La música de Brasil - Ignacio Díaz González - E-Book

La música de Brasil E-Book

Ignacio Díaz González

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Beschreibung

Sin hacer distinciones entre arte culto y popular, este volumen invita a conocer la música de Brasil en toda su extensión. Sus páginas entremezclan información sobre periodos histórico-musicales, géneros, músicos representativos, carnaval y samba, bossa nova y tropicalismo. Además, propone aspectos vinculados con temas políticos, influencias foráneas y paralelismos históricos existentes, por ejemplo, entre Cuba y Brasil, como consecuencia del proceso de conquista-colonización, que nos hace compartir herencias culturales como la africana. Confeccionado con un lenguaje sencillo y ameno, este texto constituye una herramienta útil y necesaria para conocer, con visión integradora, aspectos esenciales de la evolución del arte musical de esta nación, conocida por muchos como el Gigante Sudamericano.

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La música de Brasil

Ignacio Díaz González

© Ignacio Díaz González, 2023

© Sobre la presente edición:

Editorial Letras Cubanas, 2023

ISBN: 9789591026194

Tomado del libro impreso en 2023 - Edición y emplane: Nisleidys Flores Carmona / Dirección artística y diseño de cubierta: Suney Noriega Ruiz / Corrección: Yaismey Viamonte Pérez

E-Book -Edición-corrección, diagramación pdf interactivo y conversión a ePub y Mobi: Damaris Rodríguez Cárdenas / Diseño interior: Javier Toledo Prendes

Instituto Cubano del Libro / Editorial Letras Cubanas

Obispo 302, esquina a Aguiar, Habana Vieja.

La Habana, Cuba.

E-mail: [email protected]

www.letrascubanas.cult.cu

IGNACIO DÍAZ GONZÁLEZ (La Habana, 1955). Licenciado en Educación Musical y miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). Ha trabajado como profesor, metodólogo, asesor musical, arreglista, investigador y músico. En su trabajo docente, fundamentalmente ha impartido asignaturas de Armonía Tradicional, Popular y de Vanguardia, y ha vinculado con éxito sistemas pedagógicos que facilitan la comprensión en los arreglos para agrupaciones vocales, orquesta y de diversos formatos. Asignaturas como Teoría, Solfeo, Historia de la Música, Análisis, Contrapunto y Orquestación han estado incorporadas a sus clases de Armonía, con lo que ha logrado un sistema integrador para instrumentistas, compositores y músicos en general. Tiene publicados los libros Técnicas de la Armonía Popular Moderna, La armonía vanguardista. Sistemas, análisis y creación y El imperio del jazz en dos tomos.

Sin hacer distinciones entre arte culto y popular, este volumen invita a conocer la música de Brasil en toda su extensión. Sus páginas entremezclan información sobre periodos histórico-musicales, géneros, músicos representativos, carnaval y samba, bossa nova y tropicalismo. Además, propone aspectos vinculados con temas políticos, influencias foráneas y paralelismos históricos existentes, por ejemplo, entre Cuba y Brasil, como consecuencia del proceso de conquista-colonización, que nos hace compartir herencias culturales como la africana. Confeccionado con un lenguaje sencillo y ameno, este texto constituye una herramienta útil y necesaria para conocer, con visión integradora, aspectos esenciales de la evolución del arte musical de esta nación, conocida por muchos como el Gigante Sudamericano.

