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Made in Patagonia, bandas y solistas del fin del mundo es un compilado con reseñas, entrevistas y testimonios de más de 100 músicos independientes desde Ushuaia hasta Neuquén. Under, mainstream. Rock, pop, indie, folclore, metal, electrónica, cumbia, reggae. Shaman Herrera, La Patrulla Espacial, The Otherness, Falsa Cubana, Gaspar Benegas, Fémina, Sara Hebe, Atrás Hay Truenos, La Negra Sarabia, 113 Vicios, Lisandro Aristimuño y la lista continúa. Flor es la crítica rockera más potente de la Patagonia y tenemos la suerte de conocerla desde piba. Y desde aquellos tiempos le ha dado un corpus narrativo al rock patagónico. Los textos de Flor se paran en el límite milimétrico donde la narración sobre el arte se vuelve arte. Donde la descripción de la música se vuelve música. Tiene el don de hacer que el lector vea lo que ella escucha. Tiene un decir que es como un cantar, y a nosotros nos encanta oírla. Amamos mirar la música como ella la oye.
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Seitenzahl: 282
Veröffentlichungsjahr: 2023
FLOR NIETO
Flor NietoMade in Patagonia : bandas y solistas del fin del mundo / Flor Nieto. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-4200-7
1. Narrativa. I. Título.CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Prólogo
Cómo suena el fin del mundo
Pioneros modernos
Encanto Sureño
Reseñas
Safari Colectivo Patagónico
Aventón Mujeres Patagónicas
Gaspar Benegas
Nahuelaizers
La Gran Pérdida de Energía
Thelefon
Matuasto
Tres Orillas
Abelardos
La Patrulla Espacial
Jemma
Los Bluyines
Ojos con gatillos
Zero Frío
Abril Índigo
Volva
Susi Blú
Francisco y el Lobo
Juan Regidor
Oscar Payaguala
Tomás Aristimuño
Casiana Torres
Páramo
Hitoploxus
Hasdee
Atrás hay truenos
Augusto y los músicos que no están
Sebastián Lino
Las Ligas Menores
Indiana
Nunca fui a un parque de diversiones
Antuantu
Insert Coin
Acústica máquina
Humus Rave
Sof Tot
Manijas
Waso!
La Negra Sarabia
Pichicho
Skapaltata
Viedma Tripulación
Karta Blanka
La Estafa Dub
Cegador
Horacio Cocchiarella
Demasiada Presión
Sótano Pub
Noe Pucci
Ivana Adzija
Rubén Patagonia
Hitclub
Solarium
Haien Qiu
Militta Bora
Bonus track
Marky Ramone
Entrevista a C. J. Ramone
Conversaciones
Falsa Cubana: Bailable, potente & patagónico
The Otherness: Comodoro es Mundial
Sofía Toti Trucco, Fémina
Los Cheremeques, cumbia patagónica
Cosecha Especial, música libre
Viviana Almirón, tango en las venas
César Bersais, entre el Grupo Uno y los Rolling Stones
Shaman, en llamas
Sara Hebe, filosa
Cristian English, arte arte arte
Ivana Svoboda, cóctel creativo
Emanuel Rodríguez, Contracultural
Inspiración
Bonus track
No es todo,
pero es algo.
Resulta que no encuentro mejor manera de cifrar en palabras un prólogo que anticipe lo que usted está apunto de experimentar en este libro, que transformarlas en sonido.
Sitúese en un sótano jazzero y descubra entre los pliegues del retazo de terciopelo rojo de dudosa procedencia que oficia de telón y el tintinear de los hielos de un whisky imaginario, el sonido del bajo. (Sabido es que el bajo es el corazón que bombea la sangre a través del cuerpo de un tema musical. De una nobleza tal, que –siendo el instrumento más importante en un ensamble–, su presencia se torna tanto más imperceptible cuanto mejor es llevada adelante su arte. Podríamos explicarlo así: si ponemos como ejemplo la música como un ave volando, el bajo es el aire donde esta ave vuela, sin ese aire, el ave simplemente, cae).
El trabajo de Florencia Nieto es ese bajo. La amalgama discreta y relevante que logra el ensamble de la música patagónica, que le otorga a los sonidos del fin del mundo cuerpo de corpus.
Y no sólo eso.
