La Media Noche - Ramón del Valle-Inclán - E-Book

La Media Noche E-Book

Ramón Del Valle Inclán

0,0

Beschreibung

Perteneciente a una etapa de cambio que marcó de forma definitiva el rumbo artístico de la obra de Ramón del Valle-Inclán (1866-1936), "La Media Noche. Visión estelar de un momento de guerra" (1917) es un relato inspirado en su experiencia real cuando en 1916, en plena Primera Guerra Mundial y a raíz de sus abiertas simpatías aliadófilas, fue invitado durante dos meses por el Gobierno francés a visitar el frente, con el compromiso de publicar un libro sobre la guerra. Muy a menudo relegado dentro de su obra y mal estudiado, en este texto de gran valía literaria Valle da una visión total, innovadora de la guerra en una novela radicalmente moderna, que representa a su vez un punto de inflexión en su trayectoria que viene a situarlo en la senda de la renovación del género en el siglo XX, junto con autores contemporáneos como James Joyce, Jules Romains o William Faulkner. Edición de Margarita Santos Zas

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 123

Veröffentlichungsjahr: 2017

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Ramón del Valle-Inclán

La Media Noche

Visión estelar de un momento de guerra

Introducción y edición de Margarita Santos Zas

Índice

Introducción, Valle-inclán (1916): ver y contar la guerra, por Margarita Santos Zas

Nota a la edición

Bibliografía

La Media Noche. Visión estelar de un momento de guerra

Breve noticia

La Media Noche

Capítulo I

Capítulo II

Capítulo III

Capítulo IV

Capítulo V

Capítulo VI

Capítulo VII

Capítulo VIII

Capítulo IX

Capítulo X

Capítulo XI

Capítulo XII

Capítulo XIII

Capítulo XIV

Capítulo XV

Capítulo XVI

Capítulo XVII

Capítulo XVIII

Capítulo XIX

Capítulo XX

Capítulo XXI

Capítulo XXII

Capítulo XXIII

Capítulo XXIV

Capítulo XXV

Capítulo XXVI

Capítulo XXVII

Capítulo XXVIII

Capítulo XXIX

Capítulo XXX

Capítulo XXXI

Capítulo XXXII

Capítulo XXXIII

Capítulo XXXIV

Capítulo XXXV

Capítulo XXXVI

Capítulo XXXVII

Capítulo XXXVIII

Capítulo XXXIX

Créditos

Introducción

Valle-Inclán (1916): ver y contar la guerra

El 30 de junio de 1917 la Imprenta Clásica Española publicaba La Media Noche. Visión estelar de un momento de guerra, de Ramón del Valle-Inclán1. La presente edición conmemora, pues, el centenario de una obra del escritor para muchos menor y en la que otros creemos hallar las claves de la poética narrativa valleinclaniana que culmina en Tirano Banderas y El Ruedo Ibérico. Pero más allá del significado que adquiere en la propia trayectoria del autor, entonces ya escritor consagrado, esta obra aborda «dos cuestiones capitales de la renovación novelística, la de la perspectiva de la narración y las coordenadas espacio-temporales»2. Su praxis concreta en La Media Noche le confiere una incuestionable modernidad y, en consecuencia, la sitúa de lleno en el proceso de renovación de la narrativa en el primer tercio del siglo XX. Paradójicamente, su autor no incluyó La Media Noche (1917) en su Opera Omnia; es más, nunca volvió a editarla, a pesar del entusiasmo manifestado a su amigo Tanis Artime –«hará mucho ruido», escribió– ante su encargo y proyecto de publicación. Detrás de estos datos se agazapa una historia doblemente significativa, pues marca un hito tanto desde una perspectiva biográfica (un viaje al corazón de la guerra en Francia), como propiamente literaria (su compleja génesis y su innovadora poética), que trataré de exponer en las páginas que siguen.

