Mis Huellas en el Camino de las Estrellas - Francisco Moyano - E-Book

Mis Huellas en el Camino de las Estrellas E-Book

Francisco Moyano

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Beschreibung

Cuenta la leyenda que desde la Edad Media, se creía que la vía láctea fue la senda esbozada por el apóstol Santiago (el mayor) que guiaba y acompañaba a los peregrinos en el Camino hasta su sepulcro. De hecho, el nombre de Compostela deriva de Campus Stellae (Campo de estrellas). En el año 2017, tuve la oportunidad de hacer famoso "Camino de Santiago" y después de recorrer más de 850 km. llegué. Fueron 30 días muy intensos y movilizantes, en los que caminé, reí y lloré mucho. Conocí y compartí con gente de distintas partes del mundo, pero tal vez lo más importante es que me conocí mejor a mí mismo. Sin imaginarlo, finalmente resultó ser un Camino más interno que externo. En esos días, pude comprobar lo poco que se necesita para ser feliz. Quien haya tenido la posibilidad de hacer el Camino y convertirse en peregrino, seguramente me comprenderá. Y a los demás, espero de corazón que los aliente a hacerlo. No se arrepentirán.   "BUEN CAMINO."   https://mishuellasenelcamino.carrd.co [email protected] Instagram: huellas.caminodelasestrellas

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Seitenzahl: 331

Veröffentlichungsjahr: 2022

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Francisco Moyano

Mis Huellas en el Camino de las Estrellas

Mi Peregrinación a Santiago de Compostela

Moyano, Francisco José Mis huellas en el Camino de las Estrellas : mi peregrinación a Santiago de Compostela / Francisco José Moyano. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-2339-6

1. Novelas Testimoniales. I. Título. CDD A860

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice

Prólogo

Mi peregrinación a Santiago de Compostela Introducción

Agradecimientos

MIÉRCOLES 24/5

JUEVES 25/5 y VIERNES 26/5

SÁBADO 27/5

1a. Etapa – Saint Jean Pied de Port– Burguete(35 km)

DOMINGO 28/5

2da. Etapa – Burguete – Zubiri(25 km)

LUNES 29/5

3da. Etapa – Zubiri –Zavaldika - Pamplona(25 km)

MARTES 30/5

4a. Etapa – Pamplona – Puente la Reina(26,5 km)

MIÉRCOLES 31/5

5a. Etapa – Puente La Reina- Estella(25,5 km)

JUEVES 01/6

6a. Etapa – Estella - Torres del Río(31,5 km)

VIERNES 2/6

7a. Etapa – Torres del Río – Logroño(23,5 km)

SÁBADO 3/6

8a. Etapa – Logroño – Azofra(37 km)

DOMINGO 4/6

9a. Etapa – Azofra – Sto. Domingo de la Calzada(17,5 km)

LUNES 5/6

10a. Etapa - Sto. Domingo de la Calzada – Villafranca Montes de Oca(40 km)

MARTES 6/6

11a. Etapa - Villafranca Montes de Oca – Burgos(40 km)

MIÉRCOLES 7/6

12a. EtapaBurgos – Castrojeriz(42 km)

JUEVES 8/6

13a. EtapaCastrojeriz – Fromista(27.5 km)

VIERNES 9/6

14a. EtapaFromista – Terradillo de los Templarios(45 km)

SÁBADO 10/6

15a. EtapaTerradillo de los Templarios – El Burgo Ranero(31 km)

DOMINGO 11/6

16a. EtapaEl Burgo Ranero – León(37,5 km)

LUNES 12/6

17a. EtapaLeón – San Martín del Camino(27 km)

MARTES 13/6

18a. EtapaSan Martín del Camino – Astorga(25,5 km)

MIÉRCOLES 14/6

19a. EtapaAstorga - Foncebadón(27,5 km)

JUEVES 15/6

20a. EtapaFoncebadón – Ponferrada(28 km)

VIERNES 16/6

21a. EtapaPonferrada – Trabadelo(35 km)

SÁBADO 17/6

22a. EtapaTrabadelo – O´Cebreiro (Liñares)(22 km)

DOMINGO 18/6

23a. EtapaLiñares – Triacastela(22 km)

LUNES 19/6

24a. EtapaTriacastela – Sarria(23,5 km)

MARTES 20/6

25a. EtapaSarria – Portomarín (23,5 Km)

MIÉRCOLES 21/6

26a. EtapaPortomarín – Palas do Rei(26m Km)

JUEVES 22/6

27a. EtapaPalas de Rei – Arzúa(30 Km)

VIERNES 23/6

28a. EtapaArzúa – O Pedrouzo(21 Km)

SÁBADO 24/6

Etapa 29Pedrouzo – Santiago de Compostela(22 Km)

DOMINGO 25/6

Santiago de Compostela – Finisterre(En bus, pero caminando los últimos kilómetros)

Reflexión final (o casi)

Dorvalino (Brasilero)

Antonella (Italiana)

Antonio (Español)

Jorge Bilbao (cardiologo)

Sobre el autor

Sinopsis

PRÓLOGO

Confieso mi ignorancia. Cuando en mi juventud un hermano marista del Colegio Champagnat nos habló del Camino de Santiago, se refirió en su clase de Geografía a la Vía Láctea, ese conglomerado de estrellas que en las noches claras de primavera y verano surcan el cielo de nuestra querida llanura pampeana. Por años, ese fue para mí el Camino de Santiago.

