¿Quién lo cuida? - Joan C. Tronto - E-Book

¿Quién lo cuida? E-Book

Joan C.Tronto

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Beschreibung

El cuidado es un pilar esencial de la civilización, pero no de los intereses de la política. El cuidado ha sido menospreciado y relegado a la esfera privada, y ha quedado en manos de las mujeres y otros grupos marginalizados. En ¿Quién lo cuida?, Tronto explora la «crisis de cuidado» en las sociedades industriales, y observa que el mercado libre convierte el cuidado, y las personas que lo dan y lo reciben, en sujeto de explotación. A través del análisis socioeconómico del cuidado, cuestiona el mantra de su mercantilización, e insta a que repensemos quién es responsable del cuidado y a que reconozcamos el papel fundamental de las instituciones para garantizar que lo reciba quien lo necesite. Tronto recomienda que el trabajo de cuidado sea considerado una responsabilidad gubernamental para que sea más valorado, más seguro y más democrático. Segundo ensayo traducido al castellano de la ganadora de la Medalla Brown de la Democracia en 2015 y autora de Democracia y cuidado, Joan C. Tronto. Un llamamiento feroz a la responsabilidad política ante la crisis de los cuidados en nuestras sociedades democráticas. Dirigido a todas aquellas personas que demandan un cambio de modelo social y político en el que el bienestar de las personas sea el centro de la vida.

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Seitenzahl: 92

Veröffentlichungsjahr: 2025

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¿Quién lo cuida?

CICLOGÈNESI 24 | RAIG VERD

¿Quién lo cuida?

Cómo remodelar una política democrática

Joan C. Tronto

Prólogo de Iris Parra Jounou Traducción de Jean-François Silvente

El cuidado en el centro de la política es la esencia de una mirada feminista para cambiar el mundo

Título original: Who Cares? How to Reshape a Democratic Politics

© Joan C. Tronto 2015

© de la traducción del inglés, Jean-François Silvente, 2024

© del prólogo, Iris Parra Jounou, 2024

© de esta edición, Rayo Verde Editorial, 2024

Diseño de la cubierta: Tono Cristòfol

Maquetación de la edición en papel: Noemí Giner

Ilustración de la cubierta: Carlos Arrojo

Producción editorial: Sandra Balagué

Corrección: Gisela Baños y Antonio Gil

Conversión a epub: Iglú ebooks

Publicado por Rayo Verde Editorial

Gran Via de les Corts Catalanes 514, 1r 7a, Barcelona 08015

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http://www.rayoverde.es

ISBN: 978-84-10487-88-8

THEMA: JBF

La traducción de este libro se rige por el contrato tipo propuesto por ACE Traductores.

La editorial expresa el derecho del lector a la reproducción total o parcial de esta obra para su uso personal.

Índice de contenido
Prólogo. Si queremos cambios, «hagámoslo todo»
¿Quién lo cuida?
Agradecimientos
Introducción
Cuando comprendamos lo que significa el cuidado, tendremos que redefinir la democracia
Cuidado SA
Bibliografía

Prólogo Si queremos cambios, «hagámoslo todo»Iris Parra Jounou

Quizás hojeas este libro porque no conoces a Joan C. Tronto y sientes curiosidad. O quizás llevas años siguiéndole la pista y te ha alegrado encontrar por fin una traducción. En cualquiera de estos casos —y de todas las posibilidades intermedias— te invito a conocer el camino intelectual de esta autora y el impacto actual y potencial de su obra a través de este pequeño estudio introductorio. Deseo que, al igual que yo, lo encuentres lleno de ideas para enriquecer algunos de los debates más urgentes de nuestro momento histórico, así como un cierto consuelo al ver que todavía nos quedan vías que explorar en lo tocante a las formas en que los humanos estructuramos, mantenemos, reparamos y nutrimos nuestras sociedades para vivir en ellas lo mejor posible.

Mapa topográfico de la ética del cuidado

¿Quién lo cuida? (2015) es el tercer libro de Joan C. Tronto, teórica política estadounidense con una larga trayectoria tanto en su campo como en los estudios de género y en el desarrollo de la rama más política de las éticas del cuidado. Hablo en plural a conciencia. Si pensamos en la música fusión o en la literatura posmoderna entendemos con rapidez que no se trata de un movimiento estanco y unitario, sino que hablamos de una categoría creada a base de parecidos entre autores y propuestas que son diferentes entre sí. Lo que llamamos «ética del cuidado» es un campo de conocimiento interdisciplinario que se extiende como las múltiples ramas de un árbol genealógico, con divisiones y encuentros fortuitos, un cierto aire de familia y particularidades propias.

