Manual de Psicomagia - Alejandro Jodorowsky - E-Book

Manual de Psicomagia E-Book

Alejandro Jodorowsky

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Beschreibung

Alejandro Jodorowsky, entre otras muchas cosas, recogió en sus libros La danza de la realidad (Siruela, 2001) y Psicomagia (Siruela, 2004) la base teórica de esta técnica sanadora creada y desarrollada por él. Su parte práctica la encontramos por primera vez reunida en Manual de Psicomagia, que, con sus más de 300 consejos, pretende ayudar a todas aquellas personas que ante diferentes problemas psicológicos, sexuales, emocionales o materiales desean sanar, liberar o mejorar su vida. A lo largo del libro, estos consejos prácticos nos enseñan a desprendernos de ideas nocivas o de la influencia negativa que el pasado familiar puede ejercer sobre nosotros; a mejorar aspectos de nuestra vida laboral o económica, de la salud, de la vida en pareja o en soledad; a enfrentarnos al sentimiento de desamparo, de odio, de celos, de inseguridad, de fracaso, de pesimismo, de inferioridad, de abuso sexual, de cobardía, de no haber sido querido, etcétera. Finalmente, varios actos de psicomagia para consultantes sanos, y otros tantos dirigidos a la sociedad, anteceden a más de cien consultas individuales que atendió el autor de quienes le pedían información a través del Tarot.

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Índice

Manual de Psicomagia

Consejos psicomágicos

(casos generales)

Introducción

1. Desvalorización sexual de la mujer

2. Timidez femenina

3. Desvalorización sexual del hombre

4. Eyaculación precoz

5. Rechazo al esperma

6. Deseos incestuosos

7. Simbiosis madre-hija

8. Simbiosis madre-hijo

9. Simbiosis padre-hijo

10. Simbiosis padre-hija

11. Madre invasora

12. Madres que critican por teléfono

13. Duelo por abortos

14. Nostalgia por un territorio

15. Tomar posesión de un territorio

16. Padres desunidos

17. Eczema

18. No ser fascinado por una mente poderosa

19. Mala suerte

20. Agorafobia

21. Claustrofobia

22. Bulimia

23. Anorexia

24. Vida fracasada

25. Dejar de fumar

26. Adicción a la heroína

27. Alcoholismo

28. Vivir con un adicto

29. Muerte de un bebé

30. Nacer después de un hermano muerto

31. Devolver sentimientos ajenos

32. Quitar la pena a un niño

33. Desprenderse de ideas nocivas

34. Ausencia de padre (en una mujer)

35. Ausencia de padre (en un hombre)

36. Expresar la rabia reprimida

37. Secretos que angustian

38. Padres dominantes

39. No saber acariciar

40. Abandonar un lenguaje agresivo

41. Artistas bloqueados

42. Amenorrea

43. Celos amorosos

44. Celos enfermizos

45. Neurosis de fracaso

46. Coger fuerzas ante un cambio radical

47. No poder concentrarse

48. Infancia robada

49. Enfermedades familiares

50. Quitarse «etiquetas»

51. Dificultades para quedar embarazada

52. No encontrar pareja

53. Verrugas

54. Cleptomanía

55. Ataques de culpabilidad

56. Cobardía viril

57. Impotencia

58. Tartamudez

59. Pereza matinal

60. Recuperar la fe en sí misma

61. Angustia intelectual

62. Abuso sexual

63. Mal de amor

64. Miedo económico

65. Miedo de envejecer

66. Miedo a desmayarse

67. Miedo a la oscuridad

68. Miedo a la locura

69. Encantos para el miedo

70. Problemas laborales

71. Frigidez

72. Predicciones negativas

73. Insatisfacción con su propio rostro

74. Monotonía matrimonial

75. Mujer atada a un amor del pasado

76. Conservar el amor y la amistad

77. Conflictos en la pareja

78. Llantos incomprensibles

79. Depresión sin motivo o angustia continua (y Masaje de nacimiento)

80. Remedio para pesimistas

Consejos psicomágicos

(para la sociedad)

Introducción

Desaparecidos políticos

Matanza de Tlatelolco

Puerto para Bolivia

Papisas en Roma

Manifestación por la paz

Manifestación contra el hambre

Muros hostiles

Sanación colectiva

Anti-olimpiada

Unión mundial

Consejos psicomágicos

(para consultantes sanos)

Introducción

Objetos inútiles

Reuniones conflictivas

Quemar «definiciones»

Amistades vampíricas

Poder vaginal

Poesía

Consolar

Oficios imaginarios

Desidentificación

Hacerse adulto

Consejos psicomágicos

(consultas individuales)

Introducción

Consultas

Apéndice

(sólo para futuros psicomagos)

Índice temático

(de motivos, causas y efectos)

Créditos

Manual de Psicomagia

(consejos para sanar tu vida)

Consejos psicomágicos

(casos generales)

Introducción

Después de haber estudiado y memorizado los 78 arcanos del Tarot de Marsella, firmé un contrato conmigo mismo: «Una vez por semana, en cualquier café popular, leeré el Tarot gratuitamente. Esto lo haré hasta el fin de mi vida». Llevo 30 años cumpliendo esta promesa. Convertí la lectura de las cartas en una forma de psicoanálisis sintético al que llamé «Tarología». La finalidad esencial de la Tarología no es adivinar el futuro sino, guiado por los Arcanos, interrogar al consultante sobre su pasado para ayudarlo a solucionar problemas presentes. Llegan al café donde leo personas de todas las edades, nacionalidades, niveles económicos y niveles de conciencia. No falta quien me pide un consejo (en el fondo un permiso para realizar lo que no se atreve) o una predicción (en lo posible positiva). Me veo obligado entonces a encuadrar su pregunta.

–¿Voy a encontrar un hombre?