Hace poco tiempo el comentario aislado de algún amigo despertó mi atención y “El Camino” pasó a ser una peregrinación a la casa del apóstol a quien le costó mucho ser escuchado por su pueblo, hasta que se rindió a los pies de la Virgen María, quien lo acompañó en su misión apostólica ahora sí con infinitos frutos espirituales.

Hasta aquí, en mi imaginario, subyacía la idea de que el Camino de Santiago era un desafío personal de quienes lo intentaban, mezclado con el espíritu religioso de eternos caminantes en pos de un objetivo final: llegar a abrazar al Santo en Compostela.

Pero un día vino Pancho, mi querido amigo, a mi oficina en la dependencia que compartíamos con intermitencias desde hacía más de veinte años y me comentó muy suelto de cuerpo que se estaba empezando a entrenar para caminar los más de 800 km del Camino de Santiago. No sólo eso, sino que tenía planeado comenzar desde Francia.

Por supuesto que mi primera reacción fue de sorpresa y escepticismo. Pero conociendo a Pancho, tenaz y constante cuando algo le interesa en serio, registré internamente el dato. No hubo que esperar mucho porque a los pocos días vino a comentarme que el sábado anterior había caminado desde su casa en el centro en Buenos Aires hasta la Catedral de San Isidro ida y vuelta (unos 45 km). Allí me convencí de que la cosa iba en serio. Y a medida que me fui enterando de todos los pasos que iba dando para la empresa, traté de acompañar y alentar el proyecto.

Doy fe de que, en el caso de Pancho, el Camino empezó mucho antes de que subiera al avión. Ningún detalle quedó librado al azar. Desde la compra del equipo adecuado hasta un prolijo cronograma día por día, del que desconfié infundadamente y que cumplió casi a la perfección como nos enteramos a partir de esta obra.

No me detendré a analizar el libro. Eso lo dejo para los queridos lectores. Sólo refiero que si sirvió –como no dudo que servirá– para despertar el apetito de este caminante en ciernes que sueña con una vivencia espiritual única entre paisajes incomparables y una mística que según el autor se va despertando día a día hasta el final del trayecto, bien vale la pena el esfuerzo realizado.

En lo personal, me sentí junto a Pancho en su caminar diario. Desde aquí lo acompañé con mi oración y mi pensamiento. Me sentí a su lado a partir de cada comunicación que me enviara. Sufrí con él cuando llegó la prueba.

Me emocioné con su gesto generoso de dejar junto al apóstol una cruz que me acompañó desde la partida de mi madre y que me costó entregar al principio del viaje en prenda de una intención personal. Finalmente me alegré cuando supe de su logro, que vislumbrará el lector que no fue solo físico sino de un antes y un después sobrenatural.

Mucho más quisiera transmitir. Pero imagino la ansiedad de comenzar a transitar las primeras páginas de esta obra. Solo resta entonces agradecer a Pancho la oportunidad que me ha dado de redactar estas líneas, que para mí se erige en un timbre de honor a nuestra amistad.

Ahora sí, paciente lector. A disfrutar de la lectura. A meditar con las experiencias del Camino. A caminar junto al autor. A cansarse y descansar con él … ¡Y a soñar con animarse!

César González Guerrico

Mi peregrinación a Santiago de CompostelaIntroducción

Entre el 27 de mayo y el 25 de junio de 2017 viví la experiencia más maravillosa que he tenido la suerte de realizar en mi vida:

“Hacer el Camino de Santiago”.

El Camino de Santiago es una peregrinación hacia Santiago de Compostela (Galicia-España), para visitar la tumba del Apóstol Santiago.

Se dice que hay tantos Caminos como peregrinos, porque históricamente cada persona que quería llegar a Santiago de Compostela iniciaba su peregrinación saliendo de su propia casa. La realidad es que en la actualidad hay muchos Caminos que llegan a Santiago de Compostela: el Camino Primitivo, el Camino Inglés, el Camino Portugués, el Camino del Norte, el de la Vía de la Plata, entre otros. El más famoso y con más tradición histórica es el “Camino Francés”.

Tras el descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago en el siglo IX y el inicio del Camino de Santiago, el Camino Francés es el itinerario más usado por los peregrinos procedentes de distintos puntos de Europa.

Francia es la entrada natural a la Península Ibérica, y los Pirineos la frontera más habitual.

El Camino Francés fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 1993 y es conocido como la “Calle Mayor de Europa”.

Uno de los puntos de inicio más populares de este Camino es la localidad francesa de Saint Jean Pied de Port, situada al otro lado de los Pirineos.

Una vez cruzados los Pirineos se llega a Roncesvalles, que es otro punto de inicio muy popular, pero ya en territorio español.

