Psicología positiva contemplativa - Ausiàs Cebolla - E-Book

Psicología positiva contemplativa E-Book

Ausiàs Cebolla

0,0
6,99 €

oder
-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

Dos de los movimientos más interesantes surgidos a finales del siglo pasado en el ámbito científico de la felicidad son el de las ciencias contemplativas (incluyendo bajo esta etiqueta mindfulness y compasión) y el de la psicología positiva. Aun así, apenas se han desarrollado puentes entre ambos movimientos. Este libro es la primera aproximación rigurosa entre las ciencias contemplativas y la psicología positiva. Fundamentado en el Programa de Entrenamiento en Bienestar basado en prácticas Contemplativas (EBC) ahonda en la posibilidad de entrenar habilidades que funcionan como causas del bienestar humano: la detección y mantenimiento de emociones positivas, la recuperación funcional ante emociones difíciles, la gestión de la atención y el aumento del altruismo y la compasión. La felicidad humana es susceptible de aumentar mediante el entrenamiento mental/conductual adecuado sustentado en acciones virtuosas. Los autores se apoyan en decenas de investigaciones relativas al campo de las ciencias contemplativas y la psicología positiva.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB

Veröffentlichungsjahr: 2020

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Ausiàs Cebolla y David Alvear

Psicología positiva contemplativa

Fundamentos para un entrenamiento en bienestar basado en prácticas contemplativas (EBC)

Prólogo de Javier García Campayo

© 2019 by Ausiàs Cebolla y David Alvear

© del prólogo: Javier García Campayo

© de la edición en castellano:

2019 by Editorial Kairós, S.A.

Numancia 117-121, 08029 Barcelona, España

www.editorialkairos.com

Composición: Pablo Barrio

Diseño cubierta: Katrien Van Steen

Primera edición papel: Octubre 2019

Primera edición digital: Febrero 2020

ISBN papel: 978-84-9988-712-8

ISBN epub: 978-84-9988-770-8

ISBN kindle: 978-84-9988-771-5

Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita algún fragmento de esta obra.

Ausiàs Cebolla

A la meua mini sangha, Pau, Júlia i Carmina

David Alvear

Lore, Olatz eta Ramarentzat, nire itsasargi kutunenak, maitasunez

Sumario

PrólogoAgradecimientosIntroducción1. Psicología positiva contemplativa: un encuentro entre dos tradiciones2. ¿Qué es estar bien?3. El cultivo de la virtud como eje del bienestar4. Entrenamiento en bienestar basado en prácticas contemplativas (EBC)5. El cultivo de la atención: mindfulness6. Surfeando las emociones positivas7. Recuperarnos de la adversidad: ¿cómo se regulan las emociones negativas?8. El corazón de la psicología positiva contemplativa: la compasión9. ¿Por qué no trabajamos en equipo? Las partes internas de la mente y el cultivo de la parte interna compasiva10. ConclusionesBibliografía y notas

Prólogo

Tuve la suerte de conocer a Ausiàs Cebolla en 2011, en Teruel, en un congreso de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática que yo organizaba y al que le invité para coordinar una mesa sobre mindfulness. En el ámbito de la psiquiatría era la primera vez que el mindfulness entraba como una disciplina de pleno derecho. Me impresionaron su juventud, su gran conocimiento sobre mindfulness (leyó la primera tesis en español sobre el tema), su cercanía y su afán de aprendizaje continuo. Desde entonces, nuestra relación ha sido continua e intensa: hemos publicado múltiples artículos y dos libros tipo manual –uno sobre mindfulness y otro sobre compasión–, con dos buenos amigos y expertos «mindfulneros» como Marcelo Demarzo y Joaquim Soler.

Durante estos años, con mucha admiración le he visto crecer a nivel científico y docente. También, he sido testigo de cómo ha ido evolucionando desde la ciencia más pura hacia las tradiciones contemplativas para intentar extraer, mediante el tamiz de la investigación, todo lo que estas sabidurías milenarias tienen para ofrecer a la humanidad. Este fascinante viaje de ida vuelta, desde la ciencia a la tradición contemplativa, en el que muchos investigadores como los autores y yo mismo estamos implicados, confío en que marcará los albores del siglo XXI.

En cuanto a David Alvear, aunque nos hemos encontrado menos que con Ausiàs en nuestros devenires profesionales, hace años que coincidimos en el Máster de Mindfulness de la Universidad de Zaragoza que dirijo, porque David es uno de los mayores expertos de habla hispana en psicología positiva. Formado en Baraka Instituto de Psicología, David pudo asimilar los fundamentos contemplativos desde el inicio de su carrera profesional.

