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"Quizás estás ocupado, pero, aun así, te sientes vacío. Tal vez las cosas no hayan salido como esperabas y estés estancado en la vida. ¿Qué pasaría si pudieras despertarte cada mañana entusiasmado con tu propósito y sabiendo que estás logrando tu mayor potencial? El doctor Josh Axe te enseña en este libro 12 cambios de mentalidad para superar la rutina y crear la vida que siempre deseaste. Una vida más significativa está a tu alcance y comienza en un solo lugar: tu mente. Redefine el éxito y reemplaza las creencias limitantes sobre ti mismo para "pensar esto, no aquello". Cultivar una nueva mentalidad te hará libre para empezar a explorar y crecer más allá de los límites que creías tener. Ya sea que desees mejorar tu salud física o financiera, elevar la calidad de tus relaciones o llevar tu carrera a nuevas alturas, estos cambios de mentalidad te ayudarán a transformar tu vida. Es hora de romper con tus patrones y descubrir quién puedes llegar a ser, de construir una vida significativa a través de nuevos pensamientos y acciones, y de hacer el cambio desde lo que te estancó hacia una vida llena de significado."
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Seitenzahl: 343
Veröffentlichungsjahr: 2025
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“¿Estás listo para mejorar tu pensamiento, conocer nuevas posibilidades y convertirte en la persona que estás destinado a ser?”
Quizás estás ocupado, pero, aun así, te sientes vacío. Tal vez las cosas no hayan salido como esperabas y estés estancado en la vida. ¿Qué pasaría si pudieras despertarte cada mañana entusiasmado con tu propósito y sabiendo que estás logrando tu mayor potencial?
El doctor Josh Axe te enseña en este libro 12 cambios de mentalidad para superar la rutina y crear la vida que siempre deseaste.
Una vida más significativa está a tu alcance y comienza en un solo lugar: tu mente. Redefine el éxito y reemplaza las creencias limitantes sobre ti mismo para “pensar esto, no aquello”.
Cultivar una nueva mentalidad te hará libre para empezar a explorar y crecer más allá de los límites que creías tener. Ya sea que desees mejorar tu salud física o financiera, elevar la calidad de tus relaciones o llevar tu carrera a nuevas alturas, estos cambios de mentalidad te ayudarán a transformar tu vida.
Es hora de romper con tus patrones y descubrir quién puedes llegar a ser, de construir una vida significativa a través de nuevos pensamientos y acciones, y de hacer el cambio desde lo que te estancó hacia una vida llena de significado.
El doctor Josh Axe es un experto en liderazgo, empresario y médico.
Obtuvo su doctorado en la Universidad Palmer y su máster de ciencias en liderazgo en la Universidad John Hopkins.
Es cofundador de Ancient Nutrition y fundador de DrAxe.com. Su compañía fue reconocida como la de más rápido crecimiento, por dos años seguidos, en Inc. 5000. Es autor de los exitosos libros Keto Diet, Eat Dirt y Ancient Remedies. Además, es el fundador de Leaders.com, una plataforma online que provee las últimas noticias sobre liderazgo, negocios y salud. Da clases y entrena a diversos empresarios sobre la importancia del liderazgo, la mentalidad y el desarrollo.
Josh y su esposa, Chelsea, tienen dos hijas: Arwyn y Avlin. Dividen su tiempo entre Nashville, Tennessee y Dorado, Puerto Rico. Adoran la cocina, el nado y el ciclismo, y dedican todo su tiempo a la familia y su fe.
Cuando tenía diez años, empecé a pasar las vacaciones con mis abuelos. Eran dueños de casi sesenta hectáreas en Lima, Ohio, que mi abuelo, Howard, operaba para usos recreacionales. Era el paraíso de un aventurero: toboganes acuáticos, pistas de manejo y balsas adornando un inmenso lago. También contaba con canchas de básquet, tenis, golf y casi cincuenta motorhomes y tiendas de acampe. Mientras mi abuelo Howard ayudaba a coordinar visitas o reuniones con huéspedes, yo desaparecía en los bosques para cazar ranas, atravesar la propiedad en carrito de golf o refinar mis técnicas en el lago.
Durante mi primer verano en el Parque Acuático de Winona Lake, mis abuelos me dieron la libertad de hacer lo que quisiese —y vaya si lo hice—. Pero después de unas semanas, mi abuelo quiso verme maduro, con responsabilidades. Me sentó, puso su bronceada mano sobre mi hombro y dijo: «Josh, te amo mucho y adoro que te divierta tanto este lugar. Pero quiero que sepas que podría necesitar tu ayuda; no es fácil sostener un sitio como este». Ese día me enseñó a cortar el césped y a limpiar las tiendas. Con el tiempo, me dio tareas adicionales, y realmente creí que contribuía al éxito de ese edén al que mi abuelo había dado forma.
Mientras hoy pienso en la importancia de aquel verano, llegué a la conclusión de que mi abuelo Howard fue la primera persona que me enseñó a pensar en esto, no aquello. A través de sus amorosas y desafiantes palabras, entendí no solo la importancia de divertirse y de ser feliz, sino de ayudar y trabajar duro para mantener algo valioso.
Nuestras mentalidades son los catalizadores del cambio; nos impulsan hacia adelante. También pueden retenernos. Sostuve esta lección conmigo hasta graduarme de médico. Como médico activo, observé el increíble poder que la mentalidad tuvo sobre la vida de mis abuelos. Por más que crea en el alimento como forma tradicional de la medicina, descubrí que nada era equiparable a los cambios de mentalidad. No solo enseñé a mis pacientes a comer esto, no aquello, sino que los ayudé a entender el poder restaurador de una mente que piensa «en esto y no en aquello». Los resultados fueron extraordinarios. Los pacientes que se comprometieron a apreciar mis cuidados y mostraron una mentalidad positiva no solo revirtieron enfermedades, perdieron peso y ganaron energía, sino que durmieron como jamás lo habían hecho antes. Los pacientes con ideas prejuiciosas se estancaron.
