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Ha pasado más de un siglo y medio desde que un paseo en barca con las niñas Liddell inspirara a Lewis Carroll para escribir 'Alice's Adventures in Wonderland' (1865). En la actualidad continúan estrenándose series y películas basadas en la aventura de Alicia, la novela se puede leer en más de cien idiomas y existen multitud de productos y servicios relacionados con sus escenarios y personajes, desde ropa hasta restaurantes temáticos. ¿Cómo ha evolucionado esta obra hasta el punto de tener un espacio propio en la cultura popular y de ser cada vez más relevante en el imaginario colectivo? Exploramos las posibles respuestas a esa pregunta y, para ello, debemos emprender un viaje como el de Alicia, en este caso, a través del tiempo y alrededor del mundo.
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Seitenzahl: 259
Veröffentlichungsjahr: 2024
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Encuentros: Culturas y Literatura
3
DIRECCIÓN:
Laura Monrós-Gaspar (Universitat de València)
Rosario Arias Doblas (Universidad de Málaga)
CONSEJO EDITORIAL:
Yolanda Arancibia Santana (Universidad de las Palmas)
Antonio Ballesteros González (UNED)
José Ramón Bertomeu Sánchez (Universitat de València)
M.ª Pilar Blanco (University of Oxford)
Miriam Borham Puyal (Universidad de Salamanca)
Pura Fernández Rodríguez (CSIC)
Rafael Gil Salinas (Univertsitat de València)
Jo Labanyi (New York University)
M.ª Jesús Lorenzo Modia (Universidade da Coruña)
Kate Mitchell (The Australian National University, Canberra)
Eugenia Perojo Arronte (Universidad de Valladolid)
Ermitas Penas Varela (Universidad de Santiago de Compostela)
Patricia Pulham (University of Surrey)
Pedro Ruiz Castell (Universitat de València)
Miguel Teruel Pozas (Universitat de València)
Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso previo de la editorial. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
© Andrea Valeiras Fernández, 2024
© De esta edición: Universitat de València, 2024
Publicacions de la Universitat de València
Arts Gràfiques, 13 • 46010 València
http://puv.uv.es
Coordinación editorial: Juan Pérez Moreno
Corrección y maquetación: Letras & Píxeles
Diseño de la cubierta: Quinto A. Estudio Gráfico
ISBN: 978-84-1118-403-8 (papel)
ISBN: 978-84-1118-404-5 (ePub)
ISBN: 978-84-1118-405-2 (PDF)
Edición digital
Para quienes me habéis preguntado durante años cuándo podríais leer mi investigación sobre Alicia, esto es para vosotros.
Hay té y galletas, buscad una silla libre y dejaos llevar.
Este no ha sido un viaje solitario. Mucha gente me ha acompañado en la travesía por los océanos de páginas de papel, tinta digital y preguntas, muchas preguntas. Algunas respuestas han sido encontradas, otras siguen esperando; esa es la gracia de todo esto.
Muchísimas gracias a mi familia y amigos, porque han estado a mi lado todo este tiempo: habéis participado mucho más de lo que creéis en este proyecto, tanto con apoyo en forma de palabras y cafés como con vuestros «vi esto sobre Alicia y me acordé de ti». Aquí están contenidos 24.601 días de sol con noches en vela, cuarenta y dos juegos de palabras y seis cosas imposibles antes de desayunar.
Ovación en pie para mis directoras de tesis, María José Lorenzo Modia y Begoña Lasa Álvarez, que fueron mis guías en el mundo de la investigación y me ayudaron a convertir el laberinto en un jardín.
Finalmente, gracias a la Universidad de Valencia por confiar en mi texto, y a las Universidades de Coruña y Edimburgo, cruciales en el inicio de esta investigación. Slàinte mhath, White Hart.
