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El terror psicológico en los lugares de trabajo es cada vez más común. Los líderes tóxicos y los psicópatas emergen en un mundo extremadamente competitivo y violento. Las cifras indican que esta problemática aumenta y suele lograr su objetivo final: que la víctima renuncie a su empleo o sea despedida. Descubra los aspectos relevantes de la persecución laboral, sus posibles consecuencias, y sepa cómo desarticular los mecanismos más perversos que ocurren hoy dentro de las empresas.
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Seitenzahl: 44
Veröffentlichungsjahr: 2015
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El acoso laboral, también conocido como mobbing es un fenómeno que existe desde hace muchísimos años pero ha tomado relevancia hace poco tiempo. Sus estudios comenzaron alrededor del año 1980 y han ido en crecimiento, pero el concepto de mobbing aún no está bien definido.
El psiquiatra y psicoanalista francés Christophe Dejours, especialista en medicina del trabajo, manifestó que se produjo un aumento en los suicidios en los lugares de trabajo porque los empleados perdieron la batalla contra el mundo laboral actual. Para él, son de suma importancia las buenas relaciones entre los trabajadores y la capacidad de cooperar entre sí. Pero en los últimos años, la situación ha cambiado y la solidaridad está quedando atrás en un mercado que privilegia lo individual sobre lo colectivo. Este experto considera que las personas más afectadas son las que se vinculan más profundamente con la empresa en la que trabajan. Para Dejours, “trabajar no es solamente producir, también es vivir juntos”.
Aunque no hay una sola definición aceptada para el mobbing o acoso laboral, se entiende que es la agresión física o psicológica que se dirige sistemáticamente sobre una persona en particular, o sobre un grupo de personas (aunque esta situación es poco frecuente), y que tiene como objeto eliminarlo del lugar de trabajo. El psicólogo sueco Heinz Leymann lo define más detalladamente: “Un conjunto de acciones de comunicación negativa dirigidas por una o muchas personas en contra de otra, que salen a relucir con frecuencia y durante mucho tiempo, y en las que la relación entre el autor y la víctima se hace evidente”. Leymann dice que quienes son objeto de estas agresiones no pueden controlar la situación y enfrentar el problema.
Para la autora Marie Hirigoyen, el acoso laboral puede definirse como “cualquier manifestación de una conducta abusiva y, especialmente, los comportamientos, palabras, actos, gestos y escritos que puedan atentar contra la personalidad, la dignidad o la integridad física o psíquica de un individuo, o que puedan poner en peligro su empleo o degradar el clima de trabajo”.
El autor Iñaki Piñuel, investigador y profesor de la Universidad de Alcalá, se refiere a mobbing como un “continuado, deliberado y degradante maltrato verbal moral que recibe un trabajador por parte de otro y otros compañeros, subordinados o jefes, que se comportan con él cruelmente con vistas a lograr su aniquilación o destrucción psicológica y obtener así su salida de la organización a través de diferentes modalidades ilícitas”.
Algunos expertos en el tema creen que uno de los principales objetivos del mobbing, si no el principal, es quitar al trabajador de su puesto.
La Comisión Europea incluyó en el Informe Randstad esta interpretación para llegar a un acuerdo de lo que es la violencia en el trabajo: “Incidentes de abuso hacia una persona, con amenazas o asalto relacionadas con su trabajo que implican el desafío implícito o explícito a su seguridad, bienestar o salud”. También definió algunas palabras clave como “abuso”, los comportamientos de uso incorrecto de la fuerza física o psicológica; “amenazas”, entendidas como anuncio e intención de causar daño al individuo; y “asalto”, cualquier intento o acción realizada para causar un daño físico.
En cualquier caso, es importante remarcar que la mayoría de las definiciones tienen en común tres elementos: al acoso laboral se lo define por el efecto que tiene sobre la víctima, y no por la intensión del agresor; tiene que existir una consecuencia negativa para la víctima; las acciones agresivas deben ser persistentes.
Los expertos que han investigado este tema definen dos perspectivas en el tratamiento de este fenómeno: la norteamericana y la europea. La primera se centra principalmente en una violencia general ejercida por clientes o usuarios, es decir, contempla las agresiones que provienen desde fuera del ámbito de trabajo. Trata de entender y clasificar los incidentes aislados que se enmarcan dentro de lo que se considera mobbing. En cambio, la perspectiva europea presta atención a la violencia persistente que se lleva a cabo por personas que se encuentran dentro de la misma empresa o ámbito laboral, focalizándose en el proceso de victimización.
Las víctimas reciben sin razón alguna y desproporcionadamente agresiones hostiles como insultos, llegan a ser objetos de rumores infundados dentro del lugar de trabajo o son ignorados por sus jefes y/o sus compañeros. Estas acciones se repiten a lo largo de un extenso período de tiempo que puede ir desde meses hasta años (el hostigamiento debe prolongarse por, al menos, seis meses para ser considerado mobbing). Cuando la situación empeora es posible que se llegue a la violencia física o sexual.
Generalmente, las personas no se dan cuenta desde el primer momento de que el trato que están recibiendo es incorrecto y se acostumbran a él, incluso llegan a pensar que lo merecen porque no hicieron bien su trabajo.
El término mobbing proviene del vocablo inglés to mob que quiere decir atacar. El mobbing se diferencia del bullying debido a que el primero rara vez se vincula con agresiones físicas, lo que sí caracteriza al segundo. Quien hace esta distinción es Leymann, que además prefiere utilizar la palabra bullying para hablar sobre violencia entre niños y la palabra mobbing para referirse a la violencia protagonizada por adultos. Propone como sinónimos harassment en inglés, que significa hostigamiento, y psicoterror.