Cuando transicioné a la industria del entretenimiento y fundé negocios multimillonarios, noté que muchos empleados se volvían más efectivos y versátiles cuando perseguían sus metas con la mentalidad acertada. Si se fortalecía la mentalidad de los empleados, se fortalecía el negocio. La relación entre la mentalidad y una «vida perfecta» es clara: el pensamiento acertado es un camino hacia el correcto proceder y al descubrimiento de tu potencial.
El origen de convertirte en la persona que deseas está en tu mente, y un desacertado pensamiento invalidará tu conversión. Las razones por las que la gente no disfruta de proyectos, relaciones amorosas y trabajos soñados distan de ser la habilidad o falta de ella; son las limitaciones de sus creencias las que han frustrado su momento. Estos frenos no son más que mentiras que les han contado o se han contado a sí mismos.
¿Alguna vez has deseado con fervor? ¿Alguna vez soñaste con el matrimonio perfecto, formar parte de una comunidad significativa o empezar tu propio negocio, pero luego quedaste desairado? Tu primer impulso fue fuerte, pero con el tiempo menguó. Quizás ahora solo pienses en que no funcionará, en que eres demasiado joven o viejo, en que estás solo o en que jamás será como pretendías. Una mentalidad de artificiosos relatos te mantendrá estancado, encerrado en una prisión de sueños incumplidos y metas inalcazables.
La buena noticia es que no tiene por qué seguir siendo así.
Pasé la última década estudiando mentalidad, realicé una maestría en Ciencias del Liderazgo en la Universidad John Hopkins, y he ayudado como médico a que pacientes se sobrepusieran a todo tipo de desafíos fisio y psicológicos, y como empresario guié e instruí a diversos equipos para su desarrollo. Recolecté aquí mis aprendizajes y mis vivencias —mientras ambas continúan— para ayudarte a pensar, y vivir, a un nivel más alto.
En este libro, compilé doce barreras mentales que obstruyen el crecimiento e invalidan el éxito. Cada capítulo explora alguna de estas barreras, pelando las capas de los artificiosos relatos que nos mantienen cautivos, e introduciendo un cambio de mentalidad que puede liberarnos. Reemplazando las prejuiciosas ideas con verdades empoderadoras, podemos romper las cadenas de la inseguridad y embarcarnos en un viaje de transformación personal.
Si te sientes asolado o atascado por la incertidumbre, estos cambios de mentalidad te ayudarán a romper con los prejuicios y a crecer más allá de tus preconcebidos límites, desbloqueando la mejor versión de ti mismo. A través de ciencia, historia y estrategias, cada capítulo te brindará las herramientas para crear un cambio duradero y vivir la vida más allá de tus alocadas ensoñaciones.
¿Estás listo para mejorar tu pensamiento, conocer nuevas posibilidades y convertirte en la persona que estás destinado a ser? El viaje comienza.
Bienvenidos a Piensa esto, noaquello.
Antes de que sonara la campana, mi reciente profesora de inglés desde su escritorio me miró y preguntó: «¿Josh, ¿podrías quedarte un minuto después de clase?».
«Por supuesto», respondí, nervioso e inseguro.
Ahuyentados los demás alumnos a su próxima clase, solo quedamos la señora Nobel y yo.
«Josh», habló la profesa, «¿qué quieres ser cuando crezcas?», «¿quieres ir a la universidad?».
Me alcé de hombros. «En realidad, quiero ser cirujano o doctor. Quiero ayudar a mantener saludables a las personas». Lo dije convencido; a mi madre le habían diagnosticado un cáncer de mama el año anterior. Ver su lucha contra esta devastadora enfermedad me propició un ardiente interés por el bienestar y la salud.
Sin más, la profesora echó a reír.
Repito: echó a reír. En retrospectiva, aun recordando la incomodidad del momento, puedo ahora entender su cinismo. La señora Nobel había entregado las notas y yo obtuve la más baja, dejando mi promedio apenas sobre el más bajo. Todas mis notas eran mediocres.
Acabada su risa, la señora Nobel se inclinó. «Josh, con esas notas jamás llegarás a la universidad, mucho menos a la de medicina. Mi hija obtuvo un doctorado en fisioterapia; necesitó de un promedio intachable. Con un promedio como el tuyo, ninguna escuela te aceptará».
No recuerdo mucho más de la conversación. Sí recuerdo, allí mismo, sentirme completamente incapaz. Me sentí un idiota por haber compartido deseos y esperanzas que solo me serían anuladas. ¿Para qué molestarse?, me pregunté. ¿Con qué objeto?
Hacía rato que mi confianza venía cuesta abajo. Nunca lo pasé bien en la escuela. Prestar atención era mi mayor desafío. Meses después de esta charla, me habían diagnosticado con déficit atencional, algo que reforzó mis inseguridades. Recuerdo pensar, la señora Nobel tenía razón: soy un tonto, clínicamente hablando. Llegada esa instancia, decidí hacer lo poco que se pudiera. Apenas mejoré un punto del promedio: solo para no enfurecer a mi padre (y gracias a los deportes). Me gradué con un puntaje abominable, y para entonces toda esperanza destinada a velar por la salud y el bienestar se había extinguido completamente.
