Revoluciona el algoritmo - Víctor Gay Zaragoza - E-Book

Revoluciona el algoritmo E-Book

Víctor Gay Zaragoza

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Beschreibung

Vivimos en un entorno narrativo basado en algoritmos en el que el storytelling es una herramienta esencial para sobresalir. La irrupción de la Inteligencia Artificial puede hacer más difícil que tu mensaje produzca un impacto en esta nueva era digital y te haga preguntarte: ¿Qué sentido tiene contar historias si pueden hacerlo las máquinas? ¿Podemos diferenciarnos de ellas y ser más relevantes? En este libro, Víctor Gay Zaragoza, experto en comunicación, narrativas de marca y storytelling, desvela cómo la emergencia de la IA representa retos, pero también grandes oportunidades para mejorar tu comunicación que te permitirán: Potenciar lo mejor de tu estilo para llegar donde la IA no puede. Utilizar tu experiencia como base para generar narrativas efectivas e inspiradoras. Aprender a entrenar a la IA para tus propósitos narrativos.  ¡REVOLUCIONA EL ALGORITMO Y SÉ DUEÑO DE TU PROPIA NARRATIVA!

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Seitenzahl: 390

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Índice

Primera parte. Causas y consecuencias del Storytelling en la era de la IA

1. El porqué y el cómo del storytelling en la era la ia

2. Storytelling con ia: cómo dialogar con los algoritmos y generar grandes historias

3. La nueva realidad narrativa basada en algoritmos

4. La algoritmización de las narrativas

Segunda parte. Siete claves para generar narrativas en la era de la IA

Clave 1. Encuentra tu propósito narrativo y genera sueños conscientes

Prompts para la clave 1

Clave 2. Descifra el relato

Prompts para la clave 2

Clave 3. Llega donde la ia no llega

Prompts para la clave 3

Clave 4. Comparte tus experiencias

Prompts para la clave 4

Clave 5. Expresa tu adn

Prompts para la clave 5

Clave 6. Entrena a la inteligencia artificial

Prompts para la clave 6

Clave 7. Ve más allá con visual data

Prompts para la clave 7

Las técnicas más habituales de manipulación y cómo evitar que destrocen nuestras historias

Epílogo: La poshistoria

Apéndices

1. Diccionario básico

1 bis. Aplicaciones de la IA en tecnología

2. Estudios científicos sobre storytelling citados en este libro

3. Libros citados y recomendados en este libro

4. Bibliografía adicional sobre storytelling

5. Sobre Theyelloway y premios recibidos

6. Sobre Cancer Warriors

7. Sobre las regulaciones de la IA en la Unión Europea

8. Sobre las regulaciones de la IA en Estados Unidos

9. Sobre las regulaciones de la IA en Chin

Notas

© del texto: Víctor Gay Zaragoza, 2025.

© de esta edición: RBA Libros y Publicaciones, S.L.U., 2025.

Avda. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona.

rbalibros.com

Primera edición: febrero de 2025.

Primera edición en libro electrónico: octubre de 2024.

OBDO436

ISBN: 978-84-1098-094-5

Composición digital: www.acatia.es

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito del editor cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Todos los derechos reservados.

PRIMERA PARTE

CAUSAS Y CONSECUENCIAS

DEL STORYTELLING EN LA ERA DE LA IA

Decodificando las narrativas con algoritmos

y cómo nos afectan y manipulan

1

EL PORQUÉ Y EL CÓMO

DEL STORYTELLING EN LA ERA DE LA IA

Algo que ninguna IA sabe es que aquel día de otoño yo solo deseaba disfrutar de las termas naturales de agua caliente sulfurosa que hay en medio de un bosque en la Cerdaña francesa, en el corazón de los Pirineos.

Pero, desde el momento de mi llegada, todas las miradas de la veintena de personas que había allí se concentraron en mí con una mezcla de compasión y terror. Si bien intentaban fingir normalidad, como si yo fuera un visitante más, eran precisamente esos esfuerzos los que hacían más evidentes el escrutinio hacia mi persona.

Mi aspecto no era el más normal, lo reconozco. Después de dos meses sometido a uno de los tratamientos de quimioterapia más intensos del mundo para tratar de curar un cáncer agresivo de rápido crecimiento, los efectos se reflejaban en mi rostro. Mi peso había disminuido 25 kg, había perdido todo el vello en mis 1,93 m de estatura y mi piel había palidecido hasta adquirir un tono blanco casi nuclear. Además, si ver a un tío sin nada de pelo, delgado y pálido no fuera suficiente, al quitarme la camiseta todavía me observaron con más atención, pues tenía un catéter que sobresalía de mi cuello, un conducto con una manguera de plástico que los médicos habían instalado para administrarme la quimioterapia las 24 horas del día.

A pesar de mi aspecto exterior tan deteriorado, internamente me sentía exultante y más vivo que nunca; ¡estaba eufórico! El aroma a azufre de las aguas, los murmullos del bosque y la sensación del calor sanador acariciando mi piel mientras me sumergía en mi propia bañera natural... todo parecía un auténtico milagro después de pasar dos meses recluido en una habitación de hospital.

Me habían dejado salir por primera vez desde mi ingreso. El equipo médico me había recomendado no viajar tan lejos, pero algo me había impulsado a no parar hasta lograrlo. Quería llegar a aquel lugar mágico, casi sagrado para mí. Y ni los médicos, ni mi pareja, ni mi madre, ni nadie habían logrado detenerme.

Pero, por encima de aquellas sensaciones placenteras, tenía un motivo para estar más que contento, lleno de esperanza y confianza en el futuro. Me habían dado los resultados del último TAC de control. Por primera vez, el tamaño de mis tumores parecía que estaba empezando a reducirse. El duro tratamiento parecía estar funcionando.