–No te puedo decir si vas a encontrar un hombre, pero te puedo decir por qué no lo encuentras.

–¿Debo abandonar a mi mujer y a mis hijos por una amante?

–No te puedo decir si debes o no debes hacer tal cosa, pero te puedo decir cuáles son las razones que tienes para seguir viviendo con tu familia y cuáles son las razones que tienes para irte con la otra. Tú, sopesando las ventajas e inconvenientes de ambas actitudes, debes elegir la que más te convenga.

Toda predicción y todo consejo son intentos de tomas de poder, tendientes a convertir al consultante en súbdito del «mago».

El/la consultante, al dejar de considerar su inconsciente como un enemigo y perder el miedo a verse a sí mismo, puede descubrir los traumas que le provocan sufrimiento. Cuando esto sucede, suele pedir que le den una solución. «Bueno, por fin ya sé que estoy enamorado de mi mamá, lo cual me impide formar una pareja estable, ¿ahora qué hago?» «Me atormentan deseos de hacer felaciones a hombres de edad porque, cuando era pequeña, mi abuelo me introdujo su miembro en la boca. ¿Cómo librarme de esto?» Constatando que sublimar el impulso indeseable ya sea por una actividad artística o por acciones de servicio social no eliminaba los deseos reprimidos, inventé la Psicomagia.

El psicoanálisis es una técnica que cura a través de la palabra. El consultante, a quien se llama «paciente», reposa en una silla o un sofá sin que en ningún momento el psicoanalista se permita tocarlo. Para liberar al paciente de sus dolorosos síntomas sólo se le pide que rememore sus sueños, tome nota de sus lapsus y accidentes, desligue su lengua de la voluntad y diga sin freno lo que le venga a la mente. Después de largo tiempo de confusos monólogos, a veces logra revivir un recuerdo que estaba hundido en las profundidades de su memoria. «Me cambiaron la cuidadora», «Mi hermanito destruyó mis muñecas», «Me obligaron a vivir con mis hediondos abuelos», «Sorprendí a mi padre haciendo el amor con un hombre», etcétera.

El psicoanalista –que avanza convirtiendo los mensajes que envía el inconsciente en un discurso racional– cree que, una vez que el paciente descubre la causa de sus síntomas, éstos cesan... ¡Pero no sucede así! Cuando emerge un impulso del inconsciente, sólo nos podemos liberar de él realizándolo. Para lo cual la psicomagia propone actuar, no sólo hablar. El consultante, siguiendo un camino inverso al del psicoanálisis, en lugar de enseñar al inconsciente a hablar el lenguaje racional enseña a la razón a manejar el lenguaje del inconsciente, compuesto no sólo de palabras sino también de actos, imágenes, sonidos, olores, sabores o sensaciones táctiles. El inconsciente acepta la realización simbólica, metafórica. Para él una fotografía no representa sino que es la persona retratada, considera a una parte como el todo (los brujos realizan sus hechizos sobre cabellos, uñas o trozos de ropa de sus posibles víctimas); proyecta las personas que pueblan su memoria sobre seres reales o cosas. Los creadores del psicodrama se dieron cuenta de que una persona que acepta interpretar el papel de un familiar provoca en el paciente reacciones profundas, como si éste estuviera delante del personaje real. Golpear en un cojín produce el alivio de la cólera contra un abusador... Para lograr un buen resultado, la persona que realiza el acto debe liberarse, en cierta forma, de la moral impuesta por su familia, la sociedad y la cultura. Si hace esto podrá, sin temor a un castigo, aceptar sus impulsos internos, siempre amorales. Por ejemplo, si alguien que quiere eliminar a su hermana menor (porque atrajo la atención de la madre) pega una fotografía de la pequeña en un melón y revienta el fruto a martillazos, su inconsciente da por realizado el crimen. El consultante se siente así liberado.

Se entiende en psicomagia que las personas que pueblan el mundo interior –la memoria– no son las mismas que pueblan el mundo exterior. La magia tradicional y la brujería trabajan con el mundo exterior creyendo poder adquirir poderes sobrenaturales por medio de rituales supersticiosos, para influir sobre las cosas, acontecimientos y seres. La psicomagia trabaja con la memoria: en el caso citado anteriormente no se trata de eliminar a la hermana de carne y hueso, ya convertida en adulta, sino de provocar un cambio en la memoria, tanto de la imagen del ser odiado, cuando era niña, como la sensación de impotencia y rabia acumulada del muchacho que la odia. Para cambiar al mundo es necesario comenzar por cambiarse uno a sí mismo. Las imágenes que conservamos en la memoria van acompañadas de una percepción de nosotros en el momento en que tuvimos esas experiencias. Cuando recordamos a los padres tal como se comportaron en nuestra infancia, lo hacemos desde un punto de vista infantil. Vivimos acompañados o dominados por un grupo de egos de diferentes edades. Todos ellos manifestaciones del pasado. La finalidad de la psicomagia, convirtiendo al consultante en su propio curandero, es lograr que se sitúe en su ego adulto, ego que no puede ocupar otro sitio que el presente.

Comencé a proponer actos de psicomagia a mis consultantes de Tarot. Fueron creados «a la medida», correspondiendo al carácter e historia de la persona. Algunas de estas experiencias las conté en mis libros Psicomagia y La danza de la realidad. Tuvieron una extensa repercusión. Las solicitudes de ayuda aumentaron de tal forma que fui incapaz de responder a todas. Pero a las personas que tuve tiempo de aconsejarles actos, les solicité que después de realizarlos me enviaran una carta describiéndome los resultados. Basándome en los actos que habían tenido un efecto sanador, comencé entonces a crear consejos de psicomagia con posibilidad de ser empleados por una gran cantidad de personas. Este libro de recetas es el producto de tan larga experimentación.

