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Notas sobre economía cubana nos ofrece en sus tres ensayos un análisis sintético de la política económica aplicada por Cuba entre 1959 y 2009. En estos textos se reflexiona sobre las complejidades del establecimiento de estrategias y de la planificación, en las condiciones de un país que construye el socialismo desde el subdesarrollo. Además, se valora el real significado de las relaciones económicas entre Cuba y la ex Unión Soviética, polémica que se mantiene aún hoy, dentro y fuera de la Isla. Su autor combina un gran conocimiento académico sobre estos temas, con su experiencia práctica en la dirección de la economía cubana, lo que imprime al libro un valor especial.
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Seitenzahl: 171
Veröffentlichungsjahr: 2017
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Primera edición Ruth Casa Editorial / Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, 2011.
Título original: Notas sobre economía cubana
Edición para e-book al cuidado de Pilar Jiménez Castro
Edición base: Guadalupe Pérez
Diseño de cubierta: Claudia Méndez Romero
Diseño interior: Yadyra Rodríguez Gómez
Diagramación electrónica: Bárbara A. Fernández Portal
© José Luis Rodríguez, 2011
© Sobre la presente edición:
Ruth Casa Editorial, 2011
ISBN: 978-9962-645-88-7
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RUTH CASA EDITORIAL
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Cincuenta años de Revolución en la economía cubana 1959-2009
Estrategia de desarrollo económico entre 1959 y 1975
El desarrollo en Cuba y la comunidad económica socialista entre 1976 y 1989
Economía cubana en el Período Especial: la batalla decisiva 1990-2009
Ruptura y percepción inicial de la crisis: 1990-1991
El desplome de la economía: 1992-1994
El inicio de la recuperación: 1995-1999
Reducción del costo social del Período Especial y ajuste de la política económica: 2000-2003
Nuevo ajuste de la política económica y recentralización de la divisa libremente convertible: 2003-2005
Crisis global y enfrentamiento al déficit de la balanza de pagos: 2006-2009
Recuperación y salida del Período Especial: desafíos de la economía cubana
Bibliografía
La planificación en Cuba: Algunas experiencias
Transformaciones económicas y necesidad de la planificación 1959-1967
Primeros planes para 1962 y de 1962 a 1965
Lucha contra el burocratismo y desmontaje de la planificación macroeconómica entre 1966 y 1970
Rectificación de la política económica entre 1971 y 1975. Sus efectos en la planificación
Institucionalización política y planificación entre 1976 y 1990
Transformaciones de la planificación durante el Período Especial
Experiencia de la planificación en Cuba: 1960-2010
Bibliografía
Las relaciones económicas entre Cuba y la antigua URSS 1959-2009
El sector externo en la economía cubana
El significado de la URSS para el desarrollo económico de Cuba entre 1959 y 1991
Relaciones financieras y de colaboración científico-técnica entre 1959 y 1991
Repercusión de las reformas económicas de la URSS en sus relaciones económicas con Cuba
La desaparición de la Unión Soviética, y las relaciones económicas con Rusia entre 1992 y 2009
Algunas consideraciones finales
Bibliografía
El autor
Los temas relacionados con la economía cubana cobran gran actualidad. Nuestro modelo de socialismo no solo ha sobrevivido al derrumbe de este en Europa, sino que se renueva y explora hoy nuevas alternativas.
El conocimiento del desempeño de la economía en Cuba durante los últimos cincuenta años resulta de gran utilidad para poder valorar las transformaciones que se implementan en nuestros días. Los ensayos que se incluyen en el presente volumen se dirigen a actualizar al lector mediante el análisis sintético de la experiencia de la política económica aplicada por Cuba entre 1959 y 2009; al tiempo que se reflexiona sobre las complejidades de la planificación en las condiciones de un país que construye el socialismo desde el subdesarrollo. Se presenta además, un interesante trabajo sobre el significado de las relaciones económicas entre Cuba y la antigua Unión Soviética, lo cual permite esclarecer su verdadero papel en medio de polémicas que se mantienen hoy dentro y fuera de la Isla.
Con el triunfo de la Revolución en 1959 comenzó un auténtico proceso de desarrollo económico y social para Cuba, aunque las condiciones eran particularmente complejas para alcanzar ese objetivo.