A partir de allí, son más de 800 km atravesando España de este a oeste hasta llegar a Santiago de Compostela.

En todo su recorrido el Camino Francés atraviesa más de 230 poblaciones, la gran mayoría pequeños poblados y aldeas de muy pocos habitantes. También por este Camino se llega a ciudades importantes (Pamplona, Logroño, Burgos, León y finalmente Santiago de Compostela).

El Camino Francés es el más famoso y popular y se calcula que 7 de cada 10 peregrinos que llegan a Santiago lo hacen por ahí.

Yo hice el Camino Francés. Durante 30 días caminé alrededor de 865 km, aunque en mi caso, después de llegar a Santiago continué hasta Finisterre, pequeña península española en la localidad de La Coruña (Galicia). Esta península penetra sobre el océano atlántico formando lo que se conoce como el “Cabo de Finisterre”, famoso por ser considerado uno de los puntos continentales más al occidente de Europa y conocido en la antigüedad como el fin de la tierra (del latín finis//terrae).

El Camino es una experiencia que puede ser enfocada desde varios puntos de vista: como algo religioso o espiritual, como una aventura o una excursión, como un desafío personal o como un reencuentro con uno mismo.

En mi caso no puedo decir que haya sido por un solo motivo. Fue una combinación de todos, porque estoy convencido que el Camino me dio todo eso y mucho más.

Había leído una vez que para quien lo hace, siempre hay más de un Camino en el Camino. Por un lado, está el Camino en sí, el real, el de cada etapa por distintos tipos de terrenos y paisajes, el Camino que hacemos con los pies cargando nuestra mochila, en fin, el del cansancio físico.

Ese Camino lo podemos hacer solos o en compañía de otros peregrinos, recorriendo y compartiendo los mismos senderos, a veces también los mismos albergues: los famosos paradores y lugares para comer, descansar y relajarse.

De hecho ¿cuántas veces nos ha ocurrido que, habiendo caminado junto a algún peregrino, dejamos de vernos por algunos días y nos volvemos a encontrar más adelante en algún albergue o lugar de descanso? Reconocernos y saludarnos, alegrarnos de saber que el otro estaba bien y tal vez compartir una picada o una comida, o simplemente, una buena conversación, saludándonos con el clásico, Buen Camino.

Pero también hay otro Camino y es el “Camino al interior de uno mismo”. Es el que va directo a nuestro corazón. Y ese Camino es absolutamente personal.

Aunque vayamos en compañía de otros peregrinos, este segundo Camino lo tenemos que recorrer nosotros solos. Nadie más puede caminar “Nuestro Camino”.

Como peregrinos tenemos etapas duras y exigentes, otras más fáciles, algunas que nos gustaría repetir y otras no, pero de todas seguramente aprendemos.

Y aprendemos mucho.

A medida que caminamos y se cansan nuestros pies, también nuestra mente experimenta cosas y en algún momento nos damos cuenta que eso mismo nos pasa por igual en “Ambos Caminos”.

Eso es así porque el Camino nos habla. Sí, aunque parezca extraño lo que acabo de escribir.

A todos los peregrinos, tarde o temprano el Camino nos habla, a cada uno de distinta manera y en diferentes momentos, pero siempre está queriendo transmitir algo, sea en un paisaje, en un descanso, en un lugar determinado o en alguna señal que uno interpreta en ese momento o más adelante.

Debemos estar atentos a esas señales que el Camino nos muestra a lo largo de los días, porque siempre tendrá algo para enseñarnos y nosotros tendremos algo que aprender.

En mi caso el Camino lo hice solo. Pero en realidad nunca estuve solo en el Camino. Soy un convencido que en este peregrinar, las personas con quienes uno se cruza tiene un sentido. Nada es casual, todo pasa por algún motivo y está en uno mismo con su libertad de elección tomarlo o dejarlo, pero de todo se aprende y mucho.

Después de haber caminado cerca de 900 km en 30 días, comprobé en carne propia lo poco que se necesita para ser feliz.

Los motivos por los que afirmo esto son muchos, pero por mencionar algunos, decir que estuve durante 30 días sólo con una mochila que pesaba en total 7,5 kg. Tenía un pantalón largo y uno corto, un par de buenas zapatillas de trekking, tres camisetas, dos mudas de ropa interior, tres pares de medias, unas sandalias, una campera para lluvia, una toalla de secado rápido, lo básico para el aseo personal, cargador de celular y documentos personales. Nada más.

Mi mochila fue mi casa durante más de 30 días y puedo asegurar que no necesité nada más. Eso me alcanzó de sobra y siento que fui un hombre feliz, pleno y afortunado en esos días.

Con estas líneas no pretendo dar una explicación acerca de lo que es el Camino de Santiago, su historia, de cómo debe hacerse o lo que cada uno necesita llevar. Sobre este tema hay muchas páginas escritas que lo explican con gran detalle. Hay guías, libros, testimonios y videos por cantidades que ilustran la riquísima historia de este Camino de más de mil años.

Simplemente he querido escribir sobre mi propia experiencia después de haber caminado durante un mes. Han pasado más de 4 años y puedo decir que casi todos los días me acuerdo de lo que representó el Camino para mí.