Para un buen resultado es necesario que la persona que quiera practicar la psicomagia tenga hacia sí misma una actitud comprensiva. Los niños, en su afán de ser queridos por sus padres, temen ser juzgados culpables de alguna falta. Para un pequeño, que depende vitalmente de sus mayores, es terrorífico despertar su enojo y ser castigado. Por lo cual aprende a negar aquello que Freud llamó «perversidad polimorfa»: deseos sexuales infantiles hacia cualquier objeto, libremente, antes de que haya actuado la represión. Esta amoralidad primera, innata, tiene que ser aceptada cuando se trabaja para eliminar los efectos de un trauma. El experimentador debe aceptar sus deseos, sean incestuosos, narcisistas, bisexuales, sadomasoquistas, coprófagos o caníbales. Luego, realizarlos de forma metafórica. Debajo de cada enfermedad está la prohibición de hacer algo que deseamos o la orden de hacer algo que no deseamos. Toda curación exige la desobediencia a esta prohibición o a esta orden. Y para desobedecer es necesario perder el miedo infantil a dejar de ser amado; es decir, abandonado. Este miedo provoca una falta de conciencia: el afectado no se da cuenta de lo que verdaderamente es, tratando de ser lo que los otros esperan que él sea. Si persiste en esa actitud, transforma su belleza íntima en enfermedad. La salud sólo se encuentra en lo auténtico, no hay belleza sin autenticidad. Para llegar a lo que somos, debemos eliminar lo que no somos. Ser lo que se es, es la felicidad más grande.

Un acto psicomágico es más efectivo si el consultante cumple los siguientes requisitos:

1. Debe realizar metafóricamente las predicciones.

Acompañando a sus órdenes o prohibiciones, los padres graban palabras en la memoria de sus hijos que actúan más tarde como predicciones; el cerebro tiene tendencia a realizarlas. Por ejemplo: «Si te acaricias el sexo, cuando seas mayor serás una prostituta», «Si no practicas el mismo oficio que tu padre y tu abuelo, morirás de hambre», «Si no eres obediente, cuando seas grande te meterán en la cárcel»... Estas predicciones, al llegar a la edad adulta, se convierten en una amenaza angustiosa. La mejor manera de liberarse de ellas, como el lector verá al leer las recetas, es realizarlas en forma metafórica. Es decir, en lugar de rehuir la amenaza, entregarse a ella.

2. Debe hacer algo que nunca ha hecho.

La familia, en complicidad con la sociedad y la cultura, nos crea innumerables hábitos: comemos un mismo tipo de alimentos, tenemos un número limitado de preceptos, ideas, sentimientos, gestos y acciones. Nos rodean las mismas cosas. Para sanar hay que cambiar de punto de vista acerca de uno mismo. El Yo que padece la enfermedad tiene menos edad que nosotros: es una construcción mental presa en el pasado. Al liberarnos del círculo vicioso de nuestros hábitos, descubrimos una personalidad más auténtica y, por lo mismo, sana. Carlos Castañeda hizo que un gran director de empresas, discípulo suyo, se vistiera pobremente y vendiera periódicos en las calles de su ciudad. El ocultista G. I. Gurdjieff exigió a un alumno, fumador empedernido, que dejara el tabaco. Hasta que así no lo hiciera, le prohibió venir a verlo. El alumno luchó durante cuatro años contra su hábito, cuando logró vencerlo, muy orgulloso de su hazaña, se presentó frente al Maestro. «¡Ya dejé de fumar!», Gurdjieff le respondió: «¡Ahora fuma!».

La antigua magia negra empleaba amuletos confeccionados con productos repugnantes (materias fecales, miembros de cadáveres humanos, venenos de animales), considerando todo ingrediente impuro –es decir, inusitado– de una segura eficacia. Por esto, los consejos de psicomagia incluyen a veces materias que son consideradas sucias o promiscuas por la mayoría.

3. Debe comprender que cuanto más difícil le sea realizar el acto, más beneficios obtendrá de él.

Para sanar o solucionar un problema se necesita una férrea voluntad. No poder hacer lo que deseamos ni poder no hacer lo que no deseamos, nos provoca una falta de autoestima profunda, causa de depresiones y enfermedades graves. El luchar incansablemente por lograr una meta que parece imposible desarrolla nuestra energía vital. Esto lo comprendieron muy bien los hechiceros medievales, creando recetarios que proponían actos imposibles de realizar, como por ejemplo un método para hacerse invisible. «Ponga a hervir un caldero de agua bendita con leña de vides blancas. Sumerja dentro un gato negro vivo, dejándolo cocer hasta que los huesos se aparten de la carne. Extraiga esos huesos con una estola de obispo y colóquese delante de una lámina de plata bruñida. Métase hueso tras hueso del gato escaldado en la boca, hasta que su imagen desaparezca del espejo de plata.» O bien un filtro para seducir a un hombre: «En un vaso modelado a mano con el barro que ha excavado el hocico de un jabalí, mezcle sangre de perro con sangre de gato más su sangre menstrual, agregue una perla molida y dele de beber a su amado diez gotas de este brebaje disueltas en una copa de vino». En el primer consejo, podríamos pensar que quizás no se habla de invisibilidad material, sino que quien debe hacerse transparente es el yo individual del aspirante a brujo. Después de tanto empeño en realizar algo tan cruel y difícil, se esfuma la personalidad individual y aparece el ser esencial, que es por esencia impersonal. En el segundo consejo cabe imaginar que si la bruja, por amor a un hombre, logra encontrar barro removido por un jabalí, asesinar a un perro, a un gato, y sacrificar dinero haciendo polvo una perla, despierta en ella tal seguridad en sí misma que se hace capaz de seducir a un ciego sordomudo.

Ciertas curaciones en lugares lejanos declarados milagrosos son en gran parte debidas al largo y costoso viaje que debe hacer el enfermo para llegar a ellos.