***
¿Cuántas veces alguien ha dudado de ti o dijo que no eras capaz? ¿Cuántas veces lo creíste? Resulta alarmante pensar cuánto poder otorgamos a la opinión que otras personas tienen de nosotros.
¿Qué es lo que has creído de ti que te ha impedido seguir tus sueños o convertirte en la persona destinada a ser? Cuando amas y confías, como en el caso de un padre, un entrenador o un maestro, y ese alguien dice algo que menosprecia tu capacidad o derroca tu confianza, los resultados pueden ser disuasorios, incluso aplastantes. No es infrecuente otorgarle este poder a extraños tampoco. Un comentario negativo de las redes sociales puede sumirte en un arduo cuestionamiento, que la psiquis acarrea.
Quizá tú ya seas tu peor crítico, dudando continuamente de ti. ¿Tienes miedo de avanzar hacia una meta porque fallaste años atrás y tus propios fracasos resuenan como un eco?
Independientemente de donde provengan, los cuestionamientos pueden volverse la melodía de tu existencia, para luego obturar tus capacidades o restringir tu crecimiento. No dejan paso a la transformación. Dejándolos intactos, te impedirán convertirte en la persona destinada a ser.
Cuando te crees capaz de muy poco, te vuelves capaz de muy poco. Como Henry Ford dijo alguna vez (al igual que mi padre, mientras yo crecía): «Tanto si crees que puedes como si no, tienes razón».
PIENSA ESTO: puedo porque…
NO AQUELLO: no puedo porque…
Los cuestionamientos son más poderosos de lo que muchos imaginamos. Pueden ser el único indicio de cómo será tu futuro. Importan en la salud y en la enfermedad, en el amor y en la soledad, en la sustancia y en el despropósito. Buenos o malos, influyen en cada momento de nuestras vidas.
¿Qué es un cuestionamiento? Un cuestionamiento parte de que algo es verdadero. Los cuestionamientos pueden ser positivos o negativos y generalmente atañen tres dominios: (1) uno mismo, (2) otras personas, (3) el mundo. A continuación, unos ejemplos:
Soy tonto
No merezco enamorarme
Hago lo mejor que puedo
Soy honesto y confiable
El mundo está en mi contra
Las personas no cambian
Las personas son mayormente buenas
Toda persona es valiosa
El mundo no es seguro
El sistema está en mi contra
Lo que va, vuelve
El bien siempre triunfa
Un cuestionamiento, sea verdadero o falso, puede alterar el resultado de tu vida. Si por ejemplo crees que las personas son poco confiables, como resultado subirás la guardia y mantendrás distancia para evitar rechazo y dolor. Este comportamiento prolongará la ansiedad y el estrés en las interacciones, formando una barrera entre tus seres queridos y tú. A la larga, esta convicción cerrará el paso para que lleves una vida plena de conexiones sustanciales.
Los cuestionamientos proceden de muchos lugares: la crianza, la educación, la experiencia, las relaciones, la sociedad, los medios de comunicación. Uno puede conectarlos a sus fuentes, del mismo modo en que una mesa conecta con sus patas. La mesa representa tus convicciones. Las patas que se extienden representan los eventos, circunstancias e interacciones que mantienen viva la convicción. Cuantas más patas haya, más fuerte la convicción.
El cambio de mentalidad que discutiremos en el próximo capítulo trata, justamente, que aquello en lo que te conviertes —no aquello que consigas— es lo que más importa. Considera por un momento la creencia «soy exitoso» y demás factores que, en tu mente, pudieran reforzar esa convicción.
Las patas del gráfico son el soporte que nos convence acerca de nuestro éxito. ¿Por qué conectamos estos factores a esta convicción?
Con frecuencia, creemos algo porque los demás también lo creen (o lo aparentan) o porque los llamados expertos dicen que así es. La «prueba social» es un fenómeno psicológico que denota la dependencia de las opiniones ajenas para influir sobre la nuestra. Si parece que todos van en busca de un producto o de una idea, parece válido ir detrás de eso que se anhela. Lo mismo aplica a influencers o expertos que hacen pública su opinión. La mayoría de las personas toman como oro las palabras que provienen de alguien que admiran o envidian. La prueba social no siempre es confiable, al igual que no lo es seguir a las multitudes sin experiencias propias que refuercen la convicción. Puede terminar dañándote y limitando tu capacidad.
Por ejemplo, todos sabemos que fumar es perjudicial, pero su mala imagen la obtuvo recién a fines de los años veinte del siglo XX. Cuando el público se volvió consciente de las tardías consecuencias que el cigarrillo provoca, las compañías de tabaco empezaron a sentir la amenaza. Sabiendo que el público confiaba en los médicos, las compañías crearon publicidades con actores vestidos de médicos para mitigar la negatividad. Las compañías de tabaco engañaron a los consumidores, haciéndoles creer que los cigarrillos no son malos —o no tan malos— para la salud. Ese es el problema con las creencias: pueden ser prejuiciosas, engañosas o directamente mentirosas, pero por eso mismo demandan escrutinio.
Hubo un tiempo en mi vida en que creí que la gente no cambiaba. Pensaba que la gente seguiría con las suyas de por vida, obedeciendo malos patrones. Si alguien era egoísta, se mantendría así para siempre, o eso creí. Si eran impuntuales, me aseguraba de creer que lo seguirían siendo. Empecé a entender que esta creencia no es siempre verdadera, y el cuestionamiento me advirtió que eso se inmiscuía en mis habilidades como líder y en mis capacidades para influir sobre los demás.