Mientras estuve allá llevé un Diario de Viaje donde iba anotando lo vivido en cada etapa. Cada tarde, cuando llegaba al albergue, en algún momento me ponía a escribir mi diario. Lo hacía para guardarlo como recuerdo y a mi regreso poder compartirlo con mi familia y amigos.

Por supuesto que también saqué mil fotos y grabé muchos videos.

Estando en plena cuarentena por la Pandemia Mundial del Covid 19, y recuperándome de una operación al corazón a finales de febrero del 2020, tuve tiempo de volver a releer mi diario y mirar las fotos y videos que saqué en el Camino. Al recordar tanto de lo vivido en esos días, sentí la necesidad de volcar en papel algo más de lo que había escrito en su momento.

Dicen que en realidad el verdadero Camino comienza una vez que uno llega a Santiago; lo que uno cree que es el final en realidad es un principio.

Recuerdo que en la última comida que tuve con mis amigos del Camino en Santiago, donde compartimos lo que había significado esta aventura, mencioné un dicho muy famoso que dice que el hombre, a lo largo de su vida debe:

“Plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”, a lo que yo agregaría, “y hacer el Camino de Santiago”.

Les conté que había cumplido 3 cosas, por lo que ahora solo me quedaba escribir un libro.

Simplemente trataré de comentar como era mi día a día. No tengo tanta destreza en escribir ni la facilidad que tiene gente que conozco, pero esta experiencia me animó a hacer cosas que antes no hubiera pensado y escribir es una de ellas.

En esta segunda edición del libro hice algunas modificaciones. En respuesta a lo que me consultaron algunos lectores, al comienzo de cada etapa agregué el número de kilómetros que caminaba por día. Es un estimado aproximado a la realidad para que el lector lo tenga como referencia, porque allí no se toma en cuenta lo que uno camina dentro del pueblo una vez que ha descansado y sale a recorrerlo. Les puedo asegurar que a veces son cuadras y cuadras, que a lo largo de los días suman kilómetros y kilómetros.

También incorporé al final de cada etapa una breve reflexión de lo vivido como así también alguna frase de las tantas que he leído en el Camino. Algunas porque me gustan y porque me marcaron mucho en algún momento y otras porque reflejan exactamente lo que viví en esos días.

A propósito de frases, recuerdo que al llegar a León después de una etapa que fue muy importante en mi Camino por todo lo que en ella viví, leí lo siguiente que sin duda me ha marcado mucho hasta el día de hoy:

“El Camino es como la vida, tiene momentos buenos y momentos malos, de alegrías y de tristezas, de plenitud y de sinsabores, de mucha energía y de cansancio, pero lo importante es no dejar, en ningún momento, de caminar”.

AGRADECIMIENTOS

Para esta nueva versión del libro, la lista de personas a las que quiero mencionar es muy larga y no quiero olvidarme de nadie.

En primer lugar, a mi familia que me apoyó para que yo decidiera viajar a España durante 37 días y cumplir mi sueño de peregrinar a Santiago de Compostela.

A mi madre y mi hermano Ramón que me hicieron el regalo de poder conocer Madrid y quedarme 3 días allí antes de regresar.

A mis otros hermanos que estuvieron siempre pendientes.

A mis primos, amigos y otras personas que rezaron por mí y yo también por ellos.

A Jesús y María, por haberme acompañado y cuidado todos esos días. Ellos saben que recé mucho y como nunca los sentí muy cerca.

A mi gran amigo César González Guerrico, que vivió mi Camino como si estuviera allí y quien fue la persona que me impulsó a que escribiera algo más.

A Virginia, quien tanto me alentó a publicar esta segunda versión. Ella se dedicó a la revisión minuciosa de cada párrafo y a una corrección muy atinada. Mucha paciencia y enorme trabajo. Gracias mi querida Vir. Sabés cuánto lo valoro.

A todos los peregrinos con los que compartí el Camino, muchos de los cuales tal vez nunca más los vuelva a ver, pero que sin duda estarán en mi recuerdo siempre.

Una mención especial a mi cardiólogo y ahora gran amigo, el Dr. Jorge Bilbao, quien con su diagnóstico oportuno sugirió una pronta y exitosa operación de mi corazón el 20 de febrero del 2020. Querido Jorge, nuevamente muchas gracias, ¡me salvaste la vida!

Cómo no mencionar a gente que fue muy importante para mí después del difícil año que me tocó pasar en el 2020. Sin lugar a dudas fueron mis ángeles. Su ayuda y constante apoyo lo sentí en el alma. Gracias mil a Inés Carafí (mi querida Coach), a mis sobrinos Guillermo, Pancho y Alicia. A mi sobrina Olivia quién diseñó la tapa y contratapa de este libro.

Por último, a todos los que me ayudaron con gran generosidad con la publicación del primer libro: Mi madre y mis hermanos Alicia, Juan Pablo y Ramón (Monchi), y al querido Carlos (casi un hermano mayor).

MIÉRCOLES 24/5

Mañana temprano en Buenos Aires. “Por fin llegó el día”.