A finales de los años cincuenta se presentaban las características esenciales de un país subdesarrollado con una profunda deformación estructural de su economía, graves problemas sociales y una subordinación absoluta a los intereses de los monopolios norteamericanos (Rodríguez, C. R., 1983).
La dimensión social del subdesarrollo encontraba su expresión en la desigual distribución de ingresos; la insuficiencia del sistema de pensiones para la jubilación; el elevado analfabetismo; las pobres condiciones sanitarias, que se reflejaban en una alta tasa de mortalidad infantil y baja esperanza de vida al nacer, entre los índices de mayor significación (Rodríguez y Carriazo, 1990).
Desde luego, Cuba no se encontraba en el último lugar de América Latina en su nivel de desarrollo, pero era probablemente el país más dependiente y subordinado a intereses foráneos que se oponían a cualquier intento de desarrollo endógeno, incluso en el contexto del sistema capitalista (Rodríguez, J. L., 1989).
Si se tiene en cuenta esta situación, un conjunto de transformaciones estructurales básicas resultaban indispensables para el desarrollo económico y la justicia social.
El propio concepto de desarrollo en el caso de Cuba, muestra fuertes vínculos entre el crecimiento económico y el avance social, a partir de una activa participación de la población en el proceso de transformaciones.1
1No son válidas las tesis que plantean una contradicción insalvable entre crecimiento económico y desarrollo social a partir de recursos escasos, las que solo sirven para apoyar las políticas neoliberales y justificar el atraso.
Para modificar las condiciones prevalecientes antes de 1959 en Cuba se requerían profundos cambios que pudieran asegurar un desarrollo real. En este sentido solo la concepción socialista del desarrollo se ajustaba a ese propósito, al asegurar la prevalencia de los intereses de la mayoría de la población en lapropiedad de los medios de producción.
Las transformaciones estructurales más importantes de la propiedad se realizaron entre 1959 y 1963 con el objetivo de crear las condiciones que permitieran diseñar una estrategia de desarrollo coherente.
En este sentido cabe apuntar que en la situación de Cuba,si se tiene en cuenta el grado de subordinación a los monopoliosnorteamericanos y la ausencia de todo proceso de desarrollo capitalista real, solo el Estado estaba en condiciones de concentrar los recursos materiales y financieros necesarios, así como la autoridad, para asegurar el camino del crecimiento económico y el bienestar social, a pesar de la hostilidad del capital extranjero y los aliados nacionales en ese momento.
En los primeros años de la Revolución las medidas de orden económico más importantes se dirigieron a mejorar la distribución del ingreso y a concentrar la propiedad de los medios de producción fundamentales en el Estado.2
2Entre 1959 y 1960 se estima que se redistribuyó el 20% del ingreso nacional a favor de los trabajadores (Rodríguez, J. L. y otros, 1985).
La Ley de Reforma Agraria aprobada en mayo de 1959 fue la decisión más importante para la transformación de la vida económica en Cuba, al entregar a los campesinos y al Estado alrededor del 40% de la tierra cultivable del país. Estas transformaciones se completarían con la Segunda Ley de Reforma Agraria, aprobada en 1963, que eliminó el sector capitalista de la agricultura (Acosta, 1973).3
3«El sector capitalista no desapareció de la agricultura cubana después de la primera Ley de Reforma Agraria. En efecto, todavía después de mayode 1959 diez mil campesinos ricos y burgueses rurales dominaban casi 1,7 millones de hectáreas de tierra» (Rodríguez, J. L., 1990, p. 59).
Otra decisión importante fue la nacionalización de las propiedades norteamericanas en el verano de 1960, como respuesta a la supresión de la cuota azucarera en el mercado de los Estados Unidos decidida, en julio, por la Administración de Eisenhower. Posteriormente, al valorar la posición de la mayoría de los capitalistas cubanos que se manifestaban en contra de la Revolución, se produjo la nacionalización de sus propiedades entre septiembre y octubre de 1960. 4
4Contrario a lo que se supone, se previó una compensación financiera para los propietarios extranjeros en Cuba basada en los valores declarados en la liquidación de impuestos. Sin embargo, muchos propietarios cubanos decidieron viajar a los Estados Unidos y perdieron este derecho. No obstante, otros propietarios como los bancos canadienses y los dueños de viviendas afectados por la Ley de Reforma Urbana de octubre de 1960, cobraron durante años sus compensaciones. Los propietarios estadounidenses no aceptaron las condiciones previstas por Cuba (Miranda, 1996).
