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Abbie Hoffman

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Beschreibung

Escrito en 1970, este volumen es un clásico de culto que ejemplifica como ninguno la contracultura de los años sesenta y en particular la visión de los yippies, la rama más politizada del movimiento hippie que inspiró a toda una generación a desafiar el statu quo. El libro está escrito en forma de guía y en ella Hoffman, activista político y social, utilza sus propias actividades y experiencias como inspiración: da consejos a los lectores sobre cómo hacer para vivir fuera de la ley, cultivar marihuana, crear una radio libre, vivir en una comuna, cometer fraudes con tarjetas de crédito y una gran variedad de técnicas de hurto. En sus páginas Hoffman se refería a Estados Unidos como el "Imperio Cerdo" y declaraba que no solo no era inmoral robar en él, sino que era inmoral no hacerlo. El libro fue rechazado por unos treinta editores distintos. Los principales medios de comunicación no querían o tenían miedo de hacer publicidad del libro, y muchos distribuidores y librerías no estuvieron dispuestos a comercializarlo, por su naturaleza subversiva y por la incitación al robo en el título. Hoffman fue finalmente obligado a crear una editorial propia para poder ponerlo en circulación, con Grove Press como distribuidor. Pese a su precaria difusión, principalmente a través del boca a boca, pronto se convirtió en un gran éxito de ventas.

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Abbie Hoffman

Título original: Steal This Book (1971)

© Del libro: Copyright (c) 1996 by Johanna Lawrenson, Estate of Abbie Hoffman

© De la introducción: Norman Mailer

© Del prólogo: Howard Zinn

© De la traducción: Inés Campillo & Jorge Sola

Edición en ebook: abril de 2016

© De esta edición:

Capitán Swing Libros, S.L.

Rafael Finat 58, 2º4 - 28044 Madrid

Tlf: 630 022 531

www.capitanswinglibros.com

ISBN DIGITAL: 978-84-945043-9-6

© Diseño gráfico: Filo Estudio www.filoestudio.com

Corrección ortotipográfica: Victoria Parra Ortiz

Maquetación ebook: Caurina Diseño Gráfico www.caurina.com

Queda prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento.

Abbie Hoffman

Worcester (EE.UU.), 1936 - Solebury (EE.UU.), 1989

Activista social, escritor y político estadounidense, Hoffman fue uno de los fundadores del Partido Internacional de la Juventud («Yippies»). Aunque tomó importancia en los años sesenta, Hoffman desarrolló la mayor parte de su militancia en los setenta, y es considerado un símbolo de la rebelión juvenil y el activismo radical de esa década. Antes de sus días como líder del movimiento Yippie, Hoffman formó parte del Comité Coordinador Estudiantil No Violento, y organizó una «Casa Libertaria», que vendía artículos para apoyar el Movimiento por los Derechos Civiles en el sur de Estados Unidos. Fue arrestado y juzgado por conspiración e incitación a la violencia en las protestas que tuvieron lugar durante la Convención Nacional Demócrata de 1968. Fue un destacado activista contra la guerra de Vietnam. En el Festival de Woodstock de 1969, Hoffman interrumpió el concierto de The Who para dar un discurso de protesta en contra del encarcelamiento de John Sinclair del Partido de la Pantera Blanca. En su autobiografía se describió a sí mismo como un anarquista

Hoffman sufría trastorno bipolar y fue encontrado muerto el 12 de abril de 1989, a los 52 años. Había ingerido unas ciento cincuenta píldoras de Fenobarbital combinadas con alcohol.

Contenido

Portadilla

Créditos

Autor

 

Introducción

Prólogo

Roba este libro

Prefacio

Ayudando e instigando

Sobrevive

01. Comida gratis

02. Ropa y muebles gratis

03. Transporte gratuito

04. Tierra libre

05. Vivienda gratis

06. Educación gratuita

07. Atención médica gratuita

08. Comunicación libre

09. Ocio gratis

10. Dinero gratis

11. Droga gratis

12. Otras gangas

Lucha

01. Contadlo todo, hermanos y hermanas

02. Radio y teledifusión de guerrilla

03. Manifestaciones

04. Montarla

05. Química popular

06. Primeros auxilios para agitadores

07. Leyes de bolsillo

08. Roba ahora, no pagues nunca

09. La guerra del mono

10. Pipas ya

11. La clandestinidad

Libérate

01. Que le den a Nueva York

02. Que le den a Chicago

03. Que le den a Los Ángeles

04. Que le den a San Francisco

Apéndice. Organizaciones al servicio de la gente

Otros libros que vale la pena robar

Epílogos

Querido Abbie

Un robo aún

Otras obras de Abbi Hoffman

Introducción1

Norman Mailer

Abbie es una de las personas más inteligentes —vamos a decir, una de las más rápidas— que conozco, y probablemente sea una de las más valientes. En la tierra de la que es originario, Worcester (Massachusetts), lo llaman tener cojones. Tiene muchos. También es una de las personas más divertidas y más interesantes, si te van las personalidades un poco caóticas. Abbie tiene un carisma que debe haber surgido de la inmaculada concepción de Fidel Castro y Groucho Marx. Estos se internaron en su espíritu y así salió pareciendo un batido étnico —judío revolucionario, señor puertorriqueño, niño de la calle italiano, Black Panther con un viejo corte a lo afro, incluso un destello de pistolero irlandés en sus locos ojos verdes—. Los recuerdo verdes amarillentos, como los gitanos ojos verdes de Joe Namath. Abbie es una de las personas de apariencia más increíble que he conocido. De hecho, no parecía del siglo XX, sino del XIX. Podría haber salido de Oliver Twist. Se podría decir que parecía un deshollinador. De hecho, no sé qué pinta tienen los deshollinadores, pero siempre imaginé que tenían una integridad maníaca que resplandecía en sus ojos, a través de todo el hollín y la piel oscurecida. Era la certidumbre de que estaban haciendo un trabajo fundamental que nadie haría. Sin ellos, con los años todos los habitantes de la casa se acabarían asfixiando con el humo.

Si Abbie es una reencarnación —y después de leer este libro os preguntaréis: ¿cómo puede no serlo?—, entonces fue deshollinador en una de sus vidas pasadas. Se nota en su karma. Ayuda a entender por qué es un revolucionario de los maniáticos locos y por qué, por tanto, podemos decir que este libro es un documento, es ciertamente la autobiografía de un auténtico revolucionario americano. De hecho, mientras lo leía, grandes partes de los años sesenta se iluminaban como zonas de un escenario tan grande como para acoger a una compañía de ópera. Por supuesto, todos creemos conocer los sesenta. Para la gente de mi generación y la generación posterior a la nuestra, los sesenta es una década privada, un familiar cercano, una década que creemos conocer como creemos conocer a Humphrey Bogart. Siempre he creído que puedo hablar con autoridad sobre los sesenta, y no he conocido a nadie de mi edad que no se sienta igual (ahora intenta encontrar a alguien que le brillen los ojos al hablar de los setenta). Sin embargo, leyendo este libro me he dado cuenta de que mi participación en los sesenta no fue tan grande como pensaba. Abbie los vivió, yo los observé; Abbie comprometió su vida, yo simplemente amé los sesenta porque dieron vida a mi trabajo.