Me costó mucho poder dormir; los nervios y la ansiedad me acompañaron toda la noche.

Hacía 5 meses que tenía organizado lo que llevaría y sabía que estaba todo guardado en la mochila, pero era inevitable volver a repasar mentalmente donde había puesto cada cosa, y lo que me faltaba comprar en Pamplona, la última ciudad que visitaría antes de comenzar a caminar.

A las 9 de la mañana, llegué al Aeropuerto ya que al mediodía salía rumbo a Santiago de Chile. De allí conexión a San Pablo y destino final Madrid. Ya estaba todo organizado con varios meses de anticipación por lo que nada podía fallar, ¿o si?

El primer tramo del viaje fue perfecto, cumpliendo el itinenario a horario en un vuelo muy relajado.

Cuando llegamos al aeropuerto de San Pablo alrededor de las 21:30 nos informaron que el vuelo de las 22:45 a Madrid se había cancelado y que recién saldría al otro día a las 11 de la mañana.

Para mí fue una pésima noticia ya que se empezaba a complicar todo lo que había planeado para los 3 primeros días.

Por lo pronto, ya perdía mi pasaje de bus desde Madrid a Pamplona y la reserva del Hotel Eslava en Pamplona para la noche del 25 de mayo.

También había reservado albergue el 26 en Saint Jean Pied de Port, por consiguiente, tenía que ver la manera de poder llegar a dormir ese día allí.

Además, por lo que podía observar no veía a nadie más con mochila o algo que me hiciera pensar que también iba al Camino.

Debo reconocer que la gente de LATAM se portó muy bien. A los 37 pasajeros que continuábamos hacia Madrid nos reservaron un buen hotel cercano al aeropuerto.

Para agilizar las cosas, nos entregaron un voucher para que luego de registrarnos, pudiéramos pasar directamente al comedor del hotel.

La comida y la cortesía que nos brindaron aplacó los nervios de casi todos nosotros. Al fin y al cabo, había sido una circunstancia imprevista que se resolvió muy diligentemente y llegamos a Madrid al día siguiente.

JUEVES 25/5 y VIERNES 26/5

A pesar de los nervios y la ansiedad, pude dormir bien. Bajé a horario y junto a los demás pasajeros, desayunamos y partimos directo al aeropuerto a las 7 de la mañana. Allí conocí a Loana, de Brasil, quien también haría el Camino saliendo desde Saint Jean Pied de Port.

Apenas supe que íbamos al mismo destino sentí un alivio enorme.

Ella me contó que también necesitaba estar el 26 en Saint Jean y cuando se enteró que habían cancelado el vuelo volvió a su casa y comenzó a averiguar qué opciones tenía cuando aterrizara en Madrid.

Me dijo: -Pancho, no te preocupes, ya tengo todo resuelto cuando lleguemos a Madrid. Tomaremos un tren y podremos estar el 26 en Saint Jean Pied de Port.

Seguramente mi alivio fue evidente e imposible de disimular. El día había comenzado muy bien para mí.

Por suerte el vuelo a Madrid salió a horario y después de 10 horas de vuelo llegamos a las 3 de la mañana del 26 (Hay 5 horas de diferencia entre Madrid y San Pablo o Buenos Aires).

Allí tuvimos que esperar un rato en el aeropuerto y alrededor de las 6 de la mañana tomamos un tren desde el aeropuerto hasta la Terminal de Trenes de Madrid (Atocha) y de allí a las 7:30 partimos directo a Pamplona, a donde llegamos antes del mediodía.

Ya en Pamplona, Loana se encontró en la terminal con otros amigos peregrinos, Emilio y Lady, también brasileños que la estaban esperando para ir en taxi directo a Saint Jean.

Se ofrecieron a compartir el taxi conmigo, pero yo tenía programado comprar algunas cosas en Pamplona. Entonces me acercaron al negocio de deportes donde compré todo lo que me faltaba. Muy recomendable.

Por primera vez estaba sólo en España, con mi mochila, mis pensamientos y mi enorme ansiedad por empezar. Luego de haber hecho las compras que necesitaba, tomé el bus local que me llevaba desde allí a la terminal de buses de Pamplona.

Llegué a la terminal al mediodía, compré el pasaje que tenía reservado para Saint Jean, y aproveché para recorrer algo de Pamplona, ya que el bus salía a las 14:30. La terminal queda alejada de la parte antigua de Pamplona: la zona amurallada donde se hace el famoso San Fermín. Como solo tenía un poco más de una hora decidí quedarme y conocer los alrededores cerca de allí.

Lo primero que hice fue ir a una tienda a comprar la tarjeta SIM para mi celular (en Orange), y de allí me crucé a un bar donde comí la primera porción de tortilla de papas (patatas) española.

A las 14 volví a la terminal donde me encontré con unos 15 peregrinos de distintos países, a los que no me fue difícil reconocer por sus ropas, mochilas y sobre todo porque parecían tener la misma ansiedad que yo.

