La iluminación en el teatro negro y en el teatro de sombras - Mauricio Rinaldi - E-Book

La iluminación en el teatro negro y en el teatro de sombras E-Book

Mauricio Rinaldi

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Beschreibung

La luz ha sido utilizada tempranamente como elemento expresivo en el teatro, concretamente desde mediados del siglo XVI, presentando un gran desarrollo en la iluminación escénica desde fines del siglo XIX. Por otra parte, durante el siglo XX la luz ha trascendido el ámbito teatral para ser utilizada por artistas plásticos y visuales en las más diversas formas de arte. Por ello, el estudio de la estética de la luz es necesario para comprender cómo se articula la iluminación con los otros elementos que constituyen una obra de arte. Este libro trata sobre los modos en que la luz puede ser tratada desde el punto de vista de la composición espacial y de sus desarrollos en el tiempo. Se consideran así las posibilidades de composición visual con la iluminación. Luego de considerar el fenómeno de la percepción visual y el comportamiento visual de los materiales frente a la luz, se expone una metodología para su estudio desde la estética, tanto en lo referido a las posibilidades de manipulación de la luz como en sus posibles configuraciones espaciales y dinámicas. Así, la finalidad de esta obra es brindar al lector las herramientas conceptuales para la organización formal de la iluminación.

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Seitenzahl: 111

Veröffentlichungsjahr: 2018

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mauricio rinaldi

la iluminación en el teatro negro y en el teatro de sombras

Ediciones

Rinaldi, Mauricio

La iluminación en el teatro negro y en el teatro de sombras / Mauricio Rinaldi. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Ars Lux, 2017.

94 p. ; 20 x 14 cm.

ISBN 978-987-45117-5-1

1. Iluminación. 2. Teatro. I. Título.

CDD A862

Portada: Maximiliano Nuttini

Maquetación: Inés Rossano

Fotografía: Vilma Santillán

Contacto con el autor: [email protected]

Web site del autor: www.arslux.com.ar

Ediciones ARS LUX

Chile 1348, 1° D, 1098 Buenos Aires, Argentina.

www.arslux.com.ar

[email protected]

Prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier medio mecánico, eléctrico, electrónico, magnético, fotográfico u otro, sin la expresa autorización del autor.

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Índice

Prólogo

CAPÍTULO 1 - El teatro y lo visual

Introducción

El teatro de imagen

Los géneros y la imagen

Sobre la luz y la oscuridad en el teatro

CAPÍTULO 2 - Teatro negro

Antecedentes históricos

Características espaciales del teatro negro

Aspectos físicos de la luz negra

La iluminación en el teatro negro: posibilidades y límites

CAPÍTULO 3 - Teatro de sombras

Antecedentes históricos

Aspectos físicos de la luz blanca

Teoría de la sombra

Características espaciales del teatro de sombras

La iluminación en el teatro de sombras: posibilidades y límites

CAPÍTULO 4 - La composición en el teatro negro y en el teatro de sombras

El vacío como punto de partida

Comparación entre el teatro negro y el teatro de sombras

Semiótica teatral

CAPÍTULO 5 - El teatro negro y el teatro de sombras en la educación

Introducción

La práctica del Teatro Negro y del Teatro de Sombras

Bibliografía

Fuentes electrónicas

Prólogo

De la oscuridad total emergen de manera insospechada formas brillantes que parecen tener vida propia. Pero también a veces, de modo inexplicable, aparecen oscuras formas animadas sobre un plano iluminado. Así, el teatro negro y el teatro de sombras se nos presentan como realidades escénicas de una particular expresividad cargada de misterio o, al menos, creadoras de curiosas ilusiones. En efecto, se trata de dos modalidades de puesta en escena que requieren el diseño cuidado y la manipulación precisa de objetos, en ocasiones conjuntamente con un buen dominio de la expresión corporal, mediante las cuales el espectador asiste a una sucesión de acontecimientos narrados, entre otras cosas, a través de estos objetos. Si bien el teatro negro y el teatro de sombras suelen incluir la palabra y/ o el sonido, se trata de dos modos de escenificación en los cuales lo visual es predominante o, al menos, generalmente llama poderosamente nuestra atención. Pero para producir los efectos visuales propios de estos espectáculos, la iluminación debe estar realizada con gran cuidado. No se trata de disponer de tecnología sofisticada, sino de utilizar adecuadamente algunas fuentes de luz en relación con los objetos escénicos. Efectivamente, el teatro negro y el teatro de sombras requieren condiciones de iluminación específicas; la técnica, en estos casos, debe ser entendida como la precisa ubicación y control de la iluminación en perfecto acuerdo con los movimientos escénicos. Podríamos decir que se trata de modos teatrales de alta elaboración artesanal, generalmente, con costos de producción no muy elevados. Y, aunque no hay restricciones en su escala, se trata de producciones realizadas en espacios de dimensiones reducidas o medias. En el caso de espacios reducidos, pueden lograrse espectáculos de gran belleza plástica con muy pocos recursos.

