La invención lacaniana del pasaje al acto - Pablo D. Muñoz - E-Book

La invención lacaniana del pasaje al acto E-Book

Pablo D. Muñoz

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Beschreibung

Jacques Lacan se interesó desde sus comienzos por el problema clínico que el pasaje al acto comporta. Sin embargo, hubo que esperar más de treinta años para que, en su seminario sobre la angustia, produzca y formalice el concepto psicoanalítico que rompe con la tradición psiquiátrica francesa que había hecho de la expresión passage à l'acte una categoría meramente descriptiva, cargada de referencias morales, criminológicas y despojada de valor teórico. Producción laboriosa, sinuosa por momentos, cuyas fases siguen el ritmo con que avanza su enseñanza en psicoanálisis. El rigor de su proceder, tanto en sus apreciaciones clínicas como en su elaboración teórica, hace posible que el psicoanálisis, frente al problema que el pasaje al acto conlleva en esos ámbitos, no naufrague frente a los mismos impasses ante los que fracasó la psiquiatría. Rigor que encuentra, en la construcción de un concepto adecuado de estructura, la distinción de los tres registros y la invención del objeto a, la balsa teórica que evitó el naufragio, el de recaer en clasificaciones imaginarias, puramente fenoménicas, que llevarían al psicoanálisis a diagnósticos descriptivos que lo distancian de la clínica concebida como demostrativa de lo radical del sujeto del inconsciente, inaprehensible por una clasificación. La fascinación que provoca encontrarse en la práctica con el pasaje al acto en su variedad clínica y sus consecuencias ha sido motivación más que suficiente para emprender este estudio. Quizá sea el agujero en lo real que produce lo que convoca a estudiar, leer y finalmente escribir. De allí los interrogantes clínicos, para pensar la práctica y las alternativas, casi nulas a veces, ante las que nos sitúa lo real de nuestra experiencia. Aún así, casi parafraseando a Lacan, avanzar en este estudio conlleva un no retroceder ante lo interpelante del pasaje al acto.

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Pablo D. Muñoz
La invención lacaniana del pasaje al acto
De la psiquiatría al psicoanálisis

Muñoz, Pablo D.

La invención lacaniana del pasaje al acto : de la psiquiatría al psicoanálisis - 1a ed. digital - Buenos Aires : Manantial, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-500-981-3

1. Psicoanálisis. I. Título

CDD 150.195

1a. edición impresa - Buenos Aires: Manantial, 2009

ISBN edición impresa: 978-987-500-128-2

© 2009, Ediciones Manantial SRL

Avda. de Mayo 1365, 6º piso

(1085) Buenos Aires, Argentina

Tel: (54-11) 4383-7350 / 4383-6059

[email protected]

www.emanantial.com.ar

Prohibida la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler,la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.

Índice de contenido

Prólogo

Prefacio

Introducción

Capítulo I. Los comienzos: el acto agresivo como resolución del delirio

1. Lacan psiquiatra

2. Los escritos sobre la paranoia: 1931-1933

3. Variedades del acto agresivo en la paranoia10

4. El avance de 1938: transitivismo y complejos familiares

5. La corrección de 1946

Capítulo II. La satisfacción autopunitiva en el pasaje al acto: el caso Aimée

La satisfacción autopunitiva en el pasaje al acto: el caso Aimée

1. Pasajes al acto

2. Condiciones

3. La intrusión fraterna

4. El autocastigo y la curación

5. Conclusión y discusión

Capítulo III. De los clásicos de la psiquiatría al DSM

1. Un poco de historia

2. De la monomanía de Esquirol a la impulsión homicida de Henri Ey

4. La inmotivación criminal

5. Convergencias y divergencias

6. El pasaje al acto en los DSM

Segunda parte. De la psiquiatría al psicoanálisis

Capítulo IV. Entre agresión y agresividad

Entre agresión y agresividad

1. La reacción agresiva y la organización del yo

2. Identificación narcisista resolución del delirio

3. Resolución de la tensión agresiva

4. La inspiración hegeliana

Capítulo V. Incidencias del superyó

1. Kakon y pasaje al acto

2. Ser kakon

3. Kakon, objeto y superyó

4. El concepto de posición en Melanie Klein

5. Superyó kleiniano

6. Función del superyó en la criminalidad

7. La causalidad superyoica del pasaje al acto en la psicosis

Capítulo VI. La maquinaria del pasaje al acto paranoico

1. Del automatismo mental…

2. …a la maquinaria simbólica

3. La revisión de 196610

4. La rectificación de los años setenta

Capítulo VII. Passage à l’acte à point d’acte

1. El pasaje al acto, conclusivo

2. Casi un acto

3. La resolución como estabilización

Tercera parte. Delimitación del concepto psicoanalítico de pasaje al acto

Capítulo VIII. Los tres registros del pasaje al acto agresivo en las psicosis

1. De lo imaginario a lo simbólico

2. De lo simbólico a lo real

3. Topología de la extimidad

Capítulo IX. Entorno conceptual del pasaje al acto en psicoanálisis

1. Fantasma y angustia

2. Certeza y duda

3. Entre movimiento y dificultad

4. La disolución del sujeto y la meditación cartesiana

5. De la reacción al pasaje al acto

NOTAS

Capítulo X. Las condiciones del pasaje al acto: la joven homosexual

1. Breve reseña del caso

2. La puntuación de Lacan: Entre la escena y el mundo

3. Las condiciones del pasaje al acto: embarazo y emoción

4. El paradigma melancólico

5. La estructura elemental del pasaje al acto

Capítulo XI. Rupturas del vínculo analítico: El caso Dora

1. La salida de la escena

2. La fuga de la escena analítica

3. La interrupción del análisis

Capítulo XII. Pasaje al acto y acting out. Una estructura común

1. Acerca del acting out

2. Dora y la joven homosexual

3. Las condiciones del acting out: turbación e impedimento

4. Entre a y A

NOTAS

Capítulo XIII. Acto Perverso y pasaje al acto

1. Reacciones perversas

2. El pasaje al acto como acceso imaginario a la falta de objeto

3. La perversión transitoria

4. El pasaje al acto en el fantasma, perverso

Capítulo XIV. El pasaje al acto en la obra freudiana

1. El concepto freudiano de agieren

2. El pasaje al acto lacaniano en el agieren freudiano

3. ¿Acting out fallido o pasaje al acto?

Cuarta parte. Clínica actual

Capítulo XV. Orientación clínica, entre el deseo y la demanda

1. La brújula del deseo

2. La oposición acting out-pasaje al acto en la experiencia

3. Rechazo del Otro de la interpretación, no de la transferencia

4. Rechazo de la transferencia, no del amor

5. En los desfiladeros del acto

Capítulo XVI. Actualidad de la joven homosexual

1. Introducción

2. La homosexualidad de la “joven homosexual” de Freud

Primera tesis: con Freud

Segunda tesis: más allá de Freud

Tesis intermedia: (auto)crítica a Freud

3. El pasaje al acto de la “joven homosexual” de Freud

4. El pasaje al acto de Freud con la “joven homosexual”

5. Actualidad de la “joven homosexual” I: la serie de pasajes al acto

6. Actualidad de la “joven homosexual” II: versiones sobre una misma mirada

7. La ya no tan “joven” homosexual “deja caer” a Freud

Conclusiones

I

II

III

IV

V

VI

VII

VIII

IX

Bibliografía general

I. Obras de Jacques Lacan

II. Obras de S. Freud

III. Obras de psiquiatría

IV. Obras de filosofía

V. Otras obras

Hitos

Página de copyright

Prólogo

Prefacio

Introducción

Bibliografía

Conclusión

Portada

Prólogo

Este libro constituye la versión de la tesis de maestría en psicoanálisis de la que he sido director. Su contenido reviste un particular interés, ya que el concepto de pasaje al acto es absolutamente original de la clínica lacaniana y, sin embargo, tal como se consigna en la Introducción, no constituye el objeto específico de ninguno de sus textos. De allí que la tarea principal propuesta en este trabajo de tesis sea la de reunir las múltiples y dispersas menciones para, de esta manera, construir la teoría lacaniana del pasaje al acto seriando los diferentes momentos de su producción. Debo decir, ante todo, que esta tarea ha sido plenamente cumplida por Pablo Muñoz y que lo ha hecho con soltura, idoneidad e hidalguía.

