Qué nos pasa con lo que pasa - Julio Horacio Calderón - E-Book

Qué nos pasa con lo que pasa E-Book

Julio Horacio Calderón

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Beschreibung

En "¿Qué nos pasa con lo que pasa?", Julio Horacio Calderón nos guía a través de un recorrido por los malestares cotidianos que impactan nuestra calidad de vida. Desde la ansiedad hasta el miedo al envejecimiento, el autor analiza estas experiencias con una mirada desde la Psicología Social, ofreciendo herramientas prácticas y reflexiones profundas para superar las dificultades emocionales y fortalecer nuestras relaciones. Este libro es un llamado a reflexionar y actuar para vivir con mayor plenitud.

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Seitenzahl: 79

Veröffentlichungsjahr: 2025

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JULIO HORACIO CALDERÓN

Qué nos pasa con lo que pasa

Antología de nuestros malestares diarios

Abordado desde la Psicología Social

Calderón, Julio HoracioQué nos pasa con lo que pasa : antología de nuestros malestares diarios : abordado desde la psicología social / Julio Horacio Calderón. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-5926-5

1. Ensayo. I. Título.CDD A860

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice

Agradecimientos

Prólogo

Pensar en ida y vuelta recurrente

Cuando nuestra voz interior nos habla, ¿le hacemos caso o la ignoramos?

Resiliencia (1ra parte)

Resiliencia (2da parte)

Personalidad psicopática

Sueños y deseos

La pobreza emocional

El tiempo, tan real y subjetivo, ¿lo cura todo o solo oculta el dolor?

¿Pueden los secretos del pasado tener consecuencias en generaciones nuevas?

¿Puedo manipularme a mí mismo negativamente?

¿Tenemos miedo a envejecer o solo a no sentirnos útiles?

Vínculos rotos o distanciamiento afectivo: ¿sanar u olvidar?

Callejón sin salida o laberinto

Celos

Bibliografía

Gracias al Prof. Charly Ruiz Vivas por su apoyo incondicional, y al equipo de psicología social de la Universidad Nacional de José C. Paz. En particular a Claudia De María - D.A.

Agradecimientos

A todos...

A quienes fueron nuestra inspiración en noches de desvelo, con café de por medio, mientras volcábamos las palabras que inspiraron estas notas.

Gracias, gracias.

Prólogo

El presente trabajo tiene como objetivo desarrollar motivaciones personales para todos aquellos que se interesen en mejorar su calidad de vida, extendiendo este bienestar a sus familiares y grupos de pertenencia.

Está abordado desde la psicología social y toma como referencia distintas problemáticas cotidianas y habituales que afectan a miles de personas. Entre ellas, destacan los embates de la soledad, las culpas, los dolores del pasado y otros temas que se entrelazan en un ciclo repetitivo a lo largo del tiempo.

Todos los autores que sirvieron de base para la conformación de este compilado fueron seleccionados por la relevancia de sus ideas, las cuales han sido resignificadas desde la perspectiva de la psicología social, de acuerdo con nuestra percepción y experiencia.

Julio Horacio CalderónPsicólogo social

Pensar en ida y vuelta recurrente

¿Pensamientos en bucle, negativos, rumiantes y sin salida? ¿Qué hacemos con ellos?

Desarrollar este tema, tomando en cuenta situaciones que se producen a menudo, pero que han adquirido relevancia a partir de la pospandemia, nos lleva a reflexionar sobre el significado del título.

¿Qué es rumiar en psicología?

La rumia mental es un proceso caracterizado por una cadena de pensamientos excesivos, negativos y repetitivos acerca de preocupaciones actuales, problemas, experiencias pasadas o miedos sobre el futuro.

Cabe mencionar que estos pensamientos, comúnmente llamados rumiantes, suelen aparecer cuando enfrentamos una preocupación específica que aún no hemos resuelto. Se trata de un pensamiento circular, un bucle que da vueltas en nuestra mente, resultando totalmente negativo. El mayor problema es que no podemos detenerlo. Parafraseando a la psicóloga E. Daprá, estos pensamientos son intrusivos, poseen un matiz negativo y, en muchos casos, se transforman en obsesivos.

Las presiones que nos invaden una y otra vez, provocando preocupaciones constantes, son una expresión de la ansiedad que nos agota. Desde la psicología social, recomendamos compartirlas, “barrerlas” y abordarlas dialécticamente. Es decir, se pueden manejar si aprendemos a controlar lo que nos sucede y lo expresamos a través del lenguaje, además de realizar actividades que disfrutemos. Dar vueltas y vueltas sobre una misma cuestión sin encontrar solución es un fenómeno incómodo y desgastante.

Esta forma de actuar de los pensamientos, o cavilaciones en bucle, no tiene nada que ver con la reflexión. Puede desencadenarse por hechos impredecibles, como la pérdida de un ser querido, o cuestiones masivas, como el estallido de la pandemia. Sin embargo, también ocurre ante temas que, aunque insignificantes para muchos, se instalan en nuestra mente y parecen no querer salir de ella.

Aunque estos pensamientos no tienen una función útil, pueden ser una señal de algún problema emocional no identificado. Por lo general, el desencadenante se encuentra en algún evento justo antes de que se desate el bucle.

En el mundo emocional, todo pasa muy rápido.

