Mucho más que humanos - Marcos Apud - E-Book

Mucho más que humanos E-Book

Marcos Apud

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Mucho más que humanos propone un modelo holístico, funcional e integrativo que aborda a la persona en su dimensión integral de cuerpo, mente, y espíritu. El autor, creador de un nuevo enfoque en psicología de alta performance al que define como Psicología de Innovación, combina en estas páginas conocimientos de la psicología cognitiva, el coaching, el biohacking, el neurohacking, las neurociencias aplicadas, conceptos troncales de la medicina funcional y la neuroprogramación, entre otras disciplinas. Se trata de un libro que lleva el campo de la psicología a un nuevo nivel de expansión, alejado ya del concepto convencional de la psicoterapia clásica, enfocada en trabajar con el padecimiento y las alteraciones psíquicas, y cuyo objetivo es el funcionamiento de la mente en condiciones de salud. Por eso, capítulo a capítulo, ofrece información, hacks y secretos para potenciar de manera natural la biología y el cerebro y así alcanzar niveles de optimización mucho más humanos.

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Seitenzahl: 304

Veröffentlichungsjahr: 2023

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Marcos Apud

Secretos naturales para potenciar tu biología y mentalidad

Índice de contenido
Portada
Portadilla
Legales
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO IINICIANDO EL CAMINO
Acerca del wellness y la psicoterapia
Psicología: repasando el estado de situación y la crisis crónica
Modelos Dualistas: “El error de Descartes”
La búsqueda del “cambio” en la complejidad humana
Modelos de cambio: Top-Down y Bottom-Up
Hacia una psicología más actualizada e innovadora
La figura del terapeuta hoy: de la pipa y la polera al psicólogo influencer
Una psicología de alta performance
CAPITULO IIUNA MIRADA DE LA EVOLUCIÓN HUMANA
El humano en crisis: los estragos de la vida urbana
Sapiens Sapiens, pero no tan “Sapiens”
Coeficiente de adaptabilidad y reinvención: las nuevas condiciones para la supervivencia
Innovar también es volver al origen
CAPITULO IIILA CIENCIA DEL HÁBITO
El poderoso hábito de crear hábitos
¿Por qué fracasamos antes de instalar un hábito?
La técnica ON-OFF
El arte de saber motivarte (el circuito de la dopamina)
Desde la superficie hasta la identidad
Disciplina y consistencia: dos recetas mágicas
CAPITULO IV TU CAMINO AL BIENESTAR
El movimiento del wellness
Los cinco pilares del bienestar
Entorno: mi espacio físico
Entorno: vínculos
Efecto turbo: una rutina matutina potenciadora
CAPÍTULO V BIOHACKING
¿Qué es el biohacking?
Los tres principios del biohacking
Natural biohacking secrets
Grounding: el poder bajo tus pies
Sungazing: El Dios Ra
Respiración consciente
Cuatro técnicas de respiración para sumar a tu caja de herramientas
Método Wim Hof: saliendo del confort para ser más fuertes
Respiraciones de poder
Suplementación y nootrópicos
Longevidad: viviendo más y mejor
Biohacking tecnológico: trackers y gadgets que no te pueden faltar
Superproductividad: el camino del Súperhumano
CAPÍTULO VINEUROCIENCIAS APLICADAS
De Freud al Neuroboom
La mente no flota en el éter
Combustible cerebral (neuronutrición)
Neurogénesis y neuroplasticidad
¿Cómo tomamos decisiones?
Las etapas en la toma de decisiones
¿Tenemos más de un cerebro?
Un cerebro sin dirección es un barco a la deriva
La práctica del agradecimiento y su efecto en el cerebro
Postura corporal y emociones
Brain Gym (Gimnasia cerebral)
CAPÍTULO VIIINGENIERÍA DE LA MENTE Y NEUROPROGRAMACIÓN
La programación neurolingüística
Los estados negativos no aceptan órdenes
Operadores modales: hablándote para alcanzar tus objetivos
Conociendo el lenguaje del inconsciente
Las cuatro maldiciones
Haz que las cosas sucedan
Pensamiento, emoción y cuerpo: las tres vías de acceso al cambio
Autoconfianza
El arte de diseñar tus objetivos
El poder de tus voces mentales
¿Podemos hackear emociones?
La ciencia de la ejecución
Procrastinación: pateando la pelota para más adelante
La regla de los 5 segundos
Programa tu inconsciente con preguntas generativas
Resiliencia: la lección de Thomas Edison
CAPITULO VIII ANSIEDAD Y ESTRÉS SOSTENIDO
La verdadera pandemia: estadísticas del terror
La muerte del “il dolce far niente”
La receta mágica: la flexibilidad
La autoexigencia del bienestar
Los mejores hacks para combatir la ansiedad y el estrés
Consideraciones finales
EPÍLOGO
BIBLIOGRAFÍA
AGRADECIMIENTOS

Apud, Marcos

Mucho más que humanos / Marcos Apud. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Galerna, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-950-556-940-3

1. Salud. 2. Neurociencias. I. Título.

CDD 158.1

© 2023, Marcos Apud

© 2023, RCP S.A.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna, ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopias, sin permiso previo del editor y/o autor.