Estaba claro que este tándem era un equipo ganador y así nos lo muestran en este libro. Su modelo se apoya en el del prestigioso neurocientífico norteamericano Richard Davidson, quien basa la felicidad en cuatro actividades: 1. Mindfulness. 2. Alargar las emociones positivas. 3. Resiliencia o regulación rápida de emociones negativas. 4. Generosidad o conducta prosocial. Los autores han añadido un quinto pilar: la perspectiva multidimensional del yo.

En la primera parte del libro, se reflexiona sobre las tradiciones contemplativas abundando en el concepto que ellos han acuñado de «psicología positiva contemplativa» y al que auguramos un buen futuro. Posteriormente, debaten sobre el bienestar psicológico/felicidad para comprender mejor su esencia y sus causas. Y, sobre esta base, defienden la acción virtuosa como un elemento clave de la felicidad. Quiero resaltar que, de esta forma, dan respuesta a una de las críticas más demoledoras que se ha hecho al mindfulness desde el movimiento McMindfulness: el olvido de los aspectos éticos al descontextualizarse de las tradiciones contemplativas de las que provienen. Los autores dan un salto más y conectan la acción virtuosa con el bienestar psicológico desde una perspectiva no ética sino científica.

Sentadas las bases teóricas, en la segunda parte del libro se desarrolla una justificación general del protocolo y de cada uno de los cinco componentes, que constituye una sabia mezcla de diferentes herramientas psicológicas sobre la base del modelo de Davidson, que ellos han desarrollado ampliamente gracias a su profunda formación psicológica y meditativa. Como ellos reconocen, el libro es más teórico que práctico, porque quieren desarrollar las bases científicas de la psicología positiva contemplativa; sin embargo, ofrecen a los lectores la posibilidad de realizar prácticas, gracias a un link en el que se muestran ejemplos de cada uno de los pilares de modelo. Influenciados por la tradición budista, reflexionan sobre el protocolo usando la alegoría de enemigos lejanos y cercanos, una forma de diferenciar lo que quieren conseguir con otros objetivos que parecen similares, pero que no lo son.

Si el perfil de los autores y los contenidos del libro os parecen poca razón para leerlo, añado los tres aspectos más destacados de este texto, bajo mi humilde perspectiva:

Es el primer libro escrito en español por autores españoles sobre temas contemplativos desde una perspectiva científica. Sigue la línea de otros libros anglosajones seminales como Advances in Contemplative Psychotherapy y los trabajos de la Universidad de Nalanda. Puedo asegurar que con esto se abre un nuevo paradigma de terapia y de práctica.Es el primer protocolo terapéutico contemplativo de amplio espectro a nivel mundial, ya que no incluye solo compasión, como ocurre con otros modelos. Mezcla mindfulness, compasión, psicología positiva y otras técnicas, siempre desde la perspectiva contemplativa.Al ser un protocolo basado sobre todo en técnicas meditativas generativas (aunque incluye algún componente atencional y deconstructivo), profundiza en aspectos no abordados habitualmente, como es la imaginería, una habilidad que incrementa la eficacia de estas técnicas generativas.

Todo esto lo hacen de una forma práctica y desde una perspectiva científica, ya que están involucrados en varios proyectos de investigación, que evaluarán la eficacia del protocolo en diferentes entornos.

Por último, pero no menos importante, han sabido huir de la tendencia anglosajona de protocolizar, generar un copyright y desarrollar un caro programa de formación, compartiendo con generosidad todo lo que han aprendido, como siempre ha sido la norma en las tradiciones contemplativas. En suma, nos encontramos ante una pequeña obra maestra. Disfrutadla con el respeto y la admiración que merece.

JAVIER GARCÍA CAMPAYO

Catedrático acreditado de Psiquiatría.

Director del Máster de Mindfulness. Universidad de Zaragoza

Agradecimientos

A Lama Rinchen Gyaltsen, Bhikkhu Analayo y Matthieu Ricard, por sus maravillosas enseñanzas, y a todos los autores, maestros y científicos, cuyo trabajo y conocimiento nos han ayudado a desarrollar este proyecto.

A los participantes de los grupos de EBC por haber confiado en nosotros, a los participantes en los grupos de Kontenpla Instituto de Psicología y Ciencias Contemplativas, al centro Elephant Plena, a los guerreros compasivos y al grupo de investigación Labpsitec.

A todos los que de alguna manera han colaborado en la gestación y desarrollo de EBC y de este libro.

