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La relación hombre-naturaleza ha estado presente en la cultura y la historia humana desde tiempos remotos. Sin embargo, durante el siglo xx esta relación se ha colocado en el centro de la reflexión sociofilosófica de un modo particular, debido a importantes modificaciones de las formas prácticas de interacción entre la sociedad y su entorno, lo que condujo a la delimitación de uno de los problemas más relevantes de nuestros días: el problema ambiental. Se abordan las particularidades filosóficas de la relación hombre-naturaleza. Se resaltan los aportes éticos y cognoscitivos realizados por científicos y filósofos cubanos a mediados del siglo XX. Se establecen los momentos más trascendentes por medio de una periodización. Se trata además la proyección de las concepciones filosóficas actuales sobre la relación hombre-naturaleza en Cuba y sus principales tendencias.
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Seitenzahl: 276
Veröffentlichungsjahr: 2018
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Edición base: Enid Vian Audivert
Diseño de cubierta: Seidel González Vázquez
Diseño interior: Oneida L. Hernández Guerra
Corrección: Natacha Fajardo Álvarez
Composición: Amarelis González La O
©Adriana Mercedes Ortiz Blanco, 2017
© Sobre la presente edición:
Editorial de Ciencias Sociales, 2017
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ISBN 978-959-06-1954-0
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RUTH CASA EDITORIAL
Calle 38 y ave. Cuba, Edif. Los Cristales, oficina no. 6 Apartado 2235, zona 9A, Panamá
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A mis padres que no tuvieron esta oportunidad.
A Maño, Adrianita y a Christian a quienes lesdebo tantas horas de ausencia.
A Manolo mi compañero en la vida y en la ciencia.
A mi familia que en todo momento me apoyó para realizar este empeño.
La filosofía siempre ha estado relacionada con el conocimiento y la práctica humana. Desde la antigua Grecia ella constituía una expresión de los problemas de esa sociedad tanto en el plano de la práctica como en el de la ciencia.
La relación hombre-naturaleza. Un estudio desde las dimensiones ética y cognoscitiva, de la doctora Adriana Mercedes Ortiz Blanco, constituye una obra que enriquece las investigaciones filosóficas acerca de la naturaleza y el hombre ahora presentada desde dos dimensiones importantes: la ética y el conocimiento. Estamos asomados a un excelente fruto de una seria indagación doctoral, en la que la autora, siguiendo una lógica filosófica coherente, penetra con profundidad en la autoconciencia de la relación hombre-naturaleza y sus dimensiones concretas: ética y cognoscitiva.
En el pensamiento filosófico, la relación hombre-naturaleza deviene eje central en el estudio de visiones animistas, totémicas y mitológicas que ganan una concreción filosófica en la obra de Platón —en sus Diálogos, en La República— se analiza, desde consideraciones sociales y políticas, la postura del hombre ante la naturaleza, expresada según los ideales del mundo griego de virtud y justicia.
De la misma manera, en Aristóteles se encuentran pensamientos filosóficos que tienen que ver con lo científico natural, y ello tiene su expresión en su obra denominada Física, en su metafísica, su lógica y referenció además principios de la ciencia, de la matemática, sin desvincular de ello la naturaleza vista ahora como cosmo, como lo que rodea al hombre; como totalidad de los objetos capaces de provocar el cambio. Tanto en Aristóteles como en Platón, hay ideas acerca de la naturaleza, el hombre, la ciencia y de la estructura de esta acorde al momento histórico que viven.
En la época moderna se encuentran las ideas de Descartes, opuestas a la escolástica, en nuevas condiciones económicas y sociales de advenimiento del capitalismo y nuevos descubrimientos que se van realizando en el terreno de la ciencia y que repercuten en el enfoque científico del estudio de la naturaleza.
Con posterioridad en Kant encontramos una obra medular que propicia explicaciones generales sobre los límites del conocimiento y el fracaso de la escolástica. La naturaleza en Kant es un todo cerrado en sí mismo, con su propio ordenamiento causal, con un esquema ético donde la virtud se convierte en una lucha contra los impulsos de la sensibilidad, y se establece una división tajante entre hombre y naturaleza.