ISBN 978-950-556-940-3

Primera edición en formato digital: abril de 2023

Versión: 1.0

Digitalización: Proyecto 451

Hecho el depósito que marca la ley 11.723

Diseño de tapa e interior: Pablo Alarcón | Cerúleo

Fotos de tapas: pexels: Jess Loiterton, Pixmike

Foto de contratapa: Diego Astarita

Dedicado a Pedro, mi padre.

Maestro, mentor y guía.

INTRODUCCIÓN

¿A que le temes más? ¿A tu luz, o a tu sombra? 

A veces vamos por la vida, convencidos de que escapamos de nuestros lados más oscuros, cuando en realidad, el mayor miedo es a brillar demasiado. 

Pregúntate ahora, ¿estás dispuesto a encarnar tu mejor versión? 

Los seres humanos nos encontramos sumergidos en una profunda crisis evolutiva. Sabemos que nos enfrentamos a cambios constantes, con un nivel de aceleración exorbitante, y de escala aparentemente infinita. En medio de esta vorágine, nos vamos alejando cada vez más de nuestra verdadera naturaleza como especie. Hemos abandonando aquellos hábitos que nos situaban como un animal con una enorme fortaleza tanto biológica como mental, y nos fuimos debilitando gracias a un estilo de vida muy distante de nuestro diseño de origen. 

Nuestra capacidad de integración de esta “continua novedad” es muy limitada, sin embargo, no podemos pedirle a la Tierra que se detenga unos minutos para bajarnos y mirarla en perspectiva, y así entender qué nos sucede. Por el contrario, nos sentimos obligados a ejercitar permanentemente nuestro coeficiente de adaptabilidad, y acompasar el ritmo de este universo híperdinámico, desafiando nuestros recursos.

Hoy en día, más de la mitad de la población planetaria habita en zonas urbanas. Llevamos un estilo de vida en donde distintas alteraciones, físicas y psíquicas, se han naturalizado. Dolores, enfermedades y padecimientos que se podrían evitar modificando ciertos aspectos de nuestras rutinas, son asumidos como parte de la normalidad. Vivimos sobrealimentados y mal nutridos, generamos grandes perturbaciones en nuestro sueño, descansamos poco, cultivamos el sedentarismo (que sigue en aumento), y llevamos una pésima gestión de nuestro estrés. Todo esto sumado a un entorno plagado de elementos que nos inflaman a nivel celular, nos intoxican, y desencadenan un enorme abanico de trastornos, como la ansiedad, la depresión, y desequilibrios orgánicos como los accidentes cardio y cerebro-vasculares, diferentes tipos cáncer y enfermedades neurodegenerativas.  

Paradójicamente, jamás tuvimos acceso a tanta información (y conciencia), acerca de cuáles son los caminos que nos pueden llevar a potenciar nuestra salud y protegernos de muchos de estos problemas. 

En pocos años, el wellness (bienestar) se transformó en un verdadero movimiento a nivel mundial, y puede significar “la gran oportunidad” para encontrar nuevamente el rumbo hacia una salud plena, la fortaleza física y mental, la longevidad y, por qué no, el medio para elevar nuestra naturaleza hacia la dimensión de ser los nuevos Súper Humanos. De hecho, junto con estos cambios surgen nuevas cosmovisiones, disciplinas y ramas de la ciencia. 

Por su parte, el biohacking, en tanto estilo de vida y tendencia de vanguardia dentro del wellness, aspira a optimizar las cualidades humanas, haciendo uso de los avances científicos, tecnológicos y combinándolos con algunos hábitos y comportamientos ancestrales que nos hacían a los humanos animales muy resilientes frente a las adversidades del entorno.  

 Lo cierto es que, si el humano y sus necesidades cambian, las teorías de la mente y las herramientas para abordarla, también deben hacerlo. La Psicología, entendida como el estudio del psiquismo y del comportamiento humano, cuenta con una larga historia al servicio “casi absoluto” de la comprensión y el tratamiento de los padecimientos mentales. De esta manera, los psicólogos aprendimos a utilizar una enorme batería de herramientas para “sanar” a quienes se encuentran en estado de desbalance, aliviar el sufrimiento, y eliminar síntomas.

¿Pero qué ocurre con aquellas personas que ya se sienten bien? ¿Qué formación recibimos como profesionales para elevar a otro nivel de bienestar a quienes ya gozan de buena salud? Si bien sabemos bastante de las alteraciones mentales, nadie nos enseñó cómo guiar a alguien hacia su mejor versión, ni cómo potenciar al humano en su dimensión integral.

Por esto, te invito a recorrer el universo de una nueva forma de entender la Psicología humana, y a transitar este apasionante camino hacia tu bienestar con herramientas que llevarán a tu cuerpo, mente y espíritu a otro nivel. Llevo más de dos décadas dedicado plenamente a mi profesión, que indaga los laberintos más profundos del ser humano, y siempre soné con poseer una suerte de manual práctico que traduzca en ejemplos concretos y aplicables los pasos que podemos dar para empezar un verdadero camino hacia el bienestar. 

En este libro no solo encontrarás esa alquimia del wellness, sino que también te brindo una poderosa guía para lograr alcanzar tu máximo potencial en todas las esferas del ser.  

