MU - Fabián Leonardo Santillán - E-Book
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Beschreibung

¿Qué es la iluminación y cómo puede alcanzarse hoy en día? Cada hombre es el punto de referencia de su propia vida. En consecuencia, una concepción errada de sí mismo causará una concepción errada de toda su vida. Mu: iluminación zen en el occidente moderno estudia e invita a experimentar los aspectos trascendentales del hombre que pueden liberarlo de sus errores de autoconcepción y así, iluminarse. Mu: iluminación zen en el occidente moderno traslada a nuestra época y cultura, la antigua pero perenne sabiduría del budismo zen, mediante el uso mixto de herramientas antiguas y modernas de pensamiento y acción. Estas herramientas son aplicadas sobre la base de los tradicionales acertijos zen, llamados koanes, pertenecientes a una famosa obra clásica china: La entrada sin puerta (Mumonkan).

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Seitenzahl: 233

Veröffentlichungsjahr: 2016

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fabián leonardo santillán

MU: ILUMINACIÓN ZEN

EN EL OCCIDENTE

MODERNO

Editorial Autores de Argentina

Santillán, Fabián Leonardo 

   Mu : iluminación zen en el occidente moderno / Fabián Leonardo  Santillán. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2016.

   Libro digital, EPUB

   Archivo Digital: descarga y online

   ISBN 978-987-711-663-2

   1. Ensayo Literario. I. Título.

   CDD A864

Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail:[email protected]

Diseño de portada: Justo Echeverría

Diseño de maquetado: Inés Rossano

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723.

Índice

Introducción

Sobre este libro

Que es un koan

Significado de la palabra Koan

Sobre lo que es la iluminación

El rol del conocimiento en el Antiguo Oriente

Lo espiritual, lo mundano, el conocimiento y la felicidad

Del malestar como indicador

Del alcance que tiene la propuesta

Premisas del Mumonkan

Primer ajuste o corrección

De cómo una unidad se vuelve dual y deriva en problemas

Sobre lo espiritual

Sobre el aspecto religioso

Viajando a través de la entrada sin puerta

Prefacio de Mumon

Análisis al prefacio de Mumon

1. El perro de Joshu

2. El zorro de Hyakujo

3. El dedo de Gutei

4. Un extranjero sin barba

5. Kyogen trepa al árbol

6. Buddha da vueltas a una flor

7. Joshu lava el cuenco

8. La rueda de Keichu

9. Un Buddha ante la Historia

10. Sozan y el pobre Seizei

11. Joshu examina a unos monjes en meditación

12. Zuigan se dirige a su maestro

13. Tokusan sostiene su cuenco

14. Nansen corta el gato en dos

15. Los tres golpes de Tozan.

16. Campanas y Vestiduras

17. Las tres llamadas del maestro del emperador

18. Las tres libras de Tozan

19. La vida cotidiana es el camino

20. El hombre iluminado

21. Estiércol seco

22. El símbolo de predicación de Kashapa

23. No pienses que está bien, no pienses que no está bien

24. Sin palabras, sin silencio

25. La predicación desde el tercer asiento

26. Dos monjes enrollan la mampara

Cometario de Mumon

27. No es la mente, no es Buddha, no son las cosas

28. Apagar la vela

29. Ni el viento ni la bandera

30. Esta mente es Buddha

31. Joshu investiga

32. Un pagano interroga a Buddha

33. Esta mente no es Buddha

34. Aprender no es el camino

35. Dos almas

36. Encuentro con un maestro de Zen en el camino

37. Un roble en el jardín

38. Un búfalo cruza el cercado

39. El desvío de Unmon

40. El vuelco de una jarra de agua

41. Boddhidarma apacigua la mente

42. La muchacha sale de la meditación

43. El Bastón corto de Shuzan

44. El Bastón de Basho

45. ¿Quién es?