Agradecimientos
Nota preliminar
1. Introducción. El pasaporte ilimitado de Alicia
2. Los muchos mundos de Alicia
2.1. Más allá del estante de literatura infantil
2.2. Después de la edición original: adaptaciones y domesticaciones
2.3. La cultura popular: conquistando el imaginario colectivo
3.Alice’s Adventures in Wonderland para la crítica
4. Alicia en Victorianland: la obra original y su contexto
4.1.The Nursery Alice: la primera adaptación de la obra firmada por Carroll
5. Alicia en el escenario: adaptaciones al teatro y la ópera
5.1. Lewis Carroll entre bambalinas
5.2.Alice al subirse el telón
5.3. Alicia y la danza: el ballet de la Royal Opera House
6. Alicia en el cine
6.1. Alicia en Hollywood
6.2. Alicia en Disneyland
6.3. Después de Disney
6.4. Alicia al estilo de Tim Burton
6.5. Continuando el legado
7. Alicia en otros medios audiovisuales
7.1. Alicia en la televisión
7.2. Alicia en los cómics
7.3. Alicia en los videojuegos
8.Merchandising y objetos inspirados en la novela
8.1. Libros derivados
8.2. Utensilios del hogar
8.3. Papelería
8.4. Juegos y juguetes
8.5. Moda, maquillaje y complementos
8.6. Otros
9. Influencia en la cultura popular
9.1. Interpretaciones populares de la obra
9.2. Influencia en otras áreas culturales: imitaciones, retellings e inspiraciones
9.3. Música, moda y publicidad
9.4. Referencias y apariciones en otras obras
9.5. Sátira política
9.6.Fanfic y fan-art
10. Sigue siendo la hora del té
Bibliografía
Los nombres de las obras literarias citadas a lo largo del texto figuran en su lengua original, en este caso, el inglés.
Al escritor Charles Lutwidge Dogdson, salvo muy contadas excepciones, se le llama Lewis Carroll, dado que se le estudia en calidad de autor de las obras de Alice’s Adventures in Wonderland y Alice Through the Looking-Glass and What She Found There, siendo Lewis Carroll su pseudónimo.
La obra principal, Alice’s Adventures in Wonderland, se denominará también Alice in Wonderland en términos generales, al ser este el nombre que han tomado la mayor parte de las adaptaciones y el más integrado en la cultura popular y el imaginario social. Si bien se utiliza su título completo en las alusiones directas al texto original en el estudio de este, se emplea el nombre genérico a efectos de simplificación. En aras de la brevedad, también se alude a la obra como Alice. En cuanto a Alice Through the Looking-Glass, la segunda parte de las aventuras de la protagonista, normalmente aludiremos a ella como Through the Looking-Glass, excepto cuando se hace referencia a la película de Tim Burton de 2016, cuyo nombre es Alice Through the Looking Glass, descartando el guion ortográfico en su título. Asimismo, si bien la tónica de este libro es llamar al «País de las Maravillas» por su nombre en español, hay una excepción con la adaptación de Tim Burton. En la sección referida a esta película se utiliza el término «Wonderland» para referirse al lugar. En realidad, el reino se llama «Underland», pero Alicia, en su viaje cuando era una niña, lo había entendido mal y esta confusión se explica casi al final de la película. No obstante, dado que el título de la película utiliza el término «Wonderland», se emplea preferentemente ese término para no incurrir en duplicidades ni traducciones forzadas que harían que se perdiese el sentido de la confusión de la protagonista.
I wonder if I’ve been changed in the night? Let me think: was I the same when I got up this morning? I almost think I can remember feeling a little different. But if I’m not the same, the next question is, Who in the world am I? Ah, that’s the great puzzle! (Carroll, 1865: 17).
La aventura de Alicia en Alice’s Adventures in Wonderland no comenzó en su jardín, sino en un paseo en barca por Oxford, durante una tarde de julio de 1862. Allí, Charles Ludwig Dogdson (conocido más adelante como Lewis Carroll) inventó un cuento para las hijas del decano Liddell, dedicado especialmente a Alice, la menor de ellas. Esa historia se transformó en manuscrito y, así, la protagonista emprendió su viaje hacia el País de las Maravillas, o Wonderland. Desde entonces, Alicia ha visitado muchos sitios más: Underland, Cartoonland, Blufferland, Dairyland, Plunderland, Orchestalia, Llechweddland, Cookery-land, Blunderland, Virusland, Police Court Land, Puzzle-land, Debitland y muchos otros lugares a través de adaptaciones, parodias y referencias en distintos ámbitos académicos, sociales y culturales, incluyendo todo tipo de sátiras políticas, incluso teorías de la conspiración (Alice in Wonderland and the World Trade Center Disaster. Why the Official Story of 9/11 is a Monumental Lie, de David Icke). La influencia de los personajes y el mundo creado por Carroll ha alcanzado lugares mucho más lejanos y profundos que el País de las Maravillas, como se verá a lo largo de este libro.
