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PREMIO BOOKER 2019 - La novela que compartió el premio Man Booker con Margaret Atwood Un estilo literario rompedor a caballo entre la poesía y la prosa que la autora define como "literatura fusión". Un texto escrito al margen de las convenciones literarias y las reglas habituales de puntuación que, sin embargo, sorprende por su fluidez y facilidad de lectura. Una Gran Bretaña como nunca se ha contado. De Newcastle a Cornualles, desde principio del siglo veinte hasta las adolescentes del veintiuno, en "Niña, mujer, otras" seguimos a un reparto de doce personajes en sus viajes personales por este país y sus últimos cien años de vida. Todas están enfrascadas en una búsqueda: un pasado compartido, un futuro inesperado, un lugar al que llamar hogar, un sitio donde encajar, una amante, una madre desaparecida, un padre perdido, e incluso, lisa y llanamente, un rayo de esperanza...
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Seitenzahl: 635
Veröffentlichungsjahr: 2020
Capítulo 1. Amma
Yazz
Dominique
Capítulo 2. Carole
Bummi
LaTisha
Capítulo 3. Shirley
Winsome
Penelope
Capítulo 4. Megan/Morgan
Hattie
Grace
Capítulo 5. La fiesta del estreno
Epílogo
Agradecimientos
Créditos
Amma
va caminando por la ribera de la vía fluvial que parte en dos su ciudad, un puñado de gabarras madrugadoras pasan de largo, morosas
a la izquierda tiene el puente peatonal, temática náutica, la pasarela es una cubierta, los pilones mástiles de velas
a la derecha tiene el recodo que hace el río cuando dobla al este, pasado el puente de Waterloo, camino de San Pablo y su cúpula
siente que el sol empieza a asomar, todavía corre algo de aire antes de que la ciudad se embote entre el calor y los humos
un poco más adelante una violinista toca, qué apropiado, una melodía estimulante
la obra de Amma, La última amazona de Dahomey, se estrena en el National esta noche
va acordándose de cuando empezó en esto del teatro
cuando ella y Dominique, su lugarteniente, se hicieron famosas por reventar en plena función obras que ofendían sus sensibilidades políticas
proyectando sus potentes voces de actrices con escuela desde el fondo del patio de butacas antes de darse a la fuga por patas
creían que las protestas debían ser públicas, disruptivas y un incordio absoluto para los del otro bando
recuerda haberle tirado una pinta de cerveza por la cabeza al director de una obra en la que salían negras medio desnudas revoloteando como tontas por el escenario
para después salir pitando por los callejones de Hammersmith
aullando
luego de esto Amma pasó varias décadas en los márgenes, una renegada que lanzaba granadas de mano al sistema que la excluía
hasta que lo comercial empezó a absorber todo lo otrora radical y se vio deseando subirse al carro
cosa que no pasó hasta hace tres años cuando por fin la dirección artística del National la asumió una mujer
después de escuchar tantas negativas cordiales de sus predecesores, un lunes por la mañana, recién desayunada, recibió la llamada cuando en el horizonte de su vida solo asomaba un pozo sin fondo, lo más emocionante del día ver series en el ordenador
me ha encantado el texto, hay que hacerlo, ¿le gustaría dirigirlo también para nosotros? sé que es apresurado, pero ¿tendría un hueco para quedar esta misma semana y nos tomamos un café?
Amma le da un sorbo al americano con su habitual chorrito largo resucitamuertos mientras se acerca al centro cultural brutalista y gris que tiene por delante
por lo menos ahora intentan alegrar el hormigón tipo búnker con luces de neón y tienen fama de llevar una programación más progresista que tradicionalista
años atrás habría esperado que la echaran nada más osar franquear el umbral, en una época en que la gente realmente se ponía sus mejores galas para ir al teatro
y miraban por encima del hombro a todo el que no llevaba el atuendo adecuado
ella quiere que la gente vaya a ver sus obras con la curiosidad puesta, le importa un comino la ropa que lleven, además tiene su propio estilo ¡que te den!, que ha evolucionado, cierto es, desde el peto vaquero del cliché, con la boina del Che, el palestino y la chapa perenne de los dos símbolos femeninos entrelazados (eso sí que era dar la chapa, nena)
hoy en día lleva zapatillas plateadas o doradas en invierno, Birkenstocks todoterreno en verano
en invierno son chinos negros, holgados o ceñidos según si esa semana tiene una 40 o una 42 (de arriba una menos)
en verano son bombachos estampados justo por debajo de la rodilla
en invierno son camisetas jerséis chaquetas abrigos asimétricos, todo colores vivos
el año entero tiene adiestradas sus rastas oxigenadas para que queden más tiesas que las velas de una tarta
aros plateados en las orejas, gruesos brazaletes africanos y labios color de rosa
son su declaración de estilo perpetua, la marca de la casa
Yazz
describió su estilo no hace mucho como «pintas de abuela loca, mamá», le suplica que compre en el Marks & Spencer como las madres normales, se niega a que la vean con ella cuando se supone que van andando juntas por la calle
Yazz sabe perfectamente que Amma jamás será normal, y como tiene cincuenta y pico, todavía no es ninguna abuela, aunque intenta tú decirle eso a una de diecinueve; de todas formas, cumplir años no es nada de lo que avergonzarse
sobre todo cuando toda la raza humana está en las mismas
aunque a veces le da la impresión de ser la única de sus amigas que quiere celebrar eso de hacerse mayor
porque menudo privilegio no morir antes de tiempo, les dice mientras la noche se cuela en torno a la mesa de la cocina de su coqueto adosado de Brixton
mientras van metiéndose de lleno en los platos que ha traído cada una: guiso de garbanzos, pollo jerk, ensalada griega, curry de lentejas, verduras asadas, tajín de cordero, arroz al azafrán, ensalada de kale con remolacha, quinoa jolofe y pasta sin gluten para las escrupulosas más petardas
mientras se echan copas de vino, vodka (menos calorías), o algo más amable con el hígado por prescripción médica
espera que la feliciten por rebelarse ante la moda del refunfuño de la mediana edad, recibe en cambio sonrisas perplejas y ¿los brotes de artritis, la pérdida de memoria, los sofocos?
Amma pasa por delante de la joven música
sonríe animosa a la chica, que hace otro tanto
se saca unas monedas, las echa en el estuche del violín
no está preparada para renunciar al tabaco así que se apoya en el muro de la ribera, se enciende un cigarro, y se odia por ello
la publicidad le aseguró a su generación que el tabaco los haría parecer adultos, glamurosos, poderosos, listos, deseables y, sobre todo, los mejores
nadie les contó que serían directamente los mejores del cementerio
se queda mirando el río mientras siente el calor del humo viajando esófago abajo calmando unos nervios que intentan a la vez combatir el subidón de adrenalina de la cafeína
cuarenta años de estrenos y sigue cagándose de miedo
¿y si la crítica la pone de vuelta y media? ¿y si la rechaza con una pléyade de reseñas de una sola estrella, en qué estaba pensando el prestigioso National al dejar entrar en su teatro a esa impostora de pacotilla?
sí, claro que ella sabe que no es ninguna impostora, ha escrito quince obras de teatro y dirigido más de cuarenta, y, como escribió una vez un crítico, Amma Bonsu es una apuesta segura que sabe asumir riesgos y salir siempre bien parada
¿y si el público del preestreno solo se levantó y la ovacionó por educación?