Así que he disfrutado leyendo estas páginas. He aprendido de ellas, como lo harán un gran número de lectores. Ha llenado espacios vacíos en lo que pensaba que era un conocimiento sólido. Y me ha dejado con un sentimiento mayor de respeto por Abbie del que tenía cuando comencé con ellas. Tendía a pensar que era un payaso. Un payaso trágico, tras el arresto por venta y distribución de cocaína, y algo así como una maravilla de payaso con un par de pelotas en los días en los que hacía incursiones en los medios de comunicación, pero nunca creí que fuera del todo en serio. Leer este libro te permite conocerlo. Me ha hecho pensar en el brillante retrato que Dustin Hoffman hace de Lenny Bruce, en el que, al final, destrozado por los tribunales, nos damos cuenta de que Lenny tiene la suficiente fe en el sistema como para apelar a la caridad fundamental del tribunal —intentará hacer creer al juez que, en el fondo, Lenny también es un buen americano, él también actúa por razones patrióticas—. Y ese es el tono de esta autobiografía singular. Compañeros, Abbie nos está diciendo: «bajo mis trapicheos late un ardiente corazón socialista. En realidad no soy un nihilista. Soy uno de vosotros: alguien que cree en el progreso».

Es una persona seria, Abbie es una persona seria. Sus mil chistes pretenden ocultar en realidad lo en serio que va. Nos hace sentir incómodos. Los méritos literarios de su libro se ven limitados por su falta de ironía. Bajo su sátira late un corazón un tanto histérico. No podría ser de otra forma. Teniendo en cuenta su vida, su inmersión en una vida de profunda inseguridad, en una serie de crisis de identidad que a la mayoría de nosotros nos harían añicos como melones lanzados desde un camión, es prodigioso que no haya acabado ni muerto ni loco. Tiene que tener una fuerza de voluntad inmensa. Pero una vida increíble no basta, según la trampa civilizada de la literatura. El superviviente debe alcanzar además altas cotas de ironía. Y este no es el punto fuerte de Abbie. Su corazón late con mucha intensidad. Le importa mucho. Aún se estima mucho a sí mismo. Sin embargo, no sigamos hablando de nimiedades. Tenemos aquí un documento de un hombre extraordinario. En una época de horizontes cada vez más reducidos, hacemos bien en repasar nuestras bendiciones. Y aunque ahora suene raro, Abbie es una de ellas. El espíritu santo de la izquierda. ¡Salud!

1 The Autobiography of Abbie Hoffman, Da Capo Press, segunda edición, Noviembre del año 2000.

Prólogo2

Howard Zinn

Hace poco le hablaba a Kurt Vonnegut de un hombre que conozco. Se llama Bill Breeden, un pastor y camionero que vive en los bosques de Indiana con su mujer y sus hijos. Cuando su diminuto pueblo natal, Odon, dedicó una calle a John Poindexter, socio de Reagan en el escándalo de Irangate, Breeden robó la placa de la calle y anunció que la retendría hasta recibir un rescate de 30 millones, la cantidad implicada en el escándalo.

Ese hombre, dijo Vonnegut, es «un santo payaso». Y añadió: «Como Joe Heller y Abbie Hoffman».

Abbie Hoffman ocupa un lugar singular en la historia de nuestro tiempo. No había nadie como él, nadie que combinara de ese modo un ingenio brillante y estrafalario con objetivos políticos importantes. No había nadie que reuniera como él —como en un toque de platillos— la revolución cultural de los sesenta con las turbulentas protestas por la justicia racial y contra la guerra de Vietnam, y muy pocos que se mantuvieran con la energía y el compromiso de esos años también en los setenta y ochenta, sin ninguna pausa ni ninguna punzada de incertidumbre.

Las aventuras cómicas de Abbie eran educativas en el mejor sentido de la palabra, en el que un gran maestro se vale de las artes del humor y el drama para hacer un análisis profundo del mundo en que vivimos. Se unía así a ese honorable grupo de artistas que siempre han puesto su talento al servicio de la lucha por la paz y la justicia, ya sea a través de la música, como Bob Dylan, Woody Guthrie, Paul Robeson, Joan Baez, Pete Seeger; del humor, como Mark Twain, Lenny Bruce, Dick Gregory; o de la literatura, como John Steinbeck, Theodore Dreiser, Arthur Miller, James Baldwin.

Un movimiento político requiere más que un análisis astuto, una organización eficiente y unos discursos inspiradores. Requiere cuerpo y alma, que Abbie ponía de sobra. Requiere pasión y emoción, que Abbie destilaba y contagiaba a la gente que tocaba. Se describía a sí mismo como un «activista comunitario» (entendiendo que su comunidad se extendía a toda la nación), lo que era bastante cierto, pero omite lo que llama más la atención de su contribución a los movimientos de los sesenta: que contribuyó a convertir los instintos antiautoritarios de la generación más joven en resistencia política al racismo y la guerra. Apelaba a la ternura, al anhelo de un mundo no violento, de los hijos de las flores, pero decía: «Yo siempre he agarrado la flor con el puño cerrado».

Al final de Pronto será una gran película, Abbie pasa a la clandestinidad —«se va a nadar», como dice en lenguaje en clave—. Hubo quien no estuvo en absoluto en la situación de peligro de Abbie y, aún así, abandonó el movimiento. Pero Abbie, que se enfrentaba a cadena perpetua y a la posibilidad de ser descubierto cada hora que pasaba en la clandestinidad, se negó a guardar silencio. Se sometió a cirugía plástica, se cortó y tiñó el pelo, y se movió por todo el país con una audacia que habría sido sorprendente en cualquier otra persona, pero que era de esperar en Abbie Hoffman.

Mientras estuvo en la clandestinidad, Abbie dio discursos, apareció en la televisión, escribió al menos cuarenta artículos y habló en la radio. Incluso hizo una visita guiada al edificio del FBI en Washington.

Pero Abbie no estaba totalmente solo. Al inicio de sus días en la clandestinidad, tras haber pasado por una dolorosa despedida de su mujer, Anita, y sus tres hijos, y mientras pasaba un tiempo en México, encontró a una compañera. Johanna Lawrenson se convirtió en su «compañera de viaje», durante sus años en la clandestinidad y posteriormente, hasta su muerte en 1989.

Abbie y Johanna vivieron juntos algunas aventuras al estilo de Abbie. Hicieron un tour por Europa de seis meses, tomando comidas maravillosas en cincuenta y cuatro de los mejores restaurantes del mundo —sin pagar, por supuesto, porque Abbie llevaba una carta falsa que les presentaba como periodistas contratados por Playboy para escribir un artículo sobre la nueva cocina francesa—.

Más importante aún, se mudaron a la casa de Johanna en las Mil Islas del río San Lorenzo, sin duda, uno de los lugares más bonitos del continente. El canal del San Lorenzo, que conecta los Grandes Lagos con el océano Atlántico, ha sido una de las grandes obras de ingeniería del siglo, un enorme complejo de esclusas, diques de tierra, centrales eléctricas, presas, puentes, carreteras y nuevas comunidades. Desde el punto de vista del medio ambiente, sin embargo, ha tenido resultados desastrosos, con islas enteras arrasadas y miles de personas obligadas a abandonar su tierra.