La propia filosofía marxista clásica no es ajena al estudio de la naturaleza y el hombre y responde a sus antecedentes teóricos propios de su época, como el descubrimiento de la célula, la Teoría de la Evolución de Darwin y la transformación de la energía. En tal sentido se añade el papel de la práctica social como vía de relacionar al hombre con su medio natural.
Adriana Ortiz demuestra que, en el decursar filosófico de la relación hombre-naturaleza el positivismo no estuvo indiferente a estas ideas, con una visión de ciencia en vínculo con la naturaleza como elemento mensurable a diferencia de lo religioso. Evitando pormenores innecesarios, se tienen referencias de estudios sobre teoría atómico-molecular y la filosofía, los cuales muestran lo experimental como método para investigar la naturaleza. En este momento se continúa el interés por el conocimiento de la naturaleza, desde el perfil de ciencias diferentes. El desarrollo de la química, la física, el incremento de la industria, la presencia de la contaminación de la naturaleza y su utilización de forma productiva para obtener ganancias sin reparar su daño caracteriza el panorama científico natural del momento.
Por otra parte, no podemos dejar de señalar que en esta propuesta de estudio de Ortiz Blanco se incluye, dentro de la relación hombre-naturaleza, la tecnología y de forma acertada profundiza en los criterios aportados por la Escuela de Frankfurt sobre utilidad y provecho de la tecnología y su extensión a la naturaleza, aparece de esta forma la cuantificación de la naturaleza. Es recurrente en este aspecto lo planteado por George Gurvich en otra dirección del análisis. A partir de lo que denomina “criterios colectivos”, da preponderancia al conocimiento científico sobre el estudio de la naturaleza y expresan sus consideraciones desde la perspectiva sociológica, restándole, con ello, campo de aplicación al resto de las ciencias.
Por su parte Jorge Núñez Jover, si bien no nominaliza la actividad tendente a reflexionar sobre el proceso del conocimiento y su relación con la naturaleza, establece concepciones equivalentes a su esfera de atención amplificando, con ello, su espectro de acción, no solo el referido al saber científico, sino a una dimensión más general. Con ello reconoce con ello que el proceso del conocimiento es estudiado, partiendo de la filosofía, por diversas disciplinas particulares que aportan ángulos y funciones características de cada una de ellas, en la medida que se esgrimen en actitud cognitiva del hombre hacia el mundo, con fuerte cimentación de esas relaciones sociales donde actúa el sujeto del conocimiento. Todo esto muestra que la filosofía es un producto social donde conocimiento y comportamiento se interrelacionan a la hora de estudiar el nexo hombre-naturaleza.
Es indudable lo difícil que resulta la obra que presenta Adriana Ortiz Blanco en la medida que se avanza en su lectura, cuando llegamos al punto donde se introduce en medio de una polémica actual: la relación filosofía-ciencia, ética y conocimiento, explorando simultáneamente modos de pensar filosófico con las problemáticas de científicos particulares que no se dedicaron a la sistematización filosófica, pero desarrollan una cosmovisión científica del mundo donde conocimiento y práctica se intervinculan. Es este un aspecto poco usual de presentar la investigación filosófica.
El trabajo realizado por la autora ha sido arduo, hurgando en terrenos habitualmente separados. Su indagación de la relación hombre-naturaleza desde las dimensiones ética y cognoscitiva es de gran actualidad, máxime si ella particulariza y propone una perspectiva filosófica de análisis de la mencionada relación en el contexto oriental de Cuba, lo cual puede ser generalizado en espacios diferentes. Es esta una de las causas fundamentales por las que recurre Ortiz con toda claridad a la relación filosofía-ciencia particular y la vincula a las investigaciones más recientes del tema en Cuba.
Por su parte esta obra complementa y llena un déficit respecto a los estudios filosóficos sobre la autoconciencia, enfocada ahora con dimensiones éticas y cognoscitivas y mediante una periodización reveladora del orden filogenético del problema.
El texto en su continuación constituye una ontogénesis del problema de la relación hombre-naturaleza en el entorno oriental cubano y puede apreciarse un vínculo recíproco entre lo científico particular y lo filosófico, como en cierto momento hay un desarrollo filosófico en lo científico particular.
