voluntades en su forma de ejecución, en el combate, en la forma de empleo de la fuerza, ha cambiado profundamente.
La utilización de la computación cuántica, la inteligencia artificial generativa, los algoritmos y el manejo de grandes bases de datos en apoyo de los procesos de decisión y de los indicadores de alerta y generación de blancos; la robotización y el control remoto, el desarrollo de armas cada vez más móviles, precisas y destructivas unido al posible uso de las armas nucleares, biológicas y psicológicas; el control del ciberespacio,14 la posible militarización del espacio exterior15 y las capacidades de integración de las acciones a través de plataformas en red colaborativas de información, inteligencia, fuego y movimiento han cambiado, y cambiarán sustancialmente el empleo y las características de las Fuerzas Armadas.
Tenemos que poner la luz larga para mirar más allá del horizonte y no utilizar el retrovisor en nuestro debate sobre la defensa y seguridad necesarias en una Europa en riesgo, explotando nuestras ventajas y minimizando nuestras debilidades.
En estas acciones «i+i», operaciones multidominio de hoy y mañana, integradas en la acción del Estado, las operaciones de targeting, con acciones «militares y de los cuerpos de seguridad», «diplomáticas», «económicas, energéticas, sobre infraestructuras críticas» e «informativas, psicológicas, cognitivas» confirman la necesidad del asesoramiento jurídico16 permanente que refuerza su importancia para el empleo de la fuerza,17 así como el mantenimiento permanente de altos estándares sanitarios para conseguir el ideal de «bajas cero» recuerda la necesidad de una sanidad operativa eficiente, desplegable e integrada en las operaciones.
Una función de reforzada relevancia en estas acciones «integradas para influir»18 (i+i), donde las estrategias híbridas se utilizan de forma intensiva y el crimen organizado actúa y explota la situación, es la inteligencia. El seguimiento de la situación estratégica y de los indicadores de alerta hacen de la información19 y la inteligencia funciones vitales, como se analiza en el capítulo 7.
La naturaleza de la guerra como enfrentamiento de voluntades nos obliga a tener presente que la voluntad política, la voluntad de vencer, la formación en valores y el liderazgo estratégico no pueden ser obviados, y su existencia constituye una condición necesaria para la victoria.
Los ciudadanos,20 civiles, soldados o marineros son el centro de gravedad de la defensa en estas acciones complejas y multidominio,21 y su cuidado a través de la formación militar y de la implantación de una potente cultura de defensa,22 que refuerce y cultive en nuestra sociedad los valores como españoles, europeos y representantes de la cultura occidental, constituye la mejor inversión en seguridad de una sociedad democrática, incluyendo el apoyo a la formación y selección de los líderes estratégicos necesarios para desarrollar estos objetivos.
La necesidad de «defender Europa en un cambio de época» vuelve a poner en evidencia algo que recoge nuestra estrategia de seguridad: «la seguridad es de todos», y realza la importancia de establecer esquemas de compromiso de la sociedad con su defensa a través de una mejora y actualización de nuestros programas de reserva23 (voluntaria, obligatoria o de especial disponibilidad), del establecimiento de un servicio europeo universal (idea similar al servicio nacional universal francés) y en profundizar en los protocolos de movilización a través de la Ley de Seguridad Nacional en vigor.24 Este impulso, qué duda cabe, mejorará nuestra cultura de defensa y la conexión entre militares y civiles.25
En los capítulos 8, 10 y 11 se presenta la situación en el ámbito de los recursos humanos (personal) con profundidad y claridad.
Los recursos humanos deben estar totalmente integrados en la visión de las Fuerzas Armadas26 del futuro; su formación27 y adiestramiento requieren una tremenda sensibilidad para poder competir en el mercado laboral28 e impulsar la gestión del talento,29 la promoción de los valores militares, el liderazgo, y mejorar y equilibrar las remuneraciones y el modelo de carrera. De nuevo estamos en un ambiente donde el principal problema no es la cantidad, sino la calidad y la adaptación de la organización de las Fuerzas Armadas a su concepto de empleo como elemento básico de su proceso de transformación.
