Principios, valores y emociones del liderazgo - Roberto Miguel Nul - E-Book

Principios, valores y emociones del liderazgo E-Book

Roberto Miguel Nul

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Beschreibung

Históricamente, la enseñanza de la ciencia política ha relegado el liderazgo a un papel secundario, reduciéndolo a un conjunto de técnicas transaccionales o estrategias de uso del poder. Este enfoque ha ignorado su dimensión más significativa: el liderazgo como fenómeno relacional y transformador, capaz de generar cambios profundos en la gobernanza y en la acción colectiva. Esta limitación en su concepción integral exige un cambio de paradigma en la formación de líderes y sus equipos. Comprender la naturaleza e impacto del liderazgo requiere superar los enfoques tradicionales, centrando la atención en su dimensión estética. No es únicamente lo que el líder hace lo que lo define, sino cómo lo hace y cómo logra resonar en quienes lo siguen. Esta resonancia, que no puede medirse solo en términos de eficacia práctica, se refleja en la capacidad del líder para evocar emociones, inspirar confianza y movilizar principios y valores compartidos. En América Latina, una región donde lo simbólico y lo emocional son esenciales para las relaciones sociales, el liderazgo adquiere características singulares al integrarse con las particularidades culturales e históricas de la región. Sin embargo, su influencia trasciende lo local. El liderazgo posee una dimensión universal que conecta con facultades humanas compartidas, lo que permite que las personas valoren y sigan a sus líderes más allá de sus atributos específicos. El liderazgo no puede ser reducido a fórmulas preestablecidas ni puede ser comprendido a través de un conocimiento previo. Su esencia radica en la experiencia única que genera en quienes lo observan y lo siguen, combinando lo subjetivo y lo universal en una relación simbólica y emocional. Desde esta perspectiva, la política, concebida desde el liderazgo, se transforma en un arte social en el que las acciones y la presencia del líder provocan cambios profundos en la percepción colectiva y en la construcción de un futuro común. Principios y Valores del LIDERAZGO no pretende imponer verdades absolutas ni ser políticamente partidario. Es un espacio para repensar la práctica política, una invitación a la innovación en la forma de ejercer el liderazgo, un modelo de aprendizaje para que el conocimiento perdure. Este libro, dedicado al entrenamiento de líderes y sus equipos, se inscribe en la misión de hacer llegar el liderazgo a todos los actores de la política y la sociedad, contribuyendo a la construcción de democracias más humanas y efectivas en América Latina. 

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Seitenzahl: 592

Veröffentlichungsjahr: 2025

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ROBERTO MIGUEL NUL GABRIEL OMAR URCHIPÍA VICTORIA LANDETCHEVERRY

Principios, valores y emociones del liderazgo

Un modelo de entrenamiento de líderes y sus equipos para las Democracias en Latinoamérica

Nul, Roberto Miguel Principios, valores y emociones del liderazgo : un modelo de entrenamiento de líderes y sus equipos para las democracias en Latinoamérica / Roberto Miguel Nul ; Gabriel Omar Urchipía ; Victoria Landetcheverry. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-6361-3

1. Liderazgo. I. Urchipía , Gabriel Omar II. Landetcheverry, Victoria III. TítuloCDD 324.22

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice de contenido

I. Prólogo Sean Covey

II. Prólogo Dr. Raúl Arlotti

III. Agradecimientos

IV. Introducción

Sección 1 - Principales teorías del LIDERAZGO

Sección 1.1. - La naturaleza del Liderazgo

Sección 1.2. - Atributos del Líder Político

Sección 1.3. - Propósito del Líder Político

Sección 1.4. - Tipos y Estilos del Liderazgo Político

Sección 1.5. - Liderazgo y Democracia

Sección 1.6. - Lenguaje y Comunicación

Sección 2 - La dimensión culturaldel LIDERAZGO

Sección 2.1 - La relación entre Cultura y Liderazgo

Sección 2.2. - Construyendo gobernabilidaddesde la cultura

Sección 2.3. - Dinámica del cambio cultural

Sección 2.4. - Cultura de las emociones

Sección 3 - El modelo de enseñanza

Sección 3.1. - Dimensiones del modelo de enseñanza

Sección 3.2. - Principios, Valores y Emocionesdel Liderazgo

Sección 3.3. - La enseñanza de la dimensión del “Ser”

Sección 3.4. - La enseñanza de la dimensión del “Saber”

Sección 3.5. - La enseñanza de la dimensión del “Hacer”

Sección 3.6. - La enseñanza de la Autoridad Moral

Sección 3.7. - La integración del modelo al contexto

Sección 4 - Desarrollo y profesionalización del LIDERAZGO

Sección 4.1. - Aprendizaje experiencial

Sección 4.2. - Desarrollo del Líder

Sección 4.3. - Profesionalización del Liderazgo

Sección 4.4. - Liderazgo y Economía

Sección 5 - Prácticas y entrenamiento

Sección 5.1. - Prácticas de Principios, Valoresy Emociones

Sección 5.2. - Programas de entrenamiento y coaching

Sección 5.3. - Programa de evaluación y perfilamiento de líderes políticos

Conclusiones

Bibliografía

Índice onomástico

“Hay tres constantes en la vida: cambio, elección y principios”

Stephen R. Covey

I

Prólogo Sean Covey

En 2002, mi padre, Stephen R. Covey, escribió: “Me siento muy honrado de que me hayan pedido que escriba un prólogo para esta edición del aniversario de plata de Servant Leadership, un libro que ha tenido una enorme influencia durante los últimos veinticinco años”.

Como hijo del Dr. Stephen R. Covey y presidente de Franklin Covey Education, soy testigo de primera mano del tremendo impacto que mi padre ha tenido en el mundo y estoy convencido de que su mayor influencia está por llegar.

Ahora, Roberto M. Nul junto con otros facilitadores, profesores y especialistas en liderazgo de Franklin Covey, han escrito este libro extraordinario que analiza la “política desde el Liderazgo para las democracias latinoamericanas”. Las singularidades de América Latina ofrecen un escenario ideal para educar, entrenar y desarrollar líderes junto a sus equipos para que sean catalizadores de la transformación de sus sociedades frente a los desafíos contemporáneos.

Por esa razón siento como un honor que me hayan pedido que escriba el prólogo de este libro, que hace referencia y reutiliza muchas de las ideas y principios sobre los que escribió mi padre durante las últimas décadas, además de integrar ideas y contribuciones de otros grandes maestros de Liderazgo. Dado que este libro menciona en gran medida al trabajo de Stephen R. Covey, permítanme compartir algunos pensamientos sobre él.

Stephen fue el más universal de los maestros de Liderazgo. Viajó mucho por todo el mundo y trabajó con organizaciones y jefes de Estado de prácticamente todos los países del mundo. Su principal creencia era que los principios gobiernan y que, si alineamos nuestras vidas, sociedades, matrimonios, equipos y organizaciones con principios, al final siempre prosperaremos. Y que, si no estamos alineados con los principios, finalmente no podemos tener éxito.

Él fue un escritor clave sobre el Liderazgo ético, solidario, espiritual y auténtico. Acuñó muchos términos que se han adoptado y utilizado universalmente, como “Poner primero lo primero”, “Comenzar con el fin en mente”, “Piensa en ganar-ganar” y “Sinergizar”.

En 1990 estableció el concepto de liderazgo centrado en principios al que vino a denominar Liderazgo Centrado en Principios, el cual contribuyó a la teoría del Liderazgo Carismático. Su misión personal era inundar el mundo con Liderazgo Centrado en Principios y, como tal, decidió que necesitaba establecer una organización para llevar adelante su misión, mucho tiempo después de su partida. Esa organización hoy se conoce como Franklin Covey.

Stephen recibió muchos premios y reconocimientos, incluido ser reconocido como uno de los 25 estadounidenses más influyentes de la revista Time. También fue reconocido por el estudio GLOBE (Global Leadership and Organizational Behavior Effectiveness) en “Teaching Global Leadership” de Scott Snook como uno de los 20 referentes fundamentales en Liderazgo. Su libro, “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, es considerado el libro de negocios más influyente del siglo XX.