El trabajo de Adriana Ortiz Blanco, será de extraordinaria importancia para naturalistas no solo de la región oriental, sino de otros ámbitos, porque la particularización que se presenta no se hace al margen de la filosofía, se hace generalizable, lo cual confiere utilidad a este estudio tanto para el filósofo como para el ciencista particular, muestra todo ello del carácter proyectivo y predicativo de la filosofía.
Miguel Matute Peña
Doctor en Ciencias Filosóficas
Santiago de Cuba
Acometer un estudio de los complejos procesos de afectación que sufre la relación hombre-naturaleza con las dimensiones de análisis filosófico que ello implica, es una tarea que requiere incursionar en el cuerpo de conocimientos de esta ciencia y deducir de ello la aprehensión de las afectaciones al entorno como parte de la vida del hombre en correspondencia con los cambios que han tenido lugar en el ámbito de las investigaciones sobre la naturaleza. Razonar la filosofía y su relación con las ciencias particulares en general, con sentido complejo, plantea nuevas perspectivas interpretativas al nexo del hombre con la naturaleza.
Es necesario asumir una perspectiva filosófica con implicaciones cognoscitivas que permitan orientar la cosmovisión hacia la relación hombre-naturaleza, enfatizando en aspectos éticos sin descuidar los aportes históricos, y con ello, el estudio amplía los límites en que se conocen las diferentes facetas de la relación hombre-naturaleza, las cuales han contribuido a conformar una cosmovisión con un carácter valorativo. La urgencia de estas valoraciones alrededor de la relación hombre-naturaleza viene dada por la incidencia que tiene el desarrollo humano en el desenvolvimiento de la naturaleza que pone en riesgo la propia existencia del hombre, lo cual reclama este tipo de reflexión y beber de las fuentes más preclaras del pensamiento filosófico universal y cubano para una mejor orientación de cómo se ha comportado la percepción y la valoración de sí que va adquiriendo el hombre en su acción con la naturaleza. Esto va conformando una autoconciencia, una autovaloración hacia esta.
El análisis que se realiza alrededor de ello transita por momentos fundamentales: el primero, caracterizado por un tratamiento general del problema en filósofos representativos y de una arista particular en Cuba; el segundo, centra su atención en los aportes al estudio realizado por representantes de las ciencias particulares, los cuales en su haber no se dedicaron a la filosofía, pero sus obras aportan importantes dimensiones en este aspecto. Un tercer momento transita por las investigaciones filosóficas más recientes en el tema y una propuesta de una perspectiva filosófica al respecto.
Todo lo anterior sirve de base para ponderar los aspectos cognoscitivos y éticos. El primero parte de la contradicción sujeto-objeto, donde se presenta la imagen de la naturaleza en el hombre en forma de conocimiento, es la aprehensión que tiene este de la naturaleza, o considerado esto en el nivel filosófico de esa contradicción se produce una autoconciencia que encierra acción y utilización de la naturaleza dentro de una actividad práctica. Ello condiciona un desarrollo de sí mismo y permite al hombre interactuar en la naturaleza con un nivel de pensamiento abstracto y de conocimiento de sí. Lo anterior implica autoconciencia que, a su vez, permite estudiar una interacción naturaleza-hombre donde las acciones de los hombres sufren transformaciones por ocurrencia de fenómenos climáticos, geográficos, desastres naturales que deben ser conocidos, estudiados y en muchos casos pronosticados por constituir condicionantes de la vida humana.
En el aspecto ético se incluye cómo va evolucionando la visión de lo bueno, lo malo y las virtudes respecto a la naturaleza en el pensamiento filosófico, hasta llegar al sentido de la responsabilidad y de la vida como partes del accionar en la naturaleza y, a su vez, se relacionan con los procesos del conocimiento.
Estos dos elementos contribuyen al desarrollo de la autoconciencia hacia la relación hombre-naturaleza, el cual muestra que el hombre no puede pensar en sí mismo fuera de la naturaleza, al igual que esta no puede estar fuera del hombre, a tal punto que puede perecer si la excluye de su desarrollo.