Índice
AGRADECIMIENTOS
PÓRTICO
Como una ráfaga divina que palpita en el espacio
Al lector
Introducción
Capítulo 1
Apuntes Históricos Esenciales
Raíces culturales, colonización e influencias foráneas
Capítulo 2
El clasicismo y el camino precursor hacia el nacionalismo
El nacionalismo en Brasil
Capítulo 3
Tendencias de la música académica del siglo xx
Algunas revelaciones sobre la música expresionista o de vanguardia en Brasil
Capítulo 4
La samba
Raíces históricas y características generales
Carnaval
Tres versiones etimológicas sobre carnaval
Carnavales del mundo
Samba y carnaval
Otros tipos de la samba
Capítulo 5
La bossa nova
Raíces históricas y características generales
Surgimiento y desarrollo
Cambios y decadencia de la bossa nova
Otros artistas destacados de la bossa nova
Algo más sobre la bossa nova
Capítulo 6
La música popular de Brasil (MPB) y el tropicalismo
Tropicalismo
Capítulo 7
Otros géneros musicales de Brasil, estilos e informaciones generales
La música sertaneja
Rock brasileño
Ciranda
Funk brasileño
Música gaucha brasileña
La guarania
El baião
El pagode
La música de Pará
El xote
El choro
El maxixe
El frevo
Samba común o tradicional
El manguebeat
El axé
Maracatú
La batucada
Arrocha
El jongo
El forró
Capítulo 8
El jazz latino: Cuba-Estados Unidos y Brasil
Capítulo 9
Grandes Cultores de la Música de Brasil
Fichas biográficas. Primera parte
Airto Moreira
Antonio Meneses
Bola Sete
Carmen Miranda
Carmen Monarcha
Cauby Peixoto
Claudio Ribeiro
Cristina Ortiz
Dick Farney
Dom Um Romão
Edson Zampronha
Elianes Elías
Elizeth Cardoso
Eumir Deodato
Flora Purim
Guiomar Novaes
Isaac Karabtchevsky
Laurindo Almeida
Lenita Bruno
Ligia Amadio
Luciana Souza
Luiz Bonfá
Magda Tagliaferro
Naná Vasconcelos
Nelson Pinto Freire
Sérgio Mendes
Tania Maria
Fichas biográficas. Segunda parte
Alberto Nepomuceno
Alexandre Levy
Antônio Carlos Gomes
Arthur Napoleão
Brasílio Itiberê
Chiquinha Gonzaga
Claudio Santoro
Dinorá de Carvalho
Elías Álvarez Lobos
Ernani Braga
Ernesto Nazareth
Ernst Mahle
Francisco Manoel da Silva
Francisco Mignone
Hans-Joachim Koellreutter
Heitor Villa-Lobos
Jayme Amantnecks
Joaquim Antônio Barroso Netto
José Antônio Rezende de Almeida Prado
José Maurício Nunes García
Leopoldo Miguez
Mario de Andrade
Mozart Camargo Guarnieri
Oscar Lorenzo Fernández
Fichas biográficas. Tercera parte
Adriana Calcanhotto
Agostinho Dos Santos
Ângela Maria
Antônio Adolfo
Ary Barroso
Astrud Gilberto
Baden Powell
Beth Carvalho
Caetano Veloso
Carlos Lyra
Cartola
Cazuza
Chico Buarque
Chico César
Dalva De Oliveira
Daniela Mercury
Djavan
Dolores Durán
Donna Ivonne Lara
Dorival Caymmi
Edu Lobo
Eduardo Araújo
Egberto Gismonti
Elis Regina
Elza Soares
Emilio Santiago
Fafá de Belém
Francis Hime
Gal Costa
Geraldo Vandré
Gilberto Gil
Gilson Peranzzetta
Guinga
Heitor Dos Prazeres
Hermeto Pascoal
Iván Lins
Ivete Sangalo
Jair Rodrigues
Jamelão
João Bosco
João Gilberto
João Mereilles
Johnny Alf
Jorge Ben Jor
Kátya Chamma
Leila Pinheiro
Lenine
Lisa Ono
Luiza Possi
Marcos Valle
Maria Bethânia
María Creuza
María Rita
Marisa Monte
Martinho Da Vila
Maysa
Milton Nascimento
Nara Leão
Nelson Cavaquinho
Nelson Gonçalves
Ney Matogrosso
Noel Rosa
Nora Ney
Oscar Castro-Neves
Paulinho Da Viola
Pixinguinha
Renato Borghetti
Rita Lee
Robertinho Silva
Roberto Carlos
Roberto Menescal
Ronaldo Bôscoli
Simone
Sivuca
Tim Maia
Tom Jobim
Vinícius de Moraes
Wanda Sá
Wilson Simonal
Zeca Pagodinho
Zélia Duncan
Zequinha de Abreu
Fuentes consultadas

A mis padres Aida e Ignacio, que desde lo más luminoso del cielo todos los días me bendicen. A mis hijos Rebeca y Reynier, mis máximos galardones. A mis nietos Anthony, Cristhian, Kevin y Brian Marcos, mi nueva y deslumbrante generación. A mi esposa Rosaida, que con su amor hechicero me impregna de deseos, estímulos y fe.

AGRADECIMIENTOS

A la embajada de Brasil en Cuba, principalmente a su primera secretaria Izabel Cury, un alma sensibilizada con toda la grandeza de este mundo; a Olguita y a Susana por sus colaboraciones. A mis amigos Efraín Ríos y José Gregorich Hernández, Pipo, por sus valiosas y decisivas colaboraciones, y a todos los que de una forma u otra me brindaron su apoyo para la realización de esta obra.

PÓRTICO

Como una ráfaga divina que palpita en el espacio

«Un libro nuevo –escribía el Héroe Nacional José Martí– es siempre un motivo de alegría, una verdad que nos sale al paso, un amigo que nos espera, la eternidad que se nos adelanta, una ráfaga divina que viene a posarse en nuestra frente».

He recordado ahora el magisterio del más trascendente revolucionario e intelectual del siglo xix cubano, al concluir la lectura de La música de Brasil, este libro que firma Ignacio Díaz González.

En las páginas de esta obra, sustentada en una exhaustiva, profunda y documentada investigación, el lector encontrará un fresco de la génesis, desarrollo y esplendor de la música creada en el país sudamericano.

No se trata, como quizás algunos erróneamente imaginan al conocer la formación académica del autor, de un minucioso estudio musicológico de tan rica y fecunda manifestación cultural de Brasil.

El propósito de Díaz González es, por el contrario, ofrecer, a quienes se aventuren en la lectura de este libro, una visión informativa, didáctica, de la música, tanto clásica como popular, nacida en el Gigante Sudamericano.

Una música –explica el investigador– que «envuelve diversos estilos regionales que contribuyen a conformar una identidad cultural que se difunde de manera global aportando genuinas expresiones de buen arte».

