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Roy, feliz teatro es mucho más que un manual de actuación: es una invitación a descubrirte a través del arte. Rodrigo Mauregui propone una metodología única que fusiona técnicas teatrales con herramientas emocionales para potenciar la creatividad, la autoconciencia y la sensibilidad. Este libro desafía los modelos tradicionales al priorizar la vulnerabilidad como fortaleza, la improvisación como motor creativo y el grupo como espacio de sanación. A lo largo de ejercicios prácticos, reflexiones teóricas y anécdotas entrañables, el lector será guiado hacia un viaje transformador, no solo para ser mejor actor, sino mejor ser humano. Una obra inspiradora, ideal para estudiantes de teatro, docentes, terapeutas y toda persona interesada en el poder expresivo y sanador del escenario.
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Seitenzahl: 160
Veröffentlichungsjahr: 2025
RODRIGO MAUREGUI
Mauregui, Rodrigo Pedagogía de la actuación aprender a habilitar lo invisible : el método de Roy, feliz teatro / Rodrigo Mauregui. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-6412-2
1. Ensayo. I. Título. CDD A864
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Prólogo
Mensaje al Lector
Introducción
Capítulo 1 - Estructura teórica de nuestra propuesta
Capítulo 2 - Marco referencial de nuestro método
Capítulo 3 - Creando un espacio seguro para la expresión
Capítulo 4 - La importancia de las emociones en el teatro
Capítulo 5 - Técnicas de respiración y relajación
Capítulo 6 - Creación de personajes a través del manejo de las emociones
Capítulo 7 - La improvisación y sus impactos emocionales
Capítulo 8 - Escucha activa y empatía en escena
Capítulo 9 - Uso de música y sonido para profundizar emociones
Capítulo 10 - Análisis de escenas a través de la perspectiva emocional
Capítulo 11 - La P.N.L. y su protagonismo en la creación de personajes
Capítulo 12 - Herramientas para la autoindagación
Capítulo 13 - Nuevas estrategias para la creación de personajes
Conclusión
Glosario
Apéndice (lecturas recomendadas)
Bonus track
(responder por escrito)
Dedicado a todas aquellas personas que eligieron, eligen o elegirán ser cronopios.
...y a Iva Barcelona, mi musa.
(y a Pachu y Gena, por enseñarme otra forma de amar)
¿Hay personas que pueden empezar teatro para divertirse? Sí. ¿Para combatir la vergüenza? También. ¿Para aprender a hablar mejor? También. ¿Para relacionarse con otras personas? Por supuesto. ¿Para desafiarse, para entretenerse, para hacer algo distinto, para saldar la deuda con uno mismo? Sí. Pero el verdadero objetivo de la clase no radica en esos puntos, que también la componen, pero que no son el foco de estudio. El objetivo primogénito de las clases de “Roy, feliz teatro” radica en que te puedas conocer profundamente para crear tu mejor personaje; y así, con los distintos desafíos, incorporar al teatro como parte constitutiva de tu vida.
Estamos persuadidos de que el arte embellece a las personas y por eso nos autodefinimos como “Cronopios teatrales”; incluso en un sentido más poético del que el propio Cortázar les atribuyó. Y cabe una aclaración: él dividió las conductas humanas en una idea tripartita: Famas, Esperanzas y Cronopios.
En nuestra reinterpretación, los Famas van siempre con el dedo en alto, con el ceño fruncido, con el tono de voz militarizado (creen en la mano dura y creen también que los humanos somos hijos del rigor); aseveran que el mundo siempre fue así, que no hay nada para cambiar, que el problema de hoy es por “exceso de libertad”; y suelen completar sus dichos con la frase “en mi época...”; aprueban que unos pocos manden sobre unos muchos y ven lógico que existan ricos y pobres, tiranos y subordinados, ostentosos y padecientes. Hacen una división binómica del mundo (todo se debate entre “a” o “b”/ “trabajar o ser vago”/ “amar u odiar”/ “izquierda o derecha”/ “matar o morir”). Miden todo desde el “yo” y descalifican lo que desconocen: “¿Quién fue Platón, para decirme cómo tengo que vivir?”, es una de sus frases más repetidas. Platón, a quien nunca leyeron, por cierto. Los Famas suelen ser padres o jefes o, incluso, en sus estadios más peligrosos, presidentes.
