Cartografías imaginarias - Roger Chartier - E-Book

Cartografías imaginarias E-Book

Roger Chartier

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Beschreibung

Las expediciones por tierras exóticas y el descubrimiento del Nuevo Mundo hicieron que, entre los siglos xiv y xvii, la inclusión de mapas en las obras de ficción fuera cada vez más habitual, a pesar de las dificultades técnicas y económicas que implicaban. La conciencia de la globalidad suscitó el gusto por las cartas geográficas tanto de esos territorios hasta entonces inexplorados como de antiguos países. En este bellísimo ensayo, el eminente historiador Roger Chartier elabora, con la erudición de siempre, una genealogía histórica de la presencia de mapas en novelas, sátiras, utopías y distopías, que van desde el Mundus Alter et Idem hasta Don Quijote de la Mancha. Con este trabajo, hasta ahora inédito en español, Chartier transita una historia desconocida de esas Cartografías imaginarias y, con lucidez, atraviesa sentidos y revelaciones.

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Cartografías imaginarias

(Siglos XVI-XVIII)

Cartografías Imaginarias

(Siglos XVI-XVIII)

Roger Chartier

Traducción de Horacio Pons

Índice de contenidos
Portadilla
Legales
Introducción
Don Quijote de la Mancha, 1780 y 1797
Genealogía inglesa
El mapa de ninguna parte: Utopía, 1516
En Francia: preciosidad y mística
Querella de prioridad
Primeros mapas
Écfrasis y suplemento
Lista de ilustraciones

Chartier, Roger

Cartografías imaginarias. Siglos XVI-XVIII / Roger Chartier. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Ampersand, 2023.

Libro digital, EPUB - (Fuera de serie / 8)

Archivo Digital: descarga y online

Traducción de: Horacio Pons.

ISBN 978-987-4161-91-8

1. Cartografía. 2. Historia de la Literatura. 3. Mapas. I. Pons, Horacio, trad. II. Título.

CDD 809.98

Colección Fuera de Serie

Primera edición, Ampersand, 2022

Hermosilla n° 80. Piso 6, puerta B

(28001) Madrid

www.edicionesampersand.com

© Roger Chartier

© 2022 Esperluette SRL, para su sello editorial Ampersand

Título original en francés: Cartes et fictions (XVI-XVIII siècle)

Dirección editorial: Ana Mosqueda

Edición: Diego Erlan

Corrección: Fernando Segal y Josefina Vaquero

Diseño de interiores: Guadalupe de Zavalía

Maquetación: Silvana Ferraro

Procesamiento de imágenes: Guadalupe de Zavalía

Diseño de cubierta: Delcan & Co.

Primera edición en formato digital: marzo de 2023

Versión 1.0

Digitalización: Proyecto451

ISBN edición digital (ePub): 978-987-4161-91-8

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante el alquiler o el préstamo públicos.

INTRODUCCIÓN

Según dice Franco Moretti, la geografía literaria puede tener dos objetos diferentes: o bien el estudio de la literatura en el espacio, o bien el estudio del espacio en la literatura. (1) La primera perspectiva lleva a elaborar los mapas de las ediciones de las obras y sus traducciones; la segunda opta por los lugares de las intrigas y los desplazamientos de los personajes. No se consagra a los espacios de circulación de los libros, sino a la geografía interna de los textos. En ambos casos es posible una cartografía, pero en ambos esta se construye en el presente. Al igual que los espacios del comercio de librería, los elegidos y descritos por las ficciones adquieren una traducción visual. Producidos por las palabras, se convierten en mapas, itinerarios o atlas. En esa operación se sustrae una realidad, minoritaria, es cierto, pero muy real: la presencia de mapas en las ediciones de las obras en el momento mismo de su publicación. (2) Ya no se trata de mapas elaborados a posteriori, traducciones visibles de espacios que eran solo textuales, sino de mapas que acompañaron las lecturas de los primeros lectores.