Paréntesis creativo. El retorno a Galicia (1912)

Los años anteriores y posteriores al estallido de la Gran Guerra (1914-1918) coinciden, desde el punto de vista personal del escritor, con una etapa de reflexión que se traduce en silencio literario. Pero ese paréntesis está preñado de cambios que van a tener sus primeras respuestas en dos libros fundamentales: La Lámpara Maravillosa. Ejercicios espirituales (1916) y La Media Noche. Visión estelar de un momento de guerra (1917). Se enmarca esta etapa valleinclaniana en un período histórico particularmente convulso, ya que en él se produce además de la contienda mundial, otro episodio de amplias repercusiones en todos los ámbitos, me refiero a la Revolución Rusa (1917), y en paralelo se gesta la crisis artística que precede y acompaña el nacimiento de las vanguardias, a la par que Valle reenfoca su obra y prepara la fórmula que desembocará en el esperpento. Otros factores de ámbito nacional –v. gr., la guerra de Marruecos– o de índole personal, que a continuación se indican, contribuyen a este cambio de rumbo que de ninguna manera fue brusco, porque Valle-Inclán es un autor –conviene subrayarlo– de lentas gestaciones, cuyos procesos se pueden rastrear, porque siempre dejan huellas.

Afincamiento familiar. De Cambados a La Puebla del Caramiñal

Valle vive en Madrid de forma estable desde abril de 1895 hasta la crisis teatral de 1912, en que regresa, esta vez con su propia familia –su esposa Josefina Blanco y la hija de ambos, Concha–, a Galicia, su tierra natal, concebida en aquellas circunstancias como refugio y reducto de paz:

Mi distinguido amigo y paisano: mucho he agradecido su carta y ella avivó en mí el sentimiento de no verme en la Puebla como era mi deseo y esperanza al dejar Madrid. Creo que hubiera sido el lugar de la tierra donde hubiera vivido más a gusto. Sin embargo no pierdo la esperanza de acabar ahí mis días [...] (carta a García Martí, 8 de diciembre de 1912)3.

Se había instalado, en agosto de 1912, en la localidad pontevedresa de Cambados, como sucedáneo de La Puebla del Caramiñal (en adelante, A Pobra do Caramiñal, en la toponimia gallega), de ahí esta elocuente nota: «Desde el destierro de Cambados 13 de Noviembre de 1912», que escribió al pie del poema, «Credo», publicado unos días después en El Liberal4. Un aciago acontecimiento determinaría el abandono de la villa cambadesa: el 29 de septiembre de 1914 se produce la muerte de su primogénito, Joaquín María, un niño de pocos meses: «Hace dos días enterré a mi hijito. Dios Nuestro Señor me lo llevó para sí. Ha sido el mayor dolor de mi vida [...] La casa se me viene encima...», escribió don Ramón a Ortega y Gasset el 2 de octubre.

Una serie de circunstancias fueron retrasando su traslado al Casal de la Merced, en A Pobra do Caramiñal, donde –por fin–, a finales de julio de 1917, la familia pudo ocupar la casona del antiguo priorato pobrense. Diversas cartas (cuyos originales se custodian en el Museo Valle-Inclán de esa localidad), dirigidas al arrendatario de la Merced, el Sr. Puig, dan cuenta de los cambios que tuvo que realizar en el edificio para hacerlo habitable; en ellas también se queja del estado en que se encuentra la finca, a cuya recuperación y rentabilidad dedica su esfuerzo, tal como queda constancia en las instrucciones dadas al casero, demostrando que su interés no era simple anécdota de excéntrico que ejerce de anacrónico hidalgo5.

Valle-Inclán, sin embargo, no vivió de modo permanente en Galicia, sino que viajaba a Madrid, con frecuencia en compañía de su familia, donde permanecía largas temporadas –de hecho disponía de un piso alquilado–, para atender sus asuntos, siendo el más importante la puesta en marcha y publicación desde 1913 de su Opera Omnia, a cargo de la imprenta Rivadeneyra.

En Galicia, por otra parte, Valle compartió horas de ocio con sus amistades de A Pobra do Caramiñal; en 1913 fue objeto de un homenaje, que le dedicaron diversas personalidades locales en el Círculo Jaimista de Santiago; y también en su retiro gallego recibió la visita de amigos, escritores y artistas, como Pérez de Ayala, Romero de Torres, Corpus Barga, Rafael de Penagos, Anselmo Miguel Nieto o el diplomático francés Jacques Chaumié, quien jugó un papel decisivo en el que fue posiblemente el episodio más significativo de estos años: el viaje y estancia de Valle-Inclán en Francia en 1916:

Yo tengo el compromiso de ir a Francia muy pronto –escribe a su amigo Tanis Artime el 10 de enero de 1915–. Quieren que escriba un libro de la guerra. Que el Gobierno francés me haya encomendado esta misión, te confieso que me llena de orgullo [...] una vez publicado el libro, espero que haga ruido. Se publicará antes que en castellano, en francés, inglés y ruso6.