Después están los Esperanzas (la palabra viene del verbo latín sperare), están siempre esperando que algo bueno les suceda. Son como estatuas: ven pasar la vida; son testigos de la historia. Creen en casi todo porque en verdad no creen en ellos mismos, entonces creen en religiones, en supersticiones, en cábalas, porque no son capaces de crear nada y creen que la vida es injusta, que al final ganan los malos, que no tiene sentido ser bueno. Se sienten víctimas y anhelan que aparezca el salvador que les obsequie la llave de su candado. Los Esperanzas son masa; pasan desapercibidos por el mundo y todo les da lo mismo. Levantan los hombros ante cada interrogante, demostrando su apatía por la vida (a niveles avanzados le da lo mismo incluso su propia muerte).
Sin embargo, y para nuestro beneplácito, existen los Cronopios. Son bichos raros los cronopios: son de color verde. Los cronopios creen en la palabra de la gente, creen que un beso puede ser la mejor historia de amor de tu vida y creen que el arte embellece a las personas. Para viajar cierran los ojos y se imaginan una hermosa ciudad en la que la nieve es cosa frecuente y en la que la gente sale a hacer muñecos y ponerles zanahorias como narices, botones como ojos, bufandas y les sacan fotos y son muñecos de nieve hermosos, muy hermosos. Y el alcalde local, se asoma y homenajea a los cronopios, y les entrega la llave de la ciudad en una ceremonia pública, y todo el mundo aplaude. Y los cronopios se despiertan felices porque así es como viajan: entendiendo que la felicidad no es un lugar al que uno aspire llegar, sino la manera cómo uno elige viajar. Y pierden trenes y aviones, y llegan tarde a todos lados, porque no creen en la tiranía del reloj; los taxis les cobran precios carísimos, y no se entristecen porque siento que eso le puede pasar a cualquiera.
Vamos a sacarlos a la cancha: cuentan que una tortuga quería caminar rápido, vino un Fama y, con el índice en alto, le dijo: “Estúpida tortuga: vos naciste para caminar lento y te vas a morir así. ¡Agradecé que no te castigue por lo desubicado de tu pedido!”; y se fue, sintiendo que había hecho justicia. Llegaron los Esperanzas que son tan cobardes que son malos con los buenos (hay que ser muy cobarde para eso), y empezaron a burlar a la tortuga, hicieron memes, chistes, la salivaban, hasta refranes armaron. Y se fueron festejando que ya no eran los más débiles de este sistema. Dicen que los Cronopios, cuando se enteraron del sueño de la tortuga, vinieron de todas partes del mundo trayendo tizas de colores para pintarle alas en el caparazón.
Bienvenidas aquellas personas que no sólo no descalifican, que no sólo no juzgan, que no sólo no burlan nuestros sueños, sino que nos ayudan a soñarlos más en grande. Si algún sentido debiera tener la amistad, la pareja, la familia, el teatro (¡este teatro!), es acompañarte a alcanzar tu gloria.
¡Bienvenidos corazones verdes a “Roy, feliz teatro”!
Rodrigo Mauregui
Bienvenido/a: En el intrigante mundo del teatro, la bienvenida es más que un saludo; es una invitación a un viaje de autodescubrimiento, transformación personal y conexión profunda con la esencia más íntima de nosotros mismos.
