Los días más felices - Fernando A. Iglesias - E-Book

Los días más felices E-Book

Fernando A. Iglesias

0,0

Beschreibung

Quienes esperen encontrar en estas páginas el antiperonismo por el que todos conocen a Iglesias no se sentirán defraudados. ¿Por qué deberían? Sin embargo, tendrán que lidiar con argumentos históricos y económicos que van mucho más allá de las encendidas controversias desde las bancas del Congreso o desde las columnas de prensa. A través de un estudio metódico de la historia económica argentina, de las series estadísticas sobre las variables macroeconómicas fundamentales, su cotejo con los ciclos de la historia política y el procesamiento de datos en forma de gráficos, tablas y diagramas, Fernando demuestra que los famosos "días más felices" del peronismo no fueron tales. O, mejor dicho, que fueron breves paréntesis de bonanza y distribución de recursos permitidos por condiciones artificialmente creadas e insostenibles. Tanto como para imponer ajustes radicales y dolorosos, ya sea a los propios gobiernos peronistas, ya sea a sus desafortunados sucesores. El precio de esa "felicidad" fueron lágrimas y sangre, una cola de descapitalización y devaluación, gasto público improductivo y cambios atrasados. Y, sobre todo, de alta inflación, la verdadera fábrica de la pobreza. El peronismo tiene más responsabilidades que nadie. Esa es la conclusión que se deduce de la evidencia empírica, tanto por las consecuencias directas de sus políticas como por la camisa de fuerza que su legado impone a los gobiernos no peronistas. Básicamente, ahí es donde se mide la hegemonía peronista en la historia argentina contemporánea. Este libro dará de qué hablar, es fácil preverlo, como todo lo que hace y dice Fernando Iglesias. Una gran virtud. Del prólogo de Loris Zanatta

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 329

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Fernando A. Iglesias

Los días más felices

El modus operandi económico de la leyenda peronista

Prólogo de Loris Zanatta

Iglesias, Fernando Adolfo

Los días más felices : el modus operandi económico de la leyenda peronista / Fernando Adolfo Iglesias. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Libros del Zorzal, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-599-852-0

1. Economía Política Argentina. I. Título.

CDD 320.82

Diseño de tapa: Osvaldo Gallese

© 2022. Libros del ZorzalBuenos Aires, Argentina<www.delzorzal.com>

Comentarios y sugerencias: [email protected]

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o procedimiento, sin la autorización previa de la editorial o de los titulares de los derechos.

Hecho el depósito que marca la ley 11723

A Fernando Pedrosa, Nico Simone, Diego Bernardini, Lucas Luchilo, Pablo Racioppi, Ricardo Matossian y Christian Páez,

grandes galanes de hoy y de siempre

Indice

Agradecimientos | 7

Prólogo | 9

1. Introducción | 13

2. La Argentina antes de Perón (a. P.) y después de Perón (d. P.) | 20

2.1. La inflación a. P. y d. P. | 22

2.2. Inflación y pobreza: los días más infelices | 29

2.3. Disminución y aumento de la pobreza por ciclo económico | 47

2.4. Conclusiones sobre inflación y pobreza en la Argentina d. P. | 54

2.5. La restricción externa a. P. y d. P. | 56

2.6. La reacción de los agentes económicos | 63

2.7. La reacción de los agentes económicos: fuga de capitales | 69

2.8. Conclusiones sobre las características de la economía populista en la Argentina d. P. | 75

3. Condiciones externas: los días más felices y los días infelices | 77

3.1. Condiciones externas iniciales (tres vientos de cola) | 77

3.2. La mentira del país incendiado | 86

3.3. El menemismo: una vía heterodoxa a la ortodoxia peronista | 91

3.4. El camello peronista | 94

4. La liquidación de activos | 109

4.1. Demoliendo el peso | 109

4.2. Un país sin reservas | 115

4.3. Tarifas | 120

4.4. Del “ya son argentinos” a la masacre de Once | 129

4.5. Empresas públicas | 132

4.6. Ahorro | 134

4.7. Reestructuraciones “voluntarias” (2005-2010) | 138

4.8. La leyenda de la industrialización peronista | 141

5. El financiamiento de los días más felices | 146

6. Los días más felices y la gobernabilidad peronista | 153

7. Consideraciones finales sobre la leyenda peronista | 165

8. Conclusión | 190

9. Coda2015-2019: la larga agonía de la Argentina kirchnerista | 197

1. Populismo con recursos limitados: los días más infelices | 197

2. La reacción de los agentes económicos en las paso 2019 | 199

3. Inflación y pobreza | 205

4. El dilema populista: quién paga la cuenta | 208

5. El miniboom de los commodities: un viento de cola para Alberto | 211

6. El retorno de los días más felices: el Plan Platita | 219

7. El fracaso del populismo con recursos limitados | 236

8. Los problemas verdaderos y los legendarios | 241

9. Balance: otra vez la Argentina en el callejón | 248

10. Del Plan Platita al operativo Previaje: los días más felices del verano | 268

11. ¿Qué habría pasado sin Cambiemos? | 270

Conclusión: Triste, solitario y final: los días más felices, de la tragedia a la farsa | 276