En este libro expongo las características técnicas y las posibilidades expresivas del teatro negro y del teatro de sombras desde el punto de vista de la iluminación. En sus páginas he alternado aspectos históricos y conceptuales con explicaciones técnicas, por lo que el texto total es heterogéneo. El motivo por el cual he presentado conjuntamente ambos tipos de teatro es que en ambos casos se utilizan objetos movidos por operadores-actores, conocidos como manipuladores, lo cual da al teatro negro y al teatro de sombras una base común si los consideramos desde el punto de vista de la puesta en escena. Además, la iluminación debe ajustarse con precisión al contexto espacial y al movimiento de los objetos, tanto en el teatro negro como en el teatro de sombras. Podemos observar así que el teatro negro y el teatro de sombras comparten características comunes, aún cuando el resultado visual de cada uno de ellos tiene sus propias particularidades que los diferencian. Un primer capítulo introductorio nos brinda algunos conceptos sobre el texto teatral y el teatro de imagen en relación con los géneros teatrales; seguidamente, en el segundo capítulo se abordan los orígenes y las características del teatro negro atendiendo a la puesta de luces; en el tercer capítulo se presentan los orígenes y las características del teatro de sombras, también estudiando la puesta de luces; en el cuarto capítulo se exponen las posibilidades de composición visual del teatro negro y del teatro de sombras mediante comparación entre ambos. Por último, en el quinto capítulo se indaga sobre el teatro negro y el teatro de sombras en contextos educativos y recreativos. Los capítulos 2 y 3 pueden leerse independientemente uno de otro, según el interés o las necesidades del lector. Por todo ello, entiendo que este libro será de utilidad no solo a los técnicos y diseñadores de iluminación teatral, sino también a los directores de escena, a los titiriteros, a los productores de eventos performativos, educadores, docentes y a todos aquellos que realizan actividades sociales.

Buenos Aires, noviembre de 2016

CAPÍTULO 1

El teatro y lo visual

Introducción

El concepto tradicional del teatro occidental considera la obra teatral como estructurada principalmente a partir del texto del actor y del personaje que éste interpreta, por lo que se trata de una concepción del teatro como literatura. Sin embargo, debemos recordar que el texto teatral no es literatura, ya que un texto teatral no es un texto para ser leído, sino que es un texto para ser puesto en escena.1 Desde este punto de vista, todos los elementos de la puesta en escena están subordinados al personaje, de manera que el diseño de la escenografía, del vestuario y de la iluminación es la consecuencia del modo en el cual el director de escena interpreta el texto dramático, las acciones y la trama de relaciones entre los personajes de ese texto. La palabra declamada por el personaje guía el desarrollo de la obra y los elementos visuales acompañan este desarrollo siendo, en el mejor de los casos, elementos narrativos paralelos que, eventualmente, pueden ayudar a la comprensión de la acción en sus aspectos que, en ocasiones, no son evidentes por medio de la sola palabra. En los casos menos felices, los elementos visuales son meros «decorados», como si no pudieran ser obviados en la puesta en escena y hubiera que aceptarlos inevitablemente por el solo hecho de que el personaje ocupa el espacio del escenario. Los elementos del espacio (que son elementos visuales) son así consecuencia del tiempo (lo textual). Esta concepción del teatro como literatura es una idea muy difundida que aún en la actualidad se tiene del teatro.

