Relaciones poderosas - Joan Quintana Forns - E-Book

Relaciones poderosas E-Book

Joan Quintana Forns

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Beschreibung

Este es un recorrido para comprender las bases sobre las que construimos nuestras relaciones. Gracias a este aprendizaje podremos ver y mejorar la calidad de nuestros vínculos y conseguiremos desarrollar la capacidad de cuidar de nosotros mismos. Para ello habrá que revisar nuestra propia historia, concienciar la relevancia de lo que sentimos o nos hacen sentir los otros o comprender el valor que tienen las formas de narrar lo que nos sucede. Relaciones Poderosas parte de la premisa de que vidas poderosas constituyen relaciones poderosas, y que relaciones poderosas generan equipos poderosos, y que equipos poderosos son el fundamento de organizaciones y comunidades que pueden cambiar el mundo. Las vidas poderosas son aquellas que tienen la capacidad de hacerse responsables de sí mismas y de la relación que articulan con los otros; con los seres que amamos, con los que trabajamos, aquellos con los que, en definitiva, compartimos presentes y futuros.

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Veröffentlichungsjahr: 2014

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Joan Quintana Forns

Arnoldo Cisternas Chávez

Relaciones Poderosas

Vivir y convivir Ver y ser vistos

© 2013 by Joan Quintana & Arnoldo Cisternas

© 2014 by Editorial Kairós S.A.

Numancia 117-121, 08029 Barcelona, España

www.editorialkairos.com

Primera edición en papel: Febrero 2014

Primera edición digital: Febrero 2014

ISBN en papel: 978-84-9988-340-3

ISBN epub: 978-84-7245-396-8

ISBN Kindle: 978-84-7245-397-5

ISBN Google: 978-84-7245-403-3

Depósito legal: B 1.932-2014

Ilustraciones interiores: Elena Urizar

Composición: Pablo Barrio

Todos los derechos reservados.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita algún fragmento de esta obra.

Sumario

1. IntroducciónPoder personal y relaciones poderosas¿Qué significa libertad de acción?2. ¿Quien eres? Un ser racionalLa conciencia relacionalYo y los otrosSomos el resultado de nuestra propia historia3. ¿Cómo vemos y cómo somos vistos?A veces somos visibles, otras veces, invisiblesLos InvisiblesPreguntas para ver y ser vistos4. ¿Cómo te relacionas?La red en que vivimos: una reflexión previaLa relación con uno mismoLa red primariaLa red secundaria5. ¿Cómo estamos presentes en nuestra red?Personas Necesarias y proximidad relacionalTipos de relación: generadora, cooperativa, operativa defensiva, excluyenteConversaciones para equilibrar y mejorar las relaciones6. ¿Cómo utilizamos nuestros recursos para relacionarnos?Las cinco acciones de relaciónCinco acciones relacionales: pedir, ofrecer, acordar, escuchar y reconocerEl triángulo de la acción: pedir, ofrecer y acordarReguladores relacionales: escuchar y reconocer7. ¿Cuál es nuestra forma de estar con los otros? Estilos personales de relaciónNo tenemos estilos puros, transitamos de un polo a otroLas 3 C: Constructor, Conservador, Controlador8. ¿Cómo liberarnos de nuestras conversaciones pendientes?Conversaciones para fortalecer vínculosConversaciones para restaurar vínculosPreguntas y respuestas para liberar una conversación pendiente9. ¿Cómo puedo construir relaciones poderosas?Decálogo para desbloquear relacionesPreguntas y respuestas para construir relaciones poderosas10. Nuestros libros referentes

1.Introducción

Poder Personal y Relaciones Poderosas

El libro que usted tiene entre sus manos es una invitación a vivir plenamente. Hemos sido criados y formados en la relación con los otros, experimentamos cada momento de nuestra historia en relación con los demás y con nosotros mismos; allí es donde sucede la vida y la muerte, la alegría y la tristeza, la esperanza y la resignación, el rencor y el perdón, la soledad y el encuentro, el éxito y la derrota, el desamor y el amor.

El tiempo que le dedique a leer este libro le permitirá despejar un espacio en medio de la vorágine de cada día, para mirar y fortalecer las relaciones en las que vive, tanto la relación que usted tiene consigo mismo, como las que mantiene en el mundo del trabajo, la familia, los amigos y la comunidad.

Este texto, más que un compendio de teorías o elucubraciones intelectuales, es el resultado de años de experiencia trabajando como consultores en empresas, instituciones públicas, centros sanitarios, instituciones educativas y ONG, donde el denominador común ha sido observar y ayudar a que diversos grupos de personas puedan relacionarse mejor, entenderse de una forma constructiva, respetarse a pesar de sus diferencias, para que su convivencia sea una experiencia positiva y enriquecedora, y que las actividades y proyectos que ellos han emprendido fueran realizados de la mejor manera posible.

