Martín Centelles Corella - Luis Pomer Monferrer - E-Book

Martín Centelles Corella E-Book

Luis Pomer Monferrer

0,0

Beschreibung

La azarosa vida de Martín Centelles Corella (Cedrillas, 1906 - Nyons, 1998) abarca prácticamente todo el siglo XX. Pasó tres años en el bando que perdió la Guerra Civil y otros tres en las terribles cárceles de la posguerra. Atrozmente torturado en el cuartel de Aliaga, logró huir malherido de forma milagrosa. Ingresó en la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón, donde permaneció más de cinco años, hasta su huida a pie a Francia. En el país vecino, trabajó otros cinco años con la única recompensa del sustento y el alojamiento. Tras conseguir los papeles de refugiado en 1957, pudo reunirse con su mujer y sus tres hijos, que habían padecido en Aliaga el acoso habitual que sufrían los familiares de los perseguidos políticos. En una de sus visitas a España, durante la transición, entregó al autor de este libro el manuscrito 'Biografía de las cosas más destacadas de mi vida'. Sirva su publicación para que el silencio propiciado por el temor con el que crecieron varias generaciones, y que perduró más allá de la muerte del dictador, no envuelva la figura de este luchador antifascista cuyo único delito fue defender unos ideales fraguados en las injusticias sufridas en su infancia.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 397

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



HISTÒRIA I MEMÒRIA DEL FRANQUISME / 70

DIRECCIÓN

Ismael Saz (Universitat de València)

Julián Sanz (Universitat de València)

CONSEJO ASESOR INTERNACIONAL

Paul Preston (London School of Economics)

Walter Bernecker (Universität Erlangen, Núremberg)

Alfonso Botti (Università di Modena e Reggio Emilia)

Mercedes Yusta Rodrigo (Université Paris VIII)

Sophie Baby (Université de Bourgogne)

Carme Molinero i Ruiz (Universitat Autònoma de Barcelona)

Conxita Mir Curcó (Universitat de Lleida)

Mónica Moreno Seco (Universidad de Alicante)

Javier Tébar Hurtado (Arxiu Històric de Comissions Obreres de Catalunya, UB)

Teresa M.ª Ortega López (Universidad de Granada)

Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso previo de la editorial.

© Luis Pomer Monferrer, 2024

© De esta edición: Universitat de València, 2024

Publicacions de la Universitat de València

http://puv.uv.es

[email protected]

Coordinación editorial: Amparo Jesús-María

Diseño de cubierta: Inmaculada Mesa

Maquetación: Celso Hernández de la Figuera

Corrección: Letras y Píxeles, S. L.

ISBN: (papel): 978-84-1118-356-7

ISBN (ePub): 978-84-1118-357-4

ISBN (PDF): 978-84-1118-358-1

Edición digital

Al Tío Martín

ÍNDICE

LISTA DE ABREVIATURAS DE LOS ARCHIVOS

PREFACIO

INTRODUCCIÓN

ESTUDIO

1. Principios del siglo XX: la infancia y la juventud de Martín

2. La Guerra Civil y sus consecuencias: la represión y la cárcel

3. La vida de los represaliados tras la puesta en libertad: los años posteriores a la cárcel y la imposible oposición política de Martín

4. La represión en las zonas rurales: la tortura y fuga de Martín y las dos masacres como represalia por los hechos de Gúdar

5. La resistencia del franquismo: la AGLA. Episodios más destacados de la estancia de Martín en la guerrilla

6. El abandono de la lucha armada: preparativos para la retirada y marcha a pie a Francia

7. La llegada a Francia y el exilio

8. El PCE y la guerrilla

BIOGRAFÍA DE LAS COSAS MÁS DESTACADAS DE MI VIDA

1. Nacimiento e infancia: conciencia de clase (1906-23)

2. Juventud: primeros trabajos y boda (1923-36)

3. Guerra Civil (1936-39)

4. La posguerra: cárcel y enfermedad (1939-42)

5. Libertad condicional: actuación sindical y política (1942-47)

6. Detención y tortura. Huida y contacto con la guerrilla (1947)

7. Guerrillero en la AGLA (1947-52)

8. El final de la guerrilla: preparativos y viaje a pie a Francia (1952)

9. La clandestinidad en Francia:encuentro con la Interpol (1952-56)

10. Regularización de papeles: llegada de la mujer y de los hijos a Francia (1957-60)

11. Conclusiones

ANEXO 1. BIOGRAFÍA-INFORME DE RUFO

1. Biografía

2. Informe

ANEXO 2. CARTAS FAMILIARES

ANEXO 3. ÁRBOL GENEALÓGICO

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

ÍNDICE ONOMÁSTICO: RELACIÓN DE GUERRILLEROS

LISTA DE ABREVIATURAS DE LOS ARCHIVOS

AGHD

Archivo General e Histórico de Defensa

AGMA

Archivo General Militar de Ávila

AHN

Archivo Histórico Nacional

AHPA

Archivo Histórico Provincial de Alicante

AHPCE

Archivo Histórico del Partido Comunista de España

AHPTE

Archivo Histórico Provincial de Teruel

AIMC

Archivo Intermedio Militar Centro

AJTZ

Juzgado Togado Militar Territorial 32 de Zaragoza: Auditoría de Guerra de la Quinta Región Militar

ARV

Archivo del Reino de Valencia

BNE

Biblioteca Nacional de España

OFPRA

Office Français de protection des réfugiés et apatrides

PREFACIO

Me crie en la neblina del silencio que cubrió España durante años, el silencio del temor, que no acabó en 1975. Conocí a Martín cuando volvió a su tierra tras la muerte del dictador, en mi época de bachillerato. Hasta entonces nada sabía de él salvo que vivía en Francia. Mi padre le enviaba, como a toda la familia, una postal por Navidad, que yo me encargaba de escribir; la dirección del destinatario despertaba mi curiosidad infantil: «Rue Pontias». Ya había coincidido alguna vez con sus hijos, en tiempos de la dictadura, en Cedrillas, durante mis estancias veraniegas que constituyen los mejores recuerdos de mi infancia. Pasábamos unos días en agosto con el tío Luis, el único hermano varón de Martín, que vivía en la casa familiar que sus padres adquirieron hace ahora aproximadamente un siglo para trasladarse al pueblo desde el Molino Alto.1 Aún hoy en día pueden verse unas letras, que nos llamaban la atención, en una de las puertas de la casa, la que daba al corral: MC, iniciales de Manuel Centelles. Recuerdo que Santiago, hijo tardío de la hermana de Martín, Teresa, con quien yo compartía habitación, lecturas, juegos y pesca en el pueblo, me animaba a gritar «que vienen los guerrilleros de Levante», ya que justo enfrente de la casa está el cuartel de la Guardia Civil, pero yo no entendía por qué lo decía y, por supuesto, nunca grité nada: aunque solo era un año mayor que yo, él pasaba mucho más tiempo en Cedrillas y sabía más de los secretos que nunca se comentaban en las tertulias familiares.