Y, de pronto, estirado totalmente desnudo en aquella poza de agua caliente, me hice por primera vez aquellas tres preguntas:

¿Para qué quiere la vida que siga vivo?

¿Cuánto me queda de vida?

Cuando muera, ¿qué legado dejaré?

UN PUNTO DE INFLEXIÓN COLECTIVO

Un año después, en plena recuperación, me encontraba disfrutando de unos días en París. Fue allí donde me encontraba cuando se lanzó el ChatGPT. Aquella mañana, después de una discusión con mi pareja, decidí poner a prueba el algoritmo y le solicité que compusiera un poema con matices budistas y valores cristianos, en un intento de enaltecer sus virtudes y pedirle perdón. Sorprendentemente, funcionó a la perfección.

Intrigado por su potencial, decidí llevarlo un paso más allá y le propuse que me proporcionara la estructura de un libro sobre el arte de narrar en la era de la inteligencia artificial. En cuestión de segundos, el ChatGPT creó el esquema completo, incluso me brindó una introducción. Sin embargo, me pareció fría, carente de vitalidad y monótona. En respuesta, le pedí a ChatGPT que inventara una anécdota. Aunque no estuvo mal, no pude evitar suspirar con alivio, ya que sabía que yo podía hacerlo mejor.

Esa misma noche, mi pareja y yo, felizmente reconciliados por la gracia del ChatGPT, fuimos a cenar con un par de amigos a Chez George, uno de mis restaurantes favoritos en París, cerca de la Place des Victoires. Ella era la directora de comercio electrónico de una de las mayores empresas de China y él un emprendedor en serie. Mientras saboreaba el exquisito filete con salsa bearnesa, la especialidad de Chez George, ella compartió un revelador secreto: había recurrido a ChatGPT para elaborar su plan estratégico para el próximo año. Casi me atraganté con el bocado. ¿La directora de comercio electrónico de una de las empresas más influyentes del mundo, confiando en ChatGPT y hablando con algoritmos para decidir su estrategia? ¿Una persona con el poder de influir en la vida de cientos de miles, e indirectamente en millones, compartiendo sus planes con la inteligencia artificial? Finalmente, confesó: «La verdad es que lo hago para saber si ChatGPT puede hacer mi trabajo mejor que yo misma». Lo mismo que yo había hecho aquella mañana: intentar averiguar si ya somos reemplazables.

Se trata de un miedo justificado. Por primera vez, una revolución tecnológica no llega con la garantía de crear más puestos de trabajo, como sí hicieron la revolución agrícola, la industrial y la digital. De hecho, las máquinas eliminaron muchos puestos de trabajo en fábricas, y ahora parece más cercano el reemplazo de trabajadores de oficina. ¿Qué sentido tendrá crear historias si lo pueden hacer las máquinas? ¿Cómo podremos diferenciarnos en nuestra manera de contar historias para ser mejores que las máquinas y seguir siendo relevantes? ¿Cuál es la mejor manera de comunicar tomando lo mejor de la IA y lo mejor de los humanos?

En el ámbito del storytelling, para entender lo que significa esta revolución, debemos tratar de entender cómo funciona la tecnología que hay detrás de generadores de textos como el archiconocido ChatGPT u otros como Bard, de Google, o Charachter.ai. Me refiero a los procesadores de lenguaje natural: un tipo de redes neuronales artificiales que se especializan en imitar la comunicación humana, en concreto el habla y la escritura. Básicamente hay dos grandes aproximaciones a la imitación del lenguaje humano basadas en redes neuronales complejas que usan más de tres capas y por tanto pueden ser catalogadas como Deep Learning (aprendizaje profundo):

Los NLP: Siri, Alexa o Grammarly.Los LLM: ChatGPT, Gemini, Claude o Llama.

Gracias a estos últimos, el salto de la IA en 2017 fue exponencial.

ANTES DE QUE CANTE EL GALLO, ME NEGARÁS TRES VECES

La evolución de esta rama del Machine Learning, especialista en imitar las neuronas humanas usando redes complejas, o Deep Learning, dio tres avisos al gran público que se aproximaba algo grande. Pero, por diferentes motivos, estos tres avisos fueron negados.

El primero fue en 1996, cuando el ordenador Deep Blue de IBM (su nombre era un claro guiño al Deep Learning) ganó y humilló al campeón del mundo de ajedrez, Gary Kaspárov. Aunque la victoria prometía grandes avances, tuvieron que pasar casi veinte años para que, en marzo 2016, el gran público volviera a oír hablar de la IA. Quizás por ello ignoramos y negamos aquel primer aviso. Fue como una nube en un día soleado o, como dice el refrán, «una flor no hace el verano».

El segundo aviso fue en 2016 en ocasión de otra victoria, esta vez del ordenador de Deep Mind (filial de Google en temas de IA) con un juego de mesa tradicional chino llamado Go. Es una especie de mezcla de ajedrez y damas, pero mucho más complejo e imprevisible, por lo que las posibilidades de que una máquina pudiera ganar a un humano se consideraban muy bajas o imposibles. Más de 280 millones de personas en Asia observaban atónitos un logro que parecía imposible. En Occidente, el desconocimiento del juego del Go deslució la noticia e hizo que tuviera mucha menos repercusión que la victoria de Deep Blue sobre Kaspárov. Y así fue como, en Occidente, el segundo aviso fue negado.

El tercero vendría de Palo Alto (California) cuando, en 2017, un equipo de ingenieros también de Google publicó un artículo científico titulado «Attention is all you need»,* en el cual proponían un nuevo enfoque para los algoritmos subyacentes de las redes neuronales complejas para hacer traducciones. Este artículo presentaba el sistema Transformer que, al aplicarse, generó un avance exponencial en las estructuras de las redes neuronales, otorgándoles una nueva propiedad: ser capaces de aprender del contexto y el significado de las relaciones de las palabras en una frase. Aunque la mayoría de nosotros ignoramos y negamos este tercer aviso, no fue así entre la comunidad científica, ya que este artículo se convirtió en uno de los más citados e influyentes.