anda, calla ya, Amma, que tú eres una sargentona con muchos tiros pegados
mira
tiene un reparto estupendo: seis actrices de más edad (veteranas curadas de espanto), seis en la medianía de sus carreras (supervivientes hasta la fecha), y tres caras nuevas (cándidas aspirantes), una de las cuales, la talentosa Simone, llegaba a ensayar con los ojos vidriosos después de olvidarse de desenchufar la plancha, apagar el fuego o cerrar la ventana del cuarto, y perdía un tiempo de ensayo muy valioso con llamadas de pánico a sus compañeros de piso
si hace un par de meses habría vendido a su abuela a un esclavista con tal de conseguir el papel, ahora es ya una pequeña prima donna malcriada que no hace ni dos semanas mandó a su directora que se pegara un salto para comprarle un latte caramelo un día que estaban ellas dos solas en la sala de ensayo
es que estoy rendida, gimoteó Simone, insinuando que era todo culpa de Amma por hacerla trabajar tan duro
huelga decir que le bajó los humos en el acto a la estrellita Simone Stevenson
Simone la Estrellita… la que se cree que por haber llegado al National recién salida de arte dramático está a un paso de asaltar los cielos de Hollywood
ya se enterará
más pronto que tarde
en momentos así Amma echa de menos a Dominique, que huyó hace ya tiempo a Estados Unidos
deberían estar compartiendo ese momento crucial de su carrera
se conocieron en los ochenta en una prueba para un largo ambientado en una cárcel de mujeres (¡cómo no!)
ambas estaban desilusionadas porque siempre las postulaban para papeles de esclavas, criadas, prostitutas, niñeras o delincuentes
y encima no se los daban
despotricaron sobre su suerte en una cafetería de mala muerte del Soho mientras devoraban huevos con beicon al pelotón entre dos rebanadas de pan blanco empapadas y los bajaban con té potente de albañil junto a las trabajadoras sexuales que ejercían en las calles de la zona
mucho antes de que el Soho se convirtiera en la colonia de gais modernos que es hoy
¿tú me has visto?, preguntó Dominique, y Amma la miró y no, no tenía nada de servil, maternal ni criminal
tenía un rollo increíble y era una hermosura absoluta, más alta que casi todas, más delgada que casi todas, con pómulos refinados y ojos ahumados con unas pestañas gruesas y negras que arrojaban literalmente sombra a la cara
vestía de cuero, llevaba el pelo corto salvo por un flequillo moreno echado a un lado, e iba por la ciudad con un destartalado bicicarro viejo que había atado fuera
¿es que no ven que soy una diosa encarnada?, gritó Dominique con un gesto extravagante, sacudiendo el flequillo y poniendo pose sensual mientras se volvían algunas cabezas
Amma era más baja, con caderas y muslos africanos
madera de esclava perfecta, le había dicho un director cuando entró en una prueba para una obra sobre la abolición
de la que salió directamente por donde acababa de entrar
por su parte a Dominique un director de casting le dijo que estaba haciéndole perder el tiempo por presentarse para una serie victoriana cuando en esa época no había negros en Gran Bretaña
ella le dijo que sí que había y lo llamó ignorante antes de coger también la puerta
y en su caso, cerrarla con fuerza
Amma comprendió que había encontrado a su alma gemela en Dominique y que juntas partirían la pana
y en cuanto se corriera la voz ambas serían sin duda carne de paro
fueron a un pub del barrio, la conversación siguió y el vino corrió
Dominique había nacido en Bristol, en el barrio de Saint Pauls, de madre afroguyanesa, Cecilia, con raíces que se remontaban a la esclavitud, y de padre indoguyanés, Wintley, con antepasados que llegaron desde Calcuta como trabajadores no abonados
la mayor de diez críos que parecían todos más negros que asiáticos y como tales se identificaban, más que nada porque su padre podía relacionarse con los afrocaribeños con los que se había criado, pero no con indios recién llegados de India
Dominique adivinó sus preferencias sexuales en la pubertad, pero tuvo la sensatez de guardárselas para sí, no sabía cómo reaccionarían sus amigos o su familia, no quería ser una paria
probó con chicos un par de veces
ellos lo disfrutaron
ella lo soportó
a los dieciséis puso rumbo a Londres con la idea de ser actriz, donde la gente proclamaba con orgullo sus identidades foráneas luciendo chapas
durmió a la intemperie bajo las arcadas de la ribera y en portales de tiendas de The Strand, solicitó ayuda en una cooperativa de viviendas protegidas para personas negras, mintió, les lloró diciendo que había escapado de un padre que la maltrataba
el empleado jamaicano que la entrevistó no pareció muy impresionado, ah, que te pegaban, ya
Dominique subió la denuncia a abuso sexual paterno y consiguió una habitación en un albergue con carácter de urgencia; a los dieciocho meses, tras lacrimógenas llamadas semanales a la oficina de la cooperativa, acabó en un piso protegido de un dormitorio en un pequeño bloque de Bloomsbury de la década de los cincuenta
hice lo que tuve que hacer por conseguir un techo, le contó a Amma, no es de lo que estoy más orgullosa en esta vida, lo reconozco, pero nadie salió perjudicado, mi padre no se va a enterar
se propuso como misión instruirse por su cuenta en historia, cultura, política y feminismo negros, descubrió las librerías alternativas de Londres
entraba en la Sisterwrite de Islington donde todos y cada uno de los libros estaban escritos por mujeres y se pasaba allí las horas hojeándolos; no podía permitirse comprar nada, y se leyó la colección entera de Home Girls: A Black Feminist Anthology por entregas semanales, de pie, así como todo lo de Audre Lorde que llegaba a sus manos
a las libreras no parecía importarles
para cuando me aceptaron en una escuela de arte dramático muy ortodoxa, yo ya estaba politizada y los desafiaba por cualquier cosa, Amma
la única persona de color de toda la escuela
exigió saber por qué los papeles masculinos de Shakespeare no podían interpretarlos mujeres, y mejor no hablamos de cambiar las razas, ¿no?, le gritó al tutor del curso mientras los demás estudiantes, chicas incluidas, se quedaban callados
comprendí que estaba sola
al día siguiente el director de la escuela me llevó aparte
aquí se viene a ser actores, no políticos
si vuelve usted a causar problemas, le pediremos que se vaya
dese por avisada, Dominique
qué me vas a contar, respondió Amma, o te callas o te largas, ¿es o no?
