8,49 €
Este Manual del Compañero Masón, es una guía práctica para que el estudiante consulte los principales temas del grado, en cuanto a sus aspectos doctrinarios, simbólicos y filosóficos. Está desarrollado con el objetivo principal de preparar al estudiante a su próximo paso, que es la Maestría Masónica. Destaca firmemente los valores morales y éticos de la Masonería, que el Compañero ya debe incorporar en su personalidad y ser parte de su accionar en la vida. Nos muestra la importancia fundamental de este Grado, a veces olvidado y dejado como secundario, en el cual los valores universales de la Masonería ya son evidentes e insoslayables.
Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:
Seitenzahl: 420
Veröffentlichungsjahr: 2024
CARLOS M. BELTRAN
Beltran, Carlos M.La escalera misteriosa : manual del compañero Masón / Carlos M. Beltran. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-5243-3
1. Ensayo. I. Título.CDD 366.1
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
LA ESCALERA MISTERIOSA
INTRODUCCIÓN
PRÓLOGO
CAPÍTULO I - El Primer Grado visto desde el Segundo Grado
CAPÍTULO II - Conocimiento de la Logia
CAPÍTULO III - Un resumen histórico del grado
CAPÍTULO IV - Explorando el segundo grado
CAPÍTULO V - Simbolismo de Grado
CAPÍTULO VI - La Leyenda de las Escaleras
CAPÍTULO VII - La Crisis de los Mundos Masónicos
CAPÍTULO VIII - Filosofía de grado de compañero
CAPÍTULO IX - El Kybalion Los Misterios de Hermes
CAPÍTULO X - Antiguos documentos
MANUAL DEL COMPAÑERO MASON
Dedico esta pequeña obra a mi esposa Beatriz, quien siem pre me acompaña en las aventuras del intelecto y el espíritu.
A mi Logia Madre R∴L∴Cosnciencia N°437, faro de Luz Masónica y guardadora de la llama doctrinaria.
A mis QQ∴HH∴ de la R∴Log∴ Norma et Regula N°557, siempre en mi corazón.
A la R∴Log∴Acrux N°748 llama de conocimiento, fraternidad y estricta observancia
Queridos Hermanos Compañeros, la intención de este trabajo es poder reunir, los principales temas que debe tocar un Compañero, tanto en lo simbólico, en lo filosófico, como en adquirir los conocimientos necesarios para llegar debidamente preparado a su ceremonia de Exaltación al sublime grado de Maestro Mason.
He tratado de reunir en este trabajo textos y opiniones tanto propias como de conceptuados autores masónicos, tomando como base la Tradición Masónica más pura dentro del simbolismo y la filosofía de este tan importante grado.
También recomiendo a los Queridos Hermanos Compañeros que no se guíen al pie de la letra en los temas aquí desarrollados, pues es parte incuestionable del trabajo en Segundo Grado, investigar, estudiar y compartir con sus Hermanos, los resultados de sus indagaciones a fin de separar lo verdadero de lo falso.
Como Aprendices trabajamos ontológicamente, para adentro como indica la Doctrina de ese Grado, desbastando la Piedra Bruta y respondiéndonos entre otras cuestiones la gran pregunta: ¿De dónde Vengo?.
Ya en este grado nuestra principal tarea es la de Pulir nuestra Piedra Bruta para que encaje perfecta en el Templo Universal, y filosóficamente poder respondernos ¿Quién Soy?
Esperando este pequeño trabajo sirva como guía a los futuros Compañeros es que con la ayuda e inspiración del Gran Geómetra del Universo nos pondremos manos a la obra.
Maestro Mason Ex Venerable Maestro de la Respetable Logia Consciencia N°437.
Ex–Primer Principal del Capítulo Río de la Plata N° 3 de la Suprema Orden de los Masones del Santo Real Arco de Jerusalén.
Diputado Asistente del Supremo Consejo Grado 33 para la República Argentina.
Miembro fundador de las Respetables Logias Norma et Regula N° 557 y Acrux N° 748.
Autor de diversos trabajos sobre doctrina masónica.
QQ∴HH∴
Tengo ante mí un trabajo profundo, significativo y sensible realizado por el V∴H∴ Carlos Beltrán, a quien agradezco profundamente su solicitud de prologar este manual del Compañero Mason.
Este libro del Compañero Mas∴ no es, como bien señala el V∴H∴ Carlos Beltrán, una verdad revelada sino una obra que ayuda a desentrañar aspectos del Gr∴ que, en distintos casos son comunes y en otros poco frecuentes, por lo que lo convierte en un aporte valioso para las diversas enunciaciones que puedan hacer, fundamentalmente, los QQ∴HH∴ compañeros.
En su desarrollo, nos propone una investigación histórica de los orígenes del grado, su simbología e interpretación y expone de manera sustantiva su comprensión sobre el mismo, compartiendo conocimientos y experiencias acumuladas a lo largo de su vida masónica.
Desde mi perspectiva, es fundamental la aparición de este estilo de obras, ya que nos permite adentrarnos en aspectos filosóficos que comprenden el grado en el que se está trabajando tanto desde su generalidad como desde su perspectiva concreta.
En cada desglose temático, se plantean ideas, interpretaciones y conclusiones que abren al lector diferentes perfiles, pero con la sapiencia de encontrar un camino común, reconocer el trabajo de cada uno, encontrar el camino hacia Oriente y llevar un hálito de luz.
Pone sobre el escenario de la filosofía de Grado ejes que lo trazan. La sabiduría y el bien, lo real y lo ideal, ser faro o antorcha, pero siempre triunfante frente al mundo de las tinieblas, fundamentando su doctrina en el método masónico, esencialmente adogmático, librepensador, crítico de toda verdad sin basamento en la ciencia.
Establece semblantes sobre las formas del conocimiento, partiendo de Platón y trayendo, desde el racionalismo, la idea de lo real y lo sensible hasta Kant y su aporte sobre lo intuitivo o perceptible.
Entre los valores supremos del Compañero, enumera nuestro V∴H∴ Carlos Beltrán, aparecen: Sapiencia, Laboriosidad, Habilidad, Sagacidad, Filantropía, Altruismo, Abnegación, Justicia, Solidaridad, Vocación de Servicio, Generosidad y Espíritu democrático integral, dando cabida al descubrimiento del trabajo conjunto y la identificación del bien común como meta suprema.