Florencia tiene un decir que es como un cantar. La autora extrae de los sonidos más australes su quinta dimensión, la literaria. En definitiva, a Florencia y a su trabajo de reconstrucción le debemos la posibilidad de leer música.
En su “Made in Patagonia” recopila el trabajo de más de 10 años de entrevistas a bandas y artistas patagónicos y pone en palabras lo que las palabras no alcanzaban a decir sobre aquella música.
Su pluma no se limita a recorrer los confines del género del periodismo musical –ni siquiera los de la crítica–; su obra se compone de ensayos literarios sobre la música y los músico/as. Como lectora es un placer la sinestesia que nos convida: pararnos donde nos pide y desde ahí mirar música.
Los textos de Florencia cruzan poéticamente el límite donde la narración sobre el arte se vuelve arte. Y nos gusta cómo ella lo dice, mezclando lo que sabe con lo que intuye, lo que oye con lo que siente. Artesanías, hechas a medida, sólo para que el lector/a vea lo que ella escucha.
“Made in Patagonia” es un viaje hacia un mundo donde la narración sobre la música se vuelve música; con la que se puede bailar con el cuerpo, el intelecto y el espíritu desnudos. Y sin siquiera ser conscientes, descubrirnos leyendo sus reseñas marcando con el pulso el tempo de sus pausas, extraño hechizo que tanto nos recuerda al saber popular que afirma que el público es más propenso a golpear con los pies la melodía cuando es un bajo el que está sonando en un sótano jazzero.
Jimena Mascaró
A través de sus músicos, la Patagonia recorre el mundo y el mundo recorre la Patagonia. El Grupo Uno y sus orígenes. 113 Vicios y Masoka con sus leyendas. Oscar Payaguala, tehuelche de diecisiete generaciones, que cuenta cantando las historias de su pueblo. Rubén Patagonia con su fuerza y sabiduría, con historia y vanguardia. Abel Pintos y su infancia. Gaspar Benegas, violero de la ostia, del Indio Solari y de Las Manos de Filippi. A su vez Perry Farrell –Jane’s Addiction, el hombre detrás del Lollapalooza– elige la región para vacacionar. Dave Mustaine –Megadeth– visita a su fan apuñalado en el Hospital Castro Rendón durante uno de sus shows en Neuquén. Marky Ramone fue a ver a los pingüinos y se prendió fuego en Ushuaia, cumplió su sueño de viajar por el mundo y llegar hasta el sur. Otro de los Ramones, CJ, de gira, comió asado, tomó vino y destacó el respeto con el que se trata a los músicos. “Acá realmente entienden todo” dijo. Del mainstream al under. Como ellos, muchos.
Desde 1989, Armos Moreno al frente de Aventón compila a los músicos de la región y teje redes de artistas. Ahí surgió Aventón Mujeres Patagónicas, en aire, tierra, agua, fuego & magia. Safari Colectivo Patagónico, concretó más de 60 eventos y futuros proyectos interdisciplinarios. Unification, la tienda de discos, vinilos, libros, revistas y fanzines que reúne la escena independiente local con el under del mundo. Los festivales: Prisma en Bariloche, El Primer Color en San Martín de los Antes, Rock Al Río en General Roca, Mucho Gustok en Villa Lago Meliquina, Festilagos en Villa La Angostura.
Con más de 100 shows en Inglaterra –récord latinoamericano–, desde los orígenes al futuro, The Otherness demuestra que las barreras no existen. Al igual que Tres Orillas, que con sus voces metálicas trascendieron desde el culo del mundo. De covers a discografía propia, el camino de Tres Extraños. Y cada uno con lo suyo. Letras crudas, distorsión, Zero Frío. Las historias, la fuerza, la armonía de Abril Índigo. La galaxia psicodélica de La Patrulla Espacial. Ojos con Gatillos, su fluir melódico de la conciencia, el escape de las formas y su confluir de dos leyendas patagónicas. El rock después del rock de La Gran Pérdida de Energía. Nahuelaizers, y sus melodías surfers en homenaje al Nahuelito. Viento Frío, su contraste en el desierto hacia la calma del amanecer. El homenaje a la electricidad de Los Bluyines. Abelardos, la historia del rock de una ciudad en la historia de una banda de barrio. Susi Blú y la prueba de lo que significa tocar como chica, en blues, determinación, celebración y melancolía. El desierto en llamas y la vuelta al sonido vintage crudo de Volva. Matuasto y su cabezazo definido. Jemma, progresivo hacia el djent, ambientes ñu metal y atmósferas agridulces. Thelefon, la banda argentina recomendada por Marky Ramone y su militancia en el punk. Militta Bora y su sensualidad hecha rocanrol. Solarium y su stoner del desierto.