Stephen también era un hombre de familia y padre de nueve hijos que consideraba como su mayor tesoro y su contribución más importante. Enseñó que el trabajo más importante que hacemos está dentro de las cuatro paredes de nuestra propia casa. Él fue muy buen autor y maestro, e incluso fue el mejor esposo, hermano y padre.

Quiero referirme, finalmente, a la aplicación práctica de sus ideas en este libro titulado “Principios, Valores y Emociones del Liderazgo”, del cual resalto:

− La conexión entre principios, valores y emociones alrededor de una visión compartida para que las acciones se transformen en los resultados esperados.

− La autoridad moral del Líder que transforma y encauza los principios, valores y emociones hacia metas superiores.

− La confianza como condición superadora de la transacción y la cultura del rendimiento, que no busca resultados temporales, sino que facilita el consenso y promueve el cambio.

− El protagonismo del ciudadano a partir del reconocimiento de su valía y potencial para enfrentar desafíos y construir alternativas que transformen la realidad.

Estoy seguro de que estas ideas contribuyen a promover un cambio positivo y sostenido en las estructuras políticas y sociales de la región en consonancia con su pensamiento a lo largo de toda su vida.

En resumen, utilizaré la afirmación de Víctor Hugo para finalizar este prólogo: “No hay nada más poderoso que una idea cuyo momento ha llegado”.

Todo país y sociedad tiene la necesidad universal y urgente de incrementar la calidad y cantidad de los líderes políticos y sus equipos. Este modelo de enseñanza y entrenamiento centrado en principios, valores y emociones fue escrito con ese propósito y pretende servir a quienes quieran ser la clase dirigente de las democracias de Latinoamérica. Esta es una idea cuyo momento ha llegado.

Sean Covey

II

Prólogo Dr. Raúl Arlotti

Querido lector:

Me siento halagado en prologar el libro del Ingeniero Nul, el Magister Urchipia y la Licenciada Landetcheverry. ¿Por qué? Porque en mi carrera universitaria siempre me atrajo la praxis política y, en especial, el desarrollo de futuros líderes en la política, la economía, la sociedad y otros ámbitos que aspiran a la grandeza de una nación.

La novedad más relevante de esta obra es el modelo de liderazgo propuesto por los autores basado en principios, valores y emociones que han sido probados y validados a nivel global, acompañados por una gran variedad de citas y temas que definen una guía integral del liderazgo para quienes quieran convertirse en líderes de excelencia.

Es cierto que algunos autores, muy serios, por cierto, afirman que los prólogos son esa parte de los libros que sirve para resguardarlos del polvo. Sin embargo, sin oponerme a esa idea, quiero decirle que conozco estudiosos muy respetados que coleccionan prólogos como verdaderos tesoros.

Mi intención no se enmarca en ninguna de las dos alternativas. Prefiero perderme cómodamente en el justo equilibrio de lo simple de las palabras que vienen de lo complejo, la ambigüedad y finitud de nuestra existencia.

Entonces, ¿cuál fue la sorpresa que tuve al leer sus páginas? Descubrí una mirada diferente del liderazgo alejada de las acciones heroicas de los grandes líderes de la historia, en un giro copernicano hacia una comprensión del liderazgo más humana y universal.

Pensar globalmente y actuar de manera local les permitió entender que solo las sociedades definen y crean a sus líderes, quienes luego son los que cambian a la misma sociedad que los crearon.

Que la pérdida de su autoridad moral habilita los desastres cometidos contra el bien común, y que la verdadera grieta es social y cultural por sobre cualquier consideración económica o electoral.

Que si los líderes aceptaran los principios cuya efectividad está dada por la naturaleza, y los valores que son independientes de sus respectivos depositarios, quizás puedan empujar la construcción de un futuro diferente.

En fin, ellos nos dicen que si somos capaces de desarrollar sentimientos de superación respecto de quienes nos antecedieron, lograremos hacer una diferencia significativa en los comportamientos, sistemas y valores de la sociedad y sus líderes.

Al finalizar la lectura del libro me di cuenta de que los líderes son el custodio de los símbolos que conforman su visión de la realidad. Los símbolos, como representación de principios, valores, sentimientos y necesidades que conectan y orientan a los individuos hacia espacios de libertad y desarrollo compartidos.

También entendí que el gran desafío del LÍDER siempre ha sido sostener, crear y revitalizar esos símbolos en el marco de su compromiso ético y humano, no tanto desde su autoridad formal o informal, sino desde su acción transformadora de la conciencia histórica de su comunidad, lo posible del presente y lo impredecible del futuro.

Solo me resta presentarles a los autores de esta obra. Ellos son facilitadores de la consultora internacional Franklin Covey, que desde hace 50 años estudia y entrena en temas de liderazgo a profesionales de más de 130 países. También son lectores y estudiosos de las investigaciones realizadas en varias universidades prestigiosas de los Estados Unidos y de contenidos sobre Liderazgo de la Universidad de Oxford.

Ellos han realizado un gran esfuerzo para hacerle llegar estas páginas, valiosas y útiles, que lo ayudarán a formarse, entrenarse y refinarse como LÍDER. A usted solo le resta animarse a salir a la cancha donde millones de habitantes del continente miran al futuro con esperanza.

¡Bienvenido a esta apasionante lectura!

Dr. Raúl Arlotti

III

Agradecimientos

Queremos agradecer a todos aquellos que han contribuido con la elaboración de este libro, ya sea por su apoyo y consejos para llevar la idea a la realidad, en la redacción de contenidos, lectura y corrección o a partir de su participación en debates y reuniones en el marco de los “Focus Groups” realizados. Ellos/ as son:

• Sean COVEY - Presidente Franklin Covey Education.

• Adam MERRILL - Vicepresidente Franklin Covey.

• Annie OSWALD - Vicepresidente Franklin Covey a quien valoramos especialmente por sus sugerencias en la transformación de experiencias como contenidos de este libro.

• Dr. Tamir MOSHE - Rector Universidad Hebrea de Jerusalem

• Raúl ARLOTTI - Doctor en Ciencias Políticas UBA, profesor en distintas universidades UB, UBA, USAL, UCALP, exasesor legislativo y presidencial, autor de varios libros, conferencista e inspirador de este libro a través de ideas, conversaciones y experiencias invalorables.

• Jorge CÁMPORA - Doctor Ph. D. UP, Director y Profesor Liderazgo y Coaching Organizacional USAL, experto en transformación y cambio cultural, y desarrollador de la primera especialización universitaria en liderazgo en la Argentina.

• Luis CALVIÑO - Licenciado en Ciencias Políticas, politólogo, ex funcionario nacional, investigador sobre el peronismo.

• Lic. Baruj ZAIDENKNOP - Profesor Superior en Pedagogía, magister en filosofía contemporánea, ex-Director General de ORT Argentina, director pedagógico Ministerio de Educación CABA.

• Ph. D. Gabriel PALAZZO - Investigador y Profesor en Ciencias Económicas. Doctor en Economía por la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de Alcalá de Henares. Actualmente trabaja como investigador en la Universidad de Sussex-UK (Institute of Development Studies)

• Equipo Facilitadores F. COVEY - Valeria Schiavo, Gustavo Picolla, Guillermo Garrone, María Fernanda García Lastres, Julio Ahumada, Javier Rajtman.

• Gisela EYHARTZ - Licenciada y Profesora en Ciencia Política. UBA.

• Dr. Osvaldo CASALANGUIDA

• Ab. Paolo MACRINA MPP, Gov. Tech., coordinador de reuniones de feedback con líderes políticos en la UHJ de Bs.As.

• Profesor Arie Kacowicz, de la Universidad Hebrea de Jerusalem, por la revisión del borrador de este libro y sus comentarios.

• Ing. Héctor Szusman, Presidente de los Amigos Argentinos de la Universidad Hebrea de Jerusalem, por el apoyo brindado en la sede, durante las sesiones del Focus Group y las reuniones con Líderes Políticos.