Desde 1886 han aparecido más de sesenta adaptaciones a teatro, cine y televisión, producidas por Francia, España, Italia, Japón, Polonia, Rusia, la antigua Checoslovaquia, Gran Bretaña y Estados Unidos. Entre ellas se incluyen películas mudas y sonoras, animadas y de acción real, teatro televisado, películas para televisión, series, ballets, musicales y shows de marionetas, además de formatos como un murder-mystery (Alicja, 1982), supuestas biografías de Carroll y Alice Liddell (por ejemplo, Dream Child, 1985) y hasta una versión musical pornográfica de Playboy (1976). Incluso existe una película en la que se plantea un universo narrativo en el que Alicia y Peter Pan son hermanos y se muestran sus vidas antes de partir hacia el País de las Maravillas y Nunca Jamás respectivamente (Come Away, 2020). La historia de Alice ha inspirado obras de ficción como los libros Prohibido leer a Lewis Carroll (Diego Arboleda, 2013) o Los Crímenes de Alice (Guillermo Martínez, 2019), basada en una investigación ficticia de las páginas perdidas de los diarios de Lewis Carroll. Además, en 2021 tuvo lugar la exposición «Alice: Curioser and Curioser» en el Victoria and Albert Museum (Londres), que hacía un recorrido a través de más de siglo y medio de historia de la obra. Y estas son solo algunas muestras de los ecos de Alice’s Adventures in Wonderland en nuestro mundo. Además, mediante estas versiones y reinterpretaciones, parece que la realidad responde a los problemas de identidad de la protagonista: Alicia ha sido también Alice, Eibhlís, Ealasaid, Liisan, Lísa, Alys, Alis, Alisa, Alicja, Alicji, Alenka, Elenkine, Elisi, Elsje, Else y Alitjinja o Alitji, entre otras muchas variaciones y adaptaciones de su propio nombre. Ha tenido distintas edades, desde niña hasta anciana, pasando por muchas etapas de adolescencia y adultez. Sus aventuras se han enmarcado en espacios y tiempos tan distintos como el Nueva York de los años noventa o el futurismo más cyberpunk. Pero, por más aventuras que haya vivido, todavía quedan muchos universos narrativos por explorar partiendo desde la madriguera del Conejo Blanco. Escritores, dramaturgos, guionistas, artistas de distintas disciplinas, publicistas, académicos, autores de fan-fiction y fan-art… Todos quieren construir su propio País de las Maravillas y enviar allí a su Alicia.
¿Cómo y por qué un cuento improvisado en un viaje en barca, después manuscrito y regalado a una de las oyentes, ha alcanzado esta relevancia social y cultural? ¿Cuáles son las claves de que continúe en el imaginario colectivo de manera dinámica, interactiva y constantemente actualizada? En este libro se plantea un recorrido a través de los más de ciento cincuenta años de historia de la obra para responder a estas preguntas y comprender el papel de Alice’s Adventures in Wonderland en la cultura popular y cómo la aventura sigue expandiéndose y renovándose, con constantes actualizaciones y referencias que mantienen viva la esencia del texto.
Se dice que Alice’s Adventures in Wonderland y Through the Looking-Glass son, junto a la Biblia y las obras de Shakespeare, los libros más citados de la historia en el mundo occidental (Cohen, 1995: xxiii). Y aunque muchas veces se le atribuyen frases que nada tienen que ver con la novela de Carroll, es normal que pasajes del texto aparezcan aquí y allá: en la aventura de Alicia encontramos temas que, bajo la envoltura del nonsense, son impermeables al paso del tiempo y al cambio de formato. Para explicar esto primero hay que entender las bases del texto original y cuáles son los caminos para adaptar una historia con estas características.