Acompaña un capítulo que desmenuza el concepto de lo hermético a través de la obra del Kibalión aportando ese conocimiento propio que describíamos al principio. La trasmisión de esos conocimientos siempre es importante, poniendo nuevamente luz sobre el principio de la “Ley de la Paradoja”, invitando a la comprensión y a la interpretación.
El esfuerzo puesto de manifiesto en este trabajo por el V∴H∴ Carlos Beltrán, tiende a cerrar el círculo del significado de “entregar al otro aquello que nos fue dado”.
Sin dudas esto permitirá a todo Compañero Mason descubrir la forma del ascenso de esos cinco escalones. El valor de la Inteligencia para relacionar, comprender, discurrir, resolver y derivar conclusiones. La Rectitud en la dirección y en la manera de obrar y conducirse, si se quiere alcanzar estadios superiores en todos los órdenes de la vida. El Valor, el ánimo, la intrepidez, el coraje, sobre todo de orden ético, en la propagación de las virtudes y principios masónicos y en el desigual combate contra el error, el engaño, la barbarie, el fanatismo dogmático y la intolerancia en cualquiera de sus modalidades. La Prudencia, la honestidad y la sagacidad para actuar y aprovechar las enseñanzas masónicas, para formar acertadamente las ideas, los juicios, las aserciones, los proyectos y el proceso de la ocupación concertada y fructífera. Amor y comprensión, para con los demás y disposición al sacrificio, que llevan a una sincera filantropía, real y bienhechora, traducida siempre en actos más que en promesas huecas.
Nuestro M∴R∴G∴M∴, Pablo Lázaro, suele expresar que “todas las aventuras del espíritu tienen su lugar en la masonería”. Claro está que nuestra fortaleza se encuentra en la diversidad. La capacidad de reunir lo disperso y generar puntos de acuerdo en diferentes temas que nos permitan ir avanzando en la construcción de una sociedad donde reine la fraternidad y la filantropía, donde la igualdad y la justicia sean producto de la comprensión de los derechos, las obligaciones y los compromisos que nos asisten como personas humanas, donde las libertades nos ayuden a entender aquellos mundos tanto individuales como colectivos y recibamos en plenitud el amor como humanidad.
Somos constructores, y como tales, nuestro trabajo como compañeros es pulir la piedra en bruto, y mantener nuestro lugar en la obra de este simbólico edificio que nos debe albergar a todos, sin ninguna distinción.
Eduardo Lazara
Gran Primer Vigilante
Gran Logia de la Argentina de Libresy Aceptados Masones
El Amoroso. Arcano VI del Tarot. Es el Aprendiz llamado a ser
Compañero y a quien la Inteligencia y la habilidad no habrían bastado para ello si no tuviera elevación de sentimientos, requisito indispensable para participar realmente en la Gran Obra.
(COMPILACIÓN, INTERPRETACIÓN Y ADAPTACIÓN)
El primer grado masónico, recibe al profano con todas sus debilidades, fallas y ansias desmesuradas de ser algo o alguien, y con todos sus miedos, prejuicios, y tabúes, ha de efectuar la ciclópea tarea de limpiarlo.
Dos manantiales filosóficos la alimentan, el primero es el de la filosofía General Profana, y el segundo, el de la Filosofía General Masónica, contribuyendo a determinar esto las siguientes circunstancias:
En primer lugar lo fundamental y básico de sus ideas en general.
La sublime transmutación de esas tareas y esos inconvenientes que se prestan a su exaltación, necesariamente ha de ser considerado con el correspondiente respeto y el afán consiguiente de permutar en el, lo negativo en positivo.
Recurramos antes que todo, al venero de la Filosofía General Masónica y marquemos, en lo suyo, la parte básica.
La Masonería es como ya sabemos, una Escuela de Filosofar y no una escuela filosófica cualquiera. Giran sus actividades en derredor de la sublimación humana.
Sus labores junto con contemplar las tres mas importantes tareas del filosofar–intentos de resolver los problemas: del ser, del conocer, y del valer–acentúa su preocupación en uno de ellos, en cada nivel o grado del que está formada.
Cierta y obligadamente, comienza por el del Ser, ya que, en el están las posibilidades del conocimiento y de la valoración.
Centra su vivo interés por el Ser y, muy en especial, por el hombre, en el primer grado. De ahí el rasgo dominante en el, que es el ontológico.
Parte de dos imperativos ineludibles: “conócete a ti mismo” y el “véncete a ti mismo”, que cimentan toda la obra humana, que convierte, en cada uno de nosotros, lo irracional en racional y lo bajo en alto.
Importa, siempre, el ser en el segundo grado; pero importa mas, por percepción, comparación o contraste, saber del no yo, del mundo físico o naturaleza, del gregario o social y de la sapienciacultural, que son nuestros ámbitos vitales. Para ello están la experiencia de los contactos, acciones y usos, el pensamiento discursivo o lógico y la relampagueante intuición.
Los Compañeros realizan empeños decididamente gnoseológicos.
El tercer grado, el de la maestría, que es madurez, plenitud pensante, problemática en casi todo y etapa del criterio, del sentido común, de la sensatez y de la calificada sabiduría, no olvida al ser y el conocer; mas por razones de su misión masónica, se dedica devotamente a los problemas de los valores, que son los que dan vida a los grandes caracteres y a las personalidades señeras.
En consecuencia, es, por sobro todo axiológico, depurador de los desvalores y cristalizador de los ideales y de las virtudes, que acercan a los Seres Humanos a su Creador.
Hija, en su fase especulativa, del siglo XVIII, el de los iluministas, rinde tributo a la filosofía racional, pero sin caer en sus excesos.
Cimentada en su primitiva etapa operativa, aúna la teoría con la práctica, el pensar con el hacer, y enfrenta el Ser a la Realidad para alcanzar la Verdad y una vez lograda, la define, la difunde como guía y espina dorsal de su quehacer, de la justicia y de la legitima caridad.
Todos sus afanes giran en torno al hombre, individual y socialmente considerado. Es humanista y humanitaria, por esencia y existencia.
Ciencia y filosofía exotéricas le son caras. Pero su fundamento se encuentra en lo profundo de su filosofía esotérica que le permite alcanzar la intuición de la totalidad y la iniciática que la eleva hacia la altura del propio fundamento de su búsqueda espiritual.