46. Proseguir desde lo alto del poste

47. Las tres puertas de Tosotsu

48. El camino de Kembo

Epilogo de Mumon

Epílogo

Bibliografía

Introducción

“Nosce te ipsum” Templo de Apolo, Delfos

Sobre este libro

El modo en que vivimos la vida depende, entre otras cosas, de cómo nos concebimos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros somos el punto de referencia desde el cual “medimos” y percibimos todos los hechos que nos ocurren. El conjunto de esos hechos es el universo de eventos de nuestra vida. Si tenemos una concepción errada de nosotros mismos, esa referencia de partida estará mal y necesariamente tendremos una concepción errada de todo el universo personal. El error de auto-concepción no se limitará a afectar el juicio sobre un único objeto (por ejemplo el yo), sino que impactará en la interpretación de todo el universo.

Los eventos representan regiones de lo real. La distancia entre eventos representa la identidad de los mismos. Por ejemplo: el evento 1 es el que es por estar donde está y está donde está por la distancia que guarda respecto de los otros eventos. La realidad no es relativa al observador, ya que la distanciaentre eventosno depende del punto de vista. Pero las valoraciones del observador sobre la realidad sí varían según el punto de referencia que se tome. Por lo tanto, cambiar la referencia impacta sobre todas las valoraciones respecto de lo real, aunque lo real siga igual.

Sintéticamente, el objetivo de este libro es que el lector experimente por sí mismo ydesdesí mismo ciertos aspectos trascendentales de su propia realidad y que luego pueda integrarlos en una comprensión coherente. ¿Para qué? Para que, quitando el error de auto-concepción, la persona se libere de los sesgos cognitivos que le pueden llegar a estar generando sufrimiento innecesario y oscureciendo su mundo.

Para lograr esta comprensión, partiremos estudiando un texto clásico del Zen, proveniente de China, llamadoMumonkan(título que significa: “entrada sin abertura” o “entrada sin puerta”). Este libro una colección de 48 koanes (plural de koan) compilados y luego comentados por el maestro zen Mumon Ekai (1183-1260), en el año 1228. El Mumonkan contiene una serie de situaciones paradójicas en forma de historias o acertijos, denominadas koanes, que utilizaremos como ladrillos paraconstruir la deconstrucciónde los estereotipos de pensamiento, causando así el contacto directo de la persona con la realidad, sin especulaciones de por medio.

He decidido efectuar personalmente la traducción al español de la versión del Mumonkan aquí expuesta partiendo de diversas fuentes que previamente lo tradujeron del chino y del japonés al idioma inglés. En particular, las traducciones al inglés de (1) y (2) son, a mi parecer, las más acertadas. Aún así, traducir al español no es una tarea sencilla ya que existen variantes entre las traducciones al inglés que difieren entre sí y que cambian completamente el sentido del koan. Esta tarea requirió de mí un gran esfuerzo para poder dilucidar qué términos a mi entender eran los más fieles al sentido original. Otra traducción destacable, pero en este caso en español, es la (5). Las exposiciones de un koan echas por un maestro zen se denominan “teisho”. Los “teishos” publicados por el maestro zen Senzaki, en su “Eloquent Silence…” (9) han servido de valioso apoyo para el desarrollo de este libro.

La “resolución” de un koan implica una acción. Una exposición secuenciada de argumentos puramente intelectuales y vacíos resulta totalmente inválida como respuesta. La acción resolutiva será el ejercicio de un tipo de cognición que está fuera de la forma de ver diaria. Fuera del pensamiento y del paradigma estándar.

Estamos en una época que dispone de símbolos, ideas y herramientas diferentes a las que disponía la antigua China, por lo tanto el abordaje del Mumonkan puede verse dificultado. Sin embargo, esa no es la causa mayor de la dificultad. El problema es que estamos tan acostumbrados a utilizar siempre las mismas herramientas de pensamiento que ya no las identificamos con claridad ni podemos prescindir de ellas y usar otras con facilidad. Por lo tanto, si algo, por su propia naturaleza, desafía nuestro modo cotidiano de comprensión, nos resulta muy complicado buscar un camino alternativo para encarar el problema.