Las reglas se hicieron para romperlas, los géneros para jugar. Agustín Cristiani, en sus valses criollos y crónicas del sentido. Nicolás Hernández y su metáfora folk pop brillante. Lisandro Aristimuño y sus canciones de miel y visiones de la Patagonia. Casiana Torres, su gracia, voz de terciopelo que se desliza en el aire. Tomás Aristimuño y su paz del sur, su fórmula para escapar del caos de Buenos Aires hacia su Choele Choel natal. La armonía popera con sensibilidad justa en loop de Juan Regidor. Las melodías de paisaje y calma de Páramo. La prolijidad minuciosa y el caos controlado de Hasdee, sus gamas, intensidades y texturas. La oscilación entre lo terrenal y etéreo, lo humano y lo mágico de Hitoploxus. Las corrientes del río desde la nubes en la filosofía cotidiana de Francisco y el Lobo.
En su propia escena, lejos del mainstream, el indie se ramifica en mixturas entre músicos patagónicos y de todas partes del país. La diversión pop agridulce de At Breakfast. La intensidad cotidiana, las frases crudas y referencias intelectuales de Indiana. Las nubes y motosierras de Atrás Hay Truenos. Las Ligas Menores, Anabella Cartolano, indie rock lúdico de la escena nacional a Coachella. El lo–fi como lujo de Augusto y los músicos que no están. Sebastián Lino, solo, en banda, en palabras, la música y todo lo que se puede hacer con ella.
La electrónica y el rock en una búsqueda minuciosa de sonido en Acústica Máquina. El virtuosismo en música de videojuegos de Insert Coin. El Canivaldombe tropicoihue punk de Nunca Fui a un Parque de Diversiones y luego, el mensaje universal del amor en la obra conceptual de Antuantu. El jazz digital de Humus Rave y sus escalas cromáticas interrumpidas por aleteos. Sof Tot, la sirena de montaña que despega desde Fémina, como coleccionista de sonidos, del folk digital, al funk y cumbia beat. El pop onírico oriental de Haien Qiu. Todo lo que hace Shaman Herrera, con los Pilares de la Creación, los Hombres en Llamas, Sr. Tomate o solo. Shaman juega con el sonido. Siente, hace.
Los ritmos libres de Cosecha Especial. La vibra y el groove de La Estafa Dub. El estado de fiesta eterna, el rock latino cumbiero picante de Falsa Cubana. El son y la rumba chchch de Los Cheremeques. Manijas y su género manija, del funk pop al latin rock. Skaskaska desde Skapaltata y sus tipos disfrazados de conejos en el clan de los abrazos. El reggae relajado con penacho al aire de Karta Blanka. La cumbia surrealista de Waso!, la cumbia electrónica de Binary Cumbia Orchestra. La Negra Sarabia, que la siente y la mueve al frente del movimiento nacional. Pichicho y su cotillón en clave candombe y beats de reggaeton. Sara Hebe y su voz candente que escupe en versos su furia de fuego. Viedma Tripulación, 4 que arriba del escenario parecen 20 y se abalanzan con sus micrófonos afilados, rap con los pies en la tierra y las manos en el aire.
Fueron, son y serán muchos más. La escena de la Patagonia crece, se diversifica, sale del sur para amplificarse por el universo a través de sus músicos. Y este es solo el comienzo.
Revista Noche Polar, julio 2017.
Armos Moreno no sabe cuántas bandas hay en la Patagonia y no puede adivinar. Dice que seguro son muchas y calcula 100 o 150 solo en Comodoro Rivadavia. No es fácil. Algunas no tocan nunca, tuvieron un par de fechas en tres años o directamente no salen de la sala de ensayo. Muchas se fueron, muchas se quedaron, muchas no existen más.