Huye del error, del prejuicio, del dogma, del fanatismo y se empeña en el logro del imperio, de la verdad, de la tolerancia, de la libertad y de la legítima y útil igualdad.
No es agnóstica ni pesimista, porque reconoce el principio de la fe como convicción pura que se deposita en los fundamentos activos de la consciencia e inteligencia humanas como reflejo de la consciencia e inteligencia universal y en la razón humana como codificador de todas sus improntas. Tiene plena confianza en la capacidad humana de contribuir, eficazmente, a forjar su propio destino.
La Sabiduría es la máxima aspiración del masón. En la cara ética de esta sabiduría no tienen cabida las manchas del vicio, de la ausencia de nobleza, de las virtudes negativas.
La Francmasonería moderna no ignora que la concepción de un ideal (Columna B, la del fuego encendido) permanecerá estéril, mientras falten los medios humanos y prácticos para su realización.
Por eso se renueva; lleva a cabo originales experiencias; se organiza mejor, se desintoxica, se atiene a lo permanente y no a lo contingente en sus doctrinas y usos; acepta solo los auténticos desafíos, y saca partido, con sagacidad, de las circunstancias.
Respeta la convicciones intimas de sus miembros y, de esta manera, hace factible la convivencia en Logia, entre hombres que siendo de personalidades definidas, tienden a mostrar de una manera más evidente, sus diferencias de aquellos aspectos que podrían identificarlos o volverlos semejantes.
Si la aristocracia es el agrupamiento y la dirección de los mejores, la Orden es sin duda aristócrata y aristocratizante; es por ello que exige a sus miembros como obligación inseparable de su condición de masón, esforzarse en la vida del rigor para ser de los mejores y estar entre los mejores, pero sin la soberbia ni la pompa inútil que caracteriza a la aristocracia profana.
Simplemente expresada en la convicción de los propios principios y en la vocación de servicio hacia los demás.
Simplemente expresado en la convicción de los propios y en la vocación del servicio hacia los demás “nobleza obliga”.
Se atiene de manera pretendida y estricta a la prescripción evangélica que proclama que “Muchos son los llamados y pocos los escogidos”.
La calidad humana y masónica es lo que prevalece y se impone:
“Toda otra distinción de creencia, raza, de nacionalidad, de fortuna, de rango o de posición social, desaparece en el seno de la familia masónica”.
Frente al gran problema teológico–metafísico de la existencia de Dios.
La masonería tiene una posición que la filosofía denomina Deísta.
De todos modos, no es teísta ni atea. Acepta la existencia de un primer principio de un primer motor universal, de un constructor del Universo, y de sus de sus contenidos; pero lo singulariza, y busca, para designarlo, una fórmula que todos sus miembros puedan aceptar en base a sus propias creencias (las cuales la masonería jamás coarta o impide, dada sus ausencia de actitudes dogmáticas para infundir su doctrina entre los hermanos).
De este modo previene toda posibilidad de pugna religiosa entre los suyos.
(G∴A∴D∴U∴ es la sabia formula).
En relación con el problema de la existencia de Dios, de sus atributos y poderes, etc. el francmasón:
1– Acepta la inmortalidad del alma; pero sin caer en la ingenuidad de creer que la idea de un alma encarnable o reencarnable, según la creencia, pueda ser compatible con la idea de la reencarnación de la consciencia egoica individual. Puesto que la masonería, entiende que la verdadera naturaleza del Ser se encuentra en el alma, esta deber permanecer dispuesta para asumir su experiencia material, en cambio, la consciencia individual no reviste mayor importancia que la memoria de la circunstancia existencial que sirvió de marco a la experiencia transcendente del alma, fuera de ello, lo que queda como residuo de la vida material es eventual y no tiene mayores implicancias luego de la muerte.
2– Rechaza la antinomia del naturalismo y sobrenaturalismo, al dejar a cuada cual el dominio de su fuero interno y de sus creencias.
3– Rinde homenaje y recuerda a los muertos. No por una devoción egoísta y supersticiosa, sino porque la comprensión de la vida y del final inevitable debe llegar a ser, para todo masón, la principal cuestión de reflexión en el transito evolutivo de la vida consciente, por lo que “saber morir debe llegar a ser la síntesis de haber aprendido a vivir”.
Cada vida deja como resultado de su tránsito concreto por la realidad material una memoria impresa, en la consciencia del mundo, de su circunstancia existencia. Esa energía, asimilada a la Consciencia del Mundo, se comporta como la experiencia de la cual las almas se nutren al momento de encarnar, por lo que el estado de evolución de la Consciencia del Mundo, se comporta como la experiencia de la cual las almas se nutren al momento de encarnar, por lo que el estado de la evolución de la Consciencia del Mundo, en cada muerte, debe cooperar con la evolución de la Consciencia Total del Universo.
Esto es lo que representa el trabajo vivido que el Ser Humano, el masón, debe realizar durante su vida, para que en el instante crucial sea Verdad Trascendente y no Funesta Hipocresía, la constante invocación de existir AL..G∴D..G∴A∴D∴U∴, de modo tal que al momento de la desintegración en efecto, el residuo de la consciencia producto de cada vida individual sea asimilablemente útil al proceso de la Gran Digestión Cósmica.
La Francmasonería no preconiza ninguna inclinación determinada de ser religioso, no obstante, más allá de infundir la religiosidad como aspecto fundamental y unitivo entre el hombre y la obra que le rodea, preconiza el pensamiento libre en todas sus formas, siempre independiente de cualquier influencia y conceptualmente laico.
La Masonería no cae en el escepticismo, pues tiene confianza en la capacidad y las cualidades humanas para evolucionar.
Su posición crítica es positiva debido a que: No se manifiesta proclive a admitir la coexistencia separada de dos polos: subjetivo y objetivo, porque conoce los avatares de la naturaleza interior de los individuos y porque, también, no ignora que la ecuación humana, inmanente al proceso de la consciencia que es la que establece toda forma de discriminación, es imposible de exterminar sin eliminar con ella a la consciencia.
Reconoce por ello la valía, en parte aceptable, del relativismo.