Biohacking, neurociencias aplicadas, coaching, medicina funcional y neuroprogramación, entre otras disciplinas, se conjugan en un modelo de Psicología de alta performance con base científica. Vamos a desafiar los límites de tus creencias, a expandir tu conciencia, y a reconectar con la sabiduría ancestral de la que nunca debimos alejarnos. 

“Innovar también es volver al origen”, por eso te invito a conocer la Psicología de innovación, con muchas de las herramientas que recopilé a lo largo de los últimos veintitrés años de experiencia profesional.

Si comprendemos nuestras reglas fundamentales de funcionamiento, podemos ser humanos fuertes, sanos, vitales y elevados espiritualmente. Podemos ser Mucho más que humanos.

Marcos Apud

CAPÍTULO I

INICIANDO EL CAMINO

ACERCA DEL WELLNESS Y LA PSICOTERAPIA

Soy consciente de que las aspiraciones de este libro son bastante elevadas. Si leíste el índice de temas que vamos a recorrer juntos, ya te darás una idea de que las aguas que vamos a estar navegando no se reducen a un nuevo modelo en Psicología. Este libro no pretende ser un compendio de psicoterapia, ni llevar información de valor exclusiva para los profesionales de la salud. 

Ya seas médico, psicólogo, coach, o te dediques a cualquier disciplina que trabaja con salud o bienestar, este libro te será muy relevante ya que te ayudará a replantearte viejos paradigmas, abrirte a una nueva mirada, y llevarte grandes aportes que van a impactar en tu forma de ayudar a las personas. 

Y si tu trabajo, profesión o praxis, no se relaciona con la “sanación” humana, este libro también tendrá un impacto positivo en tu vida, ya que te llevará de viaje por el wellness, el biohacking, las neurociencias aplicadas y la ingeniería de la mente. Vas a incorporar y trasladar al cuerpo infinidad de herramientas que mejorarán considerablemente tu calidad de vida. Y no te asombre si, al finalizar este viaje, observas un verdadero cambio a nivel de tu identidad.

WELLNESS

Empecemos por entender a qué me refiero cuando hablo de wellness.

“El wellness es un estado de bienestar integral” que impacta en todas las dimensiones de tu ser. Es un término en inglés que se usa generalmente para definir un equilibrio saludable entre los niveles mental, físico y emocional, obteniendo como resultado un estado de bienestar general. Aunque empezó a usarse cerca de 1950 por Halbert L. Dunn, posteriormente conocido como “padre del movimiento wellness”, el término moderno fue popular recién en el año 1970. Dunn definía al wellness como un método integrado de funcionamiento que está orientado a maximizar el potencial de cada individuo.

Alguien que está en “estado de wellness”, es como un barco que está navegando en las aguas calmas de un océano, en completa plenitud a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en la relación con su entorno. Si adoptamos el wellness como estilo de vida obtendremos muchos beneficios:

Seremos más creativos y capaces de tomar decisiones complejas; estaremos más concentrados y tendremos una mayor resistencia al estrés.Nos sentiremos en forma, superaremos los episodios de cansancio más fácilmente y afrontaremos las situaciones cotidianas con más vitalidad.Mejorará nuestro humor, nos sentiremos en armonía con nuestro entorno y esto facilitará las relaciones sociales.

Me gusta hablar en términos de wellness porque engloba todo aquello que conduce a que un humano se sienta bien consigo mismo, con sus vínculos y con su entorno físico. Y eso resume básicamente el objetivo de este libro.

Lograr ser mucho más que el humano que conoces hasta el día de hoy, y brindarte todas las herramientas que fui recopilando en las últimas dos décadas como profesional de la salud, psicoterapeuta, entrenador físico y biohacker.

PSICOLOGÍA: REPASANDO EL ESTADO DE SITUACIÓN Y LA CRISIS CRÓNICA

¿Por qué decido iniciar este camino hablando de la Psicología? 

En primer lugar, porque es a lo que dedico la mayor parte del tiempo desde hace más de media vida: investigar los laberintos de la mente humana, en su inmensa complejidad, y ayudar a través de la psicoterapia a que las personas mitiguen sus padecimientos psíquicos y emocionales y alcancen mayores niveles de felicidad en sus vidas. 

¿Felicidad? ¡Qué palabra se me ocurre utilizar! ¿Podemos aspirar a semejante pretensión los terapeutas? ¿Es nuestro objetivo en el trabajo con las personas? Soy consciente de que este tema puede llevar a infinidad de debates, sin embargo, te pido que tomes ciertos términos entre comillas, sin buscar hacer de ellos un universo de significados. A medida que vayas conociendo mis recovecos mentales y mi tinte pragmático en muchos aspectos de entender la realidad, se te harán más comprensibles muchos de los conceptos que utilizo. Toma esto último como una propuesta casi necesaria para que saques el máximo provecho de todo lo que vas a encontrar en las páginas que siguen.

¡Ah! “Y no te alejes nunca de la mirada de aprendiz”.

Te invito a poner entre paréntesis tus creencias, paradigmas y cosmovisiones preexistentes, esas que todos tenemos. Abre tu mente a una nueva experiencia, “curiosa” como ese instinto explorador con el que venimos los humanos al mundo. Y créeme que vas a llevarte una grata sorpresa al final del camino.