De ahí que se muestre un amplio panorama entremezclado, en el que la música culta y la música popular interactúan, de tal manera que se torna difícil, casi imposible, determinar los límites entre una y otra.

Así, se comentan sinfonías, sonatas, óperas, preludios, fugas, misas, música coral, de cámara, para ballet, junto al jazz, el son, la salsa, el mambo, la bossa nova, la samba, el tango, el rock, la música pop…

Quisiera anotar brevemente la importancia del capítulo titulado «El jazz latino. Cuba, Estados Unidos y Brasil», en que el autor explica los vasos comunicantes que enriquecen un universo sonoro de incuestionable trascendencia.

De interés resulta, igualmente, el catálogo de músicos que enriquece este estudio, en que se reproduce la información imprescindible para conocer los más representativos creadores e intérpretes, a través de la historia, del arte musical brasileño.

Antes de La música de Brasil, Ignacio Díaz González ya había escrito un libro de similares empeños, fruto de su interés en estudiar y promover la música, obra favorablemente acogida por lectores y críticos.

El imperio del jazz, publicado en dos tomos (2017 y 2019), entrega una novedosa mirada al surgimiento de este género musical a fines del siglo xix en Estados Unidos, así como a su indudable influencia en el mundo.

Otros libros avalan, igualmente, su prestigio; obras que desarrollan un conjunto de líneas investigativas y sistemas metodológicos dirigidos a la modernización del análisis científico-pedagógico en la enseñanza de la música.

Entre esos títulos que contribuyen a la formación profesional en la esfera de la música, aparecen Técnicas de la armonía popular moderna (2003) y La armonía vanguardista. Sistemas, análisis y creación (2004).

Ignacio Díaz González (La Habana, 1955) es graduado en la especialidad de música en los siguientes centros docentes: Escuela Nacional de Instructores de Arte, Conservatorio Ignacio Cervantes y en el Centro para la Superación de la Enseñanza Artística (Censea).

Es, además, licenciado en Educación Musical por el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, y cursó estudios de posgrado en Armonía, Instrumentación, Orquestación y Composición.

Entre los profesores que contribuyeron a su formación académica, aparecen los prestigiosos maestros Rafael Lay, Norman Milanés, Vicente González Rubiera, Guyún; Enrique Bellver y Armando Romeu.

Durante su vida profesional se ha desempeñado, a lo largo de casi medio siglo, en diversas instituciones docentes y culturales, como profesor, metodólogo, asesor musical, arreglista, investigador y músico.

Vuelvo al legado del maestro José Martí quien, en 1875, en México, escribía que «el color tiene límites, la palabra: labios, la música: cielo. Lo verdadero es lo que no termina: y la música está perpetuamente palpitando en el espacio».

Los invito a leer La música de Brasil, esta investigación de Ignacio Díaz González, con la certeza de que podrán comprobar, se los aseguro, que este libro es como una ráfaga divina que palpita en el espacio.

Fernando Rodríguez Sosa

La Habana, 18 de agosto de 2023.

Al lector

He querido construir este libro como homenaje a la cultura de Brasil, este extraordinario país que admiro y respeto profundamente, y además porque lo aquí expuesto no está fácilmente al alcance de todos los interesados.

Después de haber escrito el libro El imperio del jazz, publicado por la Editorial Letras Cubanas en dos tomos, presentados en 2018 y 2019, respectivamente, en la Sala Rubén Martínez Villena de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac),no dudé un instante en adentrarme por completo en la música de Brasil, teniendo en cuenta que los Estados Unidos, Brasil y Cuba son tres de las grandes potencias de la música popular en el mundo.

Sobre Cuba se han escrito infinidades de textos relacionados con su cultura musical, que dan a conocer el esfuerzo considerable de intelectuales, investigadores, maestros, historiadores y escritores, tales como: María Teresa Linares, Alejo Carpentier, Argeliers León, José María Bidot, Radamés Giro (con su extraordinario Diccionario enciclopédico de la música cubana),por solo mencionar algunos, de manera que consideré, en esta ocasión, dirigir mis investigaciones a otros campos menos conocidos en nuestro país.

En este libro se encontrarán contenidos cruzados de música académica y música popular, y por ende se hace importante desvelar las definiciones de cada una de ellas, de la forma más explícita posible, teniendo en cuenta que este volumen está pensado para todo tipo de público. Se entiende música académica en su más amplia acepción genérica, como la línea del tiempo marcada por la música de concierto, cuyo desarrollo comienza a partir del siglo xv: Renacimiento (1400 a 1600); Barroco (1600-1750); Clásico (1750-1800); Romántico (1800-1910); Impresionismo (sus cimientos se ubican aproximadamente en 1875 con un período destacado hasta la primera mitad de 1920 aunque mantenido en lo sucesivo); Vanguardismo y todas sus tendencias contemporáneas, cuya música por lo general es disonante y atonal, las cuales veremos en el capítulo 3.