Introducción

Este libro que el lector tiene en sus manos es muy importante para nosotros, ya que supone un primer paso para divulgar un proyecto al que hemos dedicado muchos años de reflexión y práctica para sentar las bases conceptuales de lo que hemos llamado «psicología positiva contemplativa». Un puente o espacio de diálogo entre la psicología positiva y las ciencias contemplativas, que tiene una potencial aplicación a través del entrenamiento para alcanzar un bienestar basado en prácticas contemplativas (EBC).

La felicidad y su estudio son un área de trabajo apasionante que han (pre-)ocupado a la humanidad desde hace milenios. Es más que probable que alguna vez nos hayamos preguntado qué es la felicidad y cómo lograrla. También es probable que muchos tengamos nuestra propia definición de felicidad, algo intransferible y muy íntimo, que tiene que ver con aquello que estaba presente en los momentos más felices de la vida.

La psicología positiva lleva décadas investigando la felicidad y diseñando y contrastando estrategias para aumentarla; en este sentido, creemos que las tradiciones contemplativas también tienen mucho que aportar al conocimiento científico en esta área.

En definitiva, consideramos que queda espacio para nuevas y tradicionales formas de entender el bienestar, así como para el desarrollo de las herramientas para su entrenamiento, si se logran unir los últimos avances científicos con los conocimientos transmitidos desde hace milenios en las tradiciones contemplativas.

Asimismo, creemos que este proyecto a dos manos tiene unos orígenes que pueden ser de interés para el lector, por eso, a continuación, daremos la visión personal de cada uno de los autores.

¿Por qué este proyecto?

Ausiàs Cebolla

Conocí a David Alvear en el año 2008, cuando me invitaron a participar en la formación que recién iniciaba en Baraka, el centro de psicoterapia y meditación dirigido por Fernando Rodríguez en Donostia/San Sebastián (Euskadi/País Vasco, España). Yo me acababa de doctorar con una tesis sobre terapia cognitiva basada en el mindfulness, dirigida por la profesora M.ª Teresa Miró, de la Universidad de La Laguna (Tenerife, España). Recuerdo perfectamente mi sensación de asombro al saber que personas completamente desconocidas para mí se hubieran leído mi tesis e incluso les hubiera gustado. Cuando llegué a Baraka, vi enseguida que me iba a sentir muy cómodo, tanto por la calidez del centro, y la luz que tenía, como por las vistas al museo de San Telmo, excavado en la roca.

Enseguida, David y yo encontramos puntos de contacto y surgió una relación de amistad y colaboración que fue creciendo con el tiempo. Desde hace años, ambos somos meditadores e instructores de mindfulness, y mostramos avidez por leer, conocer y profundizar sin complejos en todas las áreas del conocimiento. Coincidimos en que el mindfulness era una herramienta de transformación humana de un calado enorme, y que bien llevado podía ser el inicio de un profundo cambio tanto a nivel individual como colectivo, pero también casi a la vez fuimos siendo conscientes de la necesidad de dar un paso más. Había personas a las que no les llegaba el mindfulness y otras que, tras terminar un entrenamiento en mindfulness, optaban por no continuar con la práctica. En resumen, el mindfulness necesitaba ampliar miras.

Este movimiento fue paralelo a un resurgir entre los divulgadores del mindfulness de la necesidad de incorporar la ética en la práctica, tal y como se plantea dentro de las tradiciones contemplativas. Me rondaban en la cabeza preguntas como: ¿para qué medito?, ¿cómo convenzo a alguien de que inicie este camino?, ¿realmente es sostenible una práctica solo centrada en mi propio bienestar?, sin que lograra obtener una respuesta que me convenciera.

Por otra parte, diferentes aspectos y sucesos puntuales han sido claves para entender la aparición de este proyecto. Un ejemplo ha sido ver cómo, con los años, el mindfulness se iba convirtiendo en una marca comercial, mientras surgían a nuestro alrededor, por un lado, procesos de mercantilización del mindfulness, o como se ha llamado algunas veces McMindfulness, junto a larguísimos procesos de formación con instructores costosísimos y con copyright, y, por otro lado, carteles en farolas anunciando el mindfulness para todo tipo de objetivos, rebajando su estatus a los niveles de una pseudoterapia. Además, la decepción también llegaba al encontrar a personas con mucha experiencia meditativa que no tenían una conducta ética acorde con las horas de práctica.