pues a mí el espíritu guerrero me viene de mi padre, Kwabena, que era periodista en Ghana y luchó por la independencia
hasta que se enteró de que iban a arrestarlo por sedición, puso tierra de por medio, acabó trabajando en los ferrocarriles y allí conoció a mi madre en la estación del puente de Londres
él era revisor, ella trabajaba en las oficinas encima de la explanada
él se aseguraba de ser quien le cortaba el billete, ella se aseguraba de quedarse la última en el vagón para poder charlar un poco con él
mi madre, Helen, es mestiza, nació en Escocia en 1935
su padre era un estudiante nigeriano que se evaporó en cuanto terminó la carrera en la Universidad de Aberdeen
ni siquiera se despidió
mi madre descubrió a los años que había vuelto a Nigeria con su mujer y sus hijos
ella no sabía ni que estaba casado ni que era padre
no era la única mestiza de Aberdeen en la década de los treinta y los cuarenta pero seguían siendo una rareza y así se lo hacían sentir
dejó pronto los estudios, se apuntó a una escuela de secretariado, se fue a Londres justo cuando empezaba a poblarse de africanos que venían a estudiar o a trabajar
mi madre empezó a frecuentar los bailes que organizaban, los locales del Soho, allí gustaban su piel más clara y su pelo más lacio
cuenta que siempre se sintió fea hasta que los africanos le dijeron que no lo era
deberías haberla visto entonces
un mezcla entre Lena Horne y Dorothy Dandridge
así que, imagínate, feísima
mi madre esperaba que en la primera cita con mi padre fueran al cine y luego a su garito favorito, el Club Afrique, aquí mismo en el Soho, le había soltado algunas indirectas con que si le encantaba bailar highlife y jazz de África Occidental
pero en vez de eso la llevó a una de sus asambleas socialistas en la trastienda de un pub en la zona de Elephant and Castle
donde un grupo de hombres soplaban cervezas sin fin y hablaban de independentismo
mi madre se quedó allí haciéndose la interesada, dejándose impresionar por su intelecto
y digo yo que él se dejaría impresionar por la aquiescencia muda de ella
se casaron y se mudaron a Peckham
yo fui la última de la prole y la única niña, explicó Amma, soltando el humo hacia la atmósfera más que viciada de la sala
mis tres hermanos mayores han estudiado dos para abogado y uno para médico, que ellos hayan cumplido así las expectativas de nuestro padre ha servido para que yo no me vea presionada para hacer lo mismo
conmigo lo único que le preocupa es que me case y tenga hijos
se cree que lo de actuar es un pasatiempo hasta que consiga todo eso
mi padre es un socialista que quiere una revolución para mejorar las condiciones de todos los hombres
literalmente
yo le digo a mi madre que se casó con un patriarca
míralo así, Amma, me dice, tu padre nació varón en Ghana en los años veinte mientras que tú has nacido mujer en Londres en los sesenta
¿y qué me quieres decir con eso?
que no puedes esperar que «te capte», como dices tú
yo le he hecho saber que está defendiendo el patriarcado y es cómplice de un sistema que oprime a todas las mujeres
ella dice que los seres humanos somos complejos
yo le digo que no me hable como si fuera una cría
mi madre tenía su jornada laboral de ocho horas, se encargaba de cuatro hijos, llevaba la casa, se aseguraba de ponerle la cena delante al patriarca todas las noches y de tenerle las camisas planchadas todas las mañanas
entretanto él estaba por ahí salvando el mundo
su única tarea doméstica era ir a la carnicería a comprar la carne del asado del domingo… un rollo cazador-recolector versión aburguesada
se ve que mi madre no se ha realizado en la vida porque, ahora que nos hemos ido todos, se pasa el día o limpiando la casa o redecorándola
nunca se ha quejado de su suerte ni se ha peleado con él, señal clara de que está oprimida
me contó que en sus primeros días juntos ella intentó cogerle de la mano, él se zafó, le dijo que el cariño era una afectación inglesa y mi madre no volvió a intentarlo
aun así él todos los años le compra la tarjeta de Valentín más pastelosa del mercado y además le encanta la música country romanticona, los domingos por la noche se los pasa en la cocina escuchando discos de Jim Reeves y Charley Pride
el vaso de whisky en una mano, enjugándose las lágrimas con la otra
mi padre vive para los mítines, las manifestaciones, hacer piquetes delante del Parlamento y vender el Socialist Worker por el mercado de Lewisham
me he criado escuchando sus soflamas durante las cenas sobre los males del capitalismo y del colonialismo y los méritos del socialismo
la mesa de la cocina era su púlpito y nosotros su parroquia cautiva
era como si literalmente nos cebara a la fuerza con sus ideas políticas
si hubiera vuelto a Ghana tras la independencia, seguramente habría sido alguien importante allí
a falta de eso, es el presidente vitalicio de nuestra familia
¿qué dices? ¿cómo va a saber él que soy bollera? mi madre me dijo que no se lo dijera, ya bastante me costó contárselo a ella, aunque me reconoció que se lo había olido cuando se pusieron de moda las faldas de tubo y las permanentes y yo empecé a ponerme Levis de tío
está convencida de que es una fase, cosa que pienso echarle en cara cuando cumpla los cuarenta
mi padre no tiene tiempo para «mariquitas» y se ríe con todos los chistes homófobos de los cómicos de la tele los sábados por la noche cuando no andan insultando a las suegras o a los negros
Amma habló de cuando fue a su primer grupo de mujeres negras en Brixton el último año de instituto, después de ver un papel en la biblioteca de su barrio
la mujer que le abrió la puerta, Elaine, lucía un afro que era un halo perfecto y llevaba sus tersas extremidades enfundadas en unos vaqueros azul claro pegados y una camisa vaquera igual de pegada
Amma la deseó a primera vista, la siguió hasta la sala principal, allí se encontró con mujeres sentadas en sofás, sillas, cojines, a lo indio en el suelo, bebiendo café y cidra
aceptó nerviosa cigarros cuando se los ofrecieron, se sentó contra un butacón de tela como de tweed arañado por gatos, sintió el calor de la pierna de Elaine contra su brazo
prestó atención mientras las demás debatían sobre lo que suponía ser mujer y negra
lo que suponía ser feminista cuando las organizaciones feministas de blancas las hacían sentirse unas intrusas
lo que experimentaban por dentro cuando las llamaban «nigger» o recibían palizas de matones racistas
lo que era que los blancos les abrieran las puertas o les cedieran los asientos en el transporte público a las blancas (cosa sexista), pero no a ellas (cosa racista)
Amma se sintió identificada con las experiencias de las demás, empezó a unirse a las coletillas de te entendemos, sister, todas hemos pasado por eso, hermana
tuvo la sensación de haber vuelto al hogar
al final de aquella primera noche las demás se despidieron y Amma se ofreció a quedarse para lavar tazas y ceniceros con Elaine
se enrollaron en un sofá contrahecho a la luz de las farolas y al son de los aullidos de las sirenas de la policía
fue lo más cerca que ha estado de hacer el amor consigo misma
fue otra vuelta a casa
a la semana siguiente cuando acudió a la reunión
Elaine estaba besuqueándose con otra
y le hizo el vacío total
nunca más volvió
Amma y Dominique se quedaron en el bar hasta que las echaron, habían dado cuenta de numerosas copas de vino
decidieron que si querían vivir de la actuación tenían que montar su propia compañía de teatro, porque ninguna de las dos pensaba traicionar sus ideas políticas a cambio de papeles
o callarse la boca para conservarlos
parecía el camino más evidente
garabatearon ideas para nombres en el papel higiénico tosco que sisaron del retrete
Compañía de Teatro Mujeres del Monte Salvaje era el que mejor reflejaba sus intenciones
habría una voz en teatro donde antes había silencio
historias de mujeres negras y asiáticas subirían a las tablas
crearían teatro pero las condiciones las pondrían ellas
se convirtió en el lema de la compañía
O con nuestras condiciones
o no hay teatro.
