La historia o la lectura del tiempo - Roger Chartier - E-Book

La historia o la lectura del tiempo E-Book

Roger Chartier

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Beschreibung

Desde los años setenta y las obras de Paul Veyne, Hayde White y Michel de Certeau, los historiadores han discutido dos cuestiones esenciales: por un lado, la tensión entre la forma retórica y narrativa de la historia, compartida con la ficción, y su estatuto de conocimiento comprobado; por el otro, la relación entre el lugar social donde la historia como saber se produce (ahora la universidad, anteriormente la ciudad antigua, el monasterio, las cortes, las academias) y sus temas, técnicas y retórica. Recordando y desplazando estas cuestiones clásicas, este ensayo hace hincapié en tres problemas más recientes: 1) La competencia para la representación del pasado entre historia, literatura y memoria; 2) Las posibilidades y efectos de la comunicación y de la publicación electrónicas sobre la investigación y la escritura históricas; 3) La construcción de la relación entre las experiencias del tiempo y la construcción del relato histórico.

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Roger Chartier

LA HISTORIA O LA LECTURA DEL TIEMPO

Marc Augé

Por una antropología de la movilidad

Roger Chartier

La historia o la lectura del tiempo

Manuel Cruz

Acerca de la dificultad de vivir juntosLa prioridad de la política sobre la historia

Néstor García Canclini

Lectores, espectadores e internautas

Ferran Mascarell

Barcelona como proyecto de cultura

Josep Ramoneda

Una defensa apasionada de la Ilustración

George Yúdice

Nuevas tecnologías, música y experiencia

LA HISTORIA O LA LECTURA DEL TIEMPO

Roger Chartier

© Roger Chartier, 2007

Traducción: Mar Garita Polo

Diseño de la colección: Sylvia Sans

Primera edición: octubre de 2007, Barcelona

© Editorial Gedisa, S.A.

Avda. Tibidabo, 12, 3.º

08022 Barcelona (España)

Tel. 93 253 09 04

Fax 93 253 09 05

Correo electrónico: [email protected]

http://www.gedisa.com

Preimpresión:

Editor Service S.L.

Diagonal 299, entresòl 1ª – 08013 Barcelona

ISBN: 978-84-9784-236-5

Depósito legal: B. 44631-2007

Impreso por Romanyà Valls

Impreso en España

Printed in Spain

Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o en cualquier otro idioma.

Serie aniversario 30 años

Visión 3X es una serie conmemorativa de XXX años de edición continuada. De crecimiento en la elaboración de contenidos y su expansión a lo largo y ancho de la geografía española y por supuesto de toda América Latina.

V3X es también mirar hacia dentro, atravesar la piel y ver los huesos de nuestras estructuras y marcas más sólidas. También es una forma de la mirada, es alzar la vista mientras nos damos la vuelta y oteamos nuestros orígenes para entenderlos. A su vez, este artilugio nos permite girar sobre nosotros mismos, levantar de nuevo los ojos y mirar el futuro a través de la palabra que explora y especula. Nuestro artefacto es limitado, su capacidad está dada por las huellas de su historia. Permite ver el interior pero tiene un límite en sus aumentos: treinta años hacia atrás y treinta años hacia delante, y, sin embargo, creemos sinceramente que los selectos invitados que han hecho uso de él le han sacado sus máximas potencialidades.

Gedisa, orgullosa de sí misma y de sus autores, invita a festejar este 30 aniversario con todo el mundo lector que esté dispuesto a ser sacudido por la mirada crítica que los autores de V3X nos proponen: Marc Augé, Manuel Cruz, Roger Chartier, Néstor García Canclini, Ferran Mascarell, Josep Ramoneda y George Yúdice.

Editorial Gedisa, 2007

Índice

Nota previa

La historia, entre relato y conocimiento

La institución histórica

Las relaciones en el pasado. Historia y memoria

Las relaciones en el pasado. Historia y ficción

De lo social a lo cultural

Discursos eruditos y prácticas populares

Microhistoria y globalidad

La historia en la era digital

Los tiempos de la historia

Nota previa

Este libro es el quinto que publico con Gedisa. Semejante colaboración –larga en el tiempo y basada en la confianza mutua– es un ejemplo entre muchos otros del importante papel que esta editorial desempeña para que sean conocidos, leídos y discutidos en el ámbito de la lengua castellana los trabajos de historiadores europeos o americanos. Es para mí un placer y un orgullo estar presente en un catálogo en el cual figuran también autores como Fernand Braudel, Jean-Pierre Vernant, Jacques Le Goff, Peter Burke o Carlo Ginzburg.