La música académica, llamada además clásica, docta o erudita, se define como la antítesis de lo popular, y es representada por múltiples géneros, estilos, estructuras morfológicas, didácticas musicales, conceptos y timbres que difieren de la panorámica popular. Por ejemplo, al hablar de música académica nos referimos a sinfonías, música de cámara, sonatas, preludios, fugas, misas, música para ballet, coral, entre otras, géneros que se diferencian de los de la música popular representada por el jazz, el son, el reggae, la salsa, el mambo, la samba, la bossa nova, el tango, el rock, la música pop y muchas más.

Quizás esta manera de deslindar qué es académico y qué es popular sea rudimentaria ante criterios especializados de musicólogos, académicos, historiadores y especialistas en general, pero si algo bueno tiene es que rápidamente la mayoría de las personas, sean conocedoras o no, convergen en un punto de comprensión que permite razonamientos certeros a la hora de simultanear temas de ambos universos sonoros y creativos.

Por dificultades de espacio no he podido incluir a todos los músicos que hubiera querido, pero sí seleccioné una buena parte de ellos, considerados grandes cultores del arte musical brasileño por profesores, analistas, historiadores y especialistas en general.

Es nuestro mayor anhelo que con este texto sobre la música de Brasil, los lectores queden complacidos y, sobre todo, amplíen sus conocimientos en relación con el desarrollo del universo musical de este país.

El autor

Introducción

Brasil es un país soberano de la América del Sur que abarca la mitad oriental del subcontinente y algunos grupos de pequeñas islas en el océano Atlántico. Tiene más de 8,5 millones de kilómetros cuadrados, por lo que representa el 47 % del territorio sudamericano. Esto lo convierte en el país más grande de América Latina y América del Sur, y el quinto de más extensión del mundo detrás de Rusia, Canadá, China y los Estados Unidos de Norteamérica. Sus más de 210 millones de habitantes hacen de Brasil la quinta nación más poblada a nivel mundial.

Su idioma oficial es el portugués,1 y como idiomas coficiales se consideran el ñe’engatú, lengua indígena que se habla en los municipios de São Gabriel (estado de Río Grande del Sur) y Cachoeira (estado de Bahía); el alemán de Santa María de Jetibá (estado de Espírito Santo) y el de la ciudad de Pomerode (en el estado de Santa Catarina).

Existen además muchas lenguas minoritarias presentes en todo el país. Se revelan aproximadamente unas 180 lenguas indígenas predominantes en las áreas remotas, y otras que son habladas por los inmigrantes y sus descendientes, por ejemplo: el hunsrückisch, un dialecto del alto alemán, y el talian, de origen véneto en el sur del país, los cuales están influenciados por el portugués. Este idioma como lengua materna le proporciona a Brasil una cultura nacional diferente a la de sus vecinos de habla hispana.

La músical de Brasil, tanto académica como popular –que estuvo conformada en sus inicios de dos maneras: una tradición escrita y erudita, de raíz europea, y otra no escrita, popular, reconocida como medio de culturización entre las músicas europeas, africanas e indígenas–, comprende diversos estilos regionales que contribuyen a conformar una identidad cultural difundida de manera global y que aporta genuinas expresiones de buen arte.

En la «Lista representativa del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad» de la Unesco –programa que tiene como objetivo garantizar la mejor visión del patrimonio cultural inmaterial de culturas diversas del planeta y la conciencia de su importancia– aparecen de Brasil:

Las expresiones orales y gráficas de los wajapi.La samba de roda del Recóncavo bahiano, Bahía.El frevo: arte del espectáculo del carnaval de Recife.El círio de Nazaré: procesión de la imagen de Nuestra Señora de Nazaret en la ciudad de Belém (estado de Pará).El círculo de capoeira.

También aparecen declarados por la Unesco otros treinta y ocho bienes culturales y naturales de Brasil.

Un dato a tener presente en todo momento sobre este notable país, nombrado por muchos el Gigante Sudamericano, es su riqueza musical, la que hoy por hoy ha alcanzado un lugar digno del más fervoroso reconocimiento (samba, bossa nova…). Junto a Cuba (son) y los Estados Unidos (jazz), ocupa un puesto cimero entre las grandes naciones representativas de la música popular en el mundo, con su ritmática, su caudal armónico y su inconfundible universo tímbrico. Por ello, antes de adentrarnos por completo en las especificidades de su cultura musical, desde sus orígenes hasta la actualidad, trataremos un tema que vincula estrechamente a estos tres países.

1 Los nativos tuvieron una influencia taxativa en el idioma. De hecho, el portugués de Brasil no es el mismo que el de Portugal, sobre todo en su aspecto fonológico.

Capítulo 1

Apuntes Históricos Esenciales

Raíces culturales, colonización e influencias foráneas

Datos históricos han revelado que, en 1500, en la costa oriental de América del Sur, donde se ubica el actual territorio de Brasil, existía una gran masa poblacional de aproximadamente 1 900 000 amerindios (indios americanos) divididos en naciones indígenas, las que a su vez estaban compuestas por diferentes grupos étnicos: tupí-guaraníes, los macro-jê y los aruacos, todos con sus respectivas subdivisiones. Los tupís guaraníes, caracterizados por mantener fuertes batallas entre sí, estaban segmentados en tribus pertenecientes a la familia lingüística tupí-guaraní. Aún estaban en la Edad de Piedra, y por ese entonces su ubicación era entre los actuales territorios de los estados de Río Grande del Sur y Río Grande del Norte.