Otro hecho, que explica la aparición de este proyecto y de este libro, fue conocer al lama Rinchen Gyaltsen, maestro tibetano del linaje Sakya y director de un monasterio en Pedreguer (Alacant/Alicante, España). La primera vez que asistí a una de sus enseñanzas fui invitado por mis amigos Jorge Moltó y Rosa Martínez de la escuela de mindfulness Elephant Plena de Valencia. En ese foro, el lama Rinchen explicó la compasión de una manera que me sobrecogió, también dijo algo que me transformó: «El mindfulness no puede ser transformador si no va a la raíz del sufrimiento, la ignorancia primaria, el egocentrismo». En ese momento, entendí que mi práctica tenía que cambiar en cuanto a la intención. Por fin, podía contestar las preguntas que rondaban mi mente. Además, ese aspecto no estaba incluido en ningún protocolo secular de mindfulness, solo faltaba encontrar modelos psicológicos que lo avalasen y acercarlo a las personas que, como nosotros, lo pudieran necesitar.

Conversando con David sobre las ideas que me preocupaban, ambos coincidimos en la necesidad de explorar nuevas vías conceptuales y prácticas para renovar el interés en la meditación. Además, la psicología positiva tenía mucho que aportar en ese sentido y era una pena que apenas hubiera puentes que unieran ambas disciplinas. En esta área, David Alvear es un experto.

El otro hito clave fue la publicación en el año 2015 de un capítulo del libro La neurociencia de la felicidad, escrito por el neurocientífico Richard Davidson de la Universidad de Madison (EE. UU.) y director del laboratorio para el estudio de una mente sana (Center for Healthy Minds). En ese texto, Davidson publicaba una revisión teórica fascinante en la que reducía a cuatro las habilidades que mostraban las personas que puntúan alto en bienestar psicológico. Gran parte de nuestro libro habla acerca del desarrollo de esas cuatro habilidades, ya que fueron la pieza que faltaba para lograr el diseño de un entrenamiento.

Estos aspectos hicieron que nos planteáramos la necesidad de investigar y volver la vista al dharma, y desarrollar un programa de intervención que cubriera nuestros objetivos. Tras varios años de trabajo, diseñamos el entrenamiento en bienestar basado en prácticas contemplativas (EBC) y llamamos psicología positiva contemplativa al espacio de confluencia entre las ciencias contemplativas y la psicología positiva.

Confío en que este libro sirva para transmitir el modelo de trabajo que tenemos en mente, y que pueda ser útil para el lector que quiera desarrollar su bienestar y el de todos los seres, así como hacer del mundo un lugar mejor para todos.

David Alvear

Considero a Ausiàs más que un amigo, lo catalogaría como un compañero del dharma. Nos conocimos en el 2008, cuando en la formación de instructores en mindfulness que codirigía en Baraka Instituto de Psicología, quisimos traer a los mejores docentes del Estado. Por aquel entonces, Ausiàs acababa de defender (en 2007) la primera tesis doctoral en castellano sobre mindfulness.Como a Fernando Rodríguez, presidente de Baraka, y a mí nos fascinó el trabajo, no dudamos en llamarlo y vino encantado.

Recuerdo perfectamente, cuando fui a buscarle al aeropuerto, la primera conversación que tuvimos; fue para mí casi como una revelación: un chaval joven (apenas un año mayor que yo) con el que podía compartir, debatir y criticar todos los temas relativos a la ciencia de la meditación. Era una gozada ver cómo enlazábamos conversaciones sobre temas tan diversos como la medición psicométrica del mindfulness, la integración del budismo en Occidente, o la utilización de la electroencefalografía para la medición de la asimetría funcional en el córtex prefrontal en el estudio de la depresión. Fue mágico, no estaba acostumbrado a que a alguien le interesase y tuviese tanto conocimiento sobre temas tan outsiders y específicos.

Desde aquel día, nuestra amistad se ha ido forjando alrededor de las prácticas contemplativas y la rigurosidad científica. Vivimos alejados el uno del otro, pero ello no es óbice para que el contacto sea constante. También, hemos vivido desde dentro los dos movimientos: el del mindfulness y el de la psicología positiva, siempre con un espíritu crítico, pero sabiendo discernir todo lo bueno que han aportado, tanto a la psicología científica como al bienestar humano.

Hace tres años llegó un momento en el que nos pareció que, por un lado, ambos habíamos madurado tanto en conocimientos científicos como en la práctica profesional y meditativa, y que, por otro, la ciencia del mindfulness necesitaba un abordaje diferencial al existente. En relación con la práctica meditativa personal, se necesitaba ahondar, o quizás crear un modelo que permitiese sostener un equilibrio entre la indagación (sabiduría) y el cultivo del corazón (compasión) integrado en la propia práctica y, lo que es más importante, en la vida.