4. Debe siempre terminar el acto en una forma positiva. Agregar mal al mal no cambia nada.

En las prácticas del régimen kosher hebreo, cuando los instrumentos que están en contacto con productos lácteos entran en contacto con la carne de un animal, haciéndose impuros, se cava un hoyo en la tierra y se los entierra cierto número de días; al cabo de ese tiempo son extraídos: la tierra los ha purificado... Inspirado en esto, muchas veces he recomendado enterrar objetos, ropa, fotografías, que han servido para liberar viejos sufrimientos, pero siempre he pedido que en el sitio donde se han depositado las cosas «impuras» se plante un arbolito o una mata floral. Si recomiendo a un consultante dejar salir su rabia tantos años acumulada contra alguien despedazando su fotografía, o pateando una tumba, o por medio de una confrontación escrita, etc., recomiendo que unte la fotografía con mermelada de rosas, escriba en la tumba con miel la palabra amor, le envíe a la persona a quien le pide la reparación un ramo de flores, o una caja de bombones, o una botella de licor. El acto psicomágico debe ser transformador: el sufrimiento dando origen a un final amable. El odio es un amor que no ha logrado ser correspondido.

Al leer estos consejos el consultante puede pensar que es imposible realizarlos porque habrá testigos molestos o circunstancias negativas. He constatado que, cuando se comienza un acto psicomágico, se produce una misteriosa relación entre el intento individual y el mundo exterior. El lugar que se temía iba a estar invadido de curiosos de pronto, en el momento de la acción, se encuentra solitario. Lo que parecía imposible de encontrar, nos lo ofrece un vecino, etc. Un profesor de colegio, quejándose de un desequilibrio nervioso, me pidió un acto psicomágico. Le recomendé aprender con un artista de circo a equilibrarse en un cable de acero. Me contestó que eso no era posible porque su escuela y su casa estaban en una aldea del sur de Francia, donde iba a serle imposible encontrar un artista de circo. Le pedí que dejara de pensar en el acto como algo imposible y que confiadamente dejase que la realidad viniera en su ayuda. Pocos días después descubrió que un alumno suyo era hijo de un artista de circo, equilibrista retirado. Encontró su profesor a un par de kilómetros de distancia.

En estas recetas, alguna vez aconsejaré al consultante cambiarse de nombre. Este primer «regalo» otorgado al recién nacido lo individualiza en el seno de la familia. La psique infantil, tal como haría un animal doméstico, se identifica a ese sonido con el que constantemente atraen su atención. Termina incorporándolo a su existencia como si fuera un órgano o una víscera más. En la mayoría de los casos, en los nombres se desliza el deseo familiar de que los antepasados renazcan: el inconsciente puede disfrazar esta presencia de los muertos no sólo repitiendo el nombre entero (en muchas familias el primogénito recibe el mismo nombre que su padre, su abuelo, su bisabuelo; si es mujer puede recibir un nombre masculinizado que pasa por ejemplo de Francisco a Francisca, de Marcelo a Marcela, de Bernardo a Bernarda, etc.). Este nombre, si viene cargado de una historia, a veces secreta (suicidio, enfermedad venérea, pena de cárcel, prostitución, incesto o vicio, quizás de un abuelo, una tía, un primo), se hace vehículo de sufrimientos o de conductas que poco a poco invaden la vida de quien lo ha recibido.

Hay nombres que aligeran y nombres que pesan. Los primeros actúan como talismanes benéficos. Los segundos, son detestados. Si una hija recibe de su padre el nombre de una antigua amante, queda convertida en su novia para toda la vida. Si una madre que no ha resuelto el nudo incestuoso con su padre da al niño el nombre de aquel abuelo, el hijo, preso en la trampa edípica, se verá impulsado a imitar al antepasado admirándolo y al mismo tiempo detestándolo, por ser un rival invencible. Aquellas personas que reciben nombres que son conceptos sagrados (Santa, Pura, Encarnación, etc.) pueden sentirlos como órdenes, padeciendo conflictos sexuales. Aquellos bautizados como ángeles (Angélica, Rafael, Gabriel, Celeste, etc.) pueden sentirse no encarnados. Los Pascual, Jesús, Enmanuel, Cristián o Cristóbal es muy posible que padezcan delirios de perfección y a los 33 años tengan angustias de muerte, accidentes, ruinas económicas o enfermedades graves. A veces los nombres dados son producto del deseo inconsciente de solucionar situaciones dolorosas. Por ejemplo, si un hombre cuando era niño fue separado de su madre, llamará a su hijo JuanMaría, realizando en ese doble nombre su deseo de unirse con ella. Si un pequeño muere, al que le sigue lo pueden llamar René (del latín renatus, lo que significa «renacido»). Si un antepasado fue detenido, para vergüenza de su familia, por haber cometido una estafa o un robo, a un descendiente directo se le puede bautizar como Inocencio. Si una mujer con fijación incestuosa se casa con un hombre que tiene el mismo nombre que su padre, puede engendrar hijos que padezcan una confusión generacional: inconscientemente, al vivirse como hijos de su abuelo, considerarán a su madre como una hermana, lo que les provocará inmadurez. Si después de una niña nace un niño al que se le bautiza con el nombre de ella masculinizado (Antonia seguida de Antonio, Francisca seguida de Francisco, etc.), puede denunciar que el nacimiento de la nena fue una decepción y la joven, considerándose el esquema de un futuro hombre, puede vivir sumida en un doloroso desprecio a sí misma, sintiéndose incompleta. Un nombre tomado de estrellas del cine o de la televisión, o de escritores famosos, impone una meta que exige la celebridad, lo que puede ser angustioso si no se tiene talento artístico. Si los padres transforman el nombre de sus hijos en diminutivos (Lolo, Pepe, Rosi, Panchita), pueden fijarlos para siempre en la infancia. El inconsciente, por su naturaleza colectiva, esconde significados en los nombres que el individuo, sin conocerlos conscientemente, padece. Los nombres de santos inducen cualidades, pero también transmiten martirios. Algunas María pueden verse asediadas por el deseo de engendrar a un niño perfecto. Algunos José pueden tener dificultad para satisfacer a una mujer. A santa Valeria le cortaron la cabeza: las mujeres que reciben este nombre pueden tender a la locura. Ciertas Mercedes, nombre que desciende del latín merces (salario, pago), pueden ser tentadas por el comercio, ejercido con honradez.