Pasaron los años y Martín regresó por fin a la que ya no era su patria. Nada más morir el dictador escribió una carta a mis padres como contestación a la felicitación navideña habitual, en la que manifestaba su interés por venir a España, aunque sin hacer la menor referencia a las circunstancias históricas y políticas.2 A partir de este momento, Martín visitaba a su familia todos los veranos en Cedrillas, Valencia y Formiche, de donde era su mujer. Pronto entablamos una especial relación.3 Las sobremesas que pasaba con él y con mi madre, en las que nos contaba una y otra vez las torturas que sufrió en el cuartel de Aliaga, constituyen uno de los recuerdos más imborrables de mi vida. Con el paso del tiempo también sintió un gran aprecio por mis hermanos Juanjo y Carlos; siempre se encontró muy a gusto entre nosotros, y nos echaba de menos, como nosotros a él.

Un hecho que marcó su vida fue la muerte de su mujer Inocencia (Formiche Alto, 24/12/1909-Nyons, 28/06/1983). Martín, que había aguantado penalidades inimaginables y había superado tantos peligros, fue incapaz de asimilar esta ausencia. Siempre nos transmitía la soledad y tristeza que padeció por esta pérdida, y lo largo que se le hacía el invierno por ese motivo.4 Como es normal y ocurre en todas las familias, sus hijos trabajaban entre semana y solo se podía reunir con ellos los domingos. Tuvo alguna compañera, como nos contaba, pero esta frase sobre una de ellas resume muy bien su pensamiento: «mi compañera está 8 días y se marcha, y así pasa el tiempo, no tiene las mismas costumbres que nosotros y además no es Inocencia; solo estoy bien».5

Cada vez que retornaba a Francia se planteaba la duda de si su edad le permitiría volver al verano siguiente, pero siguió haciéndolo, al volante de su propio coche, hasta bien pasados los 80 años. A principios de los noventa quiso ir a vivir a Valencia, a casa de su hermana Teresa, que tantas veces lo había acogido, pero ella, ya viuda, se sentía mayor y sin fuerzas y tenía miedo de tener que cuidar además a su hermano: Martín no volvió a vivir en España, como hicieron otros compañeros. Teresa falleció casi tres años antes que él: ironías y paradojas de la vida, fue el más longevo de los cinco hermanos, pues sobrevivió 64 años a Delfina, 36 a Pilar y algo más de 20 a Luis.

Ya viudo, lo visité en una ocasión en su casa de Nyons, hace más de treinta años, así como a sus dos hijos, Samuel y Manolo, y a su hija Adelina, que viven en los alrededores de Vaison-la-Romaine.6 Como Martín señala al final de su biografía, «ahora todos estamos bien».7 En efecto, desde la pobreza más terrible de la posguerra, con un padre perseguido, los tres consiguieron labrarse una buena posición económica. Samuel creó una empresa de construcción que sigue llevando su único hijo, Alain; Manolo tuvo un negocio de carpintería de aluminio; y Adelina fue una excelente peluquera que, además de dirigir su peluquería, recorrió el mundo dando cursos de su oficio. La dureza de la infancia forjó un vínculo inseparable entre los tres, que también comparten lugar de veraneo en la Costa Brava, donde les he visitado en diversas ocasiones, la última en 2021.8

A principios de los ochenta, en la época en la que yo estudiaba Filología en la Universitat de València, me entregó un manuscrito titulado Biografía de las cosas más destacadas de mi vida para que lo corrigiera: además de la connivencia que se estableció entre nosotros, yo fui el primer miembro de la familia en cursar estudios superiores. Así lo hice: le pasé una copia corregida y me quedé con otra. Unos años después, ya profesor, coincidí en unas pruebas de selectividad con Salvador F. Cava, el mejor conocedor de la guerrilla en los lugares donde actuó Martín, y por casualidad surgió el tema. Le dejé las memorias y una foto de mi tío de los años ochenta y corregí algunos datos familiares incorrectos, como el nombre de su mujer Inocencia. También he establecido contacto personal con José Ramón Sanchis Alfonso, a quien también cedí una copia de la biografía, y cuyos consejos agradezco. Por último, he hablado con Teo Gallega, que visitó a su hijo Samuel en su segunda residencia de la Costa Brava para consultar las memorias. Todos han incluido en sus trabajos diversos fragmentos. Cada vez que leo en una de estas obras «biografía inédita» me oprime el dolor de no haber podido publicarla en vida de Martín, una pena que llevaré conmigo hasta el final de mis días.

Por lo que respecta al modo de transcribir el relato, corregí todas las faltas de ortografía, abundantes, como es lógico, pero mantuve el estilo del original, caracterizado por el continuo empleo del estilo directo para reflejar el contenido de las conversaciones, la ausencia de subordinación, con frases muy cortas normalmente yuxtapuestas o a lo sumo coordinadas, y la repetición de palabras. También conservé, en la medida de lo posible, la puntuación, siempre que la redacción fuera inteligible y correcta. Pese a que no se trata de un texto pulido, se nota que Martín había sido instruido para redactar informes, pues una de las consignas del PCE para los miembros de la guerrilla era dar cuenta de las acciones y valorar a sus componentes. Como él dice, pudo ir muy poco a la escuela, pero «aprendió letra» en el servicio militar.

La biografía prácticamente no contiene datos temporales y muy pocos personales. Los nombres propios se limitan a los guerrilleros –a los que normalmente nombra por su apodo– y a algunos pocos protagonistas de su infancia, mientras que cuando habla de la familia menciona el parentesco: no figuran ni una sola vez el nombre de su mujer ni los de sus hijos, y solo en una ocasión dice el de una hermana, Pilar, para diferenciarla de su melliza Teresa.