Apéndices | 284

Índice de gráficos y tablas utilizadosContenido | 284

Bibliografía | 289

Indicadores y fuentes del último capítulo | 294

Agradecimientos

Con algunas modificaciones destinadas a actualizar y hacer más amable su lectura, este libro se basa en la tesis presentada en diciembre de 2021 para graduarme como magister en Relaciones Internacionales con especialización en Europa y América Latina de la Universidad de Bologna. Cuando decidí inscribirme en el máster de la unibo lo hice esperando adentrarme en la metodología de un marco intelectual, el académico, más riguroso que los de la política y el ensayo. Pero el curso superó mis expectativas. Mi primer agradecimiento es, pues, a los profesores que formaron parte de esa valiosa experiencia en un período, el de la pandemia, en el que todo se hizo difícil. Entre ellos, a sabiendas de cometer olvidos y arbitrariedades, quiero mencionar a los profesores Cherny, Zack, Machinea, Pasquino, Laschi, Zambernardi y Lombardo, mis preferidos.

El grupo de alumnos del que formé parte fue otra agradable sorpresa. Por su preparación, el grado de cooperación que se desarrolló a pesar de que nunca nos vimos presencialmente y la tenacidad para sostener el nivel de estudios contra viento y marea. Entre ellos, quisiera mencionar a Santiago Nazar, Germán y Emilia Pistocchi, Paolo Bellone, Salvador Lima, Natalia Rojas, Marinella Lucenti y Francisco Sanz.

El director del máster y tutor de mi tesis, Loris Zanatta, merece un párrafo aparte por haber conformado un excelente grupo docente y organizativo; por haber conseguido que el curso 2020-2021 se desarrollara con un alto nivel de excelencia a pesar de la pandemia; por sus sugerencias y recomendaciones durante la redacción de este trabajo y por su extraordinario curso de Historia Internacional de América Latina, un terreno pantanoso en el que es fácil resbalar y ser comido por los cocodrilos pero en el que Loris desarrolló su visión con profundidad y mantuvo heroicamente el interés de sus alumnos durante las cuatro horas de videoconferencia que duraban sus clases.

Nadie se salva solo, sostiene el gobierno argentino, y un poco de razón tiene. En este caso, la cursada del máster y la redacción de la tesis y de este libro habrían sido imposibles sin el apoyo de mi equipo de trabajo: Diego Quinteros, Gaby Saldaña, Camila López Badra, Rodrigo Hazaff, Nicolás Cordini, Emilia Ismael, Germán Smart y Ana Vázquez Pereda; y -muy especialmente- de Nicolás Simone, Fernando Pedrosa, Gaia Marchiori, Rosendo Alsina, Ramiro Martínez y Martín Oliveira, que aportaron datos, ideas, sugerencias y correcciones a este trabajo, y a quienes declaro inocentes de sus imperfecciones. Finalmente, quiero agradecer de manera muy especial a Ana, que durante dos años soportó a una persona desbordada por sus compromisos y obligaciones, especialmente fatigosas en vísperas de nuestro matrimonio.

Prólogo

Por Loris Zanatta

No es frecuente que los políticos tengan el tiempo o la voluntad de proseguir sus estudios. Inmersos en la rosca que les chupa las energías y les absorbe la atención, en un eterno presente que inhibe el largo plazo y la profundización de los problemas, suelen ejercer su profesión picoteando alguna noción de economía y sociología, historia y filosofía. Tienen otras cosas más urgentes que hacer. No los estigmatizo. De todos modos, ese no es el caso de Fernando Iglesias. Sé que es un político muy discutido, siempre en el centro de la escena, por amado o por detestado, y que este libro, por lo tanto, será recibido con los brazos abiertos por algunos y con las armas apuntadas por otros. Por eso, al tratarse de la tesis final de la maestría en Relaciones Internacionales de la Università di Bologna, recién cursada por Fernando y terminada con la máxima calificación, y al ser yo el director de aquella, aclaro que escribo estas líneas atento a mi responsabilidad institucional y por encima de cualquier vínculo de amistad personal. Y aprovecho la oportunidad que se me brinda tanto para felicitarlo por su trabajo, sólido y documentado, original y desafiante, como para agradecerle por otra razón, que creo que el lector debe conocer y ahora explicaré.

Cuando Fernando ingresó a la maestría, yo no sabía con qué grado de compromiso la seguiría. Dudaba. Después de todo, pensé, es un hombre muy ocupado en muchos frentes, con una excelente cultura y autor de muchos libros. ¿Con qué espíritu enfrentaría un año entero de clases sobre las más diversas disciplinas, mitad en Argentina y mitad en Italia? ¿Cómo se insertaría en un grupo de estudiantes de varias nacionalidades y en toda otra etapa de su vida, en su mayoría entre los 20 y los 30 años? Una importante figura política italiana, que lo conoce desde hace mucho tiempo, casi me regañó: “¡Fernando debería ser profesor del curso, no estudiante!”. No estaba del todo equivocado. Para complicar aún más las cosas, la guinda fue la pandemia: lecciones a distancia, horas y horas frente a una pantalla, muchas veces en horarios imposibles por las diferentes zonas geográficas.

Pues bien: terminada la cursada y defendida la tesis, aquí estoy disculpándome por mis perplejidades. Aun antes de ser un excelente alumno en cuanto a rendimiento, Fernando lo fue por entrega, perseverancia y humildad. Siempre presente, participativo y paciente, nunca hizo pesar su estatus, su experiencia, su notoriedad. Supongo que lo habrán formado así los años pasados entrenando equipos de vóleibol en Italia y España, pero lo cierto es que “hizo equipo” con la clase, ayudó a crear una química grupal sin la cual un curso universitario no funciona. Por lo tanto, repito: gracias, Fernando, “sinceramente” —si el adverbio no sonara irónico—, fue un placer ser tu docente.