Sin embargo, desde las vanguardias, iniciadas a mediados del siglo XIX, surgieron diferentes concepciones respecto de la puesta en escena, muchas de las cuales se desarrollaron a partir de propuestas espaciales. Estas nuevas concepciones tuvieron el objetivo de cuestionar el ilusionismo en el teatro, el cual se manifestó a partir de un tipo de escenografía pictórica constituida por planos paralelos y yuxtapuestos conocida como escenografía de fondo y rompimientos, máximo desarrollo escenovisual del Barroco que creaba la ilusión de un espacio profundo mediante la perspectiva. Basta recordar a Adolphe Appia (1862 – 1928), a Edward Grodon Craig (1872 – 1966), a Alexandre de Salszmann (1874 – 1934) o a Mariano Fortuny (1838 – 1874) para mostrar una voluntad de cambio en la visualidad escénica desde el último ottocento. Se trata de un cambio guiado por el concepto de que todos los elementos de la puesta en escena tengan sentido y, por lo tanto, de la necesidad de fundamentarlos en términos dramatúrgicos. Cabe, por ello, recordar brevemente sus aspectos principales. En primer lugar, Appia busca eliminar la contradicción plástica entre un actor tridimensional y una escenografía bidimensional, proponiendo un espacio escenográfico tridimensional que surge del movimiento del actor, conjunto que adquiere coherencia plástica mediante la luz. En segundo lugar, Gordon Craig propone un espacio simbólico mediante paneles móviles que se constituyen en narración en sí mismos, cuya dinámica se logra en gran parte por la intervención de la iluminación. En tercer lugar, De Salszmann sustituye el concepto de sala iluminada por el de sala iluminante utilizando paneles de superficies translúcidas que difunden la luz de fuentes colocadas en su interior. En cuarto lugar, Fortuny busca instaurar en el escenario la sensación de luz natural reflejando la luz de las luminarias en una sección de cúpula que cierra la escena y sobre paneles para lograr luz indirecta sobre la escena. Así, las vanguardias en el teatro sustituyeron la escenografía de planos pintados, de herencia barroca, por espacios con diferentes volumetrías. Como podemos observar, en estas concepciones la iluminación juega un papel fundamental para lograr la puesta en escena; como consecuencia, la luz fue incorporada a la puesta en escena desde una necesidad conceptual.2 Este proceso de cambios conceptuales fue posible por el desarrollo paralelo de la tecnología de la iluminación eléctrica; en este sentido, recordamos que en 1883 Edison inventa su lámpara de filamento incandescente, y en 1936 se inventa el tubo fluorescente. Estos dispositivos dieron al teatro la posibilidad de controlar la intensidad, la concentración y el color de la luz, permitiendo materializar las nuevas propuestas escénicas.3

El teatro de imagen

A mediados del siglo XX se hizo evidente una inquietud que había comenzado, tal vez inconscientemente, a mediados del siglo anterior: el problema de la imagen teatral. Al definir la imagen como problema estamos haciendo referencia al hecho de que lo visual era considerado como “acompañamiento” o adorno del texto, es decir, no se consideraba que lo visual pudiera tener igual importancia que el texto hablado de los personajes de la obra teatral. Así, muchos dramaturgos y directores de escena se plantearon la posibilidad de que los elementos visuales tuvieran el mismo nivel narrativo que el texto, o sea, que todo elemento visual en el escenario fuera igualmente apto para expresar el contenido del texto teatral.

En este sentido, debemos definir con precisión qué es un texto teatral o texto dramático. La teoría teatral tradicional considera que un texto dramático es un texto para ser puesto en escena. Esto que ya expresáramos un poco más arriba, puede precisarse diciendo que

Texto dramático es la fijación en signos de escritura de una propuesta imaginativa ofrecida a quienes, por estar en posesión de los secretos del arte dramático, poseen la capacidad y medios para convertir la propuesta (de carácter literario) en hecho teatral. El texto dramático propone una serie de relaciones específicas de los elementos anteriores. Es producto que, transformado en hecho teatral, engendra nuevo fenómeno estético-ilusorio con nuevas relaciones entre sus componentes. Como “texto dramático”, es solo propuesta y no alcanza a cumplir su finalidad última. Convertido en hecho escénico consuma su objetivo estético, su destino final.4

Observamos así que el texto dramático no incluye solo los parlamentos (o sea, aquello que declaman los personajes), sino también una descripción de otras instancias que deben darse en escena, lo cual se hace mediante acotaciones o comentarios que el autor intercala entre los diálogos y monólogos de los personajes, conocidos como didascalias. Mediante estas didascalias el autor puede especificar el lugar en el cual se desarrolla la acción, el momento del día o el tipo de iluminación, detalles sobre el vestuario, movimientos de los personajes, etc. Así, el texto dramático se desarrolla como una secuencia de parlamentos y didascalias, y, ampliando este concepto, podemos decir que el texto teatral se constituye como un descriptor de acciones, acontecimientos y situaciones que deben producirse en el escenario. Estas diferentes instancias se refieren al modo de habitar el espacio de los personajes mediante la escenografía, a las transformaciones de la iluminación en las diferentes escenas, a los sonidos o efectos sonoros que se producen en determinados momentos, y a los modos de autopresentación de los personajes no solo mediante sus gestos y movimientos, sino también mediante su vestuario. A partir de estas consideraciones, el texto teatral se compone de los parlamentos de los personajes y del conjunto de documentos necesarios para la puesta en escena que surgen de las didascalias: indicaciones de movimientos actorales, bocetos y planos de escenografía e iluminación, objetos de utilería, figurines de vestuario, composiciones sonoras, etc.