Quien bien te quiere te hará feliz - Andrea Vicente - E-Book

Quien bien te quiere te hará feliz E-Book

Andrea Vicente

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Beschreibung

¿Por qué cuesta tanto que una relación funcione? ¿Es posible saber si hemos elegido a la persona adecuada? ¿Hay alguna fórmula para conseguir que perdure en el tiempo? ¿Cómo descubrir si tiene arreglo o es mejor dejarlo? Nuestra felicidad va a depender de la capacidad que tengamos para mantener una relación sana con nuestra pareja, pero en muchas ocasiones arrastramos heridas emocionales que condicionan nuestra manera de amar. Andrea Vicente, la psicóloga que arrasa en redes, te da las claves para tener una relación amorosa saludable y duradera mediante técnicas para gestionar mejor nuestras emociones, aprender a convivir, resolver conflictos, mantener la pasión, detectar situaciones tóxicas, superar una infidelidad, poner límites y reforzar nuestro amor propio. Un libro imprescindible para encontrar la felicidad en pareja sin perder nuestra identidad e independencia. «Después de cometer tantos errores, pasar por relaciones que me enseñaron más de lo que jamás imaginé, sentí la urgencia de compartir mis aprendizajes. Quiero ofrecer las claves que descubrí para construir uniones sólidas y saludables. Creo firmemente que el amor es un arte que se aprende y que todos merecemos relaciones que nos hagan crecer y prosperar». www. andreavicente.es

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Seitenzahl: 199

Veröffentlichungsjahr: 2024

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra. www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47

Editado por HarperCollins Ibérica, S. A.

Avenida de Burgos, 8B - Planta 18

28036 Madrid

Quien bien te quiere te hará feliz. El método revolucionario que transformará tu relación de pareja

© 2024, Andrea Vicente Fenoll

© 2024, para esta edición HarperCollins Ibérica, S. A.

Todos los derechos están reservados, incluidos los de reproducción total o parcial en cualquier formato o soporte.

Diseño de cubierta: CalderónStudio

Dibujos de interiores: Araceli Domingo Vicente

Diseño y maquetación de interiores: Raquel Cañas

Fotografía de la autora: Iván Ladejo

ISBN: 978-84-1064-078-8

Composición digital: www.acatia.es

A aquellos que creen en el poder del aprendizaje constante,

especialmente en el arte del amor.

Porque como cualquier otra disciplina,

el amor se perfecciona con la práctica,

la paciencia y el entendimiento.

Que estas páginas sirvan de guía en el viaje

hacia un amor más profundo y significativo.

Índice

Portada

Quien bien te quiere te hara feliz

Créditos

Prólogo

1. El amor ideal

El peligro de las falsas creencias

2. Quererme para querer

Deja de ser tu peor rival

3. Tu historia importa

Dime qué apego tienes y te diré qué relaciones tendrás

Heridas emocionales. Cicatrices que hay que sanar

4. Cómo saber si estoy eligiendo bien

La pareja no lo es todo

Etapas del amor

5. La familia. Juntos, pero no revueltos

Suegras, suegros, cuñados, nueras

Navidades: ¿en tu casa o en la mía?

6. Me ha puesto los cuernos

¿Qué nos lleva a ser infieles?

Tipos de infidelidades

7. Hábitos tóxicos vs. hábitos saludables

Hasta aquí hemos llegado. Venenos letales

El valor de los pequeños gestos

8. Hablando el mismo idioma

Las barreras de la comunicación

Distorsiones cognitivas. Errores de pensamiento

El poder del lenguaje no verbal

9. Mantener viva la llama

Cariño, no tengo ganas

El placereado: la magia de volver a sentir

Hablemos juntos de sexo: me pone, no me pone

¿Quedamos a las nueve?

10. La inteligencia emocional

Sentimientos propios y ajenos

11. Reconociendo cuándo soltar

Conductas que delatan

Decir adiós. Fases de la ruptura

Agradecimientos

PRÓLOGO

Siempre fui una chica de compromisos serios. Eso de ir de flor en flor no era lo mío.

Durante mucho tiempo creí que la elección que hacía en mis relaciones era la acertada. Sin embargo, a pesar de la aparente estabilidad, algo no encajaba del todo. Me encontraba atraída por lo prohibido, por los desafíos; incluso llegué a sumergirme en una relación tóxica con un narcisista. Fue en ese momento cuando algo hizo clic en mi mente. Me di cuenta de que tal vez el problema no residía en el exterior, sino en mi interior. ¿Por qué siempre elegía mal? ¿Por qué me sumergía en dinámicas tan poco saludables?