En general existen pocos datos que prueben a ciencia cierta cómo era el arte musical de estos indígenas, pero sí se sabe que sus instrumentos pertenecían principalmente a las familias de aerófonos (conchas de caracol y tipos de flautas muy rudimentarias) y las percusiones (tambores), y que la música era consustancial a las actividades religiosas y festivas.

Uno de los acontecimientos fundamentales de la historia universal fue el «descubrimiento» de América el 12 de octubre de 1492, cuando una expedición proveniente de España y al mando del navegante, cartógrafo, almirante, virrey y gobernador general de las Indias Occidentales al servicio de la corona de Castilla, Cristóbal Colón,2 llega a la isla de Guanahani, actualmente en las Bahamas. Con este hecho, que representa el encuentro de dos mundos distantes que existían de manera independiente desde el origen de la humanidad, se comenzó la conquista de América por parte de Europa, algo que cambió el sentido natural y el curso de la historia. Poco tiempo después de que los españoles entraran en América, llegaron los portugueses, ingleses, franceses, holandeses (Países Bajos), entre otros, procedentes de otras regiones de Europa.

El primer europeo en llegar al territorio brasileño fue el español Vicente Yáñez Pinzón, quien lo hizo al recalar en tierra el 26 de enero del año 1500 en la actual región de Cabo de San Agustín (Pernambuco) y luego al Amazonas. Sin embargo, la historiografía portuguesa distingue al fidalgo, comandante militar, navegante y explorador portugués Pedro Álvares Cabral como el descubridor de Brasil, quien llegó a Porto Seguro, región perteneciente al sur del estado de Bahía en el nordeste brasileño, el 22 de abril de 1500.

Según Luís da Câmara Cascudo (1898-1986), historiador, folclorista, antropólogo, periodista, abogado y docente universitario brasileño, los tupís fueron la primera raza indígena que tuvo contacto con los colonizadores. Este acontecimiento propició dos hechos significativos: 1) La experiencia inicial de los habitantes de Brasil (amerindios) con los europeos. 2) el inicio, unos años después (1534), de un largo período de colonización que duró hasta el siglo xix.

Acciones militares, el maltrato a los nativos a trabajo forzado y otros regímenes, conjuntamente con el contagio de diferentes enfermedades traídas por los europeos (viruela, tifus), para las cuales los amerindios carecían de anticuerpos, provocó una rápida reducción de la población indígena.

Debido a que todos los planes de expansión del continente europeo en América exigían, sobre todas las cosas, mano de obra barata, y al desaparecer en una gran mayoría las naciones indígenas, que estaban compuestas por diferentes grupos étnicos, África fue una solución salvadora para todos los colonizadores. El negro africano era muy fuerte para el trabajo y más resistente a enfermedades, y esto fue una razón convincente para secuestrarlos y esclavizarlos. Este execrable sistema se aplicó en territorios de casi todo el África (occidental, central y oriental). Estos africanos reprodujeron en América sus músicas, sus danzas, cantos, idiomas y rituales, manifestaciones que fueron dándose a conocer en un nuevo contexto del que formaron casi al instante un nutriente esencial a tenerse en cuenta para la creación definitiva de lo que es hoy la música de Brasil.

La llegada de los negros de África es un punto de atención que debe destacarse cuando se abordan temáticas referidas a conformaciones culturales en América u otra parte del mundo; esto debido, fundamentalmente, a la riqueza significativa de sus originales percusiones ejecutadas en peregrinos instrumentos representativos de opulentas culturas musicales y religiosas.

Los países de América que recibieron esclavos de África, ya sea en mayor o menor cuantía, tuvieron la posibilidad de adquirir de ellos sus prácticas culturales, algo que sustanció significativamente los estilos musicales y danzarios de muchas regiones. Por ejemplo, algunos investigadores argentinos, en especial Beatriz Crisorio, plantean que el tango se formó debido a elementos multiétnicos, gracias a su pasado colonial (indígena, africano y criollo) y al sucesivo aporte inmigratorio. La cumbia de Colombia es un género musical en el que se aprecia un componente de danza folclórica tradicional que declara el resultado de la fusión musical de indígenas y negros esclavos en la costa del Caribe durante la conquista y la colonia. La rumba es un género de música tradicional originado en Cuba a finales del siglo xix con raíces africanas. De igual manera, la samba es un género musical también de raíces negras, surgido en Brasil, así como el maracatú, expresión músico-danzaria de connotación litúrgica que se remonta a los esclavos; la batucada, complejo músico-danzario brasileño que emana de la etapa colonial como expresión transculturada de la esclavitud africana; el lundu, género musical danzario brasileño, originado por los esclavos traídos de Angola (llegó a ser considerada la danza nacional de Brasil). El calipso en Trinidad y Tobago remonta sus orígenes en el África Oriental, y el jazz en los Estados Unidos se alimentó desde sus comienzos de la cultura africana y europea, y así muchos más.