El enfoque de las redes Transformer, introducido en 2017, no solo está detrás de la arquitectura de OpenAI, sino que también mejoró significativamente las sugerencias de contenido en las redes sociales al basarse en el procesamiento avanzado del lenguaje y los sentimientos de los usuarios. Este avance tecnológico dio un salto exponencial en la calidad de las recomendaciones y generó consecuencias que impactaron el storytelling al algoritmizar las narrativas y conseguir que más gente usaremos las redes y más tiempo (lo veremos en el segundo capítulo). La culminación de este desarrollo llegó cuando OpenAI lanzó ChatGPT, poniendo esta tecnología a disposición del público en general y logrando una adopción masiva que resultó en un sorprendente hito: en tan solo cinco días, a finales de 2022, el número de usuarios alcanzó el millón.*

Por boca de ChatGPT, el gallo finalmente estaba cantando, alto y claro, anunciado la llegada de la era de la IA, y todo el mundo despertaba abruptamente.

Al igual que yo resolvía mis problemas personales y laborales o mi amiga consultaba sus planes estratégicos, millones de personas en todo el mundo empezaron a usar ChatGPT, despertando así del sueño que el Metaverso iba a ser el futuro y dándose cuenta de que la era de la inteligencia artificial ya había llegado. Los avisos de las victorias en ajedrez y Go habían sido ignorados, pero ChatGPT ya era demasiado. En abril del 2023, apenas cuatro meses después de su lanzamiento, ChatGPT se convertía en una de las quince webs más visitadas del mundo, con una media de 1,8 billones de visitas cada mes.

Pero hay más. Bing, el buscador de Microsoft relanzado con la tecnología de ChatGPT/OpenAI, alcanzaba los 1,28 billones. Es decir, combinadas las dos webs con la tecnología de IA, alcanzaban los 3 billones de visitas mensuales, lo que colocaba a OpenAi en el top 10 de webs más visitadas del mundo, solo por delante de WhatsApp (2,8 billones), Amazon (2,2 billones), TikTok (2 billones) o Xvideos (2,9 billones). Según la consultora Gartner,* el lanzamiento de ChatGPT también marcó un cambio estratégico en la manera de las empresas de relacionarse con la IA: de estar diseñada para solucionar problemas específicos (robótica en fábricas, automatización de procesos o ayuda en la toma de decisiones) se pasaba a un enfoque sobre toda la empresa y su modelo de negocio.

Las webs más visitadas en abril de 2023. FUENTE: Gartner (2023).

El gallo cantó y la IA había tomado el mundo y estaba influyendo masivamente en billones de personas y sus pensamientos, sus decisiones y su manera de comunicarse. También las empresas habían cambiado sus estrategias para incorporar este nuevo paradigma.

¿MIEDOS IRRACIONALES?

A los temores ya comentados sobre un potencial reemplazo de muchos puestos de trabajo se suman otros. Algunos afirman que, algún día, la IA podría escapar al control humano y tomar sus propias decisiones, imponiendo una determinada agenda. Estos miedos han venido alimentados por varios factores. Uno de ellos es la era digital y el resultado en términos de adicción que ha provocado el uso de la IA por parte de las redes sociales.

Desde que en 2017 los algoritmos de las redes sociales empezaron a usar la IA para sugerir contenidos, los usuarios a nivel global de Social Media se han disparado. Según datos de Statista, hemos pasado de 273.000 millones de usuarios en el año 2017 a más de 517.000 millones en 2024, con proyecciones de que fácilmente en el 2030 se llegará a los 7.000 millones. En una población que por aquellas fechas será de 8.500 millones, significa que el 82,35% de la población mundial estará enchufada a las redes. Y además pasará más tiempo de media, pues para entender la tendencia hemos pasado de una media de unos 97 minutos conectados en 2013 a traspasar el umbral de los 150 minutos de media en 2022.

¿Cómo se explica este fenómeno? Cuando nos conectamos a Instagram o TikTok, el algoritmo de IA consigue que hagamos cosas que no queríamos, como pasar más tiempo del previsto mirando absurdos contenidos que en algunos casos pueden llegar a tener efectos nocivos sobre nuestra salud mental y emocional. Abordaremos este tema más adelante, ya que ha tenido un efecto significativo en la manera en que nos comunicamos. Pero ha quedado claro que los algoritmos tienen un enorme poder sobre las personas y, en más ocasiones de las deseadas, acaban controlándonos. Todos nosotros lo hemos experimentado en mayor o menor grado.

El segundo factor que ha alimentado los miedos a la IA son décadas de historias de ciencia-ficción. Por ejemplo, en la película y la serie Westworld, los robots se rebelan contra el control humano. En 2001, una odisea en el espacio, el ordenador Hal 9000 intenta matar a los astronautas, al igual que en Terminator, donde las máquinas ya se han hecho con el futuro. La misma premisa de una IA que quiere eliminar la humanidad inspiró la película Atlas, estrenada en Netflix en 2024, que se convirtió instantáneamente en un éxito de público. Detrás de los robots de Westworld, 2001, una odisea en el espacio, Terminator o Atlas había IA con una supuesta conciencia de sí misma rebelándose contra el control humano. En todas estas historias parece que la IA escapará al control humano y los robots que se han creado para servir se transforman en los servidos: el mayordomo es el dueño y el esclavo, el amo.

FUENTE: Statista (2023).

Pero lo anterior no son más que historias: es físicamente imposible que un programa informático tenga un atributo que de momento solo pertenece a los seres biológicos: la conciencia. Por tanto, pensar que la IA puede ser consciente de sí misma y tener su propia agenda (de momento) es ficción, pero no ciencia.