Hoy esa presencia se ha tornado común u obligada en un género específico, designado en inglés como epic fantasy y traducido como “fantasía épica” o “fantasía heroica”. El libro fundador del género dio el ejemplo. En efecto, en la primera edición de las tres partes de El señor de los anillos de J. R. R. Tolkien, publicadas en 1954 y 1955, se incluyen tres mapas. (3) Impresos sobre la base de los dibujos hechos por el hijo de Tolkien, Christopher, en el primer volumen, La comunidad del anillo, aparecen dos mapas que muestran “La Tierra Media” y “Una parte del condado”. El tercer mapa, que representa los reinos de Gondor, Rohan y Mordor, está inserto en El retorno del rey, que cierra la trilogía. (4) Con esos tres mapas que reúnen informaciones geográficas y datos onomásticos, la primera edición de El señor de los anillos propone referencias para la lectura, pero sin restringirla. Los mapas de Tolkien construyen un mundo imaginario que invita, “más allá de las peripecias del relato, a cada lector a [hacer] su propio viaje”. (5) Los tres mapas de 1954-1955 no limitaron la imaginación geográfica que se apoderó de la obra e hizo proliferar los mapas, los atlas y los afiches que representan los espacios de los relatos. (6)El señor de los anillos presenta la cartografía de la ficción bajo las dos modalidades de las que nos ocuparemos: los mapas presentes desde la primera edición de una obra (y, en el caso de Tolkien, impresos a partir de los sucesivos esbozos que acompañaron o precedieron la escritura de la historia) y los inspirados por la obra luego de su publicación y, con frecuencia, alejados del relato mismo.

J. R. R. Tolkien había introducido en su libro anterior dos mapas dibujados por él mismo. Publicado en 1937, El hobbit contiene un mapa de la Comarca y otro de Thrór. (7) A diferencia de todos los demás mapas presentes en El hobbit o El señor de los anillos, el de Thrór, que proporciona el plano de la Montaña, es conocido por los protagonistas de la ficción, Bilbo, Gandalf y los enanos, y está dirigido al lector: “Consulte el mapa al comienzo de este libro y encontrará en él las runas en rojo”. (8) En este caso, se supone que el mapa es contemporáneo al momento de la historia. Y lleva la marca de esta con las dos inscripciones en escritura rúnica situadas en el margen izquierdo y el centro. La presencia de los mapas en El hobbit sitúa la obra en el universo de los libros para niños o jóvenes que, muy a menudo, y desde el siglo XIX, propusieron una representación visual de los lugares de la historia contada. (9)

La serie de mapas incluidos en los libros en lengua inglesa destinados a la juventud comienza en 1883. La primera edición de La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson contiene en el frontispicio un mapa de la isla. Las instrucciones crípticas y las tres cruces rojas indicadas en él deben llevar a protagonistas y lectores al descubrimiento del tesoro oculto. (10) Del lado francés del canal de la Mancha, el mapa de otra isla había precedido por poco al de Stevenson. En efecto, un mapa de la isla Lincoln figura en La isla misteriosa de Jules Verne, publicado por Hetzel en 1874-1875 bajo dos formas: como novela por entregas en el Magasin d’éducation et de récréation y como libro en los tres volúmenes de la edición. El plano de la isla, dibujado por el propio Verne, aparece al final de la primera parte, “Los náufragos del aire”. (11) La traducción inglesa del libro, publicada en un inicio como novela por entregas a partir de marzo de 1874 en el St. James’ Magazine, aparece como libro en Londres y Nueva York un año después, pero sin el mapa de la isla. (12)