El enfoque relacional tiene su base en distintas disciplinas, no pretendemos imponer ninguna clase de dogma o creencia ciega, esto es un camino, un recorrido que hemos transitado y que creemos que es valioso para todos aquellos que albergan el deseo de mejorar aspectos de su vida y su relación con aquellos que les rodean.

Creemos que vidas poderosas constituyen relaciones poderosas, y que relaciones poderosas generan equipos poderosos, y que equipos poderosos son el fundamento de organizaciones y comunidades que pueden cambiar el mundo.

Entendemos que vidas poderosas son aquellas que tienen la capacidad de hacerse responsables de sí mismas y de la relación que articulan con los otros; con los seres que amamos, con los que trabajamos, aquellos con los que, en definitiva, compartimos presentes y, más tarde, compartiremos futuros.

Creemos que la responsabilidad nos hace humanos, somos los únicos animales responsables de nuestros actos; si perdemos esta condición, perdemos lo más valioso, nuestra condición humana.

Vivir y relacionarnos de forma poderosa es dirigir nuestra voluntad de desarrollo en coherencia con los valores y compromisos que tenemos con nosotros mismos y con las personas que nos acompañan.

El poder personal es la capacidad de adaptarse, decidir y conectar con nuestras fortalezas para que, desde una visión crítica sobre nosotros mismos, podamos lograr la transformación tanto personal como de nuestro entorno, fundamentados en esta libertad de acción.

¿Qué significa libertad de acción?

Es construir una identidad con lo que uno es capaz de hacer, no con lo que tiene. Es no quedar atrapado, ni con los objetos ni con los deseos. Por tanto, es poder estar y no estar, es poder tener y desprenderse, es la libertad de renunciar y es el derecho de desear. Este poder nos permite regular todo lo que puede esclavizarnos.

Una persona con poder personal es aquella que construye su identidad a través de su capacidad de hacer. No construye su identidad por comparación ni tampoco negando al otro, es su capacidad de hacer la que le da sentido.

En suma, cuando hablamos de relaciones poderosas podríamos llamarlas también relaciones responsables.

Estamos viviendo un momento en el que nadie es responsable de casi nada y, sin embargo, lo que está pasando nos afecta a todos. Es esta desconexión entre la acción y la responsabilidad de quien ha generado la acción la que puede llevarnos a una sensación de impotencia, en la que sintamos que no podemos hacernos cargo de nuestra propia existencia.

Este es un mecanismo de la indefensión, aprendizaje que hacemos cuando no ponemos límites a la pérdida de libertad o dignidad y pensamos que, hagamos lo que hagamos, ya no podemos hacer nada y no depende de nosotros. Con la indefensión, se crean las condiciones para transformarnos en esclavos. Frente a ello proponemos responsabilizarnos de lo que hacemos, y es a partir de ese instante cuando logramos desarrollar nuestro poder personal.

El poder personal es un paso necesario para construir familias responsables, instituciones responsables y comunidades responsables.

El poder personal no se puede desarrollar ni sostener si la persona no logra ver a los otros y sentirse vista por los demás, ser reconocida y reconocer, ser aceptada y aceptar, valorada y valorar, querida y querer a otros, sentirse cuidada y cuidar. Esta es la dinámica relacional central, la fuente que permite vivir plenamente la vida, articular relaciones poderosas, hacernos cargo de la vida propia y de la vida con los otros de forma responsable.

Vidas poderosas son posibles si esta dinámica no se rompe y se sostiene en el tiempo. Vidas plenas surgen de espacios relacionales donde esta forma de vivir es practicada; son personas que logran llevar esta dinámica a su red de trabajo y reproducirla en la relación con sus amigos e hijos.

Nacemos y vivimos tras la búsqueda constante del encuentro; desde el poder personal vemos al otro y le podemos decir: «te miro, te veo, te acepto, te valoro, te lo digo y te lo demuestro actuando en coherencia».

2.¿Quién eres? Un ser relacional

Hacernos conscientes de algo nos permite ver algo que no veíamos, comprenderlo y sentir cosas que antes no podíamos sentir, para, desde ese nuevo lugar, actuar y alcanzar lo que buscamos.

La conciencia relacional es un elemento clave en nuestro camino para conseguir relaciones poderosas. Ampliar nuestra conciencia es ampliar nuestra capacidad de acción, es abrir las puertas para poder estar y compartir con más personas y situaciones distintas y diversas.