El trabajo recorre una secuencia que reúne la serie de antecedentes desde el comienzo de la enseñanza de Lacan hasta su culminación en el Seminario 10, La angustia, momento de producción de ese concepto, cuyo desarrollo continúa en los seminarios 14 y 15, La lógica del fantasma y El acto psicoanalítico. Pero la construcción de la historia del concepto de pasaje al acto realizada por Pablo Muñoz no se detiene en esos límites, sino que le reconoce una prehistoria en el saber producido por la psiquiatría, saber del cual Lacan mismo forma parte por haber intervenido en las grandes discusiones de la psiquiatría de su época. Aunque se trata de un Lacan todavía no psicoanalista, esa elaboración resultará decisiva en el momento en que el concepto sea transportado a la teoría y la práctica del psicoanálisis. Se reconoce entonces, y se incluye en esta serie, el momento de los primeros trabajos psiquiátricos y, sobre todo, la tesis de doctorado De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, la cual es examinada con detenimiento y perspicacia, en especial en relación con los diferentes pasajes al acto que forman parte del historial de Aimée y con la importante cuestión del poder resolutorio del delirio. Al tener en cuenta esta parte de la tesis, ésta merece ocupar un lugar en la serie de las tesis sobre la tesis de Lacan, serie que ya cuenta con varios eslabones.

Como lo destaca el autor, introducir un concepto en una región teórica y clínica distinta de la que le dio origen implica necesariamente su transmutación. Quisiera mencionar tres aspectos de la tesis con el propósito de alentar su lectura.

En primer lugar, la precisión con la que se identifican las transformaciones del concepto de pasaje al acto desde el lugar que ocupaba en la psiquiatría como reacción agresiva, hasta su constitución como concepto psicoanalítico en función de la estructura subjetiva. La oposición entre el comienzo y el final de esta trayectoria resulta muy esclarecedora. En un caso, se trataba de un término descriptivo; en el otro, de un concepto clínico. En la psiquiatría se utiliza como referencia de conductas desviadas y violentas; en la perspectiva psicoanalítica de Lacan pierde sus connotaciones morales y criminológicas. En aquélla, se ubicaba en un lugar preciso del campo de la psicopatología; en ésta, va más allá de la distinción normal-patológico y adquiere un valor transestructural. Por otra parte, en el concepto lacaniano su extensión se amplía hasta abarcar muchos fenómenos, desde la vida cotidiana hasta la cura psicoanalítica, que quedaban fuera de la noción psiquiátrica.

En segundo lugar, la construcción de la red conceptual en la que se inscribe el nuevo concepto psicoanalítico, en especial su conexión íntima con la angustia y con el goce intolerable, pero también las relaciones con otros conceptos, como el de superyó, de repetición, de pulsión, y la pareja opositiva que forma con el concepto lacaniano de acting out, distinguiendo el pasaje al acto de toda mostración imaginaria y de cualquier forma de demostración simbólica para situarlo como tratamiento de lo real por lo real. De esta manera, se define su función de límite y corte en relación con un goce insoportable. Las variaciones con las que se cumple esta función en las distintas formas de la psicosis: paranoia, melancolía, manía, esquizofrenia, así como en la neurosis y la perversión, son también delimitadas con una sólida competencia.

En tercer lugar, no se puede dejar de consignar que el trabajo de tesis de Pablo Muñoz no se detiene en la inclusión del pasaje al acto en la red conceptual pertinente sino que, antes de concluir la tercera parte, añade dos capítulos inapreciables. El primero de ellos, destinado a distinguir el pasaje al acto de los actos perversos. El segundo, y último de esa parte, para examinar sus relaciones con el concepto freudiano de agieren, cotejo con el que obtiene dos conclusiones reveladoras. Por una parte, que el concepto lacaniano de pasaje al acto nace de la concurrencia del concepto psiquiátrico con el agieren freudiano, sin confundirse con él. Por otra, que aquél tiene el efecto de mostrar la profunda heterogeneidad constitutiva del concepto freudiano, ya que éste abarca tanto fenómenos de pasaje al acto como de acting out. La tesis prueba entonces de una manera irrefragable que Lacan introduce una nítida distinción clínica en un campo homogéneo desde la perspectiva de Freud.

Prologar este trabajo de Pablo Muñoz implica necesariamente tener en cuenta una doble referencia. No sólo el trabajo como tal, su contenido, su desarrollo; también, las circunstancias de su elaboración, ya que se trata de la primera tesis presentada y defendida en el marco de la Maestría en Psicoanálisis de la Universidad de Buenos Aires.

En los primeros años de funcionamiento de la maestría, probablemente debido a la falta de tradición y antecedentes en el ámbito de nuestra facultad, los maestrandos tendían a elegir temas de gran interés pero también de enorme amplitud. De allí que la orientación de los docentes de la maestría, especialmente en los talleres de tesis, haya recaído fundamentalmente en dos cuestiones. En primer lugar, la elección y construcción de un tema de tesis puntual y bien delimitado. En segundo lugar, comprender que la metodología no podía provenir de ningún marco externo sino derivarse consecuentemente del tema elegido y del planteamiento del problema por investigar.

Pablo superó muy bien estas dificultades y, desde un primer momento, definió su objeto de trabajo con precisión, al igual que los otros parámetros de la investigación. En su caso, la tendencia general recién mencionada se tradujo más bien en una prolífica producción que permanentemente desbordaba las pautas trazadas con antelación. Esto hizo que mi trabajo como director de tesis se orientara no sólo a comentar, sugerir y proponer, sino que, mucho más asiduamente, asumiera un carácter ockhamiano, señalando una y otra vez en la extensa producción escrita aquello que había que omitir y descartar. Tal vez de allí provenga, debo suponer, la calificación de “lectura implacable y crítica” con la que Pablo agradece mi trabajo en el prefacio de su tesis. Por mi parte, debo decir que fue muy grato para mí trabajar con alguien que no sólo elaboró su tesis con competencia e idoneidad, sino que se presentó de entrada con un deseo decidido, que sostuvo con entusiasmo a lo largo de su tarea de investigación.

Roberto Mazzuca

Prefacio

Este libro es el resultado de un trabajo de investigación llevado a cabo en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, en el marco de la Maestría en Psicoanálisis. El trabajo culminó en una tesis que llevó por título “Génesis y delimitación del concepto de pasaje al acto en la primera parte de la obra de Jacques Lacan”. Su defensa oral y pública, bajo la dirección de Roberto Mazzuca, tuvo lugar en diciembre de 2005 con la presencia del siguiente jurado: Graziela Napolitano, Adriana Rubistein y Héctor López, a quienes deseo expresarles mi reconocimiento.

Pero esta tarea, aunque por momentos solitaria, no por ello deja de ser una obra colectiva. Quiero por lo tanto agradecer muy especialmente a Roberto Mazzuca, por su lectura implacable y crítica. Sin su orientación y acompañamiento, este trabajo no hubiera sido posible. A Arturo Frydman, mi consejero de estudios, por su compromiso y apoyo. A los docentes de la maestría y a mis compañeros de cursos por discutir mis ideas.