Con respecto a si la relación hombre-naturaleza tiene un fundamento filosófico, se destacan las obras de importantes filósofos que muestran la inclusión de lo ético y lo cognoscitivo en el análisis, entre las cuales es fundamental Ética demostrada según el orden geométrico de Benedicto Spinoza.
Carlos Marx y Federico Engels en el siglo xix, reconocen el trabajo como el proceso en el que se desarrolla el vínculo entre el hombre y la naturaleza. Esta perspectiva permite considerar las relaciones que los hombres establecen en la producción material con la naturaleza: “el hombre, mediante sus cambios, la hace servir a sus fines, la domina. Es esta la suprema diferencia entre el hombre y los demás animales; diferencia debida al trabajo”.1 Se aprecia una arista cognoscitiva, porque el hombre, para poder dominar la naturaleza, debe conocer sus particularidades en el contexto donde habita y ello no debe implicar destrucción de esta sino por el contrario su protección.
1 Federico Engels: Dialéctica de la naturaleza, p. 151.
Son significativos, desde un ángulo filosófico general, los estudios acerca de la relación hombre-naturaleza con el objetivo de mostrar la afectación a esta última, su cuidado, mantenimiento y el lugar desempeñado por la ciencia y la técnica.
En este análisis son utilizadas herramientas filosóficas que parten de la unidad material del mundo, la relación ser-conciencia, y se introduce la orientación monista-materialista para los estudios de la relación hombre-naturaleza, por considerarse que la naturaleza es inagotable en lo ontológico y lo gnoseológico, es finita en cuanto a las posibilidades de asimilación respecto a los productos y resultados de la actividad humana.2
2 I. Novik: Sociedad y naturaleza, p. 190.
Estudios filosóficos recientes analizan como especificidad de la relación hombre-naturaleza la ética ambiental, considerada como conjunto de principios sobre los que se establecen las relaciones hombre-naturaleza en los marcos de una sociedad o grupo social determinado. Asimismo, se resalta la importancia de su estudio, dadas las condiciones de rompimiento de la relación del hombre con la naturaleza y la incidencia del progreso científico- técnico. En tal sentido se aboga por cambios en el nivel de responsabilidad del hombre ante la naturaleza.3
3 Martha Roque: “Las relaciones hombre-sociedad-naturaleza. Reflexiones desde el punto de vista ético”, en Bioética para la sustentabilidad, pp. 240-259. Además, Célida Valdés: Dimensión ética de la educación ambiental. Proyección hacia la educación universitaria, pp. 29-33 (tesis doctoral). “La ética ambiental y nosotros”, pp. 313-317 y “Razones para un ética sustentable”, p. 124.
Para el investigador y doctor Carlos Delgado el estudio de la temática debe ser enfocado desde lo complejo y destaca el carácter sistémico, integrador, no reductible al campo de ninguna disciplina científica especial.
Devela, además, la necesidad de una cosmovisión más dialéctica sobre la naturaleza y estudia la relación entre conocimiento del mundo natural como permanente cambio de la ciencia y la tecnología, y cómo el hombre ha logrado cambiar sustancialmente los modos de vivir. Su atención está centrada, sobre todo en demostrar cómo la relación hombre-naturaleza va dibujando la necesidad de ser tratada desde una visión cognitiva y ética, que conduzca a la autodefinición del hombre como ente social.4
4 Carlos Delgado: “Reflexiones epistemológicas sobre medio ambiente, determinismo e indeterminismo. Una mirada desde la complejidad”, pp. 30-32. Hacia un nuevo saber. Problemas del enriquecimiento moral del conocimiento humano, pp. 99-113. “La educación ambiental como superación de límites epistemológicos, económicos, políticos e ideológicos de orden cultural”, pp. 145-146.
La relación hombre-naturaleza, para Enrique Leff y Augusto Ángel Maya, tiene entre sus características filosóficas la ontológica, vista como el proceso de evolución, adaptación, transformación e interacción del hombre con su medio; y la tecnológica, donde interaccionan saltos y evoluciones.5
5 Enrique Leff: Ecología y capital. Racionalidad ambiental, democracia participativa y desarrollo sustentable, p. 60 y Augusto Ángel Maya: La fragilidad ambiental de la cultura. Historia y medio ambiente, p. 52.