Los nombres, en el inconsciente, funcionan como mantras (versos tomados de las obras védicas y usados como encantos). Estas palabras, por su repetición constante, originan vibraciones que producen determinados efectos ocultos. Los brahmanes creen que cada sonido en el mundo físico despierta un sonido correspondiente en los reinos invisibles e incita a la acción de una fuerza u otra. Según ellos, el sonido de una palabra es un eficaz agente mágico y la principal llave para establecer la comunicación con las entidades inmortales. Para la persona que desde que nace hasta que muere repite y escucha repetir su nombre, éste funciona como un mantra. Pero un sonido repetido puede ser benéfico o dañino. En la mayoría de los casos el nombre consolida una individualidad limitada. El ego afirma «Soy así y no de otra manera», perdiendo fluidez, anquilosándose. Los grandes adeptos de la Magia, como Éliphas Lévi, Aleister Crowley o Henri Corneille-Agrippa, afirmaron que el ser humano tenía dos cuerpos, uno físico y otro de luz (también llamado cuerpo energético o alma) el que, por ser sagrado, no podía tener un nombre personal. El nombre que se pronuncia, unido como una sanguijuela al cuerpo físico, sólo manifiesta la individualidad ilusoria de la persona. El cuerpo de luz forma parte del impronunciable nombre de Dios. El propósito de estos magos era desarrollar o recordar el cuerpo de luz, integrándolo en la conciencia cotidiana. Si se alcanza un equilibrio funcional del cuerpo de luz con el cuerpo físico, el ego egoísta queda eliminado. La toma de conciencia del ser esencial abre la puerta de la libertad al dejar de estar encadenado a su nombre de pila, si éste se vive de forma dolorosa.

Es posible que el lector se sorprenda al observar que este recetario no está ordenado alfabética o temáticamente, presentándose los consejos en un aparente desorden. Esto se debe a que he intentado crear un libro que, aparte de responder a consultas sobre temas precisos, pueda leerse seguido, de comienzo a fin, como si fuera una novela o un tratado. Cada vez que en mi larga actividad como tarólogo analicé los problemas de un consultante, por muy actuales que fueran, siempre terminé descubriendo que las raíces de su mal se encontraban en el terreno familiar. La infancia influye en la vida entera: el trío madre-padre-hijo/a, si no es equilibrado, creará en el individuo un destino sembrado de múltiples fracasos, depresiones y enfermedades. Es por esto por lo que las primeras recetas o consejos iniciarán al lector en los aspectos básicos de su árbol genealógico, luego lo pasearán por toda una gama de problemas psicológicos, sexuales, emocionales y materiales, para terminar con la descripción de un masaje de nacimiento (ceremonia que intenta dar la información de cuál es la familia equilibrada en la que todo ser humano tiene derecho a nacer).

Toda enfermedad es acompañada por un sufrimiento espiritual. Estos consejos no pretenden en ningún caso sustituir a los tratamientos médicos, sólo proponen soluciones para el desamparo psicológico que ninguna píldora ni intervención quirúrgica pueden calmar.

1. DESVALORIZACIÓN SEXUAL DE LA MUJER

En este mundo regido por hombres, muchas mujeres crecen acomplejadas porque se da un valor capital al falo, desdeñándose el sexo femenino hasta el punto de que se le llega a llamar raja (palabra de la que, entre otras, el Diccionario de la Real Academia Española da esta definición: «Hendedura, abertura o quiebra de una cosa». En México se le llama hachazo). Esta infravalorización que se hace de su sexo (al que se compara con un pene castrado) produce en muchas mujeres un sentimiento de inferioridad.

Para actuar con confianza en sociedad, es muy eficaz que la consultante introduzca en su vagina una o varias monedas de oro (según la intensidad del complejo). Esto, que mantendrá en un secreto total, le dará la seguridad de portar algo mucho más valioso que lo que se encuentra bajo los pantalones masculinos.

A veces, la raíz de esta infravalorización vaginal se debe a que los hombres del árbol genealógico de la consultante, durante varias generaciones, han despreciado a las mujeres y considerado la menstruación como una impureza.

La consultante, para revalorizar este proceso biológico, debe pintar en una tela blanca o en una cartulina, del tamaño que quiera, un autorretrato con su sangre menstrual. Los grandes rasgos deben ser dados con los dedos, y para los detalles finos usar un pincel. Terminado el cuadro se barniza, se le pone un marco plateado (color lunar: la luna es un antiguo símbolo de la madre cósmica, feminidad absoluta), se coloca durante un tiempo en un lugar de la casa donde sea visible por todos los visitantes y, luego, se lo envía como regalo a su padre.

Si el deseo de afirmación social es intenso:

La consultante puede pintar con su sangre menstrual un medallón para llevarlo colgando visiblemente del cuello. Si ya ha llegado a la menopausia, debe lograr que una amiga más joven le permita hundir los dedos en su vagina para entintarlos en la sangre y realizar su autorretrato.

A una mujer que nunca se sintió reconocida por sus padres, porque éstos esperaban un niño y no una niña, lo que le provocaba cada mes trastornos psicológicos y fuertes dolores, con muy buenos resultados le aconsejé:

Durante los días de su menstruación, con esa sangre teñiría su rostro y saldría a pasearse o visitar a sus amistades y parientes.