De chico lo echaban de los cabarets. Se escondía detrás de los sillones para ver a los músicos. No había mucho para hacer y los vinilos casi ni llegaban. Sus papás se habían mudado de Catamarca a Comodoro en la búsqueda de una nueva vida. Como muchos, como casi todos. La Patagonia sonaba a promesas. Pronto los trasladaron a una casa en Barrio Parque, Caleta Olivia. Cuando tenía 6 años su papá falleció y le pareció un doble desierto. No había mucho para hacer pero ahí encontró la respuesta, porque cuando algo no existe se crea.
—Soy un obsesivo del legado cultural patagónico porque creo que no lo tenemos –dice Armos– ¿Qué sabemos musicalmente de hace 100 años atrás? Nada y no vamos a encontrar porque no hay registro. No tenemos nada de nada. Es vital que al artista le importe lo que hace, porque dentro de 200 años él va a ser referente a través de lo que quede. Para esto tenemos que hacer bien la tarea. Insisto mucho en la transmisión cultural. Es muy importante que los músicos se visiten en los shows. Primero, siempre encontraríamos los lugares llenos porque hay muchos artistas. Por el otro, el aprendizaje. Uno ve y aprende. Algo le va a sacar el heavy al folk, el hiphopero al blusero y viceversa. Algo va a salir.
—Así se construyen las escenas.
—Pasa en otros lados y debería pasar en la Patagonia. Necesitamos eso. Hoy tenemos muy buenos proyectos pero por ahí son muy solitarios o tienen mucho ego. Yo que compilo música, que voy detrás de la música, tengo que agrupar en un disco de 15 canciones, 15 sonidos diferentes de distintos polos ¿Cómo pueden ser tan diferentes? Tengo un amigo que vive en Nueva York. Resulta que él está en Long Island, fue a laburar en comedores y ese tipo de cosas. Ahí conoció al dueño de todo, un chabón hippie de los 70. Este tipo hacía tablas de surf. Hizo una, la vendió, hizo dos, las vendió, puso una casa, vendió. Puso una fábrica, vendió. Se llenó de plata. Resulta que mi amigo lo conoció y le hizo escuchar las cosas que estuve haciendo recientemente, el disco “Aventón Simples 2018”. En principio decía: “Yo este sonido no lo escuché nunca. Traducime la letra”. No dice si está bueno o es malo, es distinto. Le parecía raro pero le gustaba. Yo siempre les cuento esto y les digo a los músicos que como sea, es una identificación. Es el sonido, es algo distinto. Tampoco nuestros músicos se parecen a los de Buenos Aires. Tienen otra búsqueda, otro decir. Indudablemente cada vez que abra la boca va a sonar el viento, va a sonar la mata local, la lluvia, la aridez, va a sonar el paisaje. Siempre lo escucho. El proyecto es largo y recién estamos empezando a hacer cosas. Muchos no vamos a ver esa evolución, cómo sigue dentro de 40 o 50 años. Mientras tanto la tarea es que el artista entienda que lo principal es la producción, es el dejar su huella digital, su paso por la vida.
***
Titín Naves no quiere volverse un viejo choto. Volverse un viejo choto para él es estar encerrado, tener una vida sedentaria, llenarse de comida chatarra hasta reventar. Sobre todo quedarse quieto. Dice que tiene amigos así, que los ve avejentados por fuera y por dentro. Le da miedo y como le da miedo se cuida el alma. Así, a sus 51 años da shows de dos horas y media, graba discos, se va de gira y planea irse a tocar por Europa.