La evolución de las distintas sociedades y sus implicaciones culturales para con la naturaleza; los impactos en la relación hombre-naturaleza del desarrollo científico y técnico, han permitido realizar diferentes periodizaciones en el tema que nos ocupa, las cuales parten de reconocer revoluciones, períodos con criterios de clasificación disímiles que van desde el desarrollo de las fuerzas productivas, la ciencia y la tecnología con un marcado contenido histórico.
En general, se muestra un nivel de preocupación por el estado de la relación hombre-naturaleza. No obstante, es necesario continuar indagando en tal sentido para ampliar los términos filosóficos y ganar mayor objetividad a la hora de reconocer el lugar del hombre en esta interacción, en vínculo con condiciones determinadas de convivencia, que propician la formación y desarrollo en el mismo de una conducta responsable hacia el cuidado del hábitat.
A pesar de, en cierta medida, profundizarse en aspectos filosóficos del tema referidos a lo ético y lo cognitivo, quedan límites sobre los cuales debe trabajarse y que pueden ser sintetizados en: la necesidad de reflexionar acerca de la relación hombre-naturaleza en el pensamiento filosófico en general, para mostrar una periodización que evidencie la aprehensión de la naturaleza y asuma estos aspectos como pauta metodológica; necesidad de conceptuar filosóficamente esta relación desde las aristas éticas y cognoscitivas como parte de la autoconciencia, o sea, de la visión de sí mismo y de lo que rodea al hombre y que conduce a la toma de decisiones y comportamientos ante su realidad en general y la natural en particular.
Esta síntesis alerta sobre lo contradictorio y diverso que resulta el análisis de la temática. Lo esencial se revela en la necesidad de integrar los aportes de filósofos representativos a los estudios de la naturaleza y el hombre, con aspectos particulares que puedan aportar investigaciones de otras ciencias. A lo anterior se une la presencia de diferencias en los entornos espaciales en los que se realizan los estudios, lo cual condiciona formas de actuar y de pensar diferentes respecto a la naturaleza.
La orientación de análisis que aquí se plantea tiene en cuenta varias precisiones, y en particular el tratamiento filosófico de la relación hombre-naturaleza con énfasis en aspectos éticos y cognoscitivos, unido de manera singular a la contribución de algunos filósofos representativos del pensamiento filosófico universal, así como la de científicos y filósofos contemporáneos en Cuba.
Con esto se realiza una generalización filosófica en relación con el conocimiento y protección de la naturaleza, lo que tiene gran importancia para ser introducido en el debate académico y popular sobre el tema.
El estudio del proceso de aprehensión acerca de la relación hombre-naturaleza, desde la perspectiva filosófica, requiere del análisis de la necesidad de ofrecer una panorámica general que, de cierta forma, represente sus distintas expresiones y que sirva para fundamentar la periodización que se presenta, en la cual el criterio guía lo constituye el concepto de autoconciencia.
La relación hombre-naturaleza en su acepción más amplia puede ser considerada como la forma en que ambos coexisten en la realidad objetivamente y en cuyo establecimiento desempeña en última instancia un papel esencial el proceso de producción y reproducción de la vida material humana. Este contacto tan multilateral del hombre con la naturaleza condiciona la variada influencia que el entorno ejerce sobre la actividad social y el estado físico y moral de cada individuo, y le proporciona medios para realizar su actividad laboral de intercambio de materia con la naturaleza dentro del marco de las relaciones sociales.
Una retrospectiva de los diversos estudios realizados sobre la relación hombre-naturaleza, evidencia la variedad de enfoques y visiones en torno a su definición, lo que en cierta medida se debe a la diferencia de orientaciones científicas desde las cuales se ha estudiado el tema. Su conceptualización es objeto de interés de diversas ciencias particulares como la física, la química, la biología, cuyos aportes a los estudios referidos reflejan la situación de la energía, las materias primas, las principales fuentes de contaminación, entre otros aspectos de suma importancia.
