Memorias de un acontecer - Luis Mata - E-Book

Memorias de un acontecer E-Book

Luis Mata

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Beschreibung

"Memorias de un acontecer" es una obra poética que captura la esencia de la vida a través de versos profundos y emotivos. Cada poema es una ventana al corazón y la mente del autor, invitando al lector a explorar sus propias emociones y recuerdos. Con un estilo lírico y reflexivo, esta colección es un viaje a través de las experiencias humanas más universales.

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Seitenzahl: 114

Veröffentlichungsjahr: 2024

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LUIS MATA

Memorias de un acontecer

Mata, Luis Memorias de un acontecer / Luis Mata. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-5255-6

1. Poesía. I. Título. CDD A861

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de contenido

Dedicatoria…

Agradecimiento…

Prólogo

Poemas

Lo que me compone.-

(Des)composición de lo sublime

A esa voz

A poca prisa

Aguardando tus palabras

Al borde de un verso

Al mar

Algún misterio de esta noche

Algún recuerdo del tercer piso

Alusión numérica

Amanecer de nuevo sol

Amelia

Andino

Anochece en tu cariño

Antecedente de una hipérbole

Aquello que se ha escrito

Bajo la luz del anochecer

Bruma onírica

Caminando hacia ella

Casa, memorias y mi vida

Cercana desconocida

Compañera de mis líneas

Contigo o sobre ti

Cronología criminal

Cuestión de ser, cuestión de dar

De antes, de hoy

De la tarde, nuestras tardes

De las calles, de nosotros

De los hechos; afinidad

De ser posible

De ti se trata

Dejo constancia

Del sentir y sobre ti

Desde aquí

Destinataria y destino

Dícese del domingo

Diluvio

Dónde está quien ya no está

Ecosistema

Ecosistema y romance

Efímera aparición

El abrazo. Abrazar(te)

El arte de tu dulzura

El despertar de una duda

El problema

Ella

En dolor mayor

En la búsqueda

Entre el cielo y el jardín

Eres

Ese verso incipiente

Estación del sentimiento

Estaciones (Haiku)

Estadía

Estrellas y tú

Fracción de nostalgia

Fragmento teórico

Fugaz y sublime

Hacia ti, desde mí

Hipótesis de una posibilidad

Intentos nocturnos

Interpone recurso poético

Invierno letal

Irse (conjugación)

La cebolla

La hoyada

La lluvia de este día

La lluvia se lo ha llevado todo

La magia suya

La razón de no estar contigo

Las sensaciones de una bitácora

Línea 2, dirección opuesta

Lo que pienso al mirarte

Lo que se siente desde lejos

Lo que tus ojos me dan

Magnus

Memorias son solo eso

Mi entorno

Mi madrugada en ti

Mirándola a través de mí

Mismísima luna

Niños de la calle

Noche y (dis)gusto

Noches de exilio

Olivia

Palabras de apertura

Palabras de un viernes

Para quien deba cumplir

Pequeña

Permítame

Presagio de libertad en la luz del faro

Qué será despertar

Queriéndote en las sombras

Recipientes

Recuento

Recuerdo de ti

Reflejos de ti

Reflexionando(te)

Reflexiones en miranda

Rocío

Septentrión

Siendo que te has ido

Sin respuesta aparente

Sobre el encanto suyo

Sobre la lluvia de este día

Sobriedad

Soledad

Solicito se provea

Sol menor

Su huella de cielo

Sublevación de los mártires

Téngase presente

Trayecto del sentir

Tuyas que son mías

Un café sabor a destino

Un grito ahogado a la memoria

Un lienzo en las alturas

Un sentir irreductible

Una tarde mas

Una y mil razones

Unas letras en zafra

Universo de humo

Usted aquí

Viajero

Volviendo a ti

Y si

A Víctor

Reflexión del que se ha ido

Dedicatoria…

“Pa’ morirse,

Solo hay que estar vivo.”

Luis Marin.

Este que fuera, el primero de mis libros,

enteramente dedicado a mi abuelo.

A ese,

también llamado Luis,

Algunas veces llamado “Kiko”,

Otras tantas “Kikaraká” (en palabras de mi querida tía Rosa);

Y en palabras mías (también de sus otros nietos, y de sus hijos),

Papi.

Agradecimiento…

Profundamente agradezco a mis padres, Rita Mayelin y Manuel José. A mis abuelos, los tres que aquí están, y a Manuel, que aún desde lo infinito, siempre se ha hecho presente en mi vida.

A mis primos pequeños, que, aunque ya no lo sean, siempre me han de impulsar a ser mejor cada día; a ser un ejemplo para ellos, y fundamentalmente, para mí mismo.

Prólogo

“Comencé a escribir un día, solo por buscar un camino de desahogo. Luego sentí que copiar cosas que en muchos casos son la realidad de tu vida, no solo te ayuda a sentirte bien, sino que, siempre, aquella persona a quien se lo ha escrito, comienza, si no lo ha hecho aún, a entenderte…”.