Dicho esto, hay un trabajo de investigación que presentar, aunque sea de manera breve, sin demasiadas pretensiones. Quienes esperen encontrar en estas páginas el antiperonismo por el que todos conocen a Iglesias no se sentirán defraudados. ¿Por qué deberían? Sin embargo, tendrán que lidiar con argumentos históricos y económicos que van mucho más allá de las encendidas controversias desde las bancas del Congreso o desde las columnas de la prensa. A través de un estudio metódico de la historia económica argentina, de las series estadísticas sobre las variables macroeconómicas fundamentales, su cotejo con los ciclos de la historia política y el procesamiento de datos en forma de gráficos, tablas y diagramas, Fernando demuestra que los famosos “días más felices” del peronismo no fueron tales. O, mejor dicho, que fueron breves paréntesis de bonanza y distribución de recursos permitidos por condiciones artificialmente creadas e insostenibles. Tanto como para imponer ajustes radicales y dolorosos, ya sea a los propios gobiernos peronistas, ya sea a sus desafortunados sucesores.

En definitiva, el precio de esa “felicidad” fueron lágrimas y sangre, una cola de descapitalización y devaluación, gasto público improductivo y cambios atrasados. Y, sobre todo, de alta inflación, la verdadera fábrica de la pobreza. La historia de los peronismos en el poder, desde el clásico hasta el trienio de los años setenta, desde el menemismo hasta el kirchnerismo, en fin, sigue el mismo guion y repite el mismo patrón, aunque de distinta manera en diferentes contextos. Digan lo que digan y piensen, demuestra Fernando, ni siquiera el “neoliberalismo” de Menem fue una excepción.

Tanta regularidad y continuidad llevaría a pensar que, más que en una estrategia económica, el peronismo se basa en un sistema de valores y creencias, en una visión del mundo arraigada en su “cultura”, en una ideología, para decirlo con una palabra, y quizás sobre esto Fernando podría haber ido más lejos en su análisis. Pero no importa, no era esa su intención, sino la de desenmascarar tiempos, modos y efectos de la economía peronista en el declive económico argentino y la miseria galopante. Y asignar a cada uno las responsabilidades que le corresponden, contra la narrativa según la cual todos son culpables y, por lo tanto, nadie es culpable de un modo particular. El peronismo tiene las responsabilidades más que nadie; esa es la conclusión que se deduce de la evidencia empírica, tanto por las consecuencias directas de sus políticas como por la camisa de fuerza que su legado impone a los gobiernos no peronistas. Básicamente, ahí es donde se mide la hegemonía peronista en la historia argentina contemporánea. El libro dará de qué hablar, es fácil preverlo, como todo lo que hace y dice Fernando Iglesias. Una gran virtud.

1. Introducción

De las muchas experiencias populistas desarrolladas en América del Sur, la del peronismo es la más prolongada. Está asociada temporalmente, además, a la profunda decadencia que sufre la Argentina: un retroceso en todas las variables del desarrollo desde 1945 en adelante con terribles consecuencias sociales en términos de pobreza e indigencia, todas ellas evidentes y demostrables. A pesar de eso, el peronismo sigue siendo el principal movimiento político argentino gracias a haber logrado instalarse de forma duradera en el imaginario popular como el representante monopólico de la justicia social y el partido popular por antonomasia; el único capaz de redistribuir socialmente la riqueza y mejorar las condiciones de vida de la población más vulnerable. Con diversas modalidades adaptadas a las circunstancias, los primeros años de los gobiernos de Perón, Menem y Kirchner fueron de encarnación a esas afirmaciones, dando lugar a aquellos días que el peronismo recuerda de un modo incansable con una frase de extraordinario impacto: “Los días más felices siempre fueron peronistas”. La narrativa peronista no recoge, sin embargo, los días más infelices; por ejemplo, la actuación de los gobiernos peronistas que en 1975 y 2002 ejecutaron los dos mayores ajustes macroeconómicos de la historia argentina; ni registra la rápida decadencia de sus tres grandes ciclos, inicialmente exitosos, decadencia que sugiere que la economía peronista va demoliendo paulatinamente las condiciones sobre las que se basan sus brillos iniciales.

A pesar de sus repetidos fracasos y de la frustración de las expectativas generadas, en los setenta años que van de 1945 a 2015 —período histórico que analiza este texto— el peronismo gobernó 36 años —es decir, más que todos sus adversarios juntos— logrando además implantar tres regímenes de características hegemónicas que durante circa una década cada uno impusieron un discurso único, eclipsaron a sus adversarios y sostuvieron la continuidad de los tres ciclos políticos más prolongados de la historia argentina reciente: el de Perón (1946-1955), el de Menem (1989-1999) y el de los Kirchner (2003-2015).