Al leer esta carta es inevitable pensar en La Media Noche. Visión estelar de un momento de guerra (1917), que paradójicamente no hizo «el ruido» que esperaba su confiado autor, y mucho menos se tradujo a otros idiomas, de hecho hubo de esperar casi un siglo para su traducción francesa e italiana, las únicas a día de hoy7.

Pero antes de afrontar ese texto, la pregunta que nos hacemos ante el anuncio de ese inminente viaje es ¿por qué Valle-Inclán fue invitado por el gobierno francés para visitar el frente de guerra? La respuesta requiere situar esta invitación en su contexto histórico.

La Primera Guerra Mundial: la aliadofilia de Valle-Inclán

Desde el 28 de julio de 1914, en que Austria-Hungría declara la guerra a Serbia, se pone en marcha una cadena de declaraciones de guerra que va implicando a todos los países de Europa, siendo el 3 de agosto la fecha en que Alemania invade Bélgica, y con este acto se enfrenta oficialmente a Francia e Inglaterra. La Gran Guerra ya era una realidad irreversible.

Por su parte, España se declara neutral en este conflicto internacional el 7 de agosto de 1914; y esa postura oficial fue respaldada inicialmente por el sentir general de la sociedad, conocedora de los condicionantes sociopolíticos que justificaban esta decisión del gobierno –la debilidad económica, la desorganización militar y la preocupación por mantener un frente militar abierto de tipo colonial con la consecuente necesidad de sostener un ejército en Marruecos–. Pero la convicción de que España no podía emprender de manera efectiva una guerra cambió muy pronto y un sector del país tomó partido por Francia y sus aliados, al tiempo que otro lo hacía a favor de sus oponentes: «aliadófilos y germanófilos se repartieron la opinión pública, la prensa, la política y hasta las familias [...]. Entre unos y otros estalló una guerra en la que, aparte de las armas de fuego, valió todo»8.

En este clima, la prensa se convirtió en campo de operaciones para un fuego cruzado verbal entre partidarios de uno y otro bando. Precisamente la prensa tuvo en esta guerra una papel decisivo por su incidencia en la opinión pública. De hecho, los periódicos de los países no beligerantes recibieron por parte de los países en guerra compensaciones económicas por su función propagandística: «Los dedos de una sola mano pueden servir para contar los periódicos diarios que no han sido comprados en Madrid», declaraba Luis Araquistain en El Liberal, el 12 de enero de 19169. El conflicto europeo movilizó igualmente a los medios artísticos y culturales, que se polarizaron en defensa de los intereses de los bandos en conflicto, dando origen a manifiestos, actos públicos, viajes y corresponsalías en la prensa europea. Al mismo tiempo creció entre el público lector la necesidad de saber qué ocurría en los campos de batalla y esta demanda de información potenció la red de corresponsales que los principales periódicos españoles habían ido creando desde principios del siglo XX, a la que en esta coyuntura histórica se incorporaron como colaboradores ocasionales un amplio número de escritores consagrados, que aportaban su fama y visibilidad a las empresas editoras, pero también cumplían el papel propagandístico que interesaba a los bandos contendientes.

En este contexto Ramón del Valle-Inclán, con otros muchos escritores e intelectuales con quienes se cruza en esta particular coyuntura –Pérez de Ayala, Palacio Valdés, Ramiro de Maeztu, Azorín, Unamuno, entre otros–, ejemplifica ese compromiso español y su testimonio se plasma en numerosos artículos, ensayos y crónicas periodísticas, que ofrecen un muestrario de las modalidades de la literatura de guerra: desde la crónica descriptiva hasta la ficción literaria. Una contribución que la crítica foránea suele pasar por alto sin tener en cuenta que la Guerra Mundial ha dejado en España un largo rastro de textos, entre los que La Media Noche. Visión estelar de un momento de guerra es una de sus muestras más innovadoras y vanguardistas.