Para intentar reducir esta suerte de brecha, he decidido incluir luego de cada koan una exposición o análisis del mismo, del tipo argumentativa – explicativa. Pero esto es sólo para intentar facilitarle la experimentación. No para que gane el derecho depuentearesa experimentación. Si se aferra a la explicación y descarta el intento de ver con sus propios ojos el fenómeno, en palabras de Mumon,será como un fantasma aferrándose a los arbustos y malas hierbas. Con mi occidentalidad argumentativa sólo puedo llevarlo al “meridiano de Greenwich” del entendimiento. Para el resto del camino debería hablarle como Mumon, pero para ello, es mejor que lo haga Mumon y los otros monjes. No se engañe intentando que mis exposiciones recorran el camino por usted.

Que es un koan

Unkoanes una herramienta pedagógica que se vale de una historia breve, una frase o una pregunta para cuestionar y, si es el caso, corregir la forma de pensar la realidad.

La forma en que experimentamos y entendemos la realidad está determinada por una serie de formas de pensar y de supuestos que damos por válidos y que forman un marco cognitivo a través del cual vemos el mundo, como si fuera un filtro. La presencia del filtro no es un hecho del que la persona sea consciente, por lo tanto confunde su forma de entender, su filtro, con lo real. Eso ya es un error. La experiencia de esta distinción es el primer objetivo de todo koan y lograrlo implica una gran iluminación. Por otro lado, ese marco puede estar agregando distorsiones que lleven a conclusiones falsas1¿Cómo se puede corregir esto? Como ese filtro no aparece ante la consciencia, no admite un ataque directo. El koan intentará lograr esa corrección primero volviendo consciente a la persona sobre la existencia de ese filtro para que lo califique como tal y luego someterá a prueba la consistencia interna de ese marco cognitivo. La corrección causa lo que se conoce comoiluminaciónya que despertamos hacia una nueva visión del mundo. Ésta iluminación es parcial en la medida en que las correcciones sean parciales.

Pongamos un ejemplo de koan:

Asam enseñaba ante su audiencia: “Todos los hombres son malos”. Tot Tsu, que siempre asistía a sus exposiciones, pensó: “Mi maestro ha tomado el camino de su propia tristeza y ahora está equivocado”. Entonces fundó su propia escuela diciendo así: “Todos los hombres son buenos”.

Asam fue ahogado por la hierba del camino y su enseñanza se torció hacia la izquierda. Tot Tsu quiso ser benevolente, pero el afán de corregir a su maestro torció su enseñanza hacia la derecha. Luchando por separarse, ambos se reencuentran en el mismo punto. Si tomas a cualquiera de los dos como maestro, fallarás ¿Por qué?

Cruzando el río una y otra vez,

yendo de una costa a la otra,

jamás llegarás al mar.

Este koan2tiene la estructura típica de un koan clásico real, con sus tres partes: El koan en sí mismo, un comentario y un verso o poema de cierre.

La función del koan es situar al lector en un paradigma tal que se manifieste en el lector su propia tendencia a tomar un camino equivocado, luego enseñarle por qué esto es un error y finalmente enseñarle cómo debe salirse de él.

Entonces, para dar la comprensión correcta, un koan hace 3 giros:

• Enlace:El koan crea una situación ficticia que propicia la manifestación de las fallas de pensamiento del lector. El lector tenderá a encarar el problema desde su forma de pensar típica, estimulado por el argumento o la postura errónea del personaje principal. Esto ocurre sólo si su marco cognitivo distortivo inconsciente (su filtro oculto) es similar al del personaje o historia.

• Barrera:La historia hace que se vuelva evidente que todas las conclusiones de esa forma de pensar no son la respuesta. Aquí el enlace se vuelve barrera. Por la identificación y la participación mencionada en el punto anterior, el lector ve allí su propio bloqueo y con él, su propia tendencia. Por lo tanto, logra conocerse a sí mismo en ese aspecto, sin que un tercero se lo indique (¡nosce te ipsum!). Gracias a la identificación anterior y a la posterior manifestación del error como tal, se vuelve claro para el lector un mal hábito de su propio pensamiento, algo que anteriormente le estaba oculto.