Cuando Abbie y Johanna se instalaron allí, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército propuso un plan para hacer navegable el río en invierno, gracias a una combinación de rompehielos y barreras de troncos. Abbie estudió la propuesta y pronto se dio cuenta de que destruiría las pozas de agua del águila imperial en extinción, alteraría la cadena de la vida acuática y acabaría con los humedales. Provocaría erosión e inundaciones graves. Se verterían residuos químicos a las aguas potables. También existía el peligro de los vertidos de petróleo.

Abbie y Johanna fundaron así ¡Salvemos el río! con vecinos y amigos, y la experiencia activista de Abbie se puso a trabajar. Habló una y otra vez en la radio y en la televisión, dio ruedas de prensa, movilizó a expertos. Cuando el Cuerpo de Ingenieros del Ejército celebró una sesión sobre su plan, acudieron más de seiscientas personas. El senador de los EE.UU. Daniel Patrick Moynihan celebró una comparecencia en el Senado y novecientas personas llenaron la sala. Abbie habló largo y tendido con elocuencia. Moynihan puso a Barry Freed, el luchador por los derechos del medio ambiente, por las nubes. En la primavera de 1980 el Congreso se negó a autorizar nueva financiación para el plan del Cuerpo de Ingenieros. Fue una victoria extraordinaria para la gente.

Poco tiempo después, Abbie decidió dejar de ser un fugitivo. Se llegó a un acuerdo para que volviera a la ciudad de Nueva York y cumpliera lo que resultó ser un año de cárcel. Cuando volvió a ser libre, continuó imparable, hablando en campus de todo el país. En 1987 participó en un acto de desobediencia civil en la Universidad de Massachusetts en Amherst, bloqueando el paso a los reclutadores de la CIA.

Conocía a Abbie de los días del movimiento por los derechos civiles en el sur de EE.UU. y nuestros caminos se cruzaron varias veces después de eso. Me tocó ser uno de los «peritos» en el juicio de Abbie y sus compañeros. Mi tarea era hacer lo que había hecho muchas veces durante los juicios políticos de la era Vietnam: hablar de la necesidad de la desobediencia civil ante políticas gubernamentales peligrosas. También hubo testimonios sobre la CIA, de exagentes que hablaron de sus actividades asesinas e ilegales en todo el mundo.

Pero lo más destacado del juicio fueron los comentarios finales de Abbie al jurado. Cualquiera que estuviera familiarizado con sus payasadas en el juicio de Chicago en 1969 se habría quedado impresionado con su vestimenta, sus modales, su lenguaje —sobrio, reflexivo, razonado, persuasivo—. El fiscal de distrito del condado que llevaba su caso concluyó: «Si hay un mensaje, es que… el americano medio no quiere que la CIA haga lo que está haciendo».

Me encontré con Abbie una vez más después de eso, cuando tanto él como yo hablamos en un mitin estudiantil por la libertad académica en el campus de la Universidad de Boston. Moriría en abril de 1989 de lo que resultó ser una sobredosis de fenobarbital y alcohol, consumida en medio de una profunda depresión.

Después de su muerte, una noche, en una taberna abarrotada del centro de Manhattan, estuvimos hablando de Abbie con Norman Mailer, Allen Ginsberg, Barbara Ehrenreich y otros. Nos había marcado a todos, de formas diferentes. Todos sentíamos que era muy importante para el futuro de nuestro país que su legado de diversión y rebelión, de espíritu indomable, de apasionado compromiso por la justicia, perdurara.

Boston, Massachusetts

Enero de 2000

 

2The Autobiography of Abbie Hoffman, Da Capo Press, segunda edición, Noviembre del año 2000.

«La libertad de expresión

es el derecho a gritar ¡teatro!

en un incendio concurrido»

Proverbio yippie

Prefacio

Tal vez sea apropiado que escriba esta introducción en la cárcel —esa universidad de la supervivencia—. Aquí aprendes a utilizar la pasta dental como pegamento, a fabricar un pincho con una cuchara y a construir complejas redes de comunicación. Aquí también se aprende la única rehabilitación posible: el odio a la opresión.

Roba este libro es, en cierto modo, un manual de supervivencia para la cárcel que es Amérika. Aconseja la fuga. Te muestra dónde y cómo exactamente colocar la dinamita que destruirá sus paredes. La primera parte —¡SOBREVIVE!— presenta un programa de acción potencial para nuestra nueva Nación. Los títulos de los capítulos detallan las exigencias para una sociedad libre. Una comunidad donde la tecnología produzca bienes y servicios para quien los necesite, para quien quiera venir. Hace un llamamiento a los Robin Hoods de los bosques de Santa Bárbara para que roben a los barones ladrones3 que poseen los castillos del capitalismo. El libro supone que el lector ya está «preparado ideológicamente», por tanto, entiende el feudalismo empresarial como el único robo digno de ser llamado «crimen», ya que se comete contra el pueblo en su conjunto. Que las formas de estafa que se describen aquí sean legales o ilegales es irrelevante. El diccionario de la ley está escrito por los jefes del orden. Nuestro diccionario moral dice que no nos atraquemos los unos a los otros. Robar a un hermano o hermana está mal. No robar a las instituciones que son los pilares del Imperio cerdo es igualmente inmoral.

Comunidad dentro de nuestra Nación, caos en la suya: ese es el mensaje de ¡SOBREVIVE!

No podemos sobrevivir sin aprender a luchar y esta es la lección de la segunda parte. ¡LUCHA! distingue a los revolucionarios de los bandoleros. El propósito de la segunda parte no es joder el sistema, sino destruirlo. Las armas se han seleccionado cuidadosamente. Son «caseras», en cuanto que han sido diseñadas para ser usadas en nuestra singular jungla electrónica. Aquí el crítico acomodado encontrará una amplia prueba de nuestra naturaleza «violenta». Pero, de nuevo, el diccionario de la ley no nos sirve. Un asesinato en uniforme es heroico, en traje es un crimen. Los anuncios repletos de falsedades ganan premios, los falsificadores terminan en la cárcel. Los precios inflados garantizan grandes beneficios, mientras que se castiga a los rateros. Los políticos conspiran para crear disturbios policiales y las víctimas son condenadas en los tribunales. Los estudiantes son abatidos a tiros y luego imputados como alborotadores por jurados de clase media. Un ejército moderno altamente mecanizado se desplaza 9.000 millas para cometer genocidio contra una pequeña nación visionaria y después acusa a su pueblo de agresión. Los caseros de las barriadas permiten que las ratas mutilen a los niños y luego se quejan de la violencia callejera. Todo está patas arriba. Si interiorizamos el lenguaje y las imágenes de los cerdos4, estaremos jodidos para siempre. Permitidme ilustrar el caso. Amérika se construyó sobre la masacre de un pueblo. Esa es su historia. Durante años vimos una película tras otra que demostraban la benevolencia del hombre blanco. Jimmy Stewart, la personificación de la justicia, rodea a Cochise5 con el brazo y cuenta cómo los indios y los blancos podrían vivir en paz si ambas partes fueran razonables, responsables y racionales (las tres erres que los imperialistas siempre enseñan a los «nativos»). «Encontrarás buenas tierras de pastoreo al otro lado de la montaña —dice alargando las palabras el hombre relaciones públicas—. Coge a tu pueblo y marcha en paz». Cochise, como millones de jóvenes en la edad de la inocencia, fue engañado. Los indios habrían tenido que acabar con Jimmy Stewart en cada película y habríamos vitoreado hasta quedarnos roncos. Hasta que no entendamos la naturaleza de la violencia institucional y cómo manipula valores y costumbres para mantener el poder de unos pocos, permaneceremos encarcelados para siempre en las cuevas de la ignorancia. Cuando lleguemos a la conclusión de que los ladrones de bancos y no los banqueros deben ser los administradores de las universidades, entonces habremos empezado a pensar con claridad. Cuando entendamos que el Army Mathematics Research and Development Center y el Bank of Amerika son pozos negros de violencia, que llenan las mentes de nuestros jóvenes de odio y les hacen volverse los unos contra los otros, entonces habremos empezado a pensar de forma revolucionaria.