Vamos a iniciar el recorrido tocando el tema de los cuatro vicios de la psicoterapia.

¿A qué me refiero exactamente cuando digo esto? 

En el largo recorrido y evolución esta hermosa disciplina se ha encontrado con múltiples desafíos, trabas y limitaciones. Mi intención no es abordar cada una de ellas, ni las diferencias en cada uno de los modelos o escuelas en Psicología y Psicoterapia (porque deberíamos dedicar este y unos cuantos libros más para desglosar semejante odisea bibliográfica). Sin embargo, deseo compartirte algunos de los motivos por los cuales he sido testigo de innumerables fracasos, o al menos grandes limitaciones, en la mayor parte de los enfoques terapéuticos tradicionales: 

1. La búsqueda incansable (y muchas veces improductiva) del “por qué” de todo. 

Encontrar el “por qué”, la causa o el origen de los problemas humanos, no siempre produce ese efecto mágico al que solemos aspirar los terapeutas. Esta fue una de las primeras desilusiones que me llevé en mi práctica clínica con los pacientes desde los inicios de mi ejercicio en la profesión. 

Durante los últimos 25 años, he dedicado el mayor porcentaje de mi tiempo a “tocar almas” humanas. Por mi consultorio, mi templo sagrado, suelo ver pasar entre 10 y 12 personas que me consultan a diario. Y como casi todo terapeuta, fui entrenado para encontrar la “etiopatogenia” (el origen) de los síntomas, confiando en que esto, de por sí, traería aparejada una suerte de “cura” mágica y que los síntomas desaparecerían con la comprensión de las causas que le dieron origen. 

Pero lamentablemente no funciona así, nada es tan sencillo cuando trabajamos con la mente humana.

Hoy creo que hay, al menos, dos grandes problemas implicados en esta premisa:

La sobrevaloración del “por qué”: en esa búsqueda casi obsesiva de las causas que hacen comprensibles el conflicto psíquico, perdemos muchas veces de vista que solo con el entendimiento intelectual, racional o analítico, del origen de lo que la persona padece, podemos encontrar cierto “alivio lógico”, por el solo hecho de que se torna comprensible y conectado con una historia vital, pero suele ser insuficiente. El verdadero cambio ocurre cuando llega el famoso “insight”, esa comprensión plena que abarca todo el ser. El cuerpo, las emociones y la dimensión cognitiva de la mente, se conjugan en una suerte de danza en simultáneo y allí ocurre esa nueva y maravillosa integración de la experiencia. Es como si las piezas del rompecabezas se acomodasen de una forma diferente en cuestión de milisegundos.Cada vez que se produce este milagroso evento, paciente y terapeuta saben fehacientemente, que pasó lo que tenía que pasar, para empezar el cambio profundo. El otro problema viene con el híper-foco en el “por qué”. Esto hace que perdamos la dimensión de explorar el “cómo”, lugar en donde muchas veces encontramos un atajo para ese Eureka que estamos buscando. Reconstruir el “cómo” nos conduce muchas veces al efecto gamma cerebral (una suerte de activación general del órgano) y desemboca en esa fabulosa conexión entre mente consciente e inconsciente creando un puente entre ambas. Me gusta mucho decir que “la mente consciente es aquel lugar en donde, usualmente, no se encuentran las respuestas”, por eso debemos buscarlas en la mente inconsciente. Saber acceder a la dimensión más profunda de la mente, es un gran trabajo artesanal y en equipo, entre el inconsciente del paciente, y el del terapeuta. 

2. El enfoque excesivo puesto en el pasado.

Esta casi obsesiva mirada puesta en lo que ya pasó (que muchas veces desplaza el foco de lo que está pasando ahora), es popularmente conocida como una suerte de “vicio” profesional de los psicólogos y psiquiatras, y proviene fundamentalmente de la herencia psicoanalítica, de alto peso aún en la actualidad, en especial en países como Francia y Argentina. 

No pretendo generar una crítica hacia un modelo al que podríamos considerar la “madre gestacional” de toda la psicología profunda, además de ser apasionante y materia imprescindible para comprender la mente humana. Pero, más allá de la obra maestra de Freud, con quien el universo entero estará siempre en deuda por su aporte brutalmente genial, es cierto que ese enfoque excesivo en el pasado no siempre es generativo en la psicoterapia. El problema (al igual que con el tema del “por qué”) está en el riesgo del empantanamiento.

Podemos, fácilmente, quedarnos de manera viscosa en una búsqueda recurrente de las motivaciones pasadas para explicar lo que ocurre en el presente. 

¿Y qué perdemos de vista? 

Justamente, el presente. El aquí y ahora. 

¿Y qué actualizamos continuamente en nuestra mente? 

El pasado, y muchas veces, un pasado exclusivamente doloroso, dejando de lado aquellos recuerdos y vivencias agradables de lo que vivimos.

Este fenómeno selectivo de la memoria es bastante frecuente, y basta con que te invite a pensar durante más de dos minutos en todo lo malo que te pasó en la vida, para que te des cuenta de cuánto te cuesta salir de ese pantano de imágenes y conectar con partes lindas de tu historia. Es básicamente un mecanismo de filtro y selección que realiza nuestro cerebro.