Un proceso de transformación que debe ser regido por el triángulo equilátero definido por: el concepto de empleo de las Fuerzas Armadas,30 la estructura de la fuerza y la financiación, y en su centro y núcleo los valores militares31 que le dan razón y consistencia.
Enhorabuena a los autores por su excelente trabajo, a la Universidad Francisco de Vitoria, a la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) y a su coordinador, por esta iniciativa que abre una nueva oportunidad de profundizar en el debate público32 sobre la necesaria transformación de nuestra política de defensa en este punto decisivo en el que nos encontramos, con Europa en riesgo y preocupada por su defensa y seguridad.
La defensa de España en la era de la incertidumbre constituye una magnífica referencia para profundizar en el estudio de nuestros elementos de fuerza y debilidad que nos permita evolucionar para reforzar nuestra seguridad e integrarla en la europea y occidental en este vibrante siglo XXI.
1 «[…] la duda que se puede, y se debería plantear, desde una perspectiva de evaluación de políticas públicas es, si [las fuerzas armadas] son una eficiente máquina de guerra, bien engrasada, para disuadir a nuestros potenciales enemigos…». Jesús de Salvador (véase el capítulo 9 de esta misma obra).
2 «[…] [Defensa 4.0] como cambio de paradigma, supondría y contribuiría notablemente al objetivo de aligerar y modernizar la estructura, para así ganar músculo, como hemos apuntado, dejar de lado la posible obsolescencia y envejecimiento de las FAS». Jesús de Salvador (véase el capítulo 9 de esta misma obra).
3 «[…] teniendo como uno de sus objetivos [función pública de seguridad y defensa] la eficiencia, es decir, alcanzar los objetivos fijados al menor coste posible, dada nuestra situación económica, con el lastre del binomio deuda-déficit, y además con un mercado de la defensa que es un clásico ejemplo de mercado imperfecto, por lo que existe un inevitable riesgo de ineficiencia». Jesús de Salvador (véase el capítulo 9 de esta misma obra).
4 «[…] lo que se decide ejecutar cada año en Defensa depende en más de la mitad —cerca de dos tercios— de un instrumento coyuntural anual como son las modificaciones presupuestarias». Jesús de Salvador (véase el capítulo 9 de esta misma obra).
5 «[…] La presupuestación anual nos lleva a ineficiencias, […] Hay que dar a la industria nacional el tiempo necesario para hacer los desarrollos». Rubén García Servert (véase el capítulo 3 de esta misma obra).
6 «[…] es preciso tener en cuenta la necesidad de apoyar a la industria de defensa nacional por razones tanto estratégicas como económicas». Juan Rodríguez Garat (véase el capítulo 2 de esta misma obra).
7 «[…] las dificultades administrativas para gestionar los presupuestos, cumpliendo una normativa que se adapta muy poco a las peculiaridades del gasto en defensa». Juan Rodríguez Garat (véase el capítulo 2 de esta misma obra).
8 «Toda actuación en el dominio aéreo debe ser en el marco de actuaciones multidominio». Rubén García Servert (véase el capítulo 3 de esta misma obra).
9 «[…] las operaciones psicológicas son actividades planificadas que utilizan métodos de comunicación y otros medios dirigidos a audiencias aprobadas, con el fin de influir en las percepciones, actitudes y comportamientos que afectan al logro de los objetivos políticos y militares. Su objetivo es influir e interferir en la percepción mediante la desinformación y la persuasión». Jesús Gutiérrez Gallego (véase el capítulo 6 de esta misma obra).
10 «El cognitivo es un ámbito intangible que está inherentemente ligado a la naturaleza humana. Puede ser considerado de forma individual, socializada u organizada, y está estrechamente relacionado con la capacidad de juicio y toma de decisiones de las personas». Jesús Gutiérrez Gallego (véase el capítulo 6 de esta misma obra).
11 «Elon Musk está demostrando, en una situación real, la viabilidad de adaptar y usar capacidades comerciales en un entorno militar operativo». Ignacio Bengoechea Martí (véase el capítulo 4 de esta misma obra).