Resulta de gran ayuda para completar los datos que se ofrecen en las memorias una biografía-informe que figura en el Archivo Histórico del PCE, que incluyo como primer anexo.9 Presenta más datos numéricos y personales y narra de forma ordenada la estancia de Martín en la guerrilla, a diferencia de la biografía, en la que los hechos no son narrados en orden cronológico.10 La ausencia de saltos temporales en el informe y su existencia en la biografía son debidas a la redacción mucho más tardía de esta última, que incluso menciona la muerte de su mujer Inocencia, acaecida en junio de 1983. El documento del archivo del PCE fue escrito justo después de la evacuación a Francia, a partir de las notas que iba tomando: una vez que se hubo evacuado la guerrilla en 1952, todos los camaradas escribieron un «informe final», y este debe de ser el de Martín, seguramente de 1953. Consta de una biografía de tres páginas que abarca hasta su entrada en la guerrilla, y un informe de cuatro y media a partir de su incorporación a la AGLA, que se completa con una «aclaración a los puntos que se me piden en la biografía» de diez, donde detalla, con abundancia de nombres y apellidos, su participación política en Cedrillas antes y después de la guerra, y su actividad clandestina en Aliaga tras su puesta en libertad, que le costó la tortura y casi la muerte. Se encuentran todos los elementos característicos de estos documentos: orígenes familiares, educación, militancia, actividades políticas, ideología de los miembros de la familia, tareas en la Agrupación, características personales, relaciones con los camaradas, etc.11

Completo el libro con otros dos anexos. El contenido del segundo son siete cartas enviadas por Martín a mi familia, la mayoría de principios de los años ochenta. El tercer anexo es un árbol genealógico de la familia Centelles Corella para ayudar a la comprensión del texto, la misma finalidad que tiene el listado final de guerrilleros con sus nombres y sobrenombres.

Espero que nadie se sienta ofendido por las referencias a las personas que aparecen en el libro, porque desgraciadamente ya han pasado muchos años desde los acontecimientos narrados en él. También quiero dejar bien claro que las críticas o acusaciones que se leen están basadas en relatos personales o estudios de confianza, y que soy muy consciente de las terribles circunstancias que envolvieron a los protagonistas, lo que sin duda debe servir, si no para exculparlos, al menos para comprenderlos. He añadido información sobre miembros de mi familia que creo de gran interés, pues supone un ejemplo aleatorio de la manera como afectó la Guerra Civil a prácticamente toda la población española. Con esta publicación espero aportar mi granito de arena para denunciar el silencio que la dictadura franquista inculcó a tantas generaciones y hacer un poco más visibles los terribles crímenes cometidos durante tantos años, unos delitos que quedaron y quedarán impunes y que son tanto más execrables por su carácter de terrorismo de Estado. Mi principal anhelo es la restauración de la memoria de Martín Centelles Corella.

A lo largo de la biografía, y especialmente en el relato de su participación en la guerrilla, Martín manifiesta unas debilidades que aún lo humanizan más: exagera su participación o poder de decisión en algunos hechos y siempre destaca su capacidad de prever las traiciones o sospechar lo que iba a suceder. Su forma de hablar en primera persona del plural de hechos en los que no ha participado directamente o de decisiones que han tomado otros responde, en cambio, a un sentido colectivo que incluye a todos los miembros de la guerrilla. También llama la atención la imaginativa dramatización que hace de algunos hechos y la exageración de algunos datos. Incluso cuando se muestra orgulloso de su familia se atribuye más méritos de los que le son propios.

En definitiva, nada se puede echar en cara a quien, pese a ser calificado de «bandolero», no cometió ningún delito que no fuera la defensa de unos ideales fraguados en la injusticia y se vio obligado a tomar las armas muy en contra de su voluntad. Este libro está dedicado a Martín, cuyo recuerdo indeleble siempre me acompaña.

Mi agradecimiento a Begoña, que me apoya en todo lo que hago, sin importarle de qué se trata; a mis hermanos Juanjo y Carlos y a mi «tío» Santiago Martín; a mis «primas» de Cedrillas Pilar y Rosa Gonzalvo, y al marido de esta, Gonzalo Fuentes, que me ha facilitado los certificados del Ayuntamiento; a Gonzalo Tena y Julia Escorihuela, mis fuentes de información sobre todo lo relacionado con Aliaga; a Toni Palau por la información sobre la familia de su abuelo Rafael Galindo; y muy especialmente a Samuel, hijo mayor de Martín, a su entrañable mujer, Carmen, y a sus otros dos hijos, Manolo y Adelina, todos los cuales nos han tratado siempre con gran cariño.

En este trabajo de análisis de la documentación disponible sobre Martín Centelles Corella hemos sacado a la luz multitud de imágenes. Para la consulta de todas ellas hemos habilitado una galería de fotografías que ilustran el contenido del libro y que está accesible a través de la dirección web <https://puv.uv.es/martin-centelles-corella-galeria-de-imagenes>.

1 Nos alojábamos en esta casa unos quince días en agosto todos los veranos hasta la muerte de Luis Centelles Corella (11/10/1904-05/02/1980), el único de los cinco hermanos que vivió toda su vida en Cedrillas, dedicado a la agricultura como su padre. Tuvo una hermana melliza, de nombre Luisa, que falleció al mes de nacer (11/10/1904-13/11/1904). La mayor, mi abuela Delfina, murió dos años antes del estallido de la Guerra Civil (mi madre solo tenía once meses, como tantas veces nos repitió), y las pequeñas, las mellizas Pilar y Teresa, se trasladaron con sus familias a Valencia. Árbol genealógico de la familia: anexo 3.

2 «Yo pienso que si las cosas marchan bien como parece, a lo mejor iremos a pasar unos días a España, todavía no es seguro pero ya veremos»: anexo 2, carta 1.

3 «Dos letras para Luisito (ese era yo) porque yo creía que estaba solo en la familia de no ser creyente pero me he dado cuenta que tú piensas como yo, lo mismo Santi, pero no os metáis en política, sed inteligentes en beneficio vuestro»: anexo 2, carta 2.