Para lidiar con esto, primero me pregunté: ¿de dónde procede esta creencia? Después de mucho reflexionar, empecé a reconocer las patas que reforzaban esa convicción. Una surgió cuando un respetado colega me comentó: «La gente rara vez cambia». Otra de las patas surgió tras una experiencia con una persona que se negaba a cambiar su comportamiento tóxico; allí se reforzó mi convicción. Más allá de mi experiencia particular con personas que no cambiaron, mi experiencia con las generalizaciones no me estaba ayudando en lo más mínimo.
Tuve que reemplazar mi falsa creencia por una verdadera. Me recordé que la gente sí cambia. Busqué y leí historias de gente con diferentes andares, desde empresarios a atletas y científicos, que pasaron por la experiencia de la transformación y el crecimiento personal. Esta evidencia reforzó mi nueva creencia. Eventualmente, reemplacé esta falsa creencia con la verdad de que la gente puede y logra cambiar. Con esta nueva, ilimitada convicción, me sentí motivado para guiar e influir sobre los demás, sabiendo que mis acciones tienen un impacto significativo.
Habrás escuchado historias que prueban cuánto se equivocan los críticos (¡a lo mejor alguna te pertenece!). En algún momento, esas personas habrán tenido que pensar cuán serios eran los mensajes que absorbían para determinar por sí mismos si eran verdaderos o no.
Cuanta más atención le prestes a tus creencias, más notarás el poder que ostentan. Las convicciones ilimitadas mejorarán, eventualmente, tu vida y la de los demás. Inspiran a un humor más positivo y fortalecen los acercamientos de tus relaciones, carrera y tu vida en general. Limitarlos hará, desde luego, lo opuesto.
Si estás convencido de que nunca cambiarás, jamás podrás avanzar; o, al menos, jamás romperás con el hábito. Te advierto: es tiempo de cambiar esa creencia o puede que te la merezcas.
De acuerdo con un artículo publicado por la Universidad de Pennsylvania, la persona promedio produce cincuenta mil pensamientos por día, y el noventa y cinco por ciento de esos pensamientos son variaciones sobre el mismo tema. ¿Qué pasa si alguno de esos pensamientos son falsos? ¿Qué pasa si te mientes sobre algo día tras día?
En el clásico libro Los hermanos Karamazov, Fiódor Dostoievski escribió: «Ante todo, no te mientas a ti mismo. Un hombre que se miente a sí mismo y escucha su propia mentira llega al punto de no discernir la verdad en sí o sus alrededores, para luego caer en el descrédito propio y ajeno».
Tal como enfatizó el genial Dostoievski, cuando aceptamos una mentira, perdemos la habilidad de discernir la verdad. Con nuestros desengaños, debilitamos nuestro caracter y disminuimos la calidad de nuestras vidas.
Muchos de nosotros creemos que nuestro destino toma la forma de lo que nos sucede, pero no es verdad. No es que nos sucede lo que dicta nuestra identidad o nuestro papel en la vida; es qué creemos sobre el acontecimiento y sobre nosotros mismos lo que dicta nuestro destino. Nuestra creencia sobre lo sucedido es incluso más importante que el acontecimiento. El acontecimiento yacerá en nuestro pasado, pero nuestra percepción de ese acontecimiento impactará sobre nuestro futuro.
Estoy seguro de que habrán oído hablar del efecto placebo, el fenómeno que ocurre cuando la salud física de una persona mejora después de un tratamiento en apariencia verdadero, pero con nulas cualidades terapéuticas, como la pastilla de azúcar.
El efecto placebo fue convalidado por un profesor de anestesiología de Harvard llamado Henry Beecher, que durante la Segunda Guerra Mundial atendía a los soldados con bajas dotaciones de morfina. Empezó a inyectar a los hombres soluciones salinas en vez del poderoso analgésico cuando notó, de pronto, algo fascinante. Algunos de los hombres que habían recibido la solución salina sentían el mismo alivio que los pacientes con morfina. Cuando volvió a los Estados Unidos, estudió el fenómeno y publicó sus hallazgos en un monumental paper que reveló la significativa respuesta de un tercio de los pacientes ante el placebo. Este paper fundó el inicio de lo que conocemos como la medicina moderna, que nos ayuda a determinar si una droga funciona verdaderamente.
John Kelley, director del programa médico de la Universidad de Harvard, afirmó más tarde: «Solo imaginar que algo sucede basta para activar las funciones cerebrales asociadas a su pensamiento, o al dolor, o a la preocupación». Esto es tan cierto para el placebo como lo es para su malvado gemelo, el nocebo. Lo más probable es que este término no lo conozcan. El nocebo ocurre cuando una persona experimenta negativas o desagradables efectos tras recibir indicaciones agoreras sobre una intervención clínica. Los efectos colaterales provienen de esta mala expectativa.
Una vez visitó mi clínica una paciente en silla de ruedas a la que le habían diagnosticado esclerosis múltiple. Presentaba severos síntomas inflamatorios, incluyendo dolores musculares, obnubilaciones mentales y fatiga. Después de examinarla y conducir un análisis, no terminé enteramente convencido de que tuviera esclerosis múltiple. Noté que algunos de sus síntomas se superponían con aquellos asociados a la exposición del moho. También encontré interesante que los síntomas neurológicos que la sometieron a la silla de ruedas hayan comenzado con la detección de la esclerosis múltiple. Sugerí una segunda opinión clínica, que terminó confirmando mis sospechas. Todo resultó de un mal diagnóstico: no tenía esclerosis múltiple, sino toxicidad del moho. A pocos días del descubrimiento, vio una milagrosa mejora y ya no necesitó su silla de ruedas. Su nueva creencia actuó como una especie de medicina de la mente. Es asombroso pensar cómo nuestros cuerpos físicos reaccionan ante algo que no es verdad.