Los salones de sus casas se convirtieron en locales de ensayo, transportaban el atrezo en viejas cafeteras con ruedas, sacaban trajes de tiendas de segunda mano, sacaban decorados de vertederos, recurrían a colegas para que las ayudaran, todos aprendían el oficio sobre la marcha y ponían su granito de arena
rellenaban solicitudes para subvenciones con viejas máquinas de escribir a las que les faltaban teclas, para Amma hacer un presupuesto era igual de alienígena que la física cuántica, se resistía a acabar atrapada tras un escritorio
a Dominique no le hacía ninguna gracia que Amma llegase tarde cuando tocaba hacer papeleo y se fuera antes de la cuenta alegando jaquecas o síndrome premenstrual
se pelearon cuando fueron a una papelería y al poco Amma salió corriendo alegando que le había provocado un ataque de pánico
ella por su parte la tomaba con Dominique cuando esta no entregaba el texto que había prometido escribir porque había estado de discotecas hasta tarde, u olvidaba frases en plena actuación
seis meses después de fundar la compañía, se pasaban el día de gresca
habían congeniado como amigas, todo para descubrir que eran incapaces de trabajar juntas
Amma convocó una reunión a todo o nada en su casa
se sentaron con una botella de vino y comida del chino y Dominique admitió que disfrutaba más consiguiéndole bolos a la compañía que poniéndose ante el público, y que prefería ser ella misma a fingir ser otra persona
Amma admitió que a ella le encantaba escribir, odiaba el trabajo de oficina y ¿se podía decir que era buena actriz? Sí, la rabia le salía de maravilla… pero hasta ahí llegaba su registro
Dominique pasó a ser la gerente de la compañía, Amma la directora artística
contrataron a actrices, directoras, diseñadoras y equipos técnicos, montaron giras nacionales de meses de duración
sus obras —La importancia de llamarse Fémina,MGF: el musical, Matrimonio des-concertado, Tretas descomunales— se representaban en centros cívicos, bibliotecas, teatros alternativos, festivales y congresos de mujeres
repartían publicidad a las puertas de locales donde llegaba público o salía, pegaban carteles en vallas publicitarias de tapadillo en plena noche
empezaron a conseguir reseñas en los medios alternativos, e incluso sacaron un samizdat mensual de Mujeres del Monte Salvaje
pero debido a unas ventas tan escasas que daban pena, la misma pena que daba su redacción, la verdad, solo duró dos números más después de la presentación por todo lo alto que hicieron una noche de verano en Sisterwrite
donde apareció un grupito de mujeres para disfrutar del vino peleón gratis y esparcirse por la acera para fumetear y ligotear
Amma redondeaba sus ingresos trabajando en una hamburguesería de Piccadilly Circus
donde vendía hamburguesas hechas de cartón deshidratado coronadas de cebollas rehidratadas y queso gomoso
cosas que también ella comía gratis en los descansos… y que le provocaban acné
el traje y la gorra de nailon naranja reglamentarios hacían que los clientes la vieran como a una criada uniformada que debía cumplir sus deseos
y no como a un ser maravilloso y artístico, rebelde e independiente como la que más
les pasaba hojaldres rellenos de grumos de azúcar sabor manzana a los chiquillos chaperos fugados de casa de los que se hacía amiga y que operaban por los alrededores de la estación
sin tener ni idea de que en los años venideros tendría que asistir a sus funerales
no eran conscientes de que tener relaciones sin protección era tentar a la muerte
ni ellos ni nadie
su casa era una fábrica abandonada en Deptford con los muros de hormigón, el techo medio caído y un colectivo de ratas que resistían todo intento de exterminio
después fue encadenando estancias por casas okupas igual de precarias hasta que se encontró viviendo en la okupa más deseable de todo Londres, un antiguo bloque de oficinas, tamaño soviético, a las espaldas de King’s Cross
tuvo la suerte de ser de las primeras en enterarse antes de que se llenara
y se quedó arriba en su habitación cuando los funcionarios del juzgado plantaron una pala excavadora ante la puerta principal
cosa que desencadenó violentas contramedidas y penas de prisión para los buscabullas que creyeron que un funcionario en el suelo merecía patadas a gogó
lo llamaron la batalla de King’s Cross
el edificio se conoció a partir de entonces como la República Libre de Freedomia
tuvieron también suerte porque el propietario del inmueble, un tal Jack Staniforth, que vivía en Montecarlo para no pagar impuestos y estaba forrado por las rentas del negocio de cubertería de su familia en Sheffield, resultó simpatizar con la causa cuando le llegó la noticia a través de su holding de gestión inmobiliaria
había luchado con las Brigadas Internacionales en la guerra civil española
y un edificio en uno de los barrios más sórdidos de Londres, aparte de una mala inversión, era un apunte marginal y fácil de olvidar en su contabilidad
si cuidaban la casa, escribió,
podían quedarse sin pagar
dejaron de tener la luz pinchada y formalizaron un contrato con la London Electricity Board
otro tanto con el gas, hasta entonces proporcionado por una única moneda de cincuenta peniques encajada en un contador
tenían que idear un sistema para administrar el edificio y se reunieron una mañana de sábado en el vestíbulo para hablar del tema
los marxistas exigieron que se instaurara un Comité Central de la República de los Trabajadores de Freedomia, lo que era echarle un poco de cara, pensó en su momento Amma, puesto que la mayoría de ellos había aprovechado su «fundamentada postura contra los perros de presa del capitalismo» como excusa para no trabajar
los hippies sugirieron que formaran una comuna y lo compartieran todo, pero eran tan relajados y tranquilones que todo el mundo los pisaba hablando
los ecologistas quisieron prohibir los aerosoles, las bolsas de plástico y los desodorantes, cosa que volvió a todo el mundo en su contra, incluso a los punkis, que no eran precisamente conocidos por oler a eucalipto
los vegetarianos exigieron una política de carne cero, los veganos eran partidarios de extenderla a lácteos cero, los macrobióticos sugirieron que todos comieran repollo al vapor para desayunar
los rastafaris pidieron legalizar el cannabis y que se les destinara una parcela del solar de detrás para sus reuniones nyabinghi
los hare krishnas quisieron que todos se les unieran esa misma tarde para aporrear tambores por Oxford Street
los punkis querían permiso para poner música vociferante y fueron debidamente callados a voces
los gais querían que la constitución del edificio contemplara una legislación antihomófoba, a lo que todo el mundo respondió ¿qué constitución?