¿Cómo lo hicieron? ¿Cuál fue el argumento que permitió al peronismo imponer su propia interpretación de la historia como sentido común del imaginario nacional? ¿Cuáles fueron las bases económicas comunes de esa narrativa política? ¿Las hubo? ¿Existen varios modelos económicos peronistas o hay uno solo? Y si es así, ¿cuáles son sus fundamentos y en qué consiste? Este trabajo intenta responder a estas cuestiones discutiendo contra dos tesis:

1. La tesis de la corresponsabilidad igualitaria de todas las fuerzas políticas argentinas en la decadencia nacional. Se trata de una idea afirmada en la observación de la incapacidad de las organizaciones políticas no peronistas para cambiar duraderamente la trayectoria iniciada en 1945 y en la continuidad de las distorsiones macroeconómicas bajo gobiernos de otros signos, pero que menosprecia, como intentaré demostrar, el carácter fundacional del peronismo en la creación de esos desequilibrios y los efectos de “los días más felices” sobre el imaginario social y el escenario político argentinos.

2. La tesis de la multiplicidad del peronismo, es decir, de la existencia de múltiples peronismos. Esta es una idea que le ha permitido al único peronismo realmente existente habilitar el debate sobre el grado de “peronicidad” de los gobiernos peronistas, eludir la responsabilidad histórica de sus fracasos, delegar sus propias culpas en supuestas desviaciones “de derecha” (Menem) o “de izquierda” (Kirchner), enunciar propósitos renovadores cada vez que sufrió una derrota electoral de magnitud (el Peronismo Renovador de Cafiero, desde 1983, y el Frente Renovador de Fernández-Massa, desde 2009 y 2015) y reciclar a sus figuras políticas vistiéndolas con cambiantes ropajes adaptados a las mudables circunstancias.

Con referencia a la igualdad de responsabilidades, este trabajo intentará demostrar que las consecuencias de la economía populista señaladas, por ejemplo, por Dornbusch y Edwards (1990: 121)—inflación, déficit fiscal, restricción externa y reacciones negativas de los agentes económicos— estaban completamente ausentes en la economía argentina previa a 1945, aparecieron con el peronismo, se aceleraron durante los períodos de gobierno peronistas y tuvieron consecuencias desastrosas para el desarrollo económico-social argentino. Sostendremos e intentaremos demostrar que el recuerdo de los días más felices iniciales desempeñó un rol fundamental en esta dinámica, configurando una vara de exigencias sociales económicamente insustentable, alentando la puja distributiva, complicando todo intento de reordenar la macroeconomía, descargando en otros actores políticos y económicos la responsabilidad de los ajustes y garantizando así el eterno retorno del peronismo al poder. En este sentido, generalizaremos y profundizaremos la tesis de Gerchunoff y Rapetti (2016: 225-272) de que la economía argentina está encallada debido a un conflicto distributivo estructural, y lo haremos incorporando al esquema temporal descripto por esos autores —el primer ciclo peronista— los períodos de Menem y de los Kirchner, señalando las situaciones económicas excepcionales que en todos los casos permitieron aquellas epopeyas distributivas y analizando no solo el atraso cambiario como generador del ciclo de stop & go, sino también la influencia, igualmente importante, de otros factores macroeconómicos.

Con respecto a la multiplicidad, desde los clásicos fundacionales Los cuatro peronismos (Alejandro Horowicz, 1985) y Los tres peronismos (Ricardo Sidicaro, 2002), pasando por sus innumerables divulgaciones académicas y periodísticas,1 la tesis de la multiplicidad del peronismo ha complementado la de la corresponsabilidad de todas las fuerzas políticas. Ambas se han hecho dominantes hasta en los análisis del mainstream académico y político no peronista, que ha hecho propia la idea de los varios modelos peronistas, cada uno con su propia teoría y práctica. Como demostración, sus sostenedores señalan las diferencias y los antagonismos entre los ministros de Economía Miranda y Gómez Morales, Gelbard y Rodrigo, Cavallo y Remes Lenicov. Por último, una variante vulgar de esa idea sostiene que el menemismo constituyó una excepción al modelo peronista, del cual sería la negación neoliberal.

Este trabajo defenderá la tesis contraria: a pesar de los diversos métodos con que fue llevado adelante, existe un solo modelo peronista, el de la subsistencia en el poder a cualquier costo basada en la memoria de los días más felices, motivo por el cual son impulsados repetidamente a pesar de sus consecuencias calamitosas a largo plazo, que —después de siete décadas de historia argentina— nadie ignora ni puede ignorar.

En resumen, esta investigación sostendrá que el peronismo ha sido el introductor, sostenedor e impulsor de los principales males de la economía argentina; que la leyenda de “los días más felices” ha sido el factor central del prolongado éxito político del peronismo y la responsable de las distorsiones macroeconómicas que retrasaron gravemente el crecimiento del país; que los días más felices peronistas solo fueron posibles gracias a las excepcionales circunstancias favorables vigentes durante sus años iniciales; que las políticas que los produjeron eran insustentables; que sus efectos benéficos desaparecieron junto con los cambios de la situaciones ventajosas preliminares y a medida que las políticas económicas implementadas consumían los stocks iniciales, y, por lo tanto, que no existen varios peronismos económicos, sino uno solo, que ha comenzado siempre por un ciclo expansivo insostenible seguido por intentos de corrección ya sea graduales (Gómez Morales) como brutales (Rodrigo, Remes Lenicov); ya sea a cargo de gobiernos peronistas (Gómez Morales, Rodrigo, Remes Lenicov) como ajenos (Martínez de Hoz, Machinea, López Murphy, Cavallo).