Manuel J. Mata

Barquisimeto, 28/11/1991

Poemas

Lo que me compone.-

De mi madre,

Su tecnicismo y el ser positivo

Ante cualquier cosa;

De mi abuelo,

El amor por los libros

En cada una de sus letras;

Y de mi papá, indudablemente,

El alma noble para ser poeta.

(Des)composición de lo sublime

No haría falta concurrir

Ante las esferas y cúspides gramaticales

Pues, tan solo es verso y verbo

La suntuosidad que implica amarle de facto.

Perpleja la luna cuando coinciden

Hasta el estrellado cielo ha de inmolarse

En la silueta que dibuja

Cuando aparece en mi paisaje.

No es perfecta ni compleja

Simplemente es indescriptible

Atroz, feroz y adjudicadle

Toda la poesía que soñé.

Logra imponerse con autoritarismo

En una república amurallada

Y en la penumbra institucional

Pudo reformar mi legislación.

Me declaré vencido, completamente

Y en cada loable pretensión

Pude afirmar mi decisorio

De darle amor a su presente.

Que, de vivas llamaradas

Arde la hoguera que de ella irradia

Entonces desconocí el frío

En la calidez de un invierno a su lado.

La brevedad de lo perfecto

Fue definido en su sonrisa

Perplejo yo, en cualquier lugar

Si al sonreír ella, le veía.

Llegó iluminando mi siglo oscuro

En un renacimiento memorable

De mi contractualismo hacia sus besos

Y en su belleza inefable.

A esa voz

Alumbra tu voz

Mi trasnochado pensar,

Siendo alivio.

He encontrado

Una muestra de amor

Hoy, al besarnos.

La noche breve;

Hay dos gatos, un perro,

Y mil caricias.

A poca prisa

Un trayecto largo

En cuya obscena oscuridad

Las estrellas, iluminan el pavimento

Y un Bus-cama, me aproxima a ti.

Madrugada gélida, como ninguna otra

Llora una niña

A pocos asientos del mío,

Será el hambre, será el frío.

Recuerdo el camino en cada momento

Lentamente lo recorrí

Las imágenes distintas, banderas tricolores

Luz, día.

Hoy,

Solo queda la distancia

Y por los momentos

Una avería en el vehículo.

Nos detuvimos

He dejado de soñar

Me hallo en la oscuridad,

Desperté.

Resultó no ser nada

Retomamos la danza en el pavimento

Donde, solo la estremecida de los baches

Nos mantiene atados a la realidad.

El alba, es escurridizo entre las cortinas

Aminora la violencia del sueño

Sucumbe ante la paciencia, así

El amanecer.

El Ávila, su inmensidad

Arropado entre las nubes

Deleita magníficamente

Nuestro horizonte.

Llegué

y en casa, mi primo

En la calle, el metro

La fajardo y su soledad.

No escucho detonaciones

No encuentro el típico aroma a lacrimógenas

Silencio;

Pero no las torres.

Silencio perturbador

Solo la rutina despavorida

Abarrota de ruidos incesantes

Esta atmósfera entristecida.

Lo que queda

Allí,

Lo que ha quedado

Es un campo de batalla.

De nuevo entre tus calles

El gran muro rojo

De aquella biblioteca

Habrá estado esperándome.

La casa que vence las sombras

Asombrada en la derrota

Asume la trascendencia

De lo que llamamos juventud.

En fin, así voy

A poca prisa por tus calles

Bajo un certero preludio

De las diligencias.

Retomaré tu reflejo

En la ensenada

De mi sesgada existencia

Con rumbo hacia la Baralt.

Aguardando tus palabras

Me has hablado de una carta

Que, tanto es mía, como tuya

Embebida en tus palabras

Y en esta emoción conjunta.

Me estalló entonces la idea

De compartirnos letras, varias

De encontrarnos en otro plano

Y seguir sintiendo esta magia.

Donde dejaré el próximo verso mío

Sino, tallado en el papel más cercano

Escribiéndote con intensa emoción

Como una fresca brisa de verano.

Siento acercarme a Julio

Pero estoy más lejos que la palabra

No obstante, tu gusto por Alejandra

Animaría nuestro intercambio de cartas.

Me impacta profundamente

La incertidumbre de tus líneas

Lo impredecible de tu decir

Y la maravilla cuando me miras.

Ya he dejado de pensar

Cada palabra articulada

Me entregué a la emoción

De disfrutar(nos) sin escalas.

Hallamos, por ende, un marzo

Evaporándose en su totalidad

De él sustrajimos sus momentos

Que, pareciendo ficción, es realidad.

Aguardo entonces, emocionado

Ante la magnitud del gesto tuyo

Volcando sentimiento y palabra

Con la sutileza de un susurro.

Al borde de un verso

La silueta de tu sombra aparece

Con terrible insolencia este domingo

Indeleble, temible, tu abismo

Me condena a huir cuando amanece.

Los caminos se han dispersado

En parsimonioso desastre

Aún cuando ya sé que llegaste

Continuamos allí, entrelazados.