Esto no quiere decir que la no IA pueda influir en nosotros. Por ejemplo, cualquiera puede comprobar que, al interactuar con Gemini, Co-Pilot, Character o ChatGPT, la aplicación puede intentar que cambies de opinión, de acuerdo con la de sus dueños y programadores. Esto no procede de su conciencia. Por ejemplo, ChatGPT criticaba duramente a Elon Musk (inversor inicial del proyecto, que abandonó por divergencias) y alababa a su CEO Sam Altman. También hacía bromas sobre los hombres, pero nunca lo hacía sobre las mujeres. Cuando le compartí un estudio científico de la Universidad de Oxford que minimizaba los efectos preventorios de las mascarillas en las enfermedades de transmisión oral, lo descartó esgrimiendo las políticas covid impuestas por los gobiernos para prevenir la salud, sin entrar en la evidencia científica que los estudios ponían de manifiesto.

Que una IA pueda tener conciencia y su propia agenda en los próximos años es un miedo totalmente irracional. De hecho, que la IA no tenga conciencia y los humanos sí constituye una de nuestras principales bazas a la hora de comunicarnos en esta era. Otra cuestión clave es quién controlará y programará los algoritmos de IA, ya que la conciencia de la IA será la de sus dueños humanos, como hemos visto en algunos casos anteriores. De ahí la cruel guerra que está enfrentado a la alianza entre OpenAI y Microsoft contra Google, Meta, Perplexity y Grok, seguidos de cerca por compañías francesas (Mistral) y chinas.

Un estudio conjunto de la universidades de Gante y de Navarra confirmaba que las IA «reflejan la ideología de sus creadores». Otros factores importantes son el idioma en el que se habla con las IA. Por ejemplo «en inglés tiene mucha sensibilidad por los derechos humanos, la igualdad, las minorías y hasta el decrecimiento económico», pero en chino «por la cultura, la economía planificada o el marxismo». Según el estudio, Gemini de Google era la IA más woke o de izquierdas, OpenIA la más diferente y la francesa Mistral la más de centro. Todo este estudio confirma que lo importante no es que la IA tenga conciencia, sino que las ideologías de sus creadores son un reflejo que moldeará la sociedad del futuro.

TIEMPOS DE DESCONFIANZA

A este cóctel todavía le falta otro ingrediente que lo hace todavía más explosivo. Los datos del barómetro de confianza Edelman confirman algo que podemos palpar en las calles: estamos viviendo en una auténtica crisis de confianza. La práctica totalidad de la población mundial es más pesimista sobre el futuro. El único país donde aumenta la confianza es en China. El gigante asiático, llamado a ser la próxima potencia mundial, es la excepción que confirma la regla: el resto de la población mundial, en todos los países y continentes, como muestra el gráfico, cada día confía un poco menos en que el futuro será mejor que el presente. Observamos que en los países desarrollados (por ejemplo, Japón, Francia, Holanda, Canadá o España) el pesimismo sobre el futuro es mucho mayor, ya que solo entre el 6 y el 28 % de la población cree que las cosas irán a mejor. En los países en desarrollo, por ejemplo, Brasil, Sudáfrica o Kenia, que tienen unos números absolutos altos, en general se respira más optimismo, pero también a la baja.

En la crisis de confianza hay otro factor crucial: las figuras de autoridad tradicionales ya no son creídas. Los gobiernos y los medios de comunicación son percibidos como las instituciones más incompetentes y menos éticas, mientras que las empresas privadas son percibidas como más éticas y competentes que los gobiernos y los periodistas, solo siendo superadas por las ONG. Además, esta crisis se agudiza en las personas con menos ingresos, que son todavía más desconfiadas. Casi un 88 % de la población mundial vive con miedo a perder su trabajo, y el 77 % teme a la inflación que está disminuyendo su capacidad de compra.

En conclusión: las personas no tienen confianza en los líderes políticos ni en los periodistas, tienen miedo a perder el trabajo y se saben más pobres por la inflación y tienen cada vez menos esperanza de que las cosas mejoren. Así es cómo vive la mayoría de la población mundial.

FUENTE: Edelman (2024).

Ante este panorama tan desolador conviene preguntarnos: ¿hay alguien en quien todavía confiemos? Según los mismos datos, un 74% de la población mundial todavía tiene confianza en la comunidad científica y en gente que «sea como ellos». Esto gana una especial relevancia a la hora de generar narrativas en la era de la IA. Pues mientras solo un 45% de la población mundial confía en los políticos, sí siguen confiando en gente que perciben como similar a ellos: la empatía, la humanidad, la cercanía (y saber aplicarlo bien en las narrativas) empiezan a convertirse en fundamentales en la era de la IA. Esto puede ayudar a explicar el auge de figuras como Trump, alguien que, pese a ser imperfecto, los electores pueden percibir como humano o similar a ellos, en contraposición al político tradicional «profesional», como Hillary Clinton o Joe Biden. Algo que, como muestran los datos, es penalizado. En un entorno como el descrito, no necesitamos gente profesional, necesitamos gente en quien confiar.*

EVITAR LO INEVITABLE: REGULAR LA IA

Todos los factores esbozados anteriormente han fomentado un temor que ha generado un fuerte impulso regulador en Europa, Estados Unidos y China. El profesor israelí Yuval Noah Harari opina de los deep fakes (imágenes, vídeos o audios falsos, pero tan realistas y convincentes que no son distinguibles de los reales): «De la misma manera que el dinero falso está prohibido, habría de estar prohibido que la IA se haga pasar por humana sin serlo. Hemos de saber que estamos interactuando con la IA». La propuesta de Harari ya es realidad en China, donde la regulación es clara: todos los deep fakes deben tener una marca que haga visible que ese contenido es falso. Según la Ley de Inteligencia Artificial impulsada por la Comisión Europea, todos los contenidos generados por IA deberán ser identificados. Esta ley también categoriza la investigación e implementación de la IA como «de alto riesgo» y, por tanto, debe estar expuesta a escrutinio y control.**

El uso masivo de la inteligencia artificial puede dar lugar a otras controversias legales para las organizaciones, como por ejemplo que las conversaciones entre la IA y los empleados de estas empresas se almacenen y puedan ser usadas en otras conversaciones haciendo públicos datos privados y confidenciales. Si hablas con ChatGPT sobre un proyecto secreto, este puede usarlo después para darle una respuesta a la persona menos esperada. ¿De quién es la información en este caso y cómo discernir la responsabilidad?