Al predicar el amor, la fraternidad, la tolerancia, la filantropía integral, toda forma de justicia, y, al tener en cuenta lo ventajoso del imperio de la libertad y de la igualdad, busca cerrar con broche de oro, el opúsculo precioso de sus doctrinas y prácticas. Tratando con ello de desterrar de los corazones, envilecidos por la compulsión profana, el odio, la envidia, la fatuidad, la ostentación, el servilismo, el error, y la mentira hipócrita.
De la filosofía masónica de base fluye la corriente del arroyuelo inestimable de la correspondiente al Grado de Aprendiz.
Ella difiere, en verdad de sus superiores. Por esto es indispensable acentuar los rasgos propios de los tres niveles simbólicos.
La pirámide de la Masonería es, ciertamente, representativa de la calidad humana: Los Aprendices forman su inferior, ancha y base maciza. Los Compañeros se sitúan en el centro. Suelen ser menos que sus hermanos de la base y los Maestros representan la cúspide.
La maestría es falange numerosa, pero más que su cuantía, lo que importa es que cumpla su calificada y magistral ocupación: docente, directiva y mentora.
La Iniciación no se alcanza, ni aun traspasando la cima: es incipiente y básica en el primer grado, mediana, en el segundo y plena en el tercero.
No solo se distinguen las cámaras, atendiendo su sitio en la pirámide, sino el grado de su posición iniciática verdadera.
Otra diferencia estriba en el predominio de uno de los componentes del triple “modus vivendi” de sus filosofías. En tanto que el Aprendiz tiene que concentrarse mas en el Ser, es decir, en lo ontológico que en lo gnoseológico y axiológico, el Compañero entrega su mayor dedicación al sector de conocimiento o aspecto gnoseológico, sin descuidar, por cierto los otros dos; y, al Maestro lo que interesa mas es lo estimativo o axiológico.
Por último, mientras la cultura avasalladora, en la columna de los Aprendices, es personal o subjetiva, en la columna opuesta, los Compañeros, son impelidos hacia la objetividad. En cambio, quienes forman la Cámara del Medio son doctos en ambas.
Su cultura es integrada y unificada.
De la calidad y profundidad de los cimientos, dependen la firmeza robustez y perdurabilidad de la construcción que soportan y sostienen.
A la manera de lo expresado en el Evangelio, como ya se dijo, la Orden llama a su seno a los mejores hombres de la comunidad en que está operando. “Muchos son los llamados–pocos los escogidos”. “¿Por qué?”
1– La institución es selectiva, y su tamiz debe ser muy fino. Antes que la cantidad debe prevalecer la calidad.
2– Los hombres escogidos para la iniciación tienen que ser honrados a carta cabal. No baste para el ingreso la ordinaria concepción de la honradez profana.
3– Ninguna torva preocupación ha de turbar el alma del futuro Aprendiz.
4– El estar dispuesto a trabajar por el bien de la humanidad sin otra satisfacción de la que proviene de su vocación de servicio, es uno de los requisitos esenciales para su admisión.
5– Salud, vigor y resistencia a los males: inteligencia–teórica, practica, social, superiores a lo normal; fina y firme sensibilidad; mente abierta; acerada voluntad y personalidad permeable al espíritu de perfección; buen criterio; conciencia sociológica y moral despiertas; sanas y honestas costumbres; sentimientos e ideales de una vida superior; esto no es, sino un general y breve inventario de las condiciones físicas, morales y mentales que debe poseer quien aspira a la Iniciación.
1– Fidelidad y lealtad a las obligaciones que ha contraído.
2– Convertirse en un esforzado obrero de los puros y grandes ideales fraternales.
3– Aceptar la Ley Masónica y sus Reglamentos
4– Someterse a los procesos de la docencia con que se le espera instruir y dignificar.
5– Empeñarse en la realización de las obras masónicas de bien común.
6– Ser absoluta y plenamente fraternal con sus cofrades.
7– Observar, en el mundo profano, una conducta que lo enaltezca y de manera extensiva a la Confraternidad.
8– Mantener encendidos su fe y su celo por la causa.
9– Preservar, sin fatigas ni renunciamientos, en la búsqueda, defensa y difusión de la Verdad, del Bien y de la Belleza.
La Francmasonería elige a sus miembros, los disciplina, organiza y contribuye a que, fortaleciendo sus Cualidades Individuales, desaparezcan los desvalores y estén siempre presentes y obren de un modo efectivo, los valores relacionados con la Comunidad, la Patria y la Humanidad.
Hacer todo esto para que su ruta sea la de la perfección y su destino, el mejor prescrito al hombre.
Proclama que en su acción refinadora, no opera una intervención extrahumana, sino el esfuerzo mancomunado de la Augusta Institución, de su docencia y del aprendizaje correlativo, simultaneo y fecundo del Aprendiz, llevados a cabo, mediante concertada contribución de la ciencia, de la ímproba labor y de un sentido recto en la vigencia de la justicia.,
Abomina, en su obra formadora, de todo sectarismo, de toda discriminación religiosa y de todo partidismo, especialmente del que emerge de toda política contingente y divisionista; de los intereses personales o del círculo y de las pasiones viles, como la codicia, el egoísmo ilegitimo y la envidia.
Aspira, en cambio, a la realización de los ideales más caros al individuo y la sociedad; a la formación de una elitede servidores del bien común, de líderes que encarnen la aristocraciadel talento y del corazón, y a sociales avances, derivados de la calidad humana más que de la sumisión a dogmas, consignas y órdenes, aceptadas con voluntad y simpatía.
Semeja su “modus operandi” al de la Naturaleza: por su planificación previa, su realización silenciosa, sin pompas ni orgullo y con una nativa y adorable discreción, hermana del secreto y del sigilo.
El diálogo que, de conformidad con el Ritual del Primer Grado, se desarrolla entre el recipiendario y el Venerable Maestro, principalmente, está destinado al conocimiento muto del recipiendario con el nuevo mundo que le está por abrir ante sus ojos, el del camino iniciático, representado por los ornamentos simbólicos que componen la Logia.
Paralelamente, en el curso del dialogo, el Taller va develando el misterio que rodea al posible nuevo Obrero de la Búsqueda de la Verdad, y a su vez, este se va imponiendo:
1– De los rasgos esenciales de la Masonería, de las Logias y de los francmasones.
2– De las explicables críticas, que se formula a la Orden.
3– De los objetivos supremos de la masonería como forma de Acción Constructiva individual y social.
4– De la información y formación masónica del Aprendiz en ciernes.