Si bien Alice’s Adventures in Wonderland se ha calificado tradicionalmente como destinada a un público infantil y juvenil, a lo largo del tiempo se ha demostrado que tiene una dimensión y una complejidad que conectan con el lector adulto. De hecho, desde la concepción inicial de la historia, se trata de una obra con un doble receptor: el adulto actúa como narrador secundario cuando lee el cuento a los niños y es, además, un intermediario, haciendo las veces de comprador, seleccionador, supervisor o incluso censor de lo que llega al infante (Grenby y Reynolds, 2011: 5). Al fin y al cabo, así fue como nació la idea para esta historia: con Dodgson contándoles cuentos a las niñas Liddell y, después, convirtiendo uno de ellos en manuscrito. Pero las aventuras de Alicia son más que un producto de literatura infantil preparado para ser narrado por un adulto; aun habiendo sido concebido como un cuento para niños, el texto incorpora elementos como referencias históricosociales de la época victoriana y un lenguaje en ocasiones complejo. Lewis Carroll escribió libros infantiles para adultos. De hecho, se considera a la protagonista como «a child possessed by an adult consciousness» (Roth, 2009: 23). Esta idea se subraya en la adaptación cinematográfica de Jan Svankmajer (1988), que comienza así: «Now you will see a film. For children. Perhaps!».
La obra se apoya sobre el modelo narrativo del nonsense o sinsentido, del cual Lewis Carroll es uno de los principales exponentes. Si bien el carácter potencialmente satírico (y bien empleado por el escritor) del género parece definirlo, el nonsense no es una mera parodia, sino que transforma esta en una teoría literaria (Lecercle, 1994: 2). El hecho de que ese género surgiese durante la época victoriana tiene mucho que ver con el encorsetamiento metafórico de las costumbres, ya que se presenta como la alternativa imaginativa que le planta cara al sistema, subvirtiendo sus propios elementos para demostrar cuán absurdos pueden ser si se los toma de manera estricta. Esto se ve reflejado en la historia de Alice en varios puntos en los que se pone de manifiesto la arbitrariedad de la educación académica y social de la era victoriana.
Carroll también aprovecha este recurso para hacer comentarios metalingüísticos y semióticos, añadiendo un significado que aúna fondo y forma. A través de juegos de palabras, poemas, combinaciones imposibles y oxímoron, el nonsense completa la narrativa de una forma que subraya el carácter fantástico de la historia. Sin embargo, algunos estudiosos afirman que este efecto proviene del método socrático, que utiliza estas herramientas para construir la moral en la identidad personal (Taliaferro, 2010: 194), mientras que otros opinan que el nonsense de Carroll es el que resulta de la natural confusión y los errores en los que pueden caer los niños (Pitcher, 1971: 401) y le consideran un bromista incorregible, cuyo estilo era simple pero con ideas extravagantes (Salmon 1887, 87).