En el libro El imperio del jazz hago la siguiente reflexión: «[…] África, unida a la tradición de Norteamérica compactó una cultura musical negra que al mezclarse con las tendencias europeas de los siglos xviii y xix, engendraron el híbrido que posteriormente definió el jazz».3

Danzas, cantos de trabajo, infinitas variedades de polirritmias, movimientos del cuerpo escenificando rituales de sus diversas religiones, entre otros, fueron confluyendo con las costumbres culturales de cada región y con la cultura europea, esta última representada por himnos, danzas, marchas, valses, espectáculos de ópera italiana y procedimientos didácticos-musicales. Y así cada territorio, con sus características autóctonas fue tomando su plena identidad.

A manera de conclusión, en Brasil se circunscriben múltiples géneros y estilos regionales donde las formas amerindias, africanas y europeas son componentes indefectibles que puntearon el camino en la conformación definitiva de su nacionalidad, representada por una gran diversidad de música académica y popular.

2 Pudo haber nacido el 31 de octubre de 1451 y se sabe que murió en Valladolid, España, el 20 de mayo de 1506.

3 Ignacio Díaz: El imperio del jazz. La Habana: Editorial Letras Cubanas, 2017, t. 1, p. 38.

Capítulo 2

El clasicismo y el camino precursor hacia el nacionalismo

Entre 1700 y parte del siglo xix, el arte estuvo bajo la tutela del Clasicismo, que no fue más que la denominación historiográfica de una gran masa estético-artística de pensadores que dominó las artes occidentales sobre la base del academicismo. Si algo se destaca sobremanera en esta época es la corriente filosófica del Iluminismo, movimiento cultural e intelectual europeo que afloró desde mediados del siglo xvii y se materializó con fuerza en el xviii. Su objetivo central fue clarificar lo místico e incomprensible de la humanidad mediante la razón. El siglo xviii es conocido, por este motivo, como el Siglo de las Luces. La música clásica europea en esta etapa desarrolló fehacientemente una serie de sistemas técnico-estilísticos y conceptuales referidos a un arte mucho más natural y equilibrado. Rehusó los excesos de la música barroca (siglos xvii-xviii) y fue portadora de armonías claras y funcionales, estructuras simples, frases simétricas similares a las de la música folclórica; y en la ópera, se logró un equilibrio estre drama y música facilitando la comprensión de los espectadores.

Desde la colonización, los portugueses contribuyeron notablemente en la estructura y orientación de la música brasilera. En el siglo xviii Portugal es subyugado por la dominación clasicista del arte y la tradición europea de épocas precedentes, y le impone a Brasil, con mucha más ponderación, su regencia musical a través de su sistema armónico-tonal y la incorporación de diversos instrumentos como violines, flautas, guitarras y otros. Es sobre los modelos portugués y europeo, en general, establecidos como imperio de un reinado, que el arte musical del Gigante Sudamericano emprende con mucha más decisión el camino que le permite preludiar la estructuración de su música con fidedignos conceptos de un arte nacional, convirtiéndose este empeño en el siglo xix en conciencia reveladora de un anhelo cultural.

Existen ejemplos notorios de esta afirmación. En primer lugar, la modinha fue el primer género de música popular brasileña. Provenía de Portugal y se conoce que en el siglo xvii se tocaba en las calles de Bahía (estado de la región nordeste de Brasil). Poco a poco comenzó a tomar características nacionales debido al enriquecimiento con las culturas indígenas y africanas: ritmos más complejos y sincopados, cambio en los finales de frase, una mayor riqueza armónica con el empleo de ritardandos y anticipaciones, entre otras. En Brasil se interpretó en las calles a modo de serenata y en los grandes salones de la aristocracia. Poco a poco su popularidad fue tan significativa que en principio los versos fueron compuestos por guitarristas o seresteiros (músicos de serenata), pero luego se involucraron con este género grandes escritores y compositores, incluyendo hasta el emperador Don Pedro I, que era músico.

En su bella poesía, Domingos Caldas Barbosa destacó en la modinha el comportamiento diario del brasileño. Otros artistas célebres, como fueron José Maurício Nunes García, Francisco Manoel da Silva, Damião Barbosa de Araújo, José Reboucas, Antônio Carlos Gomes, entre muchos más, veneraron el arte de la modinha con incorporaciones referentes a un arte puramente brasileño.

En la obra musical de Francisco Manoel da Silva se aprecia música litúrgica, modinhas y lundus. Compuso el Himno nacionalde Brasil y fue uno de los fundadores, quizás el principal, de la Imperial Academia de Música y Ópera Nacional (Música Imperial Nacional y Academia de Ópera), de Sociedade Musical de Beneficência y el Conservatório Imperial de Música, que dio origen a la actual Escuela de Música de la Universidad Federal de Río de Janeiro.

Por otra parte, el compositor Elias Álvares Lobo escribió en 1858 la primera ópera brasileña con texto en portugués A Noite de São João(La noche de San Juan).