Así, pues, Valle-Inclán no permaneció al margen de aquella controversia; al contrario, el escritor proclamó a los cuatro vientos sus simpatías pro aliadas o, para ser más precisa, su francofilia –«Francia está haciendo una guerra de conciencia [...]. Pero en los alemanes es guerra atávica, guerra de instinto, que es la conciencia de los lobos», escribe a Unamuno desde París, el 10 de mayo de 191610–, una postura que tiene su prueba más significativa en el activo papel que jugó en la firma y difusión del «Manifiesto de adhesión de las Naciones Aliadas», publicado el 5 de julio de 1915 en la prensa francesa y española, bajo el título «La Guerra Europea. Palabras de algunos españoles», que es la declaración colectiva de apoyo de los intelectuales y artistas españoles a la causa aliada que mayor repercusión tuvo en su momento.

Ahora bien, el proceso de elaboración de este texto fue complejo, con fases incluso de estancamiento que amenazaban con dejarlo en dique seco. En esta circunstancia desempeñó un papel clave el político y diplomático francés Jacques Chaumié (1877-1920), que al filo de la primavera de 1915 visitó España con la más que verosímil misión de dar el impulso definitivo a la publicación del citado manifiesto, que Francia reclamaba con urgencia, molesta por la neutralidad española. Chaumié era buen conocedor de los círculos intelectuales madrileños, en los que se había integrado durante sus estancias en España en virtud de sus actividades políticas y diplomáticas. A raíz de su nombramiento en 1910 como cónsul de Málaga y poco después agregado comercial en Madrid, frecuentó la famosa tertulia del Nuevo Café de Levante, y entabló amistad con escritores españoles, entre ellos Valle-Inclán, de quien tradujo y publicó en la prensa francesa cuentos y la pieza dramática Romance de Lobos (La Geste des Loups), con el propósito en el último caso –nunca alcanzado– de que se estrenase en París. También escribió en Mercure de France (1914) una larga semblanza de su admirado amigo, tras haberlo visitado precisamente en su casa de Cambados, en el otoño de 1913.

Por su parte, Valle-Inclán tuvo un papel relevante en la preparación del citado documento colectivo. De hecho, tenemos constancia de que se encargó de recabar las firmas de importantes personalidades –«las más claras y nobles almas de nuestra España»–, como atestigua un borrador de su puño y letra11 con la lista de firmantes, todos nombres muy próximos al escritor gallego (Unamuno, Manuel Falla, Turina, Rogelio Villar, Amadeo Vives, Hermen Anglada Camarasa, Ramón Casas, Anselmo de Miguel Nieto, Julio Romero de Torres, Santiago Rusiñol e Ignacio Zuloaga), que se unían a la larga nómina de artistas plásticos, escritores, profesores y músicos que rubricaron aquella declaración conjunta.

Pero hay más: bajo el título «Razones de una francofilia», La Correspondencia de España (20 de agosto de 1915) hacía públicas unas declaraciones de Valle-Inclán, reivindicando para sí el protagonismo en la elaboración y difusión del citado Manifiesto:

Ese documento fue, en su origen, una modesta iniciativa mía, que halló forma después de largas y emocionadas conversaciones con eminentes sacerdotes franceses y belgas y con algún obispo. Yo, finalmente, lo envié a Francia12.

Con independencia de que este comentario de don Ramón, habitualmente tildado de fantasioso, tuviese un trasfondo real, quisiera recordar que también se han considerado hiperbólicas declaraciones del escritor como la que sigue y, sin embargo, no hay un ápice de exageración en la tarea que se atribuye, cuando afirma, y repito la frase antedicha: «Yo, finalmente, lo envié [el manifiesto] a Francia».

La existencia de una carta manuscrita y un telegrama13, que Jacques Chaumié remite a Valle-Inclán, no dejan lugar a dudas. Fechada en París el 28 de junio de 1915, en la carta el diplomático agradece emocionado a Valle-Inclán el envío del «Manifiesto» a favor de los aliados (Je ne peux vous dire combien je suis heureux de montrer ainsi à mes compatriotes le véritable sentiment de l’élite de cette terre d’Espagne qui m’est si chère), que se encargaría de traducir para su publicación en la prensa de su país, y destaca la trascendencia de la declaración española en apoyo de la causa aliada, que pretende despierte un gran eco en la sociedad francesa (Je vais faire publier ce manifeste de façon qu’il ait le plus grand retentissement possible. Il paraîtra dans un journal français et le texte en sera inmédiatement après télégraphié par nos agences dans le monde). Y finalmente, manifiesta su personal gratitud a su admirado amigo y a los firmantes de aquel documento (