Al contrario que en la mayor parte de la literatura de su época, en Alice’s Adventures in Wonderland no hay moraleja ni existe un «viaje del héroe», no hay una evolución por medio del aprendizaje durante la historia. De hecho, podría considerarse que Alicia está en una situación de permanente retroceso, abriendo puertas que la conducen a más puertas cerradas, literal y metafóricamente. Pese a la estructura en forma de viaje, no hay evolución clara y el caos continúa reinando tanto en el País de las Maravillas como en la mente de la protagonista. Nada ha cambiado porque nada ha sucedido: todo ha sido un sueño. Sin embargo, hay un último pequeño giro: la hermana de Alicia se duerme y comienza a soñar con ese reino fantástico. Esto colocaría a la protagonista en una nueva posición de «narradora», ya que es la crónica de su propia secuencia onírica lo que motiva el sueño ajeno que comienza con el final de la novela. Se trata, por tanto, de un relato circular. La historia ocurrida no ha alterado la realidad en la que la narración se enmarca, puesto que dicha realidad seguía allí, esperando a que Alicia despertase; la vida continuó como si nada hubiera pasado. Sin embargo, el hecho de escapar del País de las Maravillas es considerado también como el final más gratificante para el niño y el adulto (Schilder, 1938: 289), ya que la pesadilla termina, los amenazantes naipes antropomórficos que perseguían a la protagonista vuelven a ser una inofensiva baraja, los personajes se desvanecen y todo regresa a la normalidad. Vemos entonces que el nonsense es el motor de la historia, y no solamente un recurso estilístico, ya que cuando la realidad vuelve a tener sentido, la aventura termina. Esta manera de enmarcar la historia no sería necesaria en un texto destinado únicamente a un público infantil, ya que los niños y niñas están, por lo general, más predispuestos a aceptar la fantasía más pura sin necesidad de una explicación lógica. Sin embargo, el lector adulto sí puede tender a demandar motivos realistas para los pasajes fantásticos, no entregando su suspensión de la incredulidad a cambio de nada. Por eso, el hecho de que la aventura de Alicia fuera un sueño y se acabe con la constatación de la irrealidad por parte de la protagonista ayuda a que un adulto poco adepto de la literatura fantástica se pueda sentir identificado: no hay una edad límite para tener sueños extraños.
Adaptar una obra es, en ocasiones, una labor de simplificación, especialmente cuando va dirigida a un público infantil. Pero este proceso implica mucho más que eliminar tramas secundarias o personajes para que la historia se ajuste a formatos y tiempos: es necesario también un trabajo respecto al nivel intelectual (Hutcheon, 2006: 1). Ha de tenerse en cuenta el público al que se dirige, qué se quiere contar, cómo y por qué, incluso cuándo: el entorno social y cultural que recibirá la adaptación es un elemento fundamental en el desarrollo de la adaptación. Y, además de ser fiel al espíritu de la obra original, es necesario aportar algo nuevo y no limitarse a una lectura dramatizada de las páginas del libro: mediante los procesos de domesticación se añade valor al texto adaptado.
Hay que tener en cuenta que una adaptación puede hacer que un espectador no familiarizado con la obra original se interese por ella o la aborrezca o rechace. Las adaptaciones de libros «clásicos» para un público infantil tienen impacto sobre la futura actitud hacia el descubrimiento del original. Tomando su propia experiencia como ejemplo, el crítico cinematográfico Roger Ebert habla de las distintas versiones que podían ser la puerta de entrada al País de las Maravillas por primera vez:
As a young reader, I found Alice in Wonderland creepy and rather distasteful. Alice’s adventures played like a series of encounters with characters whose purpose was to tease, puzzle and torment her. Few children would want to go to wonderland, and none would want to stay. The problem may be that I encountered the book too young and was put off by the alarming John Tenniel illustrations. Why did Alice have such deep, dark eye sockets? Why couldn’t Wonderland be cozy like the world of Pooh? Watching the 1951 Disney film, I feared the Cheshire Cat was about to tell me something I didn’t want to know (Ebert, 2010: s.p.).
No obstante, no debe pasarse por alto que cada vez más historias dirigidas a niños buscan también un público adulto, capitalizando su nostalgia respecto a la obra original y mostrando así que este tipo de adaptaciones tiene un doble receptor. Reconocer pasajes y fragmentos de la que fue su primera experiencia con una obra en las subsiguientes adaptaciones es una experiencia agradable para el espectador. Sin embargo, en ocasiones el reencuentro desde la perspectiva adulta conlleva una pérdida de la inocencia, al descubrir detalles y subtexto que no habían comprendido en su primer contacto con la obra.
Las adaptaciones se adecúan a distintos ambientes, gustos y medios, los cuales están bajo la influencia de las demandas del mercado, preferencias comerciales, censura o estética, convirtiéndose en un lugar de encuentro (Stam, 2005: 3). Son productos de su tiempo comunicativa, histórica y socialmente, que mantienen el alma de la obra original y, a la vez, aportan su propia identidad. Precisamente la cuestión de la identidad de Alicia es clave no solo en la obra original sino también en sus adaptaciones, en las nuevas Alicias; es legítimo esperar que ella cambie, ya que la sociedad también lo hace. Este tema será explorado en profundidad en este libro, tanto respecto a la obra original como en sus adaptaciones. De hecho, como se verá en su epígrafe correspondiente, la versión de Tim Burton hace explícito el peso de la identidad de la protagonista y la obra a lo largo del tiempo, presentando conceptos como «Alice-ness» o debates acerca de si esa chica es la Alicia «correcta».