Por último, los afectos. A mis amigos, por compartir con felicidad mis logros. A Laura Sarubinsky, por haberme escuchado incansablemente. A mi familia, en especial a Norma y Víctor, mis padres, quienes dedicaron sus vidas a que sus hijos pudieran progresar. Éste es mi testimonio de ello.

El trayecto que lleva de mi tesis a esta publicación supone una transformación: la de una tesis universitaria –cuyo público ilustrado fue llamado a emitir un juicio sobre ella– a un libro –cuyo público puede interesarse en él por razones que escapan al cálculo del autor–. En este sentido, fue necesario un trabajo de reescritura. Este producto que ahora se da a leer, supuso para mí casi una vuelta a escribir aquella tesis pero influido por nuevas lecturas e inquietudes. Por ello quiero agradecer a Diana Rabinovich, quien en ese trayecto ha tenido mucho que ver.

La obra de Lacan, con el correr de los años, ha dado lugar a una cantidad verdaderamente impresionante de comentarios, lecturas especializadas y bien documentadas tesis universitarias, con lo que demuestra que constituye una fuente inagotable de estudio, análisis e investigación. La elección del tema para mi tesis es producto de una motivación singular, vinculada a mi experiencia de psicoanalista: la fascinación que me ha producido encontrarme con el pasaje al acto en su variedad clínica y sus consecuencias. Tiene algo que convoca, que atrae. Quizá sea el agujero en lo real que produce, lo que me ha impulsado a estudiar, leer y finalmente, escribir. Desde allí, interrogantes clínicos, para pensar mi práctica y las alternativas, casi nulas a veces, ante las que nos sitúa lo real de nuestra experiencia. Aun así, casi parafraseando a Lacan, avanzar en este estudio ha significado para mí un no retroceder ante lo interpelante del pasaje al acto.

Espero que, en este recorrido que aquí propongo, algo del deseo del analista se haga escuchar.

Pablo D. Muñoz

Introducción

El sentido no es capaz de permanecer quieto,

hierve de segundos sentidos, terceros y cuartos,

de direcciones radiales que se van dividiendo y subdividiendo

en ramas y ramajes hasta que se pierden de vista,

el sentido de cada palabra se parece a una estrella

cuando se pone a proyectar mareas vivas por el espacio,

vientos cósmicos, perturbaciones magnéticas, aflicciones.

J. Saramago, Todos los nombres.

El concepto de pasaje al acto en psicoanálisis es una invención de Jacques Lacan, quien, sin embargo, no le ha dedicado demasiado espacio en su extensa producción escrita y oral. Lo desarrolla a lo largo de su obra, sin abordarlo sistemáticamente. Se trata, en consecuencia, de múltiples menciones, a veces apenas alusiones aisladas, dispersas en escritos, seminarios e intervenciones orales, muchos aún inéditos. Esta ausencia se convierte en un obstáculo pues, aunque sin duda se trata de un concepto, puede ser cuestionable hablar de una “teoría lacaniana del pasaje al acto”. Haciendo de este escollo el objeto del presente estudio, nos proponemos reunir tales referencias, con la exigencia de identificar y seriar con la mayor precisión posible las diversas etapas de su elaboración, con el objetivo de intentar edificarla.

Para delimitar con rigor los alcances y límites que el concepto tiene en la obra de Lacan es necesario reconstruir su historia y estudiar el contexto de su producción. Este abordaje diacrónico, en el sentido saussureano del término, apunta a precisar las modificaciones del concepto a lo largo de su evolución. El período de elaboración del pasaje al acto en psicoanálisis se circunscribe a los años sesenta, en el cual podemos distinguir diversos momentos. Cabe aclarar que esta división es artificiosa, como siempre que se intenta describir de manera breve un extenso y complejo proceso, de modo que a lo largo de este trabajo muchas de estas afirmaciones generales serán matizadas. El primer momento es el de su producción y delimitación inaugural en el Seminario 10, definido a partir de la estructura del fantasma y las coordenadas de la angustia. El segundo, el del Seminario 14, donde lo trabaja en relación con la repetición, tal como lo articula en el cuadrángulo “no-pienso/no-soy”. Por último, el Seminario 15, donde las tesis precedentes son releídas a la luz del concepto de acto. A partir de allí las menciones al pasaje al acto son pocas, dispersas y Lacan no vuelve a revisarlo.

Sin embargo, desde el comienzo de su enseñanza en 1953 con el Seminario 1 hasta el Seminario 9 se encuentran huellas luminosas de lo que se encontrará más tarde en su obra, allí donde aún no está. E incluso antes, con los recursos conceptuales que la psiquiatría de la época le provee. Este hallazgo nos llevó a darle al término “historia” un sentido mucho más amplio, pues, efectivamente, el pasaje al acto tiene una prehistoria que su-pera el marco del psicoanálisis y de la que Lacan también forma parte. Es el Lacan psiquiatra, que trabaja con las categorías de su época, acordes a su formación, y discute con sus contemporáneos, con aquellos a quienes admite como sus maestros y que conocemos como los “clásicos” de la psiquiatría, quienes emplean el término pasaje al acto y otros que dentro de ese campo solían reconocerse como equivalentes.

En efecto, mucho antes de convertirse en un concepto psicoanalítico de la obra lacaniana, la expresión passage à l’acte estaba incorporada al vocabulario psiquiátrico francés y era empleada habitualmente para referirse a ciertas formas impulsivas de la acción, a conductas violentas y bruscas por las que un individuo es llevado a realizar una actividad que lo supera y no puede dominar. Los fenómenos referidos en este contexto son: suicidio, delito, agresión, atentado sexual, comportamiento perverso, entre otros. En consecuencia, esta expresión ha sido utilizada muy a menudo de modo poco preciso e incluso peyorativo. Lacan produce una modificación sustancial: eleva esa simple locución descriptiva despojada de valor teórico a la categoría de concepto, y le otorga así una especificidad psicoanalítica.

La bibliografía especializada muestra, en general, un abordaje fragmentario de esta zona del tema. Los trabajos que incluyen el problema de la evolución histórica del concepto no suelen explorar en forma sistemática las referencias psiquiátricas que Lacan toma en sus primeras publicaciones ni tampoco sus antecedentes conceptuales; incluso no lo hacen aquellos trabajos que manifiestamente reconocen esa filiación histórica. Nos proponemos aquí avanzar sobre ese problema, con la intención de ocupar un lugar vacío en la materia.

En el recorrido propuesto pueden distinguirse dos niveles de análisis. En primer lugar, la delimitación precisa del concepto a partir del estudio de las definiciones que ha producido Lacan, y, en segundo lugar, la extensión del concepto, es decir a qué fenómenos lo ha aplicado con el fin de definir qué condiciones han de cumplir para ser comprendidos bajo el nombre de pasaje al acto. Ante la generalización actual de la categoría de “patologías del acto” –de la que no se reconocen sus límites ni alcances–, se impone aclarar lo que la enseñanza de Lacan innova para no recaer en clasificaciones imaginarias, puramente fenoménicas, que llevarían al psicoanálisis a diagnósticos descriptivos que lo distancian del destino deseado por su fundador. Para Freud, y para Lacan en el retorno que efectúa a sus premisas, el diagnóstico no se confunde con una clínica descriptiva sino demostrativa de lo radical del sujeto del inconsciente, que no es aprehensible por ninguna clasificación. Contrariamente a las tipologías psiquiátricas, que se sostienen apuntaladas en un deseo de clasificación universalizante, el psicoanálisis se ocupa de la singularidad, la de cada sujeto uno por uno. Por un raro efecto que podríamos calificar de filogenético, muchos psicoanalistas –sin importar su escuela ni orientación, pero incluso aquellos que se dicen de orientación lacaniana–, suscriben la categoría de patologías del acto replicando la imprecisión y la ambigüedad que la expresión passage à l’acte mantuvo desde su origen hasta la intervención de Lacan. Aunque conviene tener presente que utilizar el sintagma fijado por él no garantiza recaer en el mismo efecto; vale decir, no guarece de emplear el concepto de pasaje al acto de modo incorrecto o desplazado, calificando de tal modo acciones que corresponden a otras formas de la acción.