• Focus Group: Dr. Daniel R. NUL, Lic. Alfredo BALLARINO, Lic. Econ. Eduardo LERNER, Lic. Econ. Elsa KRAISMAN, Dr. Natalio KONSTATINOVSKY, Dr. Horacio ROITMAN, Dr. Marcelo WAJNSZYLD, Lic. Víctor ZAJDENBERG, Dr. Bernardo ZUZENBERG y Alumnos de la carrera de Gobierno y Relaciones internacionales de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).

• Lic. Sofía GIUSSO (ilustraciones)

A quienes quieran contactarse pueden hacerlo a [email protected]

Finalmente queremos agradecer a nuestras familias por su apoyo constante:

Silvia Victoria GERBER de NUL, Darío, Marcela y Gabriel NUL

Dora Norma ESCRIBANO de URCHIPÍA, Esteban y Juan Ignacio URCHIPÍA

Rodrigo y Joaquín TABORDA y Adriana NOVAL.

Ya que, sin su paciencia y apoyo hubiera sido imposible finalizar este proyecto.

“Quizás solo se trate de encontrar principios cuyas consecuencias converjan en valores y emociones que transformen comportamientos”.

IV

Introducción

“Líder es quien genera nuevos líderes, no más seguidores”

Durante el desarrollo de un seminario sobre LIDERAZGO, un participante levantó la mano y nos dijo que el contenido le parecía un poco simple para un tema tan complejo. Inmediatamente le pedimos a nuestro participante repetir su comentario al final del curso. Así fue, y el último día nos dijo: “las enseñanzas me siguen pareciendo simples, pero ahora entiendo que, así como aprendemos a amar desde el afecto de nuestros seres más queridos, del mismo modo, aprendemos a comprender la complejidad desde lo más simple y particular”.

Esas palabras nos hicieron recordar el principio de la “navaja de Ockham”, en memoria del conocido filósofo medieval, quien dijo: “la solución a los problemas no debe multiplicar las causas sin necesidad”, o de modo análogo, que “la perfección está en la simplicidad de las opciones a nuestro alcance”.

Así lo entendimos al escribir este libro: la simplicidad surge de principios universales presentes en la naturaleza y cobra sentido en lo particular que se revela como algo único y sorprendente, para luego converger en valores y emociones que viabilizan distintas formas de comportamiento. (Sacks, 2015).

También nos vino a la mente varias preguntas recurrentes: ¿Los líderes políticos nacen o se hacen? ¿Son ellos quienes transforman las sociedades, o son las sociedades quienes deciden los líderes que desean?, y en ese caso, ¿cuánto tiempo puede una sociedad sobrevivir sin ámbitos de incubación de nuevos líderes?

Imagine por un momento un mundo sin líderes: donde nadie asuma la responsabilidad de iniciar cambios, nadie inspire con su ejemplo y todos se conformen con lo que hay. ¿Podría esa sociedad generar la masa crítica necesaria para transformar su cultura y avanzar colectivamente? Probablemente no.

Los líderes políticos no solo son observadores privilegiados de la realidad, sino también actores decisivos en su transformación, moldeados por las circunstancias históricas y artífices del cambio en sus comunidades.

Por eso, si queremos avanzar como sociedad, no podemos depender del liderazgo como algo espontáneo o reservado a unos pocos elegidos por las circunstancias. El surgimiento de nuevos líderes exige procesos conscientes y sistemáticos de formación, entrenamiento, reentrenamiento y refinamiento en múltiples ámbitos y sectores.

Ilustración 1. Ámbitos de incubación de los líderes políticos

El gráfico ilustra el proceso de incubación de los líderes políticos, desde múltiples sectores de la sociedad, subrayando la importancia de la educación, el entrenamiento continuo y el apoyo institucional.

Una vez que el practicante decide desarrollarse como líder político, se presenta o gana una elección, o lo invitan a formar parte de un equipo, el LÍDER está en condiciones de salir a jugar, fortalecer sus relaciones interpersonales, tomar decisiones más acertadas, y adaptarse mejor a las circunstancias (Dalio, 2017).

Pero no todos podrán pretender ser líderes políticos. Solo quienes logren converger con su narrativa en algo significativo y atractivo, que movilice y de sentido a la realidad, y logre los resultados que todos esperan, serán los nuevos lideres aceptados por la comunidad. La contribución académica y científica es esencial (Paige, 1977). La predisposición de los individuos a ser evaluados en su performance de líder contribuye a disminuir la separación entre el mundo de los hechos y el ámbito de los valores, fundamentando las opiniones y respaldando la selección de atributos a desarrollar durante el aprendizaje y entrenamiento. Las exigencias que recaen sobre los líderes políticos permite entender la importancia de conocer y desarrollar perfiles de líderes a evitar y otros a potenciar mediante la evaluación y predicción sus desempeños.

En las siguientes páginas, encontrará un modelo de LIDERAZGO basado en principios universales que eliminan creencias limitantes y fomentan valores y emociones que cambian comportamientos y actitudes. Estos principios no solo fortalecen la capacidad de acción de los líderes sino que generan las condiciones para transformar comportamientos y promover valores y emociones renovadas que impulsen la colaboración y el consenso.

Tal como ha podido percibir hasta el momento, usaremos la palabra LIDERAZGO con letra mayúscula o liderazgo político indistintamente, para referirnos a un proceso de naturaleza colectiva y de influencia recíproca, capaz de influir, motivar y movilizar a otras personas hacia desafíos comunes, y de encauzar emociones, creencias, valores y principios hacia metas superiores.

La adhesión a un sistema de valores compartido no es un código de buena conducta sino la expresión de la voluntad colectiva capaz de crear o cambiar una cultura. Los LÍDERES orientan los sistemas de valores, pero solo la comunidad es libre para elegirlos y subordinar su voluntad a ellos (Calonje, 2004).

En cambio, los principios son construcciones mentales del razonamiento humano que controlan consecuencias o la validez de un juicio. Ellos guían las decisiones correctas del LÍDER, definen su identidad, y son relevantes para decidir en situaciones similares (Nozick, 1993).

Aunque los problemas actuales afectan a casi todas las sociedades, las soluciones no siempre son rápidas ni fáciles. Uno de los principales problemas que enfrentan las sociedades contemporáneas es la falta de líderes políticos, posiblemente porque la naturaleza nos regala muy pocas veces grandes líderes (Aguilar, 1988).

La elección de Latinoamérica como ámbito de aplicación del modelo de liderazgo fue debido a la urgencia de resolver problemas y lograr resultados luego de largos años de estar sumidos en sucesivas crisis sin ni siquiera haber comprendido que la verdadera esencia que nos define como continente no es algo externo impuesto desde afuera sino algo que nos debemos como sociedad, aunque a menudo nos hayan hecho creer lo contrario.

Pero, además, existía una razón fundamental para centrar nuestros esfuerzos en la región: revalorizar el pensamiento universal de Stephen Covey y aplicar sus enseñanzas localmente aprovechando las contribuciones de líderes con gran experiencia democrática y de académicos e investigadores que han estudiado seriamente los fenómenos asociados al liderazgo político.

Por eso, la lógica detrás del modelo de enseñanza del liderazgo político es que, sin principios, valores y emociones compartidos, las sociedades pierden el vínculo esencial que las cohesiona, sacrifican la confianza, y las exponen al riesgo de fragmentarse y transformarse en colectivos indignos e inmorales. Al reinterpretar el significado del LIDERAZGO, abandonamos la idea de que se trataba solo del ejercicio del poder y la autoridad formal y lo extendimos a la capacidad de influir, manejar significados y movilizar a una comunidad.

Esto podía lograrse a través de la autoridad moral que complementa la autoridad formal e informal del LÍDER y que tiene el potencial de ser una guía y ejemplo para satisfacer las expectativas de la comunidad.

Stephen Covey usaba el adagio: “denle al hombre un pescado y se alimentará por un día, pero enséñele a pescar y se alimentará toda su vida”, y seguidamente agregaba: “desarrolle los maestros de los pescadores y usted elevará a toda la sociedad”. Nosotros decimos que la clave del liderazgo está en adoptar principios capaces de converger en valores y emociones que transformen comportamientos. Estos principios no contemplan todas las circunstancias pero son más que reglas que guían al líder político en la complejidad y lo conectan con lo que realmente importa.