• Paso:El lector sabe que su forma de pensar es errónea e intuye lo correcto, pero aún no alcanza a madurar del todo la nueva postura. Aquí entra entonces el último punto, donde el comentario y/o el verso insisten sobre el sentido de lo planteado desde otro punto de vista. El estilo literario cambia a poema, comentario o verso para cambiar el ángulo y de algún modo “despertar” a la persona hacia otro paradigma.

Llamará la atención el primer punto de esta estructura:el enlace.Actualmente se evita cometer errores, incluso se evitan los que nacen naturalmente del proceso de aprendizaje. Pero aquí, en pleno aprendizaje, el koan “le pone el pie” al pensamiento del lector. Hacer que el lector se equivoque es usado para que se conozca, no para confundirlo. El koan no habla de forma genérica de un estado y de cómo corregirlo. Para que la persona tome consciencia real de su estado, el koan la lleva a caminar por su estado y recorrerlo. Para que alguien advierta su postura, es necesario que la tome. Sólo así la solución que se alcance es personal. El koannole introduce a la persona un error ajeno a ella, sino que hace que se exprese un error queyaestaba en ella mucho antes, en su forma de pensar ¿Para qué? Para que al cometerlo en forma controlada lo vea y al verlo pueda corregirlo. Es preferible cometerlo aquí y no en el resto de su vida.

En una explicación común, la persona toma un papel pasivo ante lo presentado. Es espectadora tanto del problema como de su solución. De este modo, la persona no se da cuenta dónde estáen ellaese conflicto ni por qué es un errorpara ella. Esto pasaría aún si la explicación dijera: “esto tiene que ver con usted”. Por lo tanto, en esta forma de explicar no hay iluminación alguna y por eso no se la usa como medio principal. Una explicación común solamente consigue mostrar una cosa falsa y otra verdadera, pero la cosa y su verdad o falsedad son siempre ajenas. Se las toma como personales sólo en lo discursivo y casi a modo de gesto de acuerdo y buena voluntad colectiva, pero no como una verdad que siendo general, es totalmente personal.

La historia de un koan trae a cuenta una situación conflictiva que siendo general está también dentro de la persona que la lee. Por lo tanto se encarga de que la persona la encuentre y la experimente en su ser. A su vez, le cierra el paso al lector para que no tome aquellas soluciones que no ataquen ese trasfondo incorrecto. Y luego lo obliga a saltar por encima de su pensamiento estereotipado. Como se ve, el koan es una herramienta pedagógica muy conveniente y adecuada.

En la imagen vemos a la forma de pensar preestablecida, representada en forma de recta. Este razonamiento contiene una serie de conclusiones posibles (en este caso dos) representados por los círculos “sí” y “no”. El koan es una situación cuya respuesta correcta se ubica fuera de esa forma de pensar. Para llegar a ella hay que “saltar” o abandonar esa recta de pensamiento. Ahora bien, como se puede sospechar, al koan no le interesa tanto que usted llegue a la conclusión correcta, sino que aprenda a saltar y a cambiar de herramienta de pensamiento.

Significado de la palabra Koan

Etimológicamente, “koan” es la versión japonesa de la palabra china“Gong’an”, que está compuesta por los caracteres: “público, oficial, gubernamental, colectivo, justo” y por: “ley, caso, archivo, plan, propuesta”. Generalmente se traduce como: “caso público”. Otra traducción que considero válida es: “ley colectiva”. El significado de ambas traducciones no es el mismo, pero las dos nos cuentan algo de cierto sobre el tema.

“Caso público” porque el koan plantea una dificultad a la que todos nos enfrentamos y que de algún modo es conocida por todos. Con mayor o menor habilidad o voluntad consciente, todos nos vemos obligados a resolverla para seguir viviendo. El koan ha sido lanzado por la realidad, no por Mumon; todo lo que hagamos es una respuesta.

“Ley colectiva” porque el koan da lugar a encontrar un principio de la realidad o a entender una forma de funcionar de la mente. En ambos casos es la enseñanza de un principio que no depende de la opinión personal sino que todo hombre está, por así decirlo3, sometido a él.