En este sentido, en estas páginas mantendremos algunas polémicas con el saber psiquiátrico, no tomado en su conjunto sino en algunos de sus desarrollos, y con algunas corrientes dentro del psicoanálisis. Esta discusión, que no está animada por una vocación ni tiene una finalidad panfletaria, más bien pretende dar cuenta de la importancia en la experiencia clínica que reviste contar con un concepto psicoanalítico de pasaje al acto bien delimitado. Lacan trabaja cuidadosamente, con respeto y seriedad, con y contra las doctrinas psiquiátricas vigentes en su época sin por ello ver obstaculizada la producción del concepto psicoanalítico. Negarles su valor es caer en el oscurantismo en el cual siempre nos advirtió a los psicoanalistas que nos guardáramos de caer. En consecuencia, evaluaremos hasta qué punto esta polémica se extiende hasta la actualidad justipreciando el lugar que los fenómenos de pasaje al acto ocupan en los manuales DSM (Diagnostic and Statistical Manual).

Para el desenvolvimiento ordenado del tema en ambos niveles he demarcado ciertos límites. En primer lugar, en este volumen el recorrido se restringe a la primera parte de la obra de Lacan, el período que abarca desde sus primeros escritos de 1931, hasta el Seminario 10 inclusive –véase el siguiente esquema–, momento de su enseñanza en el que forja inauguralmente el concepto de pasaje al acto en psicoanálisis.

En segundo lugar, por considerar que el pasaje al acto tiene relaciones de contigüidad y oposición, similitudes y diferencias con otros conceptos, destacamos con particular énfasis el de acting out, pues en la elaboración de Lacan su comparación es sistemática, al punto de constituir un par de opuestos. Esto nos sugiere una hipótesis que no se asienta en la similitud fenomenológica que puede reconocerse a veces entre los fenómenos: pasaje al acto y acting out están vinculados por una comunidad de estructura.

Esta delimitación es requerida por la búsqueda que orienta este estudio: la sistematización del concepto psicoanalítico de pasaje al acto en la obra de Lacan con un objetivo doble: primero, demarcar e individualizar las ca-racterísticas estructurales del concepto a partir del rastreo de sus orígenes y la identificación de su génesis y evolución –dejando para una publicación posterior el examen de sus subsiguientes redefiniciones–, y, segundo, extraer algunas conclusiones sobre el abordaje clínico del pasaje al acto, en la dimensión no de la teoría sino del psicoanálisis en intención. Vale decir, el laborioso recorrido teórico nos permitirá situar algunas coordenadas del dispositivo de tratamiento de pacientes en riesgo de pasaje al acto, de acuerdo con lo particular del tipo clínico y lo singular de su subjetividad.

Para ello proponemos el siguiente ordenamiento en cuatro partes.

Una primera parte, compuesta por tres capítulos, dedicada al estudio de los antecedentes psiquiátricos. En el capítulo I se comentan los escritos psiquiátricos de Lacan de entre los años 1931-1946. En el capítulo II, se estudia su tesis en psiquiatría, donde el pasaje al acto criminal tiene un lugar clave en el análisis del caso Aimée –caso que en nuestro estudio está destinado a convertirse en central, dada su condición de caso princeps y la insistencia con la que Lacan lo retoma posteriormente en su enseñanza–. En el capítulo III se exploran los conceptos de la psiquiatría clásica que Lacan ha empleado en los momentos inaugurales de su abordaje del tema, lo que permite verificar no sólo cómo procede respecto del pasaje al acto en este período de su obra, sino también de dónde procede.

Una segunda parte en la que se explora el tránsito conceptual que lleva al pasaje al acto de la psiquiatría al psicoanálisis. Allí se deslindan los primeros conceptos psicoanalíticos con los que Lacan articula el problema. El capítulo IV se dedica a explorarlo en sus relaciones con la agresividad. El V, a verificar el lugar capital que Lacan da al superyó en su construcción. Los capítulos VI y VII están dedicados a revisar las relecturas que hace de sus antecedentes psiquiátricos y el caso Aimée en los años 1966 y 1970.

En la tercera parte se estudia la producción del concepto psicoanalítico de pasaje al acto, es decir, el entramado conceptual que lo define como un concepto propio del psicoanálisis. En el capítulo VIII se propone su estudio a partir de los tres registros delimitados por Lacan. En el IX, se examina su entorno conceptual inaugural en el Seminario 10 dado por los conceptos de fantasma, angustia y certeza. En los capítulos X y XI se trabajan los casos en los que Lacan aplica sus nuevos desarrollos: Dora y la joven homosexual –este último también tratado como un paradigma en este estudio, por el lugar que puede reclamar en la elaboración novedosa del pasaje al acto en psicoanálisis–. En el capítulo XII, prosiguiendo la lógica de su método, se dedica a analizar las relaciones estructurales entre pasaje al acto y acting out para establecer sus articulaciones. Luego, en el capítulo XIII se propone su comparación con los conceptos de reacción perversa y acto perverso. El capítulo XIV se dedica a extraer la consecuencia que la oposición entre pasaje al acto y acting out acarrea al aplicarla sobre la obra freudiana, en particular en sus relaciones con el término alemán agieren. En efecto, reconocemos en la obra de Sigmund Freud el antecedente conceptual de esa oposición en la medida en que con ese término ha abordado muchos de los fenómenos que luego Lacan calificará de pasajes al acto. Pero la oposición acting out-pasaje al acto no es freudiana ni posfreudiana sino una originalidad lacaniana. En este sentido, es instructivo aplicar al concepto de Freud la distinción propuesta por Lacan para dilucidar si está amalgamada en el uso que aquél hace del agieren.

Finalmente, se incluye una cuarta parte que contiene dos capítulos nuevos, que no han sido incluidos en la tesis original. En el capítulo XV se fija y culmina lo esbozado en capítulos anteriores. Se discuten las intervenciones posibles del analista y se establece una orientación clínica al respecto, específica del psicoanálisis. En el capítulo XVI se propone articularlo con el caso de la joven homosexual, en especial retomando la posición de Freud en el fracaso de su análisis, y se le da una importante actualidad a la lectura de este caso a partir de la reciente publicación de la autobiografía de la célebre paciente del creador del psicoanálisis.

Por último, en el momento de las conclusiones intentamos dejar expuesto que Lacan ha aplicado la categoría de pasaje al acto a variados fenómenos clínicos, tanto en las psicosis y en las neurosis como en las perversiones, pero que sus enseñanzas al respecto dejan la posibilidad de aplicarla a una variedad tan grande de fenómenos que es una empresa inabordable pretender establecer una clasificación. Esta diversidad, sin embargo, no impide reconocer diversos “tipos” de pasaje al acto que pueden ordenarse a partir de la triple distinción de las llamadas estructuras freudianas o subjetivas forjadas en su enseñanza. Así se formaliza en la clínica psicoanalítica un conjunto de modalidades de presentación subjetiva que no se organizan al modo de las formaciones del inconsciente “tradicionales”, que se presentan obstaculizando el trabajo analítico en la medida en que frenan el despliegue del deseo y parecen objetar el desarrollo de la transferencia, pero que no por esto constituyen un límite al campo de su praxis.