Esto nos hizo ver que, si bien la práctica de la meditación vipassana había sido la fuente de inspiración budista por excelencia en el movimiento mindfulness, quizás el budismo tibetano, a través del pāramitāyana, tendría algo que decir en esta segunda oleada del mindfulness y las ciencias contemplativas, más centradas en la compasión, la ética y la conducta prosocial. Por lo tanto, decidimos dar un paso más allá y diseñar un entrenamiento fundamentado en los últimos avances de las ciencias contemplativas, que fuera riguroso y de calidad, así como que se basase en el cultivo de una conducta virtuosa.

Han sido tres preciosos años de trabajo y aprendizaje, junto a una persona excepcional. El entrenamiento EBC lo hemos cocinado a fuego lento, con cariño y de manera artesanal. Muy lejos de los prototipos mercantilistas de «programa + libro + copyright». Deseo de corazón que esta pequeña aportación en formato de libro sirva a otros seres para ser más felices y sufrir menos.

Aspectos que se deben tener en cuenta para la lectura de este libro

Este libro es básicamente teórico, aunque en algunos capítulos se proponen ejercicios; por eso, recomendamos al lector que haga los ejercicios y no se quede en un trabajo meramente intelectual.

Además, se acompaña con una página web desde la que se pueden descargar audios de meditaciones (http://programaebc.com/recursos) tanto en castellano como en valencià/català, correspondientes al contenido teórico expresado en los capítulos que van del 4 al 9. Algunas de esas meditaciones son adaptaciones realizadas a partir de las enseñanzas del lama Rinchen Gyaltsen. Por otra parte, este libro no puede ser utilizado para llevar a cabo entrenamientos que se llamen EBC, ya que no se explica el diario de sesiones, ni las instrucciones básicas que se dan en cada sesión.

Al ser dos los autores del libro, cuando hacemos comentarios personales aparece nuestra inicial entre paréntesis para indicar cuál de los dos se refiere a ese hecho: (D) David o (A) Ausiàs.

A lo largo del texto, utilizaremos conceptos muy similares cuya delimitación requiere de un trabajo teórico, que no atañe a los objetivos de este libro. Por ejemplo, los conceptos «felicidad» y «bienestar psicológico» son muy similares, y aunque bienestar psicológico es más concreto (incluye aspectos evaluativos, afectivos y sentido/propósito en la vida) y académico, hemos decidido utilizarlos como sinónimos, con ánimo de facilitar la lectura.

Este libro no es budista, ni es específicamente para budistas, aunque entendemos que al hacer continuas referencias a la tradición budista, algunos lectores puedan dudar de lo que tienen entre manos. Por lo tanto, nos gustaría aclarar nuestra posición: el budismo es una apasionante herramienta de profundización y aprendizaje sobre la mente humana, y lo hemos utilizado como espacio inspirador, lo cual no quiere decir que lo que pretendemos hacer con el entrenamiento sea budista.

La psicología positiva contemplativa y el programa EBC tienen una base secular y científica que está inspirada en la sabiduría contemplativa budista y en otras tradiciones contemplativas.

Descripción de los capítulos

El libro se puede dividir en dos partes: en la primera (capítulos 1, 2 y 3) se presentan los fundamentos teóricos, los modelos psicológicos y los fundamentos del modelo; en la segunda parte (capítulos 4, 5, 6, 7, 8 y 9) hablamos de aspectos más prácticos sobre el entrenamiento EBC, y se describen los cinco módulos que lo conforman.

En el capítulo 1, planteamos el contexto histórico en el que se enmarcan la psicología positiva y las ciencias contemplativas, así como el espacio híbrido llamado psicología positiva contemplativa, lugar de confluencia en el que surge el programa EBC.

Posteriormente, en el capítulo 2, se profundiza sobre el concepto de «bienestar», y en cómo se plantea desde la psicología positiva contemplativa, incidiendo en aquellos modelos cuyo foco está en la transformación del ego, y no tanto en aspectos evaluativos o hedónicos. Además, proponemos cómo alcanzar el bienestar a través de la meditación y las prácticas contemplativas.

En el capítulo 3, damos un paso más y presentamos el concepto de «acción virtuosa» y su conexión con el bienestar, presentando sistematizaciones tanto de las sabidurías clásicas, como de modelos más académicos. En el capítulo 4, mostramos una propuesta de entrenamiento, que nace a partir de los modelos psicológicos planteados en los capítulos anteriores, y que pretende implementar este espacio de psicología positiva contemplativa en forma de método de transformación.