Muchas obras originales fueron creadas sin saber qué repercusión tendrían, sin contar con que algún día serían traducidas ni plantearse una posible domesticación. El caso de Carroll entra dentro de esta categoría, ya que inicialmente no pretendía que el manuscrito fuese leído fuera del entorno de la familia Liddell, mucho menos que fuese publicado y, con el tiempo, traducido a docenas de idiomas, incluidos lenguajes como el cockney y el esperanto. El escritor no contaba con el éxito y la universalidad que la obra tendría y tampoco deseaba la fama, pues odiaba la publicidad y no permitió la publicación de fotos de él (Auden, 1962: s.p.). Por esta razón, el libro está escrito para una audiencia muy limitada: las niñas Liddell. En consecuencia, la domesticación es necesaria para hacer el texto más ampliamente comprensible, ya que no adaptar ciertas cuestiones como las referencias a la sociedad oxfordiana de la época haría que el sentido completo de la obra se perdiese. No obstante, no puede ignorarse el importantísimo papel que juega el lenguaje, siendo un elemento fundamental de la narrativa, así que los cambios deben ser moderados: «If one uses Carroll’s dialogue, it can be overly familiar, but if varies too much from it, it’s akin to rewriting Shakespeare» (Burstein, en Nichols, 2014: viii). Sin embargo, dado el carácter universal que adquirió la obra y el público al que está destinada, se hace necesario un porcentaje alto de domesticación en las adaptaciones. De hecho, este proceso se ha aplicado también a las traducciones y ediciones especiales para otros países y audiencias. Como señala Lawrence Venuti (1994: 19-20), la domesticación puede resultar controvertida, ya que se considera que esta adaptación a un público geográfica o culturalmente diferente atenta contra la integridad del texto original, tal como el autor pretendía transmitirlo. De esta forma, algunos traductores optan por la foreignization o extranjerización, la cual consiste en utilizar técnicas de traducción que respetan al máximo el original, dejando que el lector experimente el texto directamente, pese a que le sea ajeno. Algunos de los ámbitos susceptibles de domesticación o extranjerización en Alice’s Adventures in Wonderland son los siguientes:
• Pesos y medidas: los sistemas métricos varían según la zona geográfica en la que se recibirá el texto, así que se necesita adaptar estos pasajes para utilizar los que son familiares para el lector. Esto tiene una gran importancia al tratarse de un público objetivo mayoritariamente infantil. En estos casos se emplea la extranjerización, utilizando las medidas empleadas en el contexto geográfico al que se destina la obra.
• Lenguaje distinto al principal en el texto original: cuando Alicia intenta hablar en francés al ratón (Carroll, 1865: 21), en la edición francesa se cambia al italiano y se elimina la referencia a William I, ya que la protagonista estaba asumiendo que el ratón podía haber sido un francés que llegó con él durante la conquista. En ese caso, por tanto, se combinan extranjerización y omisión.
• Cuestiones políticas y religiosas: aquí se impone una domesticación respetuosa. Por ejemplo, en las traducciones al árabe, la referencia a la Navidad fue sustituida en un caso por una fiesta de cumpleaños y en otro por la celebración del Año Nuevo, según los criterios de los distintos traductores (Shayaheen et al., 2019: 182).
• Flora y fauna: esta domesticación no siempre es necesaria, más teniendo en cuenta que la cultura literaria y audiovisual permite que animales y plantas sean conocidos en todo el mundo. Sin embargo, en ciertos casos una variación aporta un extra que el lector agradecerá a la hora de identificarse con la obra, resultándole más familiar el entorno. La edición en suajili que se describirá a continuación es un ejemplo de cómo se ha aplicado esto.
