Mujeres rotas - Evelyn Reeberg - E-Book

Mujeres rotas E-Book

Evelyn Reeberg

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Beschreibung

Mujeres Rotas describe relatos cortos de mujeres que padecieron hechos traumáticos. Todas iniciaron tratamiento psicológico pero por diferentes razones no pudieron concluirlo. Muestra historias reales de sufrimiento, historias no resueltas, historias rotas...

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Seitenzahl: 85

Veröffentlichungsjahr: 2024

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EVELYN REEBERG

Mujeres rotas

Reeberg, EvelynMujeres rotas / Evelyn Reeberg. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-5378-2

1. Narrativa. I. Título.CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de contenido

I - Ya no sentía amor

II - La homicida

III - La trabajadora vip

IV - María, no estás sola

V - Emocionalmente dependientes

VI - Quería ser una chica normal

VII - Estaba derrumbándose

VIII - El peligro cercano

IX - La chica popular y triste

X - Sueños truncados

XI - Su venganza salió mal

XII - La niña wichí

XIII - La loca

XIV - La traba

XV - No pudo contarlo

XVI - Abusadora abusada

XVII - Pensaba que eso era amor

XVIII - La linda

A todas aquellas mujeres,que no por casualidad llegaron a mí vida,mostrándome su dolor,hoy puedo agradecerles por convertir sus historias en parte de la mía

Estos relatos cortos están basados en historias de mujeres que vivieron algún hecho traumático, la mirada no es clínica sino de observadora de la situación. Todas las protagonistas tuvieron contacto conmigo a través de consultas psicológicas virtuales, presenciales o grupales.

No se busca evaluar cuál es la situación, sino relatar hechos tan comunes como siniestros. Por cuestión de privacidad algunos nombres fueron cambiados respetando el secreto profesional, si bien hay un poco de interpretación subjetiva de los acontecimientos, está implícita porque no busco hacer un análisis de casos clínicos.

Solo son mujeres, comunes, diferentes, ausentes, con miedos y fantasmas, que un día sufrieron un quiebre en sus vidas, que las marcó para siempre. Tienen en común el hecho de que los finales felices solo les suceden a las princesas, las femmes de mis historias no tienen castillos ni nadie que las rescate.

I

Ya no sentía amor

Celeste fue a verme una tarde gris, pidió su turno con mucha anticipación y se mostraba ansiosa por ese encuentro. Era una mujer alta, llamativa, con expresión triste en el rostro y un tono de voz de mujer madura, aunque solo tenía 25 años.

Su motivo de consulta era una profunda depresión que la atravesaba, estaba sola y se sentía agotada, tenía un trabajo muy social pero ella ya no quería vivir. Tenía en la piel marcas de historias de amor derrumbadas, un tatuaje con un nombre en su pecho, una quemadura en sus dedos y una cesárea en su vientre.

La joven era locutora en un programa radial de música, siempre se mostraba alegre por su audiencia, pero en el fondo solo quería acostarse en su cama y no levantarse más. No estaba en pareja, su primer hijo murió al nacer y sus padres no eran el soporte emocional esperado.

Nació en un pueblo de Buenos Aires, pero por motivos laborales sus padres vinieron a Salta a empezar una nueva vida, hija de comerciantes, era la tercera del matrimonio y siempre fue la más sufrida.

Sus tardes estuvieron marcadas por un padre alcohólico que golpeaba a su madre ante cualquier ocasión, sus hermanas casi no tenían recuerdo de lo sucedido porque iban a la escuela, pero ella al ser la más pequeña recordaba fuertes peleas, su madre de nombre Marta con el rostro lleno de lágrimas, algún moretón en el brazo, solía consolarla diciéndole que nada pasaba, que su padre, un hombre que se llamaba Juan, solo estaba nervioso y que se iría a dormir pronto.

Celeste en cuanto pudo se fue a probar nuevos rumbos, quería estudiar locución lejos de su casa porque su infancia y adolescencia fueron difíciles, no recuerda salidas con amigas, ni primeros amores, siempre fue la chica tímida y fea que nadie invitaba a un baile.

Ella conoció a su primer amor en un cine, se sintió tan insegura de que alguien la mirara que solo intentaba huir de esa situación. Pablo sin decir palabras le dejó su teléfono en un papel diciéndole que deseaba conocerla y luego se fue. Pasaron varios días hasta que Celeste tomó valor para llamarlo, él tenía 27 años, ella 24, todo fue perfecto los primeros meses…

Pablo empezó a mostrarse muy celoso por cualquier situación, no quería que tuviera amigas ni que usara ropa entallada. Celeste sintió que estaba reviviendo la historia de sus padres, decidió terminar con su novio, pero él igual la seguía por la calle, empezó a golpearla cuando la veía e insultarla por las redes sociales. Fue entonces cuando ella hizo la primera denuncia, se sintió muy avergonzada y sola, su madre no la apoyaba, solo le decía que las parejas tienen problemas a veces.