La publicación de este nuevo libro me permite recordar cuáles fueron las mutaciones de mi disciplina, la historia, después de 1992, fecha de la primera obra mía que editó Gedisa, El mundo como representación. Estudios sobre la historia cultural (que fue también la primera traducida al castellano). A partir de una serie de reflexiones metodológicas y diversos estudios de caso, dicho libro proponía un conjunto de conceptos que proporcionaba nuevos modelos de análisis capaces de superar los límites de las dos formas que dominaban la historia cultural: por un lado, la historia de las mentalidades tal como la definían las obras de Lucien Febvre o Robert Mandrou; por otro lado, una historia cuantitativa que seguía los métodos estadísticos de la historia económica y social. Las nociones de representación, prácticas y apropiación que se encuentran en mi libro de 1992 proponían una aproximación que hacía hincapié en los usos particulares más que en las distribuciones estadísticas. En este sentido, llamaba la atención sobre los gestos y comportamientos y no sólo sobre las ideas y los discursos, y consideraba las representaciones (individuales o colectivas, puramente mentales, textuales o iconográficas) no como simples reflejos verdaderos o mentirosos de la realidad, sino como entidades que van construyendo las divisiones mismas del mundo social. Tal propuesta aseguró una presencia más fuerte en el mundo intelectual español y latinoamericano de autores como Norbert Elias, Pierre Bourdieu, Louis Marin o Michel de Certeau. Pese a sus debilidades, el libro encontró una cálida y duradera recepción y siempre me emociono cuando, después de una conferencia o un seminario dictado en España o en un país de Latinoamérica, un joven estudiante, apenas nacido en 1992, me pide que firme su ejemplar del libro.

Dos años después del Mundo como representación, en 1994, salió un segundo libro publicado por Gedisa. Es también una obra muy importante para mí por que fue el ensayo con el cual empecé a definir el campo de trabajo que es todavía el mío hoy en día. En El orden de los libros traté de vincular varias aproximaciones hasta entonces separadas: la crítica textual, la historia del libro y la sociología histórica de la cultura. En él planteaba algunas cuestiones que siguen acompañándome: entre ellas, las modalidades históricas de la construcción de la figura del autor y el papel de las varias maneras de leer en el proceso que da sentido a los textos, o bien la diferencia entre las bibliotecas de piedra y las bibliotecas de papel (cuando la palabra designa una colección impresa), una diferencia que ilustra la tensión entre el deseo de universalidad que conduce al sueño de una biblioteca que abarque todos los libros que fueron escritos (o, con Borges, que podrían serlo), y que requiere –frente al temor del exceso– elecciones y selecciones, multiplicándose así los extractos y antologías.

La brevedad del Orden de los libros ayudó sin duda a su circulación: fue traducido a siete lenguas. La edición de Gedisa se abre con un prólogo de Ricardo García Cárcel que contextualiza mi trabajo dentro del marco de la historiografía española de los años ochenta y noventa, un período impresionante en cuanto al desarrollo de los trabajos dedicados a la historia del libro y la cultura escrita en la península. Estoy particularmente orgulloso de haber participado en esta corriente de estudios situados en el entrecruzamiento de la herencia de los Annales y la tradición filológica española, de la historia social y la crítica textual. El diálogo con los historiadores españoles –cuya acogida fue tan generosa y amistosa– me inspiró el imprudente deseo de empezar a escribir sobre libros y autores del Siglo de Oro y así, como outsider, entrar en la amplia familia de los «hispanistas».

Sin embargo, el tercer libro mío que apareció en el catálogo de Gedisa se remite a otra competencia: la de historiador de la Francia del Antiguo Régimen. Aprovechando –o siguiendo las sugerencias del Bicentenario– escribí un ensayo sobre los orígenes culturales de la Revolución francesa que proponía una reflexión no sobre las causas de la Revolución, que son económicas, sociales y políticas, sino sobre las rupturas brutales o las lentas transformaciones que hicieron pensable, deseable y comprensible tal evento. El título de la traducción castellana, Espacio público, crítica y desacralización en el sigloXVIII, hace mi proyecto más inmediatamente visible que el francés al subrayar tres mutaciones esenciales: la constitución de un espacio político sustraído al control de la autoridad monárquica, el ejercicio de la crítica contra las autoridades y la crisis de los compromisos cristianos. El libro fue criticado por ser idealista, ya que no se dedicaba a los fenómenos sociales que produjeron las rupturas de 1789, o por ser excesivamente sociológico, ya que no hacía hincapié en las ideas y doctrinas ilustradas que fueron las matrices de la política revolucionaria. Si bien entiendo tales críticas, mi proyecto era diferente, pues en él trataba de identificar en la larga duración, incluso antes del siglo XVIII, la distancia tomada en relación con las creencias y autoridades que fundamentaban el antiguo orden, entre ellas la sacralidad del rey, la estructura estamental del mundo social o los dogmas y mandamientos del catolicismo. Lo que intenté fue vincular dichas mutaciones culturales profundas, que socavaron las antiguas certidumbres, con las prácticas inmediatas, y a menudo no discursivas, que debilitaron tan fuertemente el orden tradicional, tanto que unas pocas semanas fueron suficientes para derrumbarlo en el verano de 1789.

Si bien los historiadores fueron siempre los peores profetas, sí pueden ayudar sin embargo a comprender las herencias acumuladas que hicieron de nosotros lo que hoy somos. Es esta certidumbre la que fundamentó otro libro mío que Gedisa publicó en el año 2000 bajo el título de Las revoluciones de la cultura escrita. La serie de ensayos y diálogos reunidos en él respondía a un esfuerzo por situar las mutaciones que impone la entrada en la cultura digital en una historia de larga duración de la cultura escrita. Se trataba entonces de reflexionar sobre los momentos históricos que plasmaron la definición del libro y las prácticas de lectura que son todavía las nuestras, así como las rupturas que las transforman hoy en día. Las revoluciones de la cultura escrita