Reflexionando sobre mis patrones de comportamiento, descubrí que si no sentía esa euforia del principio, rápidamente me fijaba en otras personas. Cambiaba el foco de mi atención sin considerar las consecuencias, buscando de forma constante algo nuevo y emocionante. En ocasiones hasta saboteaba yo misma la relación sin saber que estaba actuando en mi contra.

En lugar de abordar los problemas de frente, permitía que mis inseguridades y miedos dictaran mis acciones. En lugar de comunicarme honestamente con mi pareja, optaba por comportamientos autodestructivos que solo empeoraban la situación. En vez de trabajar en la relación, hacía todo lo posible para dejarla, como si estuviera buscando una excusa para escapar de algo que en realidad no deseaba enfrentar.

Fue un proceso difícil y doloroso, pero poco a poco fui tomando conciencia de esos patrones de comportamiento y las razones que había detrás de mis acciones. Aprendí a reconocer mis inseguridades y afrontarlas de manera saludable en lugar de dejar que controlaran mi vida amorosa. Aprendí que una relación sana no se trata solo de la emoción del inicio, sino de trabajar juntos para superar los desafíos y crecer como individuos y como pareja.

Después de terminar la carrera y mientras preparaba el máster, quedé cautivada al escuchar a la profesora de terapia de pareja brindar consejos sobre cómo abordar las dinámicas de las relaciones en consulta; algunos me los llevaba a mi vida diaria y me ayudaron muchísimo. Este interés repentino hizo que realizara mi trabajo de investigación precisamente sobre las parejas.

A lo largo de ese año analicé —las redes sociales me ayudaron a estudiar a centenares de personas— la comunicación, la confianza, la intimidad sexual, los celos, la gestión emocional y una multitud de variables más que influyen en la dinámica de las relaciones. Esta inmersión en el mundo de las parejas solo reafirmó mi convicción de que la comprensión de estas complejidades es fundamental. Por eso me propuse especializarme en este campo y explorar a fondo el arte del amor y la convivencia.

Así nació este libro. Después de cometer tantos errores, pasar por relaciones que me enseñaron más de lo que jamás imaginé, sentí la urgencia de compartir mis aprendizajes.

Quiero ofrecer las claves que descubrí para construir uniones sólidas y saludables. Creo firmemente que el amor es un arte que se aprende y que todos merecemos relaciones que nos hagan crecer y prosperar.

Querido lector, en estas páginas encontrarás no solo reflexiones personales, también herramientas que te inspiren y te guíen hacia una comprensión más profunda y menos superficial de lo que en realidad implica estar en pareja. Compartiré contigo una serie de preguntas que espero te ayuden a identificar situaciones tóxicas, establecer límites y fortalecer tu autoestima con el fin de sacar el máximo partido a tus relaciones. Y recuerda: el amor verdadero no duele ni te hace llorar.

Juntos podemos descubrir un amor más maduro y satisfactorio, lleno de respeto y crecimiento mutuo, porque el amor sincero te da libertad, te eleva y te hace feliz.

1

EL AMOR IDEAL

¿Por qué creamos tantas expectativas en nuestras relaciones de pareja? ¿Por qué idealizamos el amor?

Todos hemos fantaseado con un amor idílico, de película, pero debemos recordar que la realidad puede ser diferente. A veces las personas creen que el amor es perfecto y que no hay problemas ni dificultades en una relación, lo cual es una idea errónea. La verdad es que todas las relaciones tienen altibajos y momentos difíciles, pero es importante aprender a superarlos juntos y crecer como pareja. El amor verdadero requiere trabajo y compromiso, y es normal tener diferencias y desacuerdos. Al aceptar esto, se pueden construir relaciones más saludables y satisfactorias.

A consulta vienen pacientes decepcionados por este motivo. Algunos porque creen que su historia de amor es un cuento de hadas, que el vivieron felices y comieron perdices es real, pero el tiempo les demuestra que el cuento no termina así.