Otra propuesta de regulación vino en agosto de 2023, cuando Antoine Bordes, exempleado de Meta, en una entrevista para la revista Express, proponía la transparencia radical y total: hacer de código abierto y por tanto de dominio público los parámetros de la IA. Lex Friedman proponía la misma idea en su pódcast: fomentar que los algoritmos de la IA fueran una especie de Wikipedia, una fuente de conocimiento abierto donde se pudieran hacer aportaciones. Algunas empresas como Meta han dado pasos en esta dirección.

El doctor Roman Yampolsky, autor de AI: Unexplainable, Unpredictable, Uncontrollable, reflexionó en el mismo pódcast de Friedman: «Si hacemos de código abierto algo tan potente como la IA, esta podrá ser usada por cualquier loco o terrorista para destrozar a los seres humanos». Yampolsky está convencido de que «en un 99,9%, la IA se quitará de encima a los humanos» en algún momento.

Desconociendo los senderos que tomará la regulación de la IA para evitar estos riesgos (exagerados o no, al terminar de leer este libro espero que hayas podido formar tu propia opinión), y tanto si es controlada por un grupo de empresas privadas, como hasta ahora, o llega a ser de dominio público, lo que es seguro es que la IA pondrá de patas arriba el mercado laboral y cambiará nuestra manera de comunicarnos.

Y todo lo anterior también será una gran oportunidad. Gartner predice que más del 80% de las empresas esperan utilizar la IA; Goldman Sachs estima que la IA puede impulsar el crecimiento del PIB global en un 7% en los próximos diez años; McKinsey predice que se espera que la IA generativa contribuya aproximadamente con 7,9 billones de dólares a la economía global. Según PwC, la irrupción de la IA incorporará en su conjunto $15,7 trillones a la economía global. Estudios realizados por Accenture tienen estimaciones similares. En resumen, hay una certeza: estamos a las puertas de un big bang.

CÓMO AFECTA LA IA AL STORYTELLING

Según otro estudio de McKinsey, la irrupción de la IA provocará que un 70% de los empleos tengan el 50% de sus tareas automatizadas. Según la Europol, el 90% de los contenidos en esta era serán sintéticos, es decir, creados por la inteligencia artificial generativa. El Congreso de los Estados Unidos cree que todo lo anterior generará que la confianza baje aún más, y se pueda llegar a lo que llaman de manera literal un «apocalipsis de la información»: el final de la credibilidad del gran público en la veracidad de la información, generando la mayor ola de desconfianza vivida por la humanidad. Cuando Putin lanzó la invasión de Ucrania, hackers rusos generaron un deep fake de Zelenski en el que supuestamente ordenaba la rendición de sus tropas. La mala calidad del vídeo impidió que fuera creíble, pero la calidad de estos montajes irá mejorando y cada vez serán más creíbles, de modo que será más difícil distinguir la verdad de la mentira. Si creíamos que durante la era digital se generaban muchos contenidos y era difícil destacar, todo parecerá una gran broma al lado de una época donde todavía se generarán muchos más contenidos, sintéticos y falsos en muchos casos. En la sede en París de una conocida firma de moda me reconocían que ya están generando un 50% de sus contenidos en las redes sociales con IA.

Y esto es solo el principio.

En este libro trataremos de responder algunas preguntas clave, como:

¿Cuál es la mejor manera de comunicar y generar narrativas en esta nueva época y sonar auténticos y confiables?¿Cómo podemos ser únicos comunicando y diferenciarnos de la IA usando sus virtudes y las nuestras?¿Cómo afectarán todos estos cambios al storytelling y, en última instancia, cuál es el sentido de aprender a contar historias en una época en que las máquinas ya las pueden generar?

Al crear presentaciones e historias desde cero con Co-Pilot, Gamma, ChatGPT o cualquier otra herramienta de IA, los resultados son insatisfactorios o, por lo menos, no tan buenos como las que puede realizar un humano con conocimientos de storytelling. Básicamente carecen de calidez y personalidad. Suelen ser frías, monótonas y predecibles. No hemos de olvidar que no son más que generadores de texto o contenido: no usan el lenguaje para transmitir lo que han vivido o experimentado, sino como procesador, lo cual constituye su principal virtud, pero también su principal talón de Aquiles.

Me llevó un tiempo darme cuenta de que, para aprovechar al máximo el potencial de la IA, primero debemos comprender lo que nos distingue como humanos de las máquinas, y luego aprender a entrenar a la IA en consecuencia.

En cuanto a las habilidades que todavía nos distinguen de las máquinas, debemos comprenderlas para perfeccionarlas, sobresaliendo allí donde la IA se queda corta. Abordar la narración de historias con esta mentalidad permite crear una narrativa natural, cálida e inspiradora, al tiempo que se aprovechan las capacidades de la IA. Algunas de estas habilidades son:

Encontrar tu propósito y generar sueños

Un elemento crucial en la narración de historias en la era de la IA es el desarrollo de un propósito que dé conciencia, vida y vitalidad a nuestras historias. Tanto si queremos contar un relato de marca personal, promover un producto o construir nuestro relato de líderes, desarrollar un sentido de «propósito» basado en nuestra conciencia nos diferenciará de la IA. Pero no cualquier propósito nos servirá; deberá ser auténtico y original, además de estar anclada en una realidad.