No existe un plural en español para koan o gong’an, puesto que no es una palabra de nuestro idioma. Aquí se optó por utilizar la siguiente regla de la RAE para la formación de plurales:

Los extranjerismos que terminen en estas consonantes (-l, -r, -n, -d, -z, -j) forman el plural con –es. Por ejemplo: pin, pl. pines.

Por lo tanto, en este texto se estableció que el plural de koan sea koanes.

Sobre lo que es la iluminación

Los términos iluminación, estar iluminado e iluminarse refieren siempre a fenómenos de transición entre dos estados. Ser iluminado es cambiar de estado. La luz de la iluminación brilla y se hace luz en la oscuridad previa. Por lo tanto es un término que se aferra a la comparación. Esa luz es sinónimo de victoria sobre la oscuridad pero por la misma razón lleva consigo el recuerdo de lo vencido, el recuerdo de la oscuridad y por recuerdo, también transición. Si esta luminosidad se liberadel haberse liberado de esa oscuridad, se vuelve verdadera luz. Si no lo hace, se vuelve amarga y se oscurece en su luminosidad. La luz liberada se asemeja a la claridad y al espacio vacío. Quien tiene esa luz verdadera, no debería llamarse a sí mismo iluminado.

Hacer de la mente claridad y espacio vacío no es anular la inteligencia humana, sino hacer que la mente no sea un obstáculo frente a la experiencia directa de lo real.

Quedaría mencionar algo respecto a lo que tradicionalmente se denomina comoexperienciadirecta. Caben aquí dos preguntas: Si hay una experiencia directa es porque hay otra que no lo es ¿Cuál es la experiencia no-directa? La no-directa, o indirecta, es la que busca experimentar una cosa experimentando en cambio, a su modelo mental. Por lo tanto, lo que se consigue no es la experiencia de la cosa en sí, sino la experiencia del modelo de la cosa, que no es lo mismo. Por esto último puede llamársele indirecta o no-directa.

¿Cuál es la experiencia directa? Aquí hay un catch-224: Si contesto por escrito cual es, estaré dando una interpretación y no será la experiencia directa. Dar una respuesta nos va a llevar a que usted intente experimentar la cosa a través de su modelo (el modelo será mi interpretación redactada). Para responder realmente cuál es, deberá tener la experiencia usted mismo.

Mire o visualice un paisaje ¿Puede no ser un paisaje real? En efecto, puede no serlo. ¿Puede ser una ilusión? Puede serlo (si se lo está imaginando lo es) ¿Puede no ser algo? No, algo es porque efectivamente ocurre, de lo contrario no hablaríamos de ello y no lo tendría como sensación frente a usted. El tipo de ser que sea que tenga esa cosa ¿Lo involucra? Sí, porque sino no seríamos testigos de ello. Ese hecho lo tiene a usted como sustancia integrante. Es, en algún sentido, usted mismo (aunque no necesariamente de forma exclusiva). Esa imagen, comprendida de este modo, libre de todo lo que podía ser liberada es entonces una experiencia directa. Mezclada con el resto de los agregados interpretativos y convenciones, ya no lo es.

El rol del conocimiento en el Antiguo Oriente

En el ambiente en que se desarrollaron las ideas zen, budistas y taoistas, se consideraba a la ignorancia como la causa principal o primera del sufrimiento y se postulaba que un correcto entendimiento de la realidad última permitía la liberación del sufrimiento. La ignorancia a la que se refiere el Oriente antiguo debe entenderse como una mala forma de procesar la realidad, en términos actuales y un tanto occidentales. No tiene que ver con el desconocimiento de las ciencias del mundo o de las cosas de él, ni con un conocimiento oculto de corte mágico.

Aunque esta afirmación sobre el poder del conocimiento sólo es cierta en parte5, es verdad afirmar que la corrección de la posición subjetiva, o dicho de otro modo: la iluminación del entendimiento, es un requisito necesario para erradicar el vacío interior6.

Más allá del ambiente en el que fue concebido el Mumonkan, lo importante es que la verdad no es propiedad privada de ninguna religión ni persona. Por lo tanto nunca se debe sobrecalificar o descalificar una enseñanza por el simple hecho de que pertenece o no a nuestro credo o cultura. La falsedad o verdad de una idea debe contrastarse siempre contra la realidad y es desde allí que saldrá victoriosa o no.