12 «[…] desde el origen de los tiempos se ha combatido sobre el terreno y los espacios marítimos, pero que en poco más de un siglo hemos incorporado otros cuatro nuevos ámbitos a las operaciones militares: el aéreo, el espacial, el ciberespacial y el cognitivo, por lo que no podemos descartar que en unos pocos años nuestras Fuerzas Armadas combatan en ámbitos que hoy en día no estamos en condiciones de concebir ni imaginar». Enrique Cubeiro Cabello (véase el capítulo 5 de esta misma obra).
13 «El entorno operativo futuro va a estar caracterizado por la complejidad, la inestabilidad, la incertidumbre y la omnipresencia de la información». Miguel Martín Bernardi (véase el capítulo 1 de esta misma obra).
14 «Ciberdependencia: el ciberespacio se ha convertido en un elemento esencial para la seguridad pública, el desarrollo social, el bienestar económico y la seguridad nacional de todos los países avanzados, al apoyar todo el espectro de actividades de la población, empresas y organismos de los Estados». Enrique Cubeiro Cabello (véase el capítulo 5 de esta misma obra).
15 «[…] en lo que se refiere al espacio, todo es relevante, porque afecta a la vida de todos los ciudadanos». Ignacio Bengoechea Martí (véase el capítulo 4 de esta misma obra).
16 «[…] ciberarmas, pero que, como veremos, no está nada claro que respondan a la naturaleza de arma que establecen las normas que constituyen el Derecho internacional de los conflictos armados». Enrique Cubeiro Cabello (véase el capítulo 5 de esta misma obra).
17 «El empleo de la fuerza militar estará sometido, cada vez más, al estricto cumplimiento de rígidas reglas de enfrentamiento y de la legislación». Miguel Martín Bernardi (véase el capítulo 1 de esta misma obra).
18 «[…] integrar las capacidades de obtención con las capacidades de análisis y generar una verdadera comunidad nacional de inteligencia». Ignacio Cosidó y Wenceslao Sánchez (véase la conclusión de esta misma obra).
19 «El tercer objetivo está centrado en reforzar la capacidad de obtención de información desde el espacio, con sensores que cubran todo el espectro, desde el visual e infrarrojo hasta el electromagnético». Ignacio Bengoechea Martí (véase el capítulo 4 de esta misma obra).
20 «En el futuro conflicto, la población siempre estará presente, bien como un actor en el teatro de operaciones o bien como audiencia». Miguel Martín Bernardi (véase el capítulo 1 de esta misma obra).
21 «[…] en el contexto del enfrentamiento cognitivo […] operan los instrumentos de poder del Estado con el objetivo de configurar un Estado final deseado en un sistema o sociedad». Jesús Gutiérrez Gallego (véase el capítulo 6 de esta misma obra).
22 «[…] importante es constatar las lagunas en la cultura de defensa de los españoles, reconocidas por todos los Gobiernos desde la Transición». Juan Rodríguez Garat (véase el capítulo 2 de esta misma obra).
23 «[…] los reservistas son potenciales soldados que se encuentran en estado sedentario, desmovilizados o desactivados, es decir, civiles que permanecen disponibles para, llegado el caso, ser encuadrados en una unidad militar». José Miguel Quesada (véase el capítulo 8 de esta misma obra).
24 «El mayor cambio estratégico que debe realizarse en relación con la reserva es cambiar el carácter de suplementaria por el de complementaria, o lo que es lo mismo, mudar aquello de que “no ocupan plaza en las plantillas de las unidades”». José Miguel Quesada (véase el capítulo 8 de esta misma obra).
25 «[…] se valoraba muy positivamente la posibilidad de que los reservistas acercaran el mundo militar a la sociedad civil». José Miguel Quesada (véase el capítulo 8 de esta misma obra).
26 «La Ley de Tropa y Marinería fue una legislación muy necesaria porque no éramos capaces de reclutar todo el personal que necesitamos de esta escala. Sin embargo, el modelo era demasiado rígido, buscando una homogenización de carrera para los Ejércitos y la Armada». Fausto Escrigas Rodríguez (véase el capítulo 10 de esta misma obra).
27 «El modelo de ejército de cada sociedad condiciona su sistema de enseñanza militar, pero también los usos posibles de su herramienta militar». Carlos Frías Sánchez (véase el capítulo 11 de esta misma obra).