Este recorrido,1 por momentos, sencillo y lineal, por otros, complejo y árido, nos condujo a reordenar las diversas definiciones de pasaje al acto que Lacan ha dado sucesivamente a lo largo de su obra escrita y oral. Quedarán indicadas cuáles de ellas responden a momentos de elaboración en la construcción del concepto y cuáles introducen virajes novedosos, cuales condicen con sus antecedentes y cuales subvierten su noción tradicional otorgándole una especificidad psicoanalítica. En síntesis, nuestro objetivo es reconstruir la génesis y producción del concepto psicoanalítico de pasaje al acto en la enseñanza de Lacan –no sólo con un fin propedéutico, sino, sobre todo, para localizar los intersticios que habilitan la intervención del psicoanalista–, recorriendo el camino que lo conduce de la psiquiatría al psicoanálisis.

NOTAS

1. Para que la lectura sea ágil y no se vea entrecortada por las citas, se ha recurrido al sistema de nota al pie. Se ha procurado ofrecer al lector múltiples referencias internas. Se encuentran entre paréntesis: el capítulo en números romanos y, cuando se indica especialmente un parágrafo, se lo agrega en números arábigos.

Primera parte

Antecedentes psiquiátricos

Desde principios de la década de 1930 los psicoanalistas franceses se han interesado por los pasajes al acto psicóticos. Lacan no es una excepción y su obra psiquiátrica es un firme testimonio de esto: se refiere en numerosas oportunidades al problema del pasaje al acto, explicita algunos de sus antecedentes conceptuales y presenta diversas observaciones.

En esta primera parte exploraremos esas referencias, atendiendo a dos cuestiones centrales: por un lado, con qué conceptos ciñe el pasaje al acto y, por otro, la terminología con la que se refiere a los fenómenos que se ligan con él.

Capítulo I

Los comienzos: el acto agresivo como resolución del delirio

El término pasaje al acto es introducido en psiquiatría en referencia a pacientes psicóticos que cometían atentados agresivos de diversa índole. Jacques Lacan se inscribe en esta corriente y sus menciones inaugurales se encuentran en los artículos dedicados a las psicosis paranoicas, donde hallamos las pistas iniciales del modo como ha abordado el problema. En estos primerísimos antecedentes del pasaje al acto en su obra, otorga un valor central a su poder de resolución del delirio. Concebido como un fenómeno violento y brusco, en el que el sujeto no tiene control sobre la intensidad de su accionar, Lacan da cuenta de que el pasaje al acto es el intento de poner fin a una situación o estado mortificante. Punto en el que –en casos extremos– puede dirimirse el futuro vital.

Los resortes conceptuales con los que lo ciñe en este período psiquiátrico de su obra esencialmente son dos: impulsión y reacción. Este último le sirve para despegarlo de una concepción organicista que no comparte, y mantener vigente el rasgo impulsivo que lo caracteriza (cf. III).

1. Lacan psiquiatra

El período psiquiátrico de la obra de Lacan, en el que el empleo de conceptos psicoanalíticos era escaso y marginal, es complejo pero pueden reconocerse en él diversos momentos.

En el primero agrupamos tres trabajos del año 1931 que son importantes antecedentes de lo que constituirá un año después su tesis doctoral sobre las psicosis paranoicas: “Locuras simultáneas”, “Estructura de las psicosis paranoicas” y “Escritos ‘inspirados’: Esquizografía”. En este período aparecen las primeras referencias al tema del pasaje al acto. El segundo momento es inaugurado por su tesis doctoral del año 1932, De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, en el que incluimos los trabajos del año 1933 que aparecen publicados en la edición castellana junto con la tesis, reunidos bajo el nombre de Primeros escritos sobre la paranoia. Por último, un tercer momento, comprendido por sus escritos todavía psiquiátricos pero en los que los conceptos psicoanalíticos ocupan un lugar más destacado que el que tenían en la tesis. Agrupamos aquí Más allá del “principio de realidad” (1936), La familia (1938) y Acerca de la causalidad psíquica (1946), obra culminante del pensamiento psiquiátrico de Lacan.

2. Los escritos sobre la paranoia: 1931-1933

En los dos primeros períodos indicados hallamos una concepción bien unificada del pasaje al acto, definido como un modo de resolución de la construcción delirante.1

En Estructura de las psicosis paranoicas –primera mención en su obra al tema–, Lacan retoma la magistral descripción de Sérieux y Capgras del delirio de interpretación y le opone los delirios pasionales –tal como los describe De Clérambault–2 por sus contrastes en lo relativo al acto. En efecto, en los primeros se percibe el carácter puramente demostrativo de las amenazas que, por la vía de la convicción delirante ordenan la vida de los enfermos –por eso Lacan afirma que “nunca pasan al acto” y que sea cual fuera su gravedad, son de una ineficacia notable.3 Mientras que en los pasionales el delirio es sostenido “por un estado esténico eminentemente propio4 para el pasaje al acto” [las itálicas son de Lacan, las negritas, nuestras],5 es decir por un estado fuerte, vigoroso y activo, cuyo prototipo encontramos en los delirios de reivindicación. Si han sido calificados como “delirios de actos” es porque el pasaje al acto asume la forma de un “impulso que obsesiona”6 y que se integra a la personalidad en la medida en que “alivia al sujeto de la presión de la idea parásita” [el destacado nos pertenece].7 Alivio que pone límite al padecer, al sufrimiento impuesto por la presión invasora de lo ideico: “el cumplimiento del acto pone fin al delirio” –concluirá Lacan.8

En el segundo momento de su obra psiquiátrica el tema ocupa un lugar más destacado.9 El conjunto de los textos que lo componen coinciden en la siguiente caracterización: el pasaje al acto es un fenómeno violento y reactivo, de características impulsivas y bruscas que cumple una función resolutiva, de límite respecto del delirio. Sin embargo, esta clara unidad se ve cuestionada cuando consideramos la terminología que emplea. En efecto, no lo aísla con una nomenclatura específica, las expresiones que utiliza son heterogéneas: habla de “reacción homicida”, “reacción criminal”, “reacción agresiva”, “impulsión criminal”, “acto agresivo”, “acto delictivo”, “acto criminal”, “pasaje al acto” y “paso al acto”, tratados sin distinción. Pero no se debe a una carencia de su producción sino que responde a que el saber psiquiátrico no ha forjado un lenguaje unificado al respecto. En ese sentido, Lacan-psiquiatra replica esa dispersión y ambigüedad conceptual. Evidentemente, entonces, con estas múltiples expresiones logra señalar un problema clínico (lo que aparece como discontinuidad, corte, ruptura) pero aún sin circunscribir una entidad clínica o una categoría de fenómenos que podría reunirse bajo el nombre de pasaje al acto.

3. Variedades del acto agresivo en la paranoia10

Examinaremos a continuación el análisis de las variedades de pasaje al acto agresivo en las psicosis paranoicas que desarrolla Lacan en los comienzos de su obra.