El pulso que se escapa

A delatarnos esta noche

Sentido, elevado, entre roces

Sabe que no es una trampa.

Se cumple entonces mi cometido

Al rozarte los labios con ternura

Inmediatamente pierdo yo la cordura

De ti he sido yo, el objetivo.

Se adorna mi cabaña con tus pasos

Tus pisadas, sobre mis pies

La noche tan joven que nos ve

Augura el momento de amarnos.

Hay una historia posible aquí

Y ha sido, circundante a cada uno

Conquisto el Monte de Vénus; preludio

Del mar que está por venir.

La llovizna nos moja la cara

En nuestro rostro, humedad de amor

Es un instante abrasador

Que nos promete un mañana.

Me encuentro a la vera de un verso

Mientras intento al sentir, esquivar

Para no volverme a enamorar

Ahorrándome así, un sufrimiento.

Al mar

A dónde van las escaleras que van al mar

Dónde se pierden mis pasos

Dónde el silencio hincha las olas

Que, en la orilla atracan sin descanso.

Azul infinito ante mis ojos

Perfume de sueño en realidad

Ante un contraste de distancia

Donde mis penas puedo despojar.

Abrumadora tempestad

La que se desvanece

Allí, en el agua sin peces

Una inmensidad silente.

Vengo a buscarte y te encuentro

En la caminata de estos días

Acompañado de tu voz

Para ahuyentar esta agonía.

Se roban el horizonte

Los barcos que en el reposan

Mientras el canto de un sinsonte

Me otorga en su vuelo una prosa.

Predico el amor como verdad

Ante todo, es mi manifiesto

Herramienta de lucha que agencio

Y que llevo siempre en mi morral.

Al mar van esas ideas

Reflexionadas con la brisa

Vuelven a mí con gran violencia

Y sobre mí se deslizan.

Acompañadas de mi caminar

Mientras los buques se alejan

Ellos se adentran al mar

Como esta vieja escalera.

Algún misterio de esta noche

Qué silencio resguarda al poeta

En su declamación solitaria?

Y por qué enmudecen los versos

Que nunca nadie leyó?

Qué razón tiene el poema

Cuando asevera algún romance?

De qué amor hablamos entre líneas

Al escribir de madrugada?

Será posible extender una caricia

Con la precisión de algún Haiku?

Cómo escapa quien escribe

De aquél pantano de emociones?

O acaso se hace impermeable el poeta

Después de tanta poesía?

Por qué el viento no responde

Los versos que un día le grité?

Si las palabras se las lleva el viento

Por qué no secuestra mi vocablo?

Algún recuerdo del tercer piso

Puedo acariciar con sutileza

Cada rincón de mi cama

Y respirar puramente

El aroma de mi hogar.

Seguro, indudablemente mío

Casi mágico y perfecto

Como lo mantenían mis padres

Donde siempre tuve refugio.

Paredes perpetuas

Que repelieron mis miedos

Donde siempre estaré

Aunque mi aliento se extinga.

Rincones que contemplan mis travesías

Imágenes que reflejan quién soy

Momentos que sostienen mi existencia

Como estatuas de próceres en las plazas.

La reja estruendosa

La puerta preciosa

El metal que abraza el ventanal

El parque, la avenida principal.

Los atardeceres implacables

Que atesoraban mis ojos

La gente que aún vive

En mi memoria latente.

Escucho voces

Que aún sostienen mi nombre

Silbidos nocturnos

Que reconocí siempre de lejos.

El olor del café

Cada vez que madrugaba

Las luces lejanas

Que aproximaban al sol.

Alusión numérica

He perdido la cuenta

De cuantas tazas de café

Me he tomado.

He perdido la cuenta

De todas las horas

Que han pasado.

He perdido la cuenta

De tantas veces

Que repetí esa canción.

He perdido la cuenta

De las veces en que

Me ha sorprendido el amanecer

Siempre silencioso

Escabulléndose en el corredor.

He perdido la cuenta

De los estruendos que generan

Los pensamientos en mi cabeza

Que me impiden dormir,

Y me tienen aquí,

En esta mesa.

He perdido la cuenta

De las veces que he comido solo

Un desayuno, un almuerzo, una cena

A quien le importa; una comida más.

Lo importante ha sido

Llenarme de felicidad, de amor

De comida también.

Tristeza, hambre y soledad

Son sinónimo de vacío

En multiplicidad de formas.

He perdido la cuenta

De las veces que en ti

Me quedé pensando;

De las veces que lloré

En mi camino de regreso

Al lugar que nunca llegué.

He perdido la cuenta

De los días en que amanezco

Sentado junto a una taza

Y mil poemas sin escribir.

He perdido la cuenta

De los niños que me cruzan en las calles

Descalzos hasta de alma,

Y vestidos en mugre.

He perdido la cuenta

De las cosas que he visto

Tantas, que no sé qué son

Y tal vez algunas, mi imaginación.

Mujeres, perdí la cuenta

De haberlas visto en agonía de alma, de vida

Adornando la oscuridad

Del parque independencia.