28 «[…] respecto a la Ley de Derechos y Deberes, el principal problema ha sido la falta de medidas complementarias para minimizar el efecto de la conciliación de la vida familiar en la operatividad de las unidades de la Fuerza. Se ha abordado de la misma forma que si fuera una unidad administrativa». Fausto Escrigas Rodríguez (véase el capítulo 10 de esta misma obra).
29 «[…] los planes de estudios de las escuelas y academias para acceder por promoción interna a la Escala de Oficiales son más exigentes que antes. Ahora es necesario cursar cinco años en las escuelas, o tener un grado y cursar dos años. Ambas opciones son poco atractivas para los suboficiales, por lo que se ha reducido de forma apreciable su promoción interna». Fausto Escrigas Rodríguez (véase el capítulo 10 de esta misma obra).
30 «[…] según el uso que se prevea para el instrumento militar, la formación de su personal es diferente». Carlos Frías Sánchez (véase el capítulo 11 de esta misma obra).
31 «Toda enseñanza es transmisión de conocimientos y también de valores. Los dos aspectos no son igual de importantes: los valores son permanentes, mientras que los conocimientos son transitorios». Carlos Frías Sánchez (véase el capítulo 11 de esta misma obra).
32 «Hace falta una mayor voluntad política de actuar en todos estos temas, empezando por una atención específica al tema de defensa nacional en todos los programas electorales». Rubén García Servert (véase el capítulo 3 de esta misma obra).
MIGUEL MARTÍN BERNARDI
Teniente general del Ejército de Tierra (R)
ME GUSTARÍA DAR MI VISIÓN sobre el ámbito o dominio terrestre y su previsible evolución futura. Lo haré expresando un punto de vista personal basado en una larga experiencia profesional tanto en unidades de la Fuerza como en Estados Mayores nacionales e internacionales. En este sentido, creo especialmente relevante la experiencia vivida en mi último destino en activo como segundo jefe del Estado Mayor del Ejército, y más específicamente, por los trabajos y estudios que coordiné para el desarrollo del principal proyecto de futuro del Ejército: la Fuerza 35.
Para aproximarnos a la evolución del dominio terrestre es preciso hacer un análisis de los elementos del entorno operativo futuro que van a afectarle. Los principales factores son los siguientes:
• El entorno operativo futuro va a estar caracterizado por la complejidad, la inestabilidad, la incertidumbre y la omnipresencia de la información. España se enfrentará a un futuro volátil e incierto definido por la velocidad del cambio, y la presencia de múltiples amenazas y desafíos. A las tradicionales amenazas, consecuencia de las disputas entre Estados por cuestiones políticas o territoriales, se sumarán las provenientes de actores no estatales. Para el dominio terrestre supondrá la necesidad de disponer de capacidades para hacer frente a todo tipo de situaciones en todo el espectro del conflicto, y a dotarse de una mentalidad anticipatoria que ayude a prever las crisis y actuar con rapidez y flexibilidad antes de que se produzca la escalada.
• En el futuro conflicto, la población siempre estará presente, bien como un actor en el teatro de operaciones o bien como audiencia. Ya el general británico Rupert Smith acuñó el término de «guerra entre la gente». El combatir y operar entre la gente afectará especialmente a la Fuerza terrestre, que es la que ocupa el terreno e interactúa con la población.
• El conflicto entre la gente se dará fundamentalmente en escenarios urbanos densamente poblados, próximos a la costa, donde se espera que en 2035 viva el 65 % de la población mundial, y de ella, el 70 % en barrios marginales. El complejo reto de operar en ambiente urbano será una constante para el dominio terrestre.
• También afectará el progresivo envejecimiento de la población y la reducción de la natalidad, lo que llevará aparejadas dificultades para completar el personal de la Fuerza Terrestre, la que más personal requiere, cada vez más cualificado. Ante este reto, será preciso ofrecer unas condiciones laborales y profesionales idóneas para competir en el mercado de trabajo y completar las plantillas.
• El empleo de la fuerza militar estará sometido, cada vez más, al estricto cumplimiento de rígidas reglas de enfrentamiento y de la legislación, que afectarán hasta a las más pequeñas unidades terrestres en el cumplimiento de sus cometidos operativos. Por el contrario, el adversario no estará normalmente limitado en su actuación, lo que producirá un desequilibrio en el enfrentamiento. La formación del combatiente terrestre en este sentido habrá de ser exquisita.