Un caso del efecto nocebo con un devastador desenlace fue el de un hombre en los años setenta que fue diagnosticado en la última etapa de un cáncer de hígado. Los doctores le dijeron que solo le quedaban unos meses de vida. Como cabría esperarse, el hombre murió dentro del anunciado plazo. Los resultados de la autopsia, sin embargo, fueron alarmantes. Mientras que sí había un pequeño tumor en el hígado del hombre, la enfermedad no estaba extendida y su amenaza era inferior a lo diagnosticado. El tumor no ameritaba el corto tiempo de vida que predijeron. Los doctores se habían equivocado, pero el hombre murió de todas formas. ¿Por qué? Por tratarse de un clásico ejemplo del efecto nocebo. Vaticinios agoreros provocaron resultados negativos.
¿Se te ocurre algún aspecto de tu vida donde puedas estar sufriendo el efecto nocebo? ¿Aquello que limite tus creencias y afecte tu vida a futuro, tus relaciones, tu confianza o tu voluntad para intentar cosas nuevas?
Las historias que te cuentes a ti mismo son poderosas. Como entrenador de la salud, Tony Robbins una vez twitteó: «Lo único que te detiene para obtener lo que deseas es la historia que te cuentas a ti mismo».
Es tiempo de reescribir tu historia desde un punto de vista empoderador.
Después de graduarme del preparatorio con un puntaje bajísimo, me enteré de una oportunidad ofrecida por la Universidad de Kentucky, del programa de verano. De subir siete puntos, y mantenerlos, y cumplir con otros requisitos, sería aceptado para el programa.
Nunca olvidaré lo que sucedió en mi primer año de inglés, cuando trabajé para mi paper. Por primera vez en mucho tiempo, me atuve, trabajando duro, a las dificultades de una consigna. Cuando mi profesora de inglés, la señora Williams, me regresó el paper, sentí un déjà vu. Me transporté mentalmente a la preparatoria, a mi clase con la señora Nobel: esperaba la misma desaprobación, el mismo anuncio que probara mi incapacidad. En cambio, cuando me entregó el paper, me dijo: «Josh, quedé realmente impresionada. Tienes la nota más alta de la clase».
Perplejo, me quedé observándola.
«¿Pensaste alguna vez en ser escritor?»
«No, lo cierto es que no».
«Bueno», dijo la señora Williams, «hiciste un gran trabajo. ¡Sigue así!». En ese momento, tuve lo que yo llamo un «transplante de memoria». Me volví consciente de mi limitada convicción y la cambié por una ilimitada. Pensé en lo que la señora me había dicho. La señora Nobel debió equivocarse y la señora Williams debe estar en lo cierto.
En vez de pensar soy un tonto; no conviene siquiera intentarlo pasé a soy listo; puedo hacerlo.
Cuando un recuerdo conduce a una convicción limitante (como fue en el caso de la señora Nobel), sientes algo parecido a un órgano de tu cuerpo afectado por una enfermedad, sean cálculos en un riñón o un corazón lleno de arterias taponadas. Estas deficiencias corroen todo tu cuerpo y atentan contra tu propia vida. Tus recuerdos, tus creencias o convicciones se comportan del mismo modo. Una única y aislada convicción limitante puede ahogar tus sueños y tu futuro. Un transplante de memoria ocurre en el momento en que reemplazas una convicción limitante con una ilimitada, como me ocurrió con las alentadoras palabras de la señora Williams.
Después de mi conversación con la señora Williams, continué con la vocación de ayudar a las personas, a reponerse en salud y bienestar. Cumplí con creces en el puntaje, fui aceptado en la Universidad de Kentucky y mantuve el promedio durante todo el programa.
Las condiciones cambiaron. Empecé a confiar en mí mismo y arrojé las limitantes convicciones que me retenían.
Continué mi educación para ganar un doctorado en medicina quiropráctica, fundé y dirigí una de las compañías de salud más importantes, obtuve un máster en liderazgo por una de las instituciones acádemicas de mayor renombre, y ahora escribo mi séptimo libro. Y, lo mejor de todo, es que además disfruto de una maravillosa vida familiar, y estoy orgulloso de la persona en que me he convertido. Nada de esto hubiera pasado si yo no hubiera arrojado mis convicciones limitantes para reemplazarlas por unas ilimitadas.
Muchas personas hoy viven en una condición crítica, con sus potenciales frenados por no desafiar sus convicciones limitantes. Tú puedes ser uno de ellos. De ser así, es tiempo de crear tu propio transplante de memoria para ayudar a convertirte en la persona destinada a ser. A veces, una conversación o un evento significativo alumbra, naturalmente, un transplante de memoria. En otras ocasiones deberás evaluar las opciones por tu cuenta: en esas instancias, este libro te ayudará.
Vuelve por un momento a cuando dejaste de creer en ti mismo, o rastrea la instancia en que los artificiosos relatos sobre los demás o el mundo se iniciaron. ¿Qué es esa memoria? ¿Con quiénes estabas? ¿Qué pasó? Hoy puedes lograr un transplante reemplazando con una nueva memoria la vieja. ¿Qué día es hoy? ¿Dónde estás? ¿En un abarrotado subterráneo? ¿En casa, con tu perro? ¿Acurrucado en tu sillón? Recuerda este momento. Que hoy sea el día en que desactivas el poder de las limitantes convicciones que te mantienen cautivo.
Si esto resulta avasallante, no te preocupes. Caminaremos todo el proceso juntos.