En su tesis doctoral, a partir del caso Aimée, aísla una novedosa categoría clínica, la paranoia de autocastigo, a la que diferencia del delirio de reivindicación y la emparenta al de interpretación (cf. III.3). De este modo introduce el problema de la criminalidad y peligrosidad social, es decir el problema práctico de reconocer la capacidad de un paranoico de “realizar sus pulsiones homicidas”;11 sobre todo porque hay casos en los que el único elemento semiológico de la anomalía psíquica es el crimen. Esto revela la existencia de una “impulsión homicida primordial”12 inherente al ser humano, y trae la dificultad de prever y evaluar el crimen con métodos que no se agoten en la observación. El método psiquiátrico clásico describe su intensidad, su inmediatez (si presenta o no mecanismos de derivación que podrían retardar el paso al acto), su alcance (resolutivo o demostrativo) y su permanencia, pero nada dice de sus caracteres objetivos, esenciales para Lacan: su electividad en cuanto a la víctima, su eficacia homicida, sus formas de explosión y modos de ejecución. Con ese objetivo explora la reacción homicida en la psicosis y despliega una semiología del crimen tan precisa que le permite establecer la frontera que culmina en la delimitación de la paranoia de autocastigo.

Lacan descompone la reacción agresiva en varios elementos: la pulsión agresiva –faz inconsciente– y los diversos contenidos intencionales que asume –faz conciente–, que, a su vez, se camuflan con los motivos aportados por el delirio, que aprueban y justifican la pulsión agresiva y se insertan en la estructura social.13 La personalidad tiñe la pulsión de cierta relatividad social, pues “tiene siempre la intencionalidad de un crimen, casi constantemente la de una venganza, a menudo el sentido de un castigo, es decir de una sanción emanada de los ideales sociales, y a veces, finalmente, se identifica con el acto acabado de la moralidad, tiene el alcance de una expiación (autocastigo)”.14 Este análisis, junto con la metapsicología freudiana, sirve a Lacan para establecer las similitudes y las diferencias que la reacción agresiva adopta en las diversas formas de paranoia.

Lacan reconoce así en el grupo nosológico una gradación en cuanto a la peligrosidad homicida, ordenada por la presencia o ausencia de mecanismos autopunitivos, es decir, por la incidencia del superyó (cf. V): 1) La forma querulante es la de mayor peligrosidad por la inmediatez y el direccionamiento de las reacciones. 2) La paranoia de autocastigo es el tipo de menor peligrosidad debido al retraso o la desviación de la reacción y a su alcance demostrativo. 3) La forma interpretativa clásica (sin mecanismos autopunitivos) es el tipo de paranoia donde el menor direccionamiento se conjuga con un mayor alcance demostrativo que, sumado a la impulsividad y brutalidad de la reacción, determinan un aumento de la peligrosidad social que permite situar estas formas en una escala intermedia entre las otras dos, con lo que se observa un “enderezamiento de la curva pulsional homicida”.15 En el siguiente cuadro, que resume este ordenamiento, se observa el papel paradójico que Lacan asigna a la instancia superyoica: en un caso opera reforzando la impulsión homicida, en otro, retardándola y desviándola, mientras que en un tercero se encuentra ausente –problema que no tendrá su resolución hasta que años más tarde recurra a la lectura de Melanie Klein (cf. V).

La peligrosidad e inmediatez del pasaje al acto en el querulante se explican porque la impulsión homicida es complementada energéticamente por la conciencia moral: el ideal del yo aprueba y justifica la impulsión. Caso inverso de la paranoia de autocastigo, más cercana a los delirios de interpretación y vinculada no con el ideal sino con el superyó, instancia que opera contra las pulsiones agresivas retardando, atenuando o desviando su ejecución.16 De allí que las paranoias autopunitivas sean menos peligrosas que las reivindicativas, pues la impulsividad agresiva es interceptada, sujetada por el superyó. Los interpretativos se destacan por el carácter ineficaz, futuro y puramente demostrativo de la reacción. Antes de pasar al acto atraviesan por un período dubitativo y longánimo, de modo que cuando llegan a producir la reacción criminal, tiene tan sólo un valor demostrativo y de advertencia de reacciones futuras más graves, por el mecanismo de “represión y derivación del odio” –tal como lo veremos en el caso Aimée, cuyas agresiones van in crescendo. Por la ausencia de la instancia autopunitiva, de la atenuación que el superyó le imprime al impulso agresivo, éste se torna más brutal e impulsivo.

A continuación, Lacan prosigue su estudio y guiado “por una serie de degradaciones progresivas”17 examina los delirios que se encuentran en el límite de la paranoia y los estados paranoides, los de las parafrenias –serie que denota el aumento del peligro homicida. Este acrecentamiento se basa en tres rasgos bien identificados: su impulsividad, brutalidad e inmotivación. Camino que lo conduce a la investigación de Paul Guiraud sobre los crímenes inmotivados y que revisaremos en el capítulo dedicado a sus antecedentes (cf. III).

4. El avance de 1938: transitivismo y complejos familiares

En sus últimos escritos psiquiátricos Lacan introduce novedades significativas sobre el pasaje al acto que no involucran la descripción del fenómeno sino su concepción. Al vincularlo con el concepto de transitivismo, ofrece nuevos elementos para releer su noción de los años 1931-1933. Explica el pasaje al acto auto y heteroagresivo en la paranoia, en tanto y en cuanto “junta en un equivalente absoluto el ataque y el contraataque [...] en la medida en que su yo está realmente alienado de sí mismo en la otra persona”.18 Así, dilucida la estructura imaginaria del fenómeno como identificación del yo con el semejante, a partir de lo cual ataque y contraataque se confunden, heteroagresión y autoagresión se superponen, pasaje al acto agresivo y suicida son imaginariamente equivalentes, novedad que se consolidará años más tarde, en su trabajo sobre la agresividad.

La familia19 es un eslabón sustancial a este respecto, pues es un punto de llegada en el sentido de que confluyen una serie importante de concep-ciones desarrolladas años antes, orientada hacia la consecución de un objetivo ambicioso: reordenar la nosología psiquiátrica de su época a partir de un criterio evolutivo determinado por lo que llama “la constitución de la personalidad consumada o verdadera”.20 Entre las más significativas se destacan: la personalidad (1932); el estadio del espejo (1936); los conceptos de imago y complejo (Más allá del principio de realidad, 1936); y el conocimiento paranoico con el que alude a la función de desconocimiento del yo, utilizado para definir la posición paranoica a partir de fenómenos como la identificación especular, la sugestión mimética y la seducción de prestancia, y que se encuentra vinculado con el transitivismo.

El concepto de complejo es esencial en este período de la obra de Lacan. En La familia, los complejos son definidos como “organizadores” del desarrollo psíquico por medio del dominio de los fenómenos que en la conciencia se integran a la personalidad. Delimita así una estructura previa al estructuralismo lingüístico, en la que se inscriben no significantes sino huellas históricas, precipitados de esas relaciones ambientales. En consecuencia, el inconsciente no está estructurado como un lenguaje –formulación posterior– sino por imagos. Lacan identifica y delimita con precisión tres complejos familiares: el del destete, el de la intrusión y el de Edipo. El transitivismo se vincula fundamentalmente al segundo de los mencionados.

La figura más célebre del fenómeno de transitivismo es la conducta del niño pequeño que cuando le pega a otro en la cara inmediatamente se toca la propia, invirtiendo el lado, y quejándose por su dolor, como si el golpe lo hubiera recibido él mismo y no su compañero. Esto dará cuenta, para Lacan, de la comunidad de estructura del yo y el otro vía identificación imaginaria.