• Será habitual el empleo por parte del adversario de estrategias «híbridas» en la denominada «zona gris», que es la zona del espectro del conflicto donde predominan las actuaciones al margen del principio de buena fe entre Estados y que, pese a alterar notablemente la paz, no cruzan los umbrales que permitirían o exigirían una respuesta armada. En este escenario, el adversario empleará diversos medios de todo tipo (políticos, económicos, civiles, de información y militares), que gradualmente podrá incrementar en intensidad con medidas de presión económica y financiera; ciberataques, con denegación de servicios esenciales o infraestructuras críticas; acciones violentas como atentados terroristas; empleo de unidades militares de baja visibilidad, como operaciones especiales, y, finalmente, el despliegue de fuerzas convencionales para tratar de controlar la escalada del conflicto. Resultará especialmente complejo enfrentarse al dominio terrestre, que requerirá inteligencia actualizada y preparación específica.
• Podrá llegar a producirse una escalada del conflicto que lleve a un enfrentamiento de alta intensidad y de gran letalidad. Este ha sido el caso del conflicto en Ucrania, que ha cambiado el panorama geopolítico al producirse una situación en Europa que pocos preveían y que está teniendo unas consecuencias importantísimas en las fuerzas armadas de los países occidentales. Para la Fuerza Terrestre, el enfrentar este tipo de escenarios está obligando a realizar una importante adaptación en muchos aspectos. Desde los años 80 del siglo pasado, el foco de las Fuerzas Armadas ha estado en la ejecución de misiones mucho menos exigentes, ya que estaban orientadas fundamentalmente a la gestión de crisis o apoyo a la paz. Esta nueva situación está obligando a realizar un cambio en las prioridades de adquisición de materiales, en la preparación y en la mentalidad del combatiente terrestre.
Analizados de forma sucinta los principales factores del entorno operativo futuro que afectan al dominio terrestre, pasemos a determinar cómo será este dominio en el futuro próximo.
Como aspectos genéricos, en el futuro, la Fuerza Terrestre, como parte integrante y esencial de la Fuerza Conjunta, deberá mantener las capacidades para hacer frente a amenazas y desafíos de distinta naturaleza en todo el espectro del conflicto: apoyo a las autoridades civiles y a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, operaciones de ayuda humanitaria, de apoyo a la paz, de estabilización y protección de la población civil, y enfrentamientos de alta intensidad contra adversarios de características y capacidades similares a las propias.
Deberá estar preparada para actuar tanto en el ámbito de las organizaciones internacionales de las que España forma parte —Organi-zación de las Naciones Unidas, Unión Europea y Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)—, en el ámbito de coaliciones ad hoc, así como de forma autónoma para hacer frente a una amenaza «no compartida». Además, las organizaciones operativas han de ser capaces de realizar simultáneamente distintos tipos de actividades: combate, seguridad, estabilización, ayuda humanitaria u otras (recordemos el concepto de «guerra de los tres bloques» que preconizó el general Krulak de la United States Marine).
De forma más específica, y de acuerdo con lo mencionado anteriormente sobre la adaptación al nuevo entorno operativo, el dominio terrestre está haciendo la transición para pasar de operar en un escenario en el que predominaban las operaciones de gestión de crisis/apoyo a la paz, a otro en el que es muy probable el combate de alta intensidad (el Ejército de Tierra despliega actualmente unidades en varios países del este de Europa). Es necesario mencionar que durante muchos años España ha invertido poco en defensa con un esfuerzo, por debajo del 1 % del producto interior bruto, lo que ha tenido un impacto en la disponibilidad operativa. Por tanto, para llevar a cabo esta adaptación habrá que hacer un importante esfuerzo para poner al día las capacidades de la Fuerza Terrestre. A este respecto, se destacan los siguientes aspectos:
• Mando y control e inteligencia. La Fuerza Terrestre precisa unas comunicaciones seguras, protegidas y con el alcance adecuado. Sin un sistema apropiado de mando y control no es posible dirigir las operaciones. Además, en el escenario actual, con un campo de batalla muy sensorizado (drones, vehículos de reconocimiento, cada vehículo/combatiente será un sensor) es preciso que la información que transmiten esos sensores, que es enorme, llegue a los puestos de mando en tiempo real y en condiciones de ser explotada de forma inmediata. Actualmente, la Fuerza Terrestre no cuenta con un sistema mando y control en sus pequeñas unidades con un ancho de banda suficiente para conseguir el adecuado control de las unidades, tampoco para sostener el tráfico de la información del campo de batalla sensorizado. También se precisan unos sistemas de inteligencia artificial en todos los puestos de mando para explotar esa información de forma inmediata, ya que resulta imposible a analistas humanos realizarlo. La consecución de esas capacidades en el ámbito del mando y control e inteligencia resultarán imprescindibles para obtener la superioridad en la información, esencial para alcanzar la superioridad en el enfrentamiento.