A todos los practicantes del LIDERAZGO que sueñan con ser verdaderos maestros de la democracia, les decimos: no se limiten a aplicar leyes y normas. Sean faros que guíen con principios, valores y emociones que despierten lo mejor de cada persona y orienten los comportamientos hacia el bien común.

También como facilitadores de liderazgo nos preguntamos cuáles son las grandes diferencias entre un líder de empresa o dedicado a los negocios y un líder político. Desde nuestra perspectiva vemos al líder político como una persona multifacética, en donde cada faceta, como el diamante, tiene que ser tallada con precisión y maestría, porque a diferencia de otras organizaciones o empresas, el líder político no encontrará fácilmente ayuda, y solo podrá brillar si tiene cada una de esas facetas trabajadas con excelencia.

Aunque la realidad actual se replica en casi todas las sociedades, las consecuencias no operan a la misma velocidad. Las razones son múltiples, pero si pudiéramos señalar uno de los factores principales, es la ausencia de LÍDERES capaces de transformar obstáculos en oportunidades y de empoderar a la sociedad para que sea ella misma la que encuentre soluciones a sus desafíos.

Es oportuno decirles que, quienes hemos aceptado el desafío de escribir este libro, somos facilitadores de los contenidos de Franklin Covey, empresa que se ha dedicado durante más de cincuenta años a compartir conocimientos de su creador, el Dr. Stephen Covey, y docentes de otras carreras universitarias y profesiones, quienes hemos recibido el apoyo desinteresado de muchos otros profesionales.

Nuestras fuentes de inspiración, además de la extensa obra de Stephen Covey se completó con estudios y artículos del Programa de Investigación GLOBE de Robert House que reunió a cientos de autores especializados en Liderazgo, y del pensamiento de otros autores como el Dr. Raúl Arlotti por su mirada enciclopédica de la praxis política, y el Rabino Jonathan Sacks, por su extensa y creativa obra sobre el ejercicio del liderazgo y la moralidad en la política. Todas estas fuentes fueron refrendadas por una inmensa producción de estudios y escritos sobre liderazgo que comenzaron a publicarse desde 1970 en las universidades de los Estados Unidos de América para luego extenderse a otras universidades en el mundo.

Entre ellos destacamos autores como Gary Yukl, James Kouzes y Barry Posner, que han llegado a publicar más de 10 ediciones en sus principales obras. También mencionamos el libro Political & Citizen Handbook editado por Richard A. Couto (2010) que tiene más de 120 capítulos con 120 temas diferentes, y el manual Harvard Teaching Handbook (2012), editado por Scott A. Snook y otros profesores de Harvard que contiene 30 capítulos y abarca cómo enseñar Liderazgo1. También hemos consultado varios volúmenes de Liderazgo Político de la Universidad de Oxford del Reino Unido y contribuciones de políticos y docentes de América Latina.

Muchas personas, especialmente académicos, nos preguntan: “¿Por qué es tan famoso Covey en el mundo?”. Nosotros, discípulos del Dr. Stephen Covey, les decimos: “Es su pedagogía”. Esa pedagogía afirmaba que, frente a cualquier desafío, aunque sea muy difícil de solucionar, o porque ya hemos fracasado muchas veces, siempre existirá un principio que, si se aplica consistentemente y sin vulnerar, produciría naturalmente consecuencias positivas.

Solo nos resta decirles a ustedes como futuros LÍDERES que lo importante es que se sientan “despertadores” de una sociedad que en ocasiones pareciera adormecida. En un momento en el que las amenazas a la democracia continúan creciendo, su papel como agentes del cambio es fundamental para fortalecer y proteger los valores democráticos y para alumbrar un futuro más justo, libre y próspero.

1 También queremos mencionar otras fuentes bibliográficas de grandes autores como James MacGregor Burns (1978-2003), Babara Kellerman (2015), Ronald Heifetz (2012), Barbara Crosby y John Bryson (2005), Robert House (2004-2014), Gail Fairhurst (2011), Warren Bennis (1989), Jonathan Sacks (2011), entre muchos otros.

Sección 1

Principales teorías del LIDERAZGO

Esta sección describe, analiza y contextualiza la naturaleza del liderazgo, su vínculo sinérgico con la praxis política, los atributos del líder político, el propósito como una orientación decisiva del líder capaz de movilizar comunidades, la evolución de los tipos y estilos de liderazgo, el liderazgo como una variable oculta de la democracia, y finalmente el vínculo entre lenguaje y comunicación política.

Sección 1.1. La naturaleza del Liderazgo

• La naturaleza simbólica del liderazgo

• La naturaleza universal del liderazgo

• La naturaleza contextual del liderazgo

• La naturaleza ética del liderazgo

• La política vista desde el liderazgo

Sección 1.2. Atributos del Líder Político

• La pretensión del Liderazgo Político

• La legitimidad del líder

• Autoridad

• Influencia

• Poder

• Gramática de los atributos

Sección 1.3. Propósito del Líder Político

• Declaración del propósito del líder político

• Entender las motivaciones de la comunidad

• Los límites del bien común y la democracia

Sección 1.4. Tipos y estilos del Liderazgo político

• Impacto de los tipos y estilos de liderazgo en la gobernabilidad

• Liderazgo transaccional

• Liderazgo transformacional

• Liderazgo carismático basado en valores

• Liderazgo orientado a los equipos

• Combinación y estilos de liderazgo

• Travesía de los tipos de liderazgo

Sección 1.5. Liderazgo Político y Democracia

• La construcción de la democracia en América Latina

• La variable oculta de la democracia

• El liderazgo político como motor de la democracia

Sección 1.6. Lenguaje y comunicación

• El Lenguaje del líder político

• Actos lingüísticos y tipos de lenguaje

• El decir veraz del líder

• El uso de marcos en la comunicación

Sección 1.1.

La naturaleza del Liderazgo

“Permita a la naturaleza ser su maestra”.

William Wordsworth2

El LÍDER es el guardián de la identidad colectiva de las personas. Su rol va más allá de sus propias aspiraciones. Él actúa como un espejo que refleja lo que la sociedad está tratando de encontrar, porque como un espejo, no puede inventar lo que refleja, sino mostrar lo que ella aspira.

La naturaleza simbólica del Liderazgo

El LÍDER interpreta, transforma y revitaliza los símbolos que conectan principios, valores y emociones con necesidades propias y de su entorno, orientando las acciones colectivas hacia una meta o propósito compartido.

El éxito de un líder no se mide únicamente por sus acciones tangibles, sino también por su capacidad de interpretar la realidad y comunicar significados de manera que inspiren cohesión, aceptación y valoración dentro de la comunidad. En el caso de Nelson Mandela, su proceso de reconciliación se convirtió en un símbolo poderoso de la transformación de la identidad nacional de Sudáfrica tras el apartheid.

Mandela no solo abogó por el fin de la segregación racial, sino que encarnó un mensaje de unidad, perdón y reconstrucción colectiva. Su liderazgo trascendió la política para redefinir la narrativa nacional, transformando un pasado de división en una visión compartida de esperanza e inclusión, y consolidando el simbolismo de una nación renacida en el contexto de la igualdad y la justicia.

De acuerdo con el ejemplo anterior, el LÍDER y su equipo perciben aquellos símbolos que resuenan en su comunidad, validando percepciones y emociones, a veces basadas en fundamentos sólidos y otras sin ellos. Carl Jung afirmaba que los símbolos no solo comunican información, sino que también transmiten emociones, valores y un sentido de pertenencia, fortaleciendo el vínculo entre el líder político y la comunidad al crear un espacio compartido de identidad y propósito (Jung, 1984).

Por otra parte, como señalaba Alberto Levy (2016), el proceso de toma de decisiones está influenciado tanto por factores racionales como emocionales. El LÍDER debe sintonizar con el tejido social, captar los sentimientos comunitarios y adaptar sus decisiones a las condiciones cambiantes del entorno, buscando respuestas efectivas que conecten con las emociones y necesidades concretas de la comunidad, fortaleciendo así el vínculo entre el poder político y el bienestar colectivo (Levy, 2016).