Sé inteligente usando la segunda parte: astuto como una serpiente. Disfruta del espíritu de la lucha. No te obsesiones con un viaje lleno de sacrificios. La revolución no consiste en suicidarse, se trata de vivir. Palpa con los dedos la santidad de tu cuerpo y comprueba que está destinado a vivir. Tu cuerpo es solo uno más en una masa de tierna humanidad. Hazte internacionalista y aprende a respetar toda vida. Hazles la guerra a las máquinas y, en particular, a las máquinas estériles de la muerte capitalista y a los robots que las custodian. El deber de un revolucionario es hacer el amor y eso significa mantenerse vivo y libre. Y eso no permite escapatorias. Fumar porros y colgar la imagen del Che no es más comprometido que beber leche y coleccionar sellos. Una revolución en la conciencia es un objetivo inútil sin una revolución en la distribución del poder. No estamos interesados en la transformación verde de Amérika, salvo por la hierba que cubrirá su tumba.

La tercera parte —¡LIBÉRATE!— se ocupa de los esfuerzos por liberar cosas (o, por lo menos, abaratarlas) en cuatro ciudades. Una especie de guía rápida de los EE.UU. sin un dólar al día. Es una primera demostración del potencial de un esfuerzo nacional en esta área. Puesto que somos una nación de gitanos, siempre viene bien tener información sobre cómo moverse y sobrevivir en cualquier lugar. Juntos podemos ampliar esta parte. Está lejos de ser completa, como todo el proyecto. Dispersos por el suelo de la celda hay capítulos incompletos sobre cómo identificar a agentes de policía, robar un coche, montar guarderías, conducir tu propio juicio, organizar una cafetería GI,6 formar una banda de rock y hacer tu propia ropa. El libro en su forma actual se completó a finales del verano de 1970. Durante tres meses el manuscrito hizo la ronda de las principales casas editoriales. En total reunimos más de 30 rechazos antes de tomar la decisión de publicar el libro nosotros mismos o, más bien, antes de que la decisión nos tomara a nosotros. Tal vez ningún otro libro de los tiempos modernos haya presentado tal dilema. Todo el mundo convino en que el libro sería un éxito comercial. Pero incluso la codicia tiene sus límites, y que el IRS7 y el FBI persiguieran el manuscrito con su cháchara indescifrable tuvo un efecto contundente. Treinta «síes» se convirtieron en treinta «noes» después de «pensarlo bien». Los liberales, que supuestamente lideraron la lucha contra la censura, dijeron que el libro «acabaría con la libertad de expresión».

Finalmente, el día que estábamos llevando las pruebas a la imprenta, Grove aceptó actuar como distribuidor. Habría sido genial hacer un viaje totalmente en solitario, incluyendo distribución, pero tal esfuerzo habría estado condenado al fracaso desde el inicio. Ya lo habíamos intentado antes y la cagamos. De hecho, si alguien está interesado en 4.000 calendarios yippies de 1969, no hay más que hablar. Incluso con un distribuidor uniéndose a la lucha, la batalla solo comenzará cuando los libros salgan en la prensa. Hay un dicho que afirma «la libertad de prensa pertenece a los que poseen una imprenta». En épocas pasadas este fue probablemente el caso, pero ahora los métodos de composición tipográfica de alta velocidad, la impresión en offset y una gran cantidad de otros desarrollos han reducido sustancialmente los costes de impresión. Sobre el papel, cualquiera es libre de imprimir sus propias obras. Incluso en la sociedad más represiva que puedas imaginar, puedes salirte con la tuya con alguna forma de edición privada. Pero que Amérika permita esto no la convierte en la democracia que Jefferson imaginó. La tolerancia represiva es un fenómeno real. Para hablar de verdadera libertad de prensa, hay que hablar de la disponibilidad de canales de comunicación diseñados para llegar a toda la población, o al menos a ese segmento de la población que podría participar en dicho diálogo. La libertad de prensa es de quienes poseen el sistema de distribución. Quizás siempre fue así, pero en una sociedad de masas, donde casi todo el mundo está conectado de forma instantánea a una variedad de sistemas nacionales de comunicación, la difusión generalizada de la información es el quid de la cuestión. Afirmar que el derecho a imprimir tu propio libro significa que hay libertad de prensa es no entender en absoluto la naturaleza de una sociedad de masas. Es como afirmar que cualquier persona con un carrito puede desafiar a los supermercados Safeway, o que cualquier niño puede llegar a ser presidente.

Legisladores estatales, bibliotecarios, miembros de la PTA,8 agentes del FBI, feligreses y padres: una verdadera legión de decencia y orden ya está en marcha. Conseguir que el libro llegue a tus manos podría ser el mayor reto al que nos enfrentamos. Los próximos meses van a ser realmente emocionantes.

Obviamente, no podría haber realizado un proyecto como Roba este libro solo. Izak Haber estuvo en el proyecto desde el principio. Realizó una investigación valiosa durante meses y contribuyó con muchas de las técnicas de supervivencia. Carole Ramer y Gus Reichbach de la Comuna New York Law guiaron el libro a través de sus muchas fases. Anna Kaufman Moon hizo casi todas las fotografías. Entre los dibujantes que han hecho contribuciones se encuentran Ski Williamson y Gilbert Sheldon. Tom Forcade, de la UPS, hizo la edición con mucha paciencia. Bert Cohen de Concert Hall hizo el diseño gráfico del libro. Amber y John Wilcox compusieron la tipografía. Anita Hoffman y Lynn Borman me ayudaron a reescribir algunas partes. Hay otros que participaron poniendo a prueba muchas de las técnicas que se muestran en las páginas siguientes y que, por razones obvias, deben permanecer en el anonimato. Hubo tal vez más de 50 hermanos y hermanas que jugaron un papel vital en la gran conspiración. Algunos de ellos aparecen en la página siguiente. Esperamos mantener la información actualizada. Si tienes comentarios, pleitos, sugerencias o amenazas de muerte, por favor envíalas a: Querido Abbie P.0. Box 213, Cooper Station, New York, NY 10003. Puede que muchos de los consejos no funcionen en tu zona, algunos podrían haber quedado obsoletos cuando intentes ponerlos a prueba, y que muchas direcciones y teléfonos hayan cambiado. Si el lector se convierte en un investigador participante, entonces habremos logrado nuestro propósito.