Solo tenía una amiga a quien acudir, fue esta quien le dijo que cambiara el número y buscara otro alquiler, si no las cosas se pondrían peor. Pablo al no tener noticias de su exnovia iba con frecuencia a la casa de los padres de Celeste tratando de que convenzan a la joven de volver con él, pasaron 3 meses y nadie sabía nada de ella, no llamaba ni mandaba mensaje, creyeron que se había ido lejos, ni siquiera su amiga Mariela daba información de su paradero.

Un día caluroso fue Pablo a casa de los padres de ella y les entregó una carta para que se la entreguen a Celeste, nunca más volvieron a verlo, pasaron 6 meses cuando ella volvió a ver a su familia, cuando le dieron la carta, descubrieron que Pablo se quitó la vida y hacía responsable del hecho a su exnovia. Fue entonces cuando comenzaron los trastornos mentales que la acompañarían en cada una de sus próximas relaciones…

La primera sesión solo dijo su nombre mirando hacia el piso, los minutos pasaban y esa mujer no quería hablar, pero su cuerpo gritaba el dolor que sentía, una mezcla de tristeza, culpa y vacío, un brazo marcado con cortes de cuchillo y vestida de negro fue a mí.

Los meses pasaron y Celeste comprendió que no era responsable de la muerte de su ex, y quizás si no salía de esa relación la víctima podría haber sido ella. Si bien mejoró su ánimo con el tiempo, ya no quería querer a nadie más, se sentía encapsulada afectivamente, tuvo algunas relaciones pasajeras, pero ya no sentía amor.

La última vez que fue a verme me contó que recibió una propuesta laboral en otra ciudad, prometió continuar su tratamiento en donde esté, nunca más volví a saber de ella, en mi mente el recuerdo de su imagen íntegra, entera y por ratos espléndida, pero con marcas en la piel y el alma, solo yo podía ver en ese entonces sus pedacitos apenas cocidos…

II

La homicida

Gina fue abusada desde los 5 años por un tío materno, nació en un pueblo pequeño donde la miseria toca las puertas y el calor asfixia cualquier cuerpo andante. A pesar de su situación era una excelente alumna, incluso becada.

Cuando la conocí la joven tenía 18 años, y la intervención fue institucional, estaba detenida por robo y homicidio, sin embargo le avergonzaba contarme que había sido abusada sexualmente desde pequeña y tenía cierto rechazo a la figura masculina.

Gina, de apariencia peligrosa, mirada intimidante y soberbia en los ojos, con mucha naturalidad me comentaba su problema con el consumo de pastillas y pasta base, y recordaba constantemente que no hacía caso a su madre cuando salía de noche.

En una de las entrevistas me comentó que no recordaba algunos momentos del homicidio porque estaba empastillada, pero sí recordaba que el hombre mayor con el que trabajaba le dijo que todo lo que le regalaba tenía que pagarlo de algún modo, manoseándola, fue entonces cuando sintió el impulso de defenderse porque no quería que le pase lo que le pasó desde los 5 hasta los 13 años.

De golpe esa mirada peligrosa se convirtió en la mirada de una niña desamparada, sus lágrimas recorrían su rostro, ya no sentía culpa, ni miedo, ni vergüenza.

Los meses siguientes ella continuó estudiando, privada de la libertad, pronto tendría su juicio, hacia ejercicios aeróbicos de noche para no tener que pensar tanto y a veces dibujaba en un cuaderno los recuerdos que tenía de sus pesadillas recurrentes.

Un día como cualquiera Gina que estaba encerrada con sus compañeras tuvo un momento de enojo, su mente confundía la realidad con la ficción y hablaba sola, ella tenía al menos tres personalidades en conflicto constante.

Su personalidad más remota era una niña a la que le gustaba coquetear, en su mente tan solo tenía 13 años y usaba lenguaje sexualizado, intentaba seducir a sus compañeras besándoles la nuca y tocándoles los senos, por momentos era otra persona, representaba a una anciana que estaba enferma y por fallecer, solo estaba en su cama pidiendo medicación somatizando síntomas y su tercera personalidad era quien decía ser, esa joven que había sido abusada de niña, pero había cometido un crimen con mucha crueldad.

Gina fue trasladada a otra cárcel luego de su juicio, recibió una condena de 9 años por homicidio, el juez consideró que ella inventaba sus trastornos de personalidad para ser considerada inimputable, no alcanzaron los informes psicológicos ni psiquiátricos para que se tengan en cuenta en el grado de su condena, ya que en los momentos de lucidez Gina nunca negó los hechos ni manifestaba arrepentimiento de lo ocurrido.

Actualmente le quedan 4 años para obtener su libertad, está estudiando para ser contadora, se encuentra medicada por un psiquiatra y manifiesta cierta estabilidad, pero nunca cesaron sus pesadillas, nunca dejó de ser una niña triste atormentada por el pasado, no recuerda si alguna vez sintió amor…

III

La trabajadora vip

Una paciente de origen extranjero se comunicó conmigo pidiendo ayuda psicológica de forma telefónica, no quería decirme su nombre real, manifestando que es alguien muy conocida y sentía pudor de ir a un consultorio, nunca tuvo esta experiencia con anterioridad.

Su motivo de consulta no fue aclarado hasta luego de varias comunicaciones telefónicas, le expliqué que su identidad no sería revelada a terceros y que necesitaba saber qué le sucedía para poder ayudarla.