• Fuegos. Artillería de largo alcance. Si hay una capacidad que se ha revalorizado tras el conflicto de Ucrania es la de los fuegos, especialmente la artillería de largo alcance, y las municiones inteligentes y merodeadoras (loitering). La Fuerza Terrestre no cuenta con sistemas de cohetes de lanzamiento múltiple (MLRS, multiple launch rocket system) ni con sistemas de cohetes de artillería de alta movilidad (con 300-500 km de alcance)1 (HIMARS, high mobility artillery rocket system). En España se inicia ahora el desarrollo del SILAM: sistema lanzador de alta movilidad (40-300 km de alcance) con cierto retraso, pues además de ser estos sistemas esenciales en el campo de batalla, constituyen una excelente herramienta de disuasión. Por otro lado, la disponibilidad de municiones inteligentes y merodeadoras es prácticamente experimental, y son muy necesarias en el escenario actual.
• Drones y antidrones (UAS/anti-UAS. RPAS/anti-RPAS2). La principal revolución en el combate a nivel táctico es consecuencia de la presencia masiva de drones en el campo de batalla. Los drones son baratos, efectivos y flexibles en su uso. Se emplean tanto para atacar todo tipo de objetivos como para llevar a cabo misiones ISTAR (inteligencia, vigilancia, adquisición de objetivos y reconocimiento). El combate terrestre desde hace tiempo se desarrolla en las tres dimensiones: superficie (unidades y medios terrestres), baja y muy baja cota (helicópteros), pero la incorporación de los drones ha potenciado la importancia de la tercera dimensión en el combate terrestre, pudiendo resultar definitiva para lograr imponerse al adversario.3 Es por tanto una necesidad imperiosa para la Fuerza Terrestre dotarse de esta capacidad, de la que solo se cuenta con un porcentaje mucho menor de lo que los estudios de la Fuerza 35 determinaron como necesario. También es preciso plantearse seriamente la necesidad de armarlos.
Por otra parte, es obvio que cualquier adversario hará un uso extensivo de drones, por lo que el desarrollo, adquisición e incorporación de sistemas antidrones en todos los niveles de la Fuerza Terrestre, y la potenciación y modernización de la artillería antiaérea constituyen una necesidad urgente y perentoria.
• El conflicto de Ucrania ha supuesto el regreso del enfrentamiento convencional y eminentemente terrestre, en el que se lucha por el control del terreno y la defensa de la soberanía nacional. En este escenario, las fuerzas mecanizadas se constituyen en el núcleo resolutivo de la Fuerza Terrestre y contribuyen decisivamente a la resolución favorable del conflicto bélico. Su disponibilidad permanente requiere un esfuerzo muy exigente en muchos aspectos, más allá del carro de combate, su componente más significativo. Todos los elementos que conforman una fuerza mecanizada (zapadores, infantería, caballería, artillería de campaña, defensa aérea, transmisiones, guerra electrónica, logística, etc.) deben estar dotados de unas capacidades materiales de nivel tecnológico similar y tener un grado de mantenimiento que garantice su total disponibilidad. La preparación técnica y táctica de su personal es fundamental, y también requiere un alto grado de exigencia y esfuerzo. Algunos agoreros han anunciado el final del carro de combate, sin embargo, para los principales analistas, el carro de combate, evolucionado en algunos aspectos, seguirá siendo el elemento más resolutivo y disuasorio de la Fuerza Terrestre.
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