Esté atento a una edición especial llamada Roba esta Casa Blanca, con planos de pasajes subterráneos, métodos para interferir la red de comunicaciones y un mapa detallado de la famosa sala donde según Tricia Nixon: «A papá le encanta escuchar discos de Mantovani, poner el aire acondicionado a toda potencia, sentarse junto a la chimenea, mirar por la ventana hacia el Monumento a Washington y meditar sobre los difíciles problemas que enfrentan todos los pueblos de este mundo».

Cárcel del condado de Cook

Chicago, Diciembre de 1970

 

3 El término «barones ladrones» (robber barons) empezó a usarse en la Edad Media para designar el comportamiento despótico y arbitrario de la nobleza ante el comercio, y se popularizó en Estados Unidos en el último tercio del siglo XIX para referirse despectivamente a los grandes capitalistas que amasaban su fortuna esquilmando al país. (N. de los T.)

4 A lo largo del libro, con el término «cerdo» (pig) se alude despectivamente a la policía; aunque en castellano la voz más popular para ese fin es «perro», hemos preservado el término original para hacer más comprensible todo lo que se explica más adelante. (N. de los T.)

5 Cochise fue un jefe indio que lideró la revuelta con la que comenzaron, en 1861, las guerras apaches. En la película Broken arrow,James Stewart da vidaa un exsoldado que busca la paz junto al líder apache. (N. de los T.)

6 Las siglas «GI» responden a acero galvanizado (galvanized iron) y sirven para hacer referencia a los soldados y el equipamiento del ejército estadounidense, pero en el contexto histórico del libro alude al movimiento de reclutas contra la guerra de Vietnam. (N. de los T.)

7 El IRS (International Revenue Service) es la agencia federal de EE. UU. encargada de la recaudación fiscal. (N. de los T.)

8 PTA es el acrónimo de Parent-Teacher Association, asociaciones integradas por profesores, padres y madres para facilitar la participación de estos últimos en la comunidad educativa. (N. de los T.)

Ayudando e instigando

Tim Leary, Tom, Geronimo, Pearl Paperhanger, Sonny, Pat Solomon, Allan Katzman, Jacob Kohn, Nguyen Van Troi, Susan, Marty, Andy, Ami, Marshall Bloom, Viva, Ben, Oanh, Robin Palmer, Mamá y Papá, Janie Fonda, Jerry, Denis, LNS, Bernadine Dohrn, un muro en Harvard Square, Nancy, una azafata anónima, Shirley Wonderful, Roz, Gumbo, Janis, Jimi, Frente de Liberación de Dylan, Jeannie, God Slick, John, David, Rusty, Barney, Richard, Denny, Ron Cobb, el Viet Cong completo, Sam Shephard, Ma Bell, Eric, David, Joe, Kim Agnew, la familia Partridge, Carol, Alan Ginsburg, Woman’s Lib, Julius Lester, Lenny Bruce, Hack, Billy, Paul, Willy, Colleen, Sid, Johnny Appleseed, the Rat, Craig, Che, Willie Sutton, Wanda, EVO, Jeff, Crazy Horse, Huey, Casey, Bobby, Alice, Mao, Rip, Ed, Bob, Frente de Liberación Gay, WPAX, Frank Dudock, Manny, Mungo, Lottie, Rosemary, Marshall, Rennie, Judy, Jennifer, Mr. Martin, Keith, Madame Binh, Mike, Eleanor, Dr. Spock, Afeni, Candice, the Tupamaros, la tribu de Berkeley, Gilbert Sheldon, Stanley Kubrick, Sam, Anna, Skip Williamson, UPS, Andy Stapp, los Yippies, Richard Brautigan, Jano, Carlos Marighella, los Weathermen, Julius Jennings Hoffman, Quentin, los reclusos del Nivel A-l de la cárcel del condado de Cook, Houdini, 37, Rosa Luxemberg, el Kent 25, el Chicago 15, el New York 21, el Motor City 3, el Indianapolis 500, Jack, Joan, Malcolm X, Mayakovsky, Dotson, R. Crumb, Daniel Clyne, Justin, el Top 10 del FBI (ahora 16), Unis, Dana, Jim Morrison, Brian, John, Gus, Ruth, Nancy Unger, Pun, Jomo, Peter, Mark Rudd, Billy Kunstler, Genie, Ken, la Comuna Law, Paula, Robby, Terry, Dianna, Angela, Ted, Phil, Jefferson Airplane, Len, Tricky Prickers, los Berrigans, Stu, Rayanne, J.B., Jonathan Jackson, los hermanos Armstrong, Homer, Sharon, Fred Hampton, Jean Jacques Lebel, A. H. Maslow, Hanoi Rose, Sylvia, Fellini, Amaru, Ann Fettamen, Artaud, Bert, Merrill, Lynne y, por último, pero no menos importante, a Spiro como-se-llame,9 que nos proporcionó la motivación para escribir este libro.

9 Referencia a Spiro Agnew, vicepresidente conservador de Estados Unidos de 1969 a 1973 que se convirtió en el blanco de la izquierda norteamericana por sus polémicas declaraciones. (N. de los T.)

01

Comida gratis

RESTAURANTES

En un país como Amérika hay un montón de comida por todas partes a la espera de ser robada. Si quieres darte la gran vida sin tener que lavar los platos, los restaurantes son presa fácil. En general, muchos de estos objetivos son blancos más fáciles si llevas el uniforme apropiado. Deberías tener siempre un traje o un vestido a la moda colgando en el armario para los atracos. Los uniformes especializados, como atuendos de monja y sacerdote, pueden ser de gran ayuda. Pásate por tu tienda de uniformes local y consigue una amplia gama de ropa que te permita entrar, y sobre todo salir, de todo tipo de tiendas. Toda organización del movimiento debería tener un departamento de utilería y vestuario.

En todas las grandes ciudades hay bares que atienden a la gentuza de tipo Nueva Generación, que intenta trepar por las escaleras mecánicas de las grandes empresas. Muchos de estos bares tienen un bufé o aperitivos gratis como gancho para no parar de beber. Coge un vaso medio vacío de una mesa y utilízalo como apoyo para ahuyentar a la camarera ansiosa. Date una vuelta probando la comida gratis hasta que hayas comido lo suficiente. A menudo hay, muy cerca, cinco o seis bares del estilo, por lo que moverse de un sitio a otro puede producir un delicioso «bufé callejero». La cena comienza habitualmente a las 17:00 horas.