Este sesgo terapéutico tiene grandes implicancias, no solo en el destino mental de los pacientes, sino también en los procesos de consolidación neurofisiológica de la experiencia. Para decirlo en términos simples, nuestro cerebro no distingue (en gran parte) entre ilusión y percepción, y cada vez que repasamos escenas del pasado, las hacemos pasar nuevamente por nuestra mente, como películas que están ocurriendo en el presente, y afectan todo nuestro ser.

Pero no quiero adelantarme, vamos por partes. Hay otros problemas que surgen a raíz de estas cuestiones.

3. La lupa obsesiva sobre los problemas.

Nuestra mente es una suerte de especialista en detectar problemas, de hecho, nuestro cerebro está en gran parte diseñado para ello y otras cosas más: evitar el dolor, buscar el placer, ahorrar energía y, ante todo, sobrevivir. Jamás hubiésemos logrado la supervivencia como especie sin detectar, con cierta agilidad y velocidad, los peligros del mundo externo (depredadores, situaciones climáticas amenazantes, posibles accidentes, etc.). 

Es así que este órgano maravilloso tiene una enorme facilidad desarrollada en una larga evolución filogenética, para encender alarmas frente a situaciones que considera relevantes por atentar contra la vida; los problemas cotidianos se pueden homologar de algún modo con esos peligros. Sin ir más lejos, pasar horas pensando en los conflictos con el jefe, los problemas económicos, el caos cotidiano por la “infoxicación” (intoxicación de información), el enojo frente a un atascamiento en el tráfico urbano, solo por citar algunos ejemplos de situaciones del día a día, son interpretadas por el organismo como una fuente de estrés, y activan un laboratorio interno, plagado de mensajeros químicos como el cortisol, la adrenalina, noradrenalina, y dopamina. 

Pero la cuestión no concluye aquí. Como si no bastara con los peligros, los problemas diarios reales e imaginarios y las situaciones estresantes, la mente se ocupa fácilmente de “generar nuevos problemas” si las condiciones de supervivencia ya están garantizadas.

¿A qué me refiero? A que, si ya poseemos alimento disponible, una cueva para protegernos y estamos lejos de depredadores, es decir, si ya tenemos cubiertas las condiciones básicas para sobrevivir, la mente se toma el atrevimiento de realizar una tarea para la que está muy bien entrenada: la libre “divagación”. Toma nota entonces: cuando tu cerebro no tiene un tema específico al cual esté direccionado, por default, encuentra o construye nuevos problemas.  

El eje de la cuestión es el siguiente: de por sí, la tendencia natural de nuestro cerebro es buscar y detectar problemas, y si en el trabajo terapéutico reproducimos todavía más esta tendencia natural, vamos a reforzar y consolidar ese modo de funcionamiento. Esto nos lleva al último punto que quiero destacar en esta sección. 

4. El foco casi ausente en las soluciones, aspectos sanos, y estados deseados.

Los psicólogos en general, por nuestra formación profesional, hemos sido entrenados para poner una lupa especial en las disfunciones del psiquismo. Entender la psicopatología y los conflictos intrapsíquicos, son los territorios más explorados al formarnos en esta apasionante disciplina.

Poseemos infinidad de hipótesis, teorías, herramientas y explicaciones que apuntan a un modo de funcionamiento mental que ya se encuentra en algún sentido “disfuncional o alterado”.

¿Pero qué ocurre con la comprensión de los mecanismos que nos mantienen sanos? ¿Cuánto sabemos acerca del funcionamiento de una mente libre de patología? ¿Tenemos una real formación para trabajar con quienes que ya gozan de recursos suficientes para estar en condiciones óptimas? 

Te imaginarás que la respuesta es bastante desalentadora, va en línea con el problema que te relate en los párrafos anteriores: así como la mente tiende a buscar rápidamente problemas y peligros, ¿por qué pensaríamos que la mente de un terapeuta haría algo muy diferente?, en especial si no fue entrenado a llevar su foco a los aspectos más sanos de la persona, sino por el contrario, nos convirtieron en especialistas para detectar anomalías, problemas y dolores del alma.

Este no es un tema menor, y su impacto en el éxito terapéutico tiene implicancias de gran calibre. 

Alguna vez escuche que las personas “exitosas” miran los problemas el 5 % del tiempo, y el otro 95 % se dedican a buscar y encontrar soluciones. No puedo dar fe de que esta sea la proporción exacta aplicable a todos los casos, sin embargo, está claro que la balanza está muy inclinada hacia ver el problema, lo que no anda bien. Y el foco en las soluciones, alternativas y recursos, sigue estando muy en segundo plano. 

Saber dirigir la propia mente (y la de un otro) hacia estados favorables, generativos, y deseados, es todo un arte que debemos aprender, desarrollar y fortalecer. Y el mayor problema es saber encontrar ese equilibrio justo, entre saber direccionar amablemente la atención hacia el área de los “recursos”, sin desestimar ni disminuir la relevancia de los problemas. Ahí radica la habilidad artesanal del terapeuta.  

Créanme que es una capacidad que se puede desarrollar si empezamos aceptando la limitación actual, y conocemos cuáles son las estrategias para conducir nuestra mente hacia nuevos territorios, a esa suerte de “oasis” que todos tenemos dentro. 