4 «Tengo que deciros que no me acostumbro muy bien a la soledad, es la cosa muy triste, así que veremos lo que pasa […] Yo lo pasé bien ahí con vosotros, se me pasó el tiempo sin darme cuenta, os di mucho trabajo, pero seguramente que ya no será otra vez, la vejez es muy mala, es así la vida […] Qué más os voy a decir, veremos si el año nuevo es mejor para mí; no tendré nada bueno»: anexo 2, carta 2. «Delfina qué ganas tendrías que me marchase porque daba mucha faena pero yo lo pasaba bien con vuestros hijos, qué lástima no estar más cerca, ahora yo tengo la vida triste para todo el invierno»: anexo 2, carta 3. «Yo me acuerdo todos los días de vosotros porque lo pasaba bien, ahora estoy solo, así que los días son largos»: anexo 2, carta 4. «La soledad es muy mala, por eso los días que paso con vosotros son cortos, así que el verano que viene si estoy fuerte como ahora iré a pasar unos días, en fin, la vejez es muy mala, cuando uno se queda solo y viejo es lo peor de la vida»: anexo 2, carta 7.

5 Anexo 2, carta 7.

6 Samuel fue el único nacido en Cedrillas, durante la guerra, el 28/05/1937, y Manolo y Adelina ya en Aliaga tras salir Martín de la cárcel, el 05/08/1943 y el 23/02/1946, respectivamente.

7 Así nos lo decía también en sus cartas, pues se encontraba orgulloso de su familia: «Los domingos me voy a comer con los hijos, se portan bien, son buenos, ya tengo un biznieto, es bonito, ya me conoce, se llama Benito y como es lógico siguen mi pensar; no están casados, la vida moderna todo se suprime: boda, bautizos y demás tonterías, estoy orgulloso con mi familia, no son fumadores ni borrachos, todos tienen buena situación. De los españoles que hay aquí en Francia hay pocas familias como la mía, esto quiere decir que no les he orientado mal»: anexo 2, carta 4.

8 Benoit, el hijo de Alain y nieto de Samuel y Carmen, a quien nombra Martín en la carta, ya es padre de una niña, Margot, y un niño, Augustin. Manolo tiene dos nietas– Isis y Briseide– de su hija mayor, Natacha, y un nieto –Thomas– de su hijo Emmanuel. Adelina, por su parte, una nieta y un nieto –Lula y Lucien– de su hijo mayor, Jean-Luc, y un nieto –Maxime– de su hija Sandra.

9AHPCE, Nacionalidades y regiones, Levante, sig. jacqu. 895-896, «Biografía-informe de Rufo» (1953?). Martín pasó gran parte de su estancia en la guerrilla en el 5.º sector, donde era conocido como «Fernando», pero al trasladarse al 11.º –el último en el que estuvo– cambió el sobrenombre por «Rufo» porque ya había otro guerrillero con su apodo anterior: Justino García Lorenzo. Sobre estos documentos y su difícil organización debido a la clandestinidad, véase Ramos (2007).

10 Para contextualizar los hechos de la guerrilla, la fuente más completa y exhaustiva –y en consecuencia la que más he utilizado– es el volumen doble sobre la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA) de Salvador F. Cava (2007, 2008). Utilísimo es el censo de guerrilleros del mismo autor (2017), que me ha servido especialmente para datos personales como el nacimiento, la muerte, el origen y, en su caso, el lugar de exilio. En ocasiones corrijo algunos datos inexactos. También me han resultado de gran ayuda las dos publicaciones sobre la guerrilla de José Ramón Sanchis, ambas en dos volúmenes: la primera (2007) para los hechos precedentes al ingreso en la AGLA de nuestro protagonista; y la segunda, de publicación reciente (2020), abarca exactamente los años de Martín en la guerrilla y contiene muchas citas de la biografía que aquí presento.

11 Como comenta Salvador F. Cava en el prólogo al informe de «Casto» (Hueso, 2004: 17), los informes y biografías enviados al Partido se caracterizaban por «la subjetividad, y un lenguaje de opinión directo y contundente», y en ellos se incluyen siempre, como se verá, opiniones valorativas sobre los camaradas de lucha. Sobre estos documentos autobiográficos, véase Bueno (2023), que incluye como anexo el extensísimo formulario biográfico requerido: AHPCE, Equipo de pasos, Informe de Camaradas, sig. jacqu. 253, «Datos que deben figurar en las biografías de los camaradas», s. f.

INTRODUCCIÓN

MARTÍN CENTELLES CORELLA Y EL SIGLO XX ESPAÑOL: EL MILAGRO DE LA SUPERVIVENCIA

La vida de Martín Centelles Corella, que abarca prácticamente todo el siglo XX (Cedrillas, 14/08/1906-Nyons, 04/12/1998), es un extraordinario ejemplo de supervivencia y un triste y desesperanzador reflejo de la historia de España en este siglo, pese a que llegó a nonagenario.

Soportó la miseria en su infancia y juventud, años que forjaron la rebeldía de su carácter. Pasó la guerra en el bando perdedor. Sufrió tres años y medio de cárcel en las peores condiciones que puedan imaginarse, durante los cuales padeció una grave enfermedad por la que fue deshauciado tras una operación. Fue detenido y torturado por su ideología, siendo uno de los dos únicos supervivientes de veintitrés: los demás fueron masacrados. Es difícil hacerse a la idea de las condiciones de vida durante cinco años en el monte, con unos inviernos terribles,1 casi con la misma ropa y calzado, siempre armado y con la muerte a la vuelta de la esquina. Padeció delaciones y tiroteos como el de La Fuencaliente de Mira, en el que murieron cuatro de los ocho integrantes del grupo, y evitó las purgas del Partido, que constituían un peligro nada desdeñable.2 Las semanas anteriores a la evacuación a Francia fueron especialmente dramáticas: sobrevivió a un tiroteo motivado por una delación en una zona cercana al lugar donde se había criado, en el que murió un compañero, con la consiguiente movilización de las fuerzas represivas, y realizó diversos suministros cerca de su pueblo en unas circunstancias altamente peligrosas. El éxito del viaje a Francia residía en pasar desapercibidos, pues cualquier enfrentamiento o la pérdida de algún compañero por el camino habría tenido consecuencias trágicas. Hubo tres episodios críticos: el paso del río Ebro, el encuentro casual con un campamento militar y la aparición de la Guardia Civil tras la compra de ganado. Una vez llegados a Francia, acuciaba el peligro de la entrega a las autoridades franquistas, que suponía una muerte segura. En las casas donde se les distribuía, la convivencia no era sencilla y acechaba el peligro de una delación, porque no siempre todos los miembros de las familias tenían la misma ideología. Martín pasó más de cuatro años de trabajo clandestino sin otra retribución que el sustento, con la incertidumbre siempre latente de la indocumentación. Cuando la Interpol lo descubrió, los contactos con la autoridad del lugar le salvaron de ser entregado, por lo que llegó, por fin, la tranquilidad.