5– De la Docencia y Acción Masónicas, les personales y las impersonales, las intra y las extramurales.
Este intercambio de pensamiento, afectos, voliciones y vivencias, al proyectarse en los tres sectores de la Masonería Azul, y sobre sus miembros, actuales, posibles, allana los caminos de la posible comprensión, facilita la inteligencia de contenidos y formas y predispones a la personalidad al sortilegio de la Iniciación.
De los mencionados sectores, prima el ontológico. Sin embargo no debe pensar el Aprendiz que no están presente los otros dos: el gnoseológico y el axiológico, porque de hecho siempre están los tres presentes en la forma y método de la enseñanza masónica.
La meta de todo el drama es la Iniciación y, en ella, el oro de lo axiológico–los valores éticos, en particular– se amalgama con la plata de lo ontológico.
El análisis particular de una serie de rasgos aceptables e inaceptables, de vivo interés filosófico–iniciático, que hacen factible la incorporación o no a la Orden y, dentro de ella, la obtención de los logros supremos:
1– El conócete a ti mismo
2– El véncete en las inferioridades.
El “conócete a ti mismo “a través de una profunda “introspección” y la franca critica de sí mismo, despojado primero de toda tendencia “autodestructiva” como así también de cualquier forma lamentable de “autocompasión”, para el cual la Masonería acepta diferentes mecanismos o metodologías para llegar a ella y supone que cualquiera de esos métodos son buenos para transitar el camino del “autoconocimiento” según sea la cualidad y las características individuales de cada “Piedra Bruta”, por esto son muy apreciables ciertos métodos como el estudio de la astrología para la intuición, la cábala para el corazón, la alquimia para la percepción y la filosofía para el pensamiento, todas unidad por la cualidad de la interiorización de los símbolos masónicos como código unificador de la experiencia interna positiva y esencial.
El “vence tus inferioridades” supone: un conocimiento del yo, una escala de valores y la puesta en juego de un criterio filosófico de justipreciación y estimulo.
¿Cuáles son las implicancias, factores o determinantes del vencerse a sí mismo en lo que el yo falla?: Son ellos:
1– El habito del libre auto examen.
2– La reflexión y la meditación constantes.
3– El empleo del buen criterio, la sensatez y del sentido común.
4– La capacidad de crítica y la voluntad decidida de cambio y superación.
5– las inferencias discursivas e intuitivas, llevadas a término tras un acopio objetivo, imparcial, numeroso, de nuestros defectos y fallas.
6– Estar imbuida por la esencia trascendente de la Ética y de la Iniciación.
La gnoseología es una parte complementaria de las otras dos; la ontología y la axiología. Que nos dice, advierte y enseña:
1– La fijación, como punto de partida, de toda empresa cognoscitiva, la duda metódica o cartesiana.
2– La fe, por lo mismo, no ciega, sino medida y bien fundada, asevera los poderes internos del hombre, en sus facultades latentes y en su buen rumbo hacia una posible reunificación de su naturaleza con la del Universo.
3– Igual confianza en los alcances y en la marcha intrépida de las ciencias, de la técnica, del arte, de la filosofía y la religión.
4– Admiración, comparativa y vivificante, por todo pensador que emancipe la mente humana del error, del prejuicio, de la alienación, de los sofismos y de los silogismos.
5– Bucee en las profundidades de todo lo que ha preocupado intensamente el espíritu del sujeto en trance de ser Aprendiz.
6– Invita, incentiva y estimula, a estudios constantes e ilustrativos, acerca de esos grandes temas y problemas que siempre preocupan al espíritu inquisitivo del hombre.
7– El estímulo de la esencial religiosidad humana para que, por las rutas de sus capacidades latentes positivas, de una mente abierta y de un alma firme no supersticioso pueda llegar al contacto con las improntas mas elevadas del espíritu y principalmente a una de ellas; la mas difícil de todas, la de Dios y del G∴A∴D∴U∴
8– Las pruebas a que se somete el aspirante a Francmasón no viene de cualquier fuente, sino que han sido seleccionadas de entre aquellas que la sabiduría antigua ideo para inculcar sus enseñanzas morales y trascendentales.
9– La adhesión plena, firme, indiscutible a las doctrinas aceptadas hasta la hora en que se pruebe su error o ineficiencia.
10– Tan solo mediante la observación y la experimentación, la detenida reflexión, las profundas meditaciones y el juego libre de las inteligencias–la teoría, la práctica y la social–le es dado al hombre y al francmasón el purificar la estructura, la calidad, organización y empleo de su cultura personal y subjetiva.
11– La Masonería implica un constante combate contra toda forma de error, sobre todo los profanos y lesivos de la dignidad humana, de sus posibilidades de evolución y perfeccionamiento, por esto es vital el juicio que emita un masón en la sociedad, el cual debe ser siempre bien fundado y nunca en apariencias o engaños. Toda afirmación o negación suya ha de tener una prueba: pronta, fácil y convincente.
12– Sereno, metódico, recto, tiene que ser el sendero que lo aproxime a la Luz, a la Verdad.
Iniciación, hay una sola, la primera cuando como profanos golpeamos a las puertas del Templo para introducirnos en los Misterios de la Masonería, de ahí en mas a medida que vamos ascendiendo en el camino masónico, y para cada uno de los grados nos sometemos a diferentes ceremonias.
En el caso del segundo grado, es una ceremonia de aumento de salario, donde reforzamos los juramentos empeñados como Aprendiz y nos comprometemos a nuevas responsabilidades, en función de que pasamos a la antesala de la Cámara del Medio.
Esta ceremonia tan rica y a veces pasada por alto encierra una verdadera y profunda enseñanza de como transitar, comprender y practicar este fundamental grado masónico.
Es a mi modo de ver, es el grado clave, que sin ser estudiado en su más profunda significación, sin duda cuando lleguemos a nuestra exaltación, estaremos en parte incompletos en los conocimientos que se esperan de un Compañero que aspira a la Maestría.
Ya el Compañero colabora en la obra de una forma distinta, sin tener herramientas de medición sin embargo tiene de comprobación, lo que le permite colaborar con sus Maestros en la instrucción de los Aprendices.
Trataremos de analizar en detalle el significado profundo de la Ceremonia de Aumento de Salario, para lo cual tomaremos referencias, históricas, doctrinales y ritualisticas del mismo.