Este es el camino que te invito a recorrer en las próximas páginas de este libro, el que te permita llegar a ser maestro de tu propia mente, en lugar de esclavo de tus pensamientos. 

MODELOS DUALISTAS: “EL ERROR DE DESCARTES”

Tomando como punto de partida la frase del maravilloso libro del neurólogo Antonio Damasio (1994), me parece importante hacer una breve reflexión acerca del paradigma (aún predominante) que separa la mente del cuerpo, y la razón de la emoción. 

El filósofo francés consideraba que los mecanismos cerebrales controlaban el comportamiento humano tan solo en una medida superior al de las bestias, pero esta explicación no podría recoger algunas de las características del hombre tales como la inteligencia y el alma, que eran dadas directamente por Dios.

Las capacidades exclusivas del hombre residían fuera del cerebro, en la “mente” un concepto muy solapado con el de “alma”.

Descartes era un dualista que creía que la mente y el cuerpo eran entidades separadas, y se planteaba cómo el cuerpo y la mente-alma se relacionan entre sí. Al parecer, siempre fue difícil concebir, cómo algo material (el cuerpo) interactúa con algo inmaterial (la mente-alma).

Esta tradición cartesiana atravesó de manera longitudinal toda la evolución del pensamiento médico-científico, filosófico, artístico y cultural desde hace más de cuatrocientos años. 

Si bien podríamos decir que hoy estamos viviendo una verdadera “revolución holística” que cambia esa mirada disociada de nuestro modo de “ser humanos”, los sesgos de la herencia de Descartes siguen muy presentes. 

Probablemente hoy nadie negaría la afirmación de que somos una “unidad” cuerpo, mente y alma, ni podría sostener con buenos argumentos, la división entre dichas dimensiones. Sin embargo, a la hora de resolver los problemas humanos, incluso para describir nuestra experiencia, seguimos escuchando a diario conceptos como “psico-somático” o lecturas de enfermedades y formas de abordarlas en donde esa separación sigue estando implícita. Y no es solo un problema descriptivo; remite también a una profunda forma de ver a la persona. 

Adoptar una mirada integral, funcional y 360° de la experiencia humana va a requerir, desde mi punto de vista, al menos unos años más de evolución en nuestro entendimiento. Incluso hoy no nos es fácil comprender que funcionamos como seres multidimensionales e intrínsecamente indisolubles. 

Los modelos actuales en ciencia, en especial aquellos que se ocupan de la salud humana, se ven presionados cada vez más a integrar esta nueva visión, si realmente aspiran a ser más asertivos en el enfoque de las problemáticas humanas, en los tratamientos y abordajes terapéuticos. 

Escuchar frases reduccionistas y separatistas como “tu colon irritable es causa de tu alimentación, y nada tiene que ver con tus emociones”, o su inversa (psicologicista), “tu colon irritable se debe a tu estrés, no importa lo que comas”, son algunos ejemplos de cómo sigue presente en nuestro paradigma la lectura parcial y divisoria de nuestro funcionamiento como seres vivos. 

Más adelante abordaremos el tema de la evolución de modelos integrativos y funcionales en medicina, y también en psicología, como en el caso de “la Psicología de innovación”.

Retomaremos la importancia de hacer un verdadero y profundo cambio de mirada para poder tener no solo una lectura más acertada de cómo estamos hechos los humanos, sino también, de la necesidad de abordar los procesos terapéuticos con herramientas que nos permitan operar con estrategias que apunten a cambios integrales en lugar de parciales.

LA BÚSQUEDA DEL “CAMBIO” EN LA COMPLEJIDAD HUMANA

Partimos de la base de que el ser humano funciona como un sistema complejo, unitario y dinámico. Entendiendo ese punto, tenemos que redefinir el concepto de “cambio”. 

Podríamos afirmar que esta palabra resume la mayor aspiración que albergamos los profesionales que nos dedicamos a trabajar en el inmenso universo de las terapias. Todos queremos ver “cambios”, mejoras en los síntomas, salud en donde habitaba la enfermedad, alternativas en donde existía un problema sin solución aparente, y flexibilidad en donde había rigidez.

¿Pero en qué consiste ese cambio? ¿Por qué es tan complejo?

Para empezar, sabemos que no basta con comprender el “porqué” o la causa principal de un problema para que ocurra un cambio psíquico, sabemos que se requiere del famoso proceso de “insight” del cual hablamos anteriormente, ese “eureka” que viene de la mano de una conexión inmediata y en simultáneo de numerosas representaciones, pensamientos, emociones y sensaciones. 

La experiencia del insight es un fenómeno cognitivo por el que se llega a la solución o comprensión de un conflicto en asociación con una vivencia afectiva de sorpresa y certeza ante el descubrimiento.

Para algunos autores, la diferencia entre procesos insight y procesos no insight radica en la manera en que los hemisferios cerebrales participan en cada caso, con la activación de áreas específicas y patrones de procesamiento neural y cognitivo propios en la solución de problemas vía insight (Bowden & Jung-Beeman, 2007).

¿Y cómo nos damos cuenta si un cambio es profundo o superficial? 