Entre las ciencias sociales, la psicología, la ciencia política, la ética, el derecho, la economía contribuyen a establecer una relación dialéctica entre el sentido de la vida de los individuos y la comprensión por parte de las colectividades acerca de la necesidad de conservar la naturaleza. La historia estudia los cambios que sufre esta relación en contextos históricos diferentes, en nexo con el comportamiento del hombre ante la naturaleza. Las ciencias jurídicas, por su parte, elaboran las normas jurídicas respecto al ambiente con un nivel y capacidad preventiva, esto favorece una adecuada valoración de la responsabilidad de los individuos al cumplir distintas sanciones por daños causados al ambiente.
El problema de la relación hombre-naturaleza es de tal envergadura que ha trascendido las ciencias particulares y se ha convertido en problema filosófico, por lo cual las investigaciones filosóficas se interconectan con la ecología.6 Por esta razón, el concepto de ecología proporciona la noción de casa (oikos); en realidad, permite el estudio de las relaciones entre los seres vivos en las diferentes formaciones económico-sociales. El vínculo entre la ecología y la filosofía adquiere un carácter social, porque la primera contribuye al estudio de la continuidad del hombre como ser natural.
6 La palabra oecologie fue empleada en los años sesenta del siglo pasado por Ernest Haeckel para describir la ciencia de las relaciones de los organismos vivientes con su mundo externo, su hábitat. Leonardo Boff: Ecología, p. 10.
En las investigaciones acerca de la relación hombre-naturaleza existen varias tendencias como: el antropocentrismo, el biocentrismo, el ambientalismo, el conservacionismo, la ecología humana, social, mental, radical y holística, esta última intenta articular las anteriores tendencias reflejando la relación del ser humano consigo mismo, con el otro, con la naturaleza, pero siempre una relación incluyente e interconectando estos aspectos con la ciencia y la tecnología. Representa la integración del hombre al mundo natural y su intercambio con otras especies.7 Todas estas tendencias han contribuido a problematizar y esta relación a partir de múltiples propuestas conceptuales y de métodos para su estudio, teniendo en cuenta las condiciones sociales y económicas del contexto que se analiza, lo cual implica la diversidad y complejidad de su análisis.
7 Leonardo Boff: “Las tendencias de la ecología”, pp. 15-22.
En la historia del pensamiento filosófico esta interacción evoluciona en dependencia de las condiciones económicas. El análisis filosófico se ha caracterizado por incluir aspectos de observación y conocimiento de la naturaleza, pero aún sin reconocer una interacción entre el hombre y la naturaleza, porque el fundamento del mundo se reducía a un ente material determinado, como el agua para Tales de Mileto (624-547 a.n.e.), o el fuego para Heráclito (530-470 a.n.e). Estos elementos eran resultantes de la unidad de aspectos esenciales de la naturaleza.
Estas ideas evolucionan con el decursar histórico y sobreviven en el contexto de la Edad Media y del siglo xviii con los materialistas franceses, y hasta el siglo xix en que se matizan con las concepciones de Kant y Hegel. Aun cuando en estos autores no está explícitamente recogida una concepción acerca de la relación hombre-naturaleza, ellos manifiestan una preocupación de carácter cognoscitivo, al estar visualizando en sus reflexiones aspectos referidos a la naturaleza y a la capacidad del hombre para conocerla. En cambio, en este mismocontexto histórico hay preocupaciones teóricas que se adentran más en la búsqueda de esencialidades cualitativas e intentan explicar la relación hombre-naturaleza en un plano que incluye aspectos cognoscitivos como reflejo del comportamiento del hombre. Es el caso de la filosofía marxista clásica, la cual analiza el vínculo hombre-naturaleza como una interacción mediada por la actividad práctica. Marx, enEl capital,reconoce “el trabajo como proceso entre el hombre y la naturaleza, un proceso en el que el hombre, mediante sus propias acciones, media, regula y controla el metabolismo entre él y la naturaleza”.8Se establece aquí una relación recíproca entre ambos elementos.