—En los 80 estaba el enamoramiento de las bandas post dictadura e incluso anteriores, Sui Generis, Serú, algunas otras cosas como Piero o Cantilo, León Gieco. La juventud que se animó a hacer música en ese momento se inclinaba hacia los covers, interpretar las canciones. Tuvimos grandes músicos que hicieron canciones de ellos como el Grupo Interior, Taito, los hermanos Chome, los hermanos Socola de Río Grande, Luis Mascher, unos locos que hacían jazz en los 70 y 80, no los entendía nadie pero bueno. Emerson Lake And Palmer, Led Zeppelin, los Beatles, Jaco Pastorius, Ernesto Pascual, todo ese jazz rock que mamamos cuando éramos pibes. En vez de andar tirando piedras en la calle capaz estábamos leyendo a Cortázar y escuchando a John Coltrane tomando un vino por ahí –risas–. De los 80 tengo un gran recuerdo de cuando me regalaron Alma de Diamante. Me lo regaló mi hermana, falleció hace poquito lamentablemente y fue una introducción a la música, un tutorial. Tenía como un ecualizador natural en el cerebro. Podía dividir a cada uno de los músicos. Podía escuchar la guitarra del Flaco por un lado, la batería de Pomo Lorenzo, cada uno de los platos, los teclados me volaban la cabeza y yo quería conocer a ese tecladista. Pasó el tiempo y un día me toca ser parte de las giras del Palo Pandolfo. Charlando me cuenta que conoce a un tecladista que era justamente este señor, Juan del Barrio, que fue parte y creador de los Abuelos de la Nada junto a Calamaro y Miguel Abuelo, Cachorro López, Kubero Díaz, Dani Melingo. También de Suéter con Zavaleta, Minissale. Un monstruo, un prócer de la música. Tuve suerte de tocar con él, de hacer una gira por el sur, de aprender mucho de él, de vivir en la casa de él –risas–. Me metí como en la vida del tipo, terminamos grabando un disco que es el último con los Nancy del Carmen y bueno, una amistad increíble pero una enseñanza musical terrible y en lo humano también. Yo soy un músico muy rudimentario pero por ahí lo complemento haciéndole ñoquis caseros a mis músicos con salsa con carne para ellos y vegetariana para mí.
Titín recuerda que en los 90 las bandas recién se animaban a hacer temas propios, a crear estilos. Como Vitreaux, trío que formó con Eddie Burón y Oscar Collazo, Pancho Villa y su Alacrán Muerto, Los de la Parte de Atrás y por supuesto, los 113 Vicios.
***
Armos empezó a organizar recitales en los 70 porque no había, no como él quería. Litto Nebbia, Aquelarre, Spinetta en medio del baile.
—Al principio todo piola porque todavía bailamos un poquito pero estábamos con el oído en el corazón. Queríamos escuchar más rock. Después al que quería bailar le rompía las bolas tener que parar para que suban otros a tocar una música que no se baila y a su vez nosotros que íbamos a ver tocar nos rompía las bolas el baile. Me parecía que había que cortar con eso. Ahí empecé a hacer recitales y a revalorizar a los músicos que tenía al lado. Tuve por fortuna desde chico amigos que eran genios, hoy algunos que ya no están, como Taito Contreras. A principios de los 70 empecé a hacer recitales con los músicos de Comodoro, en Caleta, en Puerto Deseado, en Río Gallegos y hasta en Punta Arenas. Hacía unos recitales que se llamaban Surrock. Hay registro de revistas porteñas que antes de hablar de otro movimiento musical en la Argentina que no fuera Buenos Aires, hablaban de Surrock. También yo me encargaba de mandar fotos, notas, todo eso. Antes era imposible producir música a menos que fueras por un sello discográfico, y si llegabas dependía si a ellos les interesaba o no. Si no les parecía comercial entonces no te daban bola. Se perdió muchísimo en el camino hasta que salió la manera independiente de hacerlo. De movida arranqué haciendo eso, primero compilados y la lucha eterna con los medios patagónicos de difusión. Siempre me peleo un poquito porque entiendo que no son del todo locales, que primero debería priorizarse la música local, no solo la que yo produzco sino toda. Siempre a las radios les digo lo mismo: “Ustedes pueden ser una radio que están acá o en Chivilcoy, sería lo mismo, pero si yo vengo de afuera y escucho tu radio no me dice que sos de acá”. A mí me gusta ir a un lugar, escuchar la radio y sentir que estoy ahí. Hay muchos medios locales que no parecen locales ¿Para qué lo ponés acá? Ponelo en otro lado. Hay muchos artistas, muchos músicos que merecen atención. Son nuestros vecinos, son los primeros que tenemos que apoyar porque ellos están diciendo lo que sentimos. No puede sentir algo muy distinto si vive en la otra cuadra. Ya me he politizado en esta cuestión, pidiendo difusión de nuestros músicos, me parece lo más importante. También entiendo que a su modo, Comodoro y Caleta, por citar los lugares más inmediatos, están llenos de gente que vino de otro lado pero los que vivimos debemos hacer valor de lo que tenemos.
—Es justo. No podemos pedir una escena como la de Buenos Aires si nosotros no la fomentamos.
—No si no creemos en nuestros artistas. Por suerte hay algunas, caso 113 Vicios que logra tener alguna conmoción entre mucha gente.