Si tienes mucha hambre, puedes ir a una cafetería autoservicio y terminarte la comida de alguien que se haya dejado mucho en el plato. Los restaurantes de autoservicio suelen ser buenos lugares para pillar cosas como mostaza, kétchup, sal, azúcar, papel higiénico y cubiertos y vasos para uso doméstico. Lleva una mochila vacía y cárgala después de inspeccionar el sitio. Además, si eres capaz de tolerar esa comida, puedes aporrear la máquina automática. Terminarse las sobras puede funcionar incluso en el más lujoso de los restaurantes. Cuando te sientes en un sitio donde aún no han retirado los platos, devóralos tan rápido como puedas. Luego, cuando la camarera te entregue la carta, di que primero has de encontrarte con alguien afuera y te vas.

Todavía hay algunos sitios donde puedes pillar todo lo que puedas comer por un precio fijo. Los mejores están en Las Vegas. Cose una bolsa de plástico a tu camiseta o cinturón y ponte una chaqueta o abrigo holgado para evitar que se note mucho el bulto. El pollo frito es lo mejor y lo más fácil de echarse en el bolsillo o, deberíamos decir en la bolsa. Otro truco es verter la segunda taza de café caliente en la bolsa de plástico y llevártela contigo.

En grandes puestos de comida para llevar, puedes decir que tu hermano y tú acabáis de pedir quince hamburguesas o un cubo de pollo, y han traído menos. Nunca hemos visto u oído hablar de alguien al que le hayan dicho que no usando este método. Si quieres conseguir un gran robo en los puestos de comida para llevar, puedes hacer el siguiente número: desde un teléfono público, haz un pedido de parte de un restaurante que haga grandes pedidos. Haz que el pedido sea enviado a un edificio de apartamentos. Después de colgar, espera unos minutos en la cabina, puesto que a veces vuelven a llamar para confirmar el pedido. Cuando el repartidor entre en el edificio para entregar el pedido, puedes birlar los pedidos restantes que tenga en su camioneta.

En restaurantes de lujo, puedes pedir una gran comida y hacia la mitad del plato principal, te sacas del bolsillo una pequeña cucaracha muerta o un trozo de vidrio y lo colocas hábilmente en el plato. Levántate, asombrado, de un salto y llama al maître. Grita: «¡Esto es intolerable! ¡Podría haber sufrido una intoxicación!», dando un manotazo en la mesa con la servilleta. Puedes negarte a pagar y marcharte, o dejar que el camarero te convenza de invitarte a una nueva comida a cuenta de la casa por este terrible inconveniente.

En los restaurantes en los que se paga en la puerta justo antes de salir, se pueden utilizar una serie de trucos de gorroneo. Después de comer un menú completo y de que te den la cuenta, ve al baño. Cuando salgas, ve a la barra o a otra zona del restaurante y pide un café y un dulce. Ahora tienes dos cuentas. Simplemente paga la más barata cuando te marches. Esto se puede hacer con un amigo de la siguiente manera. Os sentáis el uno junto al otro en la barra. Él pide una gran comida y tú una taza de café. Debéis simular que no os conocéis. Al marcharse, él coge tu cuenta y deja la de la gran comida en la barra. Cuando haya pagado en la caja y se haya marchado del restaurante, coges la cuenta grande, y luego haces el numerito del asombro, quejándote de que alguien se ha llevado la cuenta equivocada. Acabarás pagando solamente por tu café. Más tarde, encuéntrate con tu compañero y revertid los papeles en otro lugar.

En todos estos métodos, debes dejarle una buena propina al camarero o camarera, especialmente en la táctica de la cucaracha en el plato. Tienes que intentar evitar meter a los empleados en problemas o joderles la propina.

Un método fantástico, ya no para conseguir comida gratis sino para conseguir la mejor posible, es la siguiente técnica, que puede utilizarse en las áreas metropolitanas. Busca en una gran tienda de revistas guías gourmet y guías turísticas. Manga una o dos y copia un buen nombre de la cabecera de alguna de las entradas de las guías. Inventarse un nombre también puede funcionar. Luego invierte 5 dólares en imprimir tarjetas de visita con el nombre de la revista y el nuevo «editor asociado». Llama o, simplemente, pásate por un restaurante de lujo, muéstrales una copia de la revista y preséntate ante el gerente con tu tarjeta. Insistirán en invitarte a comer.

Las bodas, bar-mitzvahs, homenajes y cosas por el estilo son lugares estupendos para conseguir una buena comida. Las secciones de sociedad de los periódicos publican listas de bodas y localizaciones. Si en tu ciudad hay una gran comunidad judía, suscríbete al periódico que da cobertura a la comunidad judía. En esos periódicos hay largas listas de acontecimientos familiares donde se sirven montones de buena comida. Preséntate en la parte de atrás de la sinagoga unas horas después de que el evento haya empezado con la historia de que te gustaría llevar algunas sobras de «buena comida judía» a tu fraternidad o sororidad. Naturalmente, si quieres que te sirvan comida allí mismo, tienes que disfrazarte para tener una apariencia correcta. Son geniales los comentarios del tipo «Soy el primo de Marvin» o, aprendiéndote el nombre de la novia: «Caray, Dorothy está preciosa». Comentarios como «Betty no aparenta estar embarazada» no están bien vistos. Un equipo de un hombre y una mujer puede llevar a cabo este número de gorroneo mucho mejor que una persona individual, ya que pueden charlar mientras se ponen las botas.

Si lo que te va es una clásica comida gratis y te encuentras en una ciudad con un gran puerto, échale un vistazo a la sección de los barcos de pasajeros de las últimas páginas del periódico local. Allí encontrarás el horario de las salidas de los cruceros transoceánicos. La mayoría de los viajes (de este tipo, al menos) comienzan con una estupenda fiesta de despedida a bordo. Simplemente, preséntate unas horas antes de la hora de partida y empieza a moverte. Champán, caviar, langosta, camarones y más, todo gratis como el aire. Si terminas pedo y olvidas bajar, siempre puedes proseguir el viaje por el océano. Te enviarán de vuelta tan pronto como pises la otra orilla, pero habrá sido un crucero gratis. Deberías preparar un buen cuento que soltar, o puedes terminar remando en galeras.

Otra posibilidad para conseguir una comida gratis es acercarse a los muelles y hacer migas con un marinero. Puede invitarte a cenar a bordo de su barco. Los marineros extranjeros están encantados de hacer amigos y de ese modo puedes conseguir estupendas cenas exóticas.

PROGRAMAS DE ALIMENTOS

En Amérika existe un programa nacional de cupones para alimentos10 que desgraciadamente está controlado por los estados. Por motivos racistas, muchos estados no quieren que esté demasiado disponible o incluso publicitar el hecho de que existe. Es mucho mejor que el programa de alimentos relacionado con la asistencia social, porque los cupones se pueden utilizar para comprar cualquier tipo de alimento. Los únicos productos excluidos son el tabaco y las bebidas alcohólicas. En general, tienes derecho si ganas menos de 165 dólares al mes; cuanto menos ganes, más cupones recibes. No supone mucho lío una vez que superas la primera barrera. Preséntate en la oficina de cupones de alimentos, que puedes localizar llamando al Departamento de Bienestar Social de tu ciudad. Pide una cita para ver a un representante de tu zona. Te pedirán que lleves todo tipo de recibos, pero lo único que necesitas son unos cuantos recibos de alquiler correspondientes a los últimos meses. Una colección de talonarios de recibos es un buen complemento para tu almacén de utilería. Si los recibos corresponden a un alquiler alto, diles que le alquilas una habitación a un grupo de personas y que coméis por separado. En realidad, solo quieren comprobar que tienes un espacio para cocinar. Una vez que consigas los cupones, puedes recogerlos regularmente. En algunos estados incluso te los envían por correo a tu apartamento. Puedes conseguir compras gratis de hasta un valor de cien dólares al mes por persona en los estados más generosos.