8 Carlos Marx: El capital, t.1, p. 273.
Este decursar filosófico atribuye a la relación hombre-naturaleza cualidades que la caracterizan, como: ser una interacción contradictoria, compleja, que no se llega a definir como concepto. El propósito de conceptuar la relación hombre-naturaleza filosóficamente, responde a la necesidad de diferenciar esta interacción del marco de lo general como proceso que ha existido y existe desde el surgimiento del hombre y la sociedad, donde el primero ha utilizado con diferentes fines lo que la naturaleza le ha propiciado. Desde el punto de vista filosófico el hombre es visto como ser consciente, capaz de reflexionar acerca de la realidad y de sí mismo, conocedor de su entorno social y natural, porque convive relacionado con sus semejantes, unido a comportamientos, costumbres, hábitos sociales sobre fenómenos y procesos naturales y, por tanto, formas diversas de pensar y actuar.
Metodológicamente, la relación hombre-naturaleza constituye una interacción, que tiene su génesis en los estudios filosóficos del tema desarrollados por Federico Engels que reconoce la transformación de la naturaleza por el hombre, y no la naturaleza por sí sola y ello se debe a la actividad humana.9Se precisa la incidenciatransformadora del hombre sobre la naturaleza. En este sentido, el vínculo hombre-naturaleza no puede ser asumido sino como una unidad dialéctica, como una continuidad espacio-temporal y social. Por ello, el hombre acciona sobre la naturaleza como especie, lo que lo inserta en un sistema de relaciones sociales contradictorio que lo obliga a investigar esta relación en diferentes contextos históricos y la aplicación que han tenido algunos aspectos éticos y cognoscitivos.
9 Federico Engels: Dialéctica de la naturaleza, p. 196.
Referido a este aspecto, la concepción que se asuma de naturaleza es de suma importancia, porque permite realizar estudios sobre su aprovechamiento o incidencia negativa por parte del hombre en poblaciones concretas donde lo cultural y lo epistemológico se integran. Brígida Von Mentz es del criterio que en la relación hombre-naturaleza esta última debe ser analizada como entorno inmediato transformado por los seres humanos con posibilidades de realzar estudios científicos naturales y sociales con indagaciones empíricas y verificables.10
10 Brígida Von Mentz: “La relación hombre-naturaleza vista desde la historia económica y social: trabajo y diversidad cultu- ral”, p. 98.
En esta dirección existen investigaciones filosóficas que han tratado de definir la relación hombre-naturaleza. Se destaca la realizada por Enrique Leff enEcología y capital.Racionalidad ambiental, democracia participativa y desarrollo sustentable, que desde una perspectiva ontológica define esta interacción como parte del proceso de evolución, adaptación, transformación e interacción del hombre con su medio: “Naturaleza y hombre son dos categorías ontológicas: no son conceptos y están presentes tanto en la biología como en la filosofía, en la primera en vínculo directo con el proceso evolutivo, en la segunda la naturaleza aparece como objeto de trabajo y las potencialidades de ella se integran al proceso global de producción”.11
11 Enrique Leff: Ecología y capital. Racionalidad ambiental, democracia participativa y desarrollo sustentable, p. 62.
Por su parte, Augusto Ángel Maya, enLa fragilidad de la cultura. Historia y medio ambiente, conceptúa la relación hombre-naturaleza como interacción que ha sufrido saltos y evoluciones por el desarrollo tecnológico. En esta relación “la naturaleza, es un hecho natural, un camino de la materia, que por fuerza es inmanente y que no tiene que acudir a razones externas para explicarse o justificarse, la naturaleza incluye la sensibilidad y el hombre un ser pensante que se relaciona con ella […]”.12
12 Augusto Ángel Maya: La fragilidad ambiental de la cultural. Historia y medio ambiente, p. 54.
Estas conceptualizaciones abarcan solo una arista de esa relación; en un caso la ontológica, circunscrita a la propia evolución del hombre, y la otra trata de resaltar la objetividad de esta. Ambas coinciden en reconocer el proceso de interacción entre el hombre y la naturaleza, y la capacidad transformadora del primero sobre la segunda.
Se necesita ampliar el prisma filosófico de la relación hombre-naturaleza y por tanto buscar en el desarrollo histórico los antecedentes teóricos de esa interacción, así como las particularidades de los hombres en los contextos que sufren las afectaciones en su entorno, vías de interacción, fomento de estudios que tengan en cuenta la conducta humana hacia la naturaleza.