Existen varios tipos de cambios, y en diferentes niveles. Podemos hacer un cambio en nuestra conducta y que esto no implique modificaciones profundas a nivel de nuestra identidad. Podemos cambiar nuestro modo de pensar y entender algo, y que esto no cambie nuestra experiencia emocional respecto de una situación determinada. Podemos tener cambios efímeros y otros bastante permanentes. 

Claramente, cuando se trata de cambios “positivos” para la vida de alguien, aspiramos a que sean profundos y duraderos. 

En mi experiencia los cambios a nivel de la identidad, los más estables y permanentes, ocurren frente a “perturbaciones” importantes que generan una suerte de cataclismo de significados en nuestra mente. Esas fuentes de perturbación pueden ser gatilladas por una infinidad de eventos vitales: desde una crisis evolutiva, experiencias reveladoras, grandes aprendizajes, alguna persona o situación que pasa por la vida y nos toca el alma, la cercanía con la muerte, conocer un nuevo amor, descubrir nuestro propósito de vida, hasta una intervención terapéutica hecha en el momento justo, con las palabras y gestos adecuados. 

¿Y podemos cambiar nuestra identidad cambiando hábitos? 

Sin duda que sí.

La repetición es la madre de todas las habilidades, y nos lleva a incorporar conductas recurrentes, que empiezan a formar parte del repertorio de experiencias personales, de manera tal que se van transformando en una nueva forma de percibirnos, devolviéndonos nuevos sentidos subjetivos de nosotros mismos. Un ejemplo podría ser alguien que abandona un vicio e incorpora un hábito saludable (luego hablaremos de esta técnica ON-OFF). Imagina a un fumador que lleva 30 años llenando sus pulmones de humo caliente y papel quemado, y luego deja de fumar. Al mismo tiempo inicia un tipo de alimentación más saludable y empieza a practicar un deporte. Al cabo de un año te cruzas con esa persona por la calle, y su cuerpo cambió, su piel y pelo cambiaron, su sonrisa, y hasta su forma de respirar y caminar se modificaron.

Pero los cambios no son solo físicos, sino que su estado de ánimo es otro, su energía vital es diferente, las emociones que experimenta y transmite al entorno también lo son, y fundamentalmente, él ya no es el mismo. Se siente y se percibe como alguien muy diferente al año anterior, incluso su vida se extendió en su mapa mental, por lo cual, sus proyectos y motivación hacia la vida, serán diferentes.

Esa identidad cambió, no caben dudas de ello.

Pensar que cambiar hábitos se reduce solamente a nuevas conductas repetitivas, y dejar de lado el enorme poder transformador a niveles profundos de nuestra identidad es básicamente un error de comprensión de su significado.

Me pregunto si entre las motivaciones por las cuales estás leyendo este libro, se encuentra el deseo de mejorar tus hábitos de vida, sentirte con más energía, aumentar tu productividad, potenciar tu salud, extender tu perspectiva de vida plena, tener un sistema inmune a prueba de balas, o tal vez, encontrar tu propósito de vida.

Que no te sorprenda si hacia final del camino, ocurre que esos hábitos saludables ya forman parte de tu nueva forma de ser-en-el-mundo, y eso conlleva a transformar tu identidad y a modificar el rumbo de tu destino.

Este ejemplo nos permite introducirnos en un tema que ha generado desvelo por décadas en el mundo de la psicoterapia y las teorías del cambio.

MODELOS DE CAMBIO: TOP-DOWN Y BOTTOM-UP

Hay muchas hipótesis acerca de las rutas del cambio. 

Algunos afirman que, si modificamos nuestro pensamiento, vamos a cambiar nuestras emociones. Este es uno de los pilares de la Psicología cognitiva clásica de Aaron Beck y Albert Ellis (padres de la Psicoterapia cognitiva clásica). Ambos autores parten de la premisa que sostiene que la forma de modificar las emociones perturbadoras es cambiando nuestras ideas irracionales o pensamientos distorsionados.

Otros enfoques en psicoterapia, en cambio, van a buscar activar el repertorio de emociones para lograr una reorganización de ese sistema emocional, sin apuntar directamente a un cambio a nivel del pensamiento.

Esta última corresponde a una visión del cambio propia de otro modelo de psicología cognitiva, de rama europea, llamada “posracionalismo”, modelo en el cual me especialicé durante los últimos 25 años. Desde esta óptica, se parte del concepto de que el pensamiento solo cambia al pensamiento, y para que haya una verdadera y profunda transformación emocional, tenemos que trabajar con el mundo de las emociones y en la dimensión del sentido personal, más que del pensamiento. 

Luego de muchos años de investigar y trabajar con la complejidad humana, podría afirmar que los cambios profundos pueden darse de varias formas y gatillarse en distintas direcciones.

Los cambios en el pensamiento pueden conducir a nuevas conexiones emocionales. A su vez, activar una emoción y operar sobre ella, puede modificar las estructuras del pensamiento y producir nuevas representaciones. Sin embargo, en ambos casos seguimos hablando de cambios top-down (de la mente a las emociones), o cambios mid-down (de las emociones al sistema biológico). Aquí es donde me gustaría introducir un concepto diferente para entender otro camino hacia el cambio. 

Existen cambios Bottom-Up (del cuerpo hacia la mente) o somato-psíquicos, que han sido poco explorados y aprovechados por la mayor parte de las ramas psicoterapéuticas. 