Cuando hablamos de relaciones de pareja, el área en el que llevo años trabajando, me encuentro con que el motivo de ese descontento se debe a las expectativas que nos creamos sobre el amor idílico, que condiciona el comportamiento o la visión que tenemos hacia la otra persona. Por eso, conocer los mitos sobre el amor que asociamos con encontrar a alguien para el resto de la vida es esencial para vivir un sentimiento realista de la relación y no engañarnos con los cuentos de princesas con final feliz que nos contaron de pequeños.

Hay muchas falsedades, mensajes e imágenes que recibimos respecto al amor que han llegado hasta hoy —y que veo muy a menudo— que es importante desterrar. Conocerlos y ser conscientes de ellos te ayudará a reflexionar sobre tu relación con el fin de cambiar la ruta de muchas ideas preconcebidas que te pueden provocar sufrimiento e insatisfacción.

EL PELIGRO DE LAS FALSAS CREENCIAS

El mito de la media naranja

¿Quién no ha fantaseado con encontrar a su media naranja? Pensar que existe una persona especial en algún lugar que te complementa, que es tu otra mitad, que está predestinada solo para ti. La expresión de la media naranja la encontramos por primera vez en la obra de Platón, El banquete. Según la historia, en el pasado los humanos eran seres con cuatro brazos, cuatro piernas, dos caras y una sola cabeza. Zeus, el dios del Cielo, se enfadó con ellos y los separó en dos. Estas mitades se sintieron incompletas la una sin la otra, y vagaron por el mundo buscando volverse a juntar. Posiblemente, esta idea, considerarnos como seres incompletos sin otra persona al lado, es la que nos provoca una insatisfacción constante, porque nadie llegará a ser el príncipe o la princesa con los que soñamos.

Debemos partir de la base de que todos somos naranjas completas, la pareja solo potencia la felicidad o una parcela más de aquello que conforma la vida. Podemos encontrar a una persona especial y con ella hacer un «zumo» exquisito y muy apetecible. Quizá nos sentimos incluso más que saciados y satisfechos, pero es un error pensar que necesitamos a alguien para llenar vacíos vitales que incluso es posible hayamos ocasionado nosotros mismos. No es así, cada naranja en sí está completa, tiene sus propios gajos. Cada juicio, cada alegría, cada placer, cada imperfección, cada carencia, cada pasatiempo, cada momento, cada vivencia… son tus gajos. Y en conjunto es lo que te hace una persona ÚNICA, distinta a todas las demás.

La felicidad no depende de nadie más que de nosotros. El objetivo es que busquemos una pareja que nos complemente, nos impulse y nos haga crecer.

Creer que para alcanzar la plenitud es preciso compartir una vida es un mensaje limitante que nos acerca a la idea de que no nos conformamos con lo que somos. No podemos ni debemos responsabilizar a otros de una felicidad que solo está en nuestras manos. Debemos cuidar del bienestar personal y para ello hemos de trabajar la autoestima. Será la manera de alcanzar el equilibrio emocional.

Amar a alguien es una decisión individual y nunca hemos de tomarla pensando en que es la única forma para ser feliz o que la persona que encontremos será perfecta, porque ninguna lo es. De hecho, conseguiremos la felicidad absoluta cuando nos aceptemos a pesar de no tener pareja o nos olvidemos de agradar constantemente a la que tenemos para cumplir sus deseos. Grábate a fuego:

No necesitas a nadie para ser feliz.

El mito de que los polos opuestos se atraen

Al conocer a alguien, la química del amor nos juega malas pasadas, y esas diferencias que captan nuestra atención con el tiempo suelen convertirse en problemas que dificultan el entendimiento de la pareja. Si somos personas a las que nos encanta el orden y comenzamos a convivir con alguien que es un desastre, durante los primeros días de convivencia la emoción de vivir juntos hará que aguantemos decirle cuatro cosas, pero al cabo de dos meses, cuando vayamos recogiendo todo lo que va dejando por medio… ya no será tan bonito.

No hay una fórmula matemática que nos garantice que una relación vaya a funcionar, pero se entiende que a más discrepancias, más conflictos.

En ocasiones, es cierto que las diferencias enriquecen, sin embargo, en las relaciones no sucede lo que en los campos magnéticos, lo que es emocionante y seductor al inicio, suele terminar pasando factura y acaba por repelernos. Para que un vínculo funcione, para que exista afinidad, es necesario que los valores sean similares y las personalidades parecidas.