Dos mapas ingleses se anticiparon a la publicación de El hobbit. En 1926, un mapa del “100 Aker Wood”, dibujado por Ernest H. Shepard, refleja los lugares de las aventuras de Winnie the Poo, de A. A. Milne. (13) Cinco años después, el mismo Shepard dibuja el mapa desplegable incluido en El viento en los sauces, un libro de Kenneth Grahame publicado sin mapa en 1908. (14) El de Shepard aparece en 1931, en la trigésima octava edición de la obra. (15) Después de la guerra, poco tiempo antes de la “Tierra Media” de Tolkien, se cartografió otro mundo imaginario: el inventado por C. S. Lewis en las Crónicas de Narnia. Publicado en 1950, el primer volumen, El león, la bruja y el ropero, no contenía ningún mapa, pero un año después la ilustradora Pauline Baynes dibujó uno para el segundo volumen, El príncipe Caspian. (16) Veinte años más tarde, en 1970, dibujará un mapa de la Tierra Media vendido como póster por Allen & Unwin (17) y seguido en 1971 por otro mapa que acompaña El hobbit. (18)

El propósito de este ensayo no es rastrear la multiplicación de los mapas después de Tolkien, ni en el género de la fantasía épica ni en los libros para la juventud. (19) Ese camino nos llevaría a Harry Potter y Game of Thrones. El recorrido aquí propuesto es el inverso. Apunta a elaborar una genealogía histórica de la presencia de mapas en los relatos de ficción. Como en los diccionarios antiguos, el término “ficción” designa aquí las “invenciones fabulosas” (20) o las “producciones de la imaginación”. (21) Es casi un sinónimo de la fábula, definida por el Dictionnaire de l’Académie como una “cosa fingida e inventada para instruir o divertir. Se utiliza también en referencia al tema, el argumento de un poema épico, un poema dramático, una novela”. (22) Una definición semejante de la ficción, que supone que autor, editor y lector comparten una convención, conduce a la exclusión de los mapas que solo se presentan como representaciones de un espacio real, y ello, aun en los casos en que el territorio cartografiado es de hecho imaginario. (23) Todos los mapas estudiados en esta investigación acompañan novelas, sátiras, utopías o distopías, aun cuando o, mejor, sobre todo cuando esas fábulas pertenecen a géneros que supuestamente dicen lo real, como, por ejemplo, los relatos de viaje.

El primer mapa de nuestra búsqueda retrospectiva no fue querido y menos aún dibujado por el autor de la historia ilustrada por él. Se incorporó a la obra ciento sesenta y cinco años después de su publicación. No representa un territorio fabuloso sino, de manera más prosaica, un país que existe efectivamente. Debería quedar excluido de nuestro corpus, porque todo en él parece real. Todo, salvo los viajeros que toman los caminos trazados en él.

1. Franco Moretti, Atlas du roman européen 1800-1900 [1997], París, Seuil, 2000 [trad. esp.: Atlas de la novela europea, 1800-1900, trad. de Mario Merlino, Madrid, Trama Editorial, 2001]. Véase también Franco Moretti, Graphes, cartes et arbres: modèles abstraits pour une autre histoire de la littérature [2005], París, Les Prairies Ordinaires, 2008.

2. Ricardo Padrón, “Mapping imaginary worlds”, en James R. Akerman y Robert W. Karrow Jr. (eds.), Maps: Finding Our Place in the World, Chicago, University of Chicago Press, 2007, pp. 255-287. Véase también Hannah Stahl, Imaginary Maps in Literature and Beyond, blog de la Library of Congress [Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos], 2016.

3. J. R. R. [John Ronald Reuel] Tolkien, The Fellowship of the Ring: Being the First Part of the Lord of the Rings, The Two Towers,y The Return of the King, Londres, George Allen & Unwin, 1954-155 [trad. esp.: El señor de los anillos, 3 vols., trad. de Luis Domènech, Buenos Aires, Minotauro, 1977-1980 (La comunidad del anillo, Las dos torres y El retorno del rey)]. La primera traducción francesa, debida a Francis Ledoux, fue publicada en 1972-1973 por Christian Bourgois en tres volúmenes: La Communauté de l’anneau, Les Deux tours y Le Retour du roi. La misma editorial lanzó en 2014-2015 una nueva traducción, establecida por Daniel Lauzun, con un nuevo título para el primer volumen: La Fraternité de l’anneau.