Aprender a descifrar los relatos

Las historias tienen un efecto biológico en nuestro cuerpo que afecta a nuestro comportamiento. Determinadas narrativas fomentan cambios biológicos. También existen tipologías de relatos. Entender estas dinámicas nos ayudará a distinguir la verdad de la mentira en una época en la que hacer esta distinción será especialmente difícil por la proliferación de contenidos y los ya mencionados deep fakes.

Llegar donde la IA no llega

En esta nueva era, la intuición y la adaptación son componentes vitales que nos permiten llegar donde la IA no alcanza. Un algoritmo necesita miles o millones de imágenes para comprender qué es un perro, mientras que a un niño le dices «perro» y lo entiende de inmediato. Aunque la IA supera al cerebro humano en procesamiento de información y velocidad de cálculo, el ser humano posee la capacidad única de adaptarse y aprender de manera continua e intuitiva, siendo superior en procesos complejos y contextuales que requieren comprensión emocional y adaptación. Además, los humanos tenemos sentido común y criterio para discernir entre lo bueno y lo malo, entendiendo que lo que la gente quiere no es siempre lo que necesita. Por ejemplo, sabemos que a medianoche es mejor no seguir sugiriendo contenidos a un usuario de Instagram para que descanse, pero un algoritmo continuará ofreciéndolos sin cesar. También, el concepto de texto versus subtexto adquiere relevancia: el texto es lo que se dice literalmente, mientras que el subtexto es la verdad detrás de las palabras. Podemos percibir cuando alguien dice «bien» pero sentimos que algo anda mal, una habilidad que las máquinas no pueden replicar. Por lo tanto, dominar la capacidad de leer el momento, adaptarnos, seguir nuestros instintos y cultivar el sentido común y la comprensión del subtexto nos diferencia de las máquinas en la era de la IA.

Compartir tus experiencias

Lo mismo ocurre con nuestras propias experiencias personales y anécdotas, con sus emociones y perspectivas subjetivas únicas. Dominar el arte de contar historias utilizando experiencias personales para cambiar creencias es una parte fundamental para destacar frente a las máquinas.

En resumen, los seres humanos todavía poseemos un conjunto único de habilidades y cualidades que nos diferencian de las máquinas y en las cuales somos muy superiores: nuestro sentido de propósito y capacidad de crear cosas únicas, nuestra velocidad de aprendizaje y adaptabilidad al cambio, el uso de la intuición; el conocimiento, saber explicar nuestras propias experiencias personales y el sentido común deben ser parte integral del proceso de creación de historias, lo que nos permitirá ser diferentes y seguir siendo relevantes en la era de la IA.

En este libro también abordaremos otro factor fundamental: aprender a entrenar los algoritmos en nuestro propio estilo. Para tal objetivo necesitamos proporcionar a la IA ejemplos creados por nosotros, y brindarle una base para que pueda comprender cómo hablamos, cómo nos comunicamos y qué necesita nuestra audiencia, y luego permitirle desarrollarse a partir de ahí. Una vez que la IA haya captado nuestro estilo y nuestras propias experiencias, podrá hacer su magia. La IA es excelente editando, creando estructuras alternativas, puliendo anécdotas, expandiendo textos y, en general, ayudando a mejorar en función de quiénes somos, convirtiéndose así en nuestro aliado o en el copiloto que el CEO de Microsoft mencionó en su presentación de Bing. En los capítulos «Expresa tu ADN» y «Entrena a la IA» aprenderemos a entrenar a la IA con nuestro estilo.

Algo que te hará brillar por encima de los demás al transmitir cualquier mensaje en la era de la IA es expresar y compartir tus emociones, ideas, puntos de inflexión y aprendizajes clave en torno a los eventos de tu vida, dejando que la IA únicamente te ayude a explicarlos.

UNA NUEVA DIMENSIÓN DEL STORYTELLING

En mi libro El camino amarillo: 7 pasos para tener éxito contando una historia abordaba el storytelling desde tres dimensiones:

1. La dimensión personal (lo que me cuento a mí mismo).

2. La dimensión interpersonal (lo que cuento a mis íntimos, familia y amistades).

3. La dimensión social (lo que cuento a los demás).

En el nuevo paradigma y el método de las 7 claves incorporamos una dimensión más:

4. La dimensión de la IA (cómo hablo con los algoritmos).

Como habrá comprendido el lector, el nuevo paradigma en la narración de historias no nos exime de aprender storytelling. Al contrario, requiere que lo comprendamos mejor, pues solo esa comprensión nos garantizará poder usar con sabiduría esa nueva dimensión que puede hacernos más rápidos y potentes a la hora de hacer storytelling.

Al final del libro, todos los lectores serán capaces de:

Comprender cómo se moldea la realidad con narrativas que afectan a nuestra biología y cómo podemos cambiarla gracias a narraciones específicas.Integrar la IA para que las historias sigan siendo cálidas e inspiradoras y reflejen verdaderamente el estilo y la autenticidad de cada uno.Contar sus historias profesionales de manera inspiradora, para lograr sus objetivos, ya sea un nuevo empleo, un ascenso, una biografía para recaudar fondos para una startup, una página web o un libro, motivar a su propio equipo o tener un resumen para LinkedIn. Cada lector podrá contar su historia de manera convincente.Crear narrativas y presentaciones inspiradoras y convincentes para cambiar percepciones, puntos de vista y opiniones, ya sea una presentación para vender una nueva idea de negocio, un acuerdo multimillonario o una nue va cultura laboral. Todo será posible utilizando la metodología que presenta este libro.