Sin embargo, cobra verdadera importancia no solo garantizar la conexión de esos símbolos con las necesidades de la comunidad y la realidad inmediata, (Marina, 2023), sino disponer de principios que ayuden a guiar las decisiones del líder de tal forma que siempre se encuentren alineadas a los objetivos, metas, o propósito de la organización y la comunidad en su conjunto.

La consideración de todos los atributos que emergen de la racionalidad humana y que se combinan con aquellos propios de la inteligencia emocional, cimentan la legitimidad del liderazgo político, fortaleciendo el apoyo y la confianza de la comunidad hacia sus líderes.

Por lo tanto, los símbolos no solo comunican valores y principios, sino que son elementos dinámicos y emocionales que cohesionan y movilizan a las comunidades. Son el pegamento social que une las historias individuales con la identidad colectiva, fusionando lo racional con lo emocional y lo cultural con lo político.

Veamos el siguiente gráfico:

Ilustración 2. Relación de los símbolos, principios, valores, sentimientos y necesidades

El líder que es capaz de comprender los símbolos y construir significados que validan percepciones de valores y emociones de una comunidad, funcionan como una plataforma clave en el proceso de desarrollo cultural, en construir una visión compartida, movilizar recursos y crear un futuro común.

El líder político, entonces, no solo guía acciones, sino que da origen y sentido a un sistema simbólico que favorece la cohesión social y comunitaria y que transforma y revitaliza símbolos cuando pierden su relevancia o cuando no conectan con el sentir colectivo, cuestionándolos y reconstruyéndolos en consonancia con la realidad y las aspiraciones de la comunidad.

Se observa de esta manera que los símbolos no son elementos estáticos, sino dinámicos que evolucionan junto con la historia y el tiempo. Esta evolución simbólica no implica cambios superficiales, sino que es un espacio profundo de aprendizaje y transformación social que amplía la conciencia colectiva y la cooperación.

Por lo tanto, el LIDERAZGO, como catalizador del sistema simbólico, no solo afronta desafíos inmediatos, sino que también construye un futuro donde los símbolos trascienden su tiempo, generan cohesión, impulsan el progreso y fomentan el compromiso, lo que fortalece el tejido social y contribuye al bien común de la comunidad.

La naturaleza universal del Liderazgo

El LIDERAZGO es un fenómeno humano universal cuyo propósito es crear condiciones para la vida en común frente a los desafíos y desequilibrios que atraviesa una comunidad o colectivo de personas. Su naturaleza trasciende culturas y épocas, estando profundamente conectado con principios y valores universales que emergen tanto de las leyes de la naturaleza como de las relaciones humanas.

Según Stephen Covey el liderazgo comienza con el crecimiento personal (victoria privada) y sigue con el crecimiento interpersonal (victoria pública), similar a un árbol que no solo se nutre de su raíz interna, sino también del terreno en el que está plantado y del clima que lo rodea (Covey, 2016).

Como bien plantea Robert Nozick (Nozick, 1993), los principios adoptados por un líder cobran vida en sus decisiones y acciones, estableciendo precedentes que trascienden lo inmediato. Las decisiones del líder no solo resuelven problemas prácticos, sino que también imponen valores colectivos y generan normas que estructuran el tejido social.

En este sentido, el líder no es solo un facilitador de soluciones, sino un catalizador de la esperanza colectiva. Su papel consiste en reforzar la confianza de la comunidad para proponer caminos de progreso coherentes con principios éticos y valores universales como la justicia, la equidad y la dignidad. Estas narrativas esperanzadoras son herramientas poderosas para movilizar la acción, transformando la esperanza en resultados tangibles.

El liderazgo en cualquier ámbito crece en base a principios universales que guían la acción del líder y permiten la adaptación a contextos diversos sin perder su esencia. Asimismo, Covey (2016) destaca que, sin principios universales, no existe un norte moral verdadero capaz de generar confianza e inspirar a las personas de forma positiva, lo cual coincidía con las enseñanzas de Aristóteles quien subrayaba la importancia de los principios para ordenar la vida de todos los seres humanos y lograr el bienestar colectivo (Aristóteles, 2005).

La naturaleza también ofrece modelos que inspiran el LIDERAZGO. Ejemplos como la colaboración entre flores y abejas enseña a los líderes a promover alianzas estratégicas y promover la cohesión social. Al igual que en los ecosistemas naturales, el líder debe reconocer que su acción está intrínsecamente conectada con el desarrollo y supervivencia de su entorno.

De esta manera, el LIDERAZGO acompaña a las leyes de la naturaleza. La ciudad (polis) no solo surgió de instituciones políticas, sino del esfuerzo conjunto de individuos, donde el conflicto social y el debate comunitario sentaron las bases de las ciudades y luego naciones, revelando que el liderazgo es, en última instancia, una consecuencia natural del compromiso con el bienestar y progreso común (Osborne, 2022).

Un sistema de valores, creencias y emociones alineadas con principios universales y leyes naturales son la base más sólida para guiar el accionar de los líderes en la política porque admite su evolución y cambio conforme al desarrollo y valoración de cada sociedad.

“Si no hay principios universales, no hay un norte moral verdadero, no hay nada en lo que podamos confiar”. (Covey, 2016)

La combinación de principios y valores permite a los líderes políticos navegar por situaciones cambiantes, aceptar la inevitabilidad del cambio sin comprometer la defensa de sus principios fundamentales, para evitar caer en valores distorsionados que le hagan perder su brújula moral.

De esta forma, el desplazamiento de un valor sobre otros en la sociedad no significa un cambio moral sino otra forma de valoración según las condiciones y circunstancias sociales. La naturaleza enseña que todos los seres vivos requieren cuidar los recursos y condiciones que fomentan el crecimiento, sostener los procesos que deben preceder a otros, y asegurar el equilibrio dinámico y sinérgico de todas las relaciones, en donde las partes del sistema contribuyan a la efectividad de la totalidad (Covey, Merrill, Jones, 1998).

El LÍDER es un hombre de acción que debe hacer lo correcto en el momento oportuno, aliviando las ansiedades propias de la convivencia y las exigencias de un proyecto colectivo que canalice los anhelos y esfuerzos de la mayoría (Barusso, 2023). Su libertad de elección es el reflejo de su sabiduría, y esta, a su vez, es la clave para respetar las decisiones ajenas, permitiendo que cada persona libere su potencial y se desarrolle como un servidor comprometido y respetuoso con su entorno.

La autoridad moral del LÍDER como articulador de principios, valores y emociones, no solo fortalece la coherencia de su acción, sino que le recuerda que, si no se alinea con ellos, tarde o temprano será juzgado por la sociedad.

La naturaleza universal del liderazgo se expresa a través de principios asociados a leyes naturales que son atemporales por su continuidad en el tiempo, y evidentes por su veracidad manifiesta. Ellos orientan las decisiones, mientras que los valores sostienen comportamientos afines con ellos. En esencia, la naturaleza universal del liderazgo político se manifiesta como una referencia, un norte, un ancla que sostiene acciones guiadas al bien común, que trasciende intereses particulares y que busca dejar un legado perdurable en el tiempo.

Pregunta de reflexión del líder

¿Está alineando mi liderazgo con los principios y valores universales que promueven la colaboración y el crecimiento sostenible, o me enfoco en soluciones inmediatas que desafían a las leyes de la naturaleza y no benefician al bien común de mi comunidad?

La naturaleza contextual del Liderazgo

El liderazgo es inseparable de la cultura. Aunque los seres humanos pueden vivir de maneras muy diversas, su naturaleza social los moldea según la sociedad y la cultura en la que se desarrollan. Del mismo modo, cada época deja una marca distintiva en las personas, como lo expresa un proverbio árabe: “Los hombres se parecen más a su tiempo que a sus padres” (Bloch, 2001).

Los debates sobre una teoría universal o contextual del LIDERAZGO se han dado y aplicado en una gran variedad de circunstancias. En la complejidad, hay patrones de cambio y hay leyes naturales que controlan el cambio, pero también existen principios que se aplican universalmente y otros aspectos que aplican en determinadas situaciones y sociedades (Yukl, 2020).