4. Isabelle Pantin, “Inventer, visualiser, dessiner des mondes”, en Vincent Ferré y Frédéric Manfrin (eds.), Tolkien: voyage en Terre du Milieu, París, Bibliothèque nationale de France/Christian Bourgois, 2019, pp. 43-48.

5. Julie Garel-Grislin, “Les coordonnées de la fiction: ce que la carte fait au récit”, Revue de la Bibliothèque nationale de France, 59 (2), 2019, pp. 22-30 (cita en p. 29).

6. Karen Wynn Fonstad, The Atlas of Tolkien’s Middle-Earth, Boston, Houghton Mifflin Harcourt, 1981 [trad. esp.: Tolkien: atlas de la Tierra Media, trad. de Dolors Gallart y José López Jara, Barcelona, Timun Mas, 1993], y Barbara Strachey, Journeys of Frodo: An Atlas of J. R. R. Tolkien’s The Lord of the Rings, Londres, George Allen & Unwin, 1981. Véase Jonathan Crowe, “Celebrating Christopher Tolkien’s cartographic legacy”, Tor.Com, 22 de enero de 2020.

7. J. R. R. Tolkien, The Hobbit, Londres, George Allen and Unwin, 1937; versión francesa: Bilbo le hobbit, trad. de Francis Ledoux, París, Stock, 1969 [trad. esp.: El hobbit, trad. de Manuel Figueroa, Barcelona, Minotauro, 1982; la primera edición, hoy casi inhallable, es El hobito, trad. de Teresa Sánchez Cuevas, Buenos Aires, Compañía General Fabril Editora, 1964. (N. del T.)].

8. J. R. R. Tolkien, Le Hobbit, trad. de Daniel Lauzon, París, Christian Bourgois, 2012, p. 36.

9. Jonathan Crowe, “Where Do Fantasy Maps Come From”, Tor.Com, 23 de septiembre de 2020.

10. Robert Louis Stevenson, Treasure Island, Londres, París y Nueva York, Cassell & Company, 1883. El mapa incluido en el libro se describe en el texto, p. 51. Versión francesa: L’Île au Trésor, trad. de André Laurie, París, J. Hetzel et Cie, 1885, col. “Bibliothèque d’éducation et de récréation”; la descripción y la copia del mapa de la isla del tesoro están en pp. 46-47 [trad. esp.: La isla del tesoro: novela escrita en inglés, trad. de Manuel Caballero, Nueva York, D. Appleton y Cia., 1886; el mapa figura en la página previa a la del título. (N. del T.)].

11. Jules Verne, L’Île mystérieuse, París, Hetzel et Cie, 1875, col. “Bibliothèque d’éducation et de récréation”, serie “Les voyages extraordinaires”. El mapa figura en la p. 201 de la primera parte [trad. esp.: La isla misteriosa, 3 vols., trad. de Nemesio Fernández Cuesta, Madrid, Imprenta y Librería de Gaspar (antes Gaspar y Roig), 1875-1876]. Véase Jacky Fontanabona, “La géographie de Jules Verne et ses cartes dans L’Île mystérieuse”, M@ppemonde: revue trimestrielle sur l’image géographique et les formes du territoire, 97, 2010, en <mappemonde-archive.mgm.fr>.

12. Jules Verne, The Mysterious Island: Dropped from the Clouds, trad. de W. H. G. Kingston, Londres, Sampson Low, Marston, Low & Searle, 1875, y The Mysterious Island: Wrecked in the Air, Nueva York, Scribner, Armstrong & Co., 1875.

13. A. A. Milne, Winnie-the-Pooh, Londres, Methuen & Co., 1926. Versión francesa: Histoire d’un ours comme-ça, trad. de Jacques Papy, París, Presses de la Cité, 1946 [trad. esp.: Winny de Puh, trad. de Isabel Gortázar, Madrid, Altea, 1985].