Desde su primera publicación, este libro se ha traducido a más de ciento setenta idiomas, algunos minoritarios, con lo que el texto ejerce también una función de fomento de la lectura en estas lenguas. Por ejemplo, una edición de Alice’s Adventures in Wonderland en gaélico, titulada Eachdraidh Ealasaid ann an Tìr nan Iongantas, fue publicada en 2012 por la editorial Evertype, con la traducción de Moray Watson. No obstante, dicha traducción es bastante literal, sin domesticar los juegos de palabras, solamente buscando las rimas. Esto se debe probablemente a que se asume que el lector de gaélico tiene como lengua materna el inglés; el público objetivo de este libro es el adulto que ya conoce la obra en su idioma original, ya que el lenguaje de Carroll es demasiado complejo y sería complicado dirigirse a un lector infantil que se encuentra con la obra por primera vez.
Un ejemplo destacado de domesticación de la obra es la mencionada edición en suajili de The Sheldon Press. Fue ilustrada por un artista anónimo y traducida por una misionera que utilizó el pseudónimo E.V. St. Lo. Conan-Davies y que sería conocida más tarde como Sister Ermyntrude. En esta versión, todos los personajes excepto los Reyes de Corazones son de raza negra y sus atuendos se han adecuado a la cultura geográfica; por ejemplo, el Sombrerero Loco y el Conejo Blanco llevan sombreros tipo fez. Además, la Liebre de Marzo se sustituye por una tortuga. De esta manera, se añade un mensaje implícito acerca de la influencia del colonialismo y cómo las figuras autoritarias e incluso dictatoriales eran percibidas, asociándose con el hombre blanco que se había establecido en sus tierras. Aunque la edición que puede consultarse en la web de la University of Maryland es de 1976, se señala que la obra fue originalmente publicada en 1940. Durante esa época, que coincide con la Segunda Guerra Mundial, los países en los que el suajili era lengua oficial, principalmente Tanzania, Kenia, Uganda o Ruanda, se hallaban bajo el dominio de naciones europeas como Reino Unido o Bélgica. Es probable que una de las antiguas colonias británicas fuese el lugar donde se gestó esta edición de Alice. En un contexto en el que el colonialismo se debilitaba, la domesticación de un clásico británico de una manera que fomentaba la inclusión de los africanos como protagonistas y personajes relevantes (no como simples esclavos o sirvientes) transmite un sentimiento de reivindicación y deseos de independencia. La historia de Alicia, una niña blanca de clase alta que entra en un mundo en el que todo le resulta extraño e intenta imponer su propia lógica, es también la historia del colonialismo, por lo que esta apropiación, subrayada por el mantenimiento de la raza original en los antagonistas, es un acto de subversión cultural que encaja con la necesidad de las adaptaciones de subvertir los cánones y aportar algo nuevo.
Esta no es la única traducción domesticada de la obra destinada a un público no occidental: en 1992, Simon & Schuster publicó Alitji in Dreamland: Alitjinya Ngura Tjukurmankuntjala, una traducción y reinterpretación de la historia en clave indígena, a cargo de Nancy Sheppard, con un texto bilingüe en inglés y en pitjantjatjara, un lenguaje aborigen australiano. Las treinta y tres ilustraciones originales corrieron a cargo de Donna Leslie. La traducción fue concebida en primer lugar en 1968 en un curso de lenguaje aborigen en la Adelaide University. En esta edición, el Conejo Blanco es un canguro y el Gato de Cheshire es un gato salvaje. La estética está inspirada en el arte de los gamilaroi, un pueblo aborigen de Nueva Gales del Sur al que pertenecía el padre de la ilustradora (Sullivan, 2015: s. p.).
La editorial Evertype ha publicado distintas traducciones, entre las cuales se encuentran el francés antiguo (La geste d’Aalis el Païs de Merveilles) y el cockney rimado (Crystal’s Adventures in a Cockney Wonderland), e incluso una edición que incluye códigos QR. Por lo general se ha mantenido la portada con el Conejo Blanco como heraldo real y se ha alterado su apariencia para adaptarlo a la época y el lugar del lenguaje al que se ha traducido. Por ejemplo, en la versión en inglés antiguo (Æðelgýðe Ellendǽda on Wundorlande) se le muestra con cota de malla y un casco, portando un cuerno en lugar de una trompeta heráldica.