A finales de 1960 el peso de la propiedad estatal en la economía alcanzaba el 100% en el comercio exterior, la banca y el comercio mayorista; llegaba al 95% en la construcción y la industria; al 90% en el transporte y al 37% en la agricultura. En 1968 la participación del Estado creció al 100% en todaslas ramas, excepto la agricultura, donde alcanzó alrededor del 70% y se elevó a finales de los años ochenta, hasta el 92% la propiedad social en este sector (Rodríguez, J. L., 1990).
Una vez alcanzado el cumplimiento del «Programa del Moncada» en octubre de 1960, la sociedad cubana entró en la etapa de construcción del socialismo, aún cuando la proclamación de esta se hizo en abril de 1961, a las puertas de la invasión de Playa Girón.
A partir de aquí, una estrategia para el desarrollo económico resultaba indispensable. Al respecto, algunos trabajos se habían desarrollado ya entre 1959 y 1960, pero sin que existiera el mínimo de condiciones entonces para un empeño de tan largo alcance.
Los primeros esfuerzos en este sentido se dirigieron a tratar de superar en un período de tiempo muy breve la estructura agraria de la economía, implementando un rápido proceso de industrialización y de diversificación agrícola, a partir de las posibilidades de su financiamiento a través del ahorro interno (Rodríguez, J. L., 1990).
Estas expectativas no lograron materializarse por la falta de financiamiento externo producto de la caída de la producción azucarera y el largo período de maduración que se requeríapara recuperar las inversiones industriales dirigidas a sustituir importaciones; la ausencia de un mercado seguro para las exportaciones cubanas; el bajo nivel de calificación de la fuerza de trabajo y la falta de capacidad gerencial en los nuevos dirigentes empresariales cubanos. A todos estos obstáculos deben añadirse los fuertes impactos del bloqueo y las agresiones militares norteamericanas contra Cuba, particularmente entre 1960 y 1965.5
5Las complejidades del proceso revolucionario cubano son frecuentemente ignoradas por aquellos que evalúan este período, especialmente en lo referido a los efectos de las políticas estadounidenses hacia Cuba en la primera década de la Revolución (Arboleya, 2000; Zaldívar, 2003).
A mediados de 1963 resultaba claro la necesidad de reconsiderar la forma de manejar la economía. Fue preciso revaluar el papel del azúcar y otras producciones agropecuarias en las exportaciones cubanas y sus potencialidades para crear condiciones que permitieran una posterior industrialización, que demandaba además, una infraestructura mínima y elevar el nivel de calificación de la fuerza de trabajo.
La solución a este problema se vinculaba esencialmente a la existencia de un mercado donde vender el azúcar a precios estables. Al respecto se logró la firma de un acuerdo con la Unión Soviética (URSS) para exportar 24,1 millones de toneladas de azúcar entre 1965 y 1970, a los favorables precios de 6,1 centavos la libra (Rodríguez, J. L., 1990).
Se implementó hasta 1975 una estrategia dirigida a crear condiciones para una industrialización del país, que tomaba como sector pivote la producción de azúcar y el sector agropecuario; pero las condiciones en que ello se hizo descansaban en la política económica llevada a cabo. En ella se destacan tres momentos significativos.
El momento más importante se caracterizó por un amplio debate en torno a la política económica cubana, encabezado por Ernesto Che Guevara entre 1963 y 1964. Se discutían dos diferentes interpretaciones: una que se apoyaba en un sistema de financiamiento central para las empresas estatales y otra basada en el cálculo económico tradicionalmente utilizado en la URSS y Europa Oriental. Los principales proponentes de estas interpretaciones fueron el Che y Carlos Rafael Rodríguez, respectivamente.
En realidad el objeto de discusión no era solo ni prin-cipalmente acerca de los mecanismos económicos, sino que se relacionaban con aspectos fundamentales de la construcción del socialismo referidos al mercado y a las relacionesmonetario-mercantiles (Tablada, 1988), discusión que aún perdura en el caso cubano.6
6La incorrecta interpretación del papel del mercado y de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo, ha conducido —entre otros errores estratégicos— a la desaparición del sistema en Europa Oriental y la URSS. Desde mi punto de vista, el sistema socialista falló allí no porque se agotaran sus posibilidades, sino porque se frustraron sus potencialidades (Rodríguez, J. L., 2007).