14. Kenneth Grahame, The Wind in the Willows, Londres, Methuen, 1908.

15. Kenneth Grahame, The Wind in the Willows, ilustrado por Ernest H. Shepard, Londres, Methuen, 1931. Versión francesa: Le Vent dans les saules, trad. de Laure Delattre, ilustraciones de Ernest H. Shepard, París, Armand Colin, 1935, col. “Bibliothèque du petit français” [trad. esp.: El viento en los sauces, trad. de M. Manent, Barcelona, Juventud, 1945].

16. C. S. Lewis, The Lion, the Witch, and the Wardrobe: A Story for Children, Londres, Geoffrey Bles, 1950, y Prince Caspian: The Return to Narnia, Londres, Geoffrey Bles, 1951. La serie completa estará formada por siete volúmenes, publicados a razón de uno por año hasta 1956. Versión francesa: Le Lion et le sorcière blanche y Prince Caspian: le retour à Narnia, trad. de Emilie R. Blanchet, París, Hachette, 1952-1953, col. “Idéal-Bibliothèque” [trad. esp.: El león, la bruja y el armario y El príncipe Caspian, en Crónicas de Narnia: obra completa, trad. de Gemma Gallar, Barcelona, Destino, 2005].

17. Pauline Baynes, A Map of Middle-Earth, Londres, Allen & Unwin, 1970.

18. Pauline Baynes, “There and Back Again”: A Map of Bilbo’s Journey through Eriador and Rhovanion, Londres, Allen & Unwin, 1971.

19. Björn Sundmark, “Mapping Middle Earth: a Tolkienian legacy”, en Nina Goga y Bettina Kummerling-Meibauer (eds.), Maps and Mapping in Children’s Literature: Landscapes, Seascapes and Cityscapes, Ámsterdam, John Benjamins Publishing Company, 2017, <https://doi.org/10.1075/clcc.7.13sun>.

20. Le Dictionnaire de l’Académie françoise, “Fiction”, vol. 1, París, Veuve de Jean-Baptiste Coignard, 1694, p. 443.

21. Antoine Furetière, “Fiction”, en Dictionnaire universel, contenant généralement tous les mots français tant vieux que modernes, vol. 2, E-K, La Haya, chez Pierre Husson, 1727, sin paginar.

22. Le Dictionnaire de l’Académie françoise, “Fable”, vol. 1, op. cit., p. 421.

23. Gilles A. Tiberghien, “Cartes imaginaires et forgeries”, en Jean-Marc Besse y Gilles A. Tiberghien (eds.), Opérations cartographiques: dimensions, corps, matérialités, rencontres, imaginaires, Arles, Actes Sud, 2017, pp. 290-303.

DON QUIJOTE DE LA MANCHA, 1780 Y 1797

Palabras y mapas

En 1780, Joaquín Ibarra imprime para la Real Academia Española una nueva edición de Don Quijote. (24) Publicada en cuatro tomos, en el formato en cuarto mayor, esta lujosa edición propone un texto establecido por el académico Vicente de los Ríos. Varios instrumentos críticos se agregan a la obra: un juicio crítico o “Análisis del Quixote”, una “Vida de Cervantes” y un “Plan cronológico del Quixote”. Pero la novedad más espectacular no está en el texto. Se encuentra en un desplegable fuera de texto que ofrece al lector un “Mapa de una porción del Reyno de España que comprehende los parages por donde anduvo Don Quixote, y los sitios de sus aventuras” [mapa 1]. (25) Este mapa cuenta con todo el crédito científico deseable: lo dibujó Tomás López, geógrafo del rey y cartógrafo de los reinos, provincias y ciudades de España, que siguió “las observaciones hechas sobre el terreno” por Joseph de Hermosilla, capitán del Cuerpo Real de Ingenieros y, también él, miembro de la Academia. Los itinerarios de las tres “salidas” de don Quijote (en la primera parte, los capítulos 1 a 5, luego todos a partir del 7, y en la segunda parte, todos a partir del capítulo 7) se trazan en el mapa, y treinta y cinco números remiten a otras tantas “aventuras” de don Quijote. Algunas de estas se localizan con precisión, entre ellas, en el número 22, las “lagunas de Ruydera y cueva de Montesinos”, o, en el número 33, “la playa de Barcelona”. Dos años después, Ibarra vuelve a publicar su edición en cuatro volúmenes, esta vez en un formato más modesto en octavo, pero con el mismo mapa desplegable.