las feministas radicales querían dependencias solo para mujeres, con su cooperativa autogestionada
las feministas lesbianas radicales querían sus propias dependencias lejos de las feministas radicales no lesbianas, también con su cooperativa autogestionada
las feministas radicales negras querían lo mismo pero sumando la condición de que a las suyas no se les permitiría el acceso a blancos de ningún sexo
los anarquistas se largaron porque cualquier forma de gobierno suponía una traición a todo en lo que creían
Amma prefería ir a su aire y juntarse con otros que no intentaban imponer su voluntad a los demás
al final se formó un comité de gestión con un sencillo sistema de rotación que contemplaba varias normas para vetar el menudeo de droga, el acoso sexual y el voto a los tories
el solar de detrás se convirtió en un espacio comunal con esculturas de metal reciclado por aquí y por allá
cortesía de los artistas
Amma consiguió reclamar como suya una sala de mecanografía tan amplia que se podía hacer jogging dentro
con su váter y su lavabo particulares que mantenía primorosamente limpios y envueltos en aromas florales
embadurnó las paredes y el techo de un rojo sangre matador, arrancó la moqueta gris empresarial, echó varias esterillas de rafia sobre el parqué, instaló una cocina de segunda mano, una nevera, pufs, un futón y una bañera recuperada de un vertedero
el tamaño de su cuarto le permitía dar fiestas y que la gente se quedara a dormir
los ritmos disco de Donna Summer, Sister Sledge, Minnie Riperton y Chaka Khan que giraban en vinilo mantenían con vida sus reuniones
Roberta, Sarah, Edith, Etta y Mathilde Santing eran la banda sonora del final de sus seducciones nocturnas
tras el biombo chino lacado en negro del siglo XVIII que había rescatado de una cuba de escombros a las puertas de la antigua embajada de China
se fue trabajando a muchas de las mujeres de Freedomia
ella quería rollos de una noche, la mayoría quería algo más
llegó a un punto en que temía cruzarse por los pasillos con sus antiguas conquistas, como Maryse, una traductora de Guadalupe
que cuando no se dedicaba a llamar a la puerta de Amma en plena noche rogándole que la dejara pasar, se quedaba acechando fuera para acosar a la que ese día estaban dándole lo que ella quería
la cosa degeneró en insultos desde su ventana cada vez que veía que Amma se acercaba al edificio, hasta el clímax final, cuando un día Maryse le tiró encima un cubo de mondas al verla pasar por debajo de su ventana
lo que enfureció tanto a los ecologistas como al comité de gestión, que se arrogó el derecho de escribirle a Amma para decirle que «donde se come no se caga»
ella les respondió diciéndoles que había que ver, qué curioso, lo rápido que se convertían las personas en ¡fascistas totalitaristas! en cuanto les daban un poco de poder
pero aprendió la lección y tampoco le faltaron las atenciones; las grupis hacían cola ante Amma y Dominique por ser las integrantes principales de Mujeres del Monte Salvaje
de todo, desde bolleras en pañales que no habían cumplido los veinte hasta mujeres que podían ser sus madres
Amma no discriminaba, presumía ante sus amigas de tener gustos realmente igualitarios porque estaban por encima de culturas, clases, credos, razas, religiones y generaciones
lo que para su disfrute le dejaba un terreno de juego más amplio que a la mayoría
(su predilección por las tetas grandes la mantenía en secreto porque era poco feminista aislar partes del cuerpo como cosificación sexual)
Dominique era más selectiva y monógama por entregas, tenía fijación por las actrices, a menudo rubias, cuyo talento microscópico quedaba ensombrecido por su belleza macroscópica
o por las modelos cuyo «único» talento era su belleza
siempre salían por los bares solo para mujeres
el Ángel Caído, el Frontenis, La Campana, el ambigú del Teatro Drill Hall los lunes por la noche, cuando se juntaban allí las lesbianísimas, y las noches de los viernes un bar ilegal de Brixton que regentaba una tal Pearl, una jamaicana de mediana edad que había despejado de muebles su sótano, colocado un sistema de sonido y empezado a cobrar entrada
Amma vivía el compromiso con otra persona como una pena de cárcel, no se había independizado en busca de libertad y aventura para acabar encadenada a los deseos de otra
si se acostaba con alguien más de dos o tres veces, ese alguien pasaba de atraerla por su independencia a agobiarla por sus exigencias
en el intervalo de ¡una semana!
acababa convertida en la única fuente de felicidad de esas mujeres mientras ellas planeaban imponer su autoridad sobre la autonomía de Amma a toda costa
malas caras, llantos, acusaciones de egoísta y de no tener corazón
aprendió a adelantarse, a manifestar sus intenciones desde primera hora, a no acostarse con la misma persona dos veces, o, si me apuras, tres
ni siquiera cuando le habría apetecido
el sexo era un placer humano simple e inofensivo, y hasta casi los cuarenta lo tuvo en abundancia
¿cuántas serían? ¿cien, ciento cincuenta? más de eso no, ¿verdad?
un par de amigas le sugirieron que fuera a terapia para que la ayudaran a sentar cabeza, les respondió que ella era prácticamente virgen comparada con las estrellas del rock masculinas que fardaban de conquistarlas por miles y a las que encima admiraban por ello
¿y a esos les ha dicho alguien que vayan a mirárselo, a psicoanalizarse?
por desgracia en los últimos tiempos un par de sus antiguas conquistas han estado acosándola por las redes sociales, donde el pasado acecha para pegarte en toda la cara
como la mujer que subió un post en el que contaba que Amma la había desvirgado cuando se acostaron hacía treinta y cinco años y que estaba tan ciega que le vomitó encima
fue tan traumático que no he llegado a superarlo, gimoteaba
o como la mujer que la persiguió por Regent Street gritándole porque no le había devuelto unas llamadas que prácticamente acababa de hacerle
¿quién te crees que eres, teatrera, so presumida, so pretenciosa? no eres nada, eso es lo que eres, ¡nada!
se te ha olvidado tomarte la medicación, cielo, le respondió Amma a gritos antes de escapar por la madriguera subterránea del Topshop
hace tiempo que Amma perdió el interés por ir de cama en cama; con el tiempo empezó a anhelar la intimidad que te da la cercanía emocional, que no exclusiva, con otra persona
a ella le van las relaciones no monógamas, ¿o será eso que ahora llaman «poliamor» como le dice Yazz? por lo que ella sabe, es a todos los efectos lo mismo que la no monogamia salvo por el nombre, ¡hija!
están Dolores, una diseñadora gráfica que vive en Brighton, y Jackie, una terapeuta ocupacional de Highgate
llevan en su vida siete y tres años respectivamente y son ambas mujeres independientes con vidas plenas (e hijos) más allá de su relación con ella
no son ni pegajosas ni necesitadas ni celosas ni posesivas, y hasta se gustan entre ellas, así que sí, a veces se dan el capricho y hacen un pequeño ménage à trois
cuando se tercia
(y Yazz pondría el grito en el cielo si se enterara)
en ocasiones la Amma entrada en años echa de menos su época de más joven, recuerda la única vez que peregrinó con Dominique a la legendaria Gateways
oculta en un sótano de Chelsea en los últimos años de su medio siglo de existencia
estaba casi vacía, dos mujeres maduras en la barra con cortes de pelo y trajes masculinos y cara de acabar de salir de las páginas de El pozo de la soledad
en la pista de baile la luz era escasa, y dos mujeres tan mayores como bajitas, una en traje negro y la otra con un vestido años cuarenta, bailaban un agarrado al son del The Look of Love de Dusty Springfield
y eso sin que hubiera una reluciente bola de espejitos girando en medio del techo que las rociara con polvos mágicos del amor.
Amma tira el café en una papelera y traza una línea recta hacia el teatro, atravesando el skatepark de cemento enlucido con grafitis
es muy temprano para que los chavales anden con sus trucos y sus saltos a vida o muerte sin cascos ni rodilleras
los jóvenes y su temeridad
como Yazz, que va sin casco en la bici
que se va por la puerta de mala manera cuando su madre le dice que llevar casco puede ser la diferencia entre
a)[espacio]darse un porrazo, o
b)[espacio]tener que aprender a hablar de nuevo
pasa por la entrada de artistas, saluda al vigilante de seguridad, Bob, que le desea suerte para esta noche, atraviesa pasillos y escaleras hasta llegar por fin a la caverna del escenario
mira hacia el páramo desierto de la platea en forma de abanico, diseñada como los anfiteatros griegos para garantizar que todos los espectadores tengan una visión ininterrumpida de la acción
esta misma noche llenarán esos asientos más de mil pesonas
raya en lo increíble que se dé cita tanta gente para ver su producción
casi todos los pases se han agotado antes de que publiquen siquiera una reseña
para que luego digan que no hay demanda para ver cosas distintas
La última amazona de Dahomey, escrita y dirigida por Amma Bonsu
donde durante los siglos XVIII y XIX mujeres guerreras servían al rey
mujeres que vivían en la residencia del rey y disponían de comida y esclavas
quienes salían de palacio precedidas por una esclava que iba tocando una campanilla para avisar a los hombres de que apartaran la vista si no querían morir
quienes asumieron la guardia real porque no podían fiarse de que los hombres no le cortaran la cabeza al rey o lo castraran con un alfanje mientras dormía
quienes estaban entrenadas para trepar desnudas por las ramas espinosas de las acacias y así curtirse
quienes tenían que sobrevivir nueve días por su cuenta en la selva y sus peligros
quienes no fallaban un tiro con sus mosquetones y podían decapitar y destripar a sus enemigos sin problema
quienes lucharon contra los vecinos yoruba y contra los franceses que quisieron colonizarlas
quienes llegaron a formar un ejército de seis mil, todas casadas oficialmente con el rey
quienes, por lo demás, no tenían permitidas otras relaciones sexuales y todo hijo varón nacido de sus entrañas era ejecutado
la primera vez que le contaron la historia de estas amazonas Amma decidió que debían de habérselo montado entre ellas porque ¿no era lo que pasaba siempre que se segregaban los sexos?