Para tomar conciencia de cómo nos relacionamos hay que tener presente:

La palabra (qué decimos).Las acciones (qué hacemos).La emoción (qué sentimos al hacer lo que hacemos).El sentido (para qué hacemos lo que hacemos).

Ser conscientes de cómo explicamos lo que nos pasa, qué hacemos o no hacemos, qué estado emocional nos acompaña y qué sentido tiene para nosotros lo que estamos viviendo, es lo que nos ayuda a comprender cómo nos relacionamos. Así podremos abordar una situación que nos bloquea y que nos impide estar con las personas a las que queremos o necesitamos.

El libro que tienes en las manos tiene este doble objetivo: ayudarte a conocerte mejor y servirte de forma práctica para solucionar cuestiones laborales o familiares que te bloquean. Uno y otro fin están claramente relacionados.

La conciencia relacional

La palabra

Uno de los elementos que conforman la consciencia relacional es el lenguaje. A través de las palabras articulamos distintas narraciones. Y por medio de estas narraciones vamos construyendo progresivamente nuestra realidad.

Vivimos y actuamos según narramos.

De hecho, una misma vivencia se la contamos a una persona (o a nosotros mismos) de distinta manera, según el momento en que nos encontremos. Y esto hay que considerarlo, ya que cada vez que le contamos algo a otra persona agregamos nuevos matices, realizamos cambios en la historia y, por tanto, sentimos de manera diferente esa narración.

La palabra nos ayuda a narrar y, así, delimitar, construir y buscar certezas para explicar y entender nuestra cotidianeidad.

En la palabra debemos comprender que hay dos niveles.

Diálogo interno. La voz interior

Es lo que nos decimos a nosotros mismos sobre lo que sentimos y hacemos, son viejas voces conocidas que nos acompañan, fruto de lo que hemos vivido, voces que nos dan permisos para hacer y voces que nos limitan.

Este diálogo interno es de muchos tipos y se da de múltiples formas. Puede ser la voz de la responsabilidad, de la alegría, del orgullo, de la ira, etcétera. Estas voces provienen de todas nuestras experiencias vividas y hay voces que nos han ido acompañando desde nuestra infancia. Por ejemplo, la voz del miedo, de la exigencia, la voz del cariño, la voz del reconocimiento (tanto por buscarlo, como por tenerlo y mantenerlo), la voz del dominio o del ser dominados. Esas voces interiores aparecen siempre en cada acto que vivimos, y de alguna manera son como el lenguaje básico para construir la narración de las cosas, son la expresión histórica de lo que hemos vivido. Cada voz interna es aquello que nos limita o nos da posibilidades.

La voz interior es lo que nos decimos a nosotros mismos, por ejemplo: «no sé si podré», «no sé si lo merezco», «todo depende de mí», «esto que me he propuesto lo puedo hacer», etcétera. También son narraciones del mundo en el que vivimos o respecto de las otras personas con las que nos relacionamos, por ejemplo: «creo que él me engañará», «creo que ella es superior a mí», «pienso que esto es una oportunidad enorme», «las cosas irán mejor cada vez».

Diálogo social. La voz pública

Es lo que le decimos a los otros. Por ejemplo, uno puede expresar su estado de ánimo: «Últimamente me ha ido muy bien», «Voy tirando para delante, no es fácil haber renunciado al trabajo, pero estoy contento». Esto sería lo que le expreso a un amigo con el que me encuentro en la calle. Tiene un gran peso, ya que, en gran medida, a través de lo que decimos vamos dibujando la imagen que las personas tienen de nosotros.

Pero muchas veces lo que le cuento a otras personas no coincide con mi diálogo interno, porque en ese momento, por ejemplo, al llegar a mi casa la voz interior que escucho es la del miedo. «Tengo que decirle a mi familia que estoy bien para que no noten el temor y la incertidumbre que siento», «No sé si tengo la capacidad para hacer esto y cumplir con lo que me he propuesto», «No sé si di un buen paso al dejar mi trabajo e independizarme», «Me siento dubitativo, tengo miedo de seguir adelante».

Es así como se dan las siguientes paradojas: lo que expresamos en palabras a otras personas no coincide con lo que pensamos; y lo que decimos, muchas veces, no coincide con nuestros actos.

Las acciones

Las acciones se refieren a lo que hacemos. Hay quienes afirman que nuestros actos definen quiénes somos. Si uno dice «me encuentro bien», «estoy tirando para delante», «he dejado el trabajo, pero estoy muy contento», cabe la posibilidad de que estas declaraciones sean solo palabras, ya que en la práctica no he telefoneado a mis conocidos; cuando me emplazan para una entrevista de trabajo no voy, me quedo todo el día en casa paralizado frente al televisor, sin ánimo de salir a ninguna parte, escondiendo el sentimiento de fracaso y miedo que padezco.