Tras un período en que la nueva Gran Logia de Londres y Westminster no era muy conocida y su número de miembros se había mantenido estable, su popularidad aumentó. La Gran Logia estaba formada por las cuatro Logias fundadoras, así como por un número indeterminado de masones no adscritos a ellas (Masones de San Juan era la perífrasis empleada para ellos), pero no transcurrió mucho tiempo hasta que el número de profanos que solicitaba admisión creció de manera notable. Entonces se planteó por primera vez la posibilidad de crear nuevas logias. Desde el punto de vista actual esto no reviste dificultad alguna, pues es algo perfectamente normalizado que hacemos con cierta frecuencia. Pero en 1721 nunca se había hecho, y esto suponía una expansión en las competencias por parte de la Gran Logia que necesariamente invadía la soberanía de las cuatro logias fundadoras. No obstante, la Gran Logia asumió que sería preciso crear nuevas logias, y se dispuso a adaptar la normativa. Conocemos las fechas de casi todas las que se fundaron posteriormente.
Pero la potestad de crear nuevas logias fue minuciosamente restringida. Sólo podía hacerlo el Gran Maestro, ya fuese en persona o por medio de un representante debidamente autorizado. La constitución de cada nueva logia era notificada a las demás, y su primer Maestro debía contar con el visto bueno del Gran Maestro y ser instalado por él con motivo de la Consagración de la Logia. Además, los Estatutos de Anderson de 1723 incluyeron una Regulación XIII que obligaba a que los Aprendices únicamente fuesen pasados a Compañeros / Maestros en la asamblea de la Gran Logia que tenía lugar de manera trimestral. Si tenemos en cuenta que el Venerable Maestro de la logia debía ser elegido de entre los Compañeros, resulta obvio que la Gran Logia tenía un poder casi omnímodo. Esta legislación se mantuvo durante dos años, y realmente no se conserva documentación que acredite que esta ceremonia de Instalación de Maestros se llevase a cabo (aunque sin duda se realizó). Pero es justamente en el período en que esta normativa está vigente cuando empieza a surgir un nuevo grado que se situará entre la admisión a la Orden (Aprendiz) y la parte de Compañero o Maestro.
Con la Regulación XIII en vigor, las logias londinenses se hallaban faltas de Compañeros, situación que se agravaba en el caso de las logias periféricas, a las que les resultaba imposible, por la distancia y las malas comunicaciones, acudir a la Gran Logia para pasar a sus nuevos Compañeros o Maestros. Sin embargo, se encontraban con el problema acuciante de que los Estatutos exigían que los oficios de Venerable Maestro y los dos Vigilantes estuviesen ocupados por Compañeros.
Para solventar el requisito de que únicamente los Compañeros podían ocupar la Veneratura o las Vigilancias, lo que hicieron las logias fue crear unos Compañeros virtuales que en realidad eran una escisión del grado de Aprendiz Entrado. El grado de Aprendiz quedaba dividido en Aprendiz y Compañero, mientras el anterior grado de Compañero, que incluía el Levantamiento del Maestro, pasaba a denominarse definitivamente grado de Maestro Masón.
Puesto que fueron distintas logias las que comenzaron a crear el nuevo grado de Compañero, las preguntas que surgen son: ¿en qué logias sucedió esto? ¿Fue algo coordinado? No tenemos documentación que nos permita saberlo con claridad; sin embargo, sí sabemos cómo lo hizo una de ellas. A este respecto, es muy significativo que la primera mención a un sistema de tres grados no parta de una logia, sino de una asociación denominada Philo–Musicae et Architecturae Societas Apollini. Esta sociedad fue fundada en febrero de 1725, para ser miembro de ella era preciso ser masón, y nos deja entrever el subterfugio que empleaban las logias – al menos en Londres – para crear estos Compañeros virtuales. La creación de Compañeros virtuales en logia habría sido claramente irregular, de modo que los miembros de la Logia Queen’s Head fundaron una asociación paramasónica, la citada Philo–Musicae et Architecturae Societas Apollini. Los Aprendices ingresaban en esta asociación, eran pasados a Compañeros (unos falsos Compañeros, porque aquello no era una logia regular), y posteriormente se aprovechaba ese rango para que ocupasen la Veneratura o las Vigilancias en la logia.
La Gran Logia se percató enseguida de que algo extraño estaba sucediendo, de modo que en mayo de ese mismo año convocó a algunos miembros de la asociación para exigirles explicaciones, pero ninguno asistió. A la vista de esto, fue el propio George Payne, Gran Primer Vigilante, quien en septiembre de 1725 se presentó en la Logia. No conocemos el contenido de la reunión, pero parece que los hermanos convencieron a Payne, pues sabemos que la norma que obligaba a que el grado de Maestro fuese únicamente conferido en la asamblea trimestral de la Gran Logia de Londres fue revocada el 27 de noviembre de 1725.
Con la revocación de la Regulación XIII, que obligaba a que el grado de Maestro fuese únicamente conferido en la asamblea trimestral de la Gran Logia de Londres, las logias ya podían elevar sus propios Maestros Masones.
Pero ahora este privilegio resultaba vacío, pues los Estatutos establecían que el Venerable Maestro de la logia debía ser elegido «de entre los Compañeros», y eso ya se cumplía con el nuevo grado de Compañero. Naturalmente, esta situación resultaba sumamente confusa para las logias. Algunas logias inglesas, aunque estuviesen bajo jurisdicción de la nueva Gran Logia, seguían confiriendo los viejos grados de Aprendiz Entrado y Compañero o Maestro. Otras conferían los grados de Aprendiz Entrado y Compañero en una misma velada, y posteriormente el de Maestro. Es más, el grado de Compañero podía significar una cosa para unas logias y algo muy distinto para otras. No sería hasta 1754 cuando la Gran Logia de Inglaterra emitiría una circular prohibiendo que un candidato fuese pasado a Compañero y elevado a Maestro en una misma tenida, y no será hasta 1777 cuando la Gran Logia prohíba igualmente iniciar como Aprendiz Entrado y pasar al grado de Compañero en la misma noche.