A modo de aliento, te diré que cuanto más he desafiado las limitantes convicciones de mi vida, más valiente, más sabio, más experimentado y más feliz he sido. Empezó cuando decidí cambiar las convicciones que deterioraban mi potencial y futuro. Decidir el cambio es la clave.
El primer paso para crear un transplante de memoria está en identificar cuáles son tus limitantes convicciones. Todos las tenemos en algún aspecto de nuestras vidas, sea el profesional, el sentimental, en finanzas, fe o salud. ¿Alguno de estos pensamientos te suenan familiares?
No soy lo suficientemente fuerte/listo/astuto/cariñoso/educado/talentoso. Soy demasiado sensible/salvaje/revoltoso/pasional.
La gente siempre trata de aprovecharse de mí.
Nada bueno le sucede a los miembros de mi familia.
Perdí muchas oportunidades; siempre me han cerrado las puertas.
En síntesis, las convicciones limitantes son coartadas que te alejan de vivir tu mejor vida. Las convicciones limitantes se agrupan en tres categorías:
«El yo no soy suficiente».
Las personas que lidian con esta convicción limitante se sienten un fraude, no por falta de mérito sino por juicio deficiente. También conocido como el
síndrome del impostor
, es un fenómeno que ha afectado a reconocidas celebridades como Michelle Obama, Emma Watson, Sheryl Sandberg y Howard Schultz. El síndrome del impostor se asocia a depresiones, ansiedades y problemas sociales.
«Lo que he hecho no es suficientemente bueno».
A menudo, observaciones de este tipo provienen del perfeccionismo. Se tratan de alcanzar metas o resultados poco realistas y cuando no se consiguen es el fin del mundo. La perfección es, desde luego, un espejismo. Luchar por ese espejismo, y eventualmente caer defraudado, conduce al estrés, al desahucio, a la fatiga y la baja autoestima.
«Nunca tuve lo suficiente».
Si estás convencido de que nunca has tenido suficiente dinero, trabajo, amor, oportunidades o cosas de valor, desarrollarás una mentalidad obsesionada con la carencia. Vives comparando tus pertenencias a las de los demás y siempre sales defraudado. Quien eres está atado a lo que tienes, y nunca será suficiente. Te arraigarás a cuanto hayas conseguido y ese comportamiento de autoprotección limitará tu potencial, crecimiento y éxito.
Albert Ellis, un psicólogo clínico de la Universidad de Columbia, desarrolló una herramienta llamada el modelo ABCDE para sobreponerse a estas convicciones limitantes, a causa de la extrema timidez que sentía conversando con mujeres. Funcionó tan bien que después utilizó la misma técnica para ayudar a sus pacientes a sobreponerse de las convicciones limitantes asociadas a la baja autoestima, vergüenza o culpa. Este modelo ABCDE ayudó a las personas a librarse de falsas impresiones psicológicas.
Activar el evento o recuerdo: ¿qué detonó esta convicción limitante? (en mi caso, fue la conversación con la señora Nobel).
Blindaje de esta convicción: ¿cuál es la convicción limitante surgida de este evento o recuerdo? (soy tonto).
Consecuencias: ¿qué resultará de mantener estas convicciones limitantes? (soy un tonto; no conviene siquiera intentarlo).
Disputa interna: ¿cómo combato mi convicción limitante para racionalizarla? (puedo estudiar duro y tomarme el tiempo para aprender. Con dedicación, lo conseguiré).
Efectos: la convicción limitante se ha convertido en una racional y conduce a resultados tanto positivos como saludables (obtuve mejores notas. Mejoré mis habilidades).
Los estudios indican que esta técnica tuvo tremendos beneficios en bajar los niveles de estrés psicológico. Reduce la fatiga en el trabajo y el estudio, ayuda a mitigar la depresión y la ansiedad, y mejora compromisos laborales. Se usa actualmente en atletas para desarrollarse en áreas de alto rendimiento.
Dedica ahora mismo a pensar en tres o cinco convicciones limitantes que te impiden ser la persona que podrías. Puede que sea alguna de las tres mencionadas. Si no estás seguro, contempla los pensamientos que han estancado tu crecimiento personal, en tu salud, tus relaciones o tu trabajo.
Aquí cuatro formas de identificar si una convicción es limitante:
¿Acaso la convicción limita tu potencial o impide tus mejoras?
¿Es beneficiosa para ti y quienes te rodean?
¿Es la historia que te cuentas ciento por ciento verdadera?
¿Qué opinan las personas más sabias y exitosas del mundo sobre esto?
Elige una categoría del siguiente cuadro y, en los espacios vacíos, anota las mentiras que limitan tu potencial:
CARRERA
RELACIONES
FE
FINANZAS
SALUD
Ejemplo:
Ejemplo:
Ejemplo:
Ejemplo:
Ejemplo:
jamás obtendré
ese ascenso en el trabajo porque no soy lo suficientemente listo.
no merezco
ser amado.
Dios no
puede
curarme.
nadie en nuestra familia jamás ha
ganado dinero trabajando por
su cuenta.
jamás bajaré
de peso.
Si estás inseguro acerca de si una convicción limitante es grave, considera el costo de seguir creyéndolo. ¿Qué pasará el año siguiente si continúas creyendo que jamás serás exitoso o que nunca encontrarás el amor? Quedar fijado sobre lo que no es posible aumentará frustraciones y resultarán en una posibilidad más alta de fracaso. Enfocándote en convicciones que conduzcan a resultados saludables conseguirás un mejor futuro.
Ahora que reconoces tus convicciones limitantes, el siguiente paso es reemplazarlas con convicciones ilimitadas. Cuando adoptas un cambio de mentalidad de ilimitadas convicciones, desbloquearás la puerta que te impide convertirte en la persona destinada a ser.