Se pueden conseguir grandes cantidades de alimentos de alto valor nutricional por solo tres centavos por comida en una organización sin ánimo de lucro llamada Multi-Purpose Food for Millions Foundation, Inc., en el 1800 de Olympic Avenue., Santa Mónica (California). Escríbeles y te enviarán los detalles.

SUPERMERCADOS

Hablar de comida en Amérika es hablar de calles iluminadas con luces de neón y llenas de supermercados mastodónticos repletos de alimentos envasados para engañar a los consumidores. Puede encontrarse a más de un yippie en sus pasillos, llenándose los bolsillos de manjares variados. Desde que los abrieron, hemos estado robando en los supermercados de forma regular sin levantar la menor sospecha.

No estamos solos, y el hecho de que los robos continúen y aun así los supermercados tengan grandes beneficios muestra exactamente cómo se habían inflado de entrada los precios. Los supermercados, como otras empresas, se refieren a los hurtos como «pérdida de inventario». Es como si los ladrones estuviéramos ayudando a las Grandes Empresas a adelgazar. Así que veamos nuestros esfuerzos como métodos diseñados para ajustar la economía y sigamos adelante con una actitud positiva.

Las mujeres nunca deberían salir de compras sin un bolso grande. En esos pasillos abarrotados, sobre todo los que tienen pilas de cajas, se pueden pasar todo tipo de productos del carrito de la compra al bolso. Para un robo más eficiente, se puede coser una bolsa a la parte interior de una gabardina. No te preocupes por los espejos; los encargados nunca los miran. Sé un comprador con gusto y no te metas cualquier mierda barata en los bolsillos.

Las botellas y los frascos pequeños a menudo tienen la tapa del mismo tamaño que las botellas y frascos más grandes y caros. Si tienen el precio impreso en la tapa, cambia las tapas, y coge el tamaño más grande por el precio más barato. Puedes vaciar una tarrina de medio kilo de margarina y llenarla con barras de mantequilla. Se pueden esconder artículos pequeños y estrechos en el interior de los rollos de papel higiénico. Los grandes supermercados venden discos. Puedes esconder dos buenos discos en una de esas grandes cajas de pizza congelada. En la sección de frutas y verduras hay bolsas. Mete algunos filetes o chuletas de cordero en la parte inferior de una bolsa de papel grande y cúbrelos con un montón de patatas. Haz que uno de esos hombrecitos de bata blanca te pese la bolsa, la grape y marque el precio. Puedes marcar tú mismo los precios con un lápiz de color negro o llevar tus propias etiquetas adhesivas de precios.

A ver, son 2 por 39 centavos y 1 por…

Es mejor hacer el trabajo de robar en el supermercado con un compañero, que pueda vigilar y protegerte de los ojos de empleados curiosos, compradores y otros delincuentes en busca de pistas. Elabora un conjunto de señales preestablecido con tu compañero. Distracciones, como tirar al suelo unos monitores, una pelea a puñetazos con el gerente, romper unas ventanas de cristal y cosas por el estilo son eficaces e, incluso si no consiguiérais llevaros nada, divertidas. ¿No has querido siempre derribar esas pirámides de tres metros de basura tan cuidadosamente construidas?

Siempre puedes entrar en un supermercado, coger algunos artículos de los estantes y caminar de un lado para otro comiéndote la comida por los pasillos. Pilla algunas cerezas y cómetelas. Lleva una cuchara en el bolsillo y prueba algún yogur. Abre un tarro de pepinillos o de olivas. Pilla un poco de carne o queso en lonchas de la sección delicatessen y cómetelo, asegurándote de deshacerte del envoltorio. El carro lleno de productos, que se utiliza como señuelo, puede abandonarse en un pasillo antes de salir de la tienda.

Inspecciona el antro antes de planear una gran estafa. Aprende cuáles son las horas menos concurridas y los mejores pasillos para trabajar, y echa un vistazo al sistema de seguridad de la tienda. Una vez que te metes en eso de robar en los supermercados, le coges el gusto de verdad. Te sorprenderá darte cuenta de que la comida sabe mejor.

El robo a gran escala se realiza mejor con la ayuda de un empleado. Dos métodos son los que mejor funcionan. Una mujer consigue un trabajo como cajera y marca pequeñas cuentas mientras sus hermanos y hermanas se llevan a casa montones de cosas.

El método para los hombres consiste en conseguir un trabajo de carga y descarga de camiones en el departamento de recepción de mercancías. Algunos cómplices, vestidos adecuadamente, pueden simplemente aparcar y, con tu ayuda, cargar unas pocas cajas. Probablemente la mejor manera de robar sea infiltrando a un empleado en un almacén. Cajeras, dependientes, transportistas y similares son trabajos muy accesibles con una rotación tan alta y unos salarios tan bajos que apenas se controlan los antecedentes. Además, se puede aprender lo que se tiene que hacer en pocos días. El resto de la semana puedes dedicarlo a encontrar formas de limpiar la tienda. Al cabo de más o menos un mes de acción querrás cambiar de tienda antes de que las cosas se pongan feas. Conocemos a una cajera que robaba comida por más de 500 dólares a la semana. Tuvo que dejarlo tras un mes porque su jefe creía que era una cajera tan eficiente que insistía en ascenderla a un trabajo que no ofrecía tantos beneficios adicionales para ella y sus amigos.

Las grandes cadenas como Safeway tiran verduras todos los días, las hojas exteriores de la lechuga, el apio y similares. Habitualmente este material puede encontrarse en cajas en la parte exterior y trasera del edificio. Diles que trabajas con animales en los laboratorios de la universidad o que crías cobayas. Incluso podrían acabar reservándotelas, pero si no lo hacen, preséntate por allí antes de que recojan la basura (generalmente, temprano por la mañana) y dejarán que te lleves lo que quieras.

Las latas y frutas con abolladuras pueden conseguirse gratis a menudo, y si no, a precio reducido. Son tan buenas como las que no están dañadas. Así que asegúrate de abollar todas tus latas antes de pasar por el cajero.

Echa un vistazo a los servicios de restauración y las empresas que proveen de sándwiches a las fábricas y a los edificios de oficinas. Déjandote caer por estos lugares a las horas adecuadas (para los servicios de catering, los domingos por la noche, y para los distribuidores de sándwiches, a las 17:00 horas, de lunes a viernes) conseguirás un montón de buena comida. Tienen que deshacerse de la comida que sobra por ley, así que estarán contentos de dártela si les cuentas una buena historia.