La legalización supuso un punto de inflexión en su vida, el definitivo, pero quedaba mucho por hacer: el aviso a la familia, la dificultad del permiso para viajar y, finalmente, ya todos juntos, aunque en unas circunstancias económicas penosas, la búsqueda de empleo para el hijo mayor, la escolarización de los pequeños y la estabilidad laboral pasados los cincuenta años (consiguió el certificado de refugiado político el 17/05/1957), con la difícil aclimatación a una nueva lengua y a unas nuevas costumbres tanto para él como para su familia.3 Aún consiguió comprar su casa y otras para alquilar, y sus tres hijos supieron ganarse muy bien la vida. Podemos hacernos a la idea de cuánto tuvo que trabajar sin descanso a esa edad después de haber sufrido penalidades inimaginables. A todo esto se añade el fallecimiento, bastante habitual en la época, con un año de edad, de los dos primeros hijos, una niña y un niño.4

Fig. 1. Puerta del corral de la casa de Cedrillas a la que se trasladó la familia de Martín cuando abandonó el Molino Alto, con las iniciales de su padre, Manuel Centelles. Tras la muerte de este durante la guerra, y de la madre en 1942, se quedó en ella Luis, el único de los cinco hermanos que vivió toda su vida en el pueblo. En esta casa pasaba yo con mi familia unos días en agosto durante mi infancia hasta el fallecimiento de Luis en 1980.

Fig. 2. Fotografía familiar en el Pinar de Cedrillas en una comida durante el verano de 1980, pocos años antes de la muerte de Inocencia, mujer de Martín. De izquierda a derecha, de pie: Amparo y su marido Efrén Monferrer, Luis Pomer, Inocencia García, Araceli Centelles, Santiago Martín Centelles, Teresa Centelles, Santiago Martín Edo, Félix (marido de Pilar Gozalvo), un matrimonio amigo desconocido, Paulette (mujer de Manolo Centelles) y nuestro protagonista. Agachados, a la izquierda: Jorge Gozalvo (marido de Araceli Centelles) con su nieto José Luis (hijo de Pilar Gozalvo y Félix), y a la derecha Manolo Centelles con su hija Natacha. Fuente: Pilar Gonzalvo Centelles. Véase anexo 3 (árbol genealógico).

Fig. 3. Un verano en la década de los años ochenta en Algar del Palancia, pueblo de mi abuelo paterno donde veraneaba mi familia. De izquierda a derecha: Martín Centelles, Carlos Pomer, Delfina Monferrer y Luis Pomer Boix.

Fig. 4. Residencia de la Costa Brava de Samuel, hijo mayor de Martín, y su mujer Carmen, durante una visita en el verano de 2016. De izquierda a derecha: Samuel Centelles, Luis Pomer, mi mujer Begoña Pérez Berná y Carmen Ramo Tena.

Fig. 5. Nuestra última visita a los hijos de Martín en la Costa Brava, en otoño de 2021. De izquierda a derecha: Carlos Pomer, Luis Pomer, Samuel Centelles, Adelina Centelles, Manolo Centelles, Santiago Martín y Juanjo Pomer.

1 «Lo peor era el invierno» o «pasamos un invierno terrible de frío y nieve» son expresiones frecuentes. Nuestros antepasados atestiguan la rudeza de los inviernos en las sierras de Teruel y Cuenca en esta época.

2 Sobre la mortalidad en la guerrilla y sus causas, véase González Devís (2018: 305-313). Aproximadamente la mitad de los guerrilleros, entre ellos prácticamente todos los jefes de la AGLA, murieron.

3 Cuando conocí a Martín me llamó la atención su vocabulario repleto de galicismos, pero lo que me sorprendió fue el hecho de que, cuando fui a visitarlo a Francia, utilizaba un lenguaje muy parecido en ambos países y su francés era, cosa lógica, muy deficiente. También recuerdo los numerosos galicismos de su mujer Inocencia, que en su vuelta a España decía «vuatura» en vez de «coche», o «fuego rojo» cuando se refería a un semáforo en rojo.

4 Amores (30/06/1934-14/06/1935) y Samuel (05/07/1935-20/08/1936). Según me ha contado el hijo mayor, Samuel, del mismo nombre que el fallecido, él también enfermó, pero afortunadamente averiguaron que el problema era la leche de la madre, y en el momento que dejó de tomarla mejoró.

ESTUDIO

1. PRINCIPIOS DEL SIGLO XX: LA INFANCIA Y LA JUVENTUD DE MARTÍN

Aunque la estancia en guerrillas ocupa gran parte de la biografía, el inicio en el que se habla de la infancia, la juventud y la Guerra Civil es un documento valiosísimo de las circunstancias sociales y políticas de la España de inicios del siglo XX. Las lamentables condiciones en las que se encontraban los obreros y campesinos, con una tasa de analfabetismo del 90 %, mayor aún en las zonas rurales, motivaron una fuerte conflictividad social que llevó consigo el crecimiento de grupos principalmente socialistas y anarquistas, cuyos sindicatos alcanzaron unas cotas muy altas de afiliación: el padre de Martín y él mismo pertenecieron a la UGT, y la CNT era mayoritaria en la zona de la AGLA. Contribuyeron también otros factores, entre los que destaca la nefasta política internacional para satisfacer a un ejército deseoso de resarcirse de las pérdidas coloniales; las veleidades expansionistas en Marruecos motivaron una gratuita y trágicamente numerosa pérdida de vidas humanas entre los jóvenes de las clases más desfavorecidas.

En respuesta a esta conflictividad fue ejercida con dureza la violencia de Estado durante la huelga general de agosto de 1917, en la época del pistolerismo de Barcelona (1917-23) y en la dictadura de Primo de Rivera (1923-30). Ya en época republicana, durante el primer bienio, social-azañista, se produjeron los sucesos de Casas Viejas en enero de 1933, y en el conservador o radical-cedista destaca la represión de la Revolución de Octubre de 1934, especialmente virulenta en Asturias. Esta violencia fue una práctica habitual entre los regímenes totalitarios implantados en el primer tercio del siglo XX, especialmente el nazismo alemán, el fascismo italiano y el comunismo soviético y, con la llegada de la dictadura franquista, España fue uno de los últimos países europeos en padecer la persecución y ejecución de los enemigos políticos.