Como bien lo expresa el tango “Uno” de Discépolo, la realidad social está marcada por los desafíos personales y también con los del entorno. La letra lo describe magistralmente en su primera estrofa:

“Uno busca lleno de esperanza el camino de los sueños prometieron a sus ansias / Sabe que la lucha es cruel y es mucha, pero lucha y se desangra por la fe que lo empecina”. Enrique Santos Discépolo y Mariano Mores (1943)

Los desafíos del liderazgo político en América Latina surgieron desde sus inicios, marcados por una profunda diversidad cultural, desigualdades sociales persistentes y la constante búsqueda de justicia. En este contexto, los símbolos jugaron un papel clave, no solo como herramientas de movilización, sino también como catalizadores de transformación en las comunidades.

Veamos algunos detalles de la naturaleza contextual del LIDERAZGO en Latinoamérica:

América Latina se formó como un mosaico de culturas indígenas, afrodescendientes, europeas y asiáticas, cada una con símbolos y valores únicos que no siempre fueron integrados ni respetados. Un símbolo de su identidad fue el cóndor de los Andes que ha representado en muchas culturas del continente el valor de la libertad y conexión con la naturaleza.

En la cultura maya, el Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, simbolizaba la dualidad entre el cielo y la tierra, así como la renovación cíclica y la sabiduría. Por su parte, los incas veneraban a Inti, el dios sol, que representaba la fuente de vida, la energía vital y la unión de las comunidades a través de festividades como el Inti Raymi.

En el ámbito de las creencias y prácticas espirituales, la Pachamama sigue siendo un símbolo esencial en varias culturas andinas, personificando la Madre Tierra como un ser sagrado que nutre y protege a sus hijos. Esta concepción subraya la interdependencia entre el ser humano y la naturaleza, un principio que resuena en los movimientos actuales por la sostenibilidad ambiental.

El cristianismo, introducido por los europeos durante la colonización, también incorporó símbolos que hoy son parte de la identidad latinoamericana. Por ejemplo, la Virgen de Guadalupe, venerada en México, representa una fusión de creencias indígenas y cristianas, simbolizando tanto la espiritualidad como la resistencia cultural. De igual manera, la cruz cristiana, más allá de su simbolismo religioso, se ha transformado en un emblema de la historia colonial, la evangelización y la transformación de las culturas originarias.

Ya más cerca de nuestros tiempos, la inmigración europea, especialmente durante los siglos XIX y XX, agregó nuevos matices a este mosaico. Símbolos como la ceiba, traída por africanos y adoptada por muchas culturas, o el mate, que fusiona raíces indígenas y europeas, se han convertido en elementos cotidianos que reflejan la convivencia de tradiciones diversas. Las comunidades asiáticas, principalmente de China y Japón, contribuyeron con símbolos como el dragón y el bonsái, que incorporan valores de armonía, perseverancia y respeto por la naturaleza. Un LÍDER que respete y entienda estos símbolos puede generar vínculos más sólidos con las comunidades y fortalecer la identidad colectiva.

También la historia de América Latina está marcada por luchas sociales y económicas comunes relacionadas con la equidad, la igualdad de oportunidades y el acceso a la educación y la salud. Figuras históricas como Simón Bolívar y José de San Martín no solo lideraron batallas, sino que simbolizaron la independencia y la libertad, creando un sentido de identidad nacional y colectiva. La creación de banderas e himnos nacionales, por ejemplo, no solo unificaron a las comunidades, sino que también proporcionaron esperanza y resiliencia frente a desafíos colectivos y crisis sociales. Así fue como actuaron poderosos mecanismos sociales y emocionales que cohesionaron, movilizaron y transformaron a las comunidades originarias de América Latina. En conjunto, ellos actuaron como puentes entre la pasado, el presente y las aspiraciones colectivas, creando una cultura cuyo liderazgo fue moldeado por una fuerte herencia indígena, africana y europea.

A diferencia de otros contextos regionales, como Europa o Asia, donde el liderazgo tiende a basarse más en estructuras institucionales y principios racionales, América Latina se caracterizó por su fuerte conexión emocional y simbólica con las tradiciones y la naturaleza. Mientras que en Europa el LIDERAZGO procuró asegurar la defensa común y la gobernanza, y en Asia integró los esfuerzos por el respeto a la jerarquía y la sabiduría colectiva, en América Latina se fusionaron estos enfoques en símbolos comunitarios y raíces culturales profundas, como el sincretismo indígena-afrodescendiente, el simbolismo histórico de las luchas por la independencia y las inmigraciones provenientes del continente europeo.

Eso significa que el liderazgo político en América Latina es un fenómeno en constante evolución y con características propias, como consecuencia de la figura del caudillo, arraigado en la lucha por la supervivencia, la importancia de la familia, y la desconfianza con las instituciones. Su historia sigue escribiéndose, lo que refleja tanto su naturaleza cambiante como su potencial de transformación.

Pregunta de reflexión del líder

¿Qué símbolos históricos y culturales pueden unificar y enfrentar las desigualdades sociales, responder a las necesidades inmediatas y construir un legado de transformación que conecte el pasado con el futuro?

La naturaleza ética del Liderazgo

La naturaleza ética del liderazgo político se expresa en la capacidad de reflexión, sentir y actuar del líder según principios universales, guiado por el valor intrínseco de cada persona. La esencia ética del líder presupone que sus acciones se orientarán a comportamientos coherentes con la dignidad humana y en sintonía con el pleno desarrollo individual y colectivo.

La naturaleza ética no solo se nutre de leyes inmutables, sino de tensiones y dilemas que surgen del poder, la desconfianza e intereses individuales, que se potencian frente las necesidades humanas insatisfechas en contextos de adversidad. Un líder político es alguien capaz de percibir lo que siente el otro frente a los desafíos de la vida, y de generar un espacio de confianza donde las personas se sientan escuchadas y respaldadas. Su compromiso con los demás traducirse en una preocupación genuina, no solo en la gestión de recursos, sino en la construcción de vínculos sólidos. Además, debe acompañar tanto en los éxitos como en los errores y fracasos, asumiendo la responsabilidad de fortalecer a la comunidad en cada circunstancia. Su mayor preocupación ética incluye evitar el sufrimiento humano innecesario, tomando decisiones que no solo sean efectivas, sino también sensibles a la dignidad de las personas.

Un líder político no puede desligarse de su sentido ético sin perder legitimidad. Él sabe que si bien todos enfrentan la misma tormenta, lo hacen desde distintos barcos, y liderar implica comprender sin imponer. Su rol es ayudar a otros a ver lo que no ven y guiarlos en su transformación. El liderazgo, como una brújula, orienta el rumbo, acompaña la navegación pero no impone a donde ir.

Por lo tanto, el sentido ético es un sentimiento moral que se afirma en el interior de cada persona a partir de lo que sentimos al reflexionar y actuar. Todo es un proceso de adentro hacia afuera que si no surge del corazón carece de sentido. Esto confirma que no son las normas morales, mandatos y leyes que vienen desde fuera lo que se impone sobre cada persona. Es el “Sentido Ético” lo que se impone internamente y supera cualquier otro sentido tanto en el presente como en el futuro.

El liderazgo político se posiciona en el presente para explorar el vínculo entre el pasado, el presente y el futuro, reconociendo cómo cada etapa influye en la siguiente. Esto implica que las decisiones deben equilibrar la racionalidad y el respeto por los sentimientos y las necesidades de la comunidad. En este sentido, la libertad no es un destino final, sino un proceso en constante evolución, un compromiso permanente con la emancipación individual y la acción colectiva, donde el liderazgo actúa como catalizador del cambio y generador de nuevos horizontes.

Finalmente, la naturaleza ética del liderazgo político implica formar una conciencia capaz de distinguir lo justo, lo correcto, y la moralidad de sus acciones y las de los demás, según principios imparciales y universales. Este tipo de liderazgo promueve una sociedad pluralista. Sin embargo todo este proceso de aprendizaje culmina en un juicio que el líder deberá fundamentar porque si no lo hace, su legitimidad se debilitará afectando la confianza pública.

Pregunta de reflexión del líder

¿De qué manera puede un líder equilibrar la racionalidad y la emocionalidad para tomar decisiones éticamente responsables que fomenten el progreso social y comunitario, sin perder de vista las necesidades individuales y colectivas?