(A otra mujer que se sentía avergonzada de hacer esto, le aconsejé que durante un año, cada mes, se pintara con sangre menstrual un corazón en el pecho.)

2. TIMIDEZ FEMENINA

Muchas niñas, impresionadas por la fuerte personalidad de sus parientes masculinos, crecen con una timidez que les dificulta alzar la voz, moverse con libertad y expresar sus sentimientos. Para que se libere de esta molesta prisión psicológica, aconsejo a la consultante:

Asistir a cursos de danza del vientre (así recupera sus naturales movimientos femeninos), recibir cursos de canto, no para triunfar en ese arte sino para hacer descender su voz de la garganta hasta la región de sus ovarios. Mientras el impulso de sus palabras no surja de su vientre, actuará como una niña y no como una adulta. Y además puede inscribirse en un club de tiro, para que aprenda a disparar con pistolas, rifles y, si es posible, con una ametralladora. Esto le enseñará a expresar con seguridad y fuerza sus pensamientos y emociones.

A mujeres que en la infancia fueron apartadas de sus progenitores (huérfanas, internadas, educadas por abuelos, adoptadas tardíamente, etc.) y cuya vida ha estado marcada por frases como «Quien no trabaja no come» o «Ganarás el pan con el sudor de tu frente», lo que les provoca una sensación de abandono y de sentir que tienen que luchar a brazo partido para ganarse un lugar en el mundo, sin nunca sentirse prósperas y felices, les aconsejo:

Comprar tres monedas de oro y hacer jogging llevando una de ellas en la mano izquierda, otra en la mano derecha y la tercera dentro de la boca. Terminado el jogging, deben mojar con su sudor las tres monedas, meterlas dentro de un preservativo, introducirlas en la vagina, vestirse de forma atractiva y pasearse por sitios muy concurridos. Se sentirán mejor que nunca.

Cada vez que se depriman, deberán repetir este acto.

3. DESVALORIZACIÓN SEXUAL DEL HOMBRE

Un niño, para sentirse más tarde un adulto viril, es necesario que cuente con la presencia de un padre al que pueda incorporar como arquetipo. Si éste no cumple sus funciones paternas (ausentándose, negándolo, compitiendo con él o simplemente comportándose de manera indiferente, débil o enfermiza), el hijo crecerá tímido o inseguro, costándole esfuerzos enormes imponerse en la sociedad. Su inconsciente no tiene la información de lo que es sentir en su cuerpo el peso de un sexo potente. Para subsanar esto, recomiendo:

Reunir varios billetes de 500 euros (si no se tienen pueden pedirse prestados), los más posibles. Deben enrollarse a lo largo (poniéndolos unos sobre los otros) para formar un tubo, que mantendremos unido con una goma elástica. Habrá que conseguir también dos canicas grandes, o en su defecto dos bolas metálicas chinas de relajación. Estos tres objetos se los colocará dentro de sus calzoncillos apretados (el tubo simbolizando un falo y las bolas de metal los testículos). Con este peso entre las piernas, realizará sus actividades sociales y de seducción, guardando en el más estricto secreto tal acto. Su timidez se esfumará.

Puede también, en otras ocasiones, con pintura vegetal comestible (usada en repostería), pintarse los testículos de rojo y también la planta de los pies. Esto le otorgará una gran fuerza y seguridad en sí mismo.

4. EYACULACIÓN PRECOZ

El hombre, en su sentir sexual, se sitúa entre la potencia y la impotencia. La mujer se sitúa entre la satisfacción o la insatisfacción. Él aspira a la satisfacción de ser potente. Ella aspira al poder de lograr la satisfacción.

Cuando, por problemas que tienen mayormente su origen en la infancia, se desencadena en el hombre una sensación de no poder satisfacer a la mujer –lo que produce en él una sensación de fracaso–, lo mejor para que solucione esta dificultad es, en vez de buscar la potencia y el triunfo, entregarse a fondo a esa derrota.

El afectado debe utilizar un cronómetro y medir exactamente la duración habitual de sus coitos. Por ejemplo, podrían transcurrir ocho o seis segundos para que la eyaculación se produzca. Una vez fijado el tiempo, el consultante debe proponerse superar su marca y, bajo estricta medición, eyacular en la mitad de tiempo: si son seis segundos, en tres; si son ocho, en cuatro.

Este sumergirse, de manera voluntaria, en el fracaso obligará al inconsciente a hacerlo fracasar en ese intento de fracaso.

Una persona a quien di este acto, llegó al día siguiente diciéndome con pesar: «Follé con mi mujer tratando de alcanzar el orgasmo en la mitad de segundos que de costumbre. Me afané durante media hora, pero no pude eyacular».

5. RECHAZO AL ESPERMA

Durante un taller de meditación, pedí a los participantes masculinos que se concentraran en su pene, y haciendo conscientes sus sensaciones entraran por la uretra hasta llegar a sus testículos. Una vez ahí les pedí que describieran lo que contenían. Obtuve algunas respuestas sorprendentes: «Siento que están llenos de excremento», «Una materia asquerosa», «Una jalea venenosa».

Buscando las causas de esta desagradable sensación, encontré que la mayoría de aquellos que así sentían eran hijos de madres que habían sido engañadas por hombres, o maltratadas al mismo tiempo que les engendraron niños por los que debieron sacrificar su vida. Pueden haber padecido múltiples abortos, partos dolorosos, ser abandonadas, el hecho es que el esperma masculino se les convierte en un peligro odioso. El hijo, al escuchar este sentir maternal, crece detestando su semen.

Ningún arquetipo es más poderoso que el de la madre. Así como es grande el amor que nos despierta, así es grande el terror que nos puede inspirar. Para nuestro niño interior ella es todopoderosa. Sin embargo, hay un único arquetipo que tiene más poder que la madre: es la Virgen María (o sus derivados, como las diferentes santas). Aunque no seamos creyentes, nuestro inconsciente otorga un poder mágico a las santas.