—Inclusive lo que está sonando a nivel nacional, Shaman, Fémina, Aristimuño, Las Ligas Menores, Gaspar Benegas, pero también lo que pasa es que, a menos que lo digan, por ahí ni se sabe. Y se sabe porque lo dicen.
—Sara Hebe, Noelia Pucci...
—La Patrulla, Los Bluyines. Y muchos están en Buenos Aires.
—Hace unos cuantos años atrás había un grupo que se llamaba Delicatessen, las edades de ellos andaban entre los 14 y 16 años. Yo los traje a grabar por primera vez. Por primera vez entró a un estudio Shaman Herrera, Werner Schneider mi amigo de La Patrulla, Tomás Vilche el de Los Bluyines. Eran re chiquitos y hoy son terribles grandes artistas. No hacen una música copiada.
—Shaman es Shaman.
—Y es Patagonia pura ¿Viste? Sí, tenemos unos lindos artistas. Por suerte muchos son muy queridos y muy amigos.
—También está APAI, Gaspar Benegas
—El marido de Valentina Cooke, ella es de El Hoyo. Espero que pueda, porque estaría dentro de las mujeres que grabarían para el nuevo proyecto.
***
La primera vez que Gaspar tocó en frente del Indio tenía 26 años. Fue a través de un vidrio, como en las películas. Le pidieron que toque dos canciones y no sabía si estaba todo bien o todo mal. Después sí, charló un rato. Frente a frente, le comentó que muchos amigos de sus papás lo conocían.
—¿Vos no serás el que llama todos los días acá y dice que es sobrino de no sé quién?– preguntó el Indio.
—No, no, para nada, yo no llamé nunca– respondió Gaspar.
Ahí le contó. Le contó que nació en El Bolsón y creció en una especie de comunidad hippie, que había una parecida en La Plata y en Ibiza. Creció con Gato Azul, el hijo de Miguel Abuelo, con Migue el hijo de Charly, con el de Cachorro López. Él, hijo de María José Cantilo y de Jaime Benegas. Su mamá, hermana de Miguel Cantilo, de Pedro y Pablo, de los primeros que hicieron rock nacional. Poco después, Gaspar pasó al frente de los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, la banda del Indio Solari.
Sin luz, sin televisión, sin superhéroes, sin quioscos ni supermercados. Así creció. Le gustaba pasar días a caballo con la excusa de visitar a sus amigos. Encontró la música cuando se mudó a Buenos Aires con su mamá. Ella quiso desarrollar su carrera musical y, si bien le cantaba, descubrió un mundo nuevo. Salas de ensayo, estudios de grabación, escenarios, recitales, otros músicos. Cuando fue al BARock ya casi que no hubo vuelta atrás, se obsesionó ¿Qué otra cosa iba a hacer? Pisó por primera vez un escenario a los 9 años, con su mamá. Después con Pappo. Recuerda que zapó varias veces con él pero que no tuvo relación porque era muy chico, es más, que cuando tocaba no sabía muy bien quién era.
***
En 1989 Abelino “Titín” Naves en voz y bajo, Claudio “El Mariscal” Ramírez en guitarra, José Luis Jara en guitarra, Eduardo “Alakrán” Márquez en batería, Marcos Azocar en saxofón crearon una de las bandas más emblemáticas de la Patagonia. Al principio se llamaron C1–113 Vicios, como las patentes de los Ford Falcon de la policía. En 1994 publicaron “Crudo” su primer disco de estudio. En 1998, Disco Negro producido por Armos Moreno. En 1999 tocaron con Palo Pandolfo. En el 2000 colmaron el Club Huergo de Comodoro Rivadavia. Era el último show y nadie lo sabía.
—Los Vicios trascendieron toda barrera sin Internet...