Esta situación provocó todo un movimiento tectónico en el contenido y estructura de los grados que ha originado que actualmente nos encontremos con numerosas anomalías en el ritual, entre las que podemos destacar las siguientes:
– La Cámara del Medio, que corresponde al Grado de Compañero, en York y Emulación ha quedado en Segundo Grado, mientras que en Rito Francés y Rito Escocés Antiguo y Aceptado ha pasado al grado de Maestro Masón. En algunos rituales franceses (como el de Escocés de las Tres JJJ de 1743) aparece una «Cámara del Tercero», pero al final será la Cámara del Medio la que se establezca en el grado de Maestro Masón en Francia, mientras que en el contexto anglosajón se mantendrá en el Segundo Grado.
– En Rito de Emulación las Obligaciones de Primer y Tercer Grado se toman con los presentes realizando el Signo Penal. Sin embargo, la Obligación del grado de Compañero se toma con los presentes haciendo el Signo de Fidelidad. Esto se debe a que el nuevo grado de Compañero no contenía inicialmente Obligación, y a pesar de que finalmente se incluyó, el Signo de Perseverancia propio del Segundo Grado lo crearían años después los Antiguos a partir de la leyenda de Josué.
– En el Rito Irlandés, la prueba de caridad ha quedado ubicada en el grado de Compañero, no en el de Aprendiz, como sucede en la mayor parte del mundo, y actualmente no se realiza.
– En Rito Irlandés y Rito Escocés Estándar en los Grados Primero y Tercero se realiza la Guardia Debida, pero esta no se realiza en grado de Compañero.
– Para acceder al grado de Marca tradicionalmente se exigía ser Compañero, pues es un grado que se trabaja teóricamente en cámara de Compañeros, pero tras la creación del sistema de tres grados el requisito exigido fue la condición de Maestro Masón.
– Los salarios del Rito de York son incoherentes. Habitualmente los Aprendices Entrados reciben su salario en vino, aceite y grano, mientras que los Compañeros lo reciben en metales. Esto es así tanto en el Rito de Emulación como en la Marca, cuyos rituales se complementan mutuamente debido a la gran importancia simbólica de este hecho. Sin embargo, mientras que en el Rito de York el ritual de la Marca especifica que los Compañeros cobran en metales, el grado de Compañero del mismo rito indica que cobran en vino, aceite y grano.
– Aunque actualmente se exige la condición de Maestro Masón (y Pasado Vigilante) para acceder a la Veneratura, el Maestro Electo no presta su juramento en cámara de Maestros, sino en grado de Compañero y ante el Gran Geómetra del Universo (señal de que la ceremonia de Instalación se estaba practicando ya antes de que el actual grado de Maestro se practicase de manera generalizada).
– El Brindis del Retejador emplea una fórmula de Segundo Grado para cerrar la velada, mientras que las tenidas de York se cierran en Tercer Grado y las de los demás ritos en Primer Grado.
Fruto de la aparición inesperada de este nuevo Segundo Grado sucederá en la masonería algo sorprendente y anómala por completo. El proceso natural de creación de un grado consiste en tener primero algo que contar o transmitir, y a continuación buscar un relato alegórico que nos sirva para hacerlo, relato en torno al cual se construirá toda la simbología del grado. Sin embargo, con la aparición del actual Segundo Grado, la masonería se había encontrado de repente con un grado que adolecía de falta de contenido, pues la razón de su creación no había sido ofrecer un cauce simbólico a las enseñanzas de la Iniciación, sino solucionar un problema administrativo. Se había creado un vacío en el seno de la estructura simbólica que, de forma natural, los masones tenderían a rellenar.
Dado que el Segundo Grado se irá configurando durante el siglo XVIII, las diferencias entre los ritos británicos y franceses serán notables, pues Francia será ajena a las motivaciones de los masones británicos y a la evolución del grado en las Islas Británicas. Tenemos que ver cómo plantearon este nuevo grado de Compañero:
1) Cómo se planteó en el Rito Francés o Moderno, ya en suelo francés.
2) Cómo lo plantearon los Modernos de Londres.
3) Cómo lo plantearon los Antiguos.
En Francia, en el Rito Francés o Moderno, el Segundo Grado permanecerá prácticamente idéntico a como fue concebido originalmente en Inglaterra, es decir, como una segunda parte del Primer Grado. De ahí la gran semejanza entre ambos grados tanto a nivel ritual como en el Tablero de Trazo. En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado esto también se percibe, lo cual es debido a que sus grados de Aprendiz, Compañero y Maestro se construyeron sobre el bastidor del Rito Francés, pero añadiendo artificialmente elementos de la divulgación del ritual de los Antiguos Three Distinct Knocks, como el Signo de Saludo o Perseverancia. Únicamente a partir la creación del Rito Escocés Rectificado por parte de Willermoz y otros se dotará al grado de Compañero de un sentido definido y claro en suelo francés.
Tableros de Trazo de los grados de Aprendiz Entrado y Compañero del Rito Moderno o Francés. La gran similitud entre ambos, así como entre sus correspondientes ceremonias, se debe a que el actual grado de Compañero es una escisión del grado de Aprendiz Entrado.
Templo del Rey Salomón
El objeto de estudio por excelencia en la etapa operativa de la Masonería había sido las siete artes liberales, de modo que en los catecismos anteriores a 1730 abundan las preguntas referentes a las mismas. Pueden encontrarse también alusiones al Templo del Rey Salomón, pero más bien como propuesta eclesiológica y no tan recurrentes como lo serían después. Es a partir del manuscrito Wilkinson, redactado en Londres en 1724, cuando puede apreciarse una mayor presencia de contenido relativo al Templo, y es en Masonry Dissected (1730) cuando nos encontramos ya un grado de Compañero definido como tal y dedicado exclusivamente al Templo del Rey Salomón.
La presencia que el Templo de Salomón adquirirá en Masonería tiene mucho que ver con las circunstancias históricas de Londres en esa época. Tanto a finales del siglo XVII como a comienzos del XVIII Londres era una ciudad en reconstrucción tras el gran incendio de 1666, que se prolongó durante tres días y fue de envergadura apocalíptica. El incendio se inició cerca del Puente de Londres, en la Callejuela del Pudding (Pudding Lane) hacia la medianoche del 2 de septiembre de 1666. Aunque el panadero Thomas Farriner sostuvo que había apagado bien el horno antes de acostarse, hoy se da por sentado que hubieron de ser las brasas de su horno las que comenzaron el fuego. La familia Farriner fue despertada por el humo, huyeron por la ventana a un tejado cercano y dieron la alarma. Al cabo de 18 horas, la propia convección del aire caliente provocó una serie de ráfagas de aire entre los edificios que aportaron oxígeno a la base del incendio, provocando una gigantesca tormenta ígnea.