Lo espiritual, lo mundano, el conocimiento y la felicidad

¿El conocimiento facilita o impide la felicidad? ¿Lo espiritual es la residencia de la felicidad? ¿Es lo mundano incompatible con lo espiritual? ¿El conocimiento mata la espiritualidad?

La felicidad real, sana, es un bien deseado ¿Qué sería una felicidad malsana? La que se consigue o la que se busca conseguir a cualquier costo: vendiéndose a la mentira, haciéndose inmune ante el dolor del otro, hiriendo, siendo egoísta, etc. De modo general, es aquella que se busca como fin primero y único, por cualquier medio y con fiereza bestial.

El conocimiento no es enemigo de lo que existe, por lo tanto no atacará ni a la espiritualidad ni a la felicidad ni a lo mundano. Si a estos últimos se los concibe de forma irreal, el conocimiento atacará esa irrealidad. Si quiere proteger su felicidad o espiritualidad del conocimiento, es usted mismo el que confiesa que su señor es un espantapájaros. No crea que por defenderlo obtendrá algo de él.

La felicidad que existiere sustentada en la ignorancia, la mentira o el engaño, es una felicidad suicida. Toda maniobra que evada lo real, evade también a la vida y por lo tanto, es una maniobra suicida. No importa si su escape se llama amor o felicidad. No difiere de aquél que buscando escapar se esclaviza con drogas internas (sexo, juego, peligro) o externas (sustancias relajantes o estimulantes). Yo no vengo aquí a hacerlo escapar del mundo, sino a hacer que escape del escape eterno.

¿Cómo alcanzar una comprensión real sobre la cual construir una visión de paz y felicidad? Parece haber dos tendencias: una que busca esta paz y felicidad a través de lo mundano y otra que la busca a través de lo espiritual. La que lo hace a través de lo mundano se centra en el cuerpo, el placer, el dinero y las cosas. La que lo hace a través de lo espiritual se centra en el conocimiento de las realidades “superiores” y de los sentidos últimos de las cosas.

La felicidad no está en ninguno de estos dos caminos. No está tampoco en la alternancia de ambos, es decir: no está en llevar en un momento una vida ascética y en otro una vida de descontrol. Tampoco está en “porcentuar” ambas posturas, haciendo por ejemplo, un 60% de mundaneidad capitalista y un 40% de espiritualidad abstracta. Tampoco está en olvidarse por completo de todo este asunto: el bote se abandona únicamente después de cruzar el río7.

Creer que la felicidad y la plenitud están unilateralmente en lo espiritual es acusar a la vida y a lo cotidiano de innecesario, sucio y superfluo. Hacer esta acusación, es desear que la vida deje de ser. Es decir, es desear la muerte. Quien desea la muerte, se hace asesino. La vida no es lo que hay que aguantar para alcanzar el Cielo. El que camina así, llega con las manos vacías.

Lo mismo pasa con el que espera de lo material, la felicidad. El que hace esto, detesta aquella extensión de su consciencia que permanece vacía a pesar de los placeres mundanos. Ese preferiría cercenarla en pos de la sensación y el éxtasis. Y de hecho a veces lo intenta, a través de la caída en vicios absorbentes y el ruido. Pero quien intenta truncarse a sí mismo de este modo, desprecia su humanidad y pretende rebajarla a un tipo de animalidad que no le pertenece. El que hace esto, también es un asesino.