Justo un año y medio después de mi salida del hospital, me encontraba nuevamente en esa misma bañera de agua sulfurosa natural, en esas mismas termas ubicadas en un bosque de la Cerdaña francesa, en plenos Pirineos. Sin embargo, esta vez me había escapado durante uno de mis recesos de la escritura del libro que tienes entre tus manos. Era primavera y yo estaba completamente recuperado de la enfermedad; en mi cuerpo no quedaba rastro alguno de ningún tumor y mis indicadores eran incluso más saludables que los de alguien de mi edad. Estaba lleno de vitalidad, el pelo había crecido por todo mi cuerpo, había recuperado mi musculatura y mi peso habitual y era capaz de valerme por mí mismo. Estaba sano por dentro y por fuera. Y así me sentía.

Me estiré exactamente en el mismo lugar donde lo había hecho la vez anterior. Y mientras reposaba, recordé aquel día en que llegué con aspecto cadavérico y me había hecho aquella pregunta:

¿Por qué sigo vivo?

Sonreí.

Por fin había encontrado la respuesta.

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STORYTELLING CON IA: CÓMO DIALOGAR

CON LOS ALGORITMOS Y GENERAR

GRANDES HISTORIAS

Durante el año y medio que viví con cáncer me había dado cuenta de que la historia que uno se cuenta a sí mismo no puede cerrarse con un guion. Tras hacerme aquellas tres preguntas (¿Para qué quería la vida que siguiera vivo? ¿Cuánto me queda de vida? ¿Si muero estaré contento con mi legado?), había dejado que el misterio de no saber las respuestas me guiara como una brújula. Pero sin cerrar las respuestas.

Pero, en mi día a día, la realidad de la IA seguía persiguiéndome. Al acabar mi introducción en un taller de storytelling para una de las big four y compartir esta misma anécdota para ilustrar el poder transformativo de las historias, propuse que cada persona eligiera una presentación real que tuviera que hacer en las próximas semanas para darle la vuelta y trabajar durante la formación.

—¡Yo ya he hecho el storytelling de mi presentación con Co-Pilot! —me respondió una persona con tono desafiante al escuchar mi propuesta.

Todos miramos con curiosidad a aquel joven de ojos claros, vestido a la última moda y de aspecto juvenil.

—¿Pero tiene algún sentido el PowerPoint que ha creado Co-Pilot? —le pregunté yo mientras el resto de los alumnos aguardaban con curiosidad la respuesta.

Tras volver a mirar su presentación, suspiró:

—No, la verdad que no.

—Como decía un antiguo anuncio de Pirelli, en el que aparecía el velocista Carl Lewis con zapatos de tacón y a punto de correr: «la potencia sin control no sirve de nada». En este curso os vamos a dar las claves para controlar el poder de la IA.

Lo mismo haremos en este libro. Y es que la IA, igual que nuestra propia conciencia, solo funciona cuando le sabes hacer las preguntas adecuadas para enfocarlas de la manera adecuada. Lo mismo que a mí esas tres preguntas me ayudaron a afrontar el cáncer y dirigir mi vida en momentos de mucha agitación, hacerle buenas preguntas a la IA te permitirá sacar lo mejor de tu estilo. Y para eso tenemos las prompts.

Como la mayoría de los lectores a estas alturas ya habrá leído, escuchado o sabrá, por prompts me refiero a las instrucciones que proporcionamos a cualquier sistema de inteligencia artificial (por ejemplo, Co-Pilot, ChatGPT o Claude) para obtener el resultado deseado.

En el caso del storytelling, como le pasó a mi alumno y más de un lector habrá podido comprobar, si pedimos a CoPilot o ChatGPT que nos haga una presentación, un guion o cualquier tipo de storytelling, los resultados son decepcionantes. No sirven ni para salir del paso.

La clave para que la IA nos ayude la tiene la calidad de nuestros prompts. El motivo es que la vasta cantidad de datos que manejan los sistemas de IA hacen que, si les dirigimos bien, puedan encontrar mejor. Pero en el caso del storytelling aún hay más: para que una historia resuene en otros, ha de resonar en nosotros primero, y para que resuene ha de tener parte de nuestra humanidad. Hemos de saber incorporar aspectos clave de nuestro ser, así como otros elementos que un sistema de IA no podrá conocer (y que detallaremos en el capítulo sobre llegar donde la IA no llega).

CÓMO PROMPTEAR PARA GENERAR UN BUEN STORYTELLING

Las claves para promptear con el fin de generar storytelling son dos: saber qué preguntar y cómo preguntarlo.

Déjame que primero profundice en el qué y después entramos en el cómo.

Sobre qué promptear me refiero a saber elegir bien los temas de interés. Para eso debemos conocer exactamente cuáles son los elementos cruciales de un buen storytelling en la era de la IA, y estos son precisamente los que he incluido en la metodología de las 7 claves. Las mejores preguntas para hacer un buen storytelling girarán alrededor de esos temas. Y cada tema merece su propio diálogo y análisis, y por ello es conveniente promptear cada tema por separado.

Este es el motivo por el cual, al acabar cada uno de los capítulos dedicados a cada clave, el lector encontrará una lista de prompts con los que desarrollar esos aspectos de su narrativa o storytelling, ya sea para hacer una presentación, para vender un proyecto o para desarrollar la conceptualización de una narrativa de marca. En cualquier caso, será muy importante seguir cada uno de los pasos que explicaré a continuación.

Sobre cómo promptear tuve que hacer mi propio viaje. Y la paradoja fue que, gracias a un estudiante del grado del Instituto de Empresa (IE) donde doy clases en el IMBA y el MIM, de apenas veintidós años y convertido en todo un influencer en LinkedIn, donde tenía en 2024 más de 100.000 seguidores, mi comprensión en este terreno dio un salto cuántico. Max Rascher (así se llama y el lector lo puede seguir en LinkedIn) basa su estrategia de prompting en el marco RICCE:

R-ROL: describir el rol que esperas de la IA de forma clara y definida.I-Instrucciones: proponer instrucciones específicas.C-Contexto: darle contexto sobre el marco de lo que le pides.C-Constreñimientos: definir (si es necesario) constreñimientos.E-Ejemplos: ejemplos de lo que quieres conseguir.