Palabra y acción deben estar claramente relacionadas.

En nuestros actos, también hay un acoplamiento adaptativo al entorno que es útil y funcional a la situación que estamos viviendo. Por ejemplo, un hombre de mediana edad toma la decisión de cambiarse a un trabajo que es menos absorbente que el anterior, ya que ello le permite pasar más tiempo con su familia, aunque sus ingresos ya no sean tan elevados como antes. Ya no puede comprar tantas cosas, pero tiene la esperanza de que su calidad de vida mejore. A partir de ahora podrá construir un espacio más cálido y acogedor en el cual compartir y ver crecer a sus hijos.

Si esta narración es genuina, es porque para ese padre disponer de más tiempo para estar con su mujer e hijos, y dejar el estrés agobiante de su trabajo anterior, le da un nuevo sentido a su vida.

Las acciones que llevamos a cabo oscilan entre la coherencia y la incoherencia. Nuestros actos pueden estar completamente alineados con nuestras palabras. Es lo que comúnmente entendemos por ser consecuentes o actuar en consecuencia. En el otro extremo, lo que le decimos a otros (la narración) podría llegar a ser todo lo contrario a lo que hacemos (las acciones).

La emoción

El estado emocional regula la acción. Esto quiere decir que no es lo mismo que hablemos desde la rabia que desde la gratitud, desde la decepción que desde la compasión, desde el miedo que desde el perdón, desde la alegría que desde la tristeza.

¿Y qué significa esto?

Las emociones regulan las relaciones personales, profesionales, económicas y las políticas entre países e instituciones. Los estados emocionales activan relaciones en los grupos humanos dirigidas hacia la competitividad, la cooperación, la destrucción y la construcción de futuros.

Somos seres emocionales en constante movimiento, fluimos de un estado emocional a otro, y ello condiciona la forma en cómo nos relacionamos haciéndonos sentir afortunados o desafortunados, seguros o inseguros, felices o tristes.

Por esta razón nos será muy útil saber qué emoción precede a nuestras acciones y preguntarse: ¿Qué siento? ¿Cuál es mi estado emocional predominante? Alegría, miedo, celos, gratitud, tristeza, admiración, agobio, ira, etcétera. Es posible que la respuesta nos ayude a actuar de manera más certera y efectiva, ya que nuestras acciones son reguladas por nuestro estado emocional.

Cuando cambiamos de trabajo y nos encontramos con que las cosas se hacen de manera distinta a como estábamos acostumbrados, muchas veces el contexto nos lleva a actuar de forma distinta a como siempre lo hacíamos en lugares más familiares. La emoción predominante podría ser de tristeza y frustración si es que nos sentimos desorientados en este nuevo entorno. O, por el contrario, si esta misma situación la afrontamos desde el optimismo y la alegría, podemos vivirla como una nueva aventura y una oportunidad de crecer profesionalmente.

Entonces, si nuestras acciones son reguladas por nuestro estado emocional, ¿nuestra vida está determinada por las emociones que sentimos? ¿Somos prisioneros del estado emocional predominante?

Hay un regulador de todo ello: el sentido.

El sentido

El sentido tiene que ver con el fin que perseguimos y con la trascendencia de lo que hacemos. Pensemos en un mapa que nos sirve de guía para encontrar el tesoro que estamos buscando. También podemos verlo como aquella brújula que nos orienta en medio de una tormenta, donde no podemos ver el horizonte cuando las olas y el viento nos arrastran hacia el peligro. En medio de la oscuridad, nuestra brújula es la única que nos ayudará a llegar a tierra firme. Es un norte que surge de lo que quiero y no quiero más para mi vida, de todo aquello que quiero hacer y de lo que no quiero repetir, es ese lugar donde quiero llegar y que me produciría una sensación de plenitud de mi propia presencia y existencia.

Pero también el sentido es dinámico, no es algo estático ni absoluto; se altera, modifica y, en algunos casos, cambia completamente. A lo largo de nuestra vida hay tiempos de plenitud y tiempos de sinsentido. Construimos y mantenemos relaciones que nos dan alegría y otras que progresivamente nos entristecen y enferman. Luchamos para conservar objetos y relaciones que, en un momento dado, son “todo” para nosotros (un fin por el que sacrificamos otros aspectos que también son importantes), pero en algún punto se desdibujan y nos llegan a parecer un absurdo.