El consultante debe adquirir una vela en una iglesia, disolver su cera (que guardará en otro recipiente), masturbarse acompañado de una fotografía de su madre, verter su semen en el vaso de la vela y volcar la cera derretida sobre la materia vital, conservando la mecha. Luego, una vez que la cera se haya enfriado, llevará esta vela a un templo, la colocará a los pies de una estatua o pintura de la Virgen y la dejará encendida para que se consuma.

Después de este acto, su inconsciente aceptará que su esperma ha sido limpiado de toda maldición materna, purificado y bendecido.

6. DESEOS INCESTUOSOS

Un adulto consciente es capaz de separar los cuatro lenguajes que lo comunican con el mundo: el intelectual (con sus palabras e ideas), el emocional (con sus sentimientos), el sexual (con sus deseos) y el corporal (con sus acciones). Sabe no mezclar el amor por sus familiares con el deseo sexual ni deja que éste lo desvíe de sus compromisos sociales. Un niño es distinto, se comporta como un todo, donde gestos, pensamientos, sentimientos y deseos actúan en un solo bloque, sin obedecer a límites morales. Sus impulsos son emocionales al mismo tiempo que sexuales. Si los padres, no comprendiendo esto, rechazan ciertos actos de sus hijos por considerarlos perversos, como por ejemplo que acaricie el pene de su padre, o gratifique su propio sexo frotándose contra su madre, o que una niña le diga a su padre que quiere ser su novia y tener un hijo de él, etc., conferirán culpabilidad a esos gestos naturales, reprimiendo el impulso. Este impulso (que en la infancia es sano y necesario), por no satisfecho, persistirá en el adulto, convirtiéndose en una obsesión incestuosa.

Conozco el caso de una pequeñuela que, cuando su padre salió desnudo del baño y ella le miró con fascinación el sexo, su madre le dio una fuerte bofetada, creándole, ya adulta, problemas para establecer una pareja.

A las personas así reprimidas, ningún amante las puede satisfacer. El deseo de hacer el amor con la madre o el padre se les revela en sueños, o en equivocaciones verbales (en lugar de llamar por su nombre a sus consortes, lo llaman con el nombre de su padre o de su madre); buscan personas mayores, de preferencia dominantes; o casadas y con hijos. Muchas veces se unen con quienes tienen el mismo nombre que sus padres; o tienen parejas que siempre son inferiores a sus progenitores; la suegra cocina mejor, tiene mejor gusto y elegancia; o el suegro es más poderoso, más inteligente, más amoroso...

Para salir de esta opresiva situación, recomiendo no luchar contra el deseo de incesto, sino reconocerlo y realizarlo metafóricamente:

Se debe tomar prestado un traje (sin que la madre o el padre se den cuenta) y, si es posible, ropa interior que preferentemente ellos hayan usado y esté aún sin lavar. Desnudo/desnuda, haga el amor con su amante vestido con el traje y la ropa interior de su madre/padre. En el momento del orgasmo (real o fingido), exclame no el nombre de su pareja sino el de su madre/padre. Realizado el coito, lave la ropa y envíela envuelta como un regalo anónimo a su madre/padre, añadiendo una caja de bombones (para la madre) o una caja de cigarros (para el padre).

Esto mismo puede hacerse si es un deseo que se presenta entre hermanos. Si el consultante es homosexual, le aconsejo que vista a un amante con ropas de su padre. En el momento del orgasmo debe gritar lo más fuerte que pueda el nombre de su progenitor.

7. SIMBIOSIS MADRE-HIJA

La madre, cuyo impulso narcisista no resuelto (ella misma es el objeto de su deseo) se le ha transformado en nudo (un impulso infantil sano y necesario, al ser reprimido, más tarde se convierte en deseo patológico), puede convertir a su hija en una mera prolongación de su ego. Viéndola como espejo no le reconoce una individualidad. Le ha enseñado a ver el mundo por sus ojos. La ha hecho cómplice de sus intimidades sexuales, la ha llevado a peinarse, maquillarse y vestirse como ella. (Conocí el caso de una pintora que pensaba que la mayor distracción de su hija era verla y oírla hablar por teléfono durante horas con sus amigas... )

La consultante, después de una confrontación con su madre para hacerle comprender el daño psicológico que le ha causado con su actitud egocéntrica, le propondrá el siguiente acto: ella y su madre elegirán cintas, la hija de un color, la madre de otro. De pie, y la una frente a la otra, se atarán mutuamente los tobillos a los tobillos, la cintura a la cintura, las muñecas a las muñecas, el cuello al cuello. La consultante dirá a su madre «Tú eres tú, yo soy yo», palabras que la madre deberá repetir. Luego cada una, con unas tijeras, procederá a cortar la cinta del color que ella haya elegido y que haya atado a su cuerpo y al cuerpo de su oponente. Una vez separadas, ambas irán hacia un lugar con tierra fértil, un jardín, una plaza, un parque o un bosque, cavarán dos agujeros contiguos y enterrarán sus cintas sin mezclarlas (cada color en su propia cavidad) y en cada uno de ellos plantarán una planta, una elegida por la consultante, la otra elegida por la madre.

Para que la consultante se dé cuenta de la manera en que está poseída y se libere, le aconsejo que amplíe una fotografía del rostro de su madre, que haga una máscara y abra un agujero en cada ojo y que se pasee por la calle y visite establecimientos, amigos y también familiares portando esta máscara. Así su cerebro comprenderá qué es lo que ve por los ojos de su madre. Luego debe ponerse delante de su progenitora, quitarse la máscara, hacerla pedazos y entregárselos diciéndole: «Gracias por todo lo que me diste. Ahora puedo ser yo misma».