El complejo de la intrusión –también llamado fraterno– es el que atraviesa todo aquel que comprueba que hay otros semejantes, sus hermanos, con los que tiene que compartir la atención de los padres, origen del sentimiento de celos que “no representan una rivalidad vital sino una identificación mental”.21 Llama así al hecho de que un sujeto confunde una parte del otro con la suya propia y en eso se identifica con él, incluso más allá de una participación efectiva del otro, viviendo la situación enteramente por sí solo. Se trata de una imago, la del semejante, construida por vía de la semejanza objetiva al comprobar que la imago del otro está ligada a la estructura del cuerpo propio. El estadio del espejo como teoría de la identificación le permite a Lacan fundamentar, primero, cómo el yo y el otro se constituyen simultáneamente en “el drama de los celos”, y segundo, la estructura imaginaria del yo, dada por lo que designa intrusión narcisista.22 Cabe recordar, a título ilustrativo, la metáfora con la que lo retoma en el Seminario 2, al sugerir que al sujeto anterior al estadio del espejo se lo puede graficar con la imagen de un paralítico que luego será orientado pero guiado por un ciego; es decir, de la impotencia motriz propia de la prematuración biológica –el paralítico– a la guía a tientas de la imagen del yo –el ciego–, ceguera correlativa de la fascinación propia de la constitución yoica.

En el Seminario 1 el tema es retomado a partir de la distinción entre dos narcisismos, uno fundado en la imagen del propio cuerpo y otro en la del semejante (escrito con a minúscula), en el transitivismo infantil. Si bien esta oposición se diluye en su enseñanza, en este momento es fundamental porque presenta la función esencial que cumplen ambas identificaciones en tanto permiten que el sujeto pueda enfrentarse a su prematuración natal, a la dehiscencia inicial, concebida como biológicamente determinada. Su dilución es consecuencia del establecimiento del lugar fundamental de la Ley, al postular un Otro simbólico, Otro de la palabra que hace posible el pacto. Es decir que si el otro con minúscula organiza con su deseo el mundo de los objetos en tanto competencia y rivalidad –imagen del semejante que es objeto del conocimiento paranoico, inherente a la estructura paranoica del yo–, la salida de ese callejón será facilitada por la palabra.

5. La corrección de 1946

No soy nada de lo que me sucede, tú no eres nada de lo que vale.

J. Lacan, La agresividad en psicoanálisis.

En su escrito Acerca de la causalidad psíquica Lacan produce un vuelco significativo en la concepción del pasaje al acto con el que, a la vez que prosigue el avance de 1938, corrige la idea de los años 1931-1933, al proponer la sustitución del mecanismo de la autopunición por el de la agresión suicida narcisística. Veamos en qué aspectos esta sustitución modifica el concepto.

A partir de su teoría del conocimiento paranoico,23 con la que postula la dimensión paranoica del yo humano más allá de los límites de la psicosis, define la estructura del yo por la identificación que lo hace sede de una alienación paranoica.24 Eso hace del yo un tipo ilusorio de autoconocimiento basado en un fantasma de unidad, una construcción que resulta de la identificación imaginaria especular en el estadio del espejo. Por lo tanto, el yo a’ es el sitio donde el sujeto se aliena de sí mismo, pues mediando la identificación se transforma en el otro semejante a. Esta alienación basal del yo es similar a la paranoia en el sentido que la estructura del yo y la de la paranoia implican un delirio de conocimiento y dominio absolutos, además de unidad y de continuidad.

Al vincular el pasaje al acto a esta estructura, Lacan corrige la tesis de 1932 y extiende la propuesta de 1938: “En cuanto al resorte de la peripecia, está dado por el mecanismo que yo, antes que con la autopunición, relacionaría con la agresión suicida del narcisismo”.25 Si el yo indefectiblemente se constituye en relación con el semejante, es fuerza que éste siempre sea sentido por aquél como un rival que le cuestiona su unicidad. Eso es el narcisismo. Ante él, sin duda, la alteridad será siempre persecutoria. Es decir que estructuralmente para el yo es necesario desconocer aquello que lo constituye. Cuando algún elemento cuestiona ese desconocimiento, se torna persecutorio. Y en ello radica lo esencial del cambio de opinión que apreciamos en 1946 respecto de 1932. Ya no se trata de la realización del autocastigo, de la satisfacción de esa exigencia moral en el pasaje al acto que conducía a la resolución del delirio. En esta nueva concepción, el pasaje al acto es para el yo una salida a la persecución pero por otra razón: el paranoico escapa al objeto que le presentifica su constitución alienada en el otro semejante. El pasaje al acto, entendido como una agresión suicida fundamentalmente narcisista, termina con la persecución asesinando al perseguidor pero, a la vez, agrediéndose. Como se ve, la dimensión del autocastigo ya no alcanza para explicar este fenómeno, pues con ese término Lacan sólo indica que se agrede la imagen del otro para obtener la satisfacción autopunitiva. Con el nuevo mecanismo revela que en el pasaje al acto agresivo del psicótico se trata del desconocimiento de una identificación. Concepción correlativa de su definición del delirio en 1946, que sostiene que la creencia delirante implica desconocimiento.26

La tesis del pasaje al acto como agresión narcisista sienta las bases de lo que Lacan trabajará dos años después en su escrito sobre la agresividad en psicoanálisis. Este escrito no está incluido entre los que componen su obra psiquiátrica pues se interesa en aspectos de la experiencia analítica que no se vinculan con la psiquiatría, por lo que dejamos su examen para más adelante (cf. IV).

NOTAS

1. El adjetivo “resolutivo” se aplica en medicina a aquello que tiene la virtud de resolver o terminar las enfermedades, especialmente las inflamaciones.

2. De Clérambault, G. G.: “Las psicosis pasionales. Discusión”, en Metáfora y delirio, Madrid, Ediciones DOR, 1993, págs. 51-55.

3. Lacan, J. (1931a): “Estructura de las psicosis paranoicas”, El Analiticón nº 4, Barcelona, 1988, pág. 11.

4. La traducción castellana emplea este término que impresiona como una errata. Sin embargo, la versión francesa publicada en la revista Ornicar? (1931b) utiliza el término propre (propio) y no propice (propicio), que parece el más correcto. El diccionario Le Grand Robert aclara una articulación entre ambos términos. Indica que después del sustantivo, el sentido del vocablo propre es “Qui convient particulièrement” (Que conviene particularmente), y agrega posibles sinónimos: “Qui est fait pour [...], est propice à [...], convient à[...]” (Que está hecho para[…], es propicio para […], conviene al […]). Esta articulación no se mantiene en nuestra lengua. Por lo tanto, una traducción más ajustada sería: “Un estado esténico eminentemente propicio para el pasaje al acto”.

5. Lacan, J. (1931a): “Estructura de las psicosis paranoicas”, op. cit., pág. 12, n. 3.

6. Idem.

7. Ibid., pág. 13.

8. Idem.

9. En este segundo momento pueden reconocerse algunos matices diferenciales. Para su estudio comparativo cf. Muñoz, P.: “Primeras referencias de Lacan al problema del pasaje al acto”, en Memorias de las X Jornadas de Investigación: Salud, educación, justicia y trabajo, Buenos Aires, Facultad de Psicología, UBA, 2003, tomo II, págs. 325-327 y Muñoz, P.: “Valor clínico del pasaje al acto en las psicosis en los primeros trabajos de J. Lacan: la agresión como resolución del delirio”, en Revista Perspectivas en Psicología. Revista de Psicología y Ciencias Afines, vol. 2, nº 1, Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata, 2005, págs. 21-30.

10. Este parágrafo es una síntesis de un trabajo publicado anteriormente bajo el título: “Incidencia del superyó en el pasaje al acto agresivo en las psicosis en los primeros trabajos de J. Lacan. Paradojas entre psiquiatría y psicoanálisis”, en Revista Universitaria de Psicoanálisis, Buenos Aires, Facultad de Psicología, Secretaría de Investigaciones y Secretaría de Extensión, Cultura y Bienestar Universitario, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2004, págs. 77-104.