La política vista desde el Liderazgo

La política vista desde el liderazgo introduce una lógica diferente a la práctica política: pasar del control vertical a la colaboración horizontal, generar adhesión genuina en lugar de obediencia forzada, promover decisiones a partir del entendimiento colectivo en lugar del cálculo estratégico.

Ante la necesidad de construir consensos, movilizar desde la inspiración y generar sinergias, el liderazgo político adquiere legitimidad moral. Así, la política no se degrada en lucha por cargos, clientelismo o gestión sin propósito, sino que impulsa a los líderes a actuar de forma colaborativa con el propósito de generar confianza colectiva y mitigar la ocurrencia de liderazgos autoritarios con la consecuente falta de coherencia ética.

Sin embargo, para avanzar debemos definir ¿qué significa LIDERAR?:

¿Será asumir el desafío de modificar el sistema social al que pertenece como nos dice Rafael Echeverría?

¿Será comunicar a las personas su valía y potencial tan claramente que puedan llegar a verlo en ellas mismas como nos dice Stephen Covey?

¿Será un proceso de naturaleza colectiva e influencia recíproca, capaz de motivar y movilizar a otras personas hacia un objetivo común, y de encauzar emociones, creencias, valores y principios hacia metas superiores, como nos dice Mariano Barusso?

¿Será inspirar, movilizar y empoderar a una comunidad o grupo de personas para que sus miembros participen en el desarrollo de alternativas y soluciones a los problemas y desafíos que enfrentan, como afirmamos en este libro junto a otros autores que han tratado las cuestiones del liderazgo?

Lo más importante que tienen en común estos enfoques es que el liderazgo es una práctica profundamente relacional y transformadora, que se ejerce al servicio de un propósito colectivo. Todos coinciden en que el líder no busca el control, sino que impulsa el desarrollo de las personas y del sistema al que pertenece, movilizando valores, emociones y capacidades en torno a metas compartidas. Ya sea al inspirar el potencial individual, al facilitar consensos o al generar sinergias, el liderazgo siempre implica abrir posibilidades para que otros participen activamente en la construcción de una realidad mejor.

En base a lo expuesto, el LIDERAZGO es una elección, como afirmaba Stephen Covey, y su ámbito de actuación se extiende desde los límites de la biología del líder hasta los límites éticos y humanos que adopte, con el fin de asegurar el sentido de la vida y abrir nuevas posibilidades para la existencia humana.

Desde esta perspectiva, sostenemos la idea de una sociedad compuesta por una multiplicidad de líderes, similar a una rueda en constante rotación, donde el LIDERAZGO se transmite de una persona a otra según las circunstancias, el carácter, y la personalidad de cada líder. Esta visión nos lleva a imaginar al líder político como un facilitador, un artista y un profesional con vocación, comprometido en los desafíos colectivos de su comunidad, contribuyendo activamente a la construcción de soluciones y un futuro más desafiante y equitativo para todos.

2 Extraído de “La naturaleza del liderazgo” (1998) Franklin Covey Co.

Sección 1.2.

Atributos del Líder Político

“Liderar es hacer que las personas ordinarias hagan cosas extraordinarias”.

Peter Drucker

La lógica del LIDERAZGO se estructura alrededor de un lenguaje y una gramática que acuerda el significado de las palabras. Usaremos la palabra LIDERAZGO en mayúscula, tal como hemos dicho anteriormente, para referirnos al líder que inspira, moviliza y empodera a una comunidad política, social, económica o educativa, entre tantas otras, para que sus miembros participen en el desarrollo de alternativas y soluciones a los problemas y desafíos que enfrentan.

En esta sección abordaremos parte de ese lenguaje y su gramática empezando por Legitimidad, Autoridad, Influencia y Poder, combinados con las acciones de movilizar, consensuar, y delegar

La pretensión del Liderazgo Político

“En los techos de la Galería de los Uffizi en Florencia, donde están pintados los oficios, la Política se encuentra entre la Medicina y la Música. Ese conjunto pictórico puede ser interpretado del siguiente modo: la Política requiere que quien la practique sepa diagnosticar, como hacen los médicos antes de recetar un tratamiento; pero en la Política ese tratamiento que, por lo general, versa sobre lo social, requiere de la armonía y ritmo, tal como lo logra la música y ejecuta el músico. Así, puede decirse, por analogía, que saber diagnosticar y actuar de forma armónica y rítmica sobre la realidad hacen a la esencia de un gran Líder”.3

La analogía presentada por el Dr. Arlotti nos sugiere que al igual que la medicina y la música, quien es electo para asumir una función pública o quien es designado para cubrir cualquier función en los ámbitos antes mencionados, requiere de habilidades específicas: el diagnóstico preciso, como lo hacen los médicos, y la armonía y ritmo de los músicos para dirigir la orquesta.

Moraleja: un LÍDER que pretende asumir una función pública debe poder analizar y entender los problemas para luego actuar de manera equilibrada y coherente con las personas que ejecutarán la pieza maestra. Esta combinación de diagnóstico y ejecución define la esencia de un líder político.

Desde una perspectiva más general, el líder requiere de habilidades especiales para influir y movilizar a un colectivo de personas en el logro de objetivos comunes4. Ahora bien, si la política busca superar desafíos y cumplir promesas desde una perspectiva ética (Aristóteles, 2005), o conciliar intereses divergentes (Crick, 2001), el liderazgo político es el más exigente de todos los tipos y estilos de liderazgo ya que su compromiso es conectar con el sentido que habita en cada persona para inspirar el espíritu de asociación.

Dentro de ese espacio de asociación, el LIDERAZGO actúa como potencia de origen y límite. Como potencia de origen asegura la conservación y la convivencia pacífica en las diferencias (Arendt, 2005); como límite, fija un espacio de legitimidad en donde los LÍDERES tienen el rol de formular su visión y ejecutarla (Budge, 1970).

Decía Henry Kissinger respecto del Liderazgo: “En cualquier sociedad con independencia de su sistema político, el liderazgo es indispensable: hay que tomar decisiones, ganarse la confianza, mantener las promesas, proponer una forma de avanzar. Esto es válido también para otras instituciones humanas, porque se necesita liderazgo para ayudar a las personas a ir desde donde están a donde nunca han estado, y a veces a donde apenas imaginan que pueden llegar. Sin liderazgo las instituciones pierden el rumbo y las naciones se exponen a una irrelevancia cada vez mayor y en última instancia al desastre (Kissinger, 2023).

La excelencia que debe distinguir al liderazgo político hizo que su estudio evolucionara pasando del culto a grandes figuras que transcendieron cada época, al aprendizaje de cómo influir sobre una comunidad para que sus miembros se movilicen y enfrenten situaciones cada vez más complejas e inciertas (Avolio, 1991, 2002), (Bass, 1990,1993,1999), (Burns, Leadership, 1978, 2003), (Camps, 2005), (Kouzas, Posner, 2002).

Podríamos remontarnos a la Grecia antigua para encontrar rastros de LÍDERES destacados. Uno de ellos fue el caso de Pericles quien durante la guerra del Peloponeso pronunció el célebre discurso funerario en honor de los muertos en la guerra. Sus palabras, dichas desde la legitimidad y autoridad moral de quién había arriesgado su vida, inspiraron a los ciudadanos atenienses para que se movilicen y asuman el deber de defenderse por el bien común de su patria (Strassler, 1996).

El liderazgo de Pericles movilizó a su pueblo. Su discurso desde la emocionalidad y la autoridad moral del líder que había luchado junto a quienes yacían en el campo de batalla, inspiró el respeto y admiración de las personas reunidas en Atenas.

En el contexto actual ese discurso encontraría algunas resistencias: ¿Quién era Pericles para pedir más sacrificios y decidir el futuro de los atenienses? ¿En qué medida era legítima su autoridad política más allá del campo de batalla? Estas son algunas de las preguntas que nos hacemos y que hemos tomado prestadas del libro de Richard Couto y que son tan actuales como las circunstancias que atravesaron otras comunidades a lo largo de la historia de la humanidad (Couto, 2010).