Cada vez que un actor o estudiante cruza el umbral de un espacio escénico, está ingresando a una nueva dimensión donde las emociones se convierten en el lenguaje universal que trasciende las barreras del tiempo, la cultura y la comunicación verbal. El teatro no es simplemente el arte de interpretar, sino un espacio de encuentro con uno mismo y con los demás. Es un laboratorio emocional donde cada gesto, cada silencio, cada acción, puede convertirse en un puente que conecta con las experiencias más íntimas de una persona. Cuando hablamos de herramientas emocionales, no nos referimos únicamente a técnicas o métodos, sino a un camino de exploración interior que nos permita generar un cambio de mirada para desplegar toda nuestra potencialidad. El escenario es un espacio para ser libres, donde las etiquetas caen y la vulnerabilidad se transforma en fortaleza. Aquí, las emociones no son vistas como debilidades, sino como poderosos instrumentos de comunicación, creación y transformación (son nafta, no freno de mano). Cada ingresante trae consigo una maleta llena de historias, miedos, prejuicios, lealtades, tabúes, sueños y posibilidades que esperan ser descubiertas y reveladas.
Nuestra pedagogía teatral ha comprendido que el desarrollo emocional no es un aspecto secundario, sino el núcleo fundamental de cualquier proceso creativo. Ya no se trata solo de aprender técnicas de actuación, sino de construir una dinámica que permita a cada individuo conectar con su mundo interno, desbloquear sus potenciales creativos y encontrar un lenguaje genuino de expresión.
En este recorrido que iniciaremos, exploraremos cómo las emociones son el verdadero motor de cualquier interpretación escénica. Descubriremos que actuar no es fingir, sino que es habitar auténticamente un estado emocional, permitiendo que cada experiencia nos atraviese y nos transforme. No es hacer “como si” fuéramos un perro; es SER un perro (conectar con su sentir, su mirar, su andar, su ladrar, su estar siendo). La técnica será nuestra aliada, pero aprender a manejar nuestras emociones será nuestro tesoro.
Cada capítulo de este libro representa una invitación a un viaje tan artístico como personal. Un viaje donde aprenderás a respirar conscientemente, a escuchar a tu cuerpo, a dinamitar tus creencias limitantes y a encontrar la fortaleza para mostrarte vulnerable y auténtico en escena. No estamos hablando sólo de teatro; estamos hablando de un proceso mucho más ambicioso, abarcativo y movilizador (es mucho más que teatro lo que proponemos).
Nos sumergiremos en técnicas de relajación que nos permitirán regular nuestros estados emocionales; aprenderemos a improvisar sin miedo, a escuchar activamente y a crear espacios de confianza donde la expresión sea un acto de libertad y no de juicio; exploraremos la construcción de personajes desde una perspectiva novedosa, altruista, genuina. La música, el sonido, las luces, la velocidad e intención del movimiento, también serán compañeros de viaje. Descubriremos cómo estos elementos pueden evocar y amplificar nuestros estados emocionales, convirtiéndose en aliados de nuestra expresividad. Quienes transiten este camino no sólo se convertirán en mejores actores, sino en individuos más conscientes, empáticos y conectados con su mundo interno y externo. El teatro, entendido como herramienta de transformación, nos permite expandir los límites de lo que creemos posible, tanto en el arte como en nuestra vida.
Preparate para un viaje de autodescubrimiento, de ruptura de paradigmas, de encuentro con tu yo más auténtico, de una metodología teatral que también es aplicable al escenario de la vida.
Desconfiá de todo lo que leas en estas páginas, pero no lo descalifiques: aplicá estas herramientas y corroborarás su eficacia. No son fórmulas mágicas; sin embargo, la experiencia demuestra el alto nivel de eficiencia que tienen para transformar vidas grises en vidas ardientes.
Abrochate el cinturón y entregate a la aventura: acá empieza tu mejor viaje.
Hay pocos libros sobre la teoría de la actuación. Acá les propongo este ensayo que tiene gran caudal teórico y diversas herramientas prácticas para desarrollar una técnica teatral que es mucho más que una técnica de teatro.
Acá, vamos a aprender (o revivir) lo que implica JUGAR EN SERIO (en un escenario y en la vida).
Uno es lo que es por lo que eligió (“tenemos lo que merecemos”). Asumir que nosotros elegimos al teatro y que hoy tenemos técnicas que ayudan a que un cuerpo, que es nuestro, no sea el nuestro, parece una contradicción, pero entenderán a lo que apunta.