Son estas las causas fundamentales que condicionan la necesidad de conceptuar la mencionada relación. Al intentar realizar una definición de cualquier fenómeno, siempre se corre el riesgo de reducir la totalidad de sus delimitaciones. El punto de viraje de esta conceptualización es su precisión filosófica, que se aísla de posiciones cientificistas o meramente naturalista al tratar de definirla y se presenta por medio de sus rasgos característicos:
1. La relación hombre-naturaleza constituye una unidad integral, dinámica, compuesta por distintos niveles de organización de la materia, donde se explican los fenómenos relativos a las acciones de los hombres, costumbres y hábitos organizados socialmente respecto a un medio natural determinado, en el que el conocimiento de los cambios que se produzcan en el entorno deben ser dominados por el hombre.
2. Es una relación que debe ser evaluada como un todo, lo cual significa romper con ciertos esquemas estáticos que atribuyen al hombre una función de dominio respecto a la naturaleza.13
13 Adriana Ortiz Blanco: “La perspectiva filosófica de la relación hombre-naturaleza y su expresión en figuras representativas de la filosofía y las ciencias particulares”, pp. 16-20.
Si se desglosan estos rasgos, unidad integral dinámica significa una identidad en el sentido cognoscitivo que ha llevado a cabo el hombre en interacción con la naturaleza. Esta unidad se integra de forma dinámica a los distintos niveles de organización que tiene esta relación: inorgánico, orgánico y social, los cuales representan los niveles de estructura de la materia; se complejizan en lo social, donde interaccionan hábitos y comportamientos hacia la naturaleza, lo cual implica una conducta ética respecto al conocimiento de los cambios que se producen en el entorno. Esta relación, vista como unidad, refleja lo contradictorio de este proceso donde la responsabilidad, el sentido de la vida, los bienes ante la naturaleza necesitan de una relación cada vez más coherente objeto-sujeto-práctica con una mirada hacia el conocimiento. De ahí la necesidad de que en el vínculo hombre-naturaleza las aristas ética y cognoscitiva actúen como una unidad dialéctica, para poder establecer un estudio filosófico del tema con una connotación de integralidad que permita realizar exposiciones de visiones y autores que, aunque no se dediquen a estudios filosóficos, las dimensiones ético-cognoscitivas afloren en sus investigaciones. Por ello es que esta relación debe ser valorada como un todo, donde además de lo ético y lo cognoscitivo se pueda relacionar lo científico, lo ontológico y lo estético, entre otros en unidad dialéctica con las investigaciones de ciencias particulares.
En este sentido, los enfoques que han realizado diferentes escuelas y filósofos en torno al lugar del hombre en la naturaleza están relacionados con el vínculo entre las ciencias particulares y la filosofía. De ahí que aun cuando se parte de esta, se tomen en cuenta algunas consideraciones generales que otras ciencias particulares han aportado al respecto mediante pensadores representativos de ellas. Es esta la causa fundamental de la necesidad de establecer etapas y períodos las principales concepciones mantenidas por filósofos de representativos en cuanto a la relación hombre-naturaleza, muestra de la continuidad y ruptura que tiene en la filosofía el tema que se estudia.
En los años comprendidos entre 1970 y 1980, del pasado siglo xx, se incrementa la producción científica dedicada a esta temática, lo cual se debe al aumento de la afectación a la naturaleza, en un contexto de desarrollo de la industria que provoca índices cada vez más altos de contaminación, y se recomienda el conocimiento de las categorías filosóficas como un aspecto que pudiera contribuir a la comprensión racional de los problemas ecológicos del momento.14
14 P. Fedoseev: “El hombre y el mundo contemporáneo,” pp. 15-19. Además I.Novik: Sociedad y naturaleza, p. 193.
Otros estudios que presenta el tema han tomado en cuenta el enfoque antropocéntrico y biocéntrico, hasta llegar a considerarlo como tendencia con un marcado matiz ético en cuanto a la búsqueda del verdadero lugar y papel del hombre, sin asumir posiciones extremas a favor de un antropocentrismo o biocentrismo.15