La instauración de la Segunda República, con sus lógicas deficiencias y errores, trajo consigo la esperanza de conseguir derechos como la igualdad de género,1 la justicia social, el laicismo, la universalización de la educación o el respeto de las minorías lingüísticas y de las nacionalidades que integran el Estado español. Tras la victoria del Frente Popular el 16/02/1936, los grupos de extrema derecha crearon un ambiente guerracivilista para romper con la normalidad democrática y justificar el golpe de Estado, proclamando la supuesta incapacidad de la República para resolver el problema del orden público y su papel como antesala de una acción revolucionaria izquierdista.2 Precisamente, esta mistificación de la revolución comunista inminente y de la violencia social de la primavera del 36 fueron utilizados por el régimen franquista como fundamento jurídico de la función preventiva del golpe de Estado.

La agitación política, exacerbada por la provocación falangista y la propaganda extremista, culminó con el golpe de Estado, apoyado por los grandes poderes tradicionales –ejército, jerarquía eclesiástica, nobleza monárquica, terratenientes, etc.–, que querían perpetuar sus privilegios y evitar las reformas sociales, económicas y políticas que inició la República para modernizar el Estado, consolidar la democracia y mejorar la situación de las clases populares (Arnabat, 2013: 51-52; Rodríguez Cortés, 2014: 6-8). No se puede pasar por alto la responsabilidad de la monarquía, que apoyó la insurrección y con los años consiguió pactar la herencia del franquismo.

La Iglesia siempre se mostró hostil al pluralismo cultural y político de la Segunda República, contra la que mantuvo una discrepancia abierta desde el principio, temerosa de perder sus privilegios seculares. Se alineó de esta manera con los sectores políticos y sociales más conservadores, lo que desembocó en episodios contra el clero, que ya se habían producido a principios de siglo por los mismos motivos: la Semana Trágica de Barcelona de 1909, pese a que se desencadenó contra la catástrofe económica y social que significaba satisfacer el militarismo en Marruecos tras el desastre colonial de 1898, se transformó en un movimiento anticlerical que culminó con el masivo incendio de iglesias y conventos. Pero la violencia de los grupos descontrolados de criminales de toda clase contra los miembros de la Iglesia como diana preferida fue producto del desenfreno de la contienda armada ocasionado por el alzamiento fascista: el propio golpe causó la disolución del poder del Estado, lo que motivó, en los primeros tiempos del enfrentamiento, los asesinatos de religiosos, terratenientes y gentes de derechas en general, así como asaltos a la propiedad, hasta que el gobierno republicano consiguió reorganizar el ejército y disolver las milicias.3

Víctima de esta violencia fue la familia de mi padre. Mi bisabuelo, Domingo Boix Ferrer, alcalde y concejal de La Jana en diferentes ocasiones por el Partido Liberal, fue asesinado a tiros a los 65 años al poco tiempo de iniciarse la Guerra Civil, el 16/10/1936, en las afueras de Tirig, tras ser apresado en casa de su hija Plácida en Albocàsser.4

Mi familia es, pues, un buen ejemplo de la sinrazón del enfrentamiento político y de la Guerra Civil, así como del sufrimiento y las experiencias traumáticas que marcaron a la generación de mis padres: la de mi madre fue víctima de la violencia del fascismo y la de mi padre, de los grupos descontrolados de milicianos. El régimen franquista instruyó una Causa General para examinar los actos represivos del bando republicano, que fueron castigados con la muerte o con la cárcel, y en el mejor de los casos conllevaron el exilio.5 Los crímenes fascistas, por el contrario, fueron legalizados e institucionalizados, sin que podamos tener constancia exacta de su dimensión (Chaves, 2007: 191-192). Por otra parte, la represión franquista no se limitaba a ejercer la violencia, sino que atentaba contra la memoria de los fallecidos, como vamos a ir constatando, lo que desembocó en que muchas víctimas republicanas hayan sido olvidadas durante décadas y otras muchas sigan desaparecidas, debido a la tardía y tibia política de reparación que se ha hecho desde la Transición hasta la actualidad.6

Además de la política represiva característica de los totalitarismos, sobre la que trata gran parte de este libro, el régimen nacionalcatólico franquista mantuvo e incluso aumentó los privilegios del clero, al que se confió la educación del Estado y el ejercicio de la censura, y también los de los demás estamentos que le habían apoyado. Las consecuencias fueron, entre otras muchas, la ausencia de derechos legales de las mujeres, dependientes de sus padres o cónyuges, y de los homosexuales, el mantenimiento de las injusticias sociales o la persecución de las diferentes lenguas y culturas del Estado.

Martín, al inicio de sus memorias, rememora las injusticias padecidas de niño, a principios del siglo XX, que le marcaron para siempre. No es casual que den comienzo con el recuerdo de su tarea como pastor en plena infancia sin otra remuneración que una comida que consistía en pan duro y tocino rancio, en ocasiones agusanado; y con el relato de un viaje con unas cabras a través de una zona muy fría y montañosa para conducirlas a una masía cercana a uno de los lugares más elevados de la sierra de Gúdar, el alto de la Zaragozana, de casi 2.000 metros de altitud. Al final del repaso por su infancia dice unas palabras de gran relevancia para entender su biografía: «a medida que yo crecía y veía las injusticias me hacía más rebelde». Nuestro protagonista nació y se crio en el Molino Alto, que sus padres «tenían a rento», igual que Delfina y Luis, hermana y hermano mayores, y las pequeñas, las mellizas Pilar y Teresa.7 Los dueños eran los Lozano, originarios de Valdelinares:8 «mis padres se pasaron la mitad de la vida con ellos, unas veces renteros y otras medieros, pero siempre supeditados a ellos».9 Aunque afortunadamente la diferencia entre clases no es tan grande como en los inicios del siglo XX, sobre todo porque no hay tanta pobreza, los Lozano siguen teniendo tierras y posesiones en arriendo y un mausoleo propio en el cementerio de Cedrillas.