El 19 de marzo de 1870 se presentó en el Teatro de la Scala, en Milán, Italia, IlGuarany, ópera ballet en cuatro actos con música de Antônio Carlos Gomes y libreto en italiano de Antonio Scalvini y Carlo D’Ormeville, basado en la novela O Guarani, escrita por José de Alencar. Este fue un momento trascendental para la cultura brasilera. La obra es eminentemente italiana en el aspecto musical, pero su tema y su ambientación son inherentes a la cultura indígena. Hay quienes consideran Il Guarany como la primera manifestación importante de música brasileña. En Italia el éxito de esta obra fue extraordinario, a tal extremo que la crítica especializada llegó a comparar a Carlos Gomes4 con grandes maestros europeos, como Giovacchino Antonio Rossini y Giuseppe Verdi, este último dijo de él en cierta ocasión: «Este muchacho comienza por donde yo he terminado».5 Gomes fue presentado en las principales capitales europeas y este mismo año, a su regreso a Brasil, organizó el estreno de Il Guarany en Río de Janeiro, donde logró el mismo éxito que en Italia.

Uno de los aspectos importantes a tener en consideración sobre Carlos Gomes es la inspiración que causó este brillante músico en otros compositores brasileños, lo que no solo trajo como resultado un brote operístico en Brasil que arrojó aproximadamente entre 1870 y 1910 una cifra de más de cien óperas escritas por cincuenta y nueve autores, sino además el sentimiento de una identidad nacional6 en proporciones más sobresalientes.

Por otra parte, entre las obras más importantes de Alberto Nepomuceno, se encuentra su tercer cuarteto de cuerdas, subtitulado el Brasileiro, fechado por su propia mano en Berlín en 1890. Esta obra constituyó el primer ejemplo de la integración de la música tradicional brasileña con el idioma romántico europeo. Otros músicos destacados, como el compositor y director de orquesta Alexandre Levy, buscan aclimatar la música de cámara y sinfónica al ambiente local, utilizando ciertos ritmos y temas de la música popular, es decir, de la tradición no escrita.

El compositor y pianista brasileño Ernesto Nazareth combinaba diversas influencias, no solo brasileñas sino también de la música académica de Europa, África y hasta el ragtime. En las danzas dramáticas o fiestas musicales de finales del siglo xix, donde la música va íntimamente ligada a la coreografía y el drama, el elemento negro brasileño sobresale significativamente. De aquí se derivan los cantos puros y la revolución autóctona de la cultura urbana.

En 1890 Leopoldo Miguez y Medeiros de Albuquerque fueron los autores del Himno a la proclamación de la República, uno de los mayores símbolos del nacimiento del sistema republicano brasileño. Leopoldo Miguez está considerado como el continuador de la obra de Francisco Manoel da Silva y el renovador de la enseñanza de la música en Brasil a inicios del siglo xx.

Todos los procesos de continuas transformaciones que va teniendo la samba desde sus orígenes en el siglo xix hasta desembocar en la samba carioca a partir de 1930 fueron muy relevantes en este período.

Pudiéramos mencionar muchos más ejemplos profesionales plasmados en la obra de otros grandes músicos que patentizan cómo se fue trazando el camino hacia el nacionalismo musical brasileño. Algunos de estos artistas fueron: Brasílio Itiberê da Cunha, Luciano Gallet, Camargo Guarneri, Ricardo Santoro, Osvaldo Lacerda y Francisco Braga, entre otros.

El nacionalismo en Brasil

Podría definirse como nacionalismo el afecto por el país patrimonial y por todo lo que a él se refiere. También el sentimiento de pertenencia a la nación propia, algo en principio identificable con el patriotismo. En relación con el arte, se refiere al uso de materiales o temas que son reconocibles como nacionales o regionales, y refiriéndose a la música, se reclina primordialmente en la incorporación de lo autóctono a las creaciones musicales, sobre todo el uso directo de la música folclórica, de sus melodías, ritmos y armonías.

En el siglo xx el término nacionalista se utiliza con frecuencia para describir la música de regiones no hegemónicas, sobre todo de América Latina, América del Norte y Europa Oriental. Los países relacionados con frecuencia al nacionalismo son, en Europa: Rusia, Polonia, Rumanía, Hungría, Noruega, Finlandia, Suecia, Ucrania, España y Reino Unido; y en América: los Estados Unidos, México, Brasil, Argentina, Chile, Cuba y Venezuela.

La primera y quizás más grande expresión nacionalista de Brasil en toda su historia está reflejada en la obra de Heitor Villa-Lobos (1887-1959), un hombre que desarrolló su música sobre el folclor brasileño unido a la música clásica europea. Compuso nueve Bachianas brasileiras,que son obras independientes pero guardan una relación singular entre sí. Estas piezas fueron escritas para voz y ocho violonchelos, aunque se hace muy común que sean interpretadas en muchas otras combinaciones instrumentales. En todas estas composiciones, Villa-Lobos fusionó el folclor brasileño con el estilo y la forma de componer del maestro del siglo xvii Johann Sebastian Bach. Compuso más de una decena de choros (género musical con más de ciento treinta años de existencia). Elaboró un programa completo de didáctica musical basado únicamente en la cultura musical brasileña. En sus composiciones de música coral para niños, se aprecia también una sólida vinculación con el folclor. Uno de sus grandes legados en el Brasil de hoy está arraigado al sistema de las escuelas de samba. De la misma manera que Carlos Gomes, inspiró la conciencia de otros músicos hacia el nacionalismo, Villa-Lobos también fue centro de atención en este sentido, al punto de que su obra ha sido considerada como la iniciadora de la primera generación del nacionalismo brasileño.