8. SIMBIOSIS MADRE-HIJO

En las sociedades marcadas por la religión cristiana, el hombre puede aspirar a ser perfecto, la mujer no. A ella sólo se le concede como suprema calidad la de parir un hijo perfecto. Ciertas mujeres, sintiéndose incapaces de triunfar socialmente por ellas mismas, al tener un hijo varón lo crían como si fuera una prolongación, apoderándose de su mente. A través de él, sienten adquirir la perfección y el poder que la sociedad masculina les niega. Metafóricamente, sintiendo que les han cortado los brazos, se apoderan de los del hijo y actúan a través de él. Para liberarse de esta simbiosis:

El consultante, después de una confrontación con su madre para hacerle comprender el daño psicológico que le ha causado con su actitud posesiva, le propondrá el siguiente acto: ella debe elegir cintas de un color que le convenga. De pie, él, pegado de espaldas al pecho de su madre, dejará que le ate los tobillos a los de ella, su cintura a la de ella, sus muñecas a las muñecas de ella, su cuello al cuello de ella. El consultante dirá a su madre «Tú eres tú, yo soy yo», palabras que la madre deberá repetir. Luego ella, con unas tijeras, procederá a cortar las cintas. Una vez que madre e hijo estén separados, irán hacia un lugar con tierra fértil, un jardín, una plaza, un parque o un bosque, cavarán a cuatro manos un agujero y enterrarán la mitad de los pedazos de cinta. Ella plantará ahí un pequeño árbol frutal. El consultante llevará la otra mitad de las cintas a un templo, para depositarlas a los pies de una escultura o un retrato de un Cristo crucificado.

9. SIMBIOSIS PADRE-HIJO

Ciertos padres ególatras, que ven a sus hijos como peligrosos competidores, se especializan, para así tenerlos siempre bajo su dominio, en aterrarlos con el futuro diciéndoles que, si no logran económicamente lo que ellos han logrado, lo pasarán muy mal. Inculcan de esta manera objetivos que son los suyos propios. Mostrándose insuperables, los llenan de ansiedad, convirtiéndolos en fracasados que odian el dinero y se odian a sí mismos por frágiles y cobardes. Para que salgan de su constante parálisis, aconsejo a estos consultantes:

Cambiará veinte euros en monedas de un céntimo (tendrá un respetable paquete...). Irá a una plaza donde haya gente que esté alimentando a las palomas. Se sentará cerca de ellos y, con calma, como si fueran semillas o migas de pan, comenzará a lanzar moneditas a estas aves. Cuando haya desparramado por lo menos diez puñados, regresará a pie hacia donde habite, dejando caer las monedas detrás como si fueran huellas, vaciando el saco hasta que le quede sólo una moneda. Hará que con ella le fabriquen un arete, que se colgará de la oreja derecha. Irá a ver a su padre y, sin darle explicaciones, le regalará un espejo redondo (en el que antes habrá orinado y luego lavado) acompañado de una caja que haya tenido zapatos pero que ahora contenga un falo artificial de gran tamaño, y le dirá: «Es sano dar, pero es enfermo obligar a recibir. Esto es tuyo. Yo tengo lo mío. Serás abuelo de mis hijos y obras, pero no padre de ellos».

10. SIMBIOSIS PADRE-HIJA

La consultante irá a ver a su padre vestida de hombre, llevando debajo ropa interior femenina muy erótica. Frente a él, se arrancará a pedazos ese traje (puede ayudarse con un cuchillo) hasta mostrarse semidesnuda y gritando «¡No soy un hombre fallido, no soy tú, mírame, mírame por primera vez tal cual soy! ¿Eres capaz de no transformarme con tus sueños narcisistas? ¡Reconóceme, soy una mujer! ¡Si me amas, acompáñame a enterrar estos harapos y luego déjame libre». Si el padre se niega, tratándola de loca o algo similar, debe dejar de verlo durante tres años. Si accede (por supuesto ella ya vestida con un traje de mujer), deben enterrar el traje destrozado y la ropa interior provocante acompañados de la reproducción de un cuadro que represente a Júpiter, Jehová o a un dictador, como Stalin o Pinochet. Y plantarán un rosal.

11. MADRE INVASORA

Cuando el padre está ausente (o es indiferente), la madre se torna invasora. Imbuida de su rol madre-padre, o sobreprotege a sus hijos o se siente imprescindible, no soportando que tengan vida privada. Cuando un/una consultante me pide un consejo para liberarse de su madre, le contesto que, por un instinto atávico, es imposible eliminar a la madre: aunque dejemos para siempre de verla, o haya muerto, ella sigue actuando desde las tinieblas de nuestro inconsciente. Eso sí, se puede limitar su intervención:

A la madre, esté viva o muerta (si es el caso se la trataría como a un ídolo sagrado), se le cede un pequeño rincón de la casa, en donde se acomodará una mesita a manera de altar. Ahí se coloca, en un marco plateado, una foto de la madre que ha de quedar cubierta por una rejilla (para que nuestro inconsciente comprenda bien que la tenemos prisionera). Delante se pondrá una vela encendida, un vaso con una flor y una varilla de incienso. Cuando cenemos en casa, colocaremos en un pequeño plato delante de la fotografía-prisionera un poco del alimento que vamos a ingerir (así nuestro inconsciente podrá deducir que, puesto que la alimentamos bien, ella no nos devorará). Al día siguiente, el alimento que le hemos consagrado (del que sentimos que su esencia ha sido devorada por el ídolo) se lo daremos preferentemente a un animal o bien, si esto no es posible, acumularemos ese alimento en un recipiente hermético y, cada cuarenta días, lo enterraremos junto con las flores ya secas que le hemos consagrado. El consultante debe repetir esto hasta que se sienta libre de la invasora.