y así nació la idea para su obra
la última amazona es Nawi, que cuando aparece por primera vez en escena es una novia adolescente que se ofrece como regalo al rey; cuando no es capaz de darle hijos, se la veta de sus aposentos y se la obliga a unirse a las tropas de combate femeninas, sobrevive a los peligros de la instrucción y va subiendo en el escalafón militar gracias a su físico portentoso y su astucia en la estrategia hasta convertirse en una legendaria generala de las amazonas que impresion a los observadores extranjeros por su ferocidad y su temeridad
Amma muestra la lealtad de Nawi hacia sus numerosas amantes mucho tiempo después de cansarse de ellas, al asegurarse de que el rey les asigne tareas domésticas livianas y no las eche de palacio condenándolas a una vida de privación
al final de la obra, vieja y sola, Nawi reconecta con sus antiguas amantes, que aparecen y desaparecen de escena cual espectros, hologramas mediante
revive las guerras en las que labró su fama, incluidas las que el rey instigó para proporcionar materia prima a los captores del abolido comercio de esclavos con las Américas, cuando los barcos negreros piratas superaban los bloqueos para poder hacer tratos con él
está orgullosa de sus logros
unas videoproyecciones la muestran en plena batalla, ejércitos atronadores de amazonas a la carga, mosquetones y machetes en ristre
una ola de aullidos corriendo hacia el público
escalofriante, aterrador
al final
la muerte de Nawi
las luces se apagan lentamente
hasta fundirse en negro
a Amma le habría gustado que Dominique hubiera podido cogerse un vuelo para ver una obra que fue la primera en leer hace diez años cuando la escribió
una obra que le ha costado tanto tiempo ver en escena porque todas las compañías a las que la envió la rechazaban por no «ir en su línea»
y no soportaba la idea de tener que resucitar el Teatro de las Mujeres del Monte Salvaje para montarla
cuando Dominique se fue, ella se quedó sola al timón del acorazado
cosa que hizo durante unos años, sin superar la sensación de abandono, sin llegar a encontrar nunca a alguien que pudiera sustituir a Dominique, su amiga siempre daba con soluciones prácticas para las ideas creativas de Amma
acabó cerrando la compañía
y se lo montó por libre
Shirley
su amiga más antigua, sí viene esta noche, ha visto todas sus obras desde que eran adolescentes, ha sido una constante en su vida desde que se conocieron con once años en el instituto público del barrio, cuando Shirley, la única otra niña negra del centro, describió una línea recta por el patio para hablar con ella al ver a Amma sola a la hora de comer en medio del entusiasmo de niñas uniformadas de verde que chillaban, jaleaban y se divertían saltando a la comba y jugando al tejo o a pillar
Shirley se plantó delante de ella
Shirley, con su pelo alisado al milímetro, esa cara tan reluciente (vaselina, descubrió con el tiempo Amma), la corbata del instituto con el nudo perfecto, los calcetines blancos bien subidos hasta las rodillas
tan compuesta, tan aseada, tan modosita
al contrario que el pelo desgreñado de Amma, más que nada porque era incapaz de contenerse y se dedicaba a deshacerse las dos trenzas que su madre le hacía todas las mañanas
o de impedir que los calcetines se le escurrieran hasta los tobillos, porque no podía evitar frotarse un pie contra la pierna contraria
y la rebeca del uniforme que le quedaba tres tallas grande porque su madre se la había hecho para que le durara tres años
hola, dijo, me llamo Shirley, ¿quieres que seamos amigas?
Amma asintió, Shirley la cogió de la mano y la llevó hasta el grupo del que acababa de separarse y que estaba jugando a la goma
desde entonces se volvieron inseparables, Shirley atendía en clase y nunca ponía pegas a ayudarla con los deberes
Shirley se pasaba horas oyendo a Amma hablar de lo colgada que estaba por el chico de turno y, más tarde, tras un periodo bisexual de transición (con breves cuelgues por los hermanos de Shirley, Errol y Tony), la chica de turno
Shirley nunca tuvo una mala palabra sobre su sexualidad, la encubría cuando faltaba a clase y escuchaba con avidez sus relatos sobre el grupo de teatro juvenil —el fumeteo, los morreos, el copeteo y el teatreo—, en ese orden, y conservaron la amistad incluso cuando tras el instituto sus caminos se separaron, Shirley rumbo a Magisterio, Amma a Arte Dramático
e incluso cuando los amigos «artistas» de Amma decían que Shirley era la persona más sosa del mundo y ¿de verdad tenía que invitarla? Amma salía en defensa de la normalidad de Shirley
es buena gente, protestaba
Shirley cuidaba de Yazz siempre que se lo pedía (Amma también cuidó a las niñas de Shirley ¿un par de veces o tres?)
Shirley jamás se quejaba cuando Amma tenía que pedirle dinero para saldar deudas, aunque a veces lo canjeaba por regalos de cumpleaños
a Amma durante mucho tiempo le pareció una amistad unidireccional, hasta que comprendió que ella hacía más interesante y chisposa la vida predecible y segura de su amiga
y eso era lo que ella le daba a cambio
luego estaban los miembros de su pandilla o «cuadrilla», como Yazz suele corregirla, nadie dice pandilla de amigos, mamá, es tan… ¿prehistórico?