Cuando Martín tenía 17 años, sus padres ya se habían ido del Molino Alto, pero se vio obligado a trabajar con ellos. En muchos pasajes de la biografía manifiesta el enfrentamiento con su padre porque el anhelo de toda su vida, desde pequeño, fue independizarse de un patrón. Intentó irse a América, pero tuvo que desistir por falta de medios. A la vuelta del servicio militar, y con su padre siempre en contra, se trasladó a Manzanera para aprender el oficio de carpintero, que de tantos apuros lo salvó a lo largo de su vida. Lo acogieron mis abuelos Delfina, la hermana mayor, y Eleuterio, allí destinado como guardia civil:10 Martín siempre me habló con gran cariño de ellos y se mostraba muy agradecido por cómo lo trataron.

En el camino de vuelta a Cedrillas conoció a la que sería su mujer, Inocencia, de Formiche.11 Gracias a la famosa Feria Ganadera de Cedrillas consiguió el alquiler del café del pueblo, hecho que le cambió la vida, pues con el dinero que consiguió arrendó al Ayuntamiento un local donde montó un café y un taller de carpintería. Y también gracias a la generosidad de Florencio Martín Sebastián Cabezón, que se lo dejó barato y lo ayudó a conseguir las provisiones: contrasta el agradecimiento humano con el que habla de él en la biografía y la fría visión política del informe, donde se limita a decir que fue alcalde durante la dictadura de Primo de Rivera y que se pasó a las derechas en el Bienio Negro, con el consiguiente efecto negativo por su ideología.12 Pese a que el café era mucho más rentable y menos laborioso, lo vendió para dedicarse a la carpintería, porque él no podía atender los dos negocios. Intercambió su casa con Antonino Górriz, lo que supone otro ejemplo de la buena relación que tenía la gente en un pueblo como Cedrillas más allá de la ideología política: en efecto, como figura en el sumario que se le abrió tras la guerra, Martín lo puso como testigo de su buena conducta, pues Antonino era el delegado de falange del pueblo.13Sus intentos de que la familia lo ayudara en el café fracasaron, pues su hermana Pilar, que se trasladó desde Valencia para estar con su novio Mariano, hijo del secretario de Cedrillas, «se ponía a hablar con el novio en el mostrador y esto hacía mal efecto»;14 y de Inocencia, con quien se casó el 21/10/1933 en Formiche Alto, dice: «mi esposa era buena para la casa, pero no aprovechaba para el café; no sabía cuentas ni su temperamento era apropiado».

Para hacernos una idea del ambiente político anterior a la Guerra Civil en Cedrillas, resulta interesante hacer un repaso de algunos nombres que figuran en el informe de Martín. En la lista de ocho dirigentes de la UGT en 1931, cuando se proclamó la Segunda República, figuran tres personas que «se pasaron a las derechas» en el Bienio Negro, llamado así por los de izquierdas porque fue el período comprendido entre las elecciones de noviembre de 1933 y las de febrero de 1936 en el que gobernó la derecha. En realidad, no cambiaron su ideología, sino que, en este bienio, más favorable para ellos que el anterior, «el centro sindical se transformó en centro radical con todos los más ricos del pueblo y algunos obreros y campesinos que ellos dominaban». Dos de estos son los hermanos Martín Sebastián, el mencionado Florencio Cabezón –que había sido alcalde en la dictadura de Primo de Rivera– y Daniel Chané, cuatro años más joven, a quien Martín califica como «el explotador más grande de la provincia de Teruel». El hijo de este último, Alfredo Martín, era el encargado de llevar a Teruel, donde se encontraba el ejército sublevado al inicio de la guerra, a los reclutas que recogía del pueblo, antes de que fuera ocupado por los republicanos: a principios de los años cuarenta fue alcalde de Cedrillas y firmó la libertad condicional para que Martín fuera al pueblo. El tercer sindicalista de derechas era Ricardo Guillén Guillén Casero, quien «tenía el mejor comercio del pueblo y un camión».15 Este comerciante, natural de El Castellar, corroboró las palabras que Martín le dijo a un hijo de Tomás Lozano: «Marcial, ahora no estamos en aquellos tiempos que en la Palanca de Gúdar vosotros comíais manjares y yo tocino rancio».16 Este episodio de la biografía previo al estallido de la Guerra Civil, cuando ya se encontraba en una buena posición económica, refleja muy bien la huella que dejaron en Martín las injusticias sociales de su infancia.

Fig. 6. Anverso del Acta de nacimiento de Martín Centelles Corella. Fuente: Gonzalo Fuentes Sánchez.

Fig. 6. Reverso del Acta de nacimiento de Martín Centelles Corella. Fuente: Gonzalo Fuentes Sánchez.

Fig. 7. Estado actual del exterior y del interior del Molino Alto, donde se criaron los cinco hermanos Centelles Corella con sus padres Manuel e Isabel, que «lo tenían a rento».

Fig. 8. Foto de Martín durante el servicio militar junto a sus hermanas pequeñas, las mellizas Pilar (izquierda) y Teresa (derecha). Como era del reemplazo de 1927, tendría unos 21 años y sus hermanas, 15.

1 Sobre el terrible retroceso en los derechos de las mujeres y sus condiciones de vida con el advenimiento del franquismo y su estrecha moral, véanse Roca (1996), Domingo (2007) y Monlleó (2014).

2 Sobre los falsos panfletos que proliferaron con planes detallados de una inventada revolución que justificara la sublevación fascista como un movimiento contrarrevolucionario preventivo, véanse Fontana (1986: 11-12) y González Calleja (2016).

3 Según las últimas investigaciones, la cifra de asesinados en la zona republicana fue de unos 50.000, de ellos unos 6.700 religiosos, la mayoría en los tres primeros meses de guerra. Se suele partir de la cifra de 6.832 establecida por Antonio Montero Moreno (2004), cuya primera edición es de 1961, a partir de la cual los autores han ido haciendo sus cálculos, normalmente un poco a la baja. En el País Valenciano, casi un millar de religiosos, religiosas y sacerdotes fueron asesinados (Gabarda, 2014: 15). La violencia contra los religiosos se caracterizó por la persecución sistemática y el virulento sadismo con que se produjeron en muchas ocasiones las ejecuciones. Sobre esta violencia en la Guerra Civil, véase Ledesma (2011).