Así es como debes figurártelo:
Convicción limitante: estoy muy viejo para volver a estudiar.
Convicción ilimitada: puedo estudiar a cualquier edad.
Convicción limitante: cometí muchos errores.
Convicción ilimitada: no puedo cambiar el pasado, pero puedo elegir cómo progresar.
Convicción limitante: no puedo volverme exitoso, porque tengo dificultades en el aprendizaje.
Convicción ilimitada: puedo mejorar mi potencial en cada área de la vida gracias al pulimiento de mis habilidades y de mis humores.
Quizá te haya sido fácil reconocer la convicción limitante, pero debes luchar duro por encontrar una nueva convicción de reemplazo. Si ese eres tú, imagina a alguien que admires, alguien que destaque en el área en la que te sientes invalidado. Quizá sea un mentor felizmente casado hace treinta años o un empresario que haya derivado su prosperidad a un impacto filantrópico. ¿Cómo han ellos producido los resultados que en tu vida añoras? Considera la forma en que ellos han razonado. Esto puede lograrse preguntándoselos, escuchándolos en alguna entrevista o leyendo sus memorias. Indaga sobre sus convicciones ilimitadas, y analiza si te pueden servir de modelo.
Luego repasa las convicciones limitantes que has escrito en la página anterior. Tómate un momento para idear alternativas de convicciones ilimitadas. ¿Qué es lo que más te ayuda a ti y a tu futuro? Escribe las respuestas en los espacios a continuación:
CARRERA
RELACIONES
FE
FINANZAS
SALUD
Ejemplo:
Ejemplo:
Ejemplo:
Ejemplo:
Ejemplo:
puedo trabajar duro, soñar a lo grande y luchar por lo que deseo.
puedo ser una persona deseable en una relación basada en el amor y el respeto.
Dios tiene un plan y un propósito para que me cure.
puedo ganar dinero, ahorrar e invertir en aras de un futuro sin inconvenientes.
soy responsable por mi salud.
Trocar una convicción limitante por una ilimitada no es cosa que ocurra de la noche a la mañana. Llevará fatiga, tiempo y ejercicio cultivar tu nueva convicción. Necesitarás hacerlo una y otra vez hasta que la nueva convicción se vuelva hábito.
Escríbela y tenla a mano. Ponla en tu espejo, en tu cafetera, en tu botella de agua o en alguna aplicación de tu teléfono. Dila en voz alta, y a menudo. Sobre todo cuando escuches el eco de tus convicciones limitantes. Cuanto más la veas y vociferes, mayor será tu oportunidad de absorberla.
Tras el transplante de memoria y la póstuma adopción de convicciones ilimitadas, las convicciones limitantes siguen, a día de hoy, reptando en mi mente. Cada vez que escucho un Josh, eres tonto, lo combato con los efectos de mis logros y con mi capacidad de aprendizaje. Hasta puse, en algún momento, el sobresaliente paper que la señora Williams me entregó sobre el espejo del baño, para verlo todos los días. Repetí estas conductas para debilitar el influjo de estas convicciones limitantes.
Un cambio de mentalidad hacia las convicciones ilimitadas se hace con progresos, no con destinos.
Después de mi conversación con la señora Williams, pude haber continuado con el artificioso relato de que no soy listo, de que no podía escribir, de que la universidad es otra prolongada divulgación de lugares comunes, pero algo en aquel momento me aferró a una verdad comprobable. Incrementó mi confianza. Aquella convicción derrumbó una azotea, que después derrumbó otra y otra. Este cambio crea un patrón de convicciones ilimitadas. No hace falta conocer cada una de tus convicciones limitantes o ilimitadas ahora mismo para crearte un futuro de extremo potencial. Lo único que necesitas es cambiar una convicción a la vez.
Una manera de motivarte es entendiendo cómo el dolor y el placer conducen a las convicciones. Sigmund Freud desarrolló el principio de que cada humano evita por decreto el dolor y persigue el placer. Cada uno de nuestros actos proviene del deseo de obtener una cosa o la otra. La mayoría elige evitar el dolor inmediato a obtener el placer inmediato.
Cuando estaba en la preparatoria, mantuve mis mediocres notas para evitar el disciplinamiento de mi padre. No estuvo nunca en mi radar conseguirlas por alguna satisfacción interna. Después del transplante de memoria —y gracias a la señora Williams— me obligué a pensar lo que sería posible si cultivara un pensamiento positivo sobre mis habilidades y futuro. Anexé el placer a la meta de crear una trayectoria que ayudara a las personas a llevar vidas saludables y significativas. Eso ayudó a superar el dolor de mis convicciones limitantes: la primera, la de ser tonto; y la segunda, la de ni siquiera intentarlo.
Piensa acerca del placer que asocias a tu nueva, ilimitada, convicción. Si crees que puedes elegir mejor tus comidas, piensa cuánto más tiempo podrías pasar jugando con tus hijos sin perder energías o aliento, o qué tan bueno sería volver a los valores normales en los estudios de sangre sin necesidad de medicación, o cuán maravilloso sería empezar ese deporte que siempre quisiste hacer. Cuanto más pienses sobre aquello que es posible, más motivado te sentirás por cultivar esa nueva convicción. Te será posible observar el progresivo ciclo de cómo tus convicciones «se convierten en pensamientos, los pensamientos en palabras, las palabras en ejercicios, los ejercicios en hábitos, los hábitos en valores y los valores en tu destino».