A los carniceros se les pueden pedir las sobras de carne con la excusa de que son para tu perro, y a las panaderías se les pueden pedir los bollos y el pan que no hayan vendido.

MERCADOS MAYORISTAS

Todas las grandes ciudades tienen una zona de mercados de venta al por mayor de frutas y verduras, donde es normal que los trabajadores te den montones de comida gratis si se la pides. Invéntate una buena historia. Hazte con una plantilla de la iglesia y escribe a máquina una carta de presentación «a quien corresponda» o, mejor aún, lleva puesto algún atuendo religioso. Las huertas también son buenos lugares cuando termina la cosecha.

Las fábricas a menudo te darán una o dos cajas de mercancía gratis para fines «benéficos». Haz algunas llamadas por toda la ciudad y luego ve a recoger las cosas al final de la semana. Hacer una buena lista de varios cientos de grandes empresas de todo el país buscando sus direcciones en la biblioteca puede ser una gran idea. El Poor’s Register of Companies, Directors and Executives tiene la lista más completa. Envíales a todos cartas quejándote de que el último paquete de cereales solo estaba medio lleno, o de que encontraste una mosca muerta en la lata de melocotón en almíbar. Probablemente te enviarán una amplia oferta de artículos solo para evitar que te quejes a tus amigos o peor, que los denuncies. Muchas veces puedes conseguir que te envíen productos simplemente diciéndoles lo bueno que es su producto en comparación con la basura que se hace hoy en día. Ya sabes qué tipo de carta: «Rice Krispies ha mejorado mi potencia sexual» o «Sus espárragos congelados le han dado un nuevo significado a mi vida». No obstante, en general las cartas desagradables consiguen mejores resultados.

Los mataderos suelen tener carne para dar. Están deseando dársela a programas parroquiales para niños y cosas por el estilo. En la mayoría de los estados hay una ley que establece que si el bloque de carne toca el suelo, hay que tirarla a la basura. Déjate caer por los mataderos al final del día y acércate a los camiones.

Los pescadores siempre tienen cientos de kilos de pescado para tirar. Generalmente puedes llevarte todo lo que puedas transportar solo con pedirlo. Los barcos vuelven al final de la tarde y te darán algo de la pesca, o puedes ir a los mercados a primera hora de la mañana, cuando el pescado es mejor.

Solo quienes los han probado pueden apreciar estos métodos para conseguir comida en grandes cantidades. Te sorprenderán las cantidades increíbles de comida que conseguirás con solo pedirlas.

Invertir en un congelador te permitirá hacer viajes quincenales o mensuales a los mercados al por mayor y encima tendrás los alimentos más frescos. No hay nada comparable a conseguirlos al por mayor gratis. ¿O quizás conseguirlos gratis al por mayor? En cualquier caso, bon appétit.

CONSPIRACIONES ALIMENTICIAS

Crear una cooperativa de consumo es una de las mejores formas de promover la solidaridad y conseguir a bajo precio todos los alimentos que se necesitan para sobrevivir. También proporciona un puente adecuado para desarrollar alianzas con los negros, los puertorriqueños, chicanos y otros grupos que luchan contra nuestro opresor común desde el trabajo comunitario.

Convoca una reunión de cerca de 20 comunas, colectivos u organizaciones de la comunidad. Estableced las reglas básicas. Debería haber un núcleo duro de personas dinámicas que actúen como el equipo de caza y otro grupo de personas que se coordinen lo suficiente como para llevar los registros y dirigir el centro de distribución central. Debería haber dos o tres personas en cada grupo. Se les puede recompensar por su trabajo con la comida que se consiga. Otro método es que esta actividad rote entre todos los miembros de la conspiración. El método que elijáis dependerá de vuestras ideas políticas, así como de si estáis a favor de una división del trabajo o preferís utilizar la conspiración como entrenamiento para la vida comunitaria. Probablemente lo mejor sea una mezcla de los dos métodos, pero tendréis que molestaros en descubrir eso por vosotros mismos. Lo siguiente que tendréis que acordar es cómo vais a pagar las actividades y toda la mierda que consigáis. Esto dependerá de una serie de variables, así que vamos a esbozar un diseño que podréis modificar para adaptarlo a vuestra situación particular. Cada miembro de cada comuna podría pagar una cuota para sumarse. Necesitaréis reunir alrededor de 2.000 dólares, por lo que si conseguís 200 miembros, cada uno tendrá que pagar diez dólares. Una vez pagada la cuota de inscripción, cada persona o grupo tendrá que pagar únicamente la comida que pida, pero se necesita algo de pasta para que la cosa funcione. El dinero debe utilizarse para conseguir un local o un garaje, una furgoneta barata, algunas básculas, congeladores, bolsas, estanterías, tablas de cortar, máquina de cortar y cualquier otra cosa que necesitéis. Podéis conseguir buenas ofertas mirando los anuncios clasificados del periódico local y revisando los restaurantes o mercados que van a cerrar. Recordad que la idea de esta conspiración es reunir un montón de comida gratis o a precios realmente bajos en una tienda, y luego dividirla en unidades más pequeñas para cada grupo y, finalmente, para cada miembro. Los congeladores permiten almacenar productos perecederos durante más tiempo.

El equipo de caza debería estar muy familiarizado con la forma de conseguir comida totalmente gratuita y con los lugares donde pueden encontrarse las mejores ofertas. Deben conocer dietas nutritivas y qué alimentos son de temporada. Hay mucho que aprender, como dónde se pueden conseguir cereales en lotes de 50 kilos y cómo cortar en pedazos media res. Una buena idea es que consigáis que un friki de la alimentación os dé charlas semanales en la tienda. También podríais organizar clases de cocina, especialmente dirigidas a hombres, para que las mujeres puedan salir de ella.

Organizar una comunidad en torno a una cuestión básica de supervivencia, como es la comida, tiene mucho sentido. Cuando vuestra conspiración despegue y tenga visos de permanencia, podéis tratar de ampliarla para incluir a más miembros y deberíais crear un fondo de emergencia de alimentos por si sucediera algo en la comunidad. También debería haber un fondo mediante el cual la conspiración pudiera financiar cenas comunitarias gratuitas en ocasiones festivas. Organizaos y uníos a la lucha por una conspiración alimentaria mundial. ¡A las chuletadas!11

PAPEO BARATO

En cualquier librería pueden encontrarse cientos de libros de bolsillo de cocina, con recetas nutritivas y baratas. Cocinar es un talento muy sobrevalorado. A continuación te recomendamos algunos platos multiusos que son nutritivos, fáciles de hacer y baratos como tortas de barro. Puedes añadir o eliminar muchos de los ingredientes para variar.

Crujiente del loco al volante

½ taza de mijo

½ taza de trigo machacado

½ taza de sémola

½ taza de germen de trigo

½ taza de semillas de girasol

¼ taza de semillas de sésamo

2 cucharadas de harina de maíz

2 tazas de avena cruda

1 taza de copos de centeno

1 taza de copos de trigo

1 taza de frutos secos y/o nueces

3 cucharadas de aceite de soja

1 taza de miel