En otro plano, sostendremos que la extraordinaria habilidad del peronismo para adjudicarse méritos derivados de variables externas, magnificar sus resultados transitorios y esconder las desastrosas consecuencias a largo plazo de las políticas aplicadas ha sido un factor simbólico importante para el establecimiento de la hegemonía peronista. Sin embargo, no ha sido el único, ya que su rol se vio facilitado por las debilidades de la argumentación opositora; principalmente, por las tesis de la corresponsabilidad y la multiplicidad, que intentaremos refutar en este trabajo.

Por lo inusual de su duración, la experiencia del peronismo en el poder es hoy relevante a nivel regional y global para mostrar las consecuencias a largo plazo de una economía populista como la que predominó en Argentina desde 1945. El método y los objetivos con los que se instauraría —la subordinación total del desarrollo económico nacional al interés político partidario— no constituyen un factor marginal, sino que son el corazón mismo del sistema. Por eso, con el objeto de demostrar lo enunciado y basándonos en datos de las mejores fuentes disponibles, analizaremos:

• Las características y consecuencias de la irrupción inicial del peronismo en la economía argentina.

• La aparición y desarrollo de la inflación, el déficit fiscal y la “restricción externa” durante los setenta años (1945-2015) siguientes.

• El rol decisivo desempeñado por la inflación en el deterioro de los ingresos, la redistribución regresiva de los recursos y, por ende, en el aumento de la pobreza.

• La relación entre los auges económicos argentinos y la existencia de términos del intercambio comercial argentino (tica) favorables.

• La coincidencia de los valores excepcionales de los tica con los momentos iniciales de tres de los cuatro ciclos de gobierno peronistas y el aporte que esos superávits económicos significaron en términos de producto interno bruto (pib).

• El uso de la liquidación de diversos tipos de activos (reservas, moneda, stocks públicos y privados) como elemento procíclico favorecedor del stop & go, y en particular, como promotor de los auges iniciales y disparador de las crisis finales.

• El uso del financiamiento externo y la venta de empresas del Estado como recursos extraordinarios que reemplazaron a los tica durante el menemismo.

• El carácter descendente del crecimiento económico y la prosperidad social durante los cuatro ciclos peronistas.

• La relación entre esos ingresos extraordinarios, el aumento temporal del consumo, la duración del ciclo político y la continuidad del peronismo en el poder.

El trabajo se estructurará de la siguiente manera: luego de esta introducción, en el segundo capítulo se estudiarán y compararán la estructura y los lineamientos centrales de la economía argentina antes de Perón (a. P.) y después de Perón (d. P.). En el tercer capítulo, se reconstruirá el recorrido que va de los “días felices” a los “días infelices” de la Argentina peronista. En el cuarto, se estudiará la dinámica de la liquidación de activos durante los ciclos peronistas y su importancia decisiva en la perpetuación del carácter procíclico de la economía argentina d. P. y sus repetidos stop & go. En el quinto capítulo, se describirán las relaciones entre la estrategia económica de los ciclos peronistas y la leyenda de los días más felices, así como sus consecuencias directas en la obtención y conservación del poder. Finalmente, en el último capítulo y las conclusiones se repasarán las tesis de la corresponsabilidad y la multiplicidad y su concordancia o discrepancia con los hechos, según las ideas de los autores con cuyas afirmaciones discute este trabajo.

2. La Argentina antes de Perón (a. P.) y después de Perón (d. P.)

De las muchas experiencias populistas ensayadas en América del Sur, la del peronismo es la más prolongada. Ha habido ciertamente otras cuyos efectos pueden ser considerados, con justicia, más agudos, como es el caso de la Cuba de Castro o la Venezuela chavista. Pero los más de setenta años durante los cuales el peronismo ha sido el movimiento político más influyente en la vida argentina no tienen parangón por duración y por la importancia del país, el tercero de América Latina si se considera la combinación entre superficie, población y producto interno bruto (pib). Podrá objetarse que el peronismo no siempre estuvo en el poder y que fue, además, proscripto por un largo período. Pero aun cuando gobernaban otros partidos el peronismo conservó la centralidad política a través de su ininterrumpido dominio de instrumentos decisivos del sistema estatal, como el Senado (eventualmente, la Cámara de Diputados) y la mayoría de los gobiernos provinciales y municipales, y de organizaciones sociales de enorme poder, como la Confederación General del Trabajo (cgt), la red de punteros barriales y los movimientos piqueteros. Por cuanto repudiable, la proscripción total o parcial del peronismo (1955-1973) no hace más que confirmar la primacía política del peronismo: hasta las dictaduras militares consideraban que la única manera posible de mantenerse en el gobierno era proscribiendo al principal partido nacional.