¿Qué ocurre antes de iniciarse? Es importante identificar esa parte de la actitud de los sujetos en un grupo, para frenarla y demostrar que hay otras maneras de enfocar los problemas. “Existen factores predisponentes, como la falta de expresión de las emociones, que pueden atascar estos vaivenes mentales” (Psi. Pilar Berzosa).

Estas circunstancias, como se describe párrafos arriba, difíciles y traumáticas, por la pérdida de un ser querido, provoca reacciones emocionales dolorosas que las personas en duelo deben sobrellevar. Aunque para la mayoría de los individuos la intensidad de estas emociones disminuye con el tiempo, una minoría desarrolla complicaciones que afectan a su salud mental y física. Son procesos constantemente cambiantes de los que la persona se sirve para responder a demandas internas o externas que son percibidas como excesivas para sus propios recursos. Esto quiere decir que en ningún lado estarás bien si no te interesa vivir o no tienes un porqué para seguir adelante.

Entonces la forma de enfrentar nuestras demandas ante hechos traumáticos lo llamaremos “mecanismos de defensa”, que son las distintas estrategias que la persona utiliza, consciente y/o inconscientemente, para reducir, manejar y sobrevivir a esta sintomatología física, mental y emocional, natural en el duelo.

Entre estos mecanismos, podemos describir el concepto de ansiedad básica, entendido como el miedo o ansiedad que se genera en las personas frente a cualquier intento de adaptación al entorno. Pichón Rivière, basándose en las ideas de Melanie Klein, ha identificado fundamentalmente dos tipos de ansiedad básica: el miedo a la pérdida y el miedo al ataque, frente a las cuales se instrumentarán medidas defensivas. “La ansiedad aparece cuando emergen los primeros indicios del cambio. Más concretamente, en toda situación de interacción, extendiendo la noción de aprendizaje a cualquier proceso de interacción, manipulación o apropiación de lo real, y a todo intento de responder de manera coherente y significativa a las demandas de la realidad (adaptación)”. Esto genera en los sujetos dos miedos básicos, dos ansiedades básicas que hemos caracterizado como el miedo a la pérdida del equilibrio, ya logrado en la situación anterior, y el miedo al ataque en la nueva situación en la que el sujeto no se siente adecuadamente instrumentado. Ambos miedos, que coexisten y cooperan, configuran, cuando su monto aumenta, la ansiedad, generadora de la resistencia al cambio.

Pichón Rivière relaciona el miedo a la pérdida y el miedo al ataque con dos conceptos kleinianos: sentimiento de culpa, o ansiedad depresiva, y ansiedad paranoide, respectivamente. Una característica fundamental de la ansiedad es su monto o intensidad, lo que hará que ellas sean tolerables o intolerables.

Para disminuir los “miedos básicos” son necesarios el aprendizaje y la comunicación, con lo que se posibilita la integración yoica.

De esta forma aparece la adaptación activa, que supone inquietudes, preguntas y movimientos que contraponen a la adaptación pasiva, que implica quietudes, certezas y estereotipias. Ahora bien, el pensamiento obsesivo refiere un carácter repetitivo: pérdida de afectos, falta de acción, pasividad, soledad. Y, como defensa natural, se manifiesta como una conversación con uno mismo; es decir, el sujeto se encuentra hablando consigo mismo o con algo o alguien a quien pregunta, acusa o responsabiliza de lo ocurrido, dando vueltas a detalles sobre alguna situación concreta, buscando elementos, respuestas o significados.

Podríamos indicar que son pensamientos intrusivos, fuera de control. Suelen tener formas como: “¿Y si...?”, “Si él no hubiera...”, “Si pudiera volver atrás...”, “Ellos son los responsables”, “Es mi culpa”, “Si no hubiera ido ahí...”, “¿Por qué no nos dimos cuenta?”, “No puedo vivir sin él”, “No puedo seguir así”. Estas frases, de forma repetitiva, en bucle, rumiante o como se las quiera llamar, señalan situaciones o aspectos inaceptables acerca de las circunstancias de la muerte o de la relación de pérdida y sus consecuencias.

Como cuenta Daprá: “Es algo que nos produce tensión y, como no sabemos solucionarlo, el pensamiento se sobreactiva y boicotea todos los procesos cognitivos. No podemos pensar en algo más; llena todo el espacio y todo está dirigido a esa preocupación específica”.

El estrés y la ansiedad provocan fatiga física.

Además de desencadenar emociones desagradables como la inquietud y la angustia, generan cansancio físico. “No solo supone un gasto emocional; quien los padece termina físicamente agotado”. Asimismo, incrementan la visión de túnel, lo que hace ver la realidad de forma parcial.

“Esto hace que dejemos de tener perspectiva y reduce la creatividad al mínimo”. Por ello, resultan importantes las prácticas de grupo operativo y, sobre todo, las técnicas lúdicas, la arteterapia y el psicodrama.

Cortar la ida y vuelta de estos pensamientos requiere un aprendizaje, que necesitará más o menos tiempo dependiendo de cuándo comenzó la rumiación, la implicación de los interesados en el proceso y otras variables grupales.

Cuando nuestra voz interior nos habla, ¿le hacemos caso o la ignoramos?

Quien manifiesta no tener una voz interior, o indica que no habla consigo mismo, está claramente diciendo que su vocecita interior no lo está acompañando. Desde el comienzo del entendimiento por parte del sujeto, esa voz interna lo acompaña y le habla constantemente. Incluso, puede que alguna vez le hayas pedido que se calle y te deje solo.