Posteriormente, se explican cada uno de los módulos que conforman el programa de entrenamiento, empezando por el mindfulness (capítulo 5), el sostén de las emociones positivas (capítulo 6), la resiliencia y el acortamiento de las emociones negativas (capítulo 7), la conducta prosocial, el altruismo y la compasión (capítulo 8).

Finalmente, se explica el quinto constituyente, referido a la multiplicidad del self (capítulo 9), y cerramos el libro con las conclusiones sobre todo el modelo expuesto y los posibles espacios de confusión.

1. Psicología positiva contemplativa: un encuentro entre dos tradiciones

La felicidad está mucho más cerca de la sabiduría que de la razón.

FRANCISCO VARELA

La búsqueda de la felicidad y la reducción del sufrimiento han sido deseados por la humanidad a lo largo de la historia. Las áreas del conocimiento que se han dedicado a su investigación han sido variadas, desde la religión, hasta la filosofía, el arte, y la última en sumarse ha sido la psicología.

Tradicionalmente, la psicología occidental apenas ha entrado en este tipo de debates, priorizando la observación del sufrimiento humano en sus múltiples formas. Los modelos de funcionamiento de la mente humana desarrollados por la psicología han sido construidos, en muchos casos, a partir del estudio de aquellas mentes que más sufrían. Asimismo, tanto el psicoanálisis como la escuela cognitivo-conductual han explorado los procesos más sutiles de sufrimiento, describiendo y analizando el funcionamiento de la mente de personas con elevados niveles de sufrimiento.

En efecto, contamos con diversos sistemas de clasificación de los trastornos mentales cuyo objetivo es describir y organizar diferentes categorías diagnósticas. Actualmente, en el DSM-V (el sistema de clasificación de los trastornos mentales más utilizado) existen 17 categorías diagnósticas, que a su vez se subdividen en más de 100 trastornos mentales. La psicología y la psiquiatría se han dedicado a investigar diferentes variedades de sufrimiento, llegando a un formidable nivel de detalle. Realizada por generaciones de expertos en psicopatología, esta ingente cantidad de trabajo varía ligeramente cada cierto tiempo, auspiciada por las novedades en la investigación y por los cambios culturales y sociales.

La necesidad de este conocimiento nace de un grave problema de gestión de la salud mental en Occidente, pues era urgente crear herramientas útiles para ayudar a las personas con trastornos mentales, y para eso había que diseñar un cuerpo teórico que permitiera diagnosticar, evaluar y categorizar ese sufrimiento. Con los años, el conocimiento sobre estas áreas ha crecido de tal manera que han aparecido voces que pedían también dar una respuesta a preguntas del tipo: ¿quién se encarga de estudiar el comportamiento de las personas que sufren menos… o que se sienten tranquilos y sosegados… o de los que se recuperan de una experiencia traumática de forma óptima?, ¿cómo funciona la mente de aquellos que tienen altos niveles de felicidad?

Probablemente, la primera respuesta que podría surgir cuando escuchamos esta reflexión es que no es necesaria. Si los profesionales de la salud ayudan a que la gente sufra menos, esto irremediablemente llevará a que aumente de forma automática el bienestar, como si la mente fuera un sistema hidráulico en el que un líquido empuja a otro. Siguiendo esta propuesta, el bienestar o la felicidad surgirían como una consecuencia natural a la ausencia de sufrimiento, pero más allá de este razonamiento, la evidencia nos confirma que no es así. Los polos sufrimiento-bienestar no son los extremos del mismo continuo, es decir, la ausencia de sufrimiento no tiene por qué llevar al bienestar, y los niveles de felicidad no implican la ausencia de sufrimiento.

Un ejemplo concreto de esta dinámica es que, en la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se deja claro que la salud no es la simple ausencia de enfermedad, sino «un estado completo de bienestar físico, psíquico y social y no la mera ausencia de enfermedad o minusvalía».1 Esta definición, que fue desarrollada en el año 1948 y ha sido apenas modificada desde entonces, aparece en el preámbulo de la constitución de la OMS, que fue firmado por los representantes de los 61 estados que la conformaban. A pesar del consenso y de que esta definición tiene ya muchos años, no ha habido interés en su desarrollo, con las implicaciones reales que tendría en la gestión de los recursos de salud, ni se ha implementado en los sistemas públicos de salud occidentales.2 En parte, esto se ha debido a la falta de inversión a la hora de investigar y de llevar a buen puerto esta concepción.