4 Su nombre figuró en la «lista de caídos por Dios y por España» de la Iglesia de La Jana hasta que fue borrada hace unos años, lo que no supuso consuelo alguno para la familia de mi padre; en efecto, en la medida de mi conocimiento, nadie ha mantenido contacto con la Jana, pues los inductores del crimen eran conocidos del pueblo. Los tres hijos que tuvo de su primer matrimonio con Plácida Pla Escuder –no tuvo descendencia de la segunda, Tomasa Beltrán Prades, fallecida también antes que él– rehicieron su vida en otros lugares: el mayor, Luis, era apoderado de la plaza de Toros de Vinaròs, población donde siguen viviendo sus descendientes; de la mediana, Plácida, establecida en la casa de Albocàsser de donde sacaron a su padre para matarlo, nada sabemos; la hija pequeña, mi abuela Elvira, vivió en el centro de Valencia, donde nació mi padre. Es este un buen ejemplo de las cicatrices que dejó la guerra en los supuestos vencedores, pese a la reparación de su memoria, que les fue negada a los muertos del bando contrario.

5 Los sospechosos del asesinato de Domingo Boix Ferrer que figuran en la causa abierta en 1941 (AHN, FC-CAUSA GENERAL, 1402, EXP. 5, PG. 4) eran Vicente Balaguer Pavía y Carlos Verge Marco: el primero huyó a Francia y el segundo pasó, desde el campo de concentración de Albatera, a la prisión de Orihuela (27/04/1939), donde estuvo dos años hasta su traslado a Castellón (12/03/1941), en cuya prisión fue fusilado el 27/01/1943: AHPA, Legajo 12574/IP-66. En su declaración, el hijo mayor del asesinado, Luis, dice que no sabía quiénes eran los autores, pero sospechaba de los componentes del «comité marxista» del pueblo, el mencionado Carlos Verge y Tomás Ramón Boix Vallés, alcalde de La Jana en los primeros tiempos de la guerra, que fue represaliado, pero no muerto; el 30/03/1942, cuando hizo la declaración, Luis Boix tenía 47 años, y sus hermanas, Plácida 45, y Elvira, mi abuela, 39: AHN, FC-CAUSA GENERAL, 1402, EXP. 5, PG. 26. Hay otra causa anterior, abierta poco después de la ocupación del pueblo por las tropas franquistas, en 1938, en la que se lee que, sin saber nombres, los autores del asesinato habían sido gente de La Jana y Sant Mateu, y que Domingo Boix había sido alcalde por el Partido Radical (FC-CAUSA GENERAL, 1404, EXP. 81, PG. 4). El nombre de los acusados del crimen figura entre los autores del asalto al Ayuntamiento el 21/09/1936, en el que fueron lanzados por el balcón todos los documentos municipales y quemados tras ser trasladados en un camión a las afueras del pueblo (FC-CAUSA GENERAL, 1404, EXP. 81, PG. 8). Se dice, asimismo, que «Por los individuos que formaban el Comité y Ayuntamiento fueron llamadas las personas de derechas que consideraban adineradas para que entregaran diferentes cantidades, con la amenaza de que serían pasadas por las armas sino (sic) lo hacían en plazo perentorio; por tal motivo se recaudó bastante dinero. También fueron incautadas varias fincas rústicas y urbanas, así como caballerías, aperos de labranza, cosechas y enseres domiciliarios». Según nos dijo nuestro padre, el pago de un rescate no impidió que fuera asesinado su abuelo.

6 En contraste con esto, la práctica totalidad de los religiosos asesinados fueron identificados, homenajeados e inhumados poco después del final de la contienda, y años después muchos han sido beatificados y santificados (Viana, 2017: 328-329). Paralelamente a estas beatificaciones, la Iglesia española se ha mostrado claramente contraria a la denominada memoria histórica: véase Sánchez Cervelló (2017: 97-99). Llama la atención que muchos políticos de la derecha española hayan acudido a estos actos de beatificación mientras se muestran hostiles a cualquier actuación en favor de la memoria democrática con la excusa de no reabrir las heridas del pasado; pero no menos responsables son los dirigentes socialistas, que han actuado con enorme tibieza a nivel estatal, en contraste con los muchos y buenos ejemplos a nivel municipal de trabajo en favor de la restauración de la memoria de las víctimas del franquismo.

7 El Molino Alto, cuyo edificio aún sigue en pie pese a estar abandonado desde hace muchos años, se encuentra en la partida del Molino de Aguanaj, a poco más de 4 km del pueblo de Cedrillas, muy cercano al Pinar, un lugar muy hermoso que ya en mi infancia estaba perfectamente habilitado para una comida campestre, con parrillas para hacer fuego, mesas y asientos de piedra y una fuente con abundantísima agua. Un kilómetro río arriba de este Pinar se encuentra el nacimiento del Mijares, cuyas aguas hacían funcionar el molino donde vivió Martín en su infancia, antes de su paso por el pueblo.

8 Tomás Lozano Galindo (Valdelinares, 1861-Teruel, 15/02/1935), «el rico del pueblo» como lo llama Martín, se casó en primeras nupcias con Purificación Dolz Marzo, fallecida en 1903, que pertenecía a una de las familias más nobles de la zona, los Dolz de El Castellar, de antepasados ilustres en Cedrillas, con la que tuvo cuatro hijos y una hija: Rafael (1890), Pilar (1891), Marcial (1894), José (1898) y Tomás (1902); el primero, abogado pero dedicado a la ganadería (tenía las únicas reses bravas de la provincia), falleció repentinamente en Cedrillas a los 39 años: de su declaración de herederos abintestato he recopilado datos sobre la familia (AHPTEJUD/21/8). Martín lo menciona en la biografía porque le tiró al suelo una naranja, la primera que probó, a los 8 años, en el mencionado viaje con las cabras de Cedrillas a Valdelinares. De su segunda mujer, Agustina Alegre Górriz, que murió en 1912, tuvo una hija, Milagro (1909), la única más pequeña que Martín, «una hija de mi edad» con quien jugaba en su infancia.

9 El mediero, término que repite Martín en muchas ocasiones, era quien vivía con su familia en una masía, masada o mas, y trabajaba con sus animales de labor, aperos y herramientas, las tierras y el ganado del propietario. Se llamaba así porque los beneficios se repartían a medias, y era la forma de explotación más habitual, pues el arriendo (el otro tipo de contrato del que habla Martín) era mucho menos frecuente.

10