Recuerdo un directo que hice en Instagram con un joven que se dedicaba a dar consejos financieros. Me sorprendí al oírle hablar sobre el tema del dinero y de cómo este interfiere en la relación de pareja.

—Yo nunca estaría con alguien que ganase mil euros —dijo en un momento dado.

Estaba segura de que tras esta afirmación muchos pensarían: «¡Qué chico más materialista!». Rápidamente le pedí que se explicara, porque sabía que más de una persona iba a criticar el comentario. Y lo hizo. Para él era esencial viajar por el mundo, aseguró que tenía gustos caros —restaurantes, ropa de marca, hoteles de cinco estrellas…— y que dentro de sus valores no entraba el pagar todas las cosas a su pareja, ya que le gustaba ganarse su dinero, ahorrar y pasar medio año viviendo en el extranjero. Eso conllevaba un estilo de vida atípico y no todos podían permitírselo. Señaló que había trabajado mucho para llegar donde estaba y quería a una mujer que le siguiera su ritmo. En su pensamiento no concebía una relación sin esos lujos. Sus valores respecto al dinero y el amor le hicieron, en muchas ocasiones, salir corriendo después de cinco citas porque sabía que esas discrepancias iban a alterar su bienestar emocional y psicológico, y prefería cuidarse él.

Estuviera o no de acuerdo con su opinión, destaco como profesional que en consulta tengo claro que a mayor diversidad de pareceres, más difícil se hace el caso, el proceso terapéutico es más largo y no siempre conseguimos que la relación funcione. Es más, acabamos trabajando la separación porque termina siendo la solución más idónea para la pareja.

El mito de quien bien te quiere te hará llorar

Antes se pensaba que donde había amor había dolor, y esta idea lo que ha hecho es normalizar relaciones tóxicas en las que el sufrimiento está presente la mayor parte del tiempo.

El amor jamás debe hacerte llorar.

Llorar es saludable cuando a la persona a la que amamos le ha sucedido algo grave y esa situación nos genera tristeza, pero permanecer en un lugar en el que nos están haciendo daño a propósito, eso no es querernos, eso no es amor. A eso se le llama dependencia emocional.

Si nuestra felicidad depende de que nuestra pareja esté bien con nosotros, y, si no lo está, esto nos incapacite para atender el día a día de manera efectiva, nuestro trabajo, la familia, los hobbies… es que la relación no es sana. En un amor sano la relación fluye, nos nutre, nos hace sentir mejor. Tal vez el problema no radique en la otra parte, tal vez seamos nosotros los que nos tratamos mal, los que no nos hablamos con cariño, respeto y total aceptación. Si en verdad nos quisiéramos, en ningún caso permitiríamos el insulto, los gritos, las manipulaciones…

Te invito a que reflexiones sobre estas cuestiones que te propongo con el fin de averiguar si eres dependiente emocional de tu pareja y cómo se encuentra tu autoestima:

¿Soportas la soledad, la distancia emocional o física de tu pareja?

¿Te genera estrés, tristeza o ansiedad?

¿Sientes miedo a la soledad y esto te lleva a permanecer en relaciones que son tóxicas, a pesar de saber que son insatisfactorias y destructivas?

¿Tiendes a ser una persona sumisa y no eres capaz de expresar tus opiniones por miedo a que otro se moleste?

¿Tienes una baja autoestima, un diálogo interno muy negativo y no valoras tus cualidades?

¿Tienes excesiva necesidad de agradar en la relación y sientes una preocupación constante sobre la impresión que das?

¿Eres muy influenciable por el criterio de tu pareja?

¿Tienes una gran necesidad de complacer sus demandas, deseos y expectativas?

¿Realizas incesantes autosacrificios para complacerla, experimentando en muchas ocasiones sentimientos de culpa si no haces lo suficiente?

¿Te produce angustia o miedo exagerado la separación? («Si me deja, me muero», «No puedo vivir sin ella»…).

¿Sientes un impulso continuo de saber de ella? (Miras sus redes, si se encuentra en línea, quieres saber con quién está, qué hace…).

Si has respondido afirmativamente a la mayoría de las preguntas, y te sientes identificado con muchos de los síntomas expuestos, es necesario que comiences a trabajar tu autoestima para poder salir de la dependencia emocional y disfrutar de otras relaciones más sanas.