¿Cuál es el camino? El camino es espiritualizar lo mundano y mundanizar lo espiritual, no quedando luego ninguno de los dos, ni en partes ni en mezcla, ni en alternancia sino una visión totalmente nueva y central, desembarazada de su polaridad inicial. El cristiano se lanzará a contestar: “El camino es Cristo, y nada fuera de él”. El camino es Cristo, yo concuerdo: camino, verdad y vida8. Mas Cristo se hizo carne y la carne se sublimó en Cristo. Porque ni Cristo era un espíritu disfrazado ni un hombre de carne sin espíritu. Esta realidad no sólo le atañe a Cristo, puesto que esto ocurrió más por nosotros que por Cristo mismo, quién siendo Dios no necesitaba nada. Y esa espiritualidad materializada o materia espiritualizada no halló ya lugar en la tierra de los cuerpos que echan sombra ni en la tierra de los espíritus invisibles, sino que fue arrebatada al Cielo Altísimo, que está más allá de todo cielo y se hizo el fuego inmanente de todo el universo y la sal de la vida. Pero yo quiero plantear este tema desde una postura neutra: Cuando logre “darse cuenta” de la realidad, sabrá sin duda cuál es el camino y cómo el pensamiento y el aferrarse lo divide en dos posturas opuestas y falsas. El Mumonkan le brinda las herramientas para lograr ese contacto con lo real.

Del malestar como indicador

El malestar es un indicador de que algo no anda bien, a veces es el único que tenemos. No es algo que haya que callar sin jamás mirar que es. Hay dos vacíos igualmente trascendentales que difieren según qué desconocimiento los patrocina: Uno es el que proviene de desconocer la iluminación y lo espiritual. Se activa por el hecho de que la fe en las cosas choca contra la realidad de que estas no causan una plena satisfacción. La otra proviene de “no querer bajar de la montaña”9es decir, por causa del deslumbramiento de la nueva visión espiritual y de la tendencia natural a reaccionar hacia este lado y aferrarse. Ambos son problemáticos. Para el segundo caso vale el koan 46: “Proseguir desde lo alto del poste” y su comentario. La iluminación sólo es verdadera si se vuelve, si se baja de la montaña. Esto no es deshacer lo hecho: es llevar la montaña al suelo y subir el suelo a la montaña para que una fecunde a la otra, es deshacer la última dualidad. Para este error post-iluminación, la persona tiene la gran ventaja de tener las herramientas que adquirió pero tiene como contra la fuerza deslumbrante y paralizadora de lo alto. En el peor de los casos, la persona se queda allí un tiempo muy largo de bienaventuranza al final del cual una amargura termina por invadirla y entra entonces en una nueva noche. Esto le permite despegarse y recapacitar en el sentido final y correcto de la iluminación. Luego de ello es libre.

En el primer caso (el del no iluminado) el estado de conflicto puede extenderse por siempre, salvo que algo saque a la persona de los caminos que siempre toma. Todos esos caminos son de insatisfacción y pseudoresignación aunque los discursos intenten convencer a todos de lo contrario. En el dolor más intenso, a la persona le surge la pregunta que se preguntan desde tiempos inmemoriales algunos seres: ¿Qué es todoestoque ocurre? Pero su sentido es un tanto oculto para quién no se la pregunta, sobre todo en referencia a ese “esto” que se enuncia. Algunos, atónitos, devuelven una respuesta del tipo: “¿A qué te referís? ¿Qué cosa? ¿La tele? ¿El trabajo? ¿La vida?” Pero la persona que pregunta no se refiere a un concepto, suestoes la propia y mismísima realidad, a-conceptuada, a la que sólo él tiene acceso consciente por estar momentáneamente despierta de la monotonía y de sus propias ideas. Los demás ven únicamente los propios conceptos que ponen sobre el“esto”. Ese estado de lucidez es conocido como Mu, pero el sufriente no sabe cómo entenderlo ni como conservarlo. No sabe capitalizar su momentáneo despertar ni como construir algo positivo con él. Mu es como la tierra fértil que es buena por sí misma, pero si no se siembra sobre ella no da fruto. La buena tierra sin sembrar da los mismos frutos que la tierra estéril. El contacto con Mu se pierde inmediatamente por el exacerbado “comercio” de ideas. Se extingue por el mal uso del raciocinio, como aquel que, envalentonado por haber encendido una vela en la oscuridad, se lanza a correr con ella. A la segunda zancada se le apaga por su mismo movimiento. Todo se vuelve pensamiento tras pensamiento, razón tras razón y se termina por impedir el retorno al aquí y ahora, convirtiéndose todo en la locura de lo que sigue y por lo tanto perdiendo a Mu.