Pero el incendio de Londres era el sueño de cualquier arquitecto: una de las ciudades más grandes de Europa debía ser reconstruida casi en su totalidad, y no había pasado más que una semana cuando Christopher Wren se presentó ante Carlos II para plantearle su proyecto de reconstrucción de Londres, que estaría destinado a hacer de la capital inglesa una Nueva Jerusalén capaz de competir con la Ciudad de la Luz en que París se estaba convirtiendo. El proyecto de Wren estaba calculado conforme a complejas reglas geométricas que reflejarían el concepto de «Como arriba, así es abajo». Pero no sería la única propuesta de reconstrucción basada en conceptos esotéricos: John Evelyn propuso otro proyecto que, basado en las proporciones del número 12, pretendía hacer de las calles de Londres un gigantesco árbol sefirótico.
Wren hubo que reconstruir 51 iglesias, pero sobre todo, hubo de reedificar la catedral de San Pablo, que sería el ónfalo de esta Nueva Jerusalén. Ello es especialmente apreciable cuando vemos los planos originales de Wren para San Pablo, que son distintos de la edificación que finalmente se levantó. De hecho, si superponemos el Árbol de la Vida al mapa de Evelyn, nos damos cuenta de que la catedral de San Pablo ocupa el lugar de Tiféret, la Belleza o Equilibrio.
Sir Christopher Wren sería el encargado de reconstruir Londres, e intentaría hacer de la ciudad una Nueva Jerusalén cuya estructura estaría inspirada en el árbol sefirótico, y cuyo ónfalo sería la nueva catedral de San Pablo. Londres estaba entonces llena de masones operativos, y en este contexto de reconstrucción masiva, las personas cultas presumían tener conocimientos sobre el arte de la arquitectura.
Pero por si el Templo del Rey Salomón y la Nueva Jerusalén no fuese un tema lo suficientemente de moda, con la llegada al trono de la casa de Hannover llegó a adquirir un cierto carácter político. Todos hemos escuchado las leyendas que narran cómo María Magdalena llegó al sur de Francia con la hija de Jesús, Sara, la cual dio lugar a la dinastía merovingia. Obviamente esta historia disparatada tenía una clara dimensión política. Pero, por increíble que nos pueda parecer, los Hannover, recién llegados al trono de Inglaterra en 1714, también reclamaban su ascendencia davídica, y por ello fomentaron el mito de la Nueva Jerusalén, ciudad en la que reinaría un monarca que entroncaba con la dinastía de David. Esto provocó que se identificase todo lo referente al Templo con la condición de buen súbdito hannoveriano. Obviamente, nadie a esas alturas se iba a creer realmente que la nueva dinastía tuviese sangre davídica, pero el interés por el Templo se convirtió en políticamente correcto, lo que facilitó también que entrase en el Segundo Grado de una masonería participada por buena parte del establishment.
Si bien los Modernos rellenaron el Segundo Grado con las ideas vigentes en la época, los Antiguos, que sí tenían una idea mucho más espiritual de la Iniciación, lo aprovecharían con un propósito muy definido. Para ello no solo pondrían el nuevo grado de Compañero al servicio del modelo iniciático místico, sino que lo harían de la mano de otro grado estrechamente emparentado con el de Compañero, La Marca, cuyas enseñanzas complementan al primero.
Tanto en el ritual de los Antiguos, como en el actual Rito de Emulación, el grado de Compañero versa sobre el trabajo interior de expiación y catarsis, y esa lucha interna queda representada en los dos mitos de este grado: el de Josué y el de Jefté.
A pesar de nuestros mandiles y nuestra regalía, lo normal es que los miembros de la Logia no seamos auténticos iniciados, aunque representemos un ritual que sí conmemora la Iniciación. Y uno de los rasgos que mejor reflejan nuestro desconocimiento es que solemos considerarla como un acontecimiento placentero y gozoso. Pero, aunque sin duda su fin último lo es, en su camino el iniciado encuentra un gran pesar, incomprensión, remordimiento, injusticia e incluso desapego de su anterior círculo afectivo. El entorno social y material que rodea a aquel que desea experimentar el paraíso no tiene por qué ser apto para acompañar al iniciado una vez que este ha alcanzado etapas de evolución espiritual más elevadas; o, peor aún, pueden lastrarle e impedirle su progreso, por lo que es normal que paulatinamente se vaya alejando de esas circunstancias. Para representar simbólicamente este estado de pesar y lucha interior, en la masonería antigua se emplearon las leyendas de Josué y Jefté, que representan la lucha entre el bien y el mal, personificada en los adoradores del Dios verdadero y los de las deidades paganas.
Josué se convirtió en el líder de los israelitas tras la muerte de Moisés, siendo un líder militar implacable y de una dureza inusitada. Fue él quien hizo caer las murallas de Jericó, tras lo cual todos los habitantes de la ciudad, incluyendo mujeres y niños, fueron muertos, con excepción de la prostituta Rahab. Posteriormente acontecerá un hecho de gran importancia para el simbolismo masónico: Josué se verá obligado a derrotar a una alianza de cinco reyes amorreos. Durante la batalla, para ayudar a los israelitas, Yahvé hizo que el sol se «detuviera» en el cielo; y, tras la victoria, Josué ejecutó personalmente a los cinco reyes. En realidad, estos cinco reyes representan la pentada de dioses a la que adoraban los judíos politeístas, como los samaritanos. Como hemos dicho, el conflicto entre los israelitas y el resto de tribus tiene como trasfondo la lucha entre monoteístas y paganos politeístas, siendo esta la razón por la que el ritual masónico adopta las batallas de Josué como alegoría de la lucha interna que el Compañero debe experimentar. El momento en que Josué levanta el brazo izquierdo para ordenar al sol que se detenga el tiempo suficiente hasta «destruir a los enemigos del Señor» es el que origina el Signo de Saludo o Perseverancia, que hacemos al ponernos al orden en Segundo Grado. Este signo viene a representar el estadio, de una duración variable en el tiempo, durante el cual el Compañero termina de deshacerse de sus posesiones mundanas antes de poder experimentar la ordalía del Tercer Grado.