Un actor que tiene la posibilidad de elegir un papel, tiene garantizadas muchísimas cosas. El que no elija tendrá inconvenientes básicos claros. Por ejemplo, si estás esperando que suene el teléfono para que te llamen para hacer un personaje, es distinto a si yo quiero hacer ese personaje. Es extremadamente distinto. No es lo mismo que vos elijas a una chica, un muchacho o un perro que te gusta, a que estés esperando que te elijan. Eso cambia mucho la vinculación del encuentro y la potencia que vas a tener para cuando lo lleves a cabo. Empezá visualizando el papel que anhelás interpretar. El camino es largo. Avancemos con calma y sin pausa.
Toda experimentación en teatro debe estar basada en lo que se llama improvisación. El para qué de la actuación debe estar centrado en la improvisación y el para qué del personaje debe ser creado por el actor antes de salir a escena.
La palabra improvisación no es lo que figura en un diccionario. En términos teatrales, improvisación quiere decir mucho más. Es lo que aparezca, lo que se nos ocurra, lo imprevisible. Por eso, muchas veces nos pasa que lo que planeamos inicialmente antes de salir a improvisar no semeja en nada a lo que sucede: el ascensor se descompone/ hay una inundación y tenés que salvar al perro/ te avisaron que te queda un mes de vida/ tu pareja te confiesa que nunca sintió deseos por vos. Hay una situación que siempre tendrá que ver con el acontecimiento. Eso quiere decir que es una situación en la cual hay una proximidad al peligro, a la muerte, y saber ver, “leer” lo no dicho de cada escena (el por qué y para qué hace eso), permite que se pueda dilucidar la forma de ser de la otra persona. La observación de conductas es muy importante para quien actúa. Por eso es que teatro, se aprende tanto mirando como haciendo.
El teatro es el arte grupal por excelencia. No existe el teatro en forma individual, por lo que el trabajo sobre la construcción del grupo será un área inevitable. Si bien en una primera instancia dependerá de la mirada atenta del coordinador, en el proceso de trabajo deberá ser tomada como una obligación de cada uno de los integrantes; es decir: nadie me va a hacer algo malo, pero yo construyo mi rol en el grupo y me constituyo en él, según diversos factores. Es común que quienes se acerquen a la actividad provengan de otros grupos, pero al ponerse en contacto con estos compañeros, nuevos y desconocidos, pondrán en juego su yo de una manera estereotipada y abigarrada, lo cual es pura resistencia (o miedo a perderse en la multitud). En el caso específico del teatro, una tendencia por demás común es la presentación histriónica, narcisista y egocéntrica, todos tratando de demostrar lo exitosos que son y lo linda que es su vida; la otra conducta arquetípica es “la falsa vergüenza”. Recomendamos no darle mayor importancia a esto. El tiempo hará que la espuma baje y podamos ver la verdadera profundidad del agua.
Creemos que todo trabajo realizado en forma colectiva y simultánea (en el que se trabajan sobre la disponibilidad), colabora profundamente en el desarrollo de la integración personal y grupal. Primero lo transito, me sumerjo, me comprometo, modifico, me entrego; luego reflexiono, saco la cabeza y pienso.
Para actuar, es imprescindible crear una atmósfera acorde (tanto en casa como en la sala). Comenzamos a crear historia con el espacio; mas, para que esta historia sea positiva, debemos favorecerla con algunos detalles. Por ejemplo, vaciarlo del mobiliario inútil, cubrir espejos si hay, mantener el piso limpio. Es importante tener una relación amorosa con el suelo, porque es muy utilizado el piso en el teatro. Que el espacio esté cerrado, imposibilitando la mirada de extraños o entradas y salidas de personas. Cortar toda interferencia o sonido exterior e incluso interior (apagar los celulares). La idea es que el espacio sea propicio para construir intimidad, para entrar a otra dimensión. Debe ser un espacio tan cómodo para todos que al mismo tiempo permita la visualización de unos con otros todo el tiempo y que la voz del docente pueda escucharse de cualquier lado. Y debe estar vivido de tal manera que una zona privilegiada de iluminación para la presentación de trabajos pueda verse con mucha más claridad que el resto del lugar.