En el poder o fuera de él, proscripto o no, el peronismo ha sido desde 1946 la fuerza sobre cuyo eje ha girado la Argentina, y su hegemonía político-ideológico-cultural parece estar directamente asociada a un período de profunda decadencia económica y social del país. A pesar de la relatividad de las fechas de inicio y cierre de los períodos históricos, la discusión sobre el momento inicial de esa decadencia es significativa. En 1946, año del inicio del primer ciclo democrático peronista, Argentina era el octavo país más rico del mundo, su pib per cápita (usd 7.436) era el más alto de América Latina, casi cuadruplicaba el de su principal vecino, Brasil (usd 1.934) y más que duplicaba el de México (usd 3.124). El pib argentino era también el doble que el de los países latinos pobres de Europa (Italia —usd 3.805—, España —usd 3.473— y Portugal —usd 3.073—) y superior al del país latino más rico, Francia (usd 6.142). Setenta años después, para 2015, al final de un ciclo político que duró doce años (2003-2015) y fue el más largo de la historia argentina, el país ocupaba el 56º lugar en el ranking mundial de riqueza, su producto interno líquido (pil) (usd 19.502) ya no era el mayor de América Latina (Chile: usd 21.589) y tanto México (usd 16.096) como Brasil (usd 15.826) la habían casi alcanzado.2

¿Hubo una Argentina a. P. y otra Argentina d. P.? ¿Ha sido la decadencia culpa exclusiva del peronismo o, como sostiene la mayoría de los analistas, existe una responsabilidad similar compartida por las demás fuerzas políticas? Ni culpa exclusiva ni responsabilidad igual. Tan cierto es que nadie logró corregir duraderamente los desequilibrios macroeconómicos generados por el peronismo como que el peronismo y la dictadura militar de 1943 de la que fue continuador en el poder fueron responsables de su generación. Para avanzar en esta dirección de análisis, nos remitiremos a la más clásica de las descripciones de las economías populistas.

En La macroeconomía del populismo en la América Latina, Dornbusch y Edwards (1990) caracterizaron al populismo económico como “un enfoque del análisis económico que hace hincapié en el crecimiento y la redistribución del ingreso, y minimiza los riesgos de la inflación y el financiamiento deficitario, las restricciones externas y la reacción de los agentes económicos ante las políticas ‘agresivas’ que operan fuera del mercado”. Tomaremos como base esta definición, una de las más citadas en la bibliografía académica, para intentar demostrar que todos los factores de una economía populista (inflación, déficit, restricciones externas y desinversión) estaban ausentes del escenario argentino hasta la irrupción del peronismo, que aparecieron con él y que, mediante diferentes estrategias y con diversa gravedad, se reforzaron durante todos y cada uno de los ciclos de gobierno peronistas.

2.1. La inflación a. P. y d. P.

Más allá de algunos picos durante el siglo xix desaparecidos en el siglo xx, Argentina carecía de un problema inflacionario hasta el advenimiento del peronismo. Desde su período fundacional, el índice había oscilado entre el 2,8% anual de las guerras de la independencia (1810-1820), el 3,2% de los caudillos y Rosas (1821-1852), el 2,3% del período de la organización nacional (1853-1879), el 1,6% de la República Conservadora (1880-1915), el 1,4% entre la Ley Sáenz Peña y la etapa radical de Yrigoyen y Alvear (1916-1930) y el 1,4% de los golpes militares y los gobiernos conservadores que los siguieron hasta 1944. Resumiendo, desde su declaración constitucional (1853) la Argentina tenía una inflación baja y descendente (2,3%, 1,6%, 1,4% y 0,3%), cuya media de 1810 a 1945 fue del 2,15% anual. Lejos de agravarse, en el siglo xx a. P. (1900-1945) el guarismo inflacionario anual había bajado hasta el 1,61%.3

Todo cambiaría para peor de 1945 en adelante, y la Argentina d. P. entraría en un nuevo escenario económico dominado por el déficit fiscal, las restricciones externas, la desinversión y, sobre todo, la inflación. El gráfico es concluyente.

Aun si se argumenta a favor de la corresponsabilidad de otras fuerzas políticas en el tema inflacionario, resulta imposible eludir las diferencias. Puede discutirse el manejo posterior del fenómeno y señalar los fracasos de los diferentes actores políticos en derrotarlo, pero las cifras ponen fuera de toda discusión la autoría de la introducción de la economía inflacionaria en el país. Además, como demostraremos, en todos los episodios críticos adjudicables a la incapacidad de los gobiernos no peronistas para domar al monstruo inflacionario (1976, 1983, 1999 y 2015), el fenómeno ya estaba lanzado y las condiciones externas eran extremadamente desfavorables. Todo lo contrario sucedió durante los gobiernos peronistas, responsables de tres enormes aceleraciones inflacionarias en contextos marcados por condiciones internacionales extremadamente favorables, crecimiento sostenido y saldo comercial positivo.

La primera de estas grandes aceleraciones coincidió con el primer ciclo peronista en el poder. Corrientes políticas anarco-capitalistas aparecidas recientemente en Argentina suelen adjudicar el problema inflacionario a la creación del Banco Central de la República Argentina (bcra). Sin embargo, el bcra fue creado en 1935, un año de alta inflación (14,1%), y resultó efectivo en reducirla durante la década siguiente, hasta la llegada del peronismo. Entre 1936 y 1944, la inflación total fue del 14,99%, es decir, 1,57% de promedio anual. Recién en 1945, con Perón en la Secretaría de Trabajo y Previsión preparando su candidatura presidencial para el año siguiente con el concurso del gobierno de facto, la inflación saltó al 22,6% y se mantuvo en guarismos inusualmente altos durante varios años hasta desembocar en el 50,2% de 1951. Los responsables fueron Perón y el peronismo, y no el bcra, una institución existente en la mayoría de los países del mundo, en los que no existen el peronismo y la inflación.