Existe una pequeña trampa en lo tocante al discernimiento de tus valores. No eres las cosas que dices que harás, sino las que efectivamente hagas. Las convicciones son más que sentimientos: se alinean con tu proceder y exigen acción.
Si me dices que tu familia es la cosa más importante del mundo, pero pasas más horas en la oficina que en tu hogar, y cuando estás en él te muestras distraído o abstraído, entonces tu afirmación es incierta. El adagio «los hechos valen más que las palabras» es famoso por una razón: ¡es completamente cierto!
Cuando la otrora mesera de la cadena Denny’s, Jamie Kern Lima, inspirada en su lucha personal contra la rosácea, persiguió el sueño de fundar su propia marca de maquillaje (y lo consiguió), tuvo que enfrentarse a dos convicciones limitantes. La primera fue que no sería lo suficientemente talentosa para conseguirlo; la segunda, que su matrimonio le impediría alcanzar todo su potencial.
Cuando conoció y se enamoró de Paulo, su compañero de estudios, Lima no tenía ningún interés por las obligaciones de una esposa; quería construir un emporio. Escribió en su más famoso libro, Believe IT, «crecí pensando que los hombres confinaban a las mujeres, y trasladé esa convicción a la misogamia».
Así y todo amó tanto a Paulo que, intuyendo su amor invencible, ella imprevisiblemente contestó que sí a la declaración. «La idea [de casarse con Paulo] me atormentó, acompañada por el miedo y la duda». Juntos, trabajaron en el proyecto de ella durante su luna de miel, en 2007.
Mientras trabajó persiguiendo su sueño, se topó con un aluvión de críticas que se acompasaron a las ya sentidas por su inseguridad y su rosácea. Un posible inversor le dijo que nadie le compraría maquillaje a alguien que tuviera la piel como ella. La acusación caló hondo, pero alumbró el sentido del desafío.
«Mientras el hemisferio lógico de mi cerebro cuestionaba la verosimilitud del comentario», dijo Lima, «tuve el visceral instinto de que él se equivocaba. Supe que aquello que dolería no es más que el primer peldaño hacia la confianza». Cuando Lima intentó fundar su marca, se empecinó en que sería la mujer, la esposa, la madre y la empresaria que estaba destinada a ser. En sus palabras: «Decidí creer que el mundo de los elogios, o el de las críticas, es un mundo de vacío discurso».
La compañía de Lima, Cosméticos IT, es ahora una de las más reputadas en los Estados Unidos. En 2016, L’Oréal la compró por un billón doscientos mil dólares. Lima permaneció como la CEO de su marca y se volvió la primera en ciento ocho años de historia en L’Oréal. Después de renunciar a su cargo, en 2019, se convirtió en autora de absolutas ventas. Dice Lima: «He apenas arañado la superficie de lo que puedo hacer, y de lo que puedo dar». El futuro es ilimitado para Lima gracias a las poderosas convicciones que la guían.
¿Cuánto podría ser posible si identificaras y luego eliminaras tus convicciones limitantes? Quizá debas sentarte y pensarlas por un rato, y eso está bien. Si eliges no identificarlas para luego no eliminarlas, te preguntarás inevitablemente, ¿qué hubiera pasado si...?
¿Qué hubiera pasado en caso de perseguir mi sueño?
¿Qué hubiera pasado si desarrollara el don que creo tener?
¿Qué hubiera pasado de ser más sensible en mis relaciones?
Imagina todo lo que hubiera sido posible en vez de imaginar remordimientos.
Antes de cerrar el capítulo, quiero comentarles otro ejercicio mental, uno que usé para que la gente progresara en sus trabajos y sus vidas. Se llama «la estrategia por diez», y se trata de visualizar lo que deseas multiplicado por diez.
Uno de mis clientes, John, era un empresario que sostenía la convicción limitante de que, cuanto más creciera su negocio, menos libertades y más trabajo tendría. Le enseñé que lo opuesto puede ser verdad. Le dije que cuando empecé con mi clínica, yo estaba a cargo de todo. No solo examinaba y educaba pacientes, sino que me encargaba de la radiografía, los análisis de sangre y de contestar el teléfono. Sin embargo, cuánto más crecía la clínica, más empleados era capaz de contratar, cosa que me permitía estrechar mi atención y dedicarme a las delegaciones o a los tratamientos. Cuando John entendió las posibilidades que el crecimiento arrastran, fue capaz de remediar su convicción limitante e imaginar que el negocio crecía por diez: y eso, de manera profética, ¡ocurrió!
Es tu turno. Siéntate por un momento y piensa por diez qué es lo que quieres de tu vida. ¿Cómo se vería si movieras la aguja diez veces más allá de donde se encuentra ahora? ¿O tu matrimonio más salvajemente deseado? ¿O tu compañía de millón de dólares? ¿O escribir tu libro, que no ha sido más que un documento en blanco estos últimos cinco años?
Despréndete de tus convicciones limitantes y ponle moño a tu vida y tu futuro. Luego cree en cuánto es posible y continúa construyendo, una convicción a la vez.
Quizá tu vida no sea la soñada. Has cometido errores. Quizá te ha ocurrido algo espantoso. Quiero recordarte que tú no eres tu pasado. No eres ese acontecimiento. Eres un único individuo con el vasto potencial de usar fallas, incluso injusticias, para progresar y prosperar.
Es hora de derribar tus convicciones limitantes.
Mientras absorbas convicciones ilimitadas y desbloquees potencial ilimitado, verás los resultados que el mundo destinó que tuvieras. Antes de que esto se vuelva una prioridad, sin embargo, quiero enseñarte cómo y por qué debes convertirte en la persona destinada a ser.