El debate no se resolvió de forma correcta en esos momentos. Se creó un sistema híbrido que no respondía a ninguna de las dos interpretaciones propiamente y la política económica implementada entre 1967 y 1970, por un lado ignoraba el mercado y por otro conllevaba a una interpretación idealista del socialismo, que afectó la eficiencia y la aplicación de la estrategia de desarrollo económico adoptada, todo lo cual se valoró de manera crítica en el Primer Congreso del Partido en 1975 (Castro, F., 1976).
A partir de los desequilibrios económicos que se generaron y el incumplimiento de la zafra de diez millones detoneladas de azúcar en 1970, se emprendió un proceso de rectificación de los errores cometidos, al tiempo que se iniciaba un proceso de acercamiento al modelo socia lista europeo (Vilariño y Domenech, 1986).
Al tomar en cuenta la experiencia de la URSS y otros países socialistas europeos, se modificó la política económica que gradualmente fue aproximándose al cálculo económico. En consecuencia el país ingresó como miembro pleno al CAME en 1972 y se inició una etapa de mayor integración financiera, comercial y tecnológica con la URSS.
La evaluación de los primeros quince años de la Revolución se hizo resumidamente en el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba al final de 1975.
El balance de los resultados económicos y sociales entre 1959 y 1975 puede resumirse en los párrafos que siguen.
El PIB creció a un ritmo promedio anual del 4,7% entre1959 y 1975, con grandes fluctuaciones en la primera década, cuando esta tasa fue del 2,8%. Por otro lado, la productividad del trabajo aumentó solo un 0,5% y la tasa de inversión se mantuvo en el 13,1% del PIB. La composición del PIB que en 1958 era 22% del sector primario, 29% del secundario y 49% del terciario, varió reduciéndose el sector primario al 14%, elevándose el secundario al 31% y el terciario al 55% (Figueras, 1994; Rodríguez, J. L., 2008).
El modesto crecimiento alcanzado resultaba significativo si se tiene en cuenta que la defensa del país absorbió no solo la atención, sino un gran volumen de los recursos materiales y financieros del gobierno; así como el impacto del bloqueo económico de los Estados Unidos golpeó muy fuerte la economía en estos años.
La estrategia de desarrollo cumplió parcialmente sus objetivos. En efecto, en quince años se creó la infraestructura para el desarrollo agrícola; la industria ganó peso en la economía del país; los servicios productivos básicos (electricidad, transporte, hidráulica)crecieron lo suficiente como para asegurar las transformaciones iniciales de la economía, y el nivel educacional de la población y la fuerza de trabajo se elevaron para responder a los requerimientos de la futura industrialización (Rodríguez, J.L., 1990).
El significativo progreso social es uno de los logros más destacados de este período. La socialización de la educación y la salud pública, así como la mejoría de prácticamente todos los indicadores sociales más importantes, incluida la seguridad social, brindaron a la población cubana un elevado nivel de vida, en particular a aquellos con menores oportunidades sociales antes de 1959.
Naturalmente, muchos problemas permanecían aún sin solución y la experiencia demostró los límites de un cambio súbito en la conducta del hombre y la complejidad de la construcción socialista en un país pobre, así como la poca experiencia para manejar un desarrollo no capitalista, que aseguraba al mismo tiempo la soberanía nacional. A pesar de las insuficiencias, los positivos resultados obtenidos del proyecto socialista obtuvieron el apoyo político necesario de la mayoría de la población.
A partir de 1976 la economía cubana entró en una nueva fase de desarrollo industrial vinculado a la división internacional socialista del trabajo que prevalecía en el CAME (Díaz, 2008).
Esa estrategia requería un importante esfuerzo de organización desde el punto de vista financiero. La coordinación de la política económica con el resto del mundo socialista era esencial, especialmente en términos de planificación a mediano y largo plazo, pero precisaba para ello sistemas y mecanismos económicos bien diseñados, que casi no existían en Cuba.
Solo empezaron a implementarse estos mecanismos a partir de 1976 siguiendo el modelo del CAME.
Tenía que adoptarse una estructura económica que facilitara la inserción de Cuba, tomando en cuenta que encontrar un espacio para nuevos desarrollos en un sistema de división del trabajo ya existente no era fácil.