El viaje fue de poco más de 2 horas por lugares muy lindos. La ruta ya comenzaba a mostrarme los paisajes por donde caminaría los siguientes días, pero en sentido contrario. Observando mucho verde, pasamos pueblos muy pintorescos y después de cruzar los Pirineos, ya en territorio francés, nos encontramos con Saint Jean Pied de Port.

Llegamos a las 16:45 y de allí fui directo a registrarme en el Albergue Beilari que queda en la calle principal, la Rue de la Citadelle.

Ya lo había reservado desde Buenos Aires. Por 35 euros incluía alojamiento, comida de bienvenida con todos los peregrinos y desayuno para el día siguiente. Era la única vez que pagaría esa suma por una noche, pero ya sabía de antemano que esa localidad era la más cara del Camino.

Como había tiempo hasta las 19 porque a esa hora teníamos comida de bienvenida en el albergue, decidí salir a conocer un poco Saint Jean.

Justo frente al albergue está la Oficina del Peregrino y como había poca gente entré directo para comprar la Credencial del Peregrino.

La gente que atendía era muy atenta y por suerte había un francés que hablaba bastante bien español. Después de comentarle de dónde venía me entregó la Credencial y puso allí el primer sello.

Luego me dio un folleto que tenía todas las etapas “tradicionales” del Camino Francés, con datos de la distancia entre distintas localidades, dificultad de cada una, e información de albergues y puntos de interés. También me sugirió algunas indicaciones que debía tener en cuenta sobre el Camino.

Antes de irme me invitó a que tomara una vieira de una canasta que había en un rincón. La vieira es un símbolo representativo del Camino que los peregrinos suelen colgar en sus mochilas. Elegí una y después de agradecerle me despidió con un BUEN CAMINO, PEREGRINO.

Era la primera vez que lo escuchaba y estaba dirigido a mí. Debo admitir que me pareció curiosa la expresión, pero que con el correr de los días lo entendería.

Ya comenzaba a parecerme a un peregrino, por lo menos tenía algo oficial que así lo acreditaba. Ahora sólo me faltaba empezar a demostrarlo a partir del día siguiente.

Después de hacer el trámite en la Oficina del Peregrino salí a recorrer las callecitas de Saint Jean. Subí por la Rue de la Citadelle que es una calle de piedra que está sobre el cerro de Mendiguren. En ella hay muchos alojamientos para peregrinos, como así también lugares típicos para comer y tiendas para comprar todo lo que uno necesite para el Camino.

Saint Jean Pied de Port tiene unos 1500 habitantes. Es un pequeño pueblo francés, medieval, con sus calles, puentes y edificaciones que al recorrerlas nos hace sentir que estamos en otra época. Todavía tiene gran parte de las murallas que la protegían y que, al estar tan bien conservadas, le dan un colorido y toque muy especial.

Después de subir unos 70 metros, la vista del lugar era increíble, parecía de cuentos.

Recorrí de punta a punta sus calles y paré en un bar a tomar algo. Recuerdo mirar de reojo a otras personas que estaban allí, seguramente de diferentes lugares del mundo, y allí pensé que todos éramos forasteros en ese lugar, pero que seguramente a partir de mañana como peregrinos, el Camino nos haría compañeros de ruta.

Allí mientras tomaba algo me puse a inspeccionar mi Credencial del Peregrino.

La Credencial es un documento que se le entrega a los caminantes antes de iniciar el Camino y que los acredita como peregrinos. Es como si fuera un pasaporte de cartulina donde el peregrino va registrando su Camino.

En cada pueblo, tanto en sus albergues, iglesias, y distintos paradores o bares, por lo general, tienen un sello identificatorio de ese lugar. Una forma de acreditar que el peregrino ha pasado por allí es sellando su Credencial en ese lugar.

Una vez llegado a Santiago todo peregrino puede solicitar que se le otorgue “La Compostela”.

La Compostela es una certificación que acredita que ese peregrino caminó los últimos 100 km, o anduvo los últimos 200 km en bicicleta.

Para obtenerla, una vez llegado a Santiago, el peregrino debe dirigirse a la Oficina del Peregrino que queda cerca de la Catedral y acreditar su Camino mostrando los sellos que ha puesto en su Credencial a lo largo de todo el Camino.

Regresé al albergue y allí pedí que me pongan el sello del lugar.

Al rato nos reunimos en el jardín donde tuvimos la comida comunitaria previa presentación de todos los peregrinos. Se percibía la emoción y ansiedad de cada uno por comenzar el Camino.

Éramos 15 peregrinos de 8 nacionalidades diferentes. Allí me encontré con los brasileños que había conocido con Loana en Pamplona: Emilio y Lady. Los reconocí enseguida.

A los peregrinos que preguntaban, la gente del albergue les daba sugerencias de cómo afrontar la etapa del día siguiente, los lugares estratégicos para parar a descansar, como seguir siempre por la ruta establecida y no desviarse, y en lo posible estar cerca de otros peregrinos. Al ser la primera etapa y tal vez una de las más exigentes del Camino, se debía hacer con precaución.

También nos dieron algunas directivas de comportamiento y convivencia y nos aclararon que a las 22 se apagaban las luces y a partir de esa hora se debía hacer silencio.