Recuerda que no estás solo en este camino y que buscar ayuda es esencial para tener una vida plena y satisfactoria. Practica la autocompasión, desafía tu diálogo interno negativo y establece límites saludables en tus relaciones. Trabaja en reconocer y valorar tus cualidades, enfócate en tus logros y rodéate de personas que te apoyen y te animen a ser tu mejor versión. La autoestima no se construye de la noche a la mañana, pero con esfuerzo y dedicación es posible lograr un cambio significativo.

El mito de que los celos son una muestra de amor

Falso, ni son una muestra ni una señal de amor. Lo único que prueban los celos es inseguridad, sospecha hacia la persona amada y un sentimiento de inferioridad. Quien nos quiere bien se fía de nosotros, pues el amor está basado en vivir un vínculo seguro donde sintamos apoyo y confianza incondicional. La RAE los define como una «sospecha, inquietud o temor de que la persona amada deposite su cariño en otra».

Esta emoción o sentimiento aparece por el deseo desmesurado de poseer algo que creemos nos pertenece tan solo a nosotros, como si de propietarios de un objeto se tratara. Como una emoción más, hay que detectar si los celos son funcionales o disfuncionales, porque podría afectar a los pensamientos y a las conductas.

Teresa y Juan son matrimonio. Se conocieron cuando aún estaban casados de sus antiguas parejas y después de pensarlo mucho decidieron romper, divorciarse e iniciar una vida en común. De esto han pasado seis años.

Un día, Juan le cogió el móvil y vio unos mensajes que Teresa había compartido con un compañero de trabajo. Ella le aseguró que solo había sido un tonteo y nada más. Desde entonces no se fía, le revisa el teléfono, el ordenador e incluso está pendiente de las salidas que hace.

Teresa y Juan acudieron a terapia porque tenían problemas de convivencia. Ella había intentado tranquilizarlo de todas las formas posibles y, para demostrarle que sus celos eran infundados, había terminado aceptando su control. Pero en vez de ir a menos, su desconfianza había ido a más e incluso se había puesto agresivo. Él pensaba que algo existía y que si indagaba a fondo, encontraría la evidencia a sus sospechas. Estas conductas se fueron intensificando debido a que Teresa permitía que Juan estuviera todo el tiempo reasegurando, y eso alimentaba su ansiedad y dependencia hacia ella.

En el momento en el que nos esforzamos por justificar cada uno de los comportamientos, dando pruebas incluso de que decimos la verdad, la pareja se sentirá tranquila durante un breve espacio de tiempo, pero su obsesión por encontrar la «prueba» de la infidelidad irá a más.

Los celos generan una excesiva hipervigilancia y acaban destruyendo la relación.

Cuándo son celos normales y cuándo patológicos

Imaginemos que a la empresa en la que trabaja nuestra pareja llega una persona nueva y rápidamente notas que hay buena sintonía entre los dos. Es probable que nuestra imaginación vuele y que pensemos que podría surgir algo entre ellos. No obstante, en vez de que la cosa vaya a más y generar un problema responsabilizándola o culpándola de algo inexistente, lo que deberíamos hacer es trabajar en la relación para reforzar la confianza. Esta situación nos ha podido pasar a todos. Son los típicos celos normales. La amamos muchísimo y que alguien se fije en ella despierta en nosotros una pequeña sensación de intranquilidad; aun así, somos capaces de racionalizarlo. Ahora bien, si llegamos a casa y empezamos a rumiar con que nos va a ser infiel, entramos en su móvil a escondidas, la interrogamos constantemente para saber de qué habla con el compañero o la compañera que acaba de llegar y reaccionamos de manera brusca y enfadada cuando nos cuenta algo de lo que han hecho o dicho, nuestra actitud nos habla de celos patológicos. Ante tanto control, y aunque no está haciendo nada malo, comenzará a omitirnos información e incluso a mentirnos, lo que empeorará aún más la situación y provocará una brecha en la relación.

En el caso de Juan y Teresa, si ella ocultaba que había quedado con un amigo para tomar un café con la idea de que él no sufriera y finalmente se enteraba, Juan lo interpretaba como una señal de que algo escondía. Y si dejaba de quedar para que no lo pasara mal y acababa sabiéndolo, lo traducía como que lo había hecho porque sabía que estaba haciendo algo malo. En definitiva: cualquier hecho justificaba sus celos irracionales.