A pesar de que hubo algunos movimientos alineados con esta definición, sobre todo en el área de las medicinas complementarias, o en la escuela humanista de psicología, hasta finales del siglo XX no existió un movimiento científico realmente aglutinador alrededor de esta visión de la salud mental.

Martin Seligman, siendo presidente de la asociación más importante de psicología del mundo, la Asociación Americana de Psicología (APA), hizo un discurso de presidencia provocador y rupturista llamando a la recuperación no solo de aquello que falla, sino también del estudio de los aspectos positivos. Fundó así lo que se ha llamado la psicología positiva, uno de los movimientos científicos más interesantes de entre los surgidos a finales del siglo pasado.

Las ciencias contemplativas

Casi en paralelo, otro movimiento que ha surgido con fuerza, aunque sin apenas tener contacto con la psicología positiva, es el movimiento de las intervenciones basadas en el mindfulness. Varios autores sitúan la aparición de este movimiento en Occidente debido a una serie de fenómenos clave. Por un lado, la invasión de China del Tíbet hizo que grandes maestros tuvieran que partir al exilio, divulgando en Occidente un conocimiento que había estado encerrado en montañas y templos perdidos. Por otro lado, el movimiento hippy, la contracultura o el pacifismo, que pretendían hacer tambalear el conocimiento establecido en la década de los 60, también fueron grandes impulsores de este tipo de prácticas. Otro punto clave fue la recuperación (revisión) por parte del budismo Theravada (original del sudeste asiático) de la tradición meditativa vipassana y su influencia en los países occidentales. Finalmente, la auténtica clave es posible que haya sido el acierto de determinados autores, como Jon Kabat-Zinn o Richard Davidson, al ofrecer un componente científico de gran rigor a este renovado interés. Asimismo, la irrupción o, mejor dicho, la llegada de la edad de oro de las neurociencias,3 que ha permitido profundizar y observar los cambios a nivel cerebral. Todo ello ha hecho que la tradición meditativa, especialmente la que tiene que ver con la etiqueta «mindfulness», alcanzara cotas de popularidad inauditas.

Desde nuestro punto de vista, la aparición del movimiento mindfulness a finales del siglo pasado ha sido una de las revoluciones más importantes en el área de los tratamientos psicológicos y del crecimiento personal. A través del trabajo pionero de los autores y científicos que lo lideran, se logró lo que nunca se había conseguido antes: sacar la meditación de los templos y acercarla a la población general.

Sin embargo, para alcanzarlo fue necesario renovar dos aspectos clave. Por un lado, liberar la palabra «meditación» de todo tinte religioso y convertirla en un constructo secular y operativo, que contara con una serie de mecanismos psicológicos claramente identificados y, en consecuencia, protocolizable y evaluable. En concreto, si atendemos a toda la literatura que ha surgido sobre meditación en los últimos 20 años, podemos decir que hemos avanzado muchísimo en su comprensión, al poder identificar las áreas del cerebro que se modifican, los procesos psicológicos implicados y los mecanismos subyacentes que explican las experiencias que se perciben durante la práctica.

Por otro lado, había otro gran reto: el pedagógico. ¿Cómo enseñar a meditar a alguien que no tiene un interés específico en aprender? Hasta ese momento, nadie se había preocupado por lograr ese objetivo, en parte por las características de la práctica (austera y árida en ocasiones), y también por determinados procesos espirituales recogidos por la tradición de la que es originario, como el concepto de karma. Con el término «originario» nos referimos a que la meditación que ha llegado a Occidente a través de las intervenciones basadas en el mindfulness proviene de la tradición budista. En todo caso, necesitaba renovarse en términos pedagógicos, y esto es posiblemente el otro gran pilar del movimiento occidental del mindfulness.

En nuestro contexto actual, el trabajo pedagógico es esencial para enseñar al aprendiz, acompañando de forma cuidadosa y sin imposiciones. Además, este trabajo ya no lo tiene que hacer un maestro de meditación formado en un linaje, sino que se estructura como un nuevo papel profesional: el instructor de mindfulness. A este respecto, es muy interesante la idea del psicólogo y monje budista retirado Edo Shonin,4 quien plantea que los occidentales laicos pertenecemos al linaje científico del mindfulness, con textos, hipótesis de trabajo y referentes intelectuales propios, que se nutre del conocimiento desarrollado a partir de nuestro marco conceptual y epistemológico.