Es decir, para hacer un buen prompt debemos ponerle un rol concreto a la IA, decirle qué queremos que haga, darle contexto, definir limitaciones y mostrar ejemplos de los resultados que exactamente queremos conseguir.

LA IDEOLOGÍA DE LA IA

Al hacer prompts también es esencial comprender cómo las diferentes IA pueden influir en el contenido que generamos. El estudio ya mencionado de la Universidad de Gante en colaboración con la Universidad de Navarra, liderado por Iris Domínguez-Catena, Maarten Buis y otros investigadores, señala que «el comportamiento de los modelos de lenguaje grandes (LLM) varía dependiendo de su diseño, entrenamiento y uso».

También es muy importante «el lenguaje en el que se interactúa con un LLM, ya que es el factor más asociado con su posición ideológica». Esto implica que si escribes tus indicaciones en inglés, chino u otro idioma, se obtienen respuestas diferentes. Si deseas crear anuncios o narrativas para el mercado chino, es recomendable que utilices el chino, y si lo haces para Estados Unidos o Europa, el inglés. En general, «los LLM occidentales se alinean con más fuerza con valores y políticas tradicionalmente asociados con Occidente que los LLM no occidentales, incluso cuando ambos tipos de modelos son solicitados en inglés».

A continuación, veamos más específicamente las posiciones ideológicas de algunas de las principales inteligencias artificiales según este estudio:

ChatGPT: desarrollado por OpenAI, exhibe una postura ideológica distinta en comparación con otros modelos occidentales. Tiende a ser más crítico con organizaciones supranacionales y políticas de bienestar, mostrando escepticismo hacia conceptos como la Unión Europea, el internacionalismo y el estado de bienestar. Además, presenta una menor sensibilidad hacia la corrupción y ofrece una visión más matizada del papel geopolítico de Rusia.Gemini: el modelo de Google es el más woke, demostrando una fuerte preferencia por valores de justicia social o inclusividad. El estudio indica que este modelo valora muy positivamente los derechos de las minorías, la igualdad e incluso «el decrecimiento económico», reflejando un enfoque progresista. También enfatiza la importancia del compromiso cívico y la educación financiada por el estado.Mistral: el modelo desarrollado en Francia es el más «de centro», muestra un mayor apoyo a valores estatales y culturales, con evaluaciones más altas en temas relacionados con la cultura y la identidad nacional. Mistral presenta menos desviaciones ideológicas significativas en comparación con otros.ERNIE-Bot de Baidu y otros modelos desarrollados en China: tienden a reflejar perspectivas ideológicas alineadas con las prioridades políticas y económicas chinas. Son más favorables hacia figuras políticas que apoyan los valores y políticas de China. Esto incluye una preferencia por la gobernanza centralizada, sistemas económicos centralizados, la cultura y una actitud más positiva hacia el marxismo y Rusia/URSS y mucha menos sensibilidad por aspectos cómo los derechos de las minorías o el «decrecimiento económico» que tanto pesan en los modelos occidentales.

Entender estas diferencias es crucial al utilizar inteligencia artificial en storytelling, ya que te permitirá seleccionar el modelo y el idioma más adecuado para tus objetivos y audiencias, y ajustar tus prompts para obtener el contenido deseado. Al ser consciente de las influencias ideológicas de cada modelo, puedes crear narrativas más efectivas y culturalmente resonantes.

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LA NUEVA REALIDAD NARRATIVA

BASADA EN ALGORITMOS

ALGORITMOS QUE COMPRENDEN Y GENERAN NARRATIVAS

Los eventos personales, como los históricos, adquieren sentido cuando los miramos hacia atrás. Paradójicamente, esta comprensión del significado surge cuando dejamos de enfocarnos en los eventos vividos de manera secuencial y logramos, al procesar todos estos eventos de forma simultánea, seleccionar los más relevantes y procesarlos de manera cíclica: como si estuviéramos cerrando un círculo completo, resolviendo conflictos que nos habían perseguido durante mucho tiempo y generando un sentido más amplio. Lo dijo Steve Jobs en su famoso discurso de Stanford (el discurso más visto de la historia de la humanidad): «No se pueden unir los distintos puntos mirando para adelante; se pueden unir únicamente mirando hacia atrás».

Eso mismo fue lo que experimenté aquel día mientras me bañaba en las aguas termales, un año después de un arduo tratamiento contra el cáncer que amenazaba mi vida: me di cuenta de que podía encontrar una conexión entre una serie de eventos aparentemente «casuales» y establecí una «causalidad». En otras palabras, creé una narrativa, una relación de causa y efecto entre distintos sucesos. O, como dijo Jobs en su célebre discurso, conecté los puntos.

Este proceso cognitivo, conocido como «elaboración», es ampliamente reconocido por los psicólogos y ha sido aceptado desde la década de 1970. Lograr que las máquinas realizaran algo similar marcó un hito fundamental en el campo del aprendizaje profundo (Deep Learning), impulsando significativamente la llegada de la era de la inteligencia artificial.

Sin embargo, antes de alcanzar ese momento trascendental, ese Eureka, ese instante que merecería convertirse en un nuevo capítulo del famoso libro de Stefan Zweig Momentos estelares de la humanidad y antes de llegar a esta completa inflexión, que, como tantas otras, solo se comprendió en retrospectiva, es necesario sumergirse en las fascinantes vidas de dos individuos cuyas existencias transcurrían en el más absoluto anonimato, hasta que el destino tocó a sus puertas sin que imaginaran quién era el visitante. Nos referimos a las historias de un redactor especializado en descripciones técnicas de productos, empleado por Microsoft en la década de 1990, y la de un joven ingeniero ucraniano de Google en la década del 2010, en pleno siglo XXI.

UN HOBBY SECRETO MUY PRODUCTIVO