echa de menos a quienes eran antes, cuando estaban todos descubriéndose a sí mismos sin tener ni idea de lo mucho que cambiarían en los años venideros
los de su pandilla iban sin falta a sus estrenos, siempre estaban al otro lado del teléfono (el fijo, por supuesto… increíble que funcionara así antes) para una noche de juerga improvisada
podía contar con ellos para compartir y salpimentar los dramas
Mabel era la fotógrafa independiente que se hizo hetero en cuanto cumplió los treinta y dejó tiradas a todas sus amigas lesbianas como parte de su reinvención, en la que seguramente era la primera ama de casa negra que montaba a caballo y vestía barbour en la Inglaterra profunda
Olivine pasó de no pillar ni un papel en un reparto británico por ser tan oscura de piel a conseguir trabajo en una importante serie policiaca de Hollywood y llevar vida de estrella con vistas al mar y desplegables de papel cuché
Katrina era la enfermera que se volvió a Aberdeen, que era donde ella se sentía en casa, decía, renació como anglófila, se casó con Kirsty, médica, y se niega a pisar Londres
Lakshmi vendrá esta noche, la saxofonista que compuso alguna pieza para las obras de Amma antes de decidir que no había nada peor que una canción y una melodía y empezara a hacerse un hueco en la vanguardia y a tocar lo que Amma para sus adentros llamaba música de pim-pam-pum, cabeza de cartel habitual en festivales raritos en medio de campos remotos con más vacas que espectadores
Lakshmi también se ha forjado un improbable personaje de gurú para los crédulos estudiantes a los que da clase en el conservatorio
y que se reúnen en torno a la chimenea de su piso de alquiler protegido sorbiendo cidra barata en tazas de té
mientras ella se sienta a lo indio en el sofá vestida con túnicas vaporosas, melena larga veteada de plata
y reniega de la progresión armónica a favor de la improvisación microtonal y las estructuras y efectos politémpicos, polirrítmicos y multifónicos
al tiempo que declara que la composición ha muerto, chicas y chicos
yo vivo para la extemporaneidad contemporánea
aunque Lakshmi ronda ya los sesenta, su amante de turno, hembra o varón, nunca supera el rango de los 25 a los 35, y ella es siempre la que finiquita la relación cuando la persona en cuestión llega al extremo superior del intervalo
las veces que Amma le lee la cartilla al respecto, su amiga se inventa cualquier excusa que no sea que ya no son tan impresionables, lozanos o de piel tersa
luego estaba Georgie, la única que no sobrevivió a los noventa
aprendiz de fontanera de Gales, su familia testigo de Jehová la repudió por ser lesbiana
se convirtió en la huerfanita perdida que todas tomaron bajo su protección
como única mujer de una cuadrilla de fontanería municipal, tuvo que soportar las insinuaciones constantes de sus compañeros varones, con sus bromas sobre desatascadores, cañerías, bajantes y mangueras de vaciado
así como comentarios sobre lo que les gustaría hacer con su culo cuando estaba arreglando algo bajo un lavabo o mirando por una cañería
Georgie
bebía dos litros de Coca-Cola al día y la mezclaba por la noche con licores y drogas varios
era la menos afortunada del grupo atrayendo mujeres, y era triste, y una tontería, pero creía que se quedaría sola de por vida
más de una noche acababa en llanto con Georgie diciendo que no ligaba porque era muy fea, cosa que no era cierta, todas le aseguraron infinitas veces lo guapa que era, aunque Amma la veía más como a una Artful Dodger que a una Oliver Twist
algo que en el mundo lésbico no estaba tan mal
Amma jamás olvidará la última vez que la vio, ambas sentadas en un bordillo a las puertas del Bell, mientras los juerguistas se alejaban en vaivenes borrachos por la noche y ella le metía un dedo por la garganta a Georgie para que regurgitara las pastillas que había engullido en el baño
por primera vez desde que eran amigas, Amma le trasmitió la frustración que sentía con ella por ser tan bala perdida, una mujer tan insegura, por no saber comportarse como una adulta, por ponerse siempre hasta las trancas, tienes que madurar, Georgie, ¡madura de una puta vez!
al cabo de una semana estaba saltando del balcón de la planta de arriba de una de las torres de Pepys Estate de Deptford donde vivía
a día de hoy Amma sigue preguntándose cómo murió Georgie
si se cayó (accidente), salió volando (tropezón), se tiró (suicidio) o la tiraron (improbable)
sigue sintiéndose culpable, sigue preguntándose si pudo tener parte de culpa
Sylvester no se pierde ningún estreno, aunque solo sea por la priva gratis de la fiesta de después
si bien hace unos días la acusó de haberse vendido al sistema cuando la acorraló en la boca del metro de la parada de Brixton al volver a casa tras un ensayo
y la convenció para tomarse una copa en el Ritzy, donde se sentaron en el bar de arriba rodeados de los pósteres de las películas independientes que llevaban yendo a ver juntos desde que se conocieron en la escuela de arte dramático
películas como Pink Flamingos, con Divine la gran drag queen, Born in Flames, Daughters of the Dust, Adiós a mi concubina, A Place of Rage de Pratibha Parmar o Handsworth Songs del Black Audio Film Collective
películas que inspiraron su propia estética como dramaturga
aunque jamás reconocería ante Sylvester otros gustos suyos más populares, su amigo es demasiado purista político como para entenderlo
como sus enganches a Dinastía o Dallas, las series originales y sus reencarnaciones actuales
o America’s Top Model o Millionaire Matchmaker o Big Brother y todo lo demás…
Amma miró al resto de los alternativos que había por el bar y que también se mudaron a Brixton cuando era un barrio asolado por el crimen pero asequible
esa gente era su gente, había sobrevivido a dos disturbios y se enorgullecía de sus círculos sociales multirraciales y su estirpe, como el propio Sylvester, que había peregrinado hasta el centro social gay del barrio mientras estuvo abriendo y cerrando intermitentemente y allí conoció al hombre que se convertiría en su compañero sentimental, Curwen, recién aterrizado de Santa Lucía
qué pareja más imponente formaban por entonces
Sylvester, o Sylvie, era por entonces guapo y rubio, se pasó gran parte de los ochenta poniéndose vestidos, su larga melena cayéndole en cascada por la espalda
estaba empeñado en desafiar las expectativas de género de la sociedad, ¡mucho antes de la moda actual!, le ha dado últimamente por protestar, ¡eso lo hacía yo ya!
Curwen, pecoso y de piel marrón claro, podía aparecer con turbante, kilt, lederhosen y totalmente maquillado
según le venía en gana
para desafiar otras expectativas varias
decía
ahora Sylvester tiene canas, calva y barba, y es imposible verlo con otra cosa que no sea un traje de obrero chino de hilo
que asegura haber comprado original por eBay
mientras que Curwen va con peto vaquero y tabardo de peón retro
en la mesa de al lado estaban sentados dos jóvenes, se los veía incómodos y fuera de lugar con sus cortes de oficinistas, sus mejillas lisas, trajes almidonados, zapatos abrillantados
Amma y Sylvester cruzaron la mirada, odiaban a los intrusos que estaban colonizando el barrio, los que mantenían con su dinero los bares y locales de comida repipis que habían sustituido un tramo del mercado interior antes conocido por sus puestos donde vendían pez loro, ñame, ackee, pimientos rojos del Caribe, telas y tejidos africanos, ollas jamaicanas de hierro colado, caracoles gigantes de Nigeria y huevos verdes encurtidos importados de China
esos locales pijos también se dedican a contratar guardias de seguridad para impedir el paso a los del barrio
porque si bien a la clientela le encanta rebajarse por los bajos fondos de los códigos SW2 y SW9
ni queriendo podrían ocultar que llevan SW1 y SW3 grabados en el ADN
Sylvester se implicó mucho en la campaña Mantén Brixton Auténtico
no había perdido un ápice de su fervor revolucionario
cosa que no era necesariamente positiva
Amma se tomó su séptimo café del día, esta vez con un chorrito de Drambuie, mientras Sylvester se tomaba la cerveza a morro, según él la única forma de beber para un revolucionario que se precie
seguía llevando su compañía de teatro socialista, El 97 %, que hacía giras por locales alternativos y «comunidades de difícil acceso», lo que ella también debería seguir haciendo
Amma, deberías montar tus obras en centros cívicos y bibliotecas, no para los cabrones de clase media del National
ella le respondió que, la última vez que había hecho una obra en una biblioteca, el público estaba compuesto en gran medida de sintechos que, en el mejor de los casos, se durmieron y, en el peor, roncaron
eso había sido hacía unos quince años, se prometió no volver a caer
la inclusión social es más importante que el éxito individual, ¿o debería llamarlo «individualista»?, respondió Sylvester, y Amma no logró convencerlo de que había hecho bien en poner sus miras más alto mientras él seguía apurándose las cervezas que ella pagaba (bueno, ahora que te ha tocado el gordo estarás levantándote un buen dinero)
le rebatió diciéndole que estaba en su derecho de dirigir en el National y que era el teatro el que debía encargarse de atraer un público que no solo fueran excursionistas de clase media de los condados de alrededor de Londres, entre ellos, le recordó, sus padres, un banquero jubilado y un ama de casa de Berkshire que visitaban la capital atraídos por su cultura y que lo habían apoyado siempre, incluso cuando salió del armario en la adolescencia
una vez estando borracho dejó escapar que tenía una asignación mensual
(y ella fue siempre demasiado amable como para recordárselo)
el caso es que, dijo, si bien alborotar en la periferia está muy bien y eso, también tenemos que dejar huella en la cultura de masas, ¿acaso no pagamos los impuestos con los que se financian esos teatros?