Durante aquellos años inaugurales de la “Revolución Argentina” de la que Perón fue ministro, secretario y vicepresidente, y de su sucesor político, el primer gobierno peronista, caracterizados ambos por los términos de intercambio más altos de la historia hasta esa fecha, la política económica fue fuertemente procíclica, lo que hizo que la inflación se multiplicara por quince desde 1943 hasta 1951, en solo nueve años. Fue entonces que la economía argentina cambió para siempre.

¿Las causas? Sin pretender establecer un paradigma en la polémica sobre las causas de la inflación, ambición que excedería mis capacidades y los alcances de este trabajo, es remarcable la correspondencia entre el aumento del déficit fiscal y la inflación en ambos períodos de aceleración inflacionaria que muestra el gráfico. Al aumento del déficit promedio de 2,3% (1936-1942) a 3,7% (1943-1951), correspondió un aumento de la inflación anual del 2,7% al 20,4% anual promedio, que coincidió con el primer episodio de los días más felices.4 Y como dicta la teoría económica, y el gráfico muestra, los aumentos en el volumen del déficit precedieron por bastante tiempo a los incrementos inflacionarios. Por eso, la silueta de la curva punteada (déficit) anticipa la evolución de las barras (inflación).

El siguiente gran episodio inflacionario, ocurrido durante el segundo ciclo peronista, se inició también con términos de intercambio favorables y un país que tenía crecimiento sostenido desde hacía una década. La política oficial consistió entonces en insistir con la emisión monetaria al mismo tiempo en que se confiaba en los acuerdos entre empresarios y sindicalistas —y en el prestigio de Perón— para controlar la inflación, moderando los acuerdos salariales mientras se atrasaban las tarifas y el tipo de cambio para permitir los días más felices, segunda temporada. El cambio de escenario internacional ocurrido con la crisis del petróleo, sumado a las distorsiones macroeconómicas acumuladas y su desmanejo por parte del Gobierno, desembocaron en el mayor shock económico-social de la historia argentina: el Rodrigazo. La inflación reprimida se descontroló y en 1975 llegó al 335% anual, habiéndose multiplicado por ocho en un solo año e inaugurando otro clásico de la economía argentina d. P.: el shock socioeconómico inflacionario, poderoso licuador del gasto público, los salarios y las jubilaciones que carece del tradicional obstáculo de ser etiquetado de “ajuste neoliberal”.

También aquí se observa una alta correspondencia entre el aumento del déficit fiscal y la posterior suba de la inflación: desde 1970, el déficit argentino creció sistemáticamente, pasando de ser el 1,37% del pib en 1972 a representar el 5,51% en 1975, es decir, multiplicándose por cuatro en los tres años del segundo ciclo peronista, con consecuencias inflacionarias que la simple observación del gráfico alcanza para demostrar.5

Finalmente, un tercer episodio de aceleración inflacionaria deliberada destinada a crear días felices peronistas ocurrió bajo la presidencia de Néstor Kirchner. Pasado el período menemista, en que la inflación fue controlada al costo de renunciar a la política monetaria, con consecuencias destructivas sobre la competitividad y el empleo, el peronismo se hizo cargo del gobierno en un país cuya inflación, después del enorme ajuste efectuado en 2002 por Eduardo Duhalde, era del 3,7% anual. Los salarios, las jubilaciones y las expectativas sociales eran entonces las más bajas de la historia argentina, y los términos de intercambio comercial se hicieron enseguida extraordinariamente favorables, cuando el precio de las exportaciones argentinas se duplicó en pocos años al inicio del mandato de Néstor Kirchner, pasando de un índice de 84 en el segundo trimestre de 2003 a 166 en el primero de 2008.6 El cultivo líder de la Argentina, que la presidente Cristina de Kirchner calificaría despectivamente de “yuyito”, lideró esa suba, pasando del valor de 250 dólares la tonelada en mayo de 2003 a 634 dólares la tonelada en junio de 2008.7

Además, para 2003 existía una gran capacidad instalada ociosa, lo cual permitía crecer vigorosamente sin necesidad de grandes inversiones, y no se pagaba un peso de la deuda externa, lo que liberaba recursos para volcar al ciclo expansivo. La Argentina crecía a tasas chinas, y el peronismo en el poder hablaba del “ciclo de crecimiento económico más exitoso de la historia nacional”. Sin embargo, como si nada bastara a la ambición de crear días aún más felices, el peronismo kirchnerista aplicó todo tipo de políticas procíclicas, de manera que la inflación se multiplicó por seis en cinco años (de 3,7% en 2003 a 22,9% en 2008), desperdiciando por tercera vez la posibilidad de acabar definitivamente con el principal flagelo de la economía nacional y, como demostraremos, el principal creador de pobres. En lugar de eso, el peronismo en el poder inició una nueva espiralización inflacionaria que terminaría generando un nuevo ciclo estanflacionario (estancamiento + inflación) del que la economía argentina aún no ha logrado salir. El gráfico siguiente es expresivo de esta dinámica.

Como muestra el paralelismo entre la curva que representa el déficit fiscal y la altura de las barras que grafican la inflación, cuya coincidencia remarca la flecha añadida, la correspondencia entre déficit e inflación es también aquí evidente. En este caso, junto al aumento inflacionario se verificó un deterioro fiscal que llevó desde un superávit de 1,82% del pib (2004) a un déficit del 4,15% (2014),8 es decir, seis puntos del pib perdidos durante el período ascendente del ciclo que deberían haber servido exactamente para lo contrario.