También hay ediciones con una tipografía especial para facilitar la comprensión del texto a las personas con dislexia. De hecho, la obra se ha adaptado también con fines didácticos muy específicos, como Alice’s Adventures in Wonderland Retold in Words of One Syllable (J. C. Gorham, 1905), destinada a enseñar a los niños y niñas a leer. No es el único uso educativo que se ha hecho a partir de la obra de Carroll. En Gladys in Grammarland (Audrey Mayhew, 1897), la «Verb Fairy» visita a Gladys y la lleva a Grammarland, donde acaba siendo juzgada por un mal uso de la gramática. El libro Alice Through the Needle’s Eye: A Third Adventure for Lewis Carroll’s Alice (Gilbert Adair, 1984) entraría en esta categoría si tenemos en cuenta que la protagonista es una Alicia que vive distintas aventuras siguiendo las letras del alfabeto, además de conocer a personajes de cuentos populares. También se erigió como guía en el campo de la música: Alice in Orchestralia (Ernest La Prade, 1995) muestra el viaje de la protagonista por Orchestralia, mundo al que llega viajando a través de una tuba, donde conoce a un contrabajo y a otros instrumentos animados. Más complejo es el libro de Alice in Quantumland: An Allegory of Quantum Physics (Robert Gilmore, 1994), en el que la chica cae a través de un televisor hasta Quantumland, un lugar más pequeño que un átomo. Allí aprende sobre temas como electrones y fluctuaciones de energía, y también conoce a personajes como Uncertain Accountant o los Quark Brothers.
La Alicia de Lewis Carroll realiza un viaje caótico intentando responder a una pregunta: «Who am I?». Pese a encontrarse en un mundo anárquico basado en lo absurdo y el nonsense, la infancia de la Alicia victoriana se enmarcaba en un contexto de confusión y avance acelerado hacia la madurez, cosa que pudo verse reflejada en su aventura. La Alicia del Hollywood de los años treinta es una adolescente que cruza a otro mundo, inventado por su subconsciente, y transita por una tierra extraña interactuando con personajes grotescos con cierta naturalidad, llegando a ser coronada como reina del lugar. La Alicia del largometraje animado de Disney (1951) es una niña alegre que, aun albergando dudas sobre su identidad, no experimenta cambios existenciales definitivos, y considera finalmente su viaje como una simple aventura más o menos divertida. Esto se relacionaría con la infancia de la época, dedicada al juego y que se había convertido en audiencia activa (Flegar y Wertag, 2015: 236). La Alicia de Burton ya no es una niña, pero continúa conservando los sueños de su infancia como conexión con su padre fallecido. La cuestión en este caso no es quién es ella, sino si es la Alicia correcta, expresándose así la complejidad de la formación de la propia identidad, tanto individual como socialmente. Estos son solo algunos ejemplos de las Alicias de la gran pantalla, pero hay muchos más tanto en cine como en televisión, teatro, libros y múltiples áreas de la cultura popular. Pero, sobre todo, Alicia está en los ojos del que la mira (o la lee), y es esta pluralidad de visiones de sus historias la que hace la historia relevante y da sentido al recorrido que se plantea en este libro.
La cultura popular es un concepto extremadamente amplio y variable que abarca creencias populares y de folklore, así como prácticas y objetos enraizados en tradiciones locales y de masas, pudiendo estas cuestiones ser generadas por criterios políticos o comerciales. Los objetos (tangibles o intangibles) referidos están concebidos para ser «leíbles» por medios escritos o visuales, y respecto a ellos hay una cultura de interpretación y crítica (Mukerji y Schudson, 1986: 48). Su relación con la sociedad es bidireccional, ya que la comunicación se plantea en ambos sentidos: de su recepción e interpretación dependerá su posicionamiento, incluso su modo y tiempo de «vida», entendida como relevancia. En este caso, el texto de Alice’s Adventures in Wonderland