Emprender esto era una tarea dura y compleja, tanto para los planificadores cubanos como para sus contrapartes. De tal manera a corto plazo los pasos posibles a dar para un cambio esencial en la estructura económica de Cuba tenían que ser necesariamente modestos, a pesar de que las proyecciones con frecuencia eran muy ambiciosas en los planes cubanos (Plataforma, 1976).
En términos financieros, Cuba recibió un importante apoyo desde inicios de la década de los setenta, con créditos blandos para cubrir el desbalance comercial acumulado en la década anterior por alrededor de tres mil millones de pesos y créditos para inversiones acordados entre 1972 y 1974 (Rodríguez, H., 2008; Amado-Blanco, 2006; Zimbalist y Brundenius, 1989). Adicionalmente a partir de 1976 se realizó un acuerdo entre Cuba y la URSS con el objetivo de establecer la indexación de los precios soviéticos con relación a los precios del azúcar cubana exportada, a fin de evitar un deterioro en la relación de términos de intercambio.7Esta fórmula brindó a Cuba un poder de compra superior de alrededor del 50% por encima de los precios del mercado mundial (Casanova, 2002).
7La extensión de los créditos y donaciones recibidas por Cuba es aún materia de discusión. Algunos autores han señalado que la URSS ofreció a Cuba créditos para inversiones por 63 000 millones de rublos entre 1972 y 1990, cifra que es claramente exagerada (Díaz, 2008). También, Carmelo Mesa-Lago ha señalado que Cuba recibió de los soviéticos 65 000 millones de pesos entre 1960 y 1990, pagando solamente 41 000(Mesa-Lago, 2008), lo cual tampoco cuenta con una base de cálculo razonable.
En este punto es importante subrayar que las condiciones preferenciales acordadas entre los dos países y algunos otros países socialistas, no deben ser consideradas como subsidios.
En primer término, la cantidad de dinero adicional pagadopor las exportaciones cubanas solo compensaba el incrementode precios soviéticos, pero no brindaban a Cuba ningún apoyo financiero adicional que permitiera utilizarlos en otros fines; en otras palabras, se trataba de los precios justos por los que luchaban entonces infructuosamente los países subdesarrollados para frenar el destructivo intercambio desigual que sufrían.De hecho, un significativo monto de esos recursos solo subsanan el negativo impacto del bloqueo norteamericano, que se estimaba en alrededor de treinta mil millones de dólares en 1990.Por otro lado, los precios pagados por las exportaciones cubanas como azúcar, cítricos o níquel, resultaban favorables para los soviéticos, teniendo en cuenta el costo de oportunidad de producir esas mercancías internamente o el costo de importarlas en divisas convertibles del mercado mundial (Rodríguez, J. L., 1992; Rodríguez, H., 2008; Zimbalist y Brundenius, 1989).
Para alcanzar condiciones apropiadas con vistas a la planificación a largo plazo, más allá de los planes anuales o quinquenales, se elaboró en 1978 una proyección hasta el año 2000; aunque los programas complementarios correspondientes delos miembros del CAME apenas se acordaron con un grupo depaíses años después (Martínez, 1981; Rodríguez, J. L., 1990; Díaz, 2008).8
8Los planes bilaterales a largo plazo solo se firmaron con la URSS (1984), Polonia (1985) y Bulgaria (1986).
La especialización de la economía cubana en el marco de la división del trabajo existente en el CAME debía partir del desarrollo de sus exportaciones tradicionales. De tal modo la industrialización se dirigió a expandir la industria azucarera y la del níquel; promover las industrias química, mecánica y de la construcción; y desarrollar industrias que apoyaran el crecimiento de la producción alimentaria y textil; todo ello para asegurar la ampliación de las exportaciones y la sustitución de las importaciones.
La intensificación del proceso de desarrollo encontró su expresión en el incremento de la tasa de inversión, que aumentó del 11,8% del PIB en 1970, a 26,8% en 1989, aunque este esfuerzo no fue suficientemente eficiente si se considera el estancamiento o descenso del rendimiento de la inversión que ocurre a partir de 1980 (Figueras, 1994; Oficina Nacional de Estadísticas, 1989; González y Pico, 1987).
Por otro lado, el rápido dinamismo del proceso de acumulación en Cuba demandaba importantes recursos financieros no solo de los países socialistas, sino de las economías de mercado, los que se obtienen en los años setenta, a partir de una favorable coyuntura financiera.