Después de la comida nos fuimos a nuestras habitaciones y me tocó compartir con un belga y un norteamericano.

El norteamericano venía con su hija (fue a otra habitación con otras dos mujeres más) y su idea era caminar solo hasta Burgos. En cambio, el belga si tenía pensado llegar a Santiago.

Pensé que con los nervios y la ansiedad me costaría conciliar el sueño, pero gracias al vino que sirvieron en la comida y el cansancio acumulado del día anterior, no tardé mucho tiempo en dormirme.

SÁBADO 27/5

1a. Etapa – Saint Jean Pied de Port– Burguete(35 km)

Me levanté a las 6 de la mañana y compartimos un muy buen desayuno entre algunos peregrinos y los dueños del albergue. Me despedí de ellos y en el libro de visitas les escribí agradeciéndoles su hospitalidad. Es un albergue muy recomendable sin dudas.

Poco antes de las 7, salí del albergue bajando por la Rue de la Citadelle hacia un arco de piedra conocido como la “Puerta de Santiago”, patrimonio mundial de la humanidad. De ahí crucé por el puente de Napoleón, un puente de piedra sobre el Río Nive, considerado como el lugar donde se comienza oficialmente el Camino por la denominada Rue d´Espagne (calle de España). Con esos pocos pasos, casi sin darme cuenta, empezaba una aventura inolvidable.

Esa etapa se puede hacer por dos Caminos distintos. Uno es el conocido como Camino por Valcarlos, que va al costado de la ruta y se adentra un poco en los montes, pero sin ascender mucho.

El otro es conocido como la Ruta de Napoleón, que es mucho más exigente, pero tiene unos paisajes espectaculares ya que se asciende hasta la cima para cruzar los Pirineos.

Como el pronóstico decía que el día iba a estar despejado, me decidí a ir por la Ruta de Napoleón. Se la conoce así porque la historia dice que por allí cruzaron las tropas de Napoleón cuando invadieron España.

Es una etapa muy dura, probablemente la más exigente del Camino, ya que a las pocas cuadras se sale del pueblo y comienza una subida que a lo largo de más de 15 km llega hasta los 1.570 metros de altura.

Ya a los pocos metros me encontré con la primera rampa, algo empinada y de casi medio kilómetro, que anticipaba que este día sería exigente.

A medida que ascendía, siempre entre verdes prados y montañas, se podían ver casas y granjas en medio de los cerros que transmitían mucha paz y sana envidia de tener la posibilidad de vivir allí.

También por momentos podía divisar a lo lejos y a mayor altura peregrinos caminando, lo que indicaba por donde seguir el Camino.

Desde el momento que salí y empezaba a subir hubo mucha niebla por lo que me iba sorprendiendo por donde caminaba y hacia dónde seguía el Camino.

Transcurrida la primera hora y alrededor del kilómetro 4, el Camino se apartaba de la carretera asfaltada y se introducía en exigentes trepadas a medida que se iban cruzando cerros con una vista a valles preciosos, con muchas tonalidades de verde. Ya el sol se dejaba ver, la niebla se había levantado y los contrastes entre luz y sombra mostraban unos paisajes espectaculares.

Superada esa exigente subida volví a un Camino asfaltado por el que prácticamente no pasaban autos.

Poco después de las 9 de la mañana y luego de haber hecho los primeros 8 km, al pie de una ladera llegué al famoso Refugio de Orisson, lugar donde paré a tomar un café, recargar agua y sellar mi Credencial. Era mi tercer sello, pero el primero en el Camino. ¿Cuántos sellos más completaría?

Desde su terraza mirador, el refugio tiene unas vistas al Valle Pirenaico que son increíbles.

Es un lugar estratégicamente ubicado y por eso elegido por muchos peregrinos para dormir allí la primera noche y de esa manera poder dividir esta dura etapa en dos tramos. Eso sí, conviene reservar lugar con anticipación porque siempre está lleno.

Después de un breve descanso continué mi caminata.

A partir de allí me esperaban varios kilómetros más de subida donde ya no había nada para abastecerse.

Conforme seguía ascendiendo, iba atravesando las montañas una tras otra y de esa manera estaba cruzando los Pirineos. Los paisajes allí eran increíbles, podría llenar varias páginas de fotos de ese trayecto.

Me llamó la atención ver la cantidad de ovejas que pastaban por los prados y caballos absolutamente divinos que por momentos caminaban sueltos al lado nuestro.

Alrededor de las 10:30 de la mañana llegué al punto del Camino donde se encuentra una imagen de la Virgen de Biakorri, ubicada sobre unas rocas a más de 1.100 metros de altura. Ella es conocida como la protectora de los pastores de la zona, y a la que muchos peregrinos le encomiendan que los acompañe en el Camino.

Me desvié unos 50 metros, me acerqué a sus pies y paré unos 5 minutos a rezar pidiéndole que me bendiga y me proteja en este Camino.

Por mi parte me propuse rezar en todas las etapas, tanto para agradecer, como para pedir por mi familia, amigos y por mí, para que todo saliera bien.