Siguieron el camino de Villa-Lobos un ínclito grupo de compositores, como fueron: Oscar Lorenzo Fernández, autor de la ópera en tres actos titulada Malazarte con libreto de Graça Aranha; Dinorá de Carvalho, quien fuera una de las fundadoras de la Orquesta Femenina de São Paulo, cuyos conciertos obtuvieron considerable repercusión. En 1954 Dinorá recibió la medalla de oro del IV Centenario de la fundación de la ciudad por su trabajo de formación musical de los niños paulistas. Asimismo, Ernani Braga obtuvo mucha fama por sus Cinco canciones nordestinas referidas al folclor brasileño nororiental y basadas en el material de ritmos y dialectos de una región de personas africanas; João de Souza Lima, que dentro de su brillante obra compuso tangos brasileños y danzas de salón con piezas de música popular; Armando Albuquerque, uno de los fundadores de la Sociedad Brasileña de Música Contemporánea y miembro de la Academia Brasilera de Música; Francisco Mignone, destacado compositor representante de una obra fuertemente nacionalista (en su segunda etapa), también influido por su antiguo maestro de escuela, el escritor y musicólogo Mário de Andrade. Mignone utiliza el folclor, las melodías populares y las formas de su Brasil nativo como base para sus composiciones, con algunas reminiscencias de la música africana.

La cantidad de compositores, tanto precursores como representantes del nacionalismo brasileño, es una referencia obligada para comprender la extraordinaria cultura musical de Brasil, y es por ello que como información conclusiva y complementaria se ofrece seguidamente una lista de algunos de ellos –muchos ya mencionados– enmarcados en diferentes momentos generacionales.

Se consideran precursores del nacionalismo: José Maurício Nunes Garcia, Francisco Manoel da Silva, Carlos Gomes, Elias Álvares Lobo, Domingo Caldas Barbosa, Leopoldo Miguez, Glauco Velásquez, Henrique Oswald, Brasílio Itiberê da Cunha, Alexandre Levy, Alberto Nepomuceno, Ernesto Nazareth, Francisco Braga, Joaquim Antônio Barroso Netto, Luciano Gallet y Luiz Levy.

Por otra parte, se considera de la primera generación de nacionalistas a Heitor Villa-Lobos, mientras que de la segunda: Oscar Lorenzo Fernández, Dinorá de Carvalho, Fructuoso Vianna, Brasílio Itiberê, Jaime Ovalle, Hekel Tavares, Ernani Braga, João de Souza Lima, Osvaldo Cabral, Armando Albuquerque, Oswaldo de Souza y Francisco Mignone.

La tercera generación de nacionalistas está integrada por Mozart Camargo Guarnieri, Radamés Gnattali, Waldemar Henrique, José Siqueira, Luiz Cosme, José Vieira Brandão, Ascendino Theodoro Nogueira, Aloísio de Alencar Pinto y Alceu Bocchino.

Otros músicos nacionalistas latinoamericanos que han tenido repercusión internacional y son reconocidos por su alta calidad artística son: Alberto Ginastera, Carlos López Buchardo, Carlos Guastavino, Luis Gianneo y Astor Piazzolla, de Argentina; Luis Humberto Salgado de Ecuador; Antonio Lauro, Juan Bautista Plaza, Antonio Estévez e Inocente Carreño de Venezuela; Manuel Ponce, Carlos Chávez y Silvestre Revueltas de México; Domingo Santa Cruz, Pedro Humberto Allende, Carlos Isamitt y Juan Orrego-Salas, de Chile; Guillermo Uribe Holguín, Luis Antonio Escobar, Roberto Pineda Duque, Antonio María Valencia, Francisco Zumaqué, Blas Emilio Atehortúa y Jesús Pinzón Urrea de Colombia; Teodoro Valcárcel de Perú; Roque Cordero de Panamá; Eduardo Caba de Bolivia; Ernesto Lecuona de Cuba; y Héctor Tosar de Uruguay.

En el último tercio de siglo, otros compositores se incorporaron a la lista. Algunos de ellos son: Mario Davidosky y Osvaldo Golijov de Argentina; Leo Brouwer, Aurelio de la Vega y Tania León de Cuba; Gabriela Ortiz y Mario Lavista de México; Héctor Campos-Parsi y Roberto Sierra de Puerto Rico; Juan Carlos Núñez y Paul Desenne de Venezuela; Gustavo Becerra Schmidt de Chile; José Serebrier y Miguel del Águila de Uruguay.

4 Carlos Gomes, a partir de este momento, entra en la descollante lista europea de grandes compositores de óperas.

5 Pedro de la Hoz: «Carlos Gómez del tamaño de Brasil», Granma htpp://www.granma.cubasi.cu..

6 Identidad nacional es una condición social, cultural y espacial. Es la identidad basada en el concepto de nación, es decir, el sentimiento de pertenencia a una colectividad histórico-cultural definida.