Es bastante frecuente que a uno le cueste ver su propia superación, sus avances (sí lo ve en los demás). Por eso, estos ejercicios, al repetirse, nos permiten ver dónde estábamos y dónde estamos en las nuevas ejecuciones. Debemos considerar que nuestro objetivo es que el alumno logre independizarse de las consignas del docente para que pueda crear su propia rutina de disponibilidad. Esto sólo se logrará si ha entrenado el instrumento y conoce las herramientas de trabajo con creces. Si el sujeto aprende a escuchar su cuerpo, aprenderá, sin lugar a dudas, a prepararlo para el trabajo. Otro aspecto fundamental de la dinámica de un curso es acordar previamente los códigos y convenciones. En nuestra pedagogía, no existen las etiquetas (elegimos vivir sin ellas).
Consideramos las rondas como un punto esencial. Todo ejercicio debe tender a una buena disponibilidad hacia la tarea, por eso los docentes debemos estar atentos a los pequeños demonios que se infiltran disimuladamente en nuestro trabajo. Estos tienen que ver con alguna gesticulación excesiva, algún intento de locura desbordada, algún intento de tocar la parte genital de algún cuerpo sin previo aviso y sin consentimiento. También hay que evitar lo que se llaman los bastones escénicos, que suelen manifestarse como un “estoy cansado”, lo que implicará que algunos alumnos tienden a sentarse en el piso, apoyarse en las paredes, cruzarse de brazos. Si no prestamos debida atención a estas manifestaciones del cuerpo, estaremos entregándole en bandeja lo que pudo haber sido desde la planificación una estupenda clase.
No olvidemos que dentro del teatro la ronda tiene un valor sagrado, quizá por eso hablamos de demonios. En ronda todos nos podemos ver, no hay nadie oculto a nuestra mirada, hay una mirada que circula y con una mirada podemos ver a todo el grupo. Lo mismo sucede con la voz y con la escucha. Hay una circulación grupal y en la medida en que nos vamos conformando como grupo, entre todos nos cuidamos la espalda. La ronda puede ser utilizada como variante en espacios poco adecuados para el trabajo, ya sea por ser reducidos o por extremadamente amplios. Estos últimos, si no se les limita bien, pueden ser dispersantes. Debemos resaltar la importancia de la red como interdependencia entre sus miembros. La atención necesaria para quedar en red, pero no enredados, como también la cuestión necesaria e indispensable de estar atento a lo que cada uno de los compañeros hace. Construir compañerismo, de eso se trata, ya que compañero significa digno de compartir mi pan. Este pan de cada día que para nosotros es el teatro.
La confianza es consecuencia de un largo proceso grupal que tiene como fin crear condiciones adecuadas para que el alumno se entregue al proceso de aprendizaje. Nadie sabe más del grupo que el grupo mismo. Respetarnos, escucharnos, conocernos con nuestros vicios y virtudes, poder interactuar libre de prejuicios, ser permeable a los cambios que implica el aprendizaje, es decir, asumir que nos encontramos en un espacio donde todos por igual vinimos para aprender a actuar y a ser actores y actrices.
Y cuando queramos volver al punto cero, existe una palabra muy útil: Stop!, que la utilizamos no sólo para la detención, sino también para desarrollar el registro y la observación sobre sí mismo, para vivenciar la foto fija y los cambios producidos entre una consigna y otra. Además, seguidamente, es conveniente, en voz alta, enunciar cómo nos sentimos después de cada ejercicio.
Y al momento de improvisar, debe apagarse lavocecita, no dirigirnos. El actor que se dirige es un decidor de letras, simplemente. A cada invitación de juego que propone un compañero, el otro debe adaptarse para poder jugar. Adaptarse, por ende, es también desarrollar la escucha, la entrega, la complejidad, la interacción y las ganas de jugar.
No es un espacio para el ego, es un espacio para la vulnerabilidad. Eso es importante recordar.