A esa altura estaba completando la primera mitad de la etapa.

Desde allí la vista era increíble ya que nos encontrábamos en la cima de la montaña y abajo nuestro, las nubes. Como el cielo estaba despejado las vistas eran sensacionales, lo que me permitió sacar muchas fotos y también filmar.

A medida que seguía subiendo se sentía mucho el viento y su silbido característico, aunque allá arriba, con una temperatura de 17º estaba perfecto para caminar.

Un poco más adelante dejé de caminar por el asfalto y a la altura de la Cruz de Tibault, me desvié por un sendero montañoso apuntando hacia un pico llamado el Collado de Bentarte.

Una vez atravesado ese cerro, con vistas increíbles a todos lados, el Camino se hacía sobre terreno plano hasta llegar a la famosa Fuente de Roldán, una parada obligada para la foto y que, para muchos, marca el límite entre Francia y España (por Navarra).

Ya en territorio español, el Camino volvía a subir hasta cruzar el pico más alto de la etapa, el Collado de Lepoeder, ubicado a unos 1.475 metros con un mirador ideal para sacar fotos y abajo, a lo lejos se alcanzaba a ver Roncesvalles.

A partir de allí comenzó un descenso de alrededor de 600 metros ya que Roncesvalles se encuentra a unos 900 metros sobre el nivel del mar.

En la primera parte del descenso, atravesé un sendero ancho en un bosque de árboles muy altos. Al principio, los veía al costado derecho con una cerca de alambre que lo delimita, aunque más adelante cruzando unas cercas, ya se caminaba dentro del bosque.

Después de haber andado por terreno un poco desparejo en la montaña, dentro de ese bosque pisaba un colchón de hojas sueltas que hacía la caminata muy agradable. Seguramente debía ser muy resbaladizo en época de nieve o lluvia, pero por suerte no era mi caso.

Saqué varias fotos dentro del bosque mientras pensaba que al anochecer o con mucha niebla podría ser algo peligroso, por eso es importante llegar a ese lugar con mucho tiempo y en lo posible, visualizando a algún otro peregrino cerca.

Después de unas siete horas de Camino y de una etapa que realmente valía la pena experimentar, llegué a Roncesvalles alrededor de las 13:45.

El Camino desemboca en el famoso albergue de peregrinos de La Colegiata de Roncesvalles. Allí fui directamente y sellé mi Credencial.

Además de su iglesia que está al costado, se trata de un gigantesco albergue que tiene capacidad para unas 200 camas.

Al ser el punto de partida del Camino del lado español, es un lugar que se llena siempre.

Sabiendo que esa primera etapa desde Saint Jean es la más exigente, había decidido que sería conveniente dormir bien esa noche, por lo que con meses de anticipación había reservado una habitación en un hotel en Burguete.

Burguete es el siguiente pueblo que queda a casi 3 km pasando Roncesvalles.

Cuando continuaba mi Camino hacia Burguete, escucho que me gritan: ¡Pancho! Miré hacia el otro lado de la ruta y vi un bar con varios peregrinos, entre ellos Loana, Emilio, Lady y otro brasilero que no conocía, un tal Dorvalino Lovera.

Ellos habían llegado antes ya que habían dividido esa etapa en dos, desde Saint Jean a Orisson (8 km) donde durmieron, y este día caminado la segunda parte más relajada hasta Roncesvalles.

Mientras charlábamos unos minutos con una cerveza, me preguntaron si me quedaba a dormir allí y les comenté que tenía reserva en el hotel Burguete, unos 3 km más adelante.

Como mi intención era poder estar en la misa del peregrino a las 18:00 en Roncesvalles, continuaría mi Camino hasta el hotel para registrarme, descansar un rato, bañarme y después volver para la misa.

Quedamos en que nos veríamos en la misa. Después del vaso de cerveza y un bocadillo –sándwich de jamón crudo y queso– continué mi Camino hacia Burguete.

Son poco más de 2,5 km muy entretenidos dentro de un bosque con el sonido de la ruta que pasa a pocos metros.

Me llevó algo más de media hora llegar al hotel (Hostal), donde me dieron las llaves de la habitación en el segundo piso. Como el baño tenía bañera, primero me di una ducha y después, con bolsas de plástico y algo más fabriqué un tapón para llenarla bien y allí me quedé como una hora, un placer espectacular que me volvió a poner en condiciones.

De allí a la cama hasta las 17. Si bien me había recuperado, reconozco que la idea de tener que caminar hacia atrás no me hacía mucha gracia, sobre todo después de una etapa de casi 30 km que resultó muy dura.

Cuando empecé a arreglar un poco las cosas de la mochila me di cuenta que no tenía mi traje de baño. Ahí recordé que cuando llegué a la Colegiata y mientras hacía fila para que me sellaran la Credencial, en un momento abrí la mochila para buscar algo y debí haber sacado el traje de baño para apoyarlo en una silla cercana.

Dándolo por perdido pensé, bueno, tocará comprar un pantalón corto en algún lugar más adelante.

Finalmente tomé la decisión de volver a Roncesvalles para la Misa del Peregrino.