1 Mapa de una porción del Reyno de España que comprende los paráges por donde anduvo Don Quixote y los sitios de sus aventuras. Ilustrado por Tomás López, cartógrafo del Rey Carlos III. Extraído de El ingenioso Hidalgo Don Quixote de la Mancha, impreso por Joaquín Ibarra, 1780. Biblioteca Nacional de España.

Antes de 1780, la geografía cervantina había sido textual y solo se hacía visible en los paisajes imaginados por las ilustraciones. En la edición de Ibarra, los treinta y dos grabados aspiran a ser fieles al texto del libro. Los pintores y dibujantes encargados de realizarlos recibieron descripciones extensas y detalladas de las escenas que debían representar. (26) Sin embargo, las indicaciones acerca de los paisajes son muy generales: una pradera, un bosque, un prado, una aldea, etc. Dejan una gran libertad a la imaginación de los artistas. Esa libertad era aún más grande en todas las ediciones ilustradas impresas entre 1657, fecha de la traducción holandesa publicada en Dordrecht, que fue la primera en contener una serie de estampas –veinticuatro en su caso–, (27) y 1780. La imaginación estética, deliciosa para el lector, presentaba de todos modos un riesgo: destruir una de las “magias parciales del Quijote”, para recordar la fórmula de Borges.

Esta magia del libro consiste en situar las aventuras del caballero andante en un mundo prosaico, concreto, familiar. “A las vastas y vagas geografías del Amadís opone los polvorientos caminos y los sórdidos mesones de Castilla”, escribe Borges. La referencia a realidades geográficas conocidas por los lectores es uno de los dispositivos que deben “confundir lo objetivo y lo subjetivo, el mundo del lector y el mundo del libro”, (28) al igual que la presencia de un ejemplar de La Galatea de Cervantes en la biblioteca de don Quijote o el hecho de que, en la segunda parte, de 1615, los protagonistas de la historia, empezando por el propio hidalgo, hayan leído la primera, publicada diez años antes, así como su continuación a cargo de “Avellaneda”, aparecida en 1614. Trazar en el mapa de una España auténtica las peregrinaciones del héroe de ficción no podía sino fortalecer la ilusión de realidad.

Sin embargo, ninguna edición de Don Quijote lo hace en vida de Cervantes (y ni siquiera mucho después). Cuando hay mapas en sus obras, se trata de mapas de palabras. Así sucede en Los trabajos de Persiles y Sigismunda, su gran libro publicado en 1617, un año después de su muerte. En el capítulo 10 del tercer libro, los héroes de esta “historia septentrional”, convertidos en peregrinos en marcha hacia Roma, llegan a una aldea de la Mancha, “un lugar no muy pequeño ni muy grande, de cuyo nombre no me acuerdo”, según declara el narrador, que recuerda así irónicamente la primera frase de Don Quijote. (29) En medio de la plaza, “vieron mucha gente junta, todos atentos mirando y escuchando a dos mancebos que, en traje de recién rescatados de cautivos, estaban declarando las figuras de un pintado lienzo que tenían tendido en el suelo”. (30) En la tela se representan la ciudad de Argel, su puerto y el navío del corsario Dragut, en el que los dos jóvenes dicen haber sido forzados. La descripción de la tela pintada asocia las dos definiciones de la écfrasis: es la descripción de un objeto particular o de una obra de arte, y la narración de la historia representada en ellos. (31) Cervantes había utilizado este procedimiento de metaécfrasis en el capítulo 9 de la primera parte de Don Quijote