2.2. Inflación y pobreza: los días más infelices

El fenómeno inflacionario llegó a la Argentina con el peronismo. Fue desde 1946, y no antes, que el bcra se transformó en el prestamista de primera instancia del Gobierno, ignorando los límites impuestos por ley en el momento de su creación (Cortés Conde, Ortiz Batalla, D’Amato y Della Paolera, 2020: 93). El movimiento nacido bajo la invocación de la justicia social fue responsable de introducir duraderamente en la economía argentina la inflación, la mayor productora de pobres. Desde entonces, en 1946, la moneda argentina d. P. perdería trece ceros. Cada peso de 1946, año de inicio del primer gobierno peronista, valía 0,00000000000001 pesos de 2015. De manera que, si tuviéramos la cantidad de los billetes de esa época necesarios para cubrir el valor de un solo peso de 2015 y los pusiéramos alineados a lo largo, la fila de billetes tendría una extensión de 1.500.000.000 de kilómetros, suficiente para ir a la Luna y volver de ella dos veces o para dar la vuelta al mundo por el Ecuador 37 veces… (Iglesias, 2016).

Pero lo más notable del fenómeno inflacionario que afectó a tres de los cuatro ciclos peronistas es que se desató de manera innecesaria como resultado de políticas macroeconómicas deliberadamente adoptadas que no podían sino conducir a ese resultado; no como consecuencia de una crisis o del agotamiento de un modelo económico —como fue el caso de la caída de la tablita de la dictadura y la hiperinflación de Alfonsín—, sino como una elección deliberada del Gobierno tomada en momentos de auge económico. En todos los casos, las políticas inflacionarias y procíclicas del peronismo fueron aplicadas en períodos iniciales del mandato, con condiciones externas favorables y cuando el país crecía a buen ritmo. Así lo muestra el análisis de los agregados monetarios, que entre 1946 y 1955 promediaron un 14,65% del pib (31% más respecto a los valores promedio de la década anterior), y que entre 2003 y 2015 promediaron un 10,9% del pib (triplicando los valores de la Convertibilidad y un 40% más que en 2002).9

Los resultados de las políticas monetarias del primer ciclo peronista fueron las esperables. La inflación se multiplicó por trece en siete años, pasando del 3,9% en 1944 al 50,2% en 1951; un crecimiento aún mayor que el experimentado durante la hiperinflación alfonsinista, que desde el 433,7% heredado de la dictadura y el 4.923,7% de 1989 la aumentó “solo” once veces. Algo similar sucedió entre el 43,8% de 1973 y el 335% de 1975 (multiplicación por 7) y entre el 3,7% de 2003 y el 21,7% de 2008 (multiplicación por 6). En lugar de estabilizar la macroeconomía, ahorrar y fortalecer la moneda en esos períodos positivos del ciclo económico, el peronismo de las décadas de 1950 y 1970 y el del siglo xxi agregaron leña al fuego inflacionario para hacer aún más felices los días más felices. El costo lo pagarían el país y su futuro. Ahora bien, vistos los resultados, ¿cómo se explica la enorme capacidad del peronismo para mantener el poder y volver rápidamente a él cuando lo pierde?

El peronismo fue enormemente exitoso en instalar un sentido común económico populista, escondiendo su responsabilidad en el aumento de la inflación y descargando las responsabilidades del aumento de la pobreza y la indigencia en actores económicos acusados de complotar contra el bienestar popular: los “especuladores” y “agiotistas”, en los años cincuenta del peronismo original y en los setenta del segundo ciclo, y los “sectores concentrados” y “formadores de precios”, en el siglo xxi del peronismo kirchnerista. Al respecto, resulta interesante la comparación entre las expresiones discursivas del peronismo kirchnerista y las del original. Terminados los primeros días más felices y habiéndose registrado ya picos inflacionarios del 34% (1949) y 50% (1951), el 15 de abril de 1953, cuando le hablaba a una multitudinaria concentración frente a la Casa Rosada convocada por la cgt para defender el Segundo Plan Quinquenal, Perón declaró: “Vamos a tener que volver a la época de andar con el alambre de fardo en el bolsillo… Con referencia a los especuladores, ellos son elementos coadyuvantes y cooperantes de esta acción. ¡El Gobierno está decidido a hacer cumplir los precios aunque tenga que colgarlos a todos!… Han de bajar al precio oficial calculado, porque eso les da los beneficios que merecen por su trabajo…”. Los métodos de coerción también fueron especificados: “Cada comprador debe ser un inspector del Gobierno para mandar preso al comerciante que no cumpla con los precios que ha comprometido con nosotros…”. Los “agiotistas” fueron advertidos: “Hasta ahora, he empleado la persuasión. En adelante, emplearé la represión, ¡y quiera Dios que las circunstancias no me llamen a tener que emplear las penas más terribles!”10 (Iglesias, 2015).

Inflación; intento de disminuirla mediante el control de precios, la presión social y las amenazas violentas emanadas desde las más altas autoridades; culpabilización de los agentes económicos por el fracaso gubernamental; demonización de los mecanismos de precios intrínsecos de toda economía capitalista; inspecciones de control populares a cargo de militantes políticos. Un repertorio de absoluta actualidad inaugurado hace setenta años, cuando la economía inflacionaria de la Argentina d. P. estaba en sus comienzos.