Sylvester la obsequió con la expresión petulante del forajido evasor de impuestos
por lo menos yo ahora sí que pago, insistió ella, y tú también deberías
él se reclinó en el asiento, con los ojos vidriosos de tanta cerveza, y la juzgó para sus adentros, Amma conocía bien esa expresión, la bebida estaba a punto de sacar a la superficie una crueldad de la que su buen amigo carecía el resto del tiempo
reconócelo, Ams, dijo, has dejado tirados tus principios por la ambición y ahora perteneces al Sistema con mayúsculas, eres una chaquetera
ella se levantó, recogió su bolso de patchwork de telas africanas y salió del local
cuando avanzó un poco por la calle principal se dio la vuelta y lo vio liándose un cigarro apoyado contra la pared del Ritzy
¡todavía fumando de liar!
ahí te puedes quedar, Sylvie.
Amma volvió andando a casa en la oscuridad de la noche, seguía agradecida de haberse convertido en propietaria a la edad con la que lo hizo, en una época en que se vio prácticamente sin techo
para empezar Jack Staniforth murió y su hijo Jonathan, que llevaba años subiéndose por las paredes por la escandalosa decisión de su padre de no sacar rédito del plan de regeneración urbanística de King’s Cross que un día llegaría a acoger trenes directos de Londres a París
les dio a los Ciudadanos Libres de Freedomia tres meses para largarse
desgarrada en el sentimiento, Amma, sin embargo, tuvo que reconocer que había tenido una suerte espectacular porque nunca había pagado ni un penique de alquiler en la que estaba convirtiéndose en una de las ciudades más caras del mundo
lloró cuando tuvo que dejar su antigua oficina, con sus dimensiones de pista de atletismo y sus ventanas con vistas a los trenes que llegaban a la estación desde el norte de Inglaterra
ni podía permitirse un alquiler comercial ni cumplía los requisitos para acceder a una vivienda protegida
Amma pasó un tiempo de sofá en sofá ajeno hasta que alguien le ofreció una habitación que tenía libre
había vuelto al punto de partida
su madre murió entonces, devorada de dentro afuera por la enfermedad despiadada, voraz y carnívora que empezó con un órgano y fue luego destrozando el resto
Amma lo vivió como síntoma y símbolo de la opresión que había soportado su madre
mamá nunca se encontró a sí misma, le contaba a sus amigas, aceptó su posición subordinada en el matrimonio y se pudrió por dentro
en el funeral apenas pudo mirar a la cara a su padre
este no tardó en seguir a mamá cuando al poco murió de un infarto en pleno sueño; a Amma le pareció que se lo había autoinducido porque no podía vivir sin su madre, que había sido su pilar de apoyo desde sus primeros tiempos en Inglaterra
la sorprendió la fuerza de la pena que sentía
con el tiempo se arrepintió de no haberle dicho nunca que lo quería, era su padre, un buen hombre, por supuesto que lo quería, lo supo cuando le faltó, era un patriarca pero su madre tenía razón cuando le decía él es un hombre de su época y de su cultura, Amma
a mi padre lo marcó profundamente tener que huir de Ghana de esa manera tan abrupta, leyó en el panegírico de su funeral, al que asistieron sus camaradas socialistas, ya mayores
no puedo ni imaginar el trauma que pudo suponer para él perder su hogar, a su familia, a sus amigos, su cultura, su lengua materna, y venir a un país donde no lo querían
en cuanto nos tuvo a nosotros sus hijos, quiso que estudiáramos en Inglaterra y ahí se acabó la cosa
mi padre creía en el fin supremo de la política de izquierdas y trabajó activamente para hacer de este un mundo mejor
lo que no contó fue que ella había menospreciado a su padre y había acarreado esa visión sesgada y esa superioridad moral con respecto a él desde la infancia hasta la muerte de este, cuando en realidad el hombre lo único malo que había hecho había sido no estar a la altura de las expectativas feministas que ella se había hecho de un padre
había sido una malcriada y una egoísta, qué tonta, ya era tarde
él sí le había dicho a ella que la quería, todos los años por su cumpleaños mientras vivió su madre, cuando firmaba la tarjeta que ella compraba y mandaba por él
sus hermanos mayores se ganaban bien la vida, así que fueron generosos y le dejaron a ella la parte más grande de la casa familiar de Peckham
con lo que pagó una sustanciosa entrada para un pequeño adosado con jardín en la Railton Road de Brixton
una casa a la que llamar «hogar».
Yazz
nació hace diecinueve años en una bañera de dilatación en medio del salón iluminado con velas de Amma
rodeada de incienso, música de olas solapándose y una doula más una partera, Shirley y Roland… su gran amigo, quien había accedido a ser el padre de su hija cuando quedarse huérfana le prendió un instinto maternal sin precedentes que no atendía a razones
por suerte para ella, Roland, que llevaba cinco años de relación con Kenny, también había estado pensando en la paternidad
se quedaba con Yazz cada dos fines de semana, tal y como habían acordado, cosa que Amma lamentó cuando se vio echando de menos a su recién nacida en lugar de sentir una libertad delirante desde la tarde del viernes hasta el domingo por la noche
Yazz fue el milagro que nunca pensó que quería, y realmente tener una hija hizo que se sintiera completa del todo, cosa que muy rara vez confesaba delante de nadie porque le parecía antifeminista o algo parecido
Yazz habría de ser su experimento contracultural
le dio el pecho, y le importaba poco que la necesidad de una madre de alimentar a su cría incomodara a quien fuese
iba a todas partes con ella, colgada de la espalda o por delante en un fular portabebés, la depositaba en un rincón de las salas de ensayo o en lo alto de la mesa durante las reuniones
la llevaba de gira en trenes y aviones con una cunita de viaje que parecía más bien una cesta de la compra, una vez estuvo a punto de meterla por el escáner del aeropuerto y luego les rogó que no la arrestaran por ello
creó puestos para siete madrinas y dos padrinos
con la idea de asegurarse canguros donde elegir cuando la niña dejara de ser tan dócil y transportable
a Yazz se le permitía vestir con lo que mejor le pareciera siempre y cuando no constituyera un peligro para sí misma o su salud
Amma quiso que trabajara la autoexpresión antes de que intentaran aplastar su espíritu libre de niña a través de la disciplina opresiva del sistema educativo
tiene una foto de su hija yendo por la calle con una armadura de centurión romano de plástico por encima de un tutú naranja, alas de hada blancas, unos pantalones cortos amarillos sobre mallas a rayas rojas y blancas, un zapato distinto en cada pie (una sandalia y una katiuska), carmín corrido por labios, mejillas y frente (una fase), y el pelo recogido en un abanico de coletas con muñequitas colgando de las puntas
Amma ignoraba las miradas de compasión o censura de los transeúntes o de las madres cerradas de mente del parque o la guardería
a Yazz nunca se la reñía por decir lo que pensaba, solo la reñían por decir palabrotas porque tenía que ampliar su vocabulario
(Yazz, di mejor que Marissa te parece desagradable o antipática en vez de calificarla de culo pestoso caracaca)
y aunque la niña no siempre se salía con la suya, si defendía su postura con bastante tesón, la suerte podía sonreírle
Amma quería que su hija fuera libre, feminista y fuerte
tiempo después la llevó a cursos de desarrollo personal para niños que le darían la confianza y las herramientas expresivas para florecer en cualquier contexto
gran error