Esta última ruta del cambio resulta un aporte altamente innovador para el mundo de la psicología, porque los dilemas de las teorías siempre giran en torno a si el origen del cambio se encuentra en modificar el pensamiento o la emoción. Entender y saber guiar en procesos de cambio Bottom-Up, es un factor de suma importancia. 

Más adelante veremos que este tipo de cambio va de la mano del “Biohacking” (pilar fundamental en la Psicología de innovación). 

Cuando empecé a introducir este modelo de cambio del cuerpo hacia la mente, no solo vi enriquecido un nuevo enfoque terapéutico, sino que pude apreciar rápidamente la aceleración y profundidad de las transformaciones en mis pacientes, y también en mi persona.

El organismo humano toma un nivel de protagonismo completamente crítico a la hora de entender cómo veníamos trabajando los psicólogos y psiquiatras. Recuerdo que por el año 2019, cuando ya estaba en plena implementación de esta nueva mirada del cambio, me encontré con un amigo, psicólogo también, y empezamos a conversar acerca de nuestros casos de pacientes más desafiantes (algo bastante común entre colegas), y le pregunté qué era lo que evaluaba frente a una persona que consultaba por una depresión. Entre los puntos principales que me nombró estaban los conflictos intrapsíquicos, es decir, entre distintas cualidades o instancias del “aparato psíquico” (para usar un término freudiano), algo así como un combate interno entre partes de su mente como su “yo” y su “superyó”. También me dijo que evaluaba los problemas que pudo haber vivido la persona en su infancia, en la relación con sus padres principalmente, y cómo eso podía estar repitiéndose neuróticamente en modelos actuales de vínculos. Me habló de “núcleos melancólicos” que se podrían haber construido en esa “identidad depresiva”, y así continuó describiendo cómo apuntaba el 100% de su foco de observación a distintos componentes de la construcción mental y en torno a ello, utilizaba las herramientas correspondientes, básicamente “interpretativas” para buscar (infructuosamente), producir cambios en su paciente. Lo de “infructuoso” salió de su boca, no de la mía.

Este episodio no es más que un ejemplo de los tantos similares que dan cuenta de un panorama bastante frecuente entre colegas, cuando nos sinceramos y hablamos acerca de cómo estamos viviendo nuestros éxitos y desventuras terapéuticas. Si bien, el tipo de lectura del caso va a ser observado desde la óptica de la teoría que subyace en la mente del terapeuta, lo que se suele evaluar es una suerte de “mente que flota en el éter”. ¿A qué me refiero? A que dentro del cuadro jamás (o contadas veces) se introduce la dimensión del organismo y los hábitos de vida que lo mantienen en funcionamiento.

En un momento de la charla le pregunté a este colega:

“¿Le preguntaste a tu paciente como duerme?”. “Sí, claro”, fue su respuesta.

“¿Le preguntaste si hace actividad física?”. Aquí la respuesta ya fue más dubitativa: “Sí, creo que juega al tenis”.

“¿Le preguntaste qué come y cómo se alimenta?”. Y la respuesta fue: “¿Para qué? ¿Qué tiene que ver como se alimenta?”.

“¿Le preguntaste si está en contacto con la naturaleza o si sólo habita espacios cerrados, con luces artificiales?”. Y la respuesta a esto ya fue una carcajada nerviosa.

“¿Qué sentido tiene eso?”, me preguntó, “¿qué tiene que ver con su depresión? ¡Esta persona tiene una estructura de personalidad depresiva!”, sentenció con énfasis.

Claramente, no seguí preguntando mucho más… porque mi indagación no conduciría a buen puerto, teniendo en cuenta la incomodidad que se había generado.

Sí, algo había tocado su “ego” de terapeuta eficaz. Y no era mi intención dañar ese ego.

La conversación tuvo un buen desenlace, luego de explicarle con cierto detalle el impacto de todos estos hábitos en la modulación de un psiquismo y del laboratorio químico que está en la base de nuestro universo emocional, digamos que aceptó un 20 % de los argumentos, y al menos se propuso recomendarle a su paciente que deje algunos ultraprocesados y que busque probar con algunos hábitos de higiene del sueño para dormir dentro de un ciclo circadiano y que empezara a acostarse antes de las tres de la mañana.

Pero, créanme, no saben lo costoso que resulta que algunos colegas puedan integrar esta dimensión de vital importancia en sus paradigmas del funcionamiento de la mente humana. Una muestra clara de que aún muchos piensan que “la mente flota en el éter” y se encuentra desconectada, separada, o altamente disociada del funcionamiento biológico. La separación cartesiana cuerpo-mente, en su máxima expresión.

Hoy no podría representarme trabajar con una persona que sufre ansiedad, depresión o cualquier alteración psicoemocional, sin evaluar exhaustivamente sus hábitos ligados a los pilares del bienestar (sueño, alimentación, ejercicio, gestión del estrés y del entorno) e implementando los atajos que propone el biohacking para potenciar al máximo los alcances del tratamiento.

HACIA UNA PSICOLOGÍA MÁS ACTUALIZADA E INNOVADORA

Como verás, en este primer capítulo estamos revisando conceptos ligados a la psicología y a la psicoterapia. Esto no es arbitrario, tiene sentido para comprender lo que viene luego. 

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