Lo mejor del tesoro - Juan Valera - E-Book

Lo mejor del tesoro E-Book

Juan Valera

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Beschreibung

Curioso texto teatral de zarzuela del literato Juan Valera. Se articula como una historia de amor en la corte, pero con una particularidad: toda la narración sucede en un reino fantástico, si bien de carácter alegórico.-

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JUAN VALERA Y ALCALÁ GALIANO

Lo mejor del tesoro

Zarzuela fantástica en tres actos y en verso

Saga

Lo mejor del tesoro

 

Copyright © 1878, 2023 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726661477

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga is a subsidiary of Egmont. Egmont is Denmark’s largest media company and fully owned by the Egmont Foundation, which donates almost 13,4 million euros annually to children in difficult circumstances.

ACTO PRIMERO

Magnífico salón del palacio de Zeyn en la gran ciudad de Bactra.

El Príncipe, rodeado de jóvenes y alegres cortesanos y de hermosas damas, aparece presidiendo una espléndida cena. A su lado se sienta en la mesa la Reina Mantara, cuya actitud y ademanes han de manifestar desde luego su pasión por Zeyn, el cual se muestra frío con ella a pesar de sus coqueterías.

ESCENA I

ZEYN, MANTARA, MOBAREC, cortesanos, comparsas de cortesanos, damas,

esclavos que sirven a la mesa, músicos y bailarinas. MÚSICA.

CORO. Prodiga su tesoro, como los rayos de oro el sol desde el Oriente, espléndido Zeyn. Su trono refulgente brilla con ricas galas; los genios con sus alas le forman baldaquín. Al enemigo espanta; le vence en guerra santa, y cautiva y aterra a la caterva infiel; a par que en dulce guerra inunda su hermosura de plácida ternura el pecho más cruel.

UNOS. ¡Atención!

OTROS. ¡Escuchad!

TODOS. La reina Mantara prepárase a brindar.

UNOS. ¡Atención!... ¡Atención!

OTROS. ¡Escuchad!... ¡Escuchad!

BRINDIS.

MANTARA. Yo brindo a que sea fecunda tu gloria. Mi alma desea tu triunfo mayor. Tan sólo el vencido completa victoria lograr ha podido en lides de amor.

CORO. Dichoso el vencido que triunfa en amor.

ZEYN. Permitan los cielos ¡oh linda vïuda! Que alivie tus duelos gallardo doncel; abeja industriosa al cáliz acuda y libe la rosa sacando la miel.

CORO. Abeja industriosa, etc.

MANTARA. ¡A brindar por Zeyn!

ZEYN. ¡Por Mantara a brindar!

CORO.

Porque dichas sin fin ella logre alcanzar. Con loca alegría prosiga el festín.

BAILE.

CORO. Prodiga su tesoro, como los rayos de oro, etc.

HABLADO.

ZEYN. Cesad ya: que me molesta oír mi propia alabanza. ¿Quién de esa letra, decidme fue inventor? ¿Quién la acompaña con tan dulce melodía y tan docta consonancia?

MANTARA. Yo, señor.

ZEYN. ¿Tú? No sabía que una habilidad tan rara poseyeses.

MANTARA. Más que el arte el entusiasmo en mi alma de música y poesía hizo que el raudal brotara.

ZEYN. Por poderoso que sea el entusiasmo no basta; ¿Dónde el arte has aprendido que crea belleza tanta?

MANTARA. Mi origen, señor, no ignoras ni el lustre de mi prosapia; con el rey de Cachemira me casé en edad temprana,muerto el rey heredé el trono, y mi soberbia las armas me hizo tomar contra ti, hasta que en rudas batallas yugo a mi cuello pusiste

con el rigor de la espada; mas tu noble proceder cautivó luego mi alma. La gratitud y el afecto, como ya te he dicho, bastan a explicar de esos cantares que celebraste la causa.

MOBAREC. Señor, aunque yo no soy como la hermosa Mantara, ni viudo, ni rey, ni tuve jamás la fiera arrogancia de declararte la guerra, ni me vencieron tus armas, te debo muchos favores y siento hervir en el alma gratitud e inspiración. Deja que ensalce tu fama a mi vez en unos versos, y que tu prenda más alta celebre y dé testimonio de tu riqueza extremada.

MANTARA. Este bufón va a decir alguna botaratada.

(A Mobarec, que está temeroso aún y sin acabar de hablar, aunque ha tomado un vaso en la mano.)

ZEYN. ¿Qué es eso? ¿Qué te detiene? ¡Di lo que quieras; despacha!

MOBAREC. De Zeyn la virtud soberana que es la heroica paciencia, yo pienso, con que aguanta el pestífero incienso de la vana lisonja falaz;

y en sus ricos tesoros, sin duda, quedará tanta perla y moneda como vino veréis ahora queda de mi vaso en el fondo capaz.

(Mobarec apura una gran copa hasta el fondo y suelta una carcajada.)

MÚSICA

UNOS. ¿Qué dice el mentecato?

OTROS. Dislates suyos son.

UNOS. Se burla sin recato.

TODOS. Repórtese el bufón.

MOBAREC. Palabras verdaderas salieron de mi boca, y vuestra saña loca desprecia mi razón.

CORO. Del príncipe y de todos se burla sin recato. ¡Silencio el mentecato! ¡Repórtese el bufón!

(Durante el alboroto desaparecen las mujeres.)

HABLADO.

ZEYN. Basta ya de esta disputa: ya basta, que estoy cansado. Idos y dejadme en paz.

(A Mobarec y a los cortesanos 1.o y 2.o)

Vosotros sólo quedaos.

(Vanse todos menos Mobarec, Zeyn y los cortesanos 1.o y 2.o)

ESCENA II

ZEYN, MOBAREC y cortesanos 1.o y 2.o.

ZEYN. Nadie ignora que mi padre era un portentoso sabio, que llegó a tener influjo, familiaridad y trato, con los ocultos poderes que bajo el velo diáfano viven del mar proceloso; con los espíritus vagos, sutiles e imperceptibles, que en los elementos varios moran, y la vida crean organizando sus átomos, y con las inteligencias que mueven cielos y astros. Así tuvo mil noticias Mi padre de los pasados sucesos, y alcanzó mucho de los venideros casos. De la tierra columbraba los tesoros subterráneos, y de duendes y de gnomos los recónditos palacios. Penetraba al mismo tiempo en, el corazón humano, y el pensamiento más hondo escudriñaba en los ánimos. En suma, mi padre era un pozo de ciencia, un mago, y no exigía tributos de sus felices vasallos, pues los genios le traían oro y plata por encanto. Descollaba entre los genios uno como soberano llamado Zacubulú, al cual era tan simpático mi padre, que en cuanto ansiaba le complacía en el acto.