11. Lacan, J. (1932): De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, México D.F., Siglo XXI, 1998, pág. 271.

12. Ibid., pág. 275.

13. Esta hipótesis se inserta en otra más general, según la cual la influencia de las relaciones sociales sobre los fenómenos tiene un lugar primordial. En ese sentido, en su intervención en la VIII Conferencia de psicoanalistas de lengua francesa (19 de diciembre de 1933), destaca el valor representativo del crimen paranoico, planteando que en los asesinatos típicos de los paranoicos hay algo que hace a la estructura misma de lo social, tienen un valor representativo eminentemente social. Es reconocido de modo generalizado por los comentadores de la obra de Lacan que el concepto de estructura es esencial en ella (tanto en lo doctrinal como en la orientación clínica que de allí se deriva) y que el sentido que adopta está dado por la lingüística estructural de F. de Saussure, de modo que se la asocia al lenguaje. Pero esta concepción surge a partir de la década de 1950, desarrollada en “Función y campo de la palabra y del lenguaje…” (1953b) y “La instancia de la letra en el inconsciente…” (1957a). En consecuencia, el concepto de estructura empleado en sus trabajos psiquiátricos no se refiere al significante. En este período, Lacan forja un concepto de estructura referido a mecanismos y componentes sociales. Sobre el tema, véase Muñoz, P.: “Estructura y paranoia: el caso de la ‘paranoia de autocastigo’ en la obra de Lacan”, en X Anuario de Investigaciones, Buenos Aires, Facultad de Psicología, Secretaría de Investigaciones, Universidad de Buenos Aires, 2002, págs. 27-34.

14. Lacan, J. (1933b): “Motivos del crimen paranoico: el crimen de las hermanas Papin”, en De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, op. cit., pág. 341.

15. Ibid., pág. 272, nota 11.

16. Idem.

17. Ibid., pág. 274.

18. Lacan, J. (1951): “Algunas reflexiones sobre el yo”, en Uno por Uno. Revista Mundial de Psicoanálisis, nº 41, Buenos Aires, Eolia, 1995, pág. 18.

19. Lacan, J. (1938): La familia, Buenos Aires, Ed. Argonauta, 1997, 4º edición. Título original: Les complexes familiaux dans la formation de l’individu, Autres écrits, París, Seuil, 2001, págs. 23-84.

20. Ibid., pág. 98, donde la define como compuesta por las relaciones del yo, del superyó y del ideal del yo de modo integrado. Este criterio es la vara con la que mide las categorías clínicas de su época y delimita una incipiente oposición neurosis-psicosis y sus fronteras nosológicas.

21. Ibid., pág. 45.

22. Ésta supone que el sujeto percibe la actividad del otro, lo que le suscita emociones y posturas similares, pero con la particularidad de que en esos momentos no puede diferenciarse de esa imagen, es decir que el yo coincide en un todo con la imagen misma, se confunde con ella. Esta intrusión narcisista al introducir cierta unificación en las tendencias contribuye a formar el yo, aunque deje paradójicamente como resto el molde sobre el que obtendrán su forma las pulsiones sadomasoquistas cuyo objeto será la destrucción del otro.

23. Para un examen detallado del concepto de conocimiento paranoico, cf. Mazzuca, R.; Godoy, C.; Arenas, G.; Leibson, L.; Liebesman, A.; Zlotnik, M.; Mazzuca, M.; Zaffore, C. y Muñoz, P.: “La paranoia en el primer Lacan”, en IX Anuario de Investigaciones, Buenos Aires, Facultad de Psicología, Secretaría de Investigaciones, 2001, págs. 136-142.

24. Como dice en Algunas reflexiones sobre el yo: “El estudio del ‘conocimiento paranoico’ me llevó a considerar el mecanismo de alienación paranoica del yo como una de las precondiciones del conocimiento humano”. Cf. ibid., pág. 11, nota 18. Cf. también la “Presentación de la traducción francesa de las Memorias del Presidente Schreber”, en J. Lacan, Intervenciones y textos 2, Buenos Aires, Manantial, 1988, pág. 30.

25. Lacan, J. (1946): “Acerca de la causalidad psíquica”, en Escritos 1, México D.F., Siglo XXI, 1975 (1988), pág. 165.

26. Ibid., pág. 154.

Capítulo II

La satisfacción autopunitiva en el pasaje al acto: el caso Aimée

Mi paciente, aquella a quien he llamado Aimée,

era verdaderamente muy conmovedora.

J. Lacan, Intervención en el Servicio del Dr. Georges Daumezón.

En este capítulo exponemos el caso princeps que inspiró a Lacan y discutimos las conclusiones que de su análisis extrae en la tesis doctoral de 1932. Hacemos hincapié en los pasajes al acto, acentuando sus aspectos teóricos y clínicos, su valor resolutivo y su relación con la curación. Al respecto señalamos el impasse al que arriba Lacan: la insuficiente explicación de la curación por la noción de realización del autocastigo que lo lleva a recurrir al concepto de comprensión para dar cuenta de la resolución del delirio. Impasse que, paradójicamente, le hace factible introducir, vía el concepto de personalidad, la noción de subjetividad, mucho antes de forjarla en su enseñanza en psicoanálisis.

Al partir de la observación de más de veinte casos de paranoia, Lacan se propone en su tesis tomar tan sólo uno pero que pueda dar el tipo. Por lo tanto, no expone una elaboración estadística a partir de una profusa casuística de la cual extraer conclusiones generalizables sino que, muy por el contrario, se centra en “el más significativo”.1 Considera que la relevancia de sus conclusiones no depende de una larga acumulación de casos –propia de la metodología de una psiquiatría más estadística que clínica, al modo de los manuales diagnósticos y estadísticos como los DSM–, sino del estudio profundo y detallado del que pueda ser considerado prototípico, pues entiende que “las síntesis sólidas están fundadas en observaciones rigurosas y de la mayor amplitud posible, es decir, en un número bastante pequeño de observaciones”.2 Premisa que sigue la línea del psicopatólogo alemán K. Jaspers, quien al hacer algunas observaciones sobre la publicación de historias clínicas destaca lo efímero de las descripciones generales y la importancia de la descripción de casos aislados al modo de buenas biografías y no fichas resumidas: “El logro de cursos biográficos totales, que era siempre exigido por Kraepelin, se ha transformado en el fundamento de la investigación empírico-clínica”.3 Lacan lo sigue en su tesis: “Pensamos que toda observación fecunda debe imponerse la tarea de monografías psicopatológicas […] completas”.4

1. Pasajes al acto

El atentado que lleva a Aimée a la cárcel y al Asilo Sainte-Anne es presentado por Lacan en una frase absolutamente cercenada: “El 10 de abril de 193 [...], a las ocho de la noche, la señora Z, una de las actrices más apreciadas del público parisiense, llegaba al teatro en que esa noche iba a actuar”.5 El impecable trabajo de investigación de Jean Allouch6 reconstruye esta historia, levanta la censura impuesta por Lacan y completa los datos explorando los documentos de la época: la fecha del atentado: 19 de abril de 1931, la víctima: Huguette ex-Duflos, el teatro en el que actuaba: Saint-Georges (París), la obra: Tout va bien (de H. Jeanson).

Continuemos con el relato del atentado. Huguette ex-Duflos es abordada por Aimée en la calle y le pregunta “¿Es usted la señora Z.?”. La actriz le respondió amistosamente pero al retirarse “la desconocida cambió de rostro, sacó rápidamente de su bolso una navaja ya abierta, y, mientras la miraba con unos ojos en que ardían las llamas del odio, levantó su brazo contra ella”.7