—Yo le atribuyo a la verdad que tienen las cosas, yo creo que la mentira tiene un peso increíble. Tenés que mantenerla con el tiempo, tenés que ir agregándole cosas y algún día se cae. Cuando la verdad es verdad, no se cae nunca. La sacudís y los melones siguen en el mismo cajón. Las letras siguen en el mismo estado. Ya cuando muchísimos pibes me pidieron temas de 113 Vicios me pregunté: “¿Por qué no?” Y empecé a hacer temas de Crudo y Disco Negro, entre los temas nuevos y viejos se crea otra ola de pasión, de amor y de cariño que creo que la necesitábamos todos. Yo no soy quién para quitarle eso a los pibes. Si ellos me lo piden, bueno. Estuve reticente como 10 años no sé por qué, en homenaje a quién ni a qué pero bueno, ya está. Es una decisión de un montón de gente que los celebran, los aplauden, los disfrutan y a la vez hacen que nosotros nos sintamos vivos y felices, que cada vez suenan mejor. Obvio que no suenan como en el 94, son unos monstruos los chicos tocando, no tienen remedio. Estoy contento porque tocamos enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio. No hubo un mes que no tocamos. Este viernes tocamos a beneficio de los docentes que todavía no han cobrado y algunas familias que no han recibido sus haberes y que por lo tanto no están comiendo. El sábado tenemos una fecha en Las Heras. Todos los meses, hasta que termina el año no paramos.
—¿Qué le aportaron los Vicios a la historia del rock patagónico?
—Fue una buena brisa para una vela muy grande, la levadura de los pibes que están tocando ahora. Son los chicos que están leudando, como los que nos escuchaban, Delicatessen y ahora escuchás a Shaman y te volvés loco. Decís: “Qué bueno, estos pibes nos escuchaban cuando eran chicos”. Escuchás a La Patrulla Espacial o algunos personajes de El Mató a un Policía Motorizado. Estar en contacto con ellos, que te saluden, que te pregunten cómo estás, que te hagan un homenaje como hicieron esos 88 músicos en V1c1ado de Aventón con un amor, con un cuidado, un respeto hacia cada una de las obras. Eso realmente me da la pauta de que algo importante tocamos en la gente. No sé qué es, no me preguntes porque no sé. Por ahí pasa, por el amor y la sinceridad que tienen las letras. Algunas veces discutimos por Facebook, no lo pienso hacer nunca más, con una persona que hacía covers y me decía: “Yo no tengo tiempo de hacer letras porque laburo loco” y yo me acordaba, venía embarrado hasta la pera de la boca de pozo, ebrio, llorando un amor y me volvía a mi casa para escribir una letra. Loco no me digas eso. Estás negando que estás haciendo una copia, animate a decir que copiás y listo. Capaz te sientas bien creyendo que sos Carlos Solari y el guitarrista se sienta bien creyendo que es Skay Beilinson pero no lo son. Capaz después de unas birras Juan Carlos Romero y la gorda piensen que están viendo a los Redonditos en Tandil y están en el Sótano, pero bueno, es parte del paraíso artificial de cada uno. Los Vicios fueron importantes y creo que aún lo somos porque fuimos sinceros. Todo lo que dijimos fue verdad.
***
En 2013, 113 Vicios llenó el Predio Ferial de Comodoro Rivadavia con más de 8.500 personas. Llenó, cuando el mismísimo Andrés Calamaro tuvo que poner una malla para dividirlo y que no retumbe el vacío. Ellos no. Titín miraba escéptico desde el escenario, los camiones parecían de juguete. Esa noche muchos se quedaron afuera, escuchando a Los Vicios desde los cerros, pasando botellas con los celulares encendidos. Titín cuenta que la salida fue muy a lo Rolling Stones pero agridulce. Se estaban despidiendo y él sentía que recién comenzaban. Al tiempo los convocaron para el 113 Aniversario de Comodoro y ese sí que fue el último.
—Con el Negro Ramírez fallecido empezamos a vernos un poco menos con Alakrán y bueno, ya está, ahí terminó todo. Las canciones se siguen tocando, las banderas se siguen levantando. En varias oportunidades Alakrán no ha podido estar y ha sido reemplazado por el hijo del ex baterista del Grupo Uno, Silvio Costa que falleció en México en un accidente lamentablemente o por Caño Gutenserba, el Negro Ramírez también, cuando falleció José fue reemplazado por Dani Díaz, cuando no pudo viajar también tocó el Portugués Damián, Luis Ahumada. Cuando se separaron los Vicios y me pidieron todos los temas me di cuenta de que fui el único que no pudieron reemplazar entonces agarré mis temas y los sigo haciendo. Primero con un poco de temor y después diciendo: “Bueno, estoy teniendo al monstruo que creé”.