Genealogías

Lo primero a destacar de la ética del cuidado es que no hay un consenso unitario sobre su origen. Esto se debe, en parte, a que el feminismo de la segunda ola se bastó de las distintas corrientes teóricas existentes para pensar sus preguntas fundamentales hacia finales de los setenta y a partir de los ochenta. La mayor parte de la literatura concede su nacimiento en la obra de Carol Gilligan In a different voice (1982). Gilligan era experta en psicología del desarrollo moral, es decir, en los estudios sobre cómo los humanos elaboramos nuestras reflexiones al enfrentarnos a dilemas morales. La autora criticó los modelos preexistentes de Lawrence Kohlberg al cuestionar que sus teorías sobre las etapas de desarrollo moral sufrían un sesgo de género. Puso en tela de juicio las formas de generación de conocimiento y el impacto de nuestro entorno social en las miradas supuestamente objetivas. Los estudios que Kohlberg había llevado a cabo en la década de los sesenta defendían un modelo de seis etapas que sistemáticamente otorgaba una menor puntuación en el desarrollo moral a las mujeres. ¿La razón? Había tomado el razonamiento masculino como norma. En respuesta, Gilligan condujo sus propios estudios e incluyó sujetos femeninos, lo que le permitió concluir y defender que la elaboración de razonamientos de las personas socializadas como hombres y como mujeres eran diferentes. Llamó al primer modelo, que corresponde a la respuesta tradicionalmente masculina, ética de la justicia, y lo caracterizó como una explicación de los dilemas morales entendidos como un choque entre dos derechos o principios universales en conflicto entre sujetos autónomos e independientes donde no está claro cuál de los dos debe prevalecer sobre el otro. En contraposición, Gilligan habló de la existencia de otro modelo, la ética del cuidado, que correspondía a la respuesta tradicionalmente femenina, y que caracterizaba el dilema moral como un conflicto entre responsabilidades, por lo que su solución requería una forma de pensar contextual y narrativa, que entendiera y estudiara las relaciones en vez de centrarse en los derechos formales y los principios. Gilligan expuso dos formas de comprender la moral que se basaban en premisas diferentes, pero no quiso priorizar una sobre la otra ni asignarlas a un sexo por naturaleza; más bien planteaba que debería conseguirse algún tipo de conjugación entre ambas.

A partir de aquí, se desarrollaron una serie de nuevos textos en los años ochenta en diálogo unos con otros. Sin embargo, aunque la mayoría de las autoras no defendía la existencia de una moral femenina esencial, hubo ciertos factores que jugaron en contra del reconocimiento de la ética del cuidado como teoría política de pleno derecho. Por un lado, la publicación inicial de la obra de Nel Noddings Caring (1984), con una visión esencialista de la diferencia entre sexos en la que se defendía que la ética del cuidado era una ética distintivamente femenina porque las mujeres muestran una tendencia natural para cuidar. Por otro lado, la ética del cuidado se desarrolló en paralelo al debate sobre la diferencia en los círculos feministas. ¿Las mujeres eran igual que los hombres o tenían características distintivas? ¿Se buscaba la igualdad y la asimilación de las mujeres al modelo público de hombre o se reclamaba la importancia de otro modelo público que no siguiera los objetivos clásicos impuestos al rol masculino?

Esta posición fue profundamente rechazada por las autoras que entendían la ética del cuidado como un disruptor de los modelos sociales y políticos imperantes. En 1987, Tronto defendía que una de las aportaciones más interesantes de Gilligan fue la incorporación del factor sociopolítico y no solo psicológico e individual en las diferentes aproximaciones morales, y afirmaba que este factor sociopolítico se podía atribuir a la clase social y la etnia, y no solo al género.

Aunque Gilligan fue la primera en usar la expresión «ética del cuidado», no es la única autora reclamada como origen. Otras estudiosas consideran que esta corriente política es más bien deudora de la obra de la filósofa estadounidense Sara Ruddick Maternal Thinking (1980), que leyeron con atención pensadoras como Virginia Held y Joan C. Tronto ya a mediados de los ochenta. En esta obra, Ruddick negó cualquier naturaleza maternal propia de las mujeres, y describió la maternalidad como una práctica humana fundamental que se habría asociado históricamente con las mujeres y con otros grupos marginados pero que carecía de relación esencial con el sexo o la identidad de género. Además, apeló a la conciencia feminista para cuestionar las estructuras que devalúan las prácticas de cuidado hacia los demás e hizo un llamamiento a poner el cuidado en la esfera pública.

Tanto si consideramos la génesis de la ética del cuidado en Ruddick como en Gilligan —tema interesante para los eruditos, pero seguramente no tanto para la vida práctica—, resulta evidente que su dimensión política ha existido siempre, pero que la convivencia entre esta visión y la lectura esencialista que se hizo de la ética del cuidado hizo que durante mucho tiempo fuera entendida como una «moral femenina» y, por lo tanto, descartada como interlocutor prominente incluso entre los círculos feministas—1 como bien explica y analiza Tronto en Moral Boundaries. Sorprendentemente, este malentendido llega a nuestros días.

Los afluentes. El enfoque filosófico y el enfoque sociológico

Otro factor que permite hablar de distintas éticas del cuidado es la percepción de que hay dos grandes aproximaciones al cuidado que a veces entran en contradicción: la filosófica y la sociológica. Empecemos por la última, ya que es la más defendida en los movimientos sociales de los últimos años. La aproximación sociológica de la ética del cuidado se ha centrado principalmente en lo que conocemos como trabajo de cuidados y su distribución, así como el análisis de las desigualdades, las estructuras de poder y las formas de privilegio que lo conforman. Junta las dimensiones social, económica y política para otorgar un valor a lo que tradicionalmente se ha entendido como trabajo reproductivo o formas de trabajo productivo devaluadas por su relación con los colectivos marginados u oprimidos, como las mujeres. Se centra en la figura cuidadora y lo que pide es una redistribución del trabajo para mejorar las injusticias presentes y conseguir una mayor igualdad social. Un ejemplo claro es el de las luchas de movimientos de las trabajadoras del hogar, que buscan el reconocimiento social de actividades relacionadas con el cuidado y su consideración económica y jurídica. A mi parecer, esta corriente ha calado mucho más en nuestros contextos culturales, posiblemente porque es una aproximación que bebe mucho de la teoría feminista de raíz marxista, más extendida entre las pensadoras feministas del sur de Europa (como, por ejemplo, Silvia Federici) y de América Latina, centradas en las luchas sociales y económicas.