Nuestra respuesta a ambas preguntas es que más allá de su influencia en la vida política y cultural de Atenas, Pericles era una autoridad moral para los atenienses debido a sus constantes demostraciones de coraje y liderazgo personal en el campo de batalla. Esa autoridad moral agrandó su autoridad formal y permitió que el pueblo le extendiera su confianza y se movilizara hacia un propósito que no estaba dirigido a ningún bien particular sino al bien común de todos.

Pericles lo decía de este modo:

“Somos los únicos que movidos no por un cálculo de conveniencia sino por nuestra fe en la libertad, no vacilamos en prestar nuestra ayuda a nuestros conciudadanos”.

Aquí se evidenciaron los valores éticos y morales que impulsaron a los atenienses en la construcción de lazos comunes entre los ciudadanos de Atenas. Existen muchos otros ejemplos contemporáneos como la resistencia pacífica contra el imperio británico de Mahatma Gandhi quien logró que miles de compatriotas aceptaran “como soldados disciplinados” la práctica de la no-violencia como medio para alcanzar la liberación nacional (Gandhi, 1942).

Stephen Covey (2005) lo vio del mismo modo y en su libro “El 8° Hábito” colocó a la autoridad moral por sobre la autoridad formal e informal. Él quería transmitir que sin autoridad moral, el liderazgo no perdura ni tampoco los valores, éticos y morales que sustentan las instituciones. La lectura del discurso funerario de Pericles nos obliga a repensar la relación del liderazgo y el poder ya que de nada sirve intentar cambiar las creencias y conductas de las personas si no son ellas mismas quienes aceptan transformarlas.

La posibilidad de que el ciudadano se empodere dentro de un sistema de valores y creencias compartidas aumenta la efectividad el liderazgo político, reforzando el uso del poder con otros en lugar del poder sobre otros. Con esto queremos decir que el ejercicio legítimo del LIDERAZGO trata al poder como una opción válida siempre y cuando el líder lo sostenga desde los principios y valores reconocidos por el resto de la comunidad.

Pregunta de reflexión del líder

¿Estoy combinando adecuadamente la capacidad de diagnosticar problemas con la habilidad para ejecutar soluciones de manera armoniosa, y estoy promoviendo un liderazgo basado en principios éticos y en la autoridad moral, o mi enfoque se está basando demasiado en la autoridad formal y en la ejecución sin tener en cuenta la construcción de consensos y valores compartidos?

La legitimidad del líder

La diferencia entre el liderazgo de una corporación y la función pública es el origen de su legitimidad, la cual, según Max Weber (1921), tiene tres fundamentos: la legitimidad dada por un ordenamiento legal, la legitimidad dada por una tradición y la legitimidad dada por cualidades extraordinarias del líder.

Los ejemplos de esta trilogía abundan, pero la legitimidad basada en el carisma personal es quizás la faceta más seductora de los LÍDERES, en la medida en que sea valorada y reconocida por sus seguidores. En términos generales, puede decirse que la legitimidad constituye uno de los ejes conceptuales más importantes del liderazgo político, ya que está asociada a la dominación legítima, que implica tanto la coacción legal como el consenso social.

La democracia, según Sartori (1987), es ante todo un principio de legitimidad, ya que busca alcanzar el consenso para la solución de conflictos y el establecimiento de normas complementarias. Los valores democráticos actúan como semáforos que otorgan legitimidad social. Esto significa que los líderes políticos si bien siguen los valores y normas democráticas, no lo hacen por temor a ser castigados, sino porque reconocen y respetan la importancia de sus acciones respecto de los lazos de convivencia.

La capacidad del líder político para generar y mantener consensos implica habilidades de comunicación, empatía, reconocimiento a l diversidad y una comprensión profunda de las dinámicas sociales y políticas.

Sin embargo, son los principios y valores compartidos, los que proporcionan la base de justificación de dicha legitimidad, que, aunque no resuelvan todas las cuestiones pendientes, permiten a los miembros de una comunidad actuar en un marco del sentido común. Entonces, la única forma de llegar a esa base de legitimidad del LIDERAZGO es el aval de la comunidad a los principios y valores que han hecho suyos y que esperan ser reconocidos. La idea subyacente es que la comunidad incorpore ese conjunto de principios y valores y los adopten. De alguna manera, ellos constituyen un gran bien público (Rawls, 2004).

De todas formas, sigue pendiente la respuesta a una pregunta esencial: ¿Cómo pueden esos principios y valores tener más peso que cualquier otro conjunto que pueden rivalizar con ellos?

Stephen Covey responde respecto de los principios asignándoles su característica de universalidad, atemporalidad y evidencia para justificar la adhesión a los mismos, mientras que John Rawls responde a esta pregunta en el marco de su libro “La justicia con equidad”, en el cual afirma que los valores seleccionados pueden aceptarse porque sería difícil invalidarlos, ya que en su mayoría gobiernan la vida social y la misma existencia humana (Rawls, 2004).

Esto no quiere decir que los principios y valores aquí seleccionados sean exclusivos del LIDERAZGO ya que otros principios y valores pueden ser legítimamente aceptados siempre y cuando exista libertad de elección y conciencia. Lo importante no es entonces la elección de principios y valores, sino su adopción consciente y comprometida. Adoptar principios implica un proceso más profundo que elegir; es un compromiso que involucra un razonamiento que guía las consecuencias de nuestras acciones. Los principios son reglas que orientan nuestras decisiones y aseguran que nuestras acciones tengan coherencia, mientras que los valores, por otro lado, fijan nuestras prioridades y lo que realmente apreciamos.

Para ser un líder efectivo, adoptar principios no solo significa definir lo que es correcto, sino comprometerse con las consecuencias de vivir de acuerdo con esos principios. Esto tiene un impacto directo en las conductas de uno mismo y de los demás, y contribuye a la creación de cambios sostenibles. Como decía Robert Nozick, “he adoptado el principio de no tomar alcohol cuando me siento a escribir”, un principio que no solo regula una acción puntual, sino que también refleja un valor más profundo, como la integridad del escritor hacia sus lectores.

En resumen, la legitimidad del líder político es el reconocimiento del orden social y su estabilidad depende de la capacidad general para alcanzar consensos. Estos consensos se construyen a través del diálogo y la negociación, pero también dependen de la aceptación del líder para mantener la cohesión y el funcionamiento armonioso de la sociedad.

Pregunta de reflexión del líder

¿Estoy basando mi liderazgo en principios y valores que gozan de aceptación y reconocimiento general en mi comunidad, y estoy comprometido con el diálogo y la negociación para mantener y fortalecer esta legitimidad, o estoy dependiente de formas de legitimidad que podrían no ser sostenibles o que podrían no alinearse con los valores compartidos por mis seguidores?

Autoridad

Los conceptos de autoridad y liderazgo suelen entrelazarse y confundirse, ya que ambos están asociados con el cumplimiento de compromisos y expectativas. Sin embargo, la autoridad se basa en el poder o derecho de dar órdenes y esperar su cumplimiento cuando se manifiesta de manera formal (a través de jerarquías establecidas y normas organizacionales) o desde la influencia personal cuando se ejerce a través de la experiencia, carisma o conocimiento. Así, el liderazgo va más allá de cumplir órdenes, ya que implica la capacidad de inspirar, guiar y motivar a otros, y, a veces, cuestionar lo establecido. Un líder no es alguien que simplemente hace lo que se le pide, sino alguien que tiene la capacidad de actuar de manera distinta cuando las circunstancias lo exijan. De ahí la importancia de adoptar principios sólidos, adaptarse a situaciones cambiantes y, cuando sea necesario, desafiar las normas para obtener resultados que beneficien al colectivo.

Ronald Heifetz cuestionó los fundamentos del concepto de autoridad para el Liderazgo, señalando que no se trataba de satisfacer o superar las expectativas de quienes habían conferido autoridad formal o informal al líder. Por el contrario, argumentaba que, en muchas ocasiones, el líder debía cuestionar esas expectativas e incluso, en algunos casos, decepcionar a aquellos que confiaban en su autoridad (Heifetz, 2012).

Esto es así porque los líderes muchas veces deben defender decisiones de su equipos o seguidores, e incluso tolerar errores, aunque la comunidad y otras autoridades le requieran mayor eficacia y control.