***
Rodeado de árboles y de discos, desde su casa en Cañadón Seco, Armos trabaja en el próximo compilado de Aventón Mujeres Patagónicas. Lo acompañan profesionales y periodistas de Bariloche, Caleta Olivia, Río Gallegos, Comodoro Rivadavia. La primera edición recopiló artistas de toda la región. Fémina de San Martín de los Andes, Noelia Pucci de Chos Malal, Haien Qiu, Laura English, Santa y Bárbara y Angélica Castro de Comodoro Rivadavia, Susi Blú de General Roca, Sara Hebe de Trelew, Andrea Braun de Neuquén, Sandra Della Penna de Bariloche, Tanya Veloso de Perito Moreno, Verónica de Cristofaro de El Calafate, Andrea y la Blues Band de Puerto Madryn, Sol Mercado y Sadkasmo de Caleta Olivia, Histeria de Río Gallegos y María José Cantilo de El Bolsón. Sonó mucho en la Patagonia y llegó a Francia y Estados Unidos.
—Esta tarea no solo es independiente sino que es sin fines de lucro. No genera recursos. No es que yo saco un disco y con eso me da para pagar el que viene. No, me da para perder más o menos pero no se trata de eso, no se trata de plata, se trata de acción. Nunca ganás pero no importa, no está hecho para hacer negocio. Mientras se pueda joya. Hace tiempo fui a una escuela en Caleta y me quedé maravillado con la cantidad de chicos con instrumentos. Era impresionante. Desde un bandoneón a un violín, guitarra, bajo, batería, todo ¿Qué va a ser de ellos? ¿Quién les va a dar contención cuando tengan la edad creativa? Nuestras comunidades no están preparadas. Más con la inestabilidad que tenemos en la vida, es más difícil prestarle atención al artista. Nosotros pasamos, va a quedar lo que podamos generar.
Los que se fueron, los que se quedaron, los que se fueron y volvieron. Aunque no suenen ni remotamente similar, aunque no se conozcan, aunque canten en idiomas distintos sobre cosas distintas, tienen algo en común: la magia de haber crecido en el fin del mundo.
Rincones, aromas, imágenes. La naturaleza los llevó a crear sus propios universos en melodía, letra y cotidianeidad. Un artista no termina en su obra, sigue, camina por la calle, cree y crea. Se lleva lo que inspira. Músicos referentes de la escena regional –y nacional– cuentan cómo fue crecer en la Patagonia y qué se guardaron tan pero tan cerca, que ya forma parte de ellos.
“Crecer en la Patagonia hizo de mí un músico con valija ¿Qué quiero decir con esto? Que cada tanto voy a esa valija o a esos viajes con mi banda a recorrer a buscar esas fotos de niño, eso me inspira me vuelve a mi raíz e identidad. Mi querida Patagonia fue una escuela de imágenes donde sumarle la música hizo mi música. El saber que no hay un muro cerca, logró en esos paisajes, logró que mis canciones no tengan ganas del límite, ni necesidad de tenerlos...por eso no tengo stop en mis ojos. Mi música se debe gracias a la gente patagónica y a sus paisajes.”
Lisandro Aristimuño
“Nací y viví en el sur de Argentina.Mi raíz ha sido mi primera conexión como buscadora en el camino del autoconocimiento. Mi historia tiene parte de un hermoso paisaje castigado, un viento que azota y que nos recuerda siempre de la matanza y de la desaparición de nuestros pueblos originarios, un paisaje que nos convida de la resistencia. Yo soy un ser, una latinoamericana colmada de diversidad, transformadora de paradigmas que sólo buscan desempoderarnos, una mujer despierta creando conciencia a través de una gran herramienta: el canto, nuestra cumbia ancestral de La Walichera.”
La Negra Sarabia, La Walichera, ex La DeLio ValDeZ
“En cualquier punto de la Patagonia, sea en las ciudades más grandes como en Comodoro, mi ciudad, o en las más pequeñas como Epuyén, donde vivo ahora, hay un contacto con la naturaleza muy especial. Uno puede escapar de la ciudad, del ruido e irse a conectar con lo que está ahí, con lo que realmente es la Patagonia.Crecer acá fue crecer en libertad y en la naturaleza. Cuando me fui, me llevé las imágenes, los olores, la gente y los rincones deshabitados, el yermo, el llano y todo eso que me sirvió de inspiración para crear mis canciones. ¿Qué tengo de ella? No sé qué tengo, pero ella me tiene a mí, eso seguro.”
Shaman Herrera, Shaman y los Pilares de la Creación