Si intuyes que esto podría estar ocurriendo en tu relación, te dejo unos consejos:

Restablece límites. Tienes que independizarte y no hacer todo con la pareja. Es importante que los dos mantengáis vuestra individualidad y hagáis planes con otras personas. Encuentra hobbies que puedas hacer también sin ella. Ampliad vuestra vida hacia el exterior de forma conjunta e individual.

No reasegures. No puedes estar dando explicaciones de cada cosa que hagas para que tu pareja mitigue su malestar. Entiende que esas conductas lo único que van a conseguir es potenciar la inseguridad y culminará en un aumento del control.

Trabajad las creencias irracionales. Es fundamental poner sobre la mesa los pensamientos, las creencias, los miedos y las fantasías que tenéis con el tema de los celos, y comenzad a poner soluciones saludables. Si no sabéis cómo hacerlo, deberíais recurrir a un profesional.

Realiza técnicas de relajación. Cuando sentimos celos, el cuerpo se pone en alerta y la respuesta de ansiedad pue de causar mucho malestar. Por ello es esencial romper el componente psicofisiológico y restablecer el control sobre las respuestas de ansiedad para ser conscientes de que el organismo está comenzando a reaccionar con tensión («Me estoy tensando, voy a ver qué estoy pensando y sintiendo»).

El mito de que en el amor no hay secretos

Todos tenemos intimidades y experiencias personales que han creado el Yo del presente. Hay mucha gente que opina que cuando existe amor en una relación se debe revelar cada uno de los pensamientos o de las vivencias pasadas, que debe haber una apertura completa, pero la realidad es que la ciencia nos da información muy interesante respecto al tema de si es necesario que abramos la cerradura de nuestros secretos.

Según diversos estudios realizados al respecto, se sabe que la pareja necesita de una buena base emocional donde haya comunicación, empatía, amor y confianza, pero esto no nos obliga a perder el individualismo. Se trata de tener un rincón para el mundo interior y, por supuesto, ¡eso no significa traicionar a la persona que amamos!

La intimidad es un espacio privado básico para que la relación funcione.

Es entendible que nos incomode la reserva sobre ciertos temas de la persona que amamos y que no desee compartirlos, esto puede considerarse normal en una relación; lo preocupante, sin embargo, es percibir que se guarda casi todo. No quiere decir que exista una infidelidad, que nos esté engañando, porque sería hipotético, pero si no se comunica con nosotros respecto a nada, la relación estará destinada a la ruptura. La pareja requiere respeto, honestidad y autenticidad, ¿quiere decir eso que debe saberlo todo de nosotros? NO. ¿Dónde está el límite entre lo que se cuenta y lo que no? La barrera de lo que se revela la ponemos nosotros.

Todos necesitamos un lugar íntimo para crecer, aprender, descubrir, construir, gestionar o destruir, y si deseamos cerrar con llave el baúl de los recuerdos o de algunos aspectos del día a día, no quiere decir que queramos menos a nuestra pareja.

En consulta me encuentro muchos pacientes que quieren saber el pasado de sus novios, maridos, mujeres… porque dicen que les da información sobre cómo son ahora. Esa creencia dista mucho de la realidad porque, en ocasiones, hay parejas que fallaron en sus anteriores relaciones y de ellas se llevaron un gran aprendizaje.

Que tu pareja pusiera los cuernos a su ex no significa que te vaya a ser infiel.

Que tu pareja tuviera una pelea con veinte años no significa que sea una persona agresiva.

Que a tu pareja le duraran las relaciones menos de tres años no significa que a ti te vaya a dejar cuando se acerque ese tiempo.

Lo más importante a la hora de plantearnos si confesar o no un secreto es contestar con sinceridad a ciertas preguntas: ¿cuál es el objetivo de ocultar esa información?, ¿qué va a aportar?, ¿qué consecuencias tendrá?, ¿qué deseamos conseguir?

El mito de es mío y solamente mío

El mito de la exclusividad es el convencimiento de que solo podemos sentir amor por una única persona. A lo largo de la trayectoria vital nos daremos cuenta de que esto es una gran mentira porque conoceremos y nos sentiremos atraídos por otras muchas.

Tania está tremendamente enamorada de su compañero de trabajo, pero quiere muchísimo a su marido. El primero le ofrece pasión y novedad; el segundo le proporciona compromiso y seguridad.