El contexto en el que surge este movimiento también es importante, ya que se trata de un momento en el que la meditación era una etiqueta muy criticada por los círculos más academicistas, y el constructo «mindfulness» pudo ayudar a saltar algunas barreras al identificar claramente qué procesos psicológicos se trabajaban. Con este noble objetivo, tal vez se cometieron algunos desajustes, uno de los más importantes fue utilizar el mindfulness como un término «paraguas» que engloba multitud de prácticas que en ningún caso podrían entenderse como tal. Volveremos sobre este aspecto en el capítulo 2.

En los últimos años, ha surgido una nueva etiqueta que pretende enmendar este desbarajuste conceptual y que posee una vocación integradora: la de prácticas contemplativas. Un concepto que existe dentro de otro mucho más amplio, el de las ciencias contemplativas, una disciplina en la que quedaría integrada una cantidad ingente de estudios sobre mindfulness, que claramente es el área más exitosa y con mayor evidencia. También se incluirían los estudios sobre compasión y otros aspectos que se están abriendo camino, como la ecuanimidad, el uso de mantras o la eficacia de las meditaciones provenientes de otras religiones, etcétera.

Uno de los intentos de definición de este espacio con más interés es el realizado por la neurocientífica, de la Universidad de Bangor, Dusana Dorjee.5 La autora sostiene que las ciencias contemplativas tienen como objeto el estudio multidisciplinar (psicología, filosofía, estudios religiosos, neurociencia, etc.) de la capacidad de autorregulación metacognitiva de la mente y de los modos de awareness (darse cuenta) existencial asociados, que ya vienen modulados por factores contextuales y motivacionales. El fundamento de este movimiento es la investigación de los efectos que tienen las prácticas contemplativas sobre el bienestar humano, entendidas como aquellas actividades estructuradas que entrenan habilidades, poniendo alguna restricción, o imponiendo alguna disciplina sobre un hábito mental o físico normalmente no regulado.6 A continuación, vamos a profundizar un poco en este modelo.

Prácticas contemplativas como herramientas de autorregulación

La autorregulación en la tradición psicológica científica se define como la regulación de la atención adaptativa dirigida a una meta, así como los procesos de regulación emocional esenciales para la modulación del comportamiento, con el objetivo de lograr determinadas metas. En consecuencia, se trata de cómo guiamos nuestros pensamientos, conductas y sentimientos para alcanzar nuestros objetivos. También incluye, entre otras, la capacidad de demorar la necesidad de recompensa, la capacidad de regular las emociones o de inhibir una conducta. Esta definición, según Dorjee, se adecua bastante a la que se propone desde las ciencias contemplativas, aunque esta disciplina incluye un aspecto más que es fundamental: el de metacognición introspectiva, o el conocimiento referido a cómo funciona nuestra propia mente, es decir, las sensaciones corporales, los fenómenos mentales, la conducta y su interrelación.

Siguiendo con el modelo de la autora, la autorregulación en el contexto de la meditación debe estar intrínsecamente conectada a factores contextuales y motivacionales e intencionales. No es lo mismo meditar para mejorar una habilidad concreta, para regular el estrés o aprender a gestionar el dolor crónico, que hacerlo para comprometerse con acciones más virtuosas, aumentar la compasión u otras de tipo espiritual como trascender el self.

Las razones por las que empezamos a meditar es un asunto apasionante, que apenas se ha investigado en la literatura científica. De hecho, resulta curioso ver cómo las demandas o las motivaciones iniciales para aprender a meditar varían con el tiempo.

En un estudio reciente, un equipo de científicos preguntó a 200 personas que iban a empezar un entrenamiento en mindfulness las razones que tenían para hacerlo. Se obtuvieron resultados muy interesantes: reducción de experiencias negativas (94,4%), aumentar el bienestar (31%), razones ajenas (derivación, recomendación) (28,4%), y razones espirituales (6,3%).7 Lo curioso es que, al terminar, se les preguntó por las razones para continuar con la práctica, y los porcentajes variaron: la reducción de experiencias negativas se mantuvo más o menos igual (95,7%), pero aumentó notablemente el porcentaje de personas que argumentó que deseaba continuar con el objetivo de aumentar su bienestar (74,6%). Es decir, las razones varían conforme avanzan el conocimiento y la experiencia. Los procesos de autorregulación se hacen más sutiles y aumenta el conocimiento sobre cómo funciona nuestra mente. Además, determinados mitos y creencias falsas sobre la meditación (